
━ chapter twenty four: radical
༻ 𝐂𝐀𝐏𝐈́𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐕𝐄𝐈𝐍𝐓𝐈𝐂𝐔𝐀𝐓𝐑𝐎 ༺
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' RADICAL '
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CIERTO ERA QUE, CON EL paso del tiempo, mis poderes se convirtieron en algo más que una carga.
No los llevaba como una estrella dorada en el pecho, ni mucho menos los presumía como un premio. Se convirtieron en uno de mis mayores miedos, en una pesadilla recurrente de la que, sabía, jamás podría escapar. Pero, a pesar del dolor y los mareos de los primeros días, los lamentos y los pensamientos intrusos que me hacían creer que aquellos poderes me habían convertido en un monstruo, fui capaz de aprender a vivir con ellos.
No obstante, existía algo a lo que nunca podría acostumbrarme.
Además de permitirme emanar llamas a mi antojo y ofrecerme una mejora general de mis sentidos, había descubierto que mis poderes también agudizaban mis emociones.
En un principio, pensé que se trataba de la propia adolescencia jugando con mis engranajes, pero era demasiado intenso, demasiado radical como para ser solo un producto hormonal. Llegué a la conclusión de que quizás por esa razón me había vuelto tan susceptible; el dolor me destrozaba como una fiera a un trozo de carne, el temor me asfixiaba y el amor que sentía hacia determinadas personas podía alcanzar extremos agobiantes. Y aunque aquella habilidad también me permitía vivir experiencias maravillosas con un toque aún más mágico —como los besos de Peter Parker, o los abrazos que solía robarme cada vez que tenía la oportunidad—, los sentimientos molestos también incrementaban su carga.
Por ejemplo, aquel día, la sensación de los gélidos ojos de Adler Wolff clavados en mi espalda superaban la barrera de lo incómodo. Para mí, no se trataba de un simple peso en la nuca, sino de algo más fuerte, que me erizaba los vellos y se enterraba en la capa más profunda de mi piel.
—Entonces el dominio de esa función sería imposible de calcular, ¿lo entiendes? No hay ecuación, no hay fórmula: ¡Nada! ¡Ni siquiera el profesor pudo explicármelo! —divagaba Peter. Aunque siempre me esforzaba por seguir el hilo de la conversación cuando su naturaleza científica salía a la luz, no pude hacer más que asentir mientras me rascaba el brazo con el intento de sacarme los ojos de Adler de encima—. Bueno, en realidad tuve una idea para hacer el cálculo, pero solo podía pensar en lo de tu... eso.
El castaño señaló la zona donde se escondía la extraña marca de mi clavícula, bajo la tela de un jersey de cuello alto. Tenía los ojos bien abiertos, como si llevara una dosis de adrenalina inyectada en vena, pero un par de acentuadas ojeras me indicaron que había dormido tan poco como yo.
—Lo mismo digo. —Me limité a responder con un asentimiento de cabeza.
—Oh... ¿De acuerdo? —Peter se aclaró la garganta. Ni siquiera pude reparar en la expresión confundida que se dibujó en su rostro ante mi indiferencia—. Pues... tuve una clase con Elissa. Me ha dicho que solo tenemos que esperar aquí y ella vendrá a hablarnos sobre el asunto de... ya sabes, el Hombre Fuego y todo eso.
Abrí mi casillero con más agresividad de la que pretendía, prácticamente derritiendo el candado con el súbito calor que se concentró en mis manos.
Adler seguía mirándome desde la distancia.
—¿Rae? Te ocurre algo. —Más que preguntar, aseguró, posando una de sus reconfortantes manos en mi hombro—. ¿Qué pasa? ¿Te sientes bien? ¿Es lo de tu cuello?
Como si los dedos de Peter no estuviesen rozándome los hombros, la mirada de Adler solo lograba que las paredes del pasillo se hicieran cada vez más estrechas, más agobiantes, y que el suelo se convirtiese en un charco de lava ardiente.
Ni siquiera pensar en Flammae podía ponerme tan nerviosa.
Solo tuve que cruzar mis propios ojos con los de Adler para percatarme de que se estaba burlando de mí.
Me envolví entonces en un capullo de vulnerabilidad, recordando todo lo que me había dicho la noche anterior en la fiesta de Liz. Pero la rabia no dejaba de manifestarse en mis iris, los cuales comenzaban a encenderse con una variedad de tonos naranjas, rojos y amarillos; un arrasador y conocido calor acumulándose en mi retina.
Peter suspiró con pesadez, atrayéndome a su pecho para ocultar mis ojos del mar de estudiantes que trotaban apresuradamente hacia sus clases. Yo me enfoqué en respirar su esencia, en envolverme en su aroma y dejar que mis sentidos hallasen la calma, pero una parte de mí, la más feroz y primitiva, luchaba por asomarse sobre el hombro de Peter para fulminar a Adler; quizás con un par de rayos de fuego, o tal vez cegándolo con una oleada de cenizas.
—¿Qué es, qué pasa? Ya están prácticamente todos en sus clases, sabes que puedes contarme lo que sea...
—Ya lo sé —murmuré contra la tela de su sudadera—. Prácticamente todos; aún quedan algunos, ese es el problema.
Me miró atentamente por un par de segundos, tratando de decodificar mis palabras. Fue entonces cuando giró la cabeza hacia atrás. Y finalmente, cuando tomé la iniciativa de seguir el trayecto de sus ojos, me encontré con que observaba a Adler sin un ápice de discreción.
—¿Lo puedo matar?
Como si hubiera visto su ceño fruncido y escuchado las palabras de Peter, el rubio estiró su sonrisa en una más burlesca.
—Ambos sabemos que no serías capaz. —Dejé escapar la primera sonrisa genuina del día—. De todas formas ya se está yendo.
—Ya, ya lo sé. Es solo que te estaba mirando mal y eso te molestaba y no me gusta cuando estás molesta y yo me molesté así que... solo quería, ya sabes, ponerme en modo novio protector o algo así.
—¿Por qué harías eso?
—A las chicas les gusta... —masculló con una sonrisa nerviosa—, ¿no?
Suspiré, tratando de aguantar la risa: —¿Quién te dijo eso?
—Michelle —murmuró con las mejillas levemente sonrojadas—. Michelle me lo dijo...
Solté un par de carcajadas mientras me alejaba de él para reír con libertad.
Así de fácil, aquella sensación incómoda que me provocaba la presencia de Adler había desaparecido. Bajé la guardia, ni siquiera noté cómo desaparecía del pasillo con otra de sus expresiones macabras pintadas en el rostro.
Peter Parker fue quien quitó aquel peso de mis hombros y, a decir por el matiz de satisfacción y orgullo que envolvía a sus facciones, él mismo sabía que era el responsable.
—¡Oye, no te rías! —exclamó Peter, intentando fingir una expresión enojada. Sin embargo, una pequeña sonrisa terminó apoderándose de sus labios—. Sabes que no soy muy bueno en esto de tener novia y Michelle es tu amiga así que–
—Haz silencio, Parker. Eres el mejor novio del mundo, nadie puede cambiar eso. —Hice una mueca asqueada al escuchar mis propias palabras—. Ugh, eso sonó demasiado cursi. Lo siento.
—No, no. —Como un niño pequeño, sujetó el borde de mi jersey para acercarme a él. Sonrió con ternura, bajando la cabeza para ocultar su sonrojo—. Fue... lindo, en se-serio.
En ese mismo instante, casi al compás de la voz de Peter, una lánguida y pálida mano se interpuso entre nuestros rostros, estrellándose contra uno de los casilleros. Peter y yo nos separamos de un salto; ambos adoptando una posición de pelea y elevando los puños al nivel de nuestros pechos.
Elissa Monroe nos miraba con una sonrisa burlona en el rostro. Nos escaneó de arriba a abajo, con la espalda recta y la frente en alto. Su aspecto demacrado, —las ojeras marcadas, los pómulos caídos y la palidez extrema— no le ayudaban a mantener su altiva postura.
Aquella fachada no aguantó por demasiado tiempo. La nueva Elissa, la misma que ya ni siquiera valoraba los últimos atisbos de vida que le quedaban, se dejó ver con una expresión de cansancio, un par de ojos caídos y un ligero temblor en las piernas.
Una punzada de lástima atacó a mi pecho. Sin embargo, no dije nada.
—No hacía falta que hicieras una entrada de película, pero... —acotó Peter en voz baja—. ¿Hola?
Bajé los puños con una ceja enarcada: —¿Es en serio, Elissa? ¿En verdad era necesario?
—Quería comprobar si han estado trabajando en sus reflejos. Créanme, los necesitarán si quieren luchar contra Adler y Flammae. —Se encogió de hombros—. Y siento decirles que no son los suficientemente rápidos. Bueno... no, realmente no lo siento, ¿pero acaso eso importa?
—¿Podrías dejar de ser tan repelente por un solo segun–
—¿Podemos hablar y ya? —me interrumpió el castaño, dedicándome una mirada de reojo para que cerrara la boca. Apreté los labios hasta que se tornaran prácticamente blancos e intenté controlar mi temperamento; no tenía caso, la situación con Adler me había dejado con el mal humor impregnado en la lengua—. Creo que... creo que los tres acabaremos mal si no nos concentramos en lo importante.
—Tienes razón. Mientras más rápido sea esto, mejor —concluyó Elissa con un asentimiento de cabeza—. En fin, les daré un pequeño adelanto: no nos queda mucho tiempo; ni a Rae, ni a mí.
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No acostumbraba a faltar a clase. Siempre intentaba llegar puntual, traer lo necesario para tomar mis apuntes y presentar todos los deberes completos, aunque muchas veces no entendiera ni la mitad de ellos. Si bien era cierto que la escuela era uno de los lugares que más odiaba en el mundo, no quería quedarme atrás con respecto al resto de mis compañeros, sobre todo tomando en cuenta que ya de por sí me costaba seguirle el ritmo a los alumnos de la secundaria Midtown.
Peter Parker, aunque fuese notablemente más hábil que yo en todos los ámbitos escolares, compartía una asistencia casi perfecta conmigo. Claro que habían excepciones, como cuando se saltaba una que otra clase cada vez que se presentaba algún crimen inesperado en la ciudad, pero, al fin y al cabo, ambos éramos bastante puntuables.
En aquel momento, a pesar de todo, me estaba saltando la clase de Historia, preparándome para escuchar un plan de vida o muerte. Peter, Elissa y yo nos hallábamos en la primera clase vacía que pudimos encontrar; la pelirroja caminando de un lado al otro frente a la pizarra, marcando un taconeo ansioso e insistente, y Peter y yo sentados sobre la mesa del profesor.
«Cómo cambian las cosas».
—Supongo que Rae ya te habrá hablado de quién es Adler realmente, pero no sabes demasiado, ¿cierto? —comenzó Elissa después de un par de minutos en silencio. Peter asintió—. Bien, pues les hablaré un poco más sobre él. Tener un ojo puesto sobre Adler debe convertirse en otra de nuestras prioridades a partir de ahora.
Se mordió el labio inferior mientras aguantaba un suspiro. La noté tensa, como si estuviera al borde de soltar un grito para sacarse todo el peso que tenía en el alma.
Sin embargo, al contrario de mis creencias, guardó la compostura, enserió el semblante y, causando que mi corazón diese un vuelco, se dispuso a hablar.
—Aequor, como Flammae, es una de las cinco entidades que tienen como misión mantener el balance universal. —Se detuvo un momento, como asegurándose de que estuviésemos escuchando, para después continuar—. En pocas palabras, es el encargado de manejar las aguas y de conservar el control de la vida.
» ¿Saben por qué el agua vence al fuego? ¿O por qué los humanos utilizan la comparación entre el agua y el fuego como la definición de opuestos? Pues porque simplemente es así, lo ha sido por millones de años y no hay nada que pueda cambiarlo. —Carraspeó—. Antes de morir, mis padres me dijeron que Aequor y Flammae nunca se llevaron bien; incluso se dice que ocasionaron cientos de guerras siglos atrás. Es lógico, ya que Flammae es el dueño del caos y de la muerte, pero, —Dibujó una sonrisa arrogante—, ambos se necesitan: Flammae destruiría todo lo que hoy conocemos si no fuera por Aequor, y éste requiere al otro con vida para poder mantener el orden de su preciada balanza.
—¿Qué tiene que ver eso con Rae? —cuestionó Peter con el entrecejo arrugado. Mientras su mirada se convertía en la vívida imagen de la confusión, yo ya había comenzado a atar los cabos, escuchando las palabras de Adler reproducirse una y otra vez dentro de mi cabeza—. ¿Acaso Adler es Aequor o qué? ¿No podía, no sé... lucir más intimidante? —Le dediqué un golpe en la nuca en cuanto la última pregunta salió de su boca—. ¡Ay! ¡Eso no era necesario, Rae! Solo creo que si Flammae es tan grande y feo entonces Aequor, o Adler... lo que sea, podría−
—En algún momento llegué a pensar que no eras tan idiota, Parker. Me equivoqué, aunque no me sorprende —interrumpió Elissa, poniendo los ojos en blanco—. Continuando con lo importante... —dijo entre dientes—. Es por eso que Aequor te ve como una amenaza, Rae. Necesita el fragmento que has cogido del corazón de Flammae para que éste pueda recuperarlo. Para este punto, Flammae ya ha recolectado prácticamente todos los fragmentos, pero si no los posee en su totalidad, incluso si le falta el que tú tienes, no podrá seguir con vida.
Mi pulso comenzó a acelerarse. Los ojos de Elissa se clavaron en los míos; me recordaron, con un simple parpadeo, que aquello no era un sueño.
El aire se hizo más pesado, como si fuese una capa de humo. Las palmas de mis manos comenzaron a sudar mientras que la espalda de Peter se tensaba.
—Aequor tiene miedo de ver qué demonios le ocurrirá al universo si la fuente del caos desaparece —siguió luego de una pausa—. Después de todo, se necesita del bien y del mal para mantener el equilibrio.
» Todos tenemos miedo de lo que puede pasar, sí. Aun así, no sabemos qué sucederá exactamente si vencemos a Flammae, solo nos queda comprobarlo en carne y hueso.
—Pe-pero es imposible quitarle el fragmento a Rae, ¿no? —trastabilló el castaño—. Tú mis-misma me lo has dicho.
—Nunca dije lo contrario.
—¿No se supone que estas malditas entidades tendrían que ser más inteligentes que nosotros? ¿Acaso no entienden que yo no quería formar parte de esto? —La frustración comenzaba a nublar mi mente, y aquello, combinado con el terror y la confusión, no hacía una buena mezcla. Sentía que Elissa estaba dando demasiadas vueltas, convirtiendo la situación en algo mucho más crudo, más radical y realista, y no estaba preparada para enfrentarme a ello de esa manera—. Lo sé, fui estúpida cuando tomé esa gema del callejón, pero ya no hay remedio.
—Sí, lo fuiste. Muchos herederos morirán por tu culpa. —razonó Elissa—. Te tocará vivir con esa carga, ya no hay vuelta atrás.
» Pero de hecho, aunque odio admitirlo... nos estás ayudando.
—¿Cómo es que estoy ayudando, si mis errores matarán a millones de personas?
Solo podía pensar en los miles de herederos que en ese preciso instante se paseaban por sus hogares; con o sin sus familias, con una vida dulce o una realidad amarga. Fuesen quienes fuesen, sin importar sus pecados o sus hazañas ni los crímenes que cometieron por Flammae, seguramente se hallaban igual o peor que Elissa: debilitados, a un par de pasos de finalmente acabar en una tumba, y todo porque yo había decido apropiarme de una simple gema.
Una vida es equivalente a un regalo invaluable. Es imposible ponerle un precio. Y, de una forma u otra, yo sería la culpable de que cientos de esos regalos fueran destruidos.
En mí, y solo en mí, quedaría la carga de pagar aquella deuda.
Aun así, Peter me tomó la mano. Le dedicó un firme apretón, se llevó consigo una pequeña dosis de la culpa y, como si me comprendiera a la perfección, sus ojos reflejaron los míos; su mirada se empañó de lágrimas, tomó una parte de mi dolor y lo puso en su propio corazón.
Solo pude agradecer, incluso entre el alboroto de mi mente.
—Flammae lleva atormentando a los míos desde hace miles de años, cuando ocurrió el problema de su corazón. Incluso lo ha hecho con los que no estábamos vivos por aquel entonces. Nos persigue desde que ganamos conciencia, y no se detiene hasta que le demos el fragmento que nos corresponde buscar a cada uno. —Elissa apretó la mandíbula, clavándose las uñas en las manos y hablando con una rabia tan intensa, tan voraz, que no pude evitar quedar petrificada—. No han nacido más herederos en los últimos veinte años debido a que Flammae se encuentra muy debilitado, y los que quedamos solo queremos que acabe el sufrimiento. Quizás es nuestra naturaleza, pero para este punto todos preferimos la muerte. —continuó; desdén derrochando de sus palabras, mezclándose con una imperceptible pizca de arrepentimiento o, quizás, pura tristeza—. Créanme, no hace falta preguntar. Les estaríamos haciendo un favor a todos si adelantamos el proceso y acabamos con Flammae.
—Lo siento mucho, Elissa.
—No diré que no es tu culpa, pero tengo que agradecerte. Ahora comprendo que... que quizás todo esto tenía que pasar.
Hizo una larga pausa. Tanto Peter como yo, e incluso la mismísima Elissa, aprovechamos el silencio para reflexionar sobre todo lo que estaba sucediendo.
Apenas éramos unos niños en busca de la madurez. Sin embargo, estábamos dispuestos a cargar con el peso de lo sobrenatural, el de la responsabilidad de un héroe y el de la muerte. Teníamos motivos diferentes —el de Elissa siendo vengar la muerte sus padres y el mío salvar mi vida, sin poner en peligro a quienes más amaba—, pero pensar que el destino no era un simple mito lograba consolarnos.
«¿Y si así es como deben suceder las cosas?», me pregunté, acercando mis rodillas a mi pecho y apoyando las plantas de los pies sobre el escritorio donde Peter y yo nos hallábamos sentados. «Pero, ¿qué pasaría si pudiéramos cambiarlo?».
—Volviendo a Adler, —Finalmente, Elissa se animó a continuar—, ya sabrán que es uno de los herederos de Aequor, pero tampoco es cualquier secuaz.
» Verán, algunos herederos reciben la capacidad de vivir por más tiempo que otros de manera aleatoria, incluso hay algunos que llevan siglos en la Tierra, y el padre de Adler fue uno de esos.
» Luchó en miles de guerras y según lo que me han contado ha salido prácticamente ileso de cada una de ellas. A pesar de ello, murió, no sin antes enseñarle a Adler todo lo que sabía. Ese chico es letal, —Selló los labios por un momento, solo para dibujar una sonrisa confiada—, pero no invencible.
—¿A qué te refieres con eso? —cuestionó Peter con la voz un poco ronca por no haberla utilizado en un buen rato. Un matiz de concentración envolvía a cada una de sus facciones, incluso haciéndolo parecer mayor, pero la chispa de curiosidad que normalmente había en su mirada afirmaba lo contrario.
—Aequor escogió a Adler para matar a Rae porque quiere acabar con esto lo antes posible. —explicó. Giró la cabeza en mi dirección—. Aunque deteste admitirlo, sabe que eres fuerte, Williams; de eso no hay duda. Pero, aunque estés en desventaja debido a que el agua normalmente le gana al fuego, decidió atacarte con lo mejor de lo mejor.
—¿Cómo es que sabes tanto sobre él? —Todavía se me hacía imposible confiar ciegamente en Elissa, y el hecho de que supiera tanto sobre Adler se me antojaba sospechoso—. ¿Lo conocías desde antes?
—Joder, sé que he sido una mierda contigo, pero no hace falta que seas tan... indiscreta cuando dudes de mí. —Mis mejillas quisieron tintarse de color rosa, pero ya ni siquiera sentía vergüenza. Estaba demasiado estresada como para prestarle atención a cualquier otra cosa además del acelerado ritmo de mi pulso y la mano de Peter sobre la mía—. Adler ha mantenido el contacto conmigo desde hace unos años; nuestros padres se conocían, nunca nos llevamos bien.
—¿Queremos saber esa historia?
—No, no quieren. No les importa. —interrumpió a Peter, dedicándole una mirada matadora. Juré haber visto un atisbo de dolor en los ojos de la pelirroja, pero fingí que no había pasado nada—. Solo deben saber que quitarle la gema a Rae es su misión, y su amo le ha dicho que matarte es la única forma de cumplirla.
» No tenemos muchas opciones para deshacernos de Adler. Estará rondando por ahí como una maldita mosca, pero creo que podremos manejarlo. —Irguió el cuello y elevó la frente, tratando de ganar una postura dominante aún cuando parecía estar en la mugre—. Lo importante es dejar que no se acerque a Rae. O eliminarlo del mapa, si es posible. —añadió con un toque de malicia.
—Le ha hecho daño a Rae. No deja de mirarla, ni en clase ni en ninguna parte; es como... — Los labios de Peter titubearon, como si estuviese buscando la respuesta correcta—... co-como una amenaza constante, pero no tenemos tiempo para ocuparnos de él.
—Lo tendrías si no estuvieras metiendo tus narices en los asuntos de los mayores traficantes de armas de Queens. Pero así eres tú, Parker: un maldito niño terco e insoportable.
—Yo-yo ya no estoy encargándome de eso...
—¿Estás seguro?
Sus miradas se enfrentaron en un silencioso duelo. Cada uno ocultaba algo, lo habría notado aunque me hubiese encontrado a leguas de distancia; Peter le rogaba, de alguna u otra manera, que se mantuviera callada, y por otra parte, Elissa apretaba los labios para tragarse las palabras. Finalmente, ninguno dijo nada, pero mi curiosidad se encargó de reemplazar el silencio con cientos dudas.
¿Ahora qué escondían? ¿Peter seguiría involucrándose en el asunto de las armas? La noche anterior, una parte de mí había tratado de convencerse de que Parker sería más cuidadoso con sus acciones, que ya no volvería a ponerse en tal peligro a menos que fuera estrictamente necesario, pero lo más probable era que me estaba mintiendo a misma.
Tal vez era tiempo de que no dudara más allá de las intenciones de sus palabras. Tal vez, pensar en el trasfondo terminaría enloqueciéndome, como cuando estuvimos en Berlín, durante aquellos instantes en los que creí que Peter y Elissa tramaban algo a mis espaldas.
Intenté no volver a dudar, sobre todo porque sabía que guardarme unos cuantos secretos era lo más adecuado para proteger mi salud mental con todo el asunto de Flammae, y, por otra parte, porque yo también estaba ocultando el hecho de que mi propio hermano trabajaba para aquella especie de mafia.
Estaba atrasando lo inevitable, dando vueltas en círculos alrededor de un destino pautado. La mentira saldría a la luz trade o temprano, y en algún punto ya no sería capaz justificar los actos criminales de Jonas.
Lo que aún no sabía era que, al contrario de mis creencias, Peter ya estaba al tanto de ello, y había tomado el mismo camino que yo a la hora de guardar el secreto.
—En fin, tu trabajo es proteger a Rae, ¿no es eso lo que siempre quisiste? —Le preguntó Elissa a Peter, reventando mi burbuja de pensamientos—. Solo debemos enfocarnos en Flammae. Yo estoy cada vez más débil, —Fue entonces cuando Elissa tosió con brutalidad, como si sus palabras hubiesen desencadenado la acción. Sacó un pequeño pañuelo de su bolsillo y continuó tosiendo contra él durante un par de segundos, dejando una pequeña mancha de sangre en el centro—, y los poderes de Rae están comenzando a consumirla. De ahí viene la marca, por cierto; es una muestra de que tu sistema ya no puede soportar el fuego.
—¿Qué quieres decir con–
—Te estás apagando por dentro. —interrumpió con rudeza—. Una vez te dije que los mareos y la fiebre que tuviste los primeros días no eran consecuencias momentáneas; eran un aviso. Según lo que tengo entendido te aparecerán más marcas, volverán los malestares hasta que finalmente termines convertida en cenizas.
» Es por eso que tenemos que acabar con Flammae, ahora.
Me encogí en mi lugar al ver la indiferencia con la que volvía a guardar el trozo de tela en el que antes había tosido, sintiendo que un nudo se formaba en mi propia garganta; era miedo, terror puro y absorbente. El peso de la situación comenzó a carcomerme, tanto que ni siquiera noté cómo Peter salía disparado del escritorio para comenzar a vagar por la habitación con las manos enterradas en el pelo, los vellos erizados y una expresión horrorizada —casi petrificada— en el rostro.
Recordé entonces el día que Elissa se pasó por mi casa, cuando Riley descubrió mi verdadera identidad como la Chica Fuego. Me advirtió que aquello pasaría. Y yo, como una tonta, había decidido que olvidarlo todo, que no creerle y seguir adelantar, haría que la amenaza simplemente desapareciera.
La batalla de Berlín me enseñó que el mundo no funcionaba así. Las cosas no eran tan fáciles. Ahora solo me tocaba aprender a vivir con ello.
Pero, ¿cómo lo haría, si existía la posibilidad de que muriera cuando menos lo esperara?
—¿Cuánto nos queda? —La desesperación era palpable en mi voz. La pelirroja ni siquiera intentó formular una excusa—. Elissa, ¿cuánto tiempo nos queda?
Se notaba que no tenía la respuestas para eso, o que simplemente la verdad era tan mala, tan radical, que no quería decirla.
—Poco.
—No, no, no. Necesitamos más tiempo, yo–
—No hay más tiempo, Parker. No podremos hacer más planes, solo nos queda atacar antes de que él gane, aunque yo termine muriendo de una u otra forma.
—¿Tienes un plan? —pregunté con cautela, intentado mantener la calma.
A diferencia de mí, parecía que Peter iba a estallar en cualquier momento. Tuve unas inmensas ganas de abrazarle, pero me hallaba adherida al escritorio, incapaz de mover un solo músculo.
—Claro que lo tengo.
» Parker, ya has perfeccionado las telarañas contra el fuego, ¿cierto?
Peter asintió por sobre la batalla mental que se estaba montando en su cabeza: —Hace unos días, sí.
—¿Las has probado con la llama de Flammae que te di el otro día?
—Sí.
—Entonces ya tenemos la primera parte.
Para ese punto, no tenía ni idea sobre a qué se referían Peter y Elissa, pero no me quedó más opción que escuchar las siguientes palabras con atención.
—Tuve un enfrentamiento con Flammae, aunque no se los había dicho. Logré arrancarle un par de llamas, de ahí saqué la muestra que le di a Peter; no pregunten cómo. El caso es que estuve leyendo y preguntándole a todos los herederos que pude desde hace meses y descubrí que... fuego con fuego estalla, y luego se convierte en cenizas.
—Em... no quiero entrometerme, pero estoy prácticamente seguro de que eso no tiene ciencia alguna —habló el castaño con un hilo de voz. Lucía como un niño tímido, intentando participar en su clase más complicada—. Es imposible, no hay– no hay forma de que eso pueda suceder.
—¿Te parece que este maldito mundo tiene lógica? —Peter no respondió—. Eso pensé.
» En fin, estuve haciendo algunas pruebas y es cierto; tenemos una oportunidad. Será peligroso, moriré eventualmente y lo más probable es que ustedes terminen con algún tipo de secuela, pero... no hay otra solución, al menos no documentada, y tampoco tenemos tiempo para comprobarlo.
Cuando Elissa se levantó la manga del suéter, moviendo consigo una porción de un extraño trozo de tela que parecía ser una venda, Peter y yo fuimos espectadores de un tajo de carne, ardiente y decorado por una red de hilos de una sustancia similar a la lava, que atravesaba la longitud de su antebrazo. Tuve unas inmensas ganas de vomitar y, al ver que Peter ponía una mano sobre su boca mientras el color abandonaba su rostro, supe que él sentía lo mismo.
—¿Eso te sucedió por... por–
—¿Por comprobar mi hipótesis? Sí, y probablemente Rae acabe con algo parecido cuando llevemos el plan acabo. —Fue mi turno de tragar en seco—. Lograremos el objetivo, pero eso no significa que acabará bien.
Otra necesitada pausa se instaló en el aula. Todos suspiramos. Hubo un cambio radical en la atmósfera, pasando de tensa a simplemente fría, estática; ninguno de los tres teníamos las fuerzas suficientes como para siquiera plantearnos más dudas.
—¿Alguna pregunta más?
Solo quedaba una cosa en el interior de mi agotada mente. Algo que me había arrebatado el sueño; aquel algo que, incluso, me preocupaba más que mi propio alboroto con Flammae.
—El otro día le sucedió algo a mi hermana —comencé. Los recuerdos de aquella noche atacaron cada rincón de mi conciencia, activando escalofríos a lo largo de toda mi columna vertebral—. Tenía los ojos de otro color y... y sus brazos estaban cubiertos por fuego. No era ella misma, tampoco recuerda nada de lo que sucedió.
—Mierda —murmuró Elissa. Pareció marearse por un momento, pero volvió a erguirse antes de que alguien pudiera notarlo. Por primera vez en toda la conversación, se deshizo de su dura fachada, dejando ver un destello de terror en el ámbar de sus ojos—. Es Flammae, lo único que se me ocurre es que haya sido algún tipo de... posesión, no recuerdo bien el término exacto.
» Aparentemente, también utilizará ese método para acabar contigo. No pensé que llegaría tan lejos...
Una parte de mí me decía que preguntar qué significaba aquello terminaría destruyéndome psicológicamente. Sin embargo, seguí adelante, pregunté y, así de fácil, mi sangre quedó congelada dentro de mis propias venas.
—Significa que debes cuidarte, porque a partir de ahora Flammae no solo te perseguirá en carne y hueso, sino que estará en todas partes.
Para cuando Elissa abandonó la habitación, lo único capaz de quebrar el silencio fue el eco de una respiración y el constante repiqueteo de un corazón.
Peter Parker estaba teniendo un ataque de pánico, y eso que apenas había iniciado la mañana.
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❮ 𝗡𝗢𝗧𝗔 𝗗𝗘 𝗔𝗨𝗧𝗢𝗥𝗔❯
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¡Hola, bellezas! ¿Cómo se encuentran el día de hoy?
He aquí un nuevo capítulo, lleno de información bastante importante para el desarrollo de la parte de acción y de entidades mágicas de esta historia. ¿Están felices de que por fin me haya dignado a actualizar? Espero que sí, porque la verdad es que me ha costado vomitar tantas ideas en un solo capítulo xd
El tema de Flammae, Adler y Aequor es algo que he ido construyendo poco a poco con el paso del tiempo. Incluso mientras escribía el capítulo se me ocurrió agregar algunos datos para nada planeados, así que discúlpenme si algo no quedó lo suficientemente claro o si no tiene sentido.
Si tienen alguna pregunta, duda o sugerencia para mejorar este capítulo, apreciaría que me lo dijeran en los comentarios. ♡
En fin, puede que este haya sido un capítulo un poco pesado, pero me hacía falta sacarme de encima algunos secretos para que no se acumularan más preguntas en la trama. Además, tenía que ponerme en serio con el tema de la vida de Rae; corre verdadero peligro, y Peter no ha estado cruzado de brazos en los últimos meses, sino que ha trabajado en planes junto a Elissa para derrotar a Flammae y salvar a Rae. Finalmente, llegaron a una conclusión, y espero que ustedes hayan quedado satisfecha con ella.
Recuerden que aún es difícil, tanto para Peter como para Rae, asimilar tanta información. Siguen siendo inmaduros y pierden sus enfoques bastante rápido, y creo que eso se va a notar a lo largo de la historia. Tienen que continuar con sus vidas y seguir luchando contra el crimen a pesar de toda la situación de Flammae.
Mis niños han aprendido que no existe un botón de pausa pata esas cosas xd
Si de algo no hay dudas, es de que Peter está más preocupado por la vida de Rae que ella misma. Por esa razón lo vemos sufrir de un pequeño ataque de pánico al final; ¿cómo creen que Peter seguirá tomándose este asunto? ¿Se sentirá culpable por no estar prestándole la atención que debe al asunto, o por aún así seguir entrometiéndose en el tema de las armas del Buitre?
Les agradezco muchísimo a todos por sus votos y comentarios, los adoro. Ya hemos superado las sesenta mil lecturas y los siete mil votos. Es algo surrealista, en serio, y no podría agradecerles más por sus comentarios. Los exámenes no me dejan responder a ninguno, pero todos los que han hecho me impulsan a seguir adelante. ♡
¡Un beso! ¡Los quiero! ¡Mañana a presentar exámenes, y así hasta el resto de la semana, y finalmente llega el verano! (O sea, más actualizaciones, jeje).
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