
━ chapter twenty: perfection
༻ 𝐂𝐀𝐏𝐈́𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐕𝐄𝐈𝐍𝐓𝐄 ༺
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' PERFECCIÓN '
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AUNQUE JAMÁS LO CREYÓ POSIBLE, Peter Parker había logrado ponerle un rostro de carne y hueso a la perfección.
La tía May siempre había sido una mujer muy romántica. De vez en cuando, Peter tenía que escucharla vomitar discursos sobre lo maravilloso que era el amor mientras que Ben Parker reía desde la cocina, luchando por reparar el desastre que su esposa causaba cuando intentaba hornear sus galletas preferidas. Sin embargo, aunque May le aseguraba que las princesas sí existían —en especial para príncipes azules como él—, siempre le había advertido que no tuviera estándares demasiado elevados.
"Lo peor que puedes hacer es buscar la perfección en tu pareja, Pete", suspiraba May, con Ben abrazándole de la cintura y Peter dibujando una mueca de asco; por aquel entonces no le interesaba nada que tuviera que ver con las niñas, pero su tía no parecía entender aquello. "Busca a alguien que te complemente, que te cuide, y tú solo querrás hacer lo mismo con esa persona. Así encontrarás la verdadera perfección, ¿cierto, Ben?".
Claro que, como el inmaduro muchacho que era, lo primero que hizo Peter cuando comenzaron a gustarle las chicas fue apegarse a estándares surrealistas, y quien más encajó con su superficial fantasía había sido Liz Allan.
Pero luego fue picado por una araña radiactiva, escapó de casa con el corazón en la garganta y subió a la azotea más apetecible que encontró. Y lo demás... todo lo demás, incluso con el estremecedor frío que atacaba a Queens aquella madrugada, parecía un hermoso sueño.
«¿Cómo no creerla perfecta?», se preguntaba Peter día tras día, mirando a Rae desde la distancia.
Desde el más puro de los corazones, atravesando la cumbre de sus momentos más vulnerables y llegando hasta una inmensa valentía que él mismo deseaba poseer, le encantaba todo acerca de ella. Las mejillas regordetas, los gestos nerviosos, el mar de pestañas que le acariciaba los pómulos cuando reía...
Y las sonrisas... oh, Dios, ni hablar de sus sonrisas: las que le dedicaba a él y solo a él, con esos labios que, tal y como un par de pétalos de rosa, podían acariciarle hasta dejarlo profundamente dormido.
Rae era su mundo; su universo entero. Le sacudió el suelo, arrasó con sus expectativas, con sus estándares, y Peter llegó a la conclusión de que la presencia de aquella chica le había permitido comprender —de la manera más inocente, pura y, tal vez, ingenua— muchos de los románticos enigmas de May.
—¿Espiarla? Claro que no la estás espiando, Peter —murmuró para sus adentros, ajustando la máscara de su traje antes de dar un salto hacia el edificio más cercano—. Solo... solo la seguiste para asegurarte de que llegase bien a casa, nada fuera de lo normal.
«¿A quién engaño? Parezco un acosador».
Aunque su mente le decía que no estaba haciendo lo correcto, intentó convencerse una vez más de que sus sentidos arácnidos debían ir por delante de su consciencia. ¿Cómo pretendía Rae que la dejase volver a casa sola después de lo que le había sucedido minutos atrás? Flammae andaba suelto por las calles, eran altas horas de la noche y acababan de tener su segundo beso; por más que Peter hubiese aceptado que ella regresase sola a su departamento —a regañadientes, cabe destacar—, su corazón insistía en que no debía descuidarla, o quizás no estaba preparado para separarse de ella justo cuando su relación parecía estar progresando.
Solo quería protegerla. Después de todo lo que Rae había tenido que pasar, a Peter le aterraba que algo terminase destruyéndola. Estaba dispuesto a hacer lo que fuese para evitarlo, incluso si eso le costaba una buena bronca por parte de su tía.
Pero cuando arribó a la humilde residencia donde vivían los Williams, no supo decir si hubiese sido mejor el haber tomado su propia vía a casa.
Alguien más parecía estar cuidando de Rae.
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Los ánimos de Rae eran completamente contrarios a los del ambiente que la rodeaba. A pesar de que ni siquiera el cielo nocturno era capaz de asomarse a través de la espesa cortina de niebla, la castaña juraba escuchar melodías en el aire. Estaba feliz, se sentía plena, y se permitió ser egoísta por tan solo un momento.
¿Por qué siempre debía preocuparse por un nuevo problema? ¿Por qué tenía que amanecer con el pensamiento de que su vida pendía de un hilo, que sus extremos estaban sujetos por Elissa Monroe y que temía que ella simplemente los soltara?
Quería sentirse como una adolescente normal, definir los límites de lo que era el amor joven junto a Peter Parker y recuperar a su hermano, por más peligro que corriese su vida; nadie podía atreverse a culparla por ello.
Estando apunto de comenzar a bailar por las solitarias calles junto al torpe tararear de las estrellas, llegó a su hogar. Rogó que el señor Delmar estuviese bien, y quiso reír con ternura al recordar lo preocupado que se veía Peter al entender que Rae no pararía de exigirle hasta que él accediera a dejarla volver a casa a solas. Sin embargo, su buen humor se vio apagado justo cuando las llaves del edificio se trasladaron de su bolsillo a sus manos: se encontró, en el pequeño balcón de su departamento, con una escena que le heló la sangre.
Riley Williams se balanceaba en el barandal, acercándose cada vez más al amenazante vacío que separaba a la quinta planta del asfalto.
Intentó gritar, mas su voz se había esfumado con un suspiro tembloroso. Las llaves cayeron al suelo, la atmósfera adquirió un carácter pesado y sintió que todos sus órganos se precipitaban hasta sus pies en un golpe seco.
Riley se arrojó como un peso muerto. Rae gritó. La noche dio vueltas. Y luego, el cántico de la muerte hizo una pausa abrupta.
La niña cayó al suelo como un gato, elegante y audaz. Se incorporó con el más lento de los movimientos; primero subieron las piernas, el torso, el cuello y por último la cabeza.
Sus ojos se hallaban pintados por un par de ardientes llamas, incluso más vívidas que las que había visto pintadas en un par de ocasiones dentro de los iris de Elissa Monroe. Sus pupilas capturaban a Rae en un hostil enfoque y su rostro, a pesar de no mostrar expresión alguna, lucía como la más monstruosa de las máscaras.
—¿Riley?
No hubo respuesta.
—¿Riles? —Tragó en seco; no tenía caso seguir intentándolo—. ¿Her-hermana?
Un gruñido gutural surgió de su garganta. Sus manos se encendieron hasta que el fuego subió por sus antebrazos y Rae supo que, en aquel cascarón humano, ya no quedaban rastros de su pequeño demonio.
Riley dio el primer golpe, Rae cayó al suelo; todo se movía en cámara lenta.
«Riley, vuelve», se repetía, acurrucándose en una esquina. Tembló, confundida y asustada, porque sabía que no podría luchar contra su propia hermana.
«Por favor, regresa».
Y a pesar de haberse sentido eterna, la pesadilla finalmente llegó a su fin.
El corazón de Rae le hizo pensar que había sido Peter Parker quien la había salvado, pero sus ojos le mostraron que Adler Wolff, el chico nuevo, había sido el encargado de empapar a Riley con un misterioso rayo de agua proveniente de sus propias manos, apagando las invencibles llamas de sus manos y haciéndola caer exhausta en los brazos de su hermana.
—¿Rae? —murmuró Riley sin aliento, tiritando del frío y aferrándose a la castaña. Soltó un quejido mezclado con un sollozo y posó una mano sobre su pecho—. Me duele...
—Estás bien. —Rae besó su cabeza, intentando calmar el ritmo de su respiración para no alterar más a Riley—. Lo siento mucho... estarás bien. Lo siento, lo siento−
—He de decir que jamás creí encontrarte de nuevo, Williams. Después de todo, te desvaneciste de Brooklyn sin dejar rastro. —El acento alemán que Adler había fingido al llegar a Midtown desapareció por completo. Rae se encontró con el mismo joven amargado que solía mirarla despectivamente cuando estudiaban juntos, solo que esta vez portaba una mirada mucho más cristalina, abrumadora y sobrenatural, pero a la vez más suave—. ¿Tienes idea del problema en el que te metiste, Chica Fuego?
—Desde hace meses, sí. —Bufó Rae desde el suelo. Juntó a Riley contra su pecho y ni siquiera se atrevió a preguntar cómo es que Adler conocía su mayor secreto; luego de lo que acababa de ver, juró que ya nada le sorprendía—. Pero al parecer sabes más que yo.
Adler se agachó a su altura: —Puedes dejar de aparentar que estás bien. Además, sé que no confías en mí; no hace falta que intentes asustarme, no lo estás logrando.
El mentón de Rae no dejó de sacudirse. Se mordió la lengua, maldiciéndose mentalmente por verse como una pequeña liebre asustadiza. Aún así, no dijo nada por un par de segundos; temía que Adler continuase decodificándola con cada palabra que soltara, y lo cierto era que él tenía razón: no le inspiraba nada de confianza.
—¿Quién eres realmente? —habló con hilo de voz.
—¿Importa? —«Claro que importa. Pareces ayudarme pero... no lo sé», pensó Rae—. Venga, abrázame. Luces tan dependiente que estoy seguro de que eso es lo que necesitas.
—Yo no soy depen−
—Tus manos no dicen lo mismo. Están temblando, necesitan aferrarse a algo. —Rae tragó en seco. Una vez más, Adler tenía razón—. Si quisiera hacerte daño hubiese dejado que tu hermanita lo hiciera sola. Solo ven aquí.
Frunció el ceño. Sujetó con más fuerza a Riley. Adler no le agradaba, para nada, pero lo cierto era que necesitaba sentirse a salvo.
Y finalmente lo abrazó, acomadando a Riley entre ambos.
Por más que luchó para conseguirlo, el efecto no fue satisfactorio. Las manos de Adler eran frías, su aura se sentía maligna y no pudo entrar en el calor que tanto añoraba. Simplemente no era Peter Parker, por más que cerrase los ojos para intentar imaginar lo contrario.
Sin embargo, Peter no se hallaba tan lejos como ella creía. Estaba a un par de metros de distancia, asomándose desde las escaleras de emergencias de uno de los edificios más cercanos.
Era una lástima que Peter se hubiese encontrado con la imagen de Rae sujetándose a alguien más como si su vida dependiese de ello. ¿Tendría que haberla acompañado a casa? ¿Había tardado demasiado en seguirle el paso?
Solo se quedó observando, preguntándose qué demonios había sucedido y siendo incapaz de ver el cuadro completo. Su desarrollado campo de visión le permitió ver a una Riley inconsciente acurrucada entre Adler y Rae, pero parecía demasiado cegado por la molestia como para deducir que algo estaba realmente mal.
No supo por qué, pero se sentía extremadamente dolido; ni siquiera su máscara le daba el valor suficiente para acercarse a ahondar en la escena. Los celos eran demasiado fuertes para alguien que jamás los había experimentado antes.
Solo tomó su teléfono, buscó el contacto de Rae y presionó un par de teclas en la pantalla.
"¿Puedes venir a mi casa? Le diré a May que pase a buscarte."
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Rae se obligó a tragar un par de palomitas, las cuales cayeron como un saco de rocas en su estómago. Su garganta le reclamó por la intensidad de la exagerada cantidad de sal que, por accidente, Peter había vertido en el cuenco, y el esófago se le retorció como una serpiente. Su organismo no estaba listo para comer después de lo que había sucedido con Riley minutos atrás, y mucho menos con la tensión que había en la pequeña sala de estar de los Parker.
Miró de reojo a Peter, quien jugueteaba con sus dedos mientras veía la pantalla del televisor. Aunque parecía atento, ninguna de las escenas de la película que habían reproducido eran procesadas por la mente del chico.
—Entonces... —murmuró Rae para intentar apaciguar la incomodidad del ambiente—. Ned sabe que eres el Hombre Araña.
Por primera vez desde que habían llegado a su departamento, Peter le dirigió una mirada.
Asintió con lentitud, claramente incómodo: —Así es.
—Y... ¿sabe que soy la Chica Fuego?
—Oh– no, no, no... pensé que no querías que le dijese nada, así que... no lo hice.
Rae suspiró. Llevó otro puñado de palomitas a su boca. Intentó concentrarse en la película, pero no tenía caso.
Cuando el mensaje que le había enviado Peter hacía casi una hora atrás se había mostrado en la pantalla de su teléfono, Rae supo inmediatamente que algo andaba mal. No era una costumbre suya el escribirle; por lo general, el chico solía llamarla hasta para decirle el más corto y tonto de los comentarios, y el que no lo hubiera hecho en aquella ocasión se le antojaba... extraño. Sin embargo, con todo lo que acababa de pasar, no hubo lugar en su cabeza para preguntarle a Peter qué le sucedía.
Claro que aceptó la invitación en menos de un dos por tres. Por más que fuese un golpe bajo para su orgullo, no quería pasar la noche sola por miedo a que el traumático episodio con Riley se repitiese, sobre todo tomando en cuenta que hacía semanas que Jonas no volvía a casa gracias a su nuevo —y, para Rae, sospechoso— trabajo.
Así fue como May pasó a recoger a ambas Williams en su auto, llevándolas a su restaurante tailandés favorito. Peter las esperaba en el local y, cuando saludó a Rae con un incómodo ademán y abrazó a Riley con menos fuerza de la normal, la preocupación de la castaña aumentó de manera descomunal.
Después de una tensa cena y un enfrentamiento por parte de May acerca de la recurrente distracción de su sobrino, habían regresado a la residencia de los Parker. Riley había caído muerta del sueño sobre la cama de Peter, May se disponía a hacer lo mismo y Rae intentaba no darle vueltas a la cabeza.
Por su parte... Peter se sentía estúpido, no sabía qué le estaba pasando. ¿Era tan cobarde que tuvo que pedirle a May que pasase a buscar a Rae solo porque era incapaz de enfrentarla sin preguntarle el porqué de su encuentro con Adler?
La quería cerca, pero al mismo tiempo le costaba mirarla. Además, justo después de que Ned descubriese su mayor secreto, sus pensamientos lo distraían con incluso más ímpetu que antes.
—Oye, Peter... —habló Rae después de que el silencio volviese a instalarse entre ambos. Tomó el control remoto para apagar la televisión y dejó el cuenco de palomitas a un lado mientras giraba hacia Peter sobre el sofá— ¿Qué te sucede?
—¿A mí? ¿Sucederme algo? —Bufó, mirando a Rae como si estuviese loca. Ella enarcó una ceja con escepticismo; Peter suspiró—. Está bien, está bien, te lo diré—Elevó las manos para señalar su inocencia. Separó sus ojos de Rae mientas se aclaraba la garganta, incómodo—. Te vi abrazando al chico nuevo en el... en el callejón de tu edificio y–
—¿Me estabas siguiendo, Par–
—En mi defensa, fue el Hombre Araña quien te estaba siguiendo, no yo. —Rae puso los ojos en blanco a la par que intentaba contener una sonrisa. Le asestó un suave empujón que le sacó un baja risa a Peter—. Escucha, lo siento ¿sí? Es solo que... luego de lo que sucedió en el banco y con todo lo que has pasado yo... —Se revolvió el cabello con más brusquedad de la que quería emplear—. No quería dejarte sola.
A pesar de haber dudado en un principio, Rae terminó posando su mano sobre la espalda de Peter, acariciándola con suavidad.
—Sabes que siempre estaré agradecida por ello, pero puedo protegerme por mí misma. —Titubeó, separándose de él. Llevó sus rodillas hacia su pecho y las abrazó con fuerza—. O eso se suponía, al menos.
Peter frunció el ceño. Se acercó un poco a ella, pero no demasiado; lucía... asustada, confundida.
—¿Qué sucedió, Rae?
—Riley —murmuró contra sus rodillas—. Llegué a casa y... ella solo se arrojó del balcón, cayó al suelo pero ya no era la misma.
» Te juro que vi a Flammae reflejado en ella. Intentó atacarme y no pude hacer nada. Ahí fue cuando llegó Adler; también tiene poderes, Pete, solo que al parecer lo suyo es el agua, no el fuego.
—¿Agua? Agua como en... ¿Aquaman o algo así? —Rae asintió mientras intentaba calmar el ritmo de su respiración. Los ojos de Peter se abrieron como platos—. Y entonces él trajo devuelta a Riley, ¿no? —La chica volvió a asentir—. Parece haber sido lo mismo que te sucedió en el banco, tampoco eras tú misma; de seguro fue Fla–
—¿Podemos no pensar en quién o qué fue? —le interrumpió. Las teorías que se había montado Peter en menos de un segundo tomaron una inmediata pausa mientras él asentía, deslizándose aún más cerca de la chica—. Hablemos de... otra cosa.
—Bien. Me parece bien.
Peter suspiró. Pasó las palmas de sus manos sobre la tela de su pantalón de pijama al sentirlas un poco húmedas, maldiciendo mentalmente al sudor y, sobre todo, a sus nervios.
Fue entonces cuando un súbito rayo de confianza lo azotó, batiéndolo y sacudiendo sus hombros para que de una vez por todas hiciese la pregunta que llevaba meses rondando por su mente. Quizás era demasiado rápido, el momento no parecía ser el correcto pero, aunque detestaba pensarlo, ¿quién podría asegurarles que los recientes ataques de Flammae no serían una señal de que pronto podría acabar con Rae?
No, Peter jamás lo permitiría. Sin embargo... las películas románticas que Ned y May tanto amaban le habían enseñado que lo que haría era lo correcto.
—¿Rae? —Ella giró a verlo. Una parte de él se arrepintió por lo que iba a preguntarle, pero la otra le dijo que era momento de tomar la iniciativa—. ¿Qui-quieres ser mi novia?
Todo pareció congelarse por un instante. Rae no supo cómo reaccionar, con la pregunta latiendo en sus oídos como un desconocido eco. Aún así, no tardó en abalanzarse sobre Peter con una gran sonrisa en el rostro, abrazándolo con todas las fuerzas que tenía mientras sentía que el corazón se le saldría del pecho, listo para volar por todo el departamento.
Peter rió. Rae le siguió. Ambos sabían cuál era la respuesta.
No importaba nada. No importaba nadie. ¿Quién era Adler? ¿Quién era Flammae? Solo eran adolescentes normales, experimentando y queriéndose mientras intentaban escapar de los problemas.
—Vamos a despertar a May y a Riley si no bajamos la voz —masculló Peter en el oído de Rae. La sujetó con más fuerzas; aún no podía creer que por fin fuese su novia, ni mucho menos el que se hubiese atrevido a preguntárselo—. Esto es... raro.
—¿No recuerdas lo que me dijiste una vez? —Rae se separó un par de centímetros para poder tomar el rostro de Peter entre sus manos. Ambos tenían las mejillas sonrosadas y la euforia se comenzaba a transformar en vergüenza; aún así, no se soltaron—. Somos raros, Pete.
» Oh, y algo más. No tienes que estar celoso jamás, y mucho menos por Adler. Él solo me estaba ayudando.
Peter gruñó ante la mirada acusadora y divertida de Rae: —Lo sé... lo siento.
Volvieron a abrazarse, esta vez con más calma y ternura. Peter acarició la cintura de Rae por sobre la tela de la sudadera que le había prestado para dormir y, por su parte, ella se perdió en los desordenados cabellos del chico.
Y mientras Peter y Rae conocían lo que era la verdadera perfección, Elissa Monroe marcó el número de Parker una y otra vez. El teléfono de Peter vibró, vibró de nuevo, y volvió a hacerlo por los próximos quince minutos. Sin embargo, se hallaba silenciado sobre la mesa de noche de su habitación.
Elissa debía decirle algo importante, porque Flammae estaba cada vez más cerca y su presencia no era la única amenaza con la que tendrían que enfrentarse a partir de entonces.
Les urgía hacer un cambio de planes, porque Elissa no duraría mucho tiempo más, y la responsabilidad de su misión tendría que pasar completamente a las manos de Peter Parker y, para su sorpresa, incluso a las de Rae Williams.
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—¿Adler?
—¿Sí, Elissa?
—Vete de aquí.
—¿Por qué dices eso, bonita? —Una tétrica pausa se instaló en el ambiente—. Estoy aquí para mantener el equilibrio. ¿No es eso lo que hacemos los de mi raza? Acabar con los problemas que ustedes causan.
» Solo tengo que ajustar la balanza; últimamente tu amo la ha estado inclinando demasiado hacia el caos. —Sonrió, casi como si le hiciese gracia todo el asunto—. Oh no, no pongas esa cara. Ni siquiera tienes idea de lo que se viene en un futuro.
Silencio. Terror. Elissa retrocedió; Adler solo se acercó.
—Solo te daré una pista —continuó—, Gemas del Infinito.
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❮ 𝗡𝗢𝗧𝗔 𝗗𝗘 𝗔𝗨𝗧𝗢𝗥𝗔❯
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¡Hola, lectores! ¿Cómo están el día de hoy?
Juro que pensé que jamás podría volver a escribir eso. Los extrañaba muchísimo a todos ustedes (':
El día de hoy, después de semanas sin poder escribir, les traigo un capítulo un poco más suave, como una especie de relleno. Siento que esta historia se estaba enfocando demasiado en la parte sobrenatural y estuve dejando de lado a la relación de Peter de Rae, así que combiné ambas cosas; Pae necesitaba su momento, creo yo, y espero que ustedes opinen lo mismo xd
El capítulo de hoy está dedicado a IkOzAlon, una nueva lectora a la que no he podido agradecer entre todo lo que ha sucedido en las últimas semanas. Muchísimas gracias por todo, cielo; desde los comentarios hasta los votos < 3
En fin... quizás se preguntarán el por qué de mi completa ausencia en Wattpad en estas últimas semanas, y es que llegué a pensar en cerrar esta cuenta por completo.
La verdad es que no había tenido tiempo de tocar esta plataforma ni de escribir de ninguna manera; la escuela y demás cosas me tienen prácticamente atada de manos. Además, sumándole el hecho de que el capítulo anterior tuvo mucho menos apoyo del normal (lo cual ahora comprendo completamente: empezaron las clases y tardé en actualizar, es lógico que muchos de ustedes no tengan tiempo de leer), comencé a replantearme si esta historia en verdad era un buen aporte para la comunidad. Sin embargo, estoy de vuelta, con la única noticia de que las actualizaciones serán más lentas a partir de ahora; si antes actualizaba cada una o dos semanas, ahora actualizaré cada tres seguramente ):
En cuanto a mis otros proyectos, intentaré ponerlos en marcha cuanto antes. Siento mucho a las personas que hayan hecho un pedido en mi libro de OS y no los he entregado; estoy haciendo lo posible por completar todo, lo prometo, aunque «Superstition» sea mi prioridad. ♡
En cuanto a sus comentarios: ¡siento mucho no haberlos respondido! Los leí, créanme, pero no he encontrado el momento idóneo para responderlos; me suelo tirar horas haciéndolo, así que no he tenido tiempo de responder nada ):
Solo quiero agradecerles desde lo más profundo de mi corazón, tanto a los viejos como a los nuevos lectores. En serio, gracias por seguir aquí.
Creo que eso es todo lo que tenía que comentarles... este capítulo me ha parecido un tanto tedioso y aburrido, pero estoy despertando a mi mente y a mis dedos poco a poco para mejorar la calidad de los capítulos, aunque creo que mis capacidades de escritura están empeorando. Solo espero que lo hayan disfrutado ¡!
Pregunta: ¿Alguien puede reconocer de, entre tantos miedos que tienen, los principales temores de Peter y Rae? ¿Cuáles son sus propios miedos, lectores?
Me encantará leer las respuestas. ♡
PD: Antes de que me digan algo... no, no estoy de acuerdo con los celos, ni con los de Peter ni con los de nadie. Peter y Rae se conocen bien y confían en el otro más que en nadie en el mundo, se supone que si es así algo tan tóxico como pueden llegar a ser los celos no debería existir entre ambos. Aún así, Peter es un niño, hizo una mala interpretación de las cosas, se está adentrando en un área que desconoce y cometió un error que Rae supo perdonar, fin.
Y, ¿quién sabe? Quizás vuelva a sucederle en un futuro (;
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