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━ chapter twenty five: time


༻ 𝐂𝐀𝐏𝐈́𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐕𝐄𝐈𝐍𝐓𝐈𝐂𝐈𝐍𝐂𝐎 ༺
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' TIEMPO '
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JONAS WILLIAMS LLEVABA MÁS de dos meses trabajando para Adrian Toomes. Dos meses cargados de adrenalina, de dinero, de estabilidad económica para él y su familia. Pero también dos meses llenos de secretos, de actividades ilegales que nunca pensó cometer y de unas profundas ganas de simplemente abandonarlo todo, de renunciar a ese maldito trabajo, aún cuando, aquel día, comprobó que el señor Toomes jamás lo dejaría escapar.

Aunque su vida había destacado en el ámbito de lo trágico, la opción de regresar al pasado nunca se le había antojado tan apetecible. Una parte de él quería volver atrás y envolverse en el calor que solían proporcionarle sus hermanas, sin importar qué tan vacía estuviera su billetera o lo mucho que tendría que volver a sufrir a la hora de pagar las cuentas. Sin embargo, Jonas era fiel creyente de que seguir los instintos de su otra parte —la más objetiva, que buscaba un buen futuro para Rae y Riley— era el mejor método para lograr su cometido: darle una vida digna a sus pequeñas.

Durante esos dos meses, Jonas había descubierto cientos de cosas sobre sí mismo, como que hablar cara a cara con un criminal le causaba náuseas y que sostener cualquier arma, para él, era sinónimo de tener una pesadilla. También había aprendido que las personas eran capaces de alcanzar extremos insanos con tal de proteger a sus seres queridos; por ejemplo, estaba el caso de su jefe, quien mentía a su familia sobre el verdadero y oscuro origen de sus ingresos.

Quizás él y el señor Toomes tenían una pequeña cosa en común: ambos se veían capaces de hacer hasta lo imposible con tal de mantener satisfechos a los suyos. Y a pesar de que el mero pensamiento le causaba un profundo desagrado, Jonas se reconfortaba con el hecho de que jamás, ni siquiera si aquello significaba salvar su propio pellejo, llegaría a acabar con la vida de uno de sus trabajadores.

Precisamente fue eso lo que hizo Adrian Toomes aquella noche, y mientras Jonas veía a uno de sus compañeros de trabajo desintegrarse hasta convertirse en una montaña de ceniza, se sintió como un ave enjaulada, esclavizada, incapaz de hacer nada más que abrir el pico en busca de un llamado de auxilio que nunca salió.

Carajo. —murmuró uno de sus colegas.

Jonas dio un paso atrás. Se llevó una mano al cuello de su camiseta con la intención de aliviar la presión que sentía en la garganta, subiéndola lenta e inconscientemente hacia su tráquea. No funcionó, pero siguió intentándolo.

—Creí que era el arma antigravitacional.

—¿Qué? ¡No! Esa es la de allá. —exclamó su otro compañero, quien intentó ocultar el temor en sus ojos mientras Toomes solamente se encogía de hombros, como si su error no fuese más que un simple imprevisto.

Con la brusquedad propia de un asesino, Toomes soltó el artefacto y lo dejó caer con un estruendo sobre la mesa de donde lo había cogido, impulsado por las palabras de Shocker —uno de sus mejores comerciantes antes de convertirse en polvo—, quien amenazaba con informar a la familia de Adrian sobre el sucio origen de su dinero. Luego, con postura fría e indiferente, tomó el arma que previamente había estado en manos de Shocker; la sopló, la sacudió, deshaciéndose de los restos de su empleado como si fuera simple basura, y Jonas pensó que vomitaría mientras veía las cenizas dispersarse bajo las pisadas de su jefe.

—Ten. — Toomes lanzó el aparato en dirección al compañero de Jonas, un hombre de piel morena que lastimosamente lo había acompañado el día que Rae lo pilló en sus tareas como criminal—. Ahora tú eres el nuevo Shocker. Ve a buscar el arma que perdió éste. Y tú, Williams, —Jonas se petrificó al sentir los ojos de Adrian sobre su rostro. Tensó la mandíbula, pero no movió ningún otro músculo—. Más te vale que tu hermanita no abra la boca. No la he sacado del camino porque mi hija le tiene cierto... —Hizo una pausa, buscando la palabra adecuada—... aprecio; además, sabes que lo mío es la venta y creación de estas armas, no su uso, ¿comprendes?

Se vio incapaz de mirarle, tiritando con una mezcla de miedo e impotencia. Sin embargo, mantuvo la cabeza alta, tal y como le había enseñado su padre antes de morir. Intentó distraerse con la gota de sudor frío que se deslizaba por su frente cuando el señor Toomes lo analizó de arriba a abajo, pero, aunque quiso aparentar normalidad, ni siquiera pudo vociferar el "sí, señor" que tenía en la punta de la lengua.

—Bien... Shocker, Williams, busquen el arma robada antes de que tenga que encargarme yo mismo del mocoso de las telarañas —continuó el jefe— ¡A trabajar!

Y así, sin más, Adrian Toomes siguió de largo, junto a la misma expresión gélida con la que había llegado.

Jonas suspiró con decepción; pensó que tendría la oportunidad de quedarse un par de días con sus hermanas mientras sus compañeros se encargaban de buscar un nuevo blanco de venta.

Incluso cuando su orgullo aún no le permitía perdonar a Rae del todo por ocultarle su identidad como la Chica Fuego, seguía queriéndole y preocupándose por ella como si fuera la gema más valiosa del universo. Ahora más que nunca, con Rae sabiendo cosas que Jonas jamás quiso sacar a la luz, deseaba hablar con ella, hacerle saber que, aunque él también tenía sus secretos, solo quería protegerla, y decirle que las cicatrices que había visto en sus caderas cuando volvió de Berlín era lo único que poblaba su mente durante los ratos de descanso.

Se dijo que tendría otro día, otra semana, otros meses. Trató de convencerse de que su deber llamaba, tal y como seguramente lo hacía el de Rae cuando solía pasearse por Queens como la Chica Fuego, sin importar que ella buscase la justicia y él cometiera el mal. Todo estaría bien, porque era demasiado cobarde como para imaginar un escenario en el que sucediera lo contrario.

Sin embargo, a Jonas Williams se le estaba yendo el tiempo de las manos. Tal vez desaprovechar la última pizca de sanidad que le quedaba —sus hermanas, sus recuerdos y las antiguas pertenencias de su padre— terminaría haciéndolo más infeliz que cuando terminó su relación con la hermosa Nora Glover, o cuando despertó aquella mañana de diciembre, con una casa prácticamente vacía y sin rastros de su madre.

Y no, aunque tuvieran a sus respectivas familias como motivación común, Jonas nunca sería como Adrian Toomes, porque solo los criminales incineraban a sus empleados sin siquiera parpadear; solo los criminales tenían aquella mirada tan cínica y esas ideas tan vengativas.

Lástima que aún con buenos valores y una cuidadosa crianza Jonas también se había convertido en un criminal, y no existían billetes, oraciones o tiempo que justificaran sus actos, ni mucho menos que lo pintaran como el hijo que su padre deseaba.

✧✧✧

Peter siempre fue el polo opuesto de un chico violento. Era cierto que disfrutaba buscar maneras de molestar a los criminales con su sentido del humor cuando patrullaba las calles como el Hombre Araña, pero la esencia de todo, de las heridas que causaba y de las que recibía, recaía en su deseo de ejercer justicia, incluso si eso involucraba unos cuantos golpes de por medio. Aun así, nunca se había sentido especialmente complacido cuando golpeaba su saco de boxeo mientras entrenaba con Rae, ni mucho menos había encontrado placer en los pequeños juegos de pelea que solían iniciar sus amigos durante el segundo grado de primaria.

Aquel día, sin embargo, parecía ser una excepción. Mientras golpeaba una y otra vez el arma sobrenatural que había robado de aquel grupo de criminales la noche anterior, Peter no podía evitar que una sensación calmante se instalara en su pecho.

Se sentía tieso, como si sus movimientos fuesen robóticos, y todo aquello desde que había sufrido su primer ataque de pánico después de la preocupante conversación con Elissa horas atrás . Aunque en el pasado había ayudado a Rae con los suyos —los cuales aparecieron luego de que obtuvo sus poderes, multiplicándose gracias al estrés postraumático con el que tenía que lidiar a raíz del accidente de Berlín—, se vio incapaz de controlar la situación: lo que conocía, lo que bien sabía hacer, lo que repitió con Rae cientos de veces; todo se había esfumado de su mente, y su parte más paranoica se empeñaba en convencerlo de que aquella sensación aún no había acabado y que sus pulmones y su garganta seguían atrofiados por el miedo.

Distraerse con el sonido que se producía ante el contacto del martillo con aquel extraño artefacto parecía la manera perfecta de olvidarse de todo por un instante. Tenía la idea de enfocarse en otro problema, en demostrar que podía hacer cosas más allá de detener a ladrones novatos, limpiarse la preocupación de la conciencia y calmar sus nervios. Peter pensaba que su plan valdría para fingir ignorancia ante el peligro que corría la chica que tanto quería, así que, con su usual testarudez, decidió involucrarse al cien por ciento en el nuevo caso de los comerciantes de armas alienígenas.

—Gracias por plantarme en la fiesta. —Escuchó la voz de Ned como si fuese un murmullo distante. Tuvo que concentrarse en agudizar sus sentidos arácnidos, opacando el sonido del martillo para poder comprender sus palabras mientras se acercaba con las cejas enarcadas—. O mejor dicho, gracias a Rae y a ti por plantarme en la fiesta.

Suspiró. Había olvidado que le debía una explicación a su mejor amigo: —Escucha, yo–

—¿Acaso fueron a... —El muchacho hizo una pausa dramática—... besarse o algo?

—¿Qué? No, no, Ned, eso no funciona así.

Peter negó con la cabeza repetidamente, devolviendo su atención al arma antes de seguir cuestionándose si su mejor amigo hablaba en serio. Continuó golpeando, arrancando un par de piezas en el camino con ansias de llegar al centro de poder —una roca de color violeta, brillante y llamativa— que, creía, proporcionaba la energía del artefacto.

—De acuerdo —murmuró Ned, fijando su mirada en un punto indefinido del aula; la curiosidad de un niño pequeño manchando a sus facciones—. ¿Y cómo funciona entonces?

—Pues si tú quieres y ella quiere... la besas y ya está. No tienes que planearlo, viejo.

Ned se quedó pensando, observando al castaño con una expresión confundida. Posteriormente, después de un par de incómodos minutos con los ojos clavados en el perfil sonrojado de Peter, volvió a hablar.

—¿Desde cuándo eres un profesional con las chicas?

—¿No? ¡no! —exclamó Peter—. Oye, en realidad no tengo ni idea de lo que hago con Rae la mitad del tiempo y... eso ni siquiera es importante. —Sacudió la cabeza con el ceño fruncido—. En fin, sobre lo de la fiesta... surgió algo importante. Rae fue a mi casa más tarde, seguramente olvidó despedirse —mintió, convenciéndose que lo mejor para seguir manteniendo en secreto la identidad de Rae como la Chica Fuego era omitir la parte de que Tony y ella se habían dedicado a reprenderle después de sacarlo del lago.

—Bueno, está bien, se lo dejaré pasar esta vez solo porque Rae es lo mejor que nos ha pasado este curso... —Se interrumpió repentinamente. Fijó su mirada en el aparato que Peter estaba intentando despedazar—. Wow, ¿qué es eso?

—No sé, quisieron desintegrarme con ella.

—¿Es en serio?

—Sí.

—¡Qué loco! —Peter miró a Ned con confusion. Éste no tardó en aclararse la garganta con una sonrisa nerviosa—. Digo, nada de loco. Qué horror de gente, qué miedo...

—Mira, creo que es una fuente de energía. —Señaló la piedra violeta que estaba intentando alcanzar, sacando otro par de piezas intrusas.

—Sí, pero está conectada a esos microprocesadores. Y ese es un cargador de inducción, así cargo mi cepillo de dientes.

—El fabricante de estas armas combina tecnología alienígena con la nuestra.

—Esa seguro tiene que ser la oración más genial que nadie haya dicho en la historia. Te doy las gracias por dejar que forme parte de tu viaje a este asombroso–

La voz emocionada de Ned fue interrumpida por el último golpe que Peter le proporcionó al arma. Unas cuantas piezas saltaron en el aire, cayendo al suelo y causando un gran estruendo; ni siquiera tuvo tiempo para maldecirse por haber dejado escapar un poco de su fuerza sobrehumana inconscientemente y por culpa de su caos mental. De cualquier forma, finalmente el núcleo del artefacto fue liberado sobre la mesa.

—Mantengan los dedos lejos de las navajas —intervino el profesor entre el alboroto, sin separar la mirada de uno de los tantos libros que solía leer durante sus clases.

Peter observó la gema. Se permitió perderse en su forma, en los rayos que revoloteaban en su interior, preguntándose qué tipo de entidad sobrenatural había sido la encargada de crearla. Ya no habían límites para su imaginación, no después de todo lo que había aprendido y tenido que enfrentar junto a Rae durante los últimos meses. Todo era posible, y aunque aún no sabía qué creer, fue capaz de distraerse de todo el asunto de Flammae por primera vez en el día.

—Tengo que descubrir qué es y quién lo fabricó.

—Vamos al laboratorio más tarde a hacerle pruebas.

Eso.

Sin necesidad de mirarse, movieron y chocaron sus manos, practicando la coreografía del saludo secreto que habían creado años atrás.

Durante los siguientes segundos, Peter permaneció en silencio, con el resto de sonidos convirtiéndose en un molesto zumbido mientras se preguntaba cómo era que su vida había llegado hasta aquel punto. Su temor por defraudar al resto del mundo se intensificó conforme el tiempo pasaba y, antes de siquiera percatarse, volvió a pensar en Rae y en lo mucho que necesitaba mantenerla a salvo.

Era algo crucial si quería conservar la cordura. No estaba preparado para experimentar más ataques de pánico y es que, en el caso de que algo malo llegase a sucederle a Rae, estaba seguro de que ni siquiera sus habilidades arácnidas serían suficientes para salvarlo de las sensaciones y las crisis que experimentaría.

—Oye, —El silencio se derritió con las palabras de Ned—, ¿Rae sabe que estás haciendo esto?

—Lo sabe, sí. —Peter asintió con más energía de la necesaria, intentando convencerse a sí mismo de que era cierto. Finalmente se rindió al encontrarse con los ojos de Ned, pero intentó extender la mentira un poco más—. Y por eso me pidió que no me involucrara, pero creo que al final llegamos a un acuerdo. La cosa es que...

Se calló súbitamente y pasó una mano por su cabello. Se dio cuenta que ya no tenía energías para ocultar más cosas, al menos no las más simples y, a decir por la mirada acusatoria de Ned, obvias.

—De acuerdo, en realidad Rae no sabe nada —admitió—. Es que tiene mucho estrés últimamente, estoy tratando de ayudarla con las clases y todo eso, pero... —Las mentiras se habían deslizado por obra propia de sus labios, y aunque se sintió mal, sucio, como si ya hubiera alcanzado el límite de secretos que podía guardar, siguió adelante con un último suspiro—. Solo no le digas nada, ¿de acuerdo? No quiero preocuparla más.

» Soy el Hombre Araña, puedo con esto.

«Repítelo, Peter. Necesitas creerlo», le dijo su subconsciente. «El Hombre Araña puede con todo, el Hombre Araña puede con todo...».

—Quizás tengas más experiencia en una relación que yo, pero creo que es mejor que no le mientas. —Ned lo miró con una sonrisa, dedicándole un apretón amistoso al hombro de Peter—. No sé... ¿no has visto suficientes películas como para saber que cuando el secreto sale a la luz la chica se pone como loca? —Bajó la voz y se acercó un poco más, como si estuviese a punto de contar un secreto valioso—. Y ahí, amigo, es cuando el héroe pierde a su chica.

» Puede que al principio haya estado un poco celoso de que Rae y tú pasaran más tiempo a solas que conmigo, pero... te recomiendo que no la pierdas. Quiero seguir jugando videojuegos con ustedes, juntos, los tres; el Hombre Araña no puede dejar que eso se arruine, ¿cierto?

No, no podía permitirlo. Pero se convenció de que, antes de decirle la verdad, tenía que enfocarse en salvarle la vida.

✧✧✧

—De acuerdo, aquí voy, aquí voy. Tú puedes, Peter, tú puedes.

Los días de Peter Parker se estaban convirtiendo en montañas rusas. No solo la conversación con Elissa le había dejado unas cuantas secuelas la mañana anterior, sino que también, mientras acechaba a un par de los comerciantes de armas que se habían colado en la escuela en busca del artefacto que Peter había robado, se percató de que el hermano de su novia formaba parte de los criminales presentes. A pesar de haberse sorprendido como la primera vez que lo vio, cuando lo enfrentó cara a cara aún teniendo la máscara de su traje de por medio, no dudó a la hora de disparar uno de sus rastreadores en la pierna de Jonas.

En silencio, agradeció al señor Stark por equipar sus dispensadores de telarañas con aquellos rastreadores. Sin embargo, aunque sus acciones le acercarían al centro de aquella mafia sobrenatural, justo ahora, un día después de la conversación con Elissa y la expedición de los traficantes de armas en la secundaria Midtown, su mente estaba enfocada en enfrentar a Adler Wolff.

Tragó en seco mientras veía a Adler pasearse por el pasillo de manera despreocupada, pero con una postura altiva y arrogante. Peter sabía que siempre se saltaba las clases de Matemáticas, así que decidió hacer lo mismo para poder sorprenderlo a solas.

Se aclaró la garganta para intentar hacer su voz más grave, apretando los puños al recordar que Adler había estado molestando a Rae desde el día anterior. Quizás no ganaría nada con lo que estaba a punto de hacer, pero si Wolff ya sabía su identidad como el Hombre Araña y al mismo tiempo continuaba jugando con Rae, Peter no perdería nada con mostrarle una porción de su fuerza.

Lo único que logró darle el coraje para finalmente acercarse fue el recuerdo de Rae entrando en su habitación con los ojos encendidos en llamas y las manos envueltas en fuego, frustrada, haciendo todo lo posible por concentrarse en la tarea antes de explotar y contarle a Peter sobre las amenazas que le dedicó Adler durante la jornada escolar. Rae fingió que todo estaba bien, que lo aguantaría, que no quedaba mucho para poder luchar contra él y enseñarle que no debía jugar con fuego, incluso si el agua siempre ganara; aun así, Peter creía leer más allá de sus palabras.

Y cuando finalmente se acercó a su presa, sintió que poco a poco olvidaba todos los movimientos de pelea que había aprendido como el Hombre Araña.

—Peter. —Quedó petrificado al oír la voz del rubio. ¿Cómo era posible que lo hubiera escuchado acercándose, si ni siquiera sus sentidos arácnidos hubieran percibido sus cuidadosos pasos? —. ¿Ahora también te saltas la clase de la señora Fitzgerald?

Aunque sus palabras sonaban genuinas, Peter fue capaz de notar que Adler había abandonado el acento alemán que había fingido frente al resto de estudiantes de Midtown desde su llegada.

No supo cómo reaccionar, ni siquiera tuvo tiempo de procesar su siguiente movimiento, pero, percatándose de que el baño de chicos estaba convenientemente situado a su derecha, disparó una de sus telarañas en la muñeca de Adler para intentar arrastrarlo al lavabo, preocupado de que alguien pasase por el pasillo y los pillase en medio de una pelea.

—Ya sabes quién soy —Peter tiró del brazo de Adler para acercarlo. Intentó empujarlo más cerca, pero sus pies parecían haberse adherido al suelo luego del primer impacto—. Maldición —murmuró después de comprobar que ni siquiera pudo moverlo utilizando toda su fuerza.

Vaya, fuiste al grano más rápido de lo que pensaba.

—Aún no he llegado al gra– ¡Mierda!

Adler interrumpió a Peter con un rayo de agua compactada que salió disparado de su mano, el cual se envolvió alrededor de la telaraña que mantenía su muñeca atada. Movió los dedos con maestría para controlarlo y así succionar por completo el material hasta poder liberarse. Mientras toda el agua se devolvía a su cuerpo como si su piel fuese una esponja, empujó a Peter contra la pared de casilleros, sosteniéndolo por los hombros y manteniendo su torso apresado con ayuda de su rodilla.

—¿Qué decías?

—¡Oye! Eres bueno, pero también un poco... —Peter hizo una pausa planeada, observando cómo Adler sonreía con superioridad. Se le estaban subiendo los humos a la cabeza y, tal y como había aprendido del señor Stark, Peter tenía una idea de cómo aprovechar aquella debilidad—... arrogante.

Se impulsó hacia delante con fuerza para después cubrir la pierna de Adler con telarañas. Aprovechando la distracción, cambió de posición, anclando al chico contra el casillero.

A pesar del impacto inicial, Adler no borró aquella expresión socarrona de su rostro: —¿Qué quieres, Parker?

Peter separó los labios, pero nada salió de su boca. ¿De veras había sido tan fácil que Adler dejase de luchar? ¿Por qué accedía tan rápido a responderle?

Y principalmente, ¿qué demonios debía decirle?

—Pensé que te gustaba bromear —continuó un Adler satisfecho al notar que Peter estaba perdiendo la compostura—. Bueno, eso acabas de hacer, pero al parecer le han cortado la lengua al Hombre Araña.

—Solo deja a Rae en paz —dijo finalmente; su voz saliendo más aguda de lo que pretendía. Recurrió a aclararse la garganta por milésima vez en el día al sentir la punta de sus orejas hervir de la impotencia—. No vas a lograr nada. Flammae va a morir igualmente, no hay manera de evitarlo y-y–

—¿Ya vas a parar de divagar?

Eres un–

—¿Soy qué? ¿Un imbécil? ¿Malvado, cruel? Dioses, Peter, yo no decido cuál de todas esas es cierta, pero no me voy a detener. —El brazo de Peter perdió fuerzas; su rostro palideciendo al escuchar el cinismo en las palabras de Adler. Si en algún momento tuvo la ingenua esperanza de convencer a Adler de hacer lo correcto, supo de inmediato, solo con ver el gélido brillo de sus ojos, que esa opción estaba descartada—. Voy a cumplir las órdenes; siento si tengo que quitarte a tu novia en el proceso.

La sangre burbujeó como hierro candente dentro de sus venas. Entre toda la ira y el temor, la impotencia, el abandono de la satisfactoria adrenalina que lo invadía cada vez que luchaba y la pérdida de su confianza, Peter se preguntó si así era como se sentía Rae cada vez que alguien decidía retar los límites de sus poderes: con la piel ardiente y la garganta cerrada, los ojos pesados y la mandíbula firmemente tensada. Ni siquiera Flash Thompson y Elissa Monroe combinados habían logrado llevarlo hasta ese estado.

Sin embargo, por más que estuviera tentado a seguir sus instintos, Peter no se atrevió a golpearlo. Su corazón de oro se interpuso en el camino, y no supo si sentirse orgulloso o decepcionado.

—No lle-llegarás muy lejos...

—Voy a hacer lo que tenga que hacer.

No... —Suspiró, luchando por conservar el aliento—. No, te vamos... te vamos a detener.

—¿Otra vez problemas con la lengua? —Antes de que Peter pudiera reparar en la mofa del rubio, éste liberó sus manos y jaló el cuello del jersey de Parker hasta cortarle la respiración—. Cuidado, Peter. No deberías estar perdiendo tu tiempo conmigo. Ya Elissa te habrá dicho que no soy la mayor amenaza.

» ¿Y sabes qué? Quizás me hubiera gustado quitarte a tu novia solo para divertirme, pero ella se irá sola. A las chicas no les gustan inseguros. —Adler sonrió con burla cuando Peter alejó su mano con todas sus fuerzas. Aunque en sus ojos castaños destellaba cierto matiz de rabia, se sentía demasiado aturdido como para hacer algo más que apretar la muñeca de Adler—. Rae vale mucho más que tú. Ahora veremos si te alcanza el tiempo para salvarla.

Justo antes de que Peter espetara sus últimas palabras, un movimiento brusco en la otra punta del pasillo captó su atención. Un calor infernal se instaló en la parte trasera de su nuca, sofocándolo y poniéndole los vellos de punta. Giró con lentitud, temeroso, hasta que sus ojos hicieron contacto con una figura endemoniadamente alta, envuelta en llamas y con afiladas garras.

Era Flammae, tan espeluznante como la primera vez que lo enfrentó en el aeropuerto de Berlín. Fue entonces cuando se vio obligado a dar un salto hacia atrás por la impresión; quizás había llegado el momento de luchar contra él, pero no se sentía preparado, no todavía.

Antes de siquiera darse cuenta, Adler ya se había escabullido fuera del pasillo, dejando a Peter completamente solo y con la paranoia de que Flammae volvería a aparecer en cualquier momento, a pesar de ya haberse desvanecido sin dejar rastro.

—¿Peter?

Tomó una profunda bocanada de aire con los ojos cerrados. Intentó calmarse, dejando que el sonido de la voz de Rae inundara sus oídos y pusiera a sus sentidos arácnidos en descanso.

Quizás Flammae había sido una ilusión, o tal vez su esperanza de mantener al margen a Adler sin buscar pelea quedó como un sueño roto, pero ella era real, y estaría dispuesto a escucharla decir su nombre el tiempo y las veces que fuese necesario.

—¿En qué momento se te ocurrió enfrentarte a Adler sin ayuda, idiota? —Rae se colgó del cuello de Peter, enterrando su pequeña nariz en la garganta del chico. El castaño ni siquiera se percató de que ella se había movido—. El plan es mantenerlo alejado, no provocarlo. —Bufó—. Tonto.

Oye, Rae...

Levantó la cabeza para observarlo. Peter ni siquiera la miró, teniendo la vista fijada en la zona del pasillo donde creyó haber visto a Flammae.

No supo qué hacer para poder diferenciar un espejismo de la realidad.

—Dime.

—Podremos contra Adler, ¿verdad?

—Tendremos que aguantarlo un tiempo más, pero... te he visto hoy, Peter, hubieras podido noquearlo si quisieras.

» Y sí, podremos. Solo espero que no se nos acabe el tiempo.

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❮ 𝗡𝗢𝗧𝗔 𝗗𝗘 𝗔𝗨𝗧𝗢𝗥𝗔❯
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Amores míos, actualización flash jeje. Tengo que acabar esta nota rápido antes de que me revienten por estar despierta y con la música a todo volumen a estas horas de la noche.

Solo he de decir que tengo un gran problema, y es que después de ver Far From Home tengo tantas ideas que necesito llegar a esa parte sí o sí o voy a seguir teniendo un bloqueo por el resto de esta historia. Fue simplemente impresionante; me ahorro las palabras para quienes no hayan podido disfrutarla aún, pero debo admitir que he estado imaginándome Rae en diferentes escenas durante toda la película y estoy más que emocionada.

En realidad estoy cien por ciento agradecida y en deuda con la inspiración por dejarme tener las ideas claras con respecto a lo que quiero hacer con esta novela antes de llegar a FFH, así que no hay de qué preocuparse, niños, los alimentaré con más capítulos xd. El problema es que tener tantos planes después de Endgame me está frustrando porque tardo más en escribir los capítulos que procesando las ideas que quiero plasmar, y a veces me gustaría escribir un capítulo al día porque sé lo que quiero hacer, pero se me hace imposible. Lo siento mucho, bellezas.

Además, siento que mi forma de escribir está empeorando, but well, ojalá que solo sean ideas mías ):

En fin, ya paro de quejarme. Solo espero que hayan disfrutado de este capítulo (sé que pasa un poco desapercibido, mas lo veía necesario) y que estén preparados para el siguiente. Les aseguro que se viene algo inesperado y con muchos sentimientos (les dejo con la duda, no diré si buenos o malos, jé). O al menos eso creo, si es que las palabras me alcanzan para describir todo lo que tengo en mente.

Los quiero muchísimo, angelitos. Gracias por llevar mi pequeña historia hasta este punto. Se los debo todo y más.

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