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➽III

❝Dᴇsᴅᴇ ǫᴜᴇ ᴇɴᴄᴏɴᴛʀé ᴛᴜs ʟᴀʙɪᴏs, ᴄᴏᴍᴏ ᴜɴᴀ ᴍᴀʀɪᴘᴏsᴀ ᴀʟ ᴅᴇsᴄᴜʙʀɪʀ sᴜ ᴍɪᴇʟ, ɴᴇᴄᴇsɪᴛᴏ ᴛᴜ ʙᴏᴄᴀ ᴘᴀʀᴀ ᴇᴍʙʀɪᴀɢᴀʀ ᴍɪs ɴᴏᴄʜᴇs, ʏ ᴛᴜs ᴍᴀɴᴏs sᴇᴅɪᴇɴᴛᴀs ǫᴜᴇ ᴀʟɪᴍᴇɴᴛᴀɴ ᴍɪ ᴘɪᴇʟ.❞

Al día siguiente, Chifuyu se levantó temprano, como siempre a las 5:30 a.m. Fue al baño unos minutos, y tras volver a su habitación, se colocó en su cuerpo aquella túnica negra, saliendo del lugar entonces, caminando hacia la cocina para desayunar.

Normalmente iba ahí en vez de el refectorio*, prefería en las mañanas no estar rodeado de personas, porque si no se agobiaba. Pasó al lugar y fue recibido por una chica de cabellos rubios y ojos miel, quien le miró con una gran sonrisa, entregándole su desayuno ya preparado.

—Emma, muchas gracias —sonrió también, ella asintiendo en respuesta, silenciosa, luego saliendo de allí, dejándole aparentemente solo.

Se sentó en la mesa de madera, tratando de no hacer mucho ruido, ya que en las mañanas prefería el silencio, si no el resto del día estaría muy irritable.

—¡Fuyu! —el grito resonó como una campana gigantesca contra su oído, frunció el ceño al escucharle, tapando sus oídos, pero ya siendo demasiado tarde, el daño estaba hecho.

Empezamos bien.

Pensó con sarcasmo.

—Ryusei, ¿por qué grita? —le susurró, suspirando para intentar calmarse y no gritarle con tantas ganas como tenía, él no era un falta de respeto.

—¿Mhh?, ¿qué dijiste?, no puedo escucharte —le tomó por los hombros, acercándose a su rostro desde atrás, intentando escucharle.

—Dije: ¿por qué grita? —repitió en el mismo tono, de pronto un escalofrío recorriendo su cuello al sentir el aliento del ojinegro en esa zona.

—Oh, no lo sé, aquí siempre hay mucho silencio, ¡yo prefiero algo más divertido! —exclamó, apartándose de él mientras extendía sus brazos, sonriendo alegremente, con mucha energía, demasiada para el gusto del de ojos verdes.

—Los conventos no son para divertirse —le dijo, sosteniendo en su mano la manzana roja que tomó de su plato, levantándose y dejando este en otro lado, junto a los demás que estaban sucios, entonces girándose para verle—. ¿Siquiera le han dado alguna tarea a cumplir?

—No —alzó su mano derecha, enseñando su vendaje, Chifuyu entendiendo a lo que se refería.

—Entonces cuando esté bien... —asintió—. Ya veo —bajó la mirada, jugando con sus dedos detrás—. Por cierto, ¿cómo está su muñeca? —levantó la mirada, viendo cómo le sonreía relajadamente.

—Aún me duele cuando la muevo —respondió, sobreactuando su tono adolorido, y aunque Chifuyu se dió cuenta de esto, no se rió o hizo alguna mueca burlona, simplemente le miró preocupado, acercándose con rapidez, tomando su extremidad entre sus manos, frotando sus dedos suavemente sobre sus vendas.

—¿Cambió su vendaje ya? —le dijo, muy concentrado en lo que hacía, y Ryusei no pudo evitar sonrojarse levemente ante su comportamiento, él nunca recibía ese tipo de atenciones, normalmente le evitaban por su naturaleza, así que ahora de repente se sintió muy cálido bajo el toque de Chifuyu.

—N-no —murmuró, Chifuyu alzando la mirada al no escucharle bien.

—¿Qué?

—No las he cambiado... —dijo, solo un poco más alto que antes, pero aún en un bajo tono, desviando la mirada, y Chifuyu sintió sus mejillas arder al ver esa tierna expresión en su rostro.

—¿Quiere que se las cambie? —le sonrió amablemente, siempre era de ese modo, bondadoso y preocupado por los demás.

Ryusei asintió levemente, entonces ambos saliendo de allí hacia la enfermería, por suerte era demasiado temprano y no había nadie allí, así que hicieron como la última vez, Ryu se sentó en la camilla y Chifuyu buscó las cosas necesarias.

Le quitó su vendaje con cuidado de no moverle y hacerle sentir mal, luego pasó varios paños húmedos por la zona para quitar lo que quedaba de la crema, y puso esa sustancia otra vez, luego colocando los vendajes nuevos.

—Ya está —sonrió satisfecho de su trabajo, alzando su mirada, pero de pronto encontrándole dormido, era muy temprano para que estuviese cansado, creyó que solo era muy vago, así que suspiró y le sarandeó por los hombros—. Ryusei, despierte —le dijo suavemente, para evitar que se asustase como la otra vez, había sido demasiado brusco en ese entonces.

—Ah, ¿me dormí? —talló sus ojos, luego viéndole algo aturdido.

—Usted siempre se queda dormido, sin embargo, es muy temprano, ¿no durmió bien?, ¿su habitación es incómoda?, podemos pedir que se la cambien —le dijo, un tono de preocupación inundando su voz, reflejándose en su expresión claramente. Ryu negó con la cabeza, sonriéndole al ver su adorable forma de ser.

—Yo casi no duermo en las noches, no te preocupes por eso, es normal en mí —se acercó más a él, viéndole desde arriba por la altura de la camilla en la que estaba sentado, Chifuyu tensándose al verle cerca de su rostro, pero incapaz de moverse, pues las piernas de Ryu le mantenían allí—. Por eso siempre tengo sueño en el día, además, de alguna forma logras hacerme sentir relajado y pacífico, así que me duermo con más facilidad cuando estás conmigo —le sonrió un poco, de pronto sus frentes estando juntas, Chifuyu sentía su corazón latir con una fuerza salvaje, podía sentir el cálido aliento de Ryu sobre sus labios, también el calor de sus mejillas contra las suyas, ni siquiera pudiendo mirarle, pues había cerrado sus ojos negros.

Estuvieron unos segundos así, hasta que Ryu decidió apartarse, Chifuyu saliendo de su bloqueo mental, no dejándole alejarse más de dos centímetros cuando le detuvo, sosteniendo la manga de su túnica particularmente blanca. Ryusei le miró con sorpresa, ahora era Chifuyu quien le jalaba hacia él, con un rubor en el rostro que le pareció muy lindo al mayor, susurrando ahí tan cerca.

—Quedémonos así, solo un poco más... —murmuró, casi no queriendo decirlo, Ryusei parpadeó varias veces, viendo cómo Chifuyu evadía su mirada, fijando la suya en sus muslos al ser lo único que estaba debajo. Al final accedió, juntando sus frentes otra vez, respirando suavemente, ambos en silencio, solo disfrutando ese instante, que no duró mucho cuando sintieron alguien acercarse, entonces ambos separándose para salir de allí.

Ryusei rió divertido cuando estuvieron alejándose, Chifuyu solo preocupado por haber escapado sin que les viesen, pues eso significaba que estuvieron haciendo algo malo, ¿eso fue malo?, no dañaba a nadie, ¿verdad?, estuvo bien, ¿no?.

—D-debo ir a la escuela, las niñas ya deben de estar esperándome —le dijo, jugando nerviosamente con sus dedos, Ryusei le miró curioso.

—¿A la escuela? —le miró, inclinando su cabeza hacia un lado, de pronto sonriendo emocionado ante la idea que había cruzado su mente—. ¿Puedo ir contigo?

—No me molestaría llevarte —se encogió de hombros—. Pero no puedo hacerlo sin permiso, y no quiero molestar ahora —le miró, viendo su expresión desanimada—. Podemos hablar más tarde —le sonrió—, el convento es grande, no te aburrirás.

—Ugh, yo quería quedarme con Chifuyu —se cruzó de brazos, hablando en un tono infantil que le hizo reír levemente, acercándose para luego revolver su cabello, teniendo que pararse de puntitas ante la diferencia de altura.

—Está bien, nos vemos después, Ryu —le sonrió divertido, comenzando a alejarse, Ryusei frunció el ceño molesto, quería ir con él.

No.

Iría con él.

—Chifuyu, ¿hoy vendrá con nosotros? —una pequeña de cabellos color lila le hablaba al de ojos verdes, sosteniendo varios libros en sus manos.

—Así es, solo no estuve con ustedes ayer porque me encomendaron otra tarea, pero a partir de hoy estaré aquí de nuevo —le sonrió, revolviendo sus cabellos, la menor imitó su expresión, más alegre aún—. Ve con las demás, en cinco minutos comenzarán su primera clase —le apresuró, la menor asintiendo, saliendo de allí, dejándole solo en aquel salón, entonces él suspirando, sentándose en el escritorio junto a la ventana, pero al final decidió levantarse, parándose junto a esta para mirar hacia abajo, viendo la fuente de hermosas esculturas de angeles blancos a su alrededor, haciendo ver el agua mucho más cristalina.

Y de pronto, ahí estaba, rozando su nariz otra vez, ahora de cabeza, colgando hacia abajo, con una sonrisa que se expandió más en sus labios al ver la expresión de vergüenza e impresión en el rostro del más pálido.

—¡R-Ryusei!, ¡v-va a caerse! —le dijo, de pronto muy preocupado, pero frenándose sin tocarle, temiendo que se cayese.

—Tranquilo~ —le dijo, y los ojos de Chifuyu se abrieron en sorpresa al ver cómo todo su cuerpo giraba en el aire, sin sostenerse de nada, levitando unos instantes para luego sentarse sobre el marco de la ventana blanca, haciendo a un lado el cristal ya abierto para acomodarse mejor, sonriéndole, Chifuyu de pronto solo estando asustado.

—T-Tú... ¿c-cómo...? —tartamudeó al hablar, retrocediendo varios pasos tambaleantes.

—¿Uh, pasó algo? —inclinó su cabeza hacia la derecha, haciendo que su arete alargado se balancease de un lado a otro.

—¡A-acaba de levitar! —se apresuró a decir, no creyendo lo que él mismo decía.

—¿Levitar?, Chifuyu, ¿acaso no desayunaste bien?. Ah, cierto, solo te comiste la manzana —bajó de allí, caminando tranquilamente hacia él, Chifuyu retrodeciendo cuanto más avanzaba.

—¡N-no estoy ciego, ni loco! —negó varias veces, nervioso ante lo que había visto—. ¿Cómo lo hizo? —bajó el tono de su voz al darse cuenta de que estaba hablando demasiado alto.

—No hice nada, simplemente me sostuve del la parte superior del marco y me dejé caer —rió, causándole tanta risa verle así—. No tiene sentido lo que dices —murmuró, estando demasiado cerca de su rostro ahora, acorralándole contra la pared.

—¿D-de verdad? —tragó con dificultad, obteniendo un asentimiento de cabeza, entonces respirando más tranquilo, solo había sido su imaginación.

—¿No vas a regañarme? —sonrió burlón, y Chifuyu puso los ojos en blanco, empujándole con poca fuerza lejos de él.

—¡C-claro que sí!, ¿qué hace aquí?, recuerdo haberle dicho que no podía venir.

—Una cosa es poder, otra es deber —se sentó despacio sobre la silla del escritorio en el que solía estar Chifuyu, entonces usando sus brazos como almohadas para su barbilla, viendo divertido la expresión de molestia de Chifuyu frente a él—. No debía, pero si podía venir, pues aquí estoy, eso lo prueba —cerró sus ojos al sonreír más, y Chifuyu pensó que realmente era molesto cuando jugaba con sus palabras en explicaciones lógicas.

—Las niñas vienen aquí en el tiempo entre las clases, no puede estar aquí para entonces, podría verle alguna de las profesoras —se cruzó de brazos, Ryusei mirándole juguetón.

—¿No puedo?

—No debe —rodó los ojos, escuchando la risita de su contrario.

—¿Y quién dijo que me verán? —se levantó, tomando su mano, Chifuyu temblando unos segundos antes su toque, luego Ryusei haciéndole sentarse en la silla donde él había estado.

Chifuyu le miró sin entender cuando se agachó debajo de la mesa, arrodillándose allí, y luego un gemido de sorpresa salió de sus labios al sentir como sus manos sostuvieron sus muslos, sonrojándose al instante sin entender tampoco las reacciones de su cuerpo.

—Listo, cuando vengan no van a verme si me quedo aquí, solo debes evitar que se acerquen demasiado —sonrió, y al no escuchar una respuesta viéndole curioso, entonces sintiéndole temblar bajo sus manos, entendiendo todo, una sonrisa maliciosa expandiéndose en sus labios, luego disimulando con una expresión inocente, haciendo más fuerte su agarre—. ¿Pasa algo?, pareces muy nervioso —le dijo, disfrutando el como se tensaba, él negando con la cabeza, y cuando estuvo a punto de hablar, interrumpiéndole—. Estás muy rojo, ¿tendrás fiebre?

Se inclinó más cerca de él, liberando una de sus manos para ponerla sobre su frente, pegando la suya allí entonces, comparando ambas temperaturas, Chifuyu solo sintiéndose peor, pues ahora poyaba el peso sobre su mano en su muslo, y él comenzaba sentir demasiado calor, ni siquiera puediendo hablar.

—Tu temperatura es normal, ¿te sientes bien? —la risita se escapó de sus labios, y Chifuyu frrunció el ceño molesto, sabiendo que él entendía perfectamente.

—S-sabes como me siento—le habló con dificultad, poniendo una mano sobre su propia boca para mantenerle lejos de su rostro, Ryusei sonriendo divertido.

—¿Es por esto? —presionó más allí, y otro gemido escapó de los labios del menor, haciéndole enrojecer aún más, sus ojos ardiendo debido a esto, cristalizándose de lágrimas, siempre siendo tan sensible—. Creo que eso es un sí~ —se le acercó, y Chifuyu sintió su mundo derrumbarse cuando sintió sus labios moverse sobre los suyos, sus ojos abriéndose de par en par, no entendiendo por qué hacía eso, las monjas le hablaron de eso una sola vez, que sucedía cuando un hombre y una mujer se aman mucho, pero que no debía hacerlo si se querían como hermanos.

¿Eso significaba que Ryusei le amaba mucho también?, pero él no era una chica, desde luego que no, y eso no estaba permitido, ¿entonces por qué?

Él era muy ingenuo, intentó apartarse nerviosamente, pero solo consiguió que los dientes de Ryusei se clavasen con poca fuerza sobre su labio inferior, haciéndole quejarse en voz baja, y aprovechando que abrió su boca, el de ojos negros introdujo su lengua en su cavidad bucal, acomodándose mejor entre sus piernas, ahora colocando su rodilla allí para tener mayor control sobre él, estando más alto entonces, haciéndole elevar su rostro al tenerle entre sus manos, Chifuyu cerrando sus ojos con fuerza, aferrándose a los lados de la silla.

No sabía realmente qué hacer, pero algo si sabía, se sentía bien, y le gustaba.

La boca de Ryusei siendo tan dulce como lo era la suya para el contrario, sus labios suaves y ágiles sobre su boca. Pronto el de cabellos blanquecinos teniendo que apartarse para tomar aire, solo unos centímetros, pero aún así logrando ver el rostro enrojecido del menor, y sus ojos entrecerrados, brillantes debido a las pocas lágrimas que se deslizaban hasta tocar casi con sus orejas, debido a lo inclinado que estaba hacia arriba.

Él sonrió burlón, ciertamente había esperado que le apartase y le gritase, pero no estaba enfadado, solo respirando agitado con vergüenza, perdido en sus ojos.

—¿Te gusta? —susurró en su oído, luego alejándose para verle, pasaron unos segundos en silencio en los que Chifuyu no sabía si responder, pero al final siendo tan sincero como siempre, asintiendo lentamente entre sus manos aún, y a Ryusei le pareció realmente adorable—. Solo tienes que imitarme entonces —le susurró cerca de sus labios, en un tono seductor que logró derretirle más de lo que estaba ya, para alguien como él que nunca había tenido una experiencia así, siendo demasiado.

Se le acercó otra vez, Chifuyu intentando seguir sus movimientos ahora que le dijo lo que debía hacer. Ryusei se aseguró de besarle lentamente, para que no se sintiese presionado, lo tomó con calma, y se separaron varias veces para respirar, sin embargo, no se detuvieron, besándose otra vez, y adoró todas las expresiones de Chifuyu, siendo demasiado tierno, de pronto pensando que era demasiado, un ángel tan lleno de luz, hermoso y puro, uno que él no querría corromper, contradiciendo los pensamientos de la primera vez que lo vió.

Se separó con delicadeza, sorprendiéndose de sí mismo al hacerlo, la forma en la que le tocaba, no era la misma que con las demás personas, como si fuese un cristal que con el más mínimo descuido se fuese a romper.

Chifuyu le miró jadeante, él le sonrió suavemente, acariciando su rostro entre sus manos, entonces juntando sus frentes, suspirando su aroma allí.

De repente escucharon toques en la puerta, Ryusei fue el primero en reaccionar, apartándose de sobre él, Chifuyu levantándose para abrir.

—¡Ya terminamos la primera clase! —le sonrió una pequeña, bastante parecida a la última con la que habló, él se hizo a un lado, permitiéndole pasar, a ella y a las demás que se encontraban detrás.

—¿Qué tal estuvo? —les preguntó sonriendo levemente, aún intentando regular su respiración, de pronto algo haciendo "click" en su cabeza, rápidamente volteándose asustado, pero suspiró tranquilo cuando no pudo ver a Ryusei desde su posición.

—Estuvo bien, aunque algo aburrido —hizo un leve puchero la menor, acercándose a su mesa mientras cambiaba los libros por los otros de la siguiente clase.

—A ti siempre te parecen aburridas las clases, Luna, ¿acaso no te gustan las enseñanzas de Dios? —sobreactuó su voz sorprendida, la menor alterándose de repente al tener todas las miradas sobre ella.

—¡C-claro que me gustan!, ¡no diga tal cosa, Chifuyu! —le dijo, comenzando a caminar fuera del salón, despidiéndose junto a las demás, pronto perdiéndoles de vista, cerrando la puerta detras de él, recargando su espalda en esta.

Su corazón latió con fuerza otra vez, acercándose a su escritorio, sentándose en la silla nuevamente, entonces una leve risita saliendo de sus labios, viéndole totalmente dormido.

Apartó la silla, asegurándose de no hacer ruido, luego sentándose en el suelo, tomando entre sus manos su cabeza y colocándola sobre su regazo, acariciando su cabello cuando ya todo estuvo sin movimiento.

Y de repente asustándose al darse cuenta de lo que habían hecho, ¿estaba bien?, se volvió a preguntar, entonces llegando a la misma conclusión, no le hacía daño a nadie, no tenía por qué ser malo.

Entonces, ¿por qué mantenerlo en secreto?, bueno, eso sí debía hacerlo, no se lo diría a nadie, porque no estaba permitido hacer eso allí, menos entre dos chicos, y aunque no pareciese malo, por algo lo prohibían, y no quería problemas, ni traérselos a Ryusei.

Estuvieron así por una hora más, luego teniendo que despertarle cuando las niñas volvieron, él solo acomodándose más oculto, volviéndose a dormir.

Así transcurrió la mañana, para la hora del almuerzo ambos estaban conversando de cualquier tontería, y como siempre, Chifuyu fue a por su comida solo, pues al parecer Ryusei no tenía hambre, y auque le dijo que debía comer, él se negó a ir.

Almorzó rápido, teniendo ganas de estar junto a él otra vez, y cuando regresó, el chico estaba sentado en el marco de la ventana, le saludó divertido desde su lugar, y Chifuyu le acompañó allí entonces. Estuvieron conversando hasta las cuatro de la tarde, después ya el tiempo de clases terminando por completo, ellos marchándose hacia el oratorio.

Ryusei tomó su mano un poco antes de llegar, se sintió extraño, pero solo lo ignoró, no le molestaba, más bien le agradó tenerle cerca, ellos solo continuando su plática hasta llegar al lugar, cuando las puertas se abrieron guardando silencio, no había nadie allí, a excepción de aquel chico de largos cabellos azabaches por su puesto, este volteando a verles, su ceño frunciéndose al ver sus manos juntas, y Chifuyu se liberó del agarre, bajando la mirada al suelo, eludiendo la suya tan intensa. Ahí fue cuando Ryusei se dió cuenta lo mal que se llevaría con Keisuke.

[🌸] Rᴇғᴇᴄᴛᴏʀɪᴏ: Es ᴜɴᴀ sᴀʟᴀ ᴅᴏɴᴅᴇ sᴇ ᴇɴᴄᴜᴇɴᴛʀᴀɴ ᴛᴏᴅᴏs ʟᴏs ʀᴇʟɪɢɪᴏsᴏs ᴘᴀʀᴀ ʟᴀs ᴅᴏs ᴏ ᴛʀᴇs ᴄᴏᴍɪᴅᴀs ᴀʟ ᴅíᴀ. Aɴᴛᴇs ᴅᴇ ᴘᴀsᴀʀ ᴘᴏʀ ᴀǫᴜí, ᴘᴀsᴀɴ ᴘᴏʀ ᴇʟ ʟᴀᴠᴀᴛᴏʀɪᴜᴍ, ᴅᴏɴᴅᴇ sᴇ ʟᴀᴠᴀɴ ʟᴀs ᴍᴀɴᴏs  ʏ ᴇɴᴛʀᴀɴ ᴇɴ sɪʟᴇɴᴄɪᴏ, ʀᴇᴢᴀɴ ᴇɴ ᴠᴏᴢ ᴀʟᴛᴀ ᴀɴᴛᴇs ᴅᴇ ᴛᴏᴍᴀʀ ᴀsɪᴇɴᴛᴏ ʏ ᴍɪᴇɴᴛʀᴀs ᴄᴏᴍᴇɴ ᴇsᴄᴜᴄʜᴀɴ ʟᴀs ʟᴇᴄᴛᴜʀᴀs

Aᴄʟᴀʀᴀᴄɪóɴ: Eɴ ᴇʟ ᴄᴀᴘíᴛᴜʟᴏ ᴀɴᴛᴇʀɪᴏʀ, Cʜɪғᴜʏᴜ ʏ Rʏᴜsᴇɪ ᴇsᴛᴜᴠɪᴇʀᴏɴ ᴀʟʟí ᴄᴇɴᴀɴᴅᴏ, ᴘᴇʀᴏ ɴᴏ ʟʟᴇᴠᴀʀᴏɴ ᴀ ᴄᴀʙᴏ ᴇʟ ᴘʀᴏᴄᴇsᴏ ᴅᴇʙɪᴅᴏ ᴀ ʟᴀ ʜᴏʀᴀ, ᴘᴜᴇs ʟᴀ ᴍᴀʏᴏʀíᴀ ʏᴀ ʜᴀʙíᴀɴ ᴛᴇʀᴍɪɴᴀᴅᴏ, ᴇs ᴅᴇᴄɪʀ, ʟʟᴇɢʀᴏɴ ᴛᴀʀᴅᴇ, ᴄᴜᴀɴᴅᴏ sᴇ sᴜᴘᴏɴᴇ ǫᴜᴇ ᴅᴇʙᴇɴ ʟʟᴇɢᴀʀ ᴛᴏᴅᴏs ᴊᴜɴᴛᴏs.

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