➽XXI
❝ʟᴀ ᴠɪᴅᴀ ᴇs ᴘᴀʀᴀ sᴇʀ ᴠɪᴠɪᴅᴀ, ɴᴏ ᴄᴏɴᴛʀᴏʟᴀᴅᴀ; ʏ ʟᴀ ʜᴜᴍᴀɴɪᴅᴀᴅ sᴇ ɢᴀɴᴀ ᴀʟ ᴄᴏɴᴛɪɴᴜᴀʀ ᴊᴜɢᴀɴᴅᴏ ᴀᴜɴ ᴄᴜᴀɴᴅᴏ ʟᴀ ᴅᴇʀʀᴏᴛᴀ ᴇs ɪɴᴇᴠɪᴛᴀʙʟᴇ.❞
A Draken le sorprendió el llamado de Hina con urgencia, preocupándose tanto que incluso tuvo que cancelar sus planes de ver a Mikey y pedirle consejo. Sí, la Templanza iba a pedir consejo al ser más egoísta que podía existir sobre la fas de la tierra. Se encontró caminando sobre la azotea de un enorme edificio no muy alejado del centro de la ciudad, pero lo suficiente como para no tener que encontrarse con alguno de sus hermanos perdidos en la oscuridad de su castigo.
Le vió en el borde, balanceando sus delgadas piernas sobre el vacío, sus cabellos sedosos moviéndose bruscamente gracias al fuerte viento nocturno. Se posicionó a su lado en silencio, observando junto a ella hacia las siguientes luces de edificaciones próximas.
-¿A qué se debe tu llamada, Hinata?
Uy, el nombre pronunciado en su totalidad le hizo reír levemente, sabiendo que tal vez le había molestado.
-¿Tenías algo importante que hacer?
-La verdad, sí.
-Lo siento entonces -suspiró, sin borrar aquella pequeña sonrisa que parecía nostálgica, arrepentida, tal vez triste.
-No importa, si tienes algún problema, quiero ayudarte -suavizó el tono de su voz al decir, sentándose junto a ella tras unos segundos más que se mantuvieron en silencio.
-Gracias de antemano -sonrió-. Me enamoré.
Vale, eso sí le dejó blanco, pálido, de cabeza por así decir.
-¿Qué? -fue lo único que pudo articular, mirándole con la expresión temblorosa.
-Lo siento...
-¡¿Que tú qué?! -le tomó de los hombros, ella se sobresaltó de inmediato, viendo con la respiración agitada a su contrario, sintiéndose tan pequeña bajo su mirada oscura. Al verla en ese estado, Draken suspiró, dejando de agarrar sus hombros con lentitud-. Disculpa... -murmuró, alejándose unos pasos. Ella negó con la cabeza.
-No importa, sé que es de alterarse demasiado...
-Nunca creí que podrías enamorarte -pronunció con incredulidad, observando hacia sus propios pies.
-La castidad no es que no permita enamorarse, Draken. El problema es que enamorarse va directamente enlazado con la lujuria, es inevitable. Puede que para los humanos no, algunos pueden ser tan castos como para no tener ningún pensamiento impuro, pero para alguien como yo, pecar en lujuria es demasiado fácil.
-Sí, lo sé... -murmuró, sabiendo que tenía razón pero aún así siendo difícil de asimilar. Entonces levantando la cabeza, viéndole directamente a los ojos, Hina sintiéndose incluso transparente bajo su mirada-. ¿Quién es el afortunado? -bromeó un poco, intentando aligerar el ambiente, sabiendo que debía de estar muy nerviosa, porque Draken además de ser la Virtud Capital de la Templanza, cargaba con la corona de la Virtud Cardinal de la Prudencia. En pocas palabras, una de las más supremas autoridades.
-Es alguien... es un chico muy valiente -rió levemente-, y un poco intenso.
-¿Cuál es su nombre?
-Él incluso podría ser confundido con el mismísimo sol. Pero hay alguien que poco a poco terminará opacando toda su luz -suspiró, Draken no entendiendo a lo que se refería, pero claramente notando como evitaba decir su nombre-. Después de todo, el amor es un problema...
-La verdad sí. Es demasiado complicado... ¿Qué vas a hacer, Hina? -le miró con preocupación, ella bajó la mirada de nuevo.
-Le diré lo que siento, luego perderé mi poder y ya no tendrán que lidiar conmigo otra vez. No les causaré más problemas.
-¿Qué dices?. No eres una molestia o algo así -frunció el ceño en su dirección, su tono pareciendo incluso un regaño-. Además, si pierdes tu poder será peor. Sabes que ahora Chifuyu está sellado por tí... Se acabará todo si te marchas.
-Lo sé, y lo siento. Aunque mi amor es, o más bien, fue casto, sigue siendo egoísta. No puedo más con esto, Draken. Necesito desaparecer de aquí.
-No puedes irte. No podremos con esto sin tí.
-Está hablando tu corona, no tú. Háblame como mi hermano, dime lo que piensas -pidió, su voz pareciendo a punto de quebrarse, no teniendo que decirlo para que el mayor supiese que tenía un nudo en su garganta.
-Como hermano solo te diré que... lucha por lo que amas, Hina. Si no quieres quedarte con ese chico y solo huir, hazlo, se libre. Pero asume las consecuencias -suavizó su expresión al decir, la pelirrosa viéndole de igual forma-. Sabes que te amo, igual que a todos nuestros hermanos -le sonrió de forma nostálgica, muy levemente, manteniendo su actitud inflexible, entonces acariciando su cabello suavemente-. Pero sabes que si ocurre algo, no cuentes conmigo. Yo no voy a protegerte.
-Lo sé. No tienes que decirlo. Me iré, desapareceré del mapa lo más que pueda.
-Vamos a encontrarte -frunció los labios en una expresión amarga.
No quería eso.
-También soy consciente de ello -se levantó de su lugar, Draken siguiéndole en su accionar-. Bueno, supongo que esto es un adiós.
-Sí... -su mirada decayó rápidamente, Hina sonrió entonces, con nostalgia.
-¿Puedes abrazarme? -solo esas palabras bastaron, de inmediato rodeándole con sus brazos, ella suspirando allí, dejando caer varias lágrimas, en su posición no pudiendo percatarse de los ojos cristalizados de Draken.
Ella se marchó poco después, Draken siguió su camino al cielo, tal vez debía esperar un poco más para hablar con Manjiro acerca de aquella chica que le tenía de cabeza.
Hina estuvo en casa de Takemichi y Mikey aprovechando que sabía por ciertas fuentes que Manjiro no se encontraba en casa. Pudo ver al ojiazul a través de las ventanas, estaba sentado mientras le sonreía a su celular, hizo una mueca al ver esto, pero en realidad el chico solo hablaba con su hermano.
Takemichi escuchó varios toques en la puerta, y un mal presentimiento atacó su pecho al no imaginarse quien podría ser a esas horas. Se levantó y abrió la puerta algo inseguro, entonces viendo sorprendido a la chica delante de él.
-¿Hina?. ¿Qué haces aquí?
-Buenas noches -le sonrió levemente, él asintió, maldiciendo en su mente sus malos modales.
-Buenas noches. ¿Pasó algo? -le miró con preocupación, temiendo lo peor.
-No. Solo quiero hablar algo contigo.
-Ya veo... Manjiro vendrá más tarde, pero puedes pasar -abrió la puerta un poco más, indicándole que tenía el permiso.
-Gracias. No planeo tardar mucho, así que no te preocupes. Para cuando llegue él yo no estaré aquí -caminó dentro del salón, el rubio invitándole a sentarse y él haciendo lo mismo, ambos compartiendo un aura algo tensa, aunque la expresión de la chica solo era sonriente.
-¿Y bien?
-Ya te lo he dicho antes... ¡no puedes bañarte conmigo! -rió el de ojos verdes ante los fallidos intentos del mayor por entrar con él, pero Chifuyu sabía que podría ser un problema ambos en esa habitación.
-¡No haré nada! -se quejó Ryusei, haciendo pucheros a los que a Chifuyu le era difícil resistirse.
-Ya, y yo me lo creo -se cruzó de brazos, el mayor bufando en respuesta, entonces acercándose unos pasos a él y extendiendo el meñique en su dirección.
-Lo prometo -le miró seriamente, Chifuyu pensándolo unos instantes, tal vez sería divertido, y él lo estaba prometiendo, ¿qué era lo peor que podía pasar?.
-Mmm, está bi-
-¡Sí!. ¡Yei! -corrió a por sus cosas, Chifuyu rió divertido mientras entraba al baño y se aseguraba de cerrar el grifo que hace unos segundos estuvo llenando la bañera.
Para cuándo Ryusei volvió ya el menor estaba por completo dentro de la tina, con sus ojos cerrados mientras parte de su rostro se sumergía en el agua.
-Ven -escuchó la voz de su acompañante, abrió los ojos, inclinando su cabeza un poco al entender, Ryusei colocando una felpa en el cabello rubio, recogiéndolo en un moño para que no se mojase, él haciendo lo mismo también.
Sato comenzó a desvestirse, y Chifuyu no pudo evitar mirarle, seriamente, de una forma que le hizo escalofríos a Ryusei, y en realidad los pensamientos de Chifuyu no eran más que de asombro, por más que le viese sin ropa no llegaba a pensar nada precaminoso, simplemente era como si no estuviese ahí, ni siquiera le provocaba vergüenza. Entonces y antes de quitar por completo su camisa -que era lo único que llevaba ya- Ryusei habló otra vez.
-Me vas a hacer sonrojar -bromeó, Chifuyu recordando aquella vez que estuvieron en el edificio de Bonten.
-¿Ya no te quedan ideas para nuevas bromas? -devolvió en el mismo tono, Ryusei hizo una mueca de dolor ante sus palabras, entonces el menor riendo, el peliblanco contagiándose rápidamente, luego entrando al agua con él.
El agua resbaló por el borde de la tina cuando ambos estuvieron dentro, luego solo quedando el silencio.
A Ryusei le era difícil no pensar demás cuando tenía a Chifuyu así en frente de él, pero sabía que no podía hacer nada, o solo conseguiría hacerlo sentir mal, que le odiase. Pero es que Chifuyu le parecía tan hermoso, con esas suaves mejillas que la mayoría del tiempo se mantenían rojas, esos carnosos labios, los hermosos ojos verde esmeralda y su actitud que a veces le parecía demasiado ingenua e inocente... venga, eso le hacía babear.
-Hey, ¡Ryu!
La voz de Chifuyu hizo que despertase del trance en el que se había sumergido sin previo aviso, ahora de la nada sus mejillas tomaron un tono rojizo, Chifuyu no dejó pasar esto por alto, alzando una ceja sin entender.
-Eh, ¿qué?
-¿Siquiera me estabas escuchando?
-Lo siento -sonrió nervioso, ¿por qué Chifuyu estaba tan cerca?, no se había dado cuenta de cuándo se había acercado.
-Ah, olvídalo, ya lo tomo yo -rodó los ojos, con un leve puchero en sus labios que hicieron ver sus mejillas demasiado lindas.
Chifuyu solo quería el gel de baño detrás de Ryusei, no tenía la más mínima idea de lo que estaba pasando en el cuerpo del contrario en ese momento. Pero Ryusei sí que podía sentirlo claramente, y el cuerpo de Chifuyu inclinándose sobre él no ayudaba en nada.
-¡Ngh!
-¿Ah?
Oh no, Chifuyu tocó dónde no debía.
Eso estaba siendo demasiado incómodo, Ryusei estaba muy tenso y Chifuyu rápidamente sonrió burlón, podía no sentir absolutamente nada de vergüenza o pensar cosas perversas, pero no era tonto, sabía lo que estaba pasando con solo ver su expresión.
Pero digamos que ahora se haría el inocente.
-¿Qué fue eso?. ¿Te duele algo? -pronunció en tono preocupado, Ryusei negó con la cabeza repetidas veces y con rapidez, la vergüenza rebozando en su rostro-. Bueno -se encogió de hombros, inclinándose para tomar el gel de baño otra vez, y ante la presión de su rodilla, Ryusei dejó escapar un gemido, rápidamente tapó su boca, pero el daño ya estaba hecho-. ¿Ryu?
-N-no toques ahí -dijo, muy bajito, casi inaudible.
-¿Qué dices?. No puedo escucharte -se sentó hacia atrás, moviéndole un poco hacia arriba, él cerrando los ojos con fuerza, Chifuyu sintiendo un leve escalofrío cuando las manos del mayor agarraron su cintura.
-B-basta -soltó en un suspiro que incluso pareció doloroso.
-¿De qué hablas?
Ryusei alzó la mirada en su dirección, le miró con sorpresa, Chifuyu se estaba riendo.
-¡Idiota! -frunció el ceño, muy sonrojado, Chifuyu al fin pudo soltar la risa que llevaba aguantando desde hacía varios minutos.
-¡L-lo siento!
-¡No bromees! -cubrió su rostro con sus manos, avergonzado.
-¡Jajaja!. Eres tan lindo -sonrió, acariciando su mejilla con sutileza.
Ryusei bufó en respuesta, luego sorprendiéndose, estaba sobre el borde de la bañera, Chifuyu le había puesto allí.
-¿Qué haces? -le preguntó, alterado, ahora cubriendo con sus manos su entrepierna descubierta.
-Puede que yo no sienta nada, pero obviamente tú si -se encogió de hombros, inclinándose sobre él.
Ryusei vió su vida pasar por delante de sus ojos en el momento que sintió sus labios rozar con aquella zona, joder, podría morir solo con ese toque.
Intentó cerrar sus piernas por instinto, pero el menor no se lo permitió, sujetando sus muslos a cada lado de su cuerpo, él entre ellos.
-Ch-Chifuyu, n-no... -habló en un hilo de voz, suspirando ante los besos, sus manos cerrándose en puños, no pudiendo evitar llevar una de ellas a los cabellos rubios, sujetándoles allí.
-No pareces no quererlo -sonrió burlón, mirándole desde abajo mientras le sujetaba entre sus manos y un lado de su boca.
¿Desde cuándo Chifuyu era tan ardiente?
-Dijiste que no haríamos nada -le dijo, con su respiración acelerada, Chifuyu sonriendo al saber que eso era gracias a él.
-Dije que no harías nada -corrigió, Ryusei estuvo a punto de responderle, pero él no le dejó, ahora metiéndole en su boca.
La calidez le hizo inclinar su cabeza hacia atrás, apoyándose contra la pared.
-No sé qué decirte... la verdad, me lo esperaba -sonrió unos segundos el de brillantes ojos azules, Hina le miró fijamente.
-¿Te lo esperabas?
-Tu comportamiento lo dice todo -se encogió de hombros, Hina moviendo sus dedos nerviosamente sobre sus muslos.
-Lo lamento, te he tomado mucho cariño, Takemichi, pero como debes saber soy la Virtud de la Castidad, siento haberte mentido. Ya no quiero hacerlo más.
-No te preocupes Hina, es cierto que me mentiste, pero yo también -pronunció casi en un murmuro, sintiéndose una mala persona ahora que le tenía en frente.
-¿De que hablas? -dirigió la mirada a sus ojos, confusa.
-Yo lo supe desde el principio, sabía que te atraía, y me aproveché de eso -frunció el ceño, no queriendo verle a los ojos.
-¿Te aprovechaste?. ¿Qué dices?. No entiendo nada -parpadeó varias veces, él no había hecho nada malo hacia ella según recordaba.
-Lo siento mucho, Hina -suspiró, luego acercándose a ella sobre el sofá, agarrando su mano en el acto, la chica tensándose y sus mejillas adoptando un tono rojizo.
Los ojos rosa se abrieron de par en par cuando sintió los labios del menor moverse sobre los suyos mientras apretaba sus manos temblorosas. ¿Takemichi le estaba besando?. ¿La persona que amaba le estaba besando?.
Se sentía tan feliz...
Ingenua.
Cayó fácilmente, aceptando sin resistirse, condenándose ella misma, pero encantandole solo ese instante, sintiéndose en las nubes, pero de pronto todo volviendo a la realidad cuando sintió sus mejillas húmedas, abrió sus ojos.
Takemichi estaba llorando.
Cerraba sus lindos ojos azules con fuerza mientras no se apartaba de ella, y solo se sintió tan mal, queriendo salir de ahí, y huir muy lejos. Él ya amaba a alguien, lo sabía perfectamente. Pero entonces, ¿por qué hacía eso?. ¿Acaso...?
Oh, no.
Rápidamente se apartó de él, ambos observándose en silencio aún tan cerca, los dos en un ataque de pánico silencioso cuando vieron la sangre escurrir fuera de los labios de Hina, pero luego sobresaltándose al percatarse de la tercera presencia allí.
-¿Take...micchi?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro