18.
« SEGUNDA OPORTUNIDAD »
Tener tres mortifagos en casa, era temer todos los días por la vida de su pequeña hija. Ahora que era madre no le importa su vida, ahora todo lo que debía hacer por su vida era proteger a su pequeña Lestrange, que ella puede vivir y crecer.
Por esa razón no había tomado la marca, aun cuando sus padres y suegros insistieron de que debía ser necesario. Rabastan, Evan y ella no lo vieron de esa manera, alguien que no debería estar en ningún bando debía proteger a Rylee, sin que Voldermot o los de la orden de Fénix vinieran por esa persona encargada de proteger a Rylee.
Emma era la encargada de dar su vida por Rylee Lestrange, era su pequeña, su rayito, su hija, no iba dejar que nada malo le pasará.
Terminó de vestirse y salió con dirección al comedor, donde Bellatrix y Rodolphus se encontraban ya en la mesa esperando el desayuno, hasta que Emma y Rabastan se casaran debían permanecer en la mansión Lestrange, junto con ellos.
— Buenos días, Bella — saludo Emma sentándose en la otra esquina de la mesa — Rodro. — saludo a su cuñado, como todos los días desde que están de vacaciones.
— Sabes perfectamente como me llamo, Victoria. — contesto el mayor de los Lestrange, mirando a la Rosier con una ceja alzada, entre divertido y irritado.
— Lo siento Rafael. — comentó ella con una sonrisa burlona, el pelinegro soltó un bufido y abrió el periódico. — ¿Rabastan? — pregunto ella a cualquiera de los dos.
— Con Vick. — hablo Bellatrix, un sirviente le sirvió el café — tú ya pasaste a segundo plano, ahora ella es su nueva debilidad.
— Es nuestra hija, es normal. — dijo Emma tomando un poco de café que le sirvieron.
— Por eso Rabastan siempre cumple con todas las ordenes de nuestro Señor, no quiere que nada le pasé a Victoria II. — Comento Rodolphus sin sentimientos en su voz, sin dejar de leer el periódico. — es la única heredera directa de los Lestrange.
— ¿Ustedes no piensan tener...
Bellatrix alzó la mirada hacia la Rosier, interrumpiendo.
— La diferencia entre ustedes y nosotros, ustedes tuvieron a Victoria enamorados, son felices y toda esa mierda del amor. — hablo ella intentado no sonar tan directa y con envidia. — nosotros nos casamos por obligación, nos llevamos bien pero no para estar en eso de la mierda del amor. Si Victoria no hubiera nacido, nos hubieran obligado a tener herederos.
Emma solo asintió, sabía la presión de seguro con el legando familiar, ella era mujer por lo que su único rol era ser mamá y dar herederos, algo que Emma odiaba, sentirse usada.
— Pero aún falta que se casen y así, Victoria sería la heredera Lestrange legítima. — intervino Rodolphus.
— Lo lleva en la sangre. — contesto Emma, defendiendo a su hija, sabía que era lo que quería decir su cuñado.
— Pero una bastarda, esta fuera del matrimonio. — hablo Rodolphus, dejando el periódico de lado.
— Mi trato con los Lestrange fue justo, termino mis estudios y me caso con Rabastan, pero no permitiré que llamen bastarda a mi hija. — Emma lo miro fijamente desde el otro lado de la mesa, ella defendería a su hija incluso si es de su misma familia. — ¿No quieres tener hijos? Bien por ti, pero mi hija debe ser tratada con respeto, mi hija es heredera de los Lestrange y Rosier, lleva el apellido de ambos, eso no la hace bastarda.
Rodolphus se levanta de la mesa, golpeando la mesa con el periódico se podía sentar la tensión en la mesa, Bellatrix parecía ajena a la situación.
— Esta fuera del matrimonio...
— ¿Engañar a tu esposa también esta fuera del matrimonio? Quien sabe, quizás el que tiene bastardo eres tú. — contrataco Emma, tratando de mantener la calma pero con una furia en su interior. — Si quieres soltar veneno sobre su tu familia adelante, pero ahora no, estoy desayunando. — cogio un tenedor picando la fruta en su plato.
El Lestrange mayor la miró desafiante para luego dar una sonrisa ladina, eso le gustaba de Emma, no se dejaba intimidar por nadie, sabía defenderse, incluso que la pelea vaya a su favor. Volvió a tomar el periódico y se sentó.
La mesa quedó en un silencio total, como si no hubiera pasado nada hace unos segundos.
Emma levanta la mirada y desde lejos lee la portada del periódico “La boda del siglo: Venus Black, la nueva joya de la aristocracia mágica”, en el fondo pero bien al fondo, Emma se sentia mal al no contarle toda la verdad a Venus sobre su boda, pero al ser confidencial nadie podía saberlo, incluso ella.
La risa infantil se escucho en la puerta del comedor, tal como su apodo, un rayito de sol en pleno silencio había llegado junto con su padre. La pequeña Rylee al ver a su madre la señaló y le regaló una sonrisa, mostrando sus dientes de abajo.
— Buen día tíos amargados — hablo Rabastan con una voz chillona, llegando al lado su hermano mayor y poniendo a la bebé lado de su hombro — que aburrido eres tío Rodol.
— Te vez infantil haciendo esas tonterías, Rabastan — comentó Rodolphus rodando los ojos. — Victoria necesita seriedad, no que su padre le hable como idiota.
— Comportate, hay una niña — dijo Bellatrix, mirando mal a su esposo. — esta prohibido las malas palabras delante de ella.
— Absurda regla — dijo su esposo. — es una bebé, no entiende.
— Entonces te lo hago entender yo. — Bellatrix cogio una cuchara y lo lanzó en el rostro de su esposo. Rabastan de inmediato quito a Rylee del camino y la llevo junto con su madre.
Rylee soltó una risa. La Black le guiño un ojo a ambas Rosier.
— ¡Qué te pasa mujer! — exclamó Rodolphus mirando perplejo a la pelinegra. — ¿Acaso estas loca?
— Eso le gusta a Victoria y yo pienso hacer que ría. — ella volvió a agarrar un tenedor y se lo lanzó a la cara del Lestrange y así con todo lo que podía tener en la mano, Rodolphus intentaba proteger su cara con sus manos pero la Black era rápida y tenía buena puntería.
La risa de Rylee hacia eco en el comedor, Emma dejó un sonoro beso en la mejilla de su hija y miró con una sonrisa a Rabastan.
— Una mañana normal con ellos.
— Esta vez hicieron reír a mi pequeña — dijo Rabastan mirando con una sonrisa a la pequeña rubia. — En la tarde quiero ir con ella...
— En realidad, en la tarde iré con Evan donde los Black con Rylee. — Interrumpió Emma, Rabastan la miró confundido — como están las cosas creo que Venus necesita a su ahijada.
Rabastan suspiro, entendía el punto de ella, él también pasaba por lo mismo y tenía a Emma y Rylee.
— Bien, pero que no se acerque a Regulus. Suficiente con Evan.
Emma rodó lo ojos.
[ • • • ]
Al llegar a la mansión Black, Venus no dejaba de sonrió cuando cargo a Rylee, era como si la presencia de Rylee hubiera puesta una sonrisa en el rostro de Venus de un momento a otro, logrando que Evan tenga una sonrisa al solo ver a Venus sonreír.
Emma a veces no entendía la rara relación de ellos, era como si fueran amigos pero a la vez también eran pareja pero ningúno dejaba el paso para oficializarlo, Emma pensaba que era por lo que ella ya estaba comprometida, deseaba que Evan le diga la verdad.
La sonrisa de Emma también estaba puesta en ellos, su hija parecía hacer un pequeño retrato de ellos, como una familia. Evan, Venus y Rylee, parecían una familia de rubios, solo faltaban los ojos grises o avellana.
Regulus también miraba a Emma y la pareja rubia, por lo que de se le ocurrió una idea.
Esa idea dejo a Emma sorprendida, Regulus estaba cargando a su hija, su hija con Rabastan, estaba él cargando la y ella se reía con él. Le parecía irreal, su hija estaba riendo con la persona que alguna vez le hizo sentirse en paz y quisas comprendió lo que era estar enamorada. Regulus se permitió una pequeña sonrisa, una que sólo Venus y Emma reconocían.
—Es un rayito de sol, ¿no? —murmuró Regulus, balanceándola ligeramente en sus brazos.
—Eso digo yo —respondió Venus con una sonrisa orgullosa.
Emma, desde el sofá, observaba la escena con una mezcla de ternura y diversión. ¿Así se vería Regulus de padre? ¿Esa hubiera sido su hija, si Regulus no hubiera hecho eso?
—Debería traerla más seguido, ¿no? Aunque Rabastan podría ponerse celoso si descubre que su hija prefiere a los Black. Aunque no prometo que no salga de aquí pensando que tiene dos padres.
Evan rió mientras le pasaba una taza de té a Emma.
—Rabastan es un hombre celoso por naturaleza. Pero dudo que pueda competir contra Regulus cuando Rylee parece estar tan encariñada con él.
—Es porque soy el mejor —dijo Regulus con una sonrisa satisfecha, ganándose un bufido de su hermana.
La tarde continuó con risas, bromas y el inconfundible sonido de los balbuceos de Rylee. Venus sacó un par de vestidos más para probarle a la bebé, lo que provocó protestas fingidas de Emma y comentarios burlones de Evan. Regulus, por su parte, estaba más relajado de lo normal, incluso cuando Rylee lo atacó con pequeños manotazos juguetones.
—Deberías darle clases a Rabastan sobre cómo ser un buen padre —comentó Evan en algún momento, haciendo que Regulus rodara los ojos.
—No lo necesita. Sólo estoy practicando para cuando yo tenga mi propio rayito.
Emma entendió el comentario, desvío la mirada hacia su hija, que Venus se encargaba de vestirla con un vestido hermoso, que resaltaba su cabello rubio.
—¿Qué opinas, Rayito? ¿Te gusta? —preguntó Venus, inclinándose hacia la bebé.
Rylee respondió con un balbuceo alegre, y Venus le dio un beso en la mejilla. Emma, mientras observaba, no pudo evitar sonreír.
—Eres increíble con ella, ¿sabes? No sé qué haría sin ti, Venus.
—Probablemente ahorrarte mucho dinero en ropa de bebé —bromeó Venus, aunque su sonrisa mostraba lo mucho que significaban esas palabras.
En un momento, Venus, con la bebé en brazos, se sentó al lado de Emma en el sofá.
—Gracias por venir hoy —dijo en voz baja. —Realmente lo necesitaba. Sólo por hoy... sólo por hoy necesitaba que tú y Regulus estén bien.
Emma le dio un apretón en la mano.
—Siempre voy a estar aquí para ti, Venus. Lo sabes, ¿verdad?
Venus asintió, apretando su mano de vuelta antes de inclinarse hacia Rylee.
—Tienes la mejor mamá del mundo, ¿lo sabías?
La bebé respondió con un balbuceo que hizo que ambas rieran.
—Así que he sido reemplazado por alguien de ocho meses —comentó, cruzando los brazos con fingida indignación.
—Es más linda que tú —respondió Venus, mientras Rylee agarraba su cabello y lo tiraba con fuerza suficiente como para hacerla reír. —Y no hace comentarios sarcásticos todo el tiempo.
Evan avanzó lentamente hacia ellas y le pasó un mechón suelto de cabello detrás de la oreja.
—Tienes razón, pero me parece que te encanta mi sarcasmo.
Venus lo miró de reojo, luchando por mantener la compostura, pero su sonrisa traicionó su intento de parecer seria.
—No te emociones demasiado.
Evan levantó una ceja, inclinándose lo suficiente como para que sus narices casi se tocaran.
—Oh, ya lo estoy.
Emma, que aún estaba sentada en el sofá observando la escena, soltó una risa ligera.
—¿Por qué no simplemente oficializan esto? Son insoportables —dijo, acomodándose para dar espacio a Venus y Rylee.
—Preguntaselo a tu hermano. —respondió Venus, aunque sus mejillas se sonrojaron visiblemente.
Evan se acomodó en el sofá junto a ella, dejando que su brazo descansara casualmente detrás de su espalda. Aunque no la tocaba directamente, la cercanía era innegable.
Emma todo los ojos ante lo ridículamente adorables qué se veían.
—Venus tiene razón —añadió él con una sonrisa pícara, mirando a Emma. —Es algo completamente privado... aunque, para que sepas, yo estoy listo cuando ella quiera admitir lo obvio.
—¡Evan! —protestó Venus, empujándolo suavemente con un hombro, aunque no pudo evitar reírse.
Mientras tanto, Regulus, aprovecho para tomar a Rylee de los brazos de Venus. La pequeña lo observaba con ojos curiosos, su manita tocando su rostro con una fascinación que parecía divertirlo.
—¿Qué ves, Rayito? —preguntó en voz baja, haciéndola reír. —¿Estás pensando en qué travesura vas a hacer para mamá?
La bebé balbuceó y luego soltó una carcajada, haciendo que Regulus también riera.
—Cuidado, Regulus —dijo Evan desde el sofá, lanzándole una mirada de broma. —Rabastan se pondrá celoso si te encariñas demasiado.
Regulus respondió con una sonrisa seca, pero sus ojos brillaban con algo más suave.
—Si Rabastan tiene algún problema, puede venir a hablar conmigo.
—¿Y qué le dirías? —preguntó Venus, divertida.
—Que soy el hombre favorito de esta pequeña y que no puede competir conmigo —dijo Regulus con un guiño a Emma, quien rodó los ojos con una sonrisa.
—Lo dudo, ella es la princesa de su papá, incluso diría que su nueva rubia favorita es ella. — hablo Emma bromeando.
Se sentía raro bromear con Regulus después de tanto tiempo y ver que él se reía con ella.
La tarde avanzaba con una serenidad poco común para Grimmauld Place. Regulus, cargando a Rylee con cuidado, le lanzó una mirada suplicante a Emma.
—¿Me enseñas cómo darle el biberón? —preguntó, con una mezcla de timidez y curiosidad que raramente mostraba.
Emma lo miró sorprendida, pero su rostro se suavizó rápidamente.
—Por supuesto, ven. Te mostraré cómo prepararlo.
Ella recogió el bolso donde andaba con las cosas de su pequeña, llendo detrás de Regulus hacia la cocina, dejo el bolso en la mesa, sacando el biberon.
— Ella se parece mucho a ti. — hablo Regulus. —yo le hubiera puesto Phoenix o Cassiopea, tiene su propia luz.
— ¿Tienes leche? —pregunto Emma, no quería seguirle la conversación aunque ahora parecían llevar la conversación sin gritos.
— Puedo pedir a Kreacher que le prepare algo de leche tibia. — contesto Regulus.
— Es mejor que lo haga yo. Rylee es mi hija y mi responsabilidad. — dijo ella.
— En la nevera. — hablo Regulus, Rylee toco uno de los rulos de Regulus y soltó una risa al ver como rebotaban. — parece que le gusta mis rizos.
— Es muy curiosa. — dijo Emma sacando la leche. — hace unos días Bella la cargo y Rylee enredo todo su cabello con gomas de mascar. Estuvo gritando como traviesa y curiosa.
Regulus soltó una carcajada.
— Rabastan ama vestirla de amarillo, todo tipo de amarillo. Su armario está lleno de prendas amarillas, Evan dice que si sigue así será una Hufflepuff.
— ¿Te va bien, no? — comenta Regulus.
Emma dejo la pequeña olla con leche al fuego, se volteo a ver al pelinegro.
— ¿A que te refieres?
— Tu vida con los Lestrange.
— Es mi vida ahora — Emma alzó los hombros — Fueron mis consecuencias y tus acciones los que me llevaron hasta ahi.
Regulus entre abrió un poco los labios, con su palabras, hacian qué él siempre se sienta culpable.
—Aun estoy a tiempo de cambiarlo. — comento Regulus.
— Tengo una hija y un matrimonio arreglado, ya no necesito más problemas, Regulus.— dijo Emma bajando la mirada. — incluso casandome con Rabastan, ya estoy manchada.
—Jamás, para mi no. Sigues siendo aquella chica que leía novelas muggle, esa chica que le encanta comer ranas de chocolate, peinar a Venus, jugar al ajedrez mágico y demostrar que eres buena academicamente. Se que detrás de toda esa mamá fuerte y que lucha por su hija, esta esa chica que me enamore. — dijo Regulus, tomando el mentón de la Rosier. Emma conecta sus ojos café con los grises, se sentía vulnerable.
— Y fuiste tú, quien lo rompió todo. — comentó en lo bajo.
— Dame otra oportunidad, esta vez no solo te amaré a ti, sino también a Rylee. Ya demostré que puedo ganarme su confianza, solo necesito la tuya.
Emma sentía un revuelo todo, su estómago y sus emociones. El lado racional le decía que no, que ya tenía una hija y una boda al acabar Hogwarts, todo marchaba bien para ella y su hija, y la otra parte le decía que si, podría salir bien, que esta vez Regulus le demostraría todo, sin matrimonio arreglado ni mentiras. Pero también estaba la pared del miedo, si volvía a traicionar su confianza y no solo ella quedaría manchada sino también su hija, ya nadie se querría casar con ella.
— No tienes que arriesgar nada si eso te preocupa — hablo Regulus, jugando con la pequeña mano de la Lestrange. — ese fue mi error y yo seré el responsable de recuperarte. Si al final decides irte, no me quejare ni reclamare nada, es tu decisión. Pero quiero que te quedes conmigo.
—Yo... no lo se.
— ¿Aún nos queda un año en Hogwarts, no? —Regulus bromeó — bueno a ti. Solo ese año dame.
Antes que Emma responda, la leche empezó a derramar, rápidamente lo apago y comenzó a servir la leche, mezclandola con agua tibia.
Cuando Regulus y Emma regresaron, ambos notaron inmediatamente la cercanía entre Evan y Venus, pero ninguno dijo nada. Sin embargo, Emma le lanzó una mirada cómplice a su amiga, quien solo respondió con un leve encogimiento de hombros y una sonrisa que decía más de lo que cualquier palabra podía decir.
Cuando llegó el momento de despedirse, Venus se acercó a Emma con Rylee en brazos, negándose a soltarla hasta el último momento.
—Sabes que podrías dejarla aquí, ¿verdad? —dijo Venus con una sonrisa. —No me importaría en absoluto.
—Lo sé —respondió Emma, riendo. —Pero creo que Rabastan tendría algo que decir al respecto.
Venus suspiró, entregando a la bebé a su madre con cuidado.
—Está bien, Rayito, pero recuerda que siempre puedes venir a verme cuando quieras. Prometo consentirte más que tu mamá.
La bebé balbuceó algo que sonó como un acuerdo, y Venus soltó una carcajada.
Emma salí primero, subiendo al carruaje. Evan entro unos segundos después con una gran sonrisa.
— Qué no se note lo enamorado que estas. — comento Emma con una sonrisa divertida.
— Callate. — Dijo Evan, miro a Rylee con curiosidad. — ¿Cuántos favores te debería por un día con Rylee?
Emma lo miro mal y rodó los ojos.
— Quieres utilizar a mi hija como carnada para atraer a Venus. Que maldito. — susurro lo último.
Evan soltó una carcajada.
— Fue un buen día.
— Lo fue, Evan.
¿Volvío Emmita?
¿Será que Emma le da otra oportunidad a Reg?
La familia disfuncional de los Lestrange. AMOOO.
Recuerden que esta historia esta conectada con la historia de Lune_black
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