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━ chapter twenty seven: need


༻ 𝐂𝐀𝐏𝐈́𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐕𝐄𝐈𝐍𝐓𝐈𝐒𝐈𝐄𝐓𝐄 ༺
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' NECESIDAD '
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GOTAS DE SUDOR ACOMULÁNDOSE en mi frente, quemándome la piel y emanando de mis poros. Pecho consternado, garganta prácticamente desgarrada, músculos gritando por un desesperado descanso. El brazo de Peter Parker posado sobre mi regazo, sus ojos evitándome debajo de un semblante sombrío. Mi temblorosa muñeca, que intentaba dirigir los movimientos de un impecable trozo de vendaje hacia la espantosa quemadura de Peter.

La combinación de todos esos elementos hacían que la tarea de revertir el daño que yo misma había causado fuese casi imposible. Y aquello, combinado con las náuseas, parecía la fórmula perfecta para perforar las barreras de mi resistencia.

Nunca antes había sentido tantas ganas de vomitar. Una creciente necesidad de sacar todo lo que tenía en el estómago, purificar mis interiores y rogar que aquella fuera la última vez que tuviera que hacerlo. Quizás era porque una parte de mí —llamémoslo instinto, o incluso sistema inmunológico— necesitaba deshacerse del conjunto de sensaciones que llevaba atadas al centro de mi abdomen, subiendo y bajando como una ácida masa de dos mil toneladas. Miedo, culpa, impotencia, dolor; emociones con las que me vi obligada a convivir desde que había ganado mis poderes, pero que nunca me habían atacado con tantas fuerzas.

Expulsar todo hacia afuera parecía ser la solución más viable. Sin embargo, sabía bien que las emociones, tanto buenas como malas, se aferran a tus paredes hasta succionar toda tu energía, y que unas simples náuseas no sirven más que para incendiarte la garganta, distrayéndote de todo aquello que corre por tu mente de manera momentánea, pero dejándote vacío al fin y al cabo, como un peluche sin relleno.

Solo me quedaba respirar, intentar que el oxígeno limpiase de alguna manera a mis pulmones. Y aunque cada vez que inhalaba sentía que me llenaba de humo y cenizas, mi enfoque se hallaba en cuidar a Peter Parker.

—Peter... —Lo llamé con tono titubeante. No había abierto la boca desde lo ocurrido en el Monumento Washington, por lo que mi garganta estaba seca y mi voz prácticamente atrofiada. Por otro lado, ver la quemadura de Peter, palpitante y en carne viva, tampoco ayudaba—. ¿Dónde has estado?

Quise decir algo más, pero mi mente estaba en blanco. Solo deseaba llamar su atención, mantenerlo consciente, pues parecía que iba a desmayarse en cualquier momento.

El pequeño botiquín de primeros auxilios que me había encargado de pedir en la recepción del hotel nos acompañaba desde la otra punta de la cama; un par de gasas remojadas con agua helada y un bote de ungüento descansando a su lado. Ninguno de los dos se había atrevido a hablar, pero bastó el verlo llegar a la habitación que compartía con MJ, aún cubierto con su traje del Hombre Araña y una mirada sombría en el rostro, para saber que necesitaba mi ayuda.

Peter había llegado un par de horas después del incidente, luego de que el profesor Harrington —quien había estado enloqueciendo por el hecho de no encontrar a Peter Parker por ningún lado— llamara a nuestros representantes para informarles que regresaríamos a Queens antes de lo previsto. No me atreví a preguntarle si Jonas había cogido el teléfono; no tuve tiempo para pensar en ello, ya que fui directamente llevada al hospital una vez Peter me dejó en la única zona segura que quedaba del Monumento Washington, huyendo del lugar sin siquiera reparar en mi estado ni en el del resto de nuestros compañeros.

Todos aclamaban que el Hombre Araña nos había salvado, pero yo solo podía preguntarme quién se encargaría de salvarlo a él.

Para cuando el reloj marcó las ocho de la noche, finalmente me dieron de alta. Durante mi estancia, me vi obligada a recurrir a un par de pataletas actuadas y el penoso intento de un llanto fingido para impedir que las enfermeras inspeccionaran más allá de los daños superficiales, pues no podía permitir que descubrieran la ardiente cicatriz de mi clavícula; solo tenía un par de moretones en el cuello y las marcas de las telarañas de Peter tatuadas en la cintura, pero mis poderes contribuirían a sanar las heridas, por lo que no necesitarían demasiada atención.

Por otra parte, el dolor de las placas de mis caderas volvió para atormentarme en cuanto la adrenalina abandonó mi sistema. Recuerdos de los sucesos de Berlín fusionándose con lo ocurrido horas atrás, convirtiendo a mi mente en un campo de minas que no tenía la voluntad para cruzar.

Le había pedido a Michelle que me dejara sola en la habitación que compartíamos. Se despidió con lo que pude reconocer con una sonrisa apenada, un abrazo inesperado y un "ojalá hubiera estado allí para ti". Solo quería desparramarme sobre la cama, cerrar los ojos y dejar que fluyesen las horas: en silencio, con las cortinas tapando las ventanas, aislada en la oscuridad. Empleé los minutos que sabía de antemano no recibiría de sueño en cuestionar por qué Flammae debía poseer, de entre todas las personas que hubieran podido matarme en aquel elevador, a quien más quería, y no podía evitar sentirme culpable mientras me mordía las uñas, preguntándome dónde demonios estaba Peter.

Incluso llegué al punto de considerar recurrir a Elissa con tal de obtener una explicación, pero estaba demasiado cansada, y el cómodo colchón parecía estar tragándome viva. Además, confiaba en Peter; de seguro ya había escapado de las fauces de Flammae, aunque eso no me quitaba las ansias de salir a buscarlo.

Una hora después, creí alucinar cuando vi una silueta trajeada de rojo y azul colarse por la ventana. Fue entonces cuando lo vi cara a cara: un Peter Parker sin rastros de Flammae, sudando y temblando como un desquiciado, con el cabello convertido en un nido de pájaros y luciendo como una hoja de papel traslúcido, tambaleante y arrugada.

No hubo necesidad de pronunciar palabra alguna para que, con mi ayuda y de manera prácticamente desesperada, Peter comenzara a quitarse el traje. Rascó cada parte de su cuerpo una vez el material cayó al suelo, como si estuviese arañándose la piel entre jadeos agitados. Sus ojos se veían vacíos, similares a un par de cuencas huecas, faltos de su usual brillo y vibrante color. Posteriormente descubrí que quedaban algunas de las marcas de Flammae escalando por las venas de sus brazos y cuello, las cuales no tardaron en desaparecer después de que Peter comenzara a vomitar una desagradable sustancia negra combinada con espectros de fuego.

Aunque ver sus labios manchados de aquel líquido aumentaron mis náuseas, ninguno de los dos fue capaz de sorprenderse. Habíamos visto cosas peores; solo podíamos seguir adelante, robar un cubo vacío de la conserjería del hotel y dejar que la sustancia fluyera, sin esperar ni una pizca de normalidad a cambio.

Volviendo a la actualidad, Peter se negó a responderme. No dijo nada, ni siquiera intentó forzar sus cuerdas vocales en busca de una palabra, sino que volvió a tomar el cubo que reposaba a un lado de la cama, expulsando un poco más del fluido fuera de su garganta.

«Lo que haría por tomar su lugar... ».

—¿Puedo ver? —habló finalmente con un hilo de voz.

Fruncí el ceño con confusión. Intenté que el matiz quebradizo de su voz no me distrajera de la tarea de atender su quemadura, y, aunque logré no separar la mirada de su muñeca, sentí la necesidad de acariciar el dorso de su mano.

—¿Ver qué?

—Lo que te hice.

Quedé paralizada. Tragué en seco. Me armé de valor para poder enfrentarlo.

Sin poder evitarlo, llevé mi mano hacia mi cuello de manera disimulada para cerciorarme de que mi suéter estuviese tapando los moretones. Sabía que algunos sobresalían de la prenda, sin embargo, y que Parker tenía claro que aquellos no eran los únicos daños.

Pero no quería preocuparlo, y estaba segura de que su lado más protector saltaría a la luz en cuanto viera el resto de mis heridas.

—No es nada.

Sí lo es.

—Creo que no es buena idea que–

—¡Rae, joder, déjame ver!

Abrí los ojos como platos a la par que Peter se levantaba de golpe, apartando su brazo y llevando sus manos a su cabello. Se tambaleó en su lugar, el color se fue de su piel y tuve el presentimiento que de iba a caerse, pero me hallaba demasiado sobresaltada como para hacer algo al respecto.

La tensión podía palparse en el ambiente; molestándonos, recordándonos que el peligro aún no había acabado, que Flammae seguía afuera. Dejé que mis ojos vagaran por su pecho, el cual subía y bajaba al compás de su agitada respiración; por su pálido torso, por las venas de sus brazos —que, afortunadamente, ya no poseían las marcas llameantes de Flammae—, por su nariz enrojecida y sus ojos hinchados.

Lucía enojado, mas también débil. Impotente, y, sobre todo, culpable.

Fue entonces cuando algo pareció haber hecho cortocircuito en el sistema de Peter. Ahogué un sollozo cuando se dejó caer de rodillas frente a la cama, y me vi obligada a cerrar los ojos cuando se aferró a mis piernas, enterrando su nariz en mis rodillas como un niño asustado. Un eco lejano me hizo saber que estaba repitiendo las mismas palabras una y otra vez, con sus labios rozando contra mi piel y sus manos sujetándome con más fuerza de la necesaria, pero algo no me permitía escucharle.

Mi voz se había escapado; mi movilidad, también. Lo único que pude hacer fue enterrar las uñas en el trozo de vendaje que aún tenía en la mano, como si aquella fuera la solución a todos nuestros problemas.

—Lo siento, no quería gritar... —Mis sentidos adquirieron la energía suficiente para finalmente escuchar sus palabras—. Lo siento...

Mi corazón se contrajo dentro de mi pecho. Necesitaba tranquilizarlo, asegurarle que ya nadie podría tocarnos y que todo acabaría pronto. Por esa razón, me dediqué a pasear mis manos por su cabello durante los siguientes minutos. Movimientos suaves jugaban el papel palabras silenciosas, recordándole que ambos estábamos bien. Y el tiempo pasó con lentitud, como un tortuoso soneto sin rima ni armonía, pero, finalmente, mi garganta volvió a funcionar.

—Pete, —murmuré contra su cabeza, dejando un pequeño beso sobre su cuero cabelludo—, ¿estás seguro de que quieres ver?

Levantó la mirada: ojos cristalizados, pupilas dilatadas, pestañas con restos de lágrimas. Sin embargo, solo me encontré con convicción.

Necesito ver.

Así fue como acabé de pie, moviendo el cuello de mi suéter para dejar libre a la primera tanda de moretones. Luego levanté la tela hasta dejar a la vista mi cintura, donde residían las manchas violetas que había provocado la presión de la telaraña con la que Peter me había salvado. El castaño pasó sus dedos por cada uno de ellos, titubeando cuando comenzó a analizar los que rodeaban mi estómago y parte de mi espalda. Por mi parte, aguantaba la respiración cuando Peter se acercaba un poco más, o cuando sus frías manos hacían un contacto demasiado íntimo o prolongado.

Y a pesar de que mis mejillas estaban sonrojadas, no sentía vergüenza alguna a la hora de enseñarle mi piel.

Aquel día descubrí que le había dado a Peter Parker el último pedazo de confianza que hasta entonces había guardado para mí misma. No importaba qué parte viese; ya fuese mi cuerpo, mi alma, mi mente, mi corazón o una de las tantas inseguridades que intentaba ocultar en un baúl, todas comenzaban a abrir completamente sus puertas para Peter.

Solo quedaba una delgada pero letal barrera de secretos entre él y yo, y, aun así, eso no me evitaba confirmar que el "te amo" que solté durante el incidente del elevador no había sido un simple impulso, sino una decisión tomada bastante tiempo atrás.

La decisión de entregarle lo mejor y lo peor de mí, porque incluso durante y después de ser poseído por un ente sobrenatural, Peter siempre intentaría salvarme.

—Recuerdas... —Me atreví a hablar al notar que  Peter quería decir algo que no podía formular, pues las letras no terminaban de organizarse en su mente— ¿Recuerdas lo que pasó?

—Más o me-menos —balbuceó. Se separó de golpe, comenzando a vagar por la habitación con paso nervioso—. Todo se veía borroso y... cuando pienso en eso siento que veo desde fuera, como si otra... cosa estuviera dentro de mi cuerpo. —Volvió a acercarse luego de parar en seco. Posó sus manos sobre mis hombros y me observó con ojos desesperados—. Tienes que creerme, Rae... no era yo.

» ¿Me crees? Créeme, por favor, yo nunca te–

—Te creo. —Posé mis manos en su cuello sin tomarle importancia a las gotas de sudor frío que se hallaban acumuladas en su nuca. Intenté usar toda la firmeza que aún conservaba para asegurarme de que Peter me estuviese viendo—. Te creo —repetí, esta vez con una sonrisa quebrada.

Y, entre una mezcla de besos y caricia , lo dije un par de veces más, porque sabía que Peter necesitaba escucharlo.

✧✧✧

Williams, Parker.

Si bien era cierto que poco a poco había comenzado a adquirir cierta empatía hacia Elissa Monroe, eso no evitaba que mis vellos se erizaran cada vez que sentía su presencia.

Al oír que nos llamaba, mi espalda pareció procesar todo el peso que el cuerpo de Peter Parker ejercía sobre mis hombros. Lo estaba ayudando a llegar a su habitación luego de pasar un par de horas acurrucados en la cama de mi habitación de hotel, pues el castaño apenas tenía fuerzas para apoyar los pies en el suelo.

La medianoche había llegado y MJ finalmente apareció en la escena. No obstante, no dijo nada cuando nos vio abrazados; ni siquiera cuestionó el por qué del vendaje que cubría la muñeca de Peter y tampoco hizo ningún comentario sarcástico o burlón cuando se fijó en que el chico solo llevaba un calzoncillo puesto. Creí haber visto un destello de empatía, de duda e incluso de dolor en su mirada, pero me mantuve en silencio, pues Peter se hallaba dormido sobre mi pecho y no quería despertarlo. Michelle y yo compartimos una sonrisa antes de que ella se dirigiese a su cama, a la par que yo agradecía a la magia sobrenatural —o lo que sea que fuese— que me incitó a esconder el traje que Peter había dejado en el suelo.

A pesar de vernos obligados a detener nuestro camino, Peter y yo no tardamos en reaccionar al escuchar la voz de Elissa. Se acercaba desde la otra punta del pasillo, luciendo tan delgada como los últimos días.

Una parte de mí agradeció la oportunidad de poder hablar con ella sobre la más reciente posesión de Flammae, pero la otra solo quería que el castaño finalmente pudiese descansar.

—Supongo que ya sabes lo que sucedió —murmuré con voz ronca, reajustando el peso del brazo de Peter sobre mis hombros.

Elissa asintió con una expresión ilegible, señalando al chico con su mentón: —Este idiota jamás te hubiera dejado caer. —Se encogió de hombros—. Pero, ¡enhorabuena buena! —exclamó con sarcasmo—. Peter fue sorprendentemente más fuerte que Flammae y pudo romper la posesión antes de matarte.

» La verdad es que también llevaba demasiado tiempo sin molestarme, ya era hora de que apareciera —confesó al darse cuenta que ni Peter ni yo planeábamos decir nada—. Pensé que tendríamos oportunidad de acabar con él antes de que te poseyera, Parker.

Peter sacudió la cabeza como respuesta, demasiado agotado para abrir la boca.

—Ya ni siquiera sé qué debo preguntarte, Elissa. Peter no recuerda cómo fue poseído, yo ni siquiera sé cómo es que no terminé muerta... —Rompí la tensión con una sonrisa apenada. Suspiré, tomando una necesitada pausa—. Solo quiero acabar con esto.

—Falta poco, lo presiento. Flammae está cada vez más cerca. —Noté que aquellas palabras eran su sutil manera de decirnos que todo estaría bien. Agradecí el hecho de que, por primera vez desde que habíamos comenzado a discutir el plan de ataque hacia Flammae, Elissa pusiera al optimismo antes que al realismo, y no me di cuenta de la falta que aquello me hacía hasta ese momento—. Por lo que puedo ver, esta posesión fue más intensa que la de tu hermana. Seguramente quedaron algunos de los restos de Flammae dentro de Peter, pero su cuerpo no los aceptará. Ya habrá comenzado a deshacerse de ellos, ¿no es así?

Peter murmuró un bajo "sí, señora", pero, aunque mis sentidos y los de Elissa no eran tan agudizados como los de Peter, nuestros poderes nos permitieron escucharle con claridad. La pelirroja ocultó una sonrisa divertida ante el intento del chico por aligerar la situación, mas la ocultó de manera experta a través de un carraspeo de garganta.

Elissa Monroe se estaba ablandando, y nunca pensé que, tal vez, cuando todo acabara, terminaría extrañándola.

—Llévalo a descansar antes de que se desmaye, Williams —musitó luego de recuperar una fachada indiferente. Sin embargo, una pizca de simpatía se coló a través del ámbar de sus iris—. Mi teoría es que Parker estará bien mañana, sus poderes lo ayudarán. Mientras tanto... le diré al imbécil de Harrington que su alumno estrella ha aparecido. Aunque ya lo conocen, ni siquiera supo en dónde buscar cuando se dio cuenta de que no estabas, tonto.

» En fin, no dejen de estar alertas. No sabemos cuándo volveremos a ver a Flammae, ¿de acuerdo, idiotas?

—Sí, em... sobre eso... —Peter esbozó su típica mueca nerviosa: labios sellados en una sonrisa ladeada, nariz fruncida de manera nerviosa y un intento de mirada inocente—. ¿Podrías decirle a Flammae que nos dé un descanso o algo así? No quiero volver a vomitar la cosa esa rara...

—Sabes que no lo haré, ¿cierto? Y aunque quisiera hacerlo, no puedo.

—Su-supongo, pero creo que todo esto del mutante de fuego me está haciendo delirar, así que...

» Después de hoy, creo que todo es posible.

Y con esas palabras como cierre, llegamos finalmente a la habitación que Peter compartía con Ned Leeds, mientras que la silueta de Elissa se camuflaba con la oscuridad de la otra punta del pasillo.

El chico tosió unas cuantas veces antes de poder acostarse. Tropezó con la pata de la cama —más por culpa de su torpeza que de su falta de energía—, pero ni siquiera sus quejidos fueron capaces de despertar a Ned, quien dormitaba como un tronco en la esquina contraria de la habitación. Sin embargo, aún con obstáculos de por medio, logré que finalmente Peter se acomodara debajo del edredón.

Estaba apunto de alejarme de la cama luego de dejar una última caricia en su mejilla cuando algo en el suelo llamó mi atención. Mis piernas se hallaban tan entumecidas que agacharme a recoger el objeto fue una tarea extremadamente difícil, pero me encontré entonces con la roída billetera de mi novio, de la cual sobresalían un par de boletos de metro que seguramente ya ni siquiera tenían validez. Estaba abierta, por lo que no pude evitar reír con suavidad cuando me encontré con un viejo envoltorio de chicle y su carnet de identificación. Aun así, al toparme con una imagen un tanto peculiar, la gracia me dejó de golpe, y mi corazón se detuvo por veinteava vez en el día.

Dentro de uno de los bolsillos traslúcidos de la billetera, había una fotografía mía. Identifiqué inmediatamente el contexto de la imagen: se trataba del día en el que, por primera vez después de los sucesos de Berlín, me animé a salir a la calle con las nuevas placas de titanio que se adherían a mis caderas. Pude ver el local del señor Delmar en el fondo de la foto y la cola de Murph, su gato, haciendo una aparición estrella en la esquina inferior derecha. Pero era yo quien estaba en el medio, aparentemente riendo ante uno de los chistes malos que solía contarnos Delmar cada vez que Riley, Peter y yo lo visitábamos en busca de unos merecidos sándwiches.

Sabía que la emoción le había ganado a Riley ese día, que no había podido contenerse a la hora de usar su nueva cámara —después de todo, llevábamos días sin salir de casa, así que se hallaba necesitada de tomar más fotos para su creciente colección—, pero no recordaba que me hubiera fotografiado a específicamente. A pesar de ello, lo que más me sorprendió fue ver las palabras escritas en uno de los rincones de la imagen.

"Mi chica", decía con una letra que identifiqué como la de Peter Parker, seguido de un pequeño, pero descuidadamente dibujado, corazón.

—¿Rae?

Elevé la cabeza para ver a Peter de manera sobresaltada, escondiendo la billetera detrás de mi espalda como un reflejo involuntario. Ni siquiera tuve tiempo de sentirme avergonzada por haber estado metiendo las narices en sus pertenencias. Tenía las mejillas sonrojadas, el corazón latiendo con la intensidad del galopeo de dos mil caballos salvajes y los ojos extrañamente cristalizados.

—¿Sí?

—Quisiera ser yo quien cuidara de ti. —musitó adormilado—. Eres quien lo necesita.

—Estoy bien, Peter...

—¿Ya te dije que lo siento?

—No fue tu culpa.

—¿Te dije que no podría perdonarme si algo peor te hubiera pasado?

—Eres fuerte... —susurré, intentando no alterarlo al notar que los párpados comenzaban a pesarle—. Hubieras podido seguir adelante.

—Lo dices como si fuera cierto...

Lo es.

Las comisuras de Peter se estiraron; las mías copiaron las suyas. Su mano buscó mi nuca con su típica timidez, buscando que me acercara a él y obligándome a tomar asiento sobre la cama.

—¿Y ya te di las gracias?

—Yo... no, aún no lo habías hecho. —Sonreí, revolviendo su cabello en un gesto cariñoso—. Pero no hace falta.

—U-una cosa más...

Me miró con aquellas gemas cafés que tanto me gustaban. Destellaban con un toque de amor que definitivamente había visto antes, pero del cual nunca fui consciente hasta entonces. Dibujó una sonrisa ladeada y llena de dulzura, cansada pero completamente genuina, como si hubiera olvidado lo malo, las circunstancias e, incluso, su necesidad de cerrar los ojos para obtener el descanso que tanto merecía.

También te amo.

Y aunque lo dijo al filo de caer ante los encantos del sueño, no pude evitar que mis órganos dejasen de funcionar por los siguientes segundos.

«Peter Parker es demasiado bueno para mí».

Eres demasiado buena para mí, Rae.

✧✧✧

Días después del incidente del Monumento Washington, Peter y yo aún no habíamos hablado sobre dónde había estado durante el Decatlón Académico, antes de ser poseído por Flammae. Decidimos dejar aquel día como un tema intocable, de aquellos que era mejor evocar solo cuando fuera estrictamente necesario —a excepción de la parte del "te amo", que al menos yo había archivado como uno de mis mejores recuerdos.

Ned, por otra parte, me había explicado que la explosión violeta que salió de su mochila y ocasionó el desastre dentro del monumento era una especie de gema alienígena que Peter y él habían obtenido de una de las armas de los tipos malos, aunque Parker aún no me había hablado al respecto, y, además, parecía no querer hacerlo pronto.

Una parte de mí se sintió ofendida porque Peter también tenía sus propios secretos, pero pensé que tal vez las circunstancias no le habían dado el tiempo de hablarlo conmigo, o quizás sabía que me alteraría al enterarme que seguía involucrado con los nuevos criminales de Queens. Sin embargo, a pesar de que intenté no pensar en la infinita red de posibilidades, tanto buenas como malas, sí noté que una semana después del viaje a Washington había sido suficiente para que Peter comenzara a distanciarse, escondiéndose en un mundo privado al que, por primera vez desde que lo conocí, no me había dejado entrar.

Mis inseguridades se habían puesto de acuerdo para hacerme creer que a lo mejor Peter no me amaba, que cabía la posibilidad de que lo hubiera dicho al sentirse presionado por darme una respuesta. No obstante, confiaba en que verdaderamente me quería, o al menos eso intentaba repetirme.

Un baño con agua helada ni siquiera había bastado para calmar la elevada temperatura de mi piel. Últimamente había estado más caliente, incluso llegando a un punto que creía anormal, pero aquel día todas mis extremidades ardían más que nunca.

Me detuve frente al espejo, con mi cuerpo aún envuelto por una toalla. Observé mis facciones: las marcadas ojeras debajo de mis ojos, los restos de un par de mejillas regordetas que comenzaban a convertirse en pómulos más marcados, las manchas y lunares con las que siempre había cargado...

Antes de darme cuenta, solté la toalla, dejando a la vida al resto de mi cuerpo. No había tenido tiempo de observarme con detalle desde hacía bastante, por lo que quedé un tanto sorprendida al percatarme de que mi cuerpo había cambiado. Apenas tenía quince años, todos decían que era normal que aquello pasase, y ni siquiera podía decidir si me gustaba. Pero mis ojos, a diferencia de mi mente, quedaron adheridos a las enormes cicatrices que tenía a cada lado de mi cadera, bajando por mis muslos y deteniéndose algunos dedos más arriba de mis rodillas.

No me gustaban. De hecho, verlas me provocaban unas inmensas ganas de incendiarlas, solo para ver si tal vez eso las hacía desaparecer. No obstante, sabía que tenía que resolver mayores asuntos, y que aquellas marcas de guerra no eran más que la prueba que mis piernas habían sobrevivido a algo que muchos jamás podrían.

Fue entonces cuando un par de golpes en la puerta del baño me hicieron volver a la realidad, seguidos de una voz que ya casi nunca solía escuchar.

—¿Rae? ¿Ya terminaste?

Suspiré. Apreté los labios en una fina línea cuando la voz de Jonas atravesó la puerta. Escucharlo se había convertido en algo tan poco común que por un momento pensé que se trataba de una ilusión, pero lo cierto era que había estado en casa luego de recogerme el día que mis compañeros y yo regresamos de Washington.

Llevaba poco menos tres meses sin verlo más que una vez cada dos semanas, y aquello solo si tenía suerte. Ya ni siquiera se molestaba en crear excusas para explicar su ausencia, pero seguía dejando un sobre lleno de dinero todos los domingos, en la mesada de la cocina. Yo me encargaba de utilizarlo solo para lo que era indispensable y, aun así, después de descubrir el origen de aquellos billetes, sentía asco cada vez que debía ir al supermercado a reponer la comida de los estantes, como si fuese una criminal encubierta.

Jonas me había dado un gran abrazo cuando me vio bajar del autobús de la escuela, envuelta por la sudadera de Peter y con un moretón que no había visto antes en mi mandíbula. A partir de ese día, luego de que caímos abrazados y dormidos en el sofá, había evitado hablarle, y él parecía haber entendido mi mensaje.

No me quedaba otra opción más que responderle, y la verdad es que, por mucho que quisiera no hacerlo, necesitaba hablarle.

Le di una última mirada al trío de llameantes marcas que subían por mi clavícula —la segunda y la tercera habiendo aparecido aquella misma mañana, convirtiéndose en la principal razón por la que fingí estar enferma para poder faltar a la escuela—, las cuales se mezclaban con los restos de algunos moretones. Me vestí en un abrir y cerrar de ojos, remojé mi rostro con agua fría y, tomando una bocanada de aire, abrí la puerta.

—Llamó una chica —murmuró Jonas con un reconocible matiz de incomodidad—. Preguntó por ti, supongo que era una de tus amigas, pero no sé quién. ¿Liz? Creo que así se llamaba.

Asentí acompañada de la expresión más seria que pude esbozar. No me esperaba que Liz Allan fuera la autora de la llamada, pero no pude evitar sentirme gratamente sorprendida.

—Estoy preocupado por ti —añadió con firmeza, observándome de arriba a abajo una vez se dio cuenta de que no planeaba responder—. No me preguntas nada, no me dices qué te pasa... —Sus facciones se ensombrecieron—. Casi mueres, niña. Háblame.

—Lo sé —murmuré—. Sé que estás preocupado —continué, percatándome de que Jonas quería que siguiese hablando—. Pero aprendí a cuidarme sola cuando decidiste convertirte en un criminal.

Mis palabras sonaban casi ensayadas, pero salían con la mayor crudeza y sinceridad del mundo.

Intenté alejarme al sentir que un nudo se formaba en mi garganta, apretándola hasta que un par de lágrimas imaginarias se acumularan en mis ojos. No obstante, Jonas apoyó sus manos en mis hombros, deteniéndome.

Noté que había perdido las esperanzas de intentar recuperarme. Lo comprendí; le estaba poniendo difícil la oportunidad de disculparse, pero debía entender que básicamente me había traicionado. Se convirtió en un criminal sabiendo que yo luchaba precisamente a favor de la justicia. Había abandonado a su familia, a Riley, a mí, y todo por algo tan vacío como el dinero.

«¿Qué sucedió entre nosotros?», me pregunté; una dosis de nostalgia embarrándose en mis labios. «¿Qué pasó con mi hermano?».

—Si pudiera volver atrás, lo haría. Pero no puedo, Rae. Estoy atrapado en esto, y necesito que tú no termines igual, ¿de acuerdo? —Tragué en seco. Me fijé en sus párpados caídos, en la irritación de sus ojos y en lo descuidada que estaba su barba. Quise abrazarlo, pero el orgullo ganó la batalla—. Mi jefe sabe quién eres, sabe que tienes una idea de lo que estamos haciendo, y aun así te está dando una oportunidad de seguir adelante como si nada hubiera pasado. Una, niña; una sola oportunidad. —Relamió sus labios, los cuales comenzaban a temblar, y separó sus manos de mis hombros al darse cuenta de que ya no planeaba escapar—. Lo del Monumento Washington... Mi jefe es consciente de que tuvo algo que ver con lo de nuestras armas. También sabe que estuviese ahí, pero no va a tomar medidas si dejas de involucrarte.

» Tienes que alejarte de todo esto antes de que cambie de opinión. Y... —Tomó una breve para recuperar el aliento—. Y eras la Chica Fuego, ¿no? Entonces dile a tu compañero que deje de entrometerse antes de que te arrastre en todo este asunto, por su bien y por el tuyo.

Quedé pasmada por los próximos segundos. Analicé a Jonás una vez más. Entendía que quería protegerme, pero él no sabía —y nunca, jamás, se lo diría— que quien estaba detrás de la máscara del Hombre Araña era Peter Parker, y que detenerlo sería tan inútil como intentar domar a un animal salvaje y hambriento; en este caso, de justicia.

Y aunque había comenzado a creer que lo correcto era que Peter hiciera lo que tanto quería, que detuviese a los criminales y demostrase que podía ser algo más que el amigable héroe del vecindario, también quería conservar a mi hermano, y no podía permitir que nadie lo delatase.

—No me voy a involucrar, Jonas. No quiero involucrarme —aseguré; la segunda vez con más convicción que la primera—. Sé que no soy la víctima, sé qué hay muchos que están en situaciones peores que la mía, pero... mientras estuviste aquí, he tenido que aguantar mucha mierda. Y el tiempo no se detiene, hermano. —Reí sin una pizca de gracia, dibujando una mueca melancólica mientras recordaba los días en los que todo era más fácil, cuando no tenía un monstruo de fuego pisándome los talones—. Recuerda que ahora tengo que guardar tu secreto porque Riley y yo no podemos perderte, no porque te apoye.

» Y no debería, porque prácticamente me ignoraste después de que te hablé de esto, de mis poderes, aún sabiendo que casi pierdo las piernas días antes y en otro maldito continente, —Dejé que una pequeña llama levitara en mi mano derecha solo para ver su reacción. Como me lo esperaba, Jonas dio un par de pasos hacia atrás, asustado y haciendo que mi corazón se rompiera. Me forcé a proseguir sin reparar en lo débil que se hallaba mi voz—, pero eres más que mi hermano: eres bueno, inteligente, y me hacías feliz cuando estabas en casa, sin importar cuánto dinero ganaras.

Jonas me miró con una expresión rota pero agradecida. Y, sin embargo, aunque intenté rogárselo con mis propios ojos, no pronunció el "perdón" que yo necesitaba.

—Te quiero, niña.

Le dediqué una sonrisa falsa y fui a mi habitación con un último asentimiento de cabeza. Mi lengua exigía que le diera una respuesta, pero sus palabras no valdrían nada si jamás volvía a demostrarme que eran ciertas.

Y luego me embargó la culpa, pues sabía que después de aquella conversación jamás tendría la voluntad de confesarle a Peter lo que sabía sobre el asunto de las armas.

Pero, ¿debía sentirme así? ¿Quién gana entre un ser querido y la justicia? ¿El deseo de proteger a tu familia, o de sacarte la verdad del pecho?

¿Qué elegiría Peter? ¿Salvar a Jonas a pesar de que eso significase quebrantar su moral como el Hombre Araña? ¿O delatarlo ante las autoridades aún cuando eso terminara de destruir a mi pequeña familia?

Sabía bien que temía la respuesta, pero no tenía ni idea de que ésta pudiera terminar destruyéndonos.

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❮ 𝗡𝗢𝗧𝗔 𝗗𝗘 𝗔𝗨𝗧𝗢𝗥𝗔❯
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Linduras, quiero mandarles besos y abrazos, pero estoy enfadada JAJJAJAJA

Pues si todavía no se han enterado, aparentemente Spider-Man ya no formará parte del UCM debido a que Sony y Disney no entablaron un acuerdo. Supuestamente, Jon Watts planea hacer dos películas más con Tom Holland fuera del UCM si esta decisión se mantiene, aunque estoy segura de que será extremadamente difícil lograr algo similar a lo que han hecho antes si ni siquiera podrán hacer referencias a temas de Marvel (como la muerte de Tony Stark, por ejemplo, o incluso todo el asunto del chasquido de Thanos).

VAN A QUEDAR DEMASIADOS CABOS SUELTOS. QUIERO DEMANDAR A ALGUIEN, AH.

Pero reír para no llorar, ¿no? Quizás este asunto se arregle (al parecer puede que estén intentando llegar a otro acuerdo). Tal vez Sony y Disney se den cuenta de que metieron la pata y que nadie está de acuerdo con su decisión.
(O Disney terminará comprando Sony, eso es lo único que les falta xd)

En fin, pobre Tom, estaba tan feliz de formar parte del UCM y se lo arrebataron tanto a él como al resto de actores de esta entrega de Spider-Man por unos cuantos millones de dólares... es triste, pero mejor no arruinarles el día, así que ya me callo (:

Estoy devastada, y estoy segura que tanto Tom como el resto de sus fans también lo están.

Este capítulo está dedicado a fakepeeves, cuyos comentarios me han sacado bastantes risas desde que comenzó a leer esta historia. Muchas gracias por todo tu apoyo, cielo; créeme cuando te digo que leo todo lo que comentas, pero apenas tengo tiempo para escribir los capítulos, por lo que no he podido responder muchos comentarios ):

¿Qué opinan sobre este capítulo? ¿Les ha gustado? Quizás un poco aburrido: menos diálogo y más drama, pero para este punto será muy difícil aligerar el ambiente si Flammae sigue detrás de Peter y Rae. Además, todo el asunto de los "secretos" empeora la situación.
Espero que siempre tomen en cuenta que la relación de Pae estaba caracterizada por la decisión de contárselo todo: así empezaron, confiándose sus más profundos secretos en una azotea aun cuando ni siquiera se conocían, así que cualquier mentira o dato oculto es un gran "pecado" para ellos lol.

Y una última pregunta, solo para matar la curiosidad. ¿Alguna vez han leído un fanfic de Peter Parker parecido a este? ¿Quizás una especie de plagio o algo accidentalmente similar? No busco que mencionen el nombre de las obras ni de los autores que se les vengan a la mente (por favor, no lo hagan. Ellos ya se darán cuenta de que apropiarse de un trabajo ajeno es vergonzoso, y no quiero hacerlos pasar un mal rato), pero sería gracioso leer sobre alguna trama que quizás esté inspirada en «Superstition» jeje.

¡Eso es todo por hoy! ¡Espero que hayan disfrutado del capítulo! No olviden dejar sus votos y comentarios; ustedes son los que me inspiran a seguir escribiendo.

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