➽XI
❝ʟᴀ ɢᴇɴᴛᴇ sɪᴇᴍᴘʀᴇ ᴛᴇ ʜᴀᴄᴇ ᴅᴀɴ̃ᴏ ᴀʟɢᴜɴᴀ ᴠᴇᴢ. ʟᴏ ɪᴍᴘᴏʀᴛᴀɴᴛᴇ ᴇs ǫᴜᴇ ᴛú sᴇᴘᴀs ǫᴜɪᴇɴ ʟᴏ ʜᴀᴄᴇ sɪɴ ǫᴜᴇʀᴇʀ ʏ ǫᴜɪᴇɴ ʟᴏ ʜᴀᴄᴇ sɪɴ ǫᴜᴇʀᴇʀᴛᴇ.❞
La voz de Baji le dejó completamente helado, mirándole de esa forma tan intensa como cuando estaba enojado, o tenía que decirle algo muy malo. ¿Qué pasaba ahora?, no había hecho nada malo, ¿verdad?, no los habían visto, ¿cierto?.
—¿Qué pasa? —Ryusei fue quien respondió por él, sin dejar de sostener su mano aún.
—No te metas, Sato —el pelinegro frunció el ceño en su dirección, Ryusei imitó su gesto, jalando a Chifuyu hacia él, haciendo distancia entre ellos.
—Sí me meto, lo que tenga que ver con Chifuyu también tiene que ver conmigo —gruñó al decir, Baji sintiéndose aún más molesto.
—Ryusei, no vamos a hacerle nada, solo queremos hablar con él —trató de relajarse, hablando más bajo, no quería terminar haciendo un escándalo.
—Claro, a ver qué mierda le meten en la cabeza. No soy estúpido —su voz era arisca, totalmente en desacuerdo con dejarles. Chifuyu solo los miraba.
—Ryusei, esto no puede seguir así, no podemos permitir que siga avanzando —les interrumpió Draken, y Chufuyu le miró confuso, ¿él también quería que se separasen?
—Draken, la verdad no sé por qué también piensas como Baji, o siquiera por qué estás metido en esto. De hecho, creo que aún deben aclararme algunas cosas, ¿no creen? —les miró sospechosamente, y ellos se tensaron en su lugar, Draken desvió la mirada, entonces el pelinegro suspiró, volviendo a alzar la voz sobre ellos.
—Eso no viene al caso, debes alejarte de Chifuyu, es por el bien de ambos. Ahora déjanos hablar con él.
—¡No voy a dejar que vaya con ustedes!, ¡¿qué parte no entienden?! —replicó, consiguiendo varias miradas de las personas a su alrededor, pero a él no le importaba en lo más mínimo, y a pesar de que ellos veían a un Ryusei totalmente molesto y caprichoso, Chifuyu solo podía ver que estaba asustado.
—No podemos hablar de esto aquí, vayamos a un lugar más privado.
—No, de aquí nadie se mueve —se cruzó de brazos, aún sosteniendo la mano de Chifuyu en la suya. Ellos compartieron miradas, sabían que estaban siendo demasiado cercanos ya.
—Dije, vayamos a un lugar más privado —ordenó Draken, dándose la vuelta y comenzando a caminar, Baji no tardó en seguirle, y la vena en la frente de Ryusei parecía que estaba a punto de explotar.
—Maldito...
Los cuatro se dirigieron al claustro con rapidez, Ryusei podía sentir las manos de Chifuyu temblar contra las suyas, pero él le tomó con más fuerza, el rubio dirigiendo su mirada preocupada hacia él cuando le sintió, Ryusei dedicándole una leve sonrisa que le calmó en solo unos segundos.
—Todo estará bien —le dijo, susurrante para que no los oyesen.
—¿Ellos saben que tú y yo...?
—No —negó con la cabeza—. De ser así ya habrían tomado medidas, no tendrían que llamar a cinco de las siete virtudes a una reunión. Aunque sí puede que se lo esperen. De hecho, no entiendo por qué tienen tanto cuidado contigo, es decir, está bien que se preocupasen si ellos supieran que tenemos una relación, pero no desde que nos conocimos —Ryusei dejó de hablar cuando sintió la gélida mirada de Draken sobre ambos, estando a la suficiente distancia como para que no los oyesen.
—Baji-san sabe lo que eres, ¿no?
—Es lo más probable, no sé cuál es su función aquí en realidad, pero tiene autoridad sobre nosotros. Todos los altos mandos aquí lo saben —le miró unos segundos, luego volviendo a desviar su mirada hacia el frente.
—¿Draken también? —su voz se inundó de curiosidad, Draken y él llevaban mucho tiempo juntos, eran como hermanos y mucho más que eso, no se esperaba ese comportamiento igual que el de Baji.
—Eso es lo que me resulta extraño, parece saberlo, pero no entiendo por qué se lo dirían a un don nadie como él —el rubio hizo una mueca al escuchar llamarle así, pero lo ignoró, concentrándose en otra duda que cruzó su mente.
—¿Por qué deberían preocuparse si tenemos una relación?, dejando de lado que está prohibido aquí y que eres un semidemonio. Es decir, en el tiempo que he estado aquí he visto que varios han sido expulsados o reprendidos, pero nada tan serio. ¿Es por el hecho de tu naturaleza?, ¿qué es lo que pasa si seguimos juntos que les preocupa tanto?
—Eso te lo iba a explicar en la noche —rió unos segundos, y antes de que pudiesen continuar su plática, ya habían llegado.
Baji atravesó las puertas, Draken se quedó fuera viendo fijamente hacia los ojos de Chifuyu, luego solo entró, claramente indicándole que pasase, solo él.
Chifuyu estuvo a punto de hacerlo, pero fue detenido por la mano de Ryusei sujetando su muñeca, se volteó entonces, percibiendo su expresión preocupada.
—No vayas —pronunció, no queriendo soltarle, y a Chifuyu le dolió verle de esa forma, se acercó a él, uniendo sus labios en los suyos unos segundos, suavemente.
—Estaré bien —le sonrió, tratando de tranquilizarle, consiguiendo una mirada más preocupada aún, y una caricia en su mejilla.
—Pueden decirte cosas que no son ciertas para alejarte de mí, Chifuyu, por favor... —suplicó, con la voz temblorosa, el rubio volvió a sonreírle, ahora siendo él quien acariciaba su rostro.
—No te preocupes, te lo diré todo cuando salga, ¿está bien?, confía en mí —juntó sus frentes, ambos suspirando allí, y aunque debieron preocuparse porque alguien los viese, no lo hicieron, teniendo la suerte de estar en un lugar poco transitado.
—Está bien —se separaron, Chifuyu asintió con la cabeza, abrazándole antes de moverse dentro del claustro.
Las puertas se cerraron, Ryusei dió un paso al frente, queriendo ir también, pero solo pudiendo apretar los puños y golpear la pared con poca fuerza, en una expresión de desaprobación.
No era bueno.
—Hasta que al fin te dejó entrar —la voz de Baji le hizo fruncir el ceño levemente, encogiéndose de hombros hasta llegar a ellos.
—¿Qué es lo que tienen que decirme? —se apresuró a interrogar, Draken y Baji sentándose en la alargada mesa de madera oscura.
—Toma asiento —le ordenó el rubio de ojos negros, él le mantuvo la mirada unos segundos, luego suspiró e hizo lo que él decía.
—Debes-
—Si van a decirme que me aleje de Ryusei, no voy a hacerlo —enfrentó la mirada del pelinegro firmemente, este suspiró frustrado al escucharle, recostándose en su silla.
—¿Desde cuándo eres tan seguro de ti mismo? —le dijo sosamente, observando el techo, haciendo rizos con sus largos mechones negros entre sus dedos.
—Debería ofenderme —frunció el ceño en su dirección, Draken entonces se dispuso a interrumpir una posible pelea.
—Sé que has escuchado esto ya varias veces, y que quizás estés cansado de escucharlo, pero no puedes llegar a más con Ryusei, es muy peligroso. Chifuyu, no es por ser molestos, ¿crees que esto nos gusta?, solo queremos tu bien —mencionó hacia él, Chifuyu le miró fijamente unos instantes, luego tragando con dificultad para hablar, mentiría si decía que no estaba nervioso.
—Él ya me advirtió varias veces, sé que puedo ser expulsado del convento, que puedo pecar, pero yo... —miró hacia sus manos debajo de la mesa, no mencionaría o haría referencia a la naturaleza de Ryusei, no sabía qué pasaría si ellos lo supiesen, o si a Ryusei le parecería bien, así que era mejor evitar problemas por hablar demás.
—Sabemos perfectamente las intenciones de Ryusei contigo, y tus sentimientos hacia él, hay que ser un tonto para no darse cuenta del como se miran —aclaró el de ojos oscuros, y tal vez no era por ser tonto, sino por la experiencia.
—Pero a pesar de todo, no vas a ser expulsado del convento —los ojos verdes de Chifuyu se dirigieron sorprendidos hacia el rostro del que se había mantenido en silencio, no entendiendo por qué decía eso, su expresión desentendida claramente demostrándoselo—. No podemos hacerlo. Hay cosas... que no debes saber, y con Ryusei a tu lado seguramente las sabrás pronto, si no es que ya lo sabes y solo estás actuando —Chifuyu se tensó en su lugar, sintiendo su corazón latir con fuerza ante la penetrante mirada de Baji, sintiendo como si con ella pudiese ver todo a través de él—. Por otro lado, Ryusei puede llevarte al que sería el peor pecado en tu situación, y no querrás saber qué pasará después de eso.
—¿El peor pecado?
—Lujuria —continuó Draken, ahora ambos dirigiendo sus miradas hacia él—. Si caes en lo profundo de la lujuria, será tu final.
—Díganle de una vez por todas, confundirán más al pobre chico —la voz juguetona se alzó sobre ellos, haciendo eco en la habitación. Los tres dirigieron sus miradas sorprendidas hasta chocar con los orbes azules, allí estaba, sentada en una de las tantas sillas alejadas de la mesa, dónde solían sentarse los monjes al recibir las instrucciones de las tareas que les encomendaban sus superiores. La de cabellos blanquecinos se levantó, abriéndose paso hacia ellos.
—¡S-Senju! —pronunciaron a la vez, y ahí estaba Chifuyu otra vez, sin entender absolutamente nada, solo existiendo.
—Hola —saludó sonriente, de pronto inclinándose sobre la mesa, doblándose hasta apoyarse completamente sobre ella, observando a Chifuyu demasiado cerca de su rostro, este enrojeciendo al instante bajo su mirada oceánica clavada en sus orbes verdes.
—Arderás en el infierno si te acuestas con Ryusei —le sonrió de manera simpática, solo consiguiendo las bocas abiertas de Draken y Baji, y la mirada asustada y sorprendida de Chifuyu.
—¿E-eh? —musitó, su voz temblando al decir.
—Ya sabes, si tienen sexo.
—¡Senju! —Draken puso los ojos en blanco, siempre le regañaba ante su lenguaje vulgar, y ella no hacía más que rodar los ojos para corregirse.
—Si entregas tu cuerpo a él, algo muy malo pasará. Ryusei no es alguien normal, de eso creo que ya te has percatado.
—Senju —Draken pronunció su nombre otra vez, ahora siendo en tono de advertencia, ella sonrió relajadamente hacia él—. No hables demás.
—Tengo permiso.
—¿De qué hablas?
—Ellos le hablaron a Él de la reunión, está de acuerdo con que liberemos algunas informaciones, si no, será imposible convencerlo —le dijo, Baji y Draken se miraron confusos entre ellos, luego Senju volvió su atención a Chifuyu—. Se sincero conmigo, ¿qué sabes de la vida de Ryusei?
Chifuyu estuvo varios segundos en silencio, ¿debía decirle?, pero podría traer problemas.
—¿Qué hay en la vida de Ryusei tan importante?, hasta donde sé es alguien extraño pero lleva una vida normal —se cruzó de brazos, escuchando la risita de Senju ante su respuesta.
—Eres alguien precavido, ¿andas mucho con Draken?, me agradas —se apartó de él, Chifuyu permaneciendo con una expresión neutral—. Sal, habla con Ryusei, luego vuelve a entrar cuando aclaren las cosas.
Chifuyu frunció el ceño al percatarse del como ella daba por hecho que él sabía todo, parecía muy segura de sí misma, tan relajada. Él suspiró, intentando poner sus ideas en orden.
—No tengo nada que aclarar. Sé qué es Ryusei, ya lo dije, ¿feliz? —pudo ver la sonrisa de la chica ampliarse, luego acercándose a su lugar otra vez.
—Sí. Ahora es mucho más fácil —antes de que pudiese seguir, se vió interrumpida por la voz sorprendida de Baji, quien incluso se levantó de su asiento para hablar.
—Aún sabiendo lo que era, ¡¿seguiste con él?! —sus ojos estaban más abiertos de lo normal, totalmente confuso, Chifuyu se encogió de hombros, y él se sintió aún peor.
Chifuyu no solía ignorar su opinión, Ryusei le había cambiado totalmente.
—Ustedes están juntos, se quieren, es normal querer entregarse al otro. Pero no pueden, serás condenado y él también.
Realmente esa chica comenzaba a ser molesta para él, parecía saberlo todo solo con mirarle a los ojos, dando las cosas por hechas aún sin decirlas. Era bastante lista.
Entonces lo recordó, las palabras que Ryusei le dijo antes de entrar:
❝Pueden decirte cosas que no son ciertas para alejarte de mí, Chifuyu, por favor...❞
—¿De qué forma sería condenado?, ¿por qué debería creerles?, ustedes quieren que me aleje de él, podrían inventarse cualquier cosa —apoyó su barbilla en su mano, y realmente Baji nunca pensó verle con esa actitud tan firme, él solía estar nervioso con solo verle a la distancia, ahora le estaba perdiendo.
—No gano nada engañándote, al final lo sabrías todo, Ryusei es testarudo. Como él es hijo de un demonio, está muy ligado al infierno, todos les hemos estado vigilando, tratando de llevarle por el buen camino, si siguen juntos, pecará, e irá directamente al infierno, sería inimaginable lo que podría ocurrir, también a ti —le dijo seriamente, de pronto sonriendo otra vez, girándose hacia la ventana a unos metros de ellos—. Pero bueno, eso es solo tu desición, ya sabes que hacer si no quieres que termine muerto o quemándose por la eternidad.
Chifuyu sintió un nudo formarse en su garganta. ¿Ryusei moriría por se culpa?, ¿incluso él podría terminar mal?. No quería hacerle daño, no podría soportar ni siquiera verle llorar. Se imaginó toda clase de cosas horribles, en solo segundos varias lágrimas se acumularon en sus ojos, haciéndoles cristalizarse.
Baji no pudo evitar sentirse mal, observó a Senju con el ceño fruncido, ella se encogió de hombros. Draken soltó un sonoro suspiro, seguido de los pasos de Baji acercarse a Chifuyu por detrás.
—Chifuyu, sabemos que es difícil, pero es lo que hay —la voz baja de Draken no hizo más que ponerle peor, ahora el menor sosteniendo su rostro entre sus manos entre suspiros.
Baji estuvo a punto de dejar sus manos sobre sus hombros, porque le dolía demasiado verle así, pero Chifuyu le dió un manotazo, levantándose y moviéndose fuera.
—Creo que funcionó —pronunció inocentemente la de orbes azules, y Baji se volteó hacia ella, totalmente molesto.
—¿Por qué le mentiste? —le dedicó una mirada fulminante, y ella sonrió nerviosamente, no era fácil mantenerse firme bajo la mirada de tal personalidad.
—¿Los cielos te lo ordenaron? —interrogó el ojinegro, ahora siendo el único aún sentado en el lugar.
—Así es, así que Baji, no me mires de ese modo, sabes que esta no es mi forma de actuar. No es justo para ellos.
—Claro que no es justo, no es justo para Chifuyu, ¡eres justicia!, ¿por qué aceptaste? —le dijo, frustrado en realidad, no quería hacer sentir mal a Chifuyu, solo quería su bien, pero al parecer las personas a su lado no tenían esas intenciones.
—Waka lo propuso, si no lo decía, Él hubiese terminado llevándose a Ryusei a otro convento.
—¿Qué?, si lo sacan de aquí sería un grave error, no quiere separarse de Chifuyu, no sabemos qué podría hacer —le advirtió el que mejor usaba la razón en esa sala, Baji soltó un largo suspiró mientras Senju asentía.
—Tampoco sabemos qué podría desencadenar eso en Chifuyu, recuerda que él viene de esas dos razas puras, tal vez sería un problema más grande que el de Ryusei.
—Esto se está yendo a la mierda —comentó el de largas hebras como la noche, cerrando sus ojos mientras trataba de calmarse.
—¿Por qué dices eso?
—Se suponía que Chifuyu no debía saber nada, ni de Ryusei, ni de las virtudes, ni de Dios, ni de mí o Draken. Vamos a terminar cometiendo el mismo error que con Ryusei. Hemos estado enseñándole a Chifuyu desde pequeño lo bueno y lo malo, estábamos a punto de hacerle como Isabela, pero ahora con Ryusei en el medio de todo esto es un lío enorme.
—Eso lo sabemos, ¿cómo crees que están allá arriba?, todos rumorean que esto va a terminar muy mal —le respondió Senju, ahora ella sentándose sobre el marco de la ventana, sacando sus piernas hasta dejarlas colgando del otro lado.
—Por cierto, hay algo peor —ambos voltearon a ver a Draken, este manteniéndose en silencio unos segundos antes de decir—. Rindou estuvo ayer aquí.
—¿Qué? —los dos se paralizaron en su lugar, compartiendo miradas más que sorprendidas.
—Tch, ese maldito de Kazutora —frunció el ceño el pelinegro, no trayéndole muy buen presentimiento aquella noticia.
—El tiempo vuela. Draken, necesito que me acompañes a la reunión que habrá entre todos nosotros. Debes plantear ese problema, terminas de contármelo de camino —Senju no parecía tan contenta como antes, ahora de pronto aquellas extremidades enormes saliendo de su espalda, las hermosas plumas blancas brillando ante la luz de los elegantes candelabros sobre sus cabezas.
—Está bien. Baji, no pierdas de vista a esos dos, cuando vuelva no quiero ver muchos destrosos eh —le miró, sabiendo que era muy sensible cuando se trataba de aquel rubio de ojos verdes.
Baji bajó la mirada al suelo, luego Draken dejando ver sus alas de aquel color puro, siendo estas un poco más grandes que las de Senju. Pronto ya no estaban allí, y el de orbes chocolate golpeó la mesa bajo sus puños, luego frotando el punto medio de sus cejas.
—¿Hasta dónde más llegará esto?...
Por otro lado, cuando Chifuyu cerró las puertas detrás de él, lo primero que vió fue a Ryusei sentado en el suelo al otro lado del pasillo, este enseguida que sintió sus pasos alzó la mirada, levantándose en solo segundos, viéndole preocupado al percibir las lágrimas en sus ojos.
—¿Chifuyu?, ¿estás bien? —pronunció, entonces de repente estando rodeado por los brazos del menor, le abrazó también, su boca cerrándose con fuerza ante la rabia.
Le habían hecho llorar, y las pagarían.
—¿Por qué no lo dijiste antes?, no quiero hacerte daño, no quiero, Ryusei, no lo soportaría, si mueres yo- —Ryusei no tardó en unir sus frentes, sosteniendo su rostro entre sus manos, haciéndole guardar silencio.
—Oye, tranquilo, no me va a pasar nada, ¿qué te dijeron?
—¡Suéltame! —cambió de parecer repentinamente, se apartó de él cuando volvió a pensarlo todo, si estaban cerca él querría seguir con él de todas formas, lo conocía lo suficiente ya, y no quería hacerle mal, no quería que por su amor terminase muriendo.
—¿Qué haces? —le miró confundido, sus cejas curvadas hacia arriba en una expresión entristecida, viendo aquellas lágrimas cristalinas deslizarse por sus mejillas rojas—. ¿Chifuyu?
—¡Me mentiste! —exclamó cerrando sus ojos con fuerza, y Ryusei no entendía nada de lo que decía.
—¿De qué hablas? —intentó acercarse, pero el ojiverde retrocedió al mismo tiempo.
—No puedo creer que si lo sabías seguiste estando conmigo cuando sabes lo mucho que te quiero, ¡moriría si te pasa algo, Ryusei! —frunció el ceño en su dirección, sus ojos brillando en frustración y desespero.
—¡No entendiendo de qué hablas, Matsuno! —le devolvió en el mismo tono, y Chifuyu tragó con dificultad, dándose la vuelta.
—Incluso sabiendo que me harías daño también... —susurró, luego dirigiéndole una fugaz mirada inundada en lágrimas, entonces solo moviéndose lejos de ahí, y Ryusei no pudo sentir más dolor con cada paso lejos que daba.
—¡Chifuyu, vuelve aquí! —le gritó desde su lugar, y aunque quería seguirle, algo le impedía moverse, y él sabía perfectamente lo que era, más bien, quién era—. ¡Maldito Baji, suéltame! —reclamó, sintiendo sus brazos ser sostenidos por él, no dejándole caminar, y ya no entendía tampoco cómo era que Baji podía retenerle aún cuando estaba usando su mayor fuerza.
—Ryusei...
—¡Que me sueltes he dicho!. ¡Chifuyu! —las lágrimas cristalizaron sus ojos oscuros, siendo solo un remolino de ira y emociones negativas, solo queriendo volver a tenerle con él, no verle marcharse—. Chifuyu... —rompió en llanto al decir, su voz quebrándose, ya no ejerciendo fuerza sobre Baji, por lo que este aflojó su agarre también, viéndole caer lentamente al suelo.
—Lo siento... —no era nada fácil para él verles sufrir por sus acciones y las de sus hermanos, era todo un dolor de cabeza.
Sintió la tela de su túnica negra ser arrugada entre las manos de Ryusei, este viendo hacia el suelo mientras sobre este caían las gotas saladas y gruesas que salían de sus ojos.
—Voy a matarlos, malditos idiotas —gruñó con rabia, suspiros saliendo de su boca al hablar, y Baji tuvo que tragar con dificultad para mantenerse firme.
Eso era injusto.
Pero eran las órdenes.
Y debían seguirlas.
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