━ chapter twenty one: trust
༻ 𝐂𝐀𝐏𝐈́𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐕𝐄𝐈𝐍𝐓𝐈𝐔𝐍𝐎 ༺
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' CONFIANZA '
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MIENTRAS REMOJABA MI ROSTRO con el agua del grifo, sentía que flotaba. Me paseaba por un campo de nubes, esponjosas y suaves, coloreadas de un tono rosa que jamás me había gustado antes, pero que ahora disfrutaba sobremanera. Ni si quiera el gélido contacto de aquel líquido contra mi piel había bastado para apaciguar el exorbitante calor que torturaba a mis sonrojadas mejillas, y mucho menos a la sonrisa tonta que apresaba a mis comisuras desde la noche anterior.
Había estado así toda la mañana: sumergida en algún tipo de droga íntimamente relacionada con mi corazón y mis hormonas, la cual hacía que las palmas de las manos me sudaran cada vez que pensaba en Peter Parker y que me comportara como una niña, tonta y enamorada.
A pesar de ello, había una minúscula pero molesta mota de polvo levitando en mi burbuja de pureza, irrumpiendo en mi euforia y sacándome de quicio. Deduje, apoyando las manos en los costados del lavamanos y mirándome en el espejo sin reparar en la docena de chicas que se cambiaban en la parte trasera del vestuario, que la vida siempre hallaría la forma de balancear lo bueno y lo malo.
Apenas me atreví a sacar mi celular del bolsillo de mi chándal de Educación Física para comprobar, discretamente, si Jonas había respondido a los cientos de mensajes que le estuve enviando desde la noche anterior. «Ni siquiera una llamada devuelta» , bufé, escondiendo el aparato con rapidez para después obligarme a tragar el nudo en mi garganta.
—Dame eso. —Intenté rechistar en cuanto sentí una mano arrancando mi teléfono de mi bolsillo. No pude pronunciar palabra alguna al encontrarme con los apagados ojos de Michelle Jones—. Llevas todo el día revisando tu maldito teléfono. Creo que hasta el director te vio sacándolo en pleno pasillo, tienes suerte de que no te lo haya confiscado.
Suspiré con pesadez. Estaba cansada de fingir; sin embargo, la pequeña y falsa sonrisa que dibujé en mi rostro decía todo lo contrario.
—No es nada importante, de veras...
—Nunca te pregunté que sucedía. —Apreté los labios con una pizca de vergüenza—. Aunque en realidad no me dijiste nada; estás mintiendo.
—¿Y entonces por qué demonios me quitas mi telé−
—¿Acaso esperabas un mensaje de, no lo sé, tal vez Parker? —Su repentino interés en el tema me hizo mirarla con una mezcla de curiosidad y sorpresa. No me pasó por alto el ligero tinte carmesí que cubrió a sus mejillas mientras se aclaraba la garganta—. ¿Crees que no los vi sujetos de la mano cuando entraron al aula de Historia? Diría que me dio asco, pero me esperaba que lo de ustedes dos se hiciera real después de tanto tiempo.
La observé con detenimiento para intentar descifrar lo que pasaba por su cabeza. Lastimosamente, no era demasiado buena leyendo sus expresiones.
Lo que realmente sucedía no estaba relacionado de ninguna manera con las necesidades de mi corazón. Eran Jonas y su repentina desaparición quienes me habían estado taladrando la cabeza durante las últimas horas.
Por más que nuestra relación no fuese más que un fiasco, mi hermano siempre respondía mis mensajes. Nunca tardaba más de un minuto en contestarme, atendía mis llamadas por más tarde que fuese y los sobres con dinero que comenzó a dejar en mi mesa de noche desde que había conseguido su nuevo y misterioso trabajo jamás incumplían su aparición semanal. Ahora, justo cuando más necesitaba hablar con él, Jonas parecía haberse camuflado con el mismísimo polvo.
Estaba estresada, cualquiera podría notarlo. No podía sacarme de la cabeza lo que había sucedido con Riley y conmigo el día anterior. Aunque me había prometido jamás hablarle a Jonas de cosas relacionadas con mis poderes por el bien de la poca comunicación que nos quedaba, tampoco quería cometer el mismo error: tenía que hablar, contarle lo que merecía saber, pudiese o no pudiese ayudarme.
Si quería que Jonas me contase sobre lo que estaba haciendo en los últimos dos meses para obtener tanto dinero, entonces necesitaba demostrarle que yo sí confiaba en él.
—Oh, vaya —Noté que la sonrisa burlona de Michelle se quebró en una melancólica, mas tardó menos de un segundo en reponerla—. Así que... ahora lo sabes.
—Claro que lo sé. —Frunció el ceño—. Y no me mires así. No me obsesiona, solo soy observadora. —Masculló, cruzando sus brazos de manera defensiva.
«No la cuestiones», asentí con lentitud e intenté sonreírle de manera comprensiva. Apreciaba a Michelle, a las charlas sin rumbo que manteníamos de vez en cuando y a su cruda sinceridad, pero había aprendido a no juzgar su intrigante comportamiento.
«Enfócate en el problema, Rae; haz otra llamada, aún tienes tiempo antes de que el entrenador llegue al gimnasio».
O quizás no.
—¡Venga, señoritas! ¡No tengo todo el día! —chilló el profesor desde el exterior del vestuario—. ¡Mientras más tarden en salir, menor será mi paga!
Betty bufó, ajustando su perfecta coleta: —¿Cuánto apostamos a que no se dará cuenta si nos quedamos aquí?
—No lo sé, pero tampoco quiero averiguarlo —murmuró Liz. Su mirada se dirigió a mí cuando menos lo esperaba—. Hola, Rae. ¿Cómo estás?
«¿Me está hablando? ¿A mí?»
Lo que menos esperaba era volver a tener contacto con Liz Allan. Era consciente de que el día anterior había actuado de una manera extraña en casa de Betty, y era más que obvio que las había estado evadiendo para no confrontar el tema de la organización del Baile de Bienvenida.
Quizás no habían reparado en ello, o tal vez simplemente estaban empeñadas en demostrarme que existían almas que iban más allá de cualquier estereotipo de "chicas malas y populares" que me hubiese tatuado en mente desde que había adquirido criterio propio.
Era inesperado, y creía que nunca aprendería a reaccionar ante ello.
—Bien. —Aclaré mi garganta con incomodidad—. Eh, yo... no pude terminar el póster para el Baile y–
—No te preocupes. —Sonrió Liz con amabilidad. Otra apuñalada de sorpresa me tomó por desprevenida—. No te hablo por eso, Rae. Quería saber cómo estabas, de veras.
—Gracias, supongo...
—Pues... también quería decirte que va a haber una fiesta esta noche, en mi casa. Por supuesto que estás invitada. —Sus grandes y vibrantes ojos pasaron a Michelle. Se disculpó silenciosamente por no haberla notado antes—. Tú también eres bienvenida, Michelle.
Asentí sin pensarlo demasiado. Sin embargo, no tardé en maldecirme mentalmente por mi impulsividad.
Sin duda alguna, asistir a una fiesta mientras que un monstruo nos pisaba los talones a Riley y a mí no había sido mi más brillante idea.
—¿Así que ya dejaste de ser el fenómeno? —susurró MJ en mi oído; aquel último término dejando una molesta y ardiente sensación en la base de mis tímpanos—. No te preocupes, Williams, yo sigo pensando que eres algo fuera de este mundo.
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—Gracias, Capitán. —Mi vista quedó prendada en la pantalla del desgastado televisor, reproduciendo la voz del Capitán América una y otra vez—. Obviamente ahora es un criminal de guerra, pero ni modo; tengo que poner los vídeos, lo exige el gobierno. —Repentinamente, quise escapar de allí al sentir a mi estómago revolverse. El entrenador se encogió de hombros antes de soplar su silbato— ¡Inicien!
No supe muy bien cómo me levanté de las gradas. Piernas ligeramente temblorosas, piel pálida, placas de titanio rozando incómodamente contra mis huesos y la batalla de Berlín rebotando por cada rincón de mi mente; era una mezcla aterradora, poderosa, y había luchado día tras día para no tener que volver a experimentarla.
Hasta que vi el rostro de Steve Rogers en aquella patética propaganda, a pesar de que estuviese escondido detrás de un plástico guión y un ridículo traje, no me había percatado de lo mucho que había intentado reprimir su recuerdo.
¿Cómo estaría Steve? ¿Seguiría manteniendo aquella determinación que me demostró en el aeropuerto, o sus ideales habrían sucumbido ante la represión del gobierno?
—¿Te sientes bien?
Al elevar la vista del suelo, me encontré con los preocupados ojos de Peter Parker. Sus dedos tantearon los míos, los cuales residían tensos a mis costados, pero no se atrevió a sujetarlos por completo. Su simple presencia logró que todo mi cuerpo se relajara; la sensación cálida que me invadía cada vez que Peter me sostenía se expandió por cada una de mis células mientras mi mente volvía a dormitar en calma, dejando a las pesadillas en un rincón.
—Sí, sí. No te preocupes, Pete. —Le di un firme apretón a sus manos. Cuando intenté liberarme de su agarre, finalmente se atrevió a acercarse. Me sostuvo con un poco más de fuerza, sonriéndome con timidez y dulzura—. Recuerdos, eso es todo.
«Y Jonas», gritó mi mente, pero no dije nada. «Tu hermano, Flammae, el misterio en general».
—Hablando de recuerdos, —Por la ligera presión que surgió entre sus cejas, comprendí que Peter sabía que había algo más. Sin embargo, el castaño enderezó la espalda, su rostro adquirió una expresión confiada que solo aparecía cuando hablaba sobre su labor como el Hombre Araña y no pude hacer nada más que agradecerle silenciosamente por haber adivinado que necesitaba cambiar de tema—, ¿recuerdas cuando le robé su escudo al Capitán? —susurró en mi oído, como si fuese su secreto más preciado.
—Por supuesto que lo recuerdo. —Bufé con diversión—. Además, te escuché presumiéndole a Ned sobre ello. No podrías estar más orgulloso, ¿cierto, Parker?
—Me conoces bien.
La situación... la situación era simplemente hermosa. Nuestra nueva etiqueta se sentía perfecta; nuestra cercanía, aquella que había llegado a un nuevo nivel que jamás había pensado alcanzar junto a alguien más, era la pieza adecuada para complementar la relación de confianza que habíamos cultivado desde el día en que nos conocimos.
Aunque no éramos expertos, estábamos haciendo nuestro mayor esfuerzo. Peter intentaba tomar las riendas del asunto a pesar de que, en el fondo, podía percibir lo nervioso que se ponía cada vez que su mano decidía hacer algún tipo de contacto diferente conmigo. Por mi parte, solo trataba de llevar nuestro noviazgo con normalidad: algo había cambiado entre nosotros, sí, mas sabíamos que era así desde hacía muchísimo tiempo.
—¿Y tú cómo estás? —Miré nuestras manos entrelazadas, las cuales danzaban en un improvisado compás; atrás y adelante, atrás y adelante—. Te ves...
—¿Cansado? —completó por mí. Asentí; él suspiró de manera pesada—. Ned ha estado como loco ahora que sabe lo del Hombre Araña. Creo que nunca nadie me había hecho tantas preguntas desde que–
Y como se había hecho costumbre, alguien tuvo que llegar a interrumpirnos.
—¡Parker, Williams! —El entrenador sopló su silbato sin previo aviso, causando que Peter y yo nos separáramos de un salto—. Venga, a entrenar.
El castaño sonrió de manera inocente en dirección al hombre mientras rascaba su nuca: —Lo sen-sentimos mucho, entrenador. No volverá a... no volverá a ocurrir.
—No me pagan lo suficiente para que mis alumnos me restrieguen en la cara lo mucho que necesito una pareja. —murmuró para sí mismo—. No, nunca será suficiente...
✧✧✧
—Creo que mis tres serían... cama con Thor, boda con Iron Man y a la tumba con Hulk.
La voz de Betty se escuchaba como un eco lejano. Aunque había aceptado a participar de aquel pequeño juego en cuanto Betty me lo había ofrecido, se me había hecho imposible prestarle atención a los nombres que salían de sus labios. Mi mente se empeñó en emplear mi descanso en una cruzada misteriosa, donde Elissa Monroe y su deteriorado cuerpo eran los protagonistas.
Naturalmente, Elissa destacaba en las clases de Educación Física; no podía esperarse menos de una chica que había sido entrenada por la Viuda Negra. Sin embargo, las cosas habían tomado un cambio drástico desde hacía una semana atrás.
Cuando en un pasado Elissa siempre había sido capaz de rebasarme en las pruebas de velocidad, ahora ni siquiera podía mantenerme el paso. Lucía pálida, cansada, con los pantalones del uniforme bajando hasta sus lánguidas caderas con facilidad mientras que antes se ajustaban firmemente a su estilizada figura. El cabello pelirrojo se le adhería a la piel sudada, se tambaleaba cada vez que intentaba hacer una flexión y la mano le temblaba siempre que bebía de su botella de agua.
Por más extraño que pareciera, no podía esperar a hallar el momento correcto para hablar con ella. Flammae estaba atacando a alguien más que a mí y a Riley y, aunque fuese con distintas medidas, sabía que aquellas mortíferas profecías de las que le había hablado Elissa a Peter en un pasado estaban volviéndose realidad.
Y yo tenía que ver con ello.
—¿Y qué hay del tipo araña?
Ahí fue cuando finalmente salí de mi trance. La imagen de Peter usando su traje saltó en frente de mis ojos; no llevaba la máscara puesta, rizos castaños adhiriéndose a su frente y su manzana de Adán subiendo y bajando en contraste al diseño de su traje.
«¿Por qué eres tan... hermoso?», me pregunté, lanzándole una mirada de reojo al verdadero Peter, quien completaba su rutina de abdominales junto a Ned.
—Es el Hombre Araña —respondió Liz—. ¿Y vieron el vídeo de seguridad en YouTube? Peleó contra cuatro ladrones.
Betty puso los ojos en blanco:—Ay, no puede ser, esta quiere con el Hombre Araña.
Algo en la forma en la que Liz habló sobre el álter ego de Peter causó que una punzada de celos se instalara en mi estómago. Me encogí en mi lugar mientras presenciaba a sus bonitos ojos ser embelesados por pura admiración.
¿Acaso eso significaba que también querría algo con Peter? ¿Él aprovecharía la oportunidad y me dejaría por la chica que fue su amor platónico durante años?
«Cero celos» , me reprendí. «No seas ridícula. Peter te quiere ti, no a Liz y a sus largas piernas, a sus increíbles calificaciones o a su...»
—¿Y qué con la Chica Fuego? —Inmediatamente, deseché mis inseguridades y me enfoqué en las palabras de Jason—. Digo, también estuvo ahí durante el robo del banco así que−
—No lo sé, Jason, yo creo que ella podría llegar a ser peligrosa. Además, hacía meses que había desaparecido. —Me mordí la lengua para no defenderme ante el comentario de Betty—. ¿No les parece un poco extraño que llegue así, sin más? ¿Tú qué opinas, Rae?
Mi respiración se detuvo. Abrí la boca sin que ninguna palabra pudiese salir de mi garganta.
Y ahí fue cuando Liz, contra todos mis pronósticos, decidió salvarme.
—Volviendo a lo del Hombre Araña... —Solté un suspiro aliviado al escuchar su voz. Compartimos una mirada cómplice y un par de sonrisas, acompañadas de un agradecimiento silencioso—. No lo sé, yo−
—Uy, qué asco. ¡Claro que quieres con él!
—Debe ser un treintón.
—Ni siquiera le has visto la cara. ¿Y qué tal si estuviera quemado?
Liz puso una mano sobre su pecho:—No me importaría, lo amaría por la persona que es en su interior.
«¿Pero lo amarías tanto como yo?»
—¡Peter conoce al Hombre Araña!
El gimnasio fue consumido por un silencio sepulcral. Las palabras de Ned hicieron eco contra las paredes mientras mi rostro se congelaba y el de Peter empalidecía. A la par que los ojos del castaño me buscaban con preocupación, no pude evitar que mi mente se llenase de preguntas.
¿Acaso Ned quería que Peter tuviese una oportunidad de que Liz se fijase en él? ¿No sabía que Parker y yo habíamos comenzado una relación?
¿Peter le había contado a Ned sobre nosotros? ¿Le daba vergüenza decir que estaba saliendo conmigo? ¿O quizás era a mí a quien le había guardado el secreto porque aún, después de todo, solo tenía ojos para Liz Allan?
—Uh, no, no es cierto. Bueno...
—Ellos son amigos —insistió Ned con una sonrisa nerviosa.
—Claro, como el entrenador y el Capitán América.
La gran parte del alumnado rompió en carcajadas ante la sugerencia de Flash. Por mi parte, sentía que la sangre hervía entre mis venas; tuviese las dudas que tuviese, aquel imbécil estaba humillando a Peter en frente de todos, y con tantas emociones ardiendo en mi interior me supe incapaz de aguantar más de sus burlas.
—Tú cállate, idio–
—No tiene caso.
No supe cuándo ni cómo, pero Adler había llegado a detenerme mientras posaba una de sus gélidas manos sobre la cálida tela que cubría a mi hombro.
Me detuve en seco mientras Flash me sonreía con superioridad. Me sentía tan enojada, tan harta de todo lo que estaba sucediendo conmigo y con mis emociones aquel día, que no pude hacer más que fingir indiferencia ante la firme mirada con la que Peter analizó Adler y sentarme una vez más sobre las gradas.
—Lo conocí, sí, un par de veces.... —continuó Peter con distracción. Aún no separaba su mirada de Adler, y ahí fue cuando comencé a preocuparme—. Pero eso... fue por la pasantía en Stark nada más. —Suspiré con alivio en cuanto los hombros de Peter abandonaron su postura hostil y sus puños se relajaron a sus costados—. Y eso es algo de lo que no puedo hablar —gruñó en dirección a Ned.
—Qué loco, ¿no? —exclamó Flash—. Oye, deberían invitarlo a la fiesta de Liz, Williams y tú. Después de todo, —El chico giró a verme, señalándome con sorna—, tú también debes conocerlo; ya saben, los dos raritos y su pasantía en Stark.
No respondí. Intenté bloquear el molesto sonido de su voz. No quise mirar la expresión burlona en su rostro, ni mucho menos la gracia que le provocaba humillarnos a Peter y a mí.
Liz sonrío con una pizca de incomodidad: —Sí, um.... habrá fiesta en mi casa hoy, y obvio están invitados. Rae ya lo sabía.
Peter me observó con confusión: —¿Va a haber... fiesta?
—Sí, va a estar buena. —Flash se dirigió a mí—. Tienen que invitar a su amigo personal, el Hombre Araña.
—Está bien. —Liz enarcó una ceja—. Además, Peter está muy ocupado para ir a fiestas, así que... esperemos que al menos Rae pueda arrastrarlo consigo.
—No va a faltar, ¿verdad, Parker? —habló Elissa por primera vez desde que había comenzado el enfrentamiento. Aún con un rostro demacrado, su expresión retadora encontró la manera de dejarme sin palabras—. Y menos si es para ver a su chica usando un vestido. —Su mirada se dirigió a mí, dedicándome una de sus típicas sonrisas arrogantes.
Y justo cuando sentí que iba a explotar, el timbre resonó por toda la estancia, indicando el final de la clase.
Nadie siquiera contempló la idea de quedarse un rato más en el gimnasio; abandonaron el lugar de inmediato, incluso olvidando el pequeño encuentro entre Peter y Flash. Liz y Betty se despidieron de mí con un ademán amigable mientras que Anne las alcanzaba sin prestarme demasiada atención. Por su parte, Adler se alejó sin decirme nada más.
Observé a Peter recriminar a Ned por la situación en la que lo había puesto desde la distancia; sin embargo, no me atreví a acercarme por miedo a reprenderle con demasiada fiereza.
«Nota mental: el estrés, la inseguridad y la rabia no se mezclan bien», me dije mientras me fijaba en mis manos, las cuales temblaban por la carga de adrenalina.
—¡Liz quiere contigo! —Alcancé a oír a Ned. Apreté mis labios, tragándome la incomodidad—. Oye, eres un Vengador. Si alguien puede salir con una de última año, ese eres tú.
Peter suspiró. Yo suspiré. Me levanté de una vez por todas, y él se acercó a mí.
—Hay un problema en tu plan, Ned. —El castaño me cogió de la mano. Sus ojos se fundieron en los míos por un par de segundos más de los necesarios, como si estuviese asegurándome, con una simple mirada, que solo quería estar a mi lado: conmigo, conmigo y nadie más, y eso, combinado con los vagas siluetas que Peter trazaba sobre la piel de mi mano, me derritió por completo—. Rae y yo estamos saliendo.
Vaya. Aquello sonaba más extraño de lo que me esperaba, pero no me molestaba en lo absoluto.
La boca de Ned cayó abierta de par en par mientras sus ojos se trasladaban de mí a Peter de manera sucesiva. Mis mejillas se sonrojaron y las de mi novio no tardaron en copiarlas, perdiendo la poca confianza que había recolectado.
—¿Por qué no me lo dijiste antes, viejo? —preguntó Ned después de un par de segundos que se me antojaron eternos. Solté una pequeña carcajada—. ¡Por fin se lo dijiste! Al paso con el que ibas, comencé a pensar que en realidad nunca te había dejado de gustar Liz.
Peter fulminó a Ned con la mirada: —Creo que dijiste un poco de más, Ned. —habló entre dientes.
Sonreí; sonreí como si mi vida dependiese de ello. Mientras tanto, arrojé cada uno de mis brazos sobre los cuellos de Peter y Ned, envolviéndolos en un muy necesitado abrazo. Mi amigo, mi nuevo novio y yo; así era como tenía que ser, sin nadie que destruyese mi confianza y sin un monstruo en llamas que acechase cada uno de mis pasos.
—Te quiero —mumuró Peter contra mi coronilla, acariciando mi espalda a la par que palmeaba la de Ned. Nuestro amigo permaneció ajeno a nuestro pequeño y privado intercambio, pero eso no impidió que nos abrazase con más ímpetu.
Quise gritar por pura euforia, saltar por cada rincón de la escuela, responderle a Peter en todos los idiomas posibles y plantar un beso en cada parte de su rostro; sin embargo, me conformé con reír y brindarle una secreta caricia al cuello de mi novio.
Estábamos todos juntos, e incluso, gracias a ello, mis inseguridades parecieron desvanecerse por lo que restaba del día.
Y luego llegó la noche, y las cosas... las cosas cambiaron un poco.
✧✧✧
Usar una de las prendas de Liz Allan era una de las situaciones más abrumadoras con las que había tenido que enfrentarme. En cuanto la suave tela del vestido que me había prestado rozó las primeras partes de mi cuerpo, me convertí en una víctima de la claustrofobia.
Sentía que estaba arrancando mi propia piel, colocando a mi pesado saco de huesos dentro de un nuevo estuche que no terminaba de ajustarse a mis defectos y cicatrices: me mantenía en mi lugar, pero me llenaba de cientos de inseguridades.
A pesar de ser un vestido ligero y sencillo, parecía que me estaba asfixiando. Observaba mi reflejo, daba vueltas a partir de cada ángulo, pero solo me encontraba con un par de manos sofocándome lentamente y manteniendo un hostil agarre en la base de mi garganta.
Pero, aunque solo quería alejarme del espejo y escapar del monstruo que veía en mi reflejo, había algo más, incluso más turbio y aterrador, que me obligaba a enfocar la vista en otra de las partes de mi cuerpo.
Una extraña marca había aparecido en mi piel durante el transcurso de la noche. No supe cómo había llegado ahí, atravesando el comienzo de mi hombro y apenas asomándose por el cuello del vestido. Sin embargo, sabía que no era nada bueno.
Lucía como un rasguño, posiblemente ocasionado por una garra. Aún así, en vez de mostrarse como un rastro de carne viva, la herida estaba rodeada por lo que parecían cenizas —las cuales no podía remover de ninguna manera— y se presentaba como una flamante línea semejante al magma. No dolía, pero escocía como el demonio: era un picor que consumía desde el interior, como una llama abrasando a mi más profunda capa de músculo.
Ni siquiera uno de los cientos de mensajes que me había enviado Ned desde que se enteró de que mi relación con Peter era oficial había logrado distraerme. "¿Y ya se han besado?", ponía el último, pero no me vi capaz de al menos dibujar una sonrisa ante su curiosidad.
Necesitaba despejar mi mente. Quizás remojar mi cabeza en agua fría, aliviar el calor que emanaba mi nueva marca; no me importaba arruinar el ligero maquillaje que Liz había aplicado en mi rostro minutos atrás.
—¿Liz? —La chica giró a verme desde la otra esquina de la habitación. Me sonrió con dulzura mientras yo aclaraba mi garganta— ¿Te importa si voy al baño un momento?
—¿Importarme? ¡Mi casa es tu casa, Rae! —Betty y Anne, quienes también habían sido invitadas a la residencia de Liz para arreglarse antes de la fiesta, no tardaron en apoyar a la anfitriona—. ¿Necesitas que te acompañe o–
—Sé dónde queda el baño, no te... preocupes.
Mentira. Agradecía la ayuda que me brindaba Liz, pero necesitaba estar a solas.
—Bueno... —titubeó. Intenté ignorar la mirada escéptica que me dedicó, casi tropezando en cuanto emprendí mi camino hacia la puerta de su habitación—. Oh, una cosa más, —Tensé mi agarre alrededor del pomo mientras mis pies se adherían al suelo. No fui capaz de siquiera girar a verla—, ¿podrías ver si Elissa ya terminó de preparar el ponche? Está tardando demasiado...
No escuché más. Solo me escurrí de la habitación, asintiendo vagamente para hacerle saber que lo haría.
Prácticamente corrí por los pasillos, sujetándome de vez en cuando de las paredes cada vez que mis pies se enredaban con las losas del suelo. Me lamenté por no haberlo pensado dos veces antes de rechazar la compañía de Liz; la casa lucía demasiado amplia, y las cientos de ventanas que le daban una pinta aún más lujosa al lugar no ayudaban a contrarrestar mi desorientación.
Apoyé mi mano sobre la herida y apreté la mandíbula para evitar quejarme ante el ardor. Tenía que hablar con Elissa, pero presentía que no podría encontrarla antes de sucumbir a mi mareo.
Y todo empeoró cuando abrí una misteriosa puerta que confundí con la del baño, encontrándome con una imagen que jamás imaginé presenciar.
Jonas, mi hermano, el mismo que había ignorado mis mensajes y llamadas durante todo el día, se hallaba en medio de la amplia habitación, luchando por cargar un extraño artefacto con la ayuda de otro sujeto.
Obligué a mi mente a maquinar con fluidez por primera vez desde que había caído la noche. Analicé el objeto con ojo crítico, poniéndome en el lugar de una verdadera heroína en vez de tomar mi posición como hermana. Me percaté de que había visto algo similar el día anterior: era un arma, cuidadosamente estructurada y con una gema violeta brillando en el centro.
A pesar de que hubiesen algunos factores faltantes en toda la situación, até los cabos por mi cuenta, aunque siempre había sido Peter quien me ayudaba en esa área.
Mi hermano era un traficante de armas sobrenaturales, y Riley y yo estábamos sobreviviendo a base de ello.
Pero, ¿por qué estaba en la residencia de los Toomes?
—¿Es por esto que no pasas por casa desde hace semanas?
El arma cayó al suelo por un descuido de Jonas. Los músculos de su espalda se contrajeron, sus puños se apretaron a su costado y, al mismo tiempo, su compañero me fulminaba con la mirada.
—¿Esta es la niña de la que tanto hablas, Williams? —gruñó el hombre. Jonas no respondió; su compañero intentó acercarse a mí con movimientos hostiles, pero mi hermano lo detuvo con un empujón.
El castaño finalmente se dio la vuelta. Nuestros ojos se encontraron, causaron una explosión entre desconfianza y arrepentimiento, y de pronto la marca en mi piel se convirtió en el menor de mis problemas.
—Una de las dos —murmuró sin dejar de mirarme.
—Más te vale que resuelvas esto o el jefe te va a cortar el cuello. —Jonas tragó en seco. El hombre dirigió sus ojos hacia mí—. Y escúchame bien: no le hago nada porque también tengo una familia.
Mi hermano asintió, mas no respondió.
Y yo sentí que me arrancaban el corazón.
—Jonas–
—Ni una palabra sobre esto —me interrumpió. Mis pies se movieron por sí solos hacia atrás, espantados por la dureza en su tono de voz. Aunque su postura exigía respeto, sus ojos no habían cambiado: seguían conservando su dulzura, su amor, e incluso el cansancio y el dolor que solía caracterizarlos—. Lo siento, niñita.
Así, sin más, la confianza se hizo pedazos mientras Jonas cerraba la puerta de un golpe, dejándome completamente sola por primera vez desde que tenía memoria.
—Este es el menor de tus problemas ahora, Rae.
Mi mente le indicó a mi cuerpo que saltase ante la sorpresa. Sin embargo, todos mis cables se habían desconectado y los circuitos habían estallado; no pude moverme. Ni siquiera el ardiente tacto de la mano de Elissa Monroe sobre mi hombro había logrado que separase mi mirada del lugar donde previamente había visto a lo que quedaba de mi hermano.
El lánguido dedo de Elissa trazó una lenta ruta sobre su piel, dibujando un recorrido que conocía bien.
Cuando comprendí que se refería a mi nueva cicatriz, sentí que el peso del mundo caía sobre mí.
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❮ 𝗡𝗢𝗧𝗔 𝗗𝗘 𝗔𝗨𝗧𝗢𝗥𝗔❯
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Un regreso breve, pero aquí estoy, bellos lectores.
Extrañaba esta historia tanto como a ustedes y sus comentarios, créanme. Sin embargo, escribir este capítulo se convirtió en una pesadilla: me costó muchísimo acabarlo, especialmente tomando en cuenta lo ocupada que me tiene la escuela, pero es que no tenía pasión para continuar.
Pero en fin, este capítulo está dedicado a la hermosa MilyaCryst por todo su apoyo y comentarios. Te agradezco por seguir aquí y apreciar mi trabajo, no sabes cuánto. ♡
En fin, solo quería avisarles de mi situación actual, pero lo que más deseo hacer es agradecerles por hacer que «Superstición» alcanzara las 40k vistas y los 5k votos ¡!
Quiero hacer algo especial para agradecerles por quedarse aquí durante tanto tiempo. Pensé en hacer un "especial" preguntas y respuestas, pero no estoy segura; ¿qué opinan ustedes?
¡Eso es todo! Quisiera saber si les ha gustado este capítulo o si le falta la esencia de los capítulos anteriores. Creo que intentaré releer la historia para volver a conocer a Rae y a Peter, ya que siento que me he distanciado completamente de sus historias y personalidades; también responderé sus bellos comentarios porque siento que he perdido mi conexión con ustedes, mis lectores, al haber dejado de hacerlo por mi falta de tiempo ):
Los amo mucho... estaré en un semi-hiatus en el que solo me enfocaré en esta historia y me veré obligada a distanciarme de, incluso, los mensajes directos debido a que no puedo mantener como se debe a mis relaciones; lo siento mucho a todas las maravillosas personas que he conocido en esta plataforma y aprecio todo su amor y apoyo, pero siento que estoy haciendo las cosas mal y quiero volver a tomar un camino fijo en el que pueda dedicarles todo de mí y no solo las migajas ):
¡Un beso! ¡Hasta la próxima!
No se olviden de comentar y votar si les ha gustado. ♡
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