━ chapter seven: hope
༻ 𝐂𝐀𝐏𝐈́𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐒𝐈𝐄𝐓𝐄 ༺
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' ESPERANZA '
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UNA CORRIENTE DE AIRE HELADO me recorrió desde las puntas de los pies hasta la cabeza. Usualmente —suponía que gracias a mis habilidades sobrehumanas— mi temperatura corporal era alta. Sin embargo, en esa ocasión, el ambiente se me antojaba gélido, y ni siquiera los ojos cálidos de Peter Parker me brindaban el calor que tanto añoraba.
Las esquinas de la estación parecían ser carcomidas por las sensaciones que me embargaban. El dolor se trepaba por las paredes, el enojo se escurría a través de las alcantarillas, el orgullo paseaba debajo de mis zapatos y la preocupación se movía alrededor de los transeúntes.
Como seres humanos, nuestras acciones están dictadas por lo que sentimos. Las sensaciones cambian dependiendo de quién seas, de tus pensamientos, intenciones y experiencias. Pero siempre están ahí, aferradas a tus palabras, deseosas por escapar aún cuando intentas mantenerlas enjauladas.
Por eso mismo, aunque era inmaduro, una parte de mí deseó que Peter comprendiera lo que yo sentí. A pesar de que la garganta me picaba con la necesidad de preguntarle si se encontraba bien, de saciar mi preocupación lanzándome a sus brazos, no dije nada.
Y sabía que no estaba bien, pero no podía evitarlo.
—Rae...
El suspiro de Peter se evaporó en el aire de la estación Queens. Su boca se mantuvo entreabierta, como buscando las palabras adecuadas para expresar aquello que me gritaban sus ojos, pero que yo me negaba a escuchar.
—¿Dónde estabas?
—Lo siento mucho, en serio. Yo... yo no quise que esto sucediera, verás–
—Parker, —Su expresión apenada se redujo levemente, pasando a convertirse en un ceño fruncido—, solo quiero saber qué demonios estuviste haciendo durante todo este tiempo.
Peter aplanó los labios en una fina línea. Pasó las manos por su cabello en un gesto nervioso. Noté que ocultó una mueca mientras apretaba la mandíbula, y que no solo su ceja, sino también sus nudillos, tenían pequeños rasguños.
—No puedo.
Ignoré el crujido que hizo mi corazón detrás de mis costillas y las vueltas que dio mi estómago. La decepción me empapó como un balde de agua fría, mas me obligué a mantener la compostura.
Solo quería llegar a casa, así que a duras penas, di el primer paso hacia la salida.
Peter no tardó en anclarme a mi posición, afianzando sus manos en mis brazos: —Pero necesito que me entiendas, yo no quise que esto–
—Peter, detente.
—Debí haberte avisado, lo sé, pero es que la batería de mi teléfono se–
—Peter.
—... se-se acabó. Pensé en llamarte en una cabina telefónica, pe-pero no tenía dine–
—¡Peter, tienes que decirme qué sucede si quieres que entienda! —siseé entre dientes, sintiendo mi temperatura corporal aumentando a través de la tela de mi ropa—. Quizás soy una pirómana con estos estúpidos poderes, pero todavía no puedo leer mentes.
Una vez más, se quedó callado.
Y eso fue todo lo que necesité para intentar escapar de su agarre con brusquedad. Sin embargo, era demasiado fuerte para mi cuerpo.
—Déjame ir.
—No hasta que me escuches, por favor. Te lo–
—¡Suéltame, Parker! ¡Estoy intentando llevar esto con calma! ¿Acaso no lo entiendes?
—Por favor.
Mi consciencia pisó el freno de mano dentro de mi mente. La furia y la adrenalina encontraron calma dentro de mi sistema.
Fue la manera tan sincera en la que me lo rogó lo que me hizo levantar la mirada por primera vez.
Peter se veía como un niño desesperado, con el semblante manchado de preocupación. Sus manos habían pasado a mis hombros; la distancia entre nosotros haciéndose cada vez más estrecha, el calor de mi cuerpo aumentando descomunalmente.
No quería escucharlo. Simplemente no quería.
Pero con sus ojos adheridos a los míos, destellando con lo que reconocía como esperanza, era una tarea demasiado difícil.
—Hace unas semanas me hiciste prometer que siempre, siempre, nos contaríamos todo, sin importar lo que fuese. —Mi murmullo se quebró en la mitad de la oración, obligándome a guardar silencio por un par de segundos—. ¿Qué pasó con eso? ¿Olvidaste que sin siquiera conocerme ya me estabas diciendo que te había picado una maldita araña radiactiva? ¿Cuál es la diferencia ahora, eh? ¡Te creí, Peter, y sabes que te creería mil veces más! —Peter abrió la boca con ánimos de argumentar, pero no tardó en arrepentirse mientras su agarre se intensificaba en mis hombros—. Lo que más me molesta no es haberme quedado horas esperando por ti, sino que ni siquiera te dignaste a buscar la manera de explicarme qué sucedía. Pero no lo hiciste; me preocupaste, joder, ¿y ahora ni siquiera puedes decirme por qué tuve que sentirme así?
Tomé una profunda y larga bocanada de aire que pareció quemar mis pulmones.
Y le pregunté una última vez.
— ¿Qué pasó hoy, Parker?
Aunque mi mente grabó el rostro en conflicto de Peter, junto a cada uno de sus lunares y marcas, nada sucedió.
—Lo siento, Rae.
La marea de abandono que me ahogó alguna vez en el pasado gracias a la inesperada ida de mi madre se abrió paso en mi pecho.
Con un nudo en la garganta y las manos chispeándome con un rastro de fuego, reanudé mi caminata hacia la salida de la estación, haciendo todo lo posible por mantener la frente en alto.
—Solo dame unos días a solas y estaré lista para salvar el mundo de nuevo —hablé con amargura y una pizca de sarcasmo—. Quizás deberíamos limitarnos a hacer eso.
Así de fácil, abandoné el subterráneo con la mirada de Peter calcinándome la nuca.
Y, para lástima de mi orgullo, aún seguía estúpidamente preocupada por él.
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Durante la siguiente semana, me abstuve a una rutina que poco a poco le iba quitando el color a mi vida.
La monotonía era algo con lo que había tenido que lidiar por un largo tiempo hasta que obtuve mis poderes. Ya me había acostumbrado a esos cambios que Peter Parker había traído consigo, desde nuestros paseos nocturnos alrededor del vecindario hasta las tardes de lucha que montábamos con nuestros alter egos.
Aún así, recobrar mis hábitos no había sido algo difícil. Me encerraba en mi habitación sin ánimos de hacer la tarea, ya no entrenaba ni salía a las calles como la Chica Fuego, cocinaba macarrones con queso para Riley todas las tardes e intentaba jugar algún juego en línea que corriera con facilidad en el cacharro que tenía como computadora.
Era lo mismo de hacía seis meses atrás; tan aburrida pero tan conocida para mí.
Algo, sin embargo, había cambiado. Además de que debía superar el reto de esquivar a Jonas hasta que mis heridas sanaran, Michelle Jones había presentado un especial interés por mí en el transcurso de aquellos días.
MJ —como me había dicho que la llamase— me acompañaba de arriba a abajo. Sabía que ella era consciente de que yo intentaba no encontrarme con Parker a toda costa; podía notarlo por la forma en la que me arrastraba en la dirección opuesta de los pasillos cuando Ned y él estaban cerca y, a pesar de que no me preguntase nada sobre lo que había ocurrido, me sentía plenamente agradecida.
Incluso me obligó a visitar un médico, aludiendo a que la quemadura de mi rostro lucía "como una espinilla infectada por extraterrestres: fea y asquerosa".
Elissa Monroe también había hecho un cambio drástico. Desde que me había alejado de Peter, parecía haber mantenido cierta distancia. Aunque no extrañaba sus insultos, lo que más me inquietaba de su nueva postura era la sonrisa malévola que dibuja cuando Parker trataba de llamar mi atención y yo, aparentando firmeza, lo ignoraba deliberadamente.
Sin dudas, toda esa situación no me estaba haciendo nada bien.
Pero fue cuando Riley admitió que extrañaba a Peter que decidí tomar la iniciativa de plantarme frente a la puerta del apartamento de los Parker, decidida a arreglar el asunto.
Debía enfrentarlo de una vez por todas. Dentro de mí, sabía que Peter era como esa taza de café que papá solía beber antes y después del trabajo: un combustible indispensable para seguir adelante.
Mientras pensaba en qué debía decirle para no parecer demasiado incómoda y con ganas de gritar por el caos de emociones que llevaba en el pecho, hice ademán de tocar el timbre.
May Parker frustró mis intentos al abrir la puerta antes de que siquiera pudiese tocarla.
—¡Oh, Rae! ¡Hacía tiempo que no te pasabas por aquí! —exclamó May con una sonrisa radiante—. Me alegra ver que tu rostro haya mejorado, linda; pronto estarás como nueva. —Se apartó del umbral para dejarme un espacio—. Pasa, pasa, estás en tu casa. Ya me extrañaba que Peter no hubiese dicho ni una palabra sobre ti.
«A mí no me extraña», pensé mientras ingresaba a la estancia.
—Necesito ver a Peter. —Suspiré, hablando con más prisa de lo que pretendía.
—Cielo, ¿ha ocurrido algo entre ustedes dos?
—No, no es nada —balbuceé, jugando nerviosamente con mis manos ante la mirada escéptica de May—. Solo... tenemos que hacer un trabajo para la escuela, hemos quedado pa-para hacerlo hoy.
—Vaya, Peter no me ha mencionada nada. —Rió para aligerar el ambiente—. Entonces haré una tarta de manzana. No te preocupes, no te irás de esta casa con el estómago vacío.
—Bien, entonces... iré a su... habitación.
—¡Rae, espera! —llamó la mujer. Sin embargo, mis pies se arrastraban por sí solos hacia mi destino y no me permitieron parar—. Peter no está so–
No pude escuchar más, pues ya estaba demasiado lejos.
Aunque aún tenía la mente en blanco después de haberme planteado tantas veces lo que podría suceder, abrí la puerta de la habitación de Peter sin pensarlo dos veces.
—Peter, lo siento mucho, yo...
No me había dado cuenta de que el mismísimo Anthony Stark, dueño de Industrias Stark y el portador del título de "Iron Man", me miraba con una ceja enarcada mientras Peter Parker replicaba mi expresión de sorpresa al verme.
Sentí una sobrecarga de descubrimientos dominando mi sistema, dejándome con la palabra en la boca.
¿Qué hacía un hombre tan poderoso como él en la habitación de un simple adolescente de Queens?
Tan simple como podía serlo un chico arácnido, claro.
—¿Qué carajos? —pregunté con un hilo de voz y aún boquiabierta.
—Lo mismo me pregunté yo —escuché murmurar a Peter.
—Oh, vamos, no soy tan feo —bromeó el señor Stark como si su presencia fuese lo más común del mundo.
—¿Eres Tony–
—Tony Stark, sí, sí. Ya he escuchado mi nombre bastantes veces, no hace falta que me lo recuerdes, niña. —Me dedicó una pequeña y carismática sonrisa—. De acuerdo, ¿en dónde estábamos? —Se dirigió a Peter. Chasqueó sus dedos con particular elegancia cuando la idea se le vino a la mente—. Ah, sí. Así que eres el muchacho arácnido que pelea contra el crimen, ¿el Joven Araña?
¿El Señor Stark sabía que Peter era el Hombre Araña?
¿Sabría, entonces, de la Chica Fuego?
—No... —Peter se cruzó de brazos, apartando la mirada y ocultando sus mejillas sonrojadas—. Soy... el Hombre Araña.
—Con esa pijama, no.
—Es que no lo es. —Peter se apartó del armario, dejando que el señor Stark tomara del suelo su traje del Hombre Araña.
Sentí la mirada de Peter sobre mí, llevando a la cúspide a todas mis emociones. Lo observé tragar en seco mientras se acercaba a su escritorio, sacudiendo la cabeza con lo que reconocí como arrepentimiento y apartando sus ojos de los míos.
Incluso ahí, intentado actuar con naturalidad ante la presencia de Tony Stark mientras me dirigía con cautela a la cama de Peter, quise interrumpir lo que fuese que el genio estuviese haciendo allí y gritarle a Parker lo mucho que lo extrañé durante esa semana.
Con solo encontrarme con él en una misma habitación, ambos conscientes de la presencia del otro, me sentía más cómoda, como abeja atraída por la miel. Quizás un "lo siento" era la mejor manera de empezar a arreglar la situación, pero sabía bien que no era el momento; que, aunque estuviese desesperada por volver a reconstruir aquel vínculo que teníamos, algo peculiar estaba sucediendo.
Algo que, aunque en ese entonces no lo supiese, cambiaría nuestras vidas para siempre, y le daría un nuevo comienzo a nuestra historia como héroes.
—De verdad hoy estaba teniendo un magnífico día, Señor Stark. —Aunque lucía calmado y tal vez, un poco molesto, sabía que por dentro Peter estaba sufriendo de varios infartos por estar en presencia de uno de sus ídolos—. No perdí mi tren, encontré este perfecto reproductor de DVD y mi examen de Álgebra, seguro diez.
—No luces como si hubieses tenido un magnífico día. Te ves como si te faltara algo, tal vez alguien.
—Es que sí me falta algo —susurró cabizbajo. Los ojos de Peter, una vez más, cayeron sobre mí y yo intenté ignorarlo mientras jugaba con el borde de mi sudadera.
Mi corazón dio un vuelco, apreté mis labios en una fina línea. Cubrí mi sonrojo con un mechón suelto de mi coleta, mas no despegué el oído de la conversación que el Señor Stark estaba teniendo con Peter.
Afortunadamente, Tony —si es que no la sintió— decidió no indagar en la tensión que se instaló en el ambiente.
—¿A quién le has dicho? ¿Alguien sabe?
—Yo lo sé —intervine con timidez a la par que Peter sacudía la cabeza.
—Solo ella, nadie más.
—¿Solo tu novia?
—Señor Stark, no es mi no–
—¿Tampoco tu tía inusualmente atractiva? —interrumpió el hombre a Peter, tomando asiento sobre una silla que se hallaba en la habitación.
—No. No, no, no, no. Si se entera se pondrá súper loca, y si ella se pone loca entonces yo me pondré igual.
—Sí, seguramente pase eso —agregué con una sonrisa divertida, imaginando a May saltando y gritando alrededor de la casa como gallina sin cabeza si llegase a encontrar el traje o los dispensadores de su sobrino.
Parker me devolvió la sonrisa. Se quedó un par de segundos callado, solo analizando mi rostro y dejando mi piel de un color rojo aún más vibrante, hasta que Stark cortó la conexión con un cuchillo de preguntas.
Peter y Tony tuvieron un intercambio sobre el origen de las telarañas de mi amigo y sus habilidades para escalar paredes. Sabía que Peter estaba nervioso, frustrado, pero yo solo podía ver la escena a la espera de descubrir qué demonios quería Tony.
—¡Estoy ciego! —Peter le arrebató el traje al señor Stark cuando este se colocó sus gafas especiales mientras yo hacía un gran esfuerzo por contener una risa ante su comentario.
—Oiga, sí veo, eso ya se lo dije. De acuerdo, sucede que–
—Cuando ocurrió lo que sea que pasó, los sentidos de Peter volaron al límite. —Aclaré mi garganta con incomodidad cuando la profunda y oscura mirada de Stark se clavó en mí—. Es... demasiado abrumador, así que eso ayuda a que se concentre. ¿Cierto, Parker?
Él asintió con una pequeña sonrisa, tronando sus nudillos.
—¿Y tú? ¿Cómo es que sabes tanto? Para hablar así de algo debes ser capaz de sentirlo tú misma —me preguntó Tony con las cejas enarcadas—. Oh, ya sé. Eres la compañera del Joven Araña ¿no? ¿La Niña Fuego? —Sintiendo todo el contenido de mi almuerzo subir por mi garganta, intenté protestar, pero él no me permitió continuar—. No tuve tiempo de investigar sobre ti aunque, para que no te sientas mal, también me pareciste interesante.
—¿Cómo es que sabe–
—Intuición. —Se me adelantó con un encogimiento de hombros—. Aunque es bastante obvio, esos trajes que usas no son... —Tony hizo una mueca—, los más discretos. —Asentí. Tenía toda la razón, pero no poseía nada mejor que sudaderas con capuchas gigantes y un antifaz hecho a mano—¿Naciste con esos poderes o te usaron de rata en algún laboratorio?
Arrugué la nariz con desagrado: —No es nada de eso. Fue... algo más extraño.
—En fin, el punto: les urgen unas mejoras, a ambos —continuó Tony sin prestarme demasiada atención, dirigiendo su mirada a Peter—. Sistemáticas, de cabo a rabo, ciento por ciento restaurado, por eso vine aquí. — Desganado, Peter se unió mí, tomando asiento al otro lado de la cama. Stark hizo una pausa mientras balanceaba su mirada entre Peter y yo—. ¿Por qué lo hacen?
Apunté un dedo hacia mi pecho: —¿Yo... también?
—Sí, tú, ambos. ¿Cuál es su motivo? ¿Qué los saca de sus camas en la mañana?
¿Mi motivo?
Después de haber hecho tantas cosas, de plantearme tantas ideas y pensar infinitas veces sobre el origen de mis poderes, jamás me había detenido a buscar una respuesta a aquello.
Según cientos de películas, un héroe necesita de tres cosas: un origen, una habilidad y un motivo. Si no sabía cuáles eran mi motivo ni mi origen, ¿entonces podría considerarme como una heroína?
Para mi buena suerte, Peter se me adelantó antes de que siquiera pudiese pensar en la respuesta.
—Creo que... yo... —Peter suspiró y comenzó a jugar con sus manos, relamiendo sus labios antes de continuar—. Toda mi vida he sido como soy, y he tenido estos poderes por seis meses. —El Señor Stark le insistió que continuase con un asentimiento—. Leo libros, armo computadoras y-y sí, también quiero jugar fútbol. —Sonreí, recordando aquella vez en la que Peter me había mencionado que amaría entrar en algún campo de fútbol, pero le ganaba el miedo de patear el balón demasiado lejos debido a su fuerza sobrehumana. Peter me devolvió el gesto casi imperceptiblemente—. Pero si no lo hacía antes, menos ahora.
—Claro, eres diferente.
—Exacto, pero a nadie le puedo decir la verdad.
—¿Y por qué ella sí lo sabe? ¿Qué la hace... distinta a los demás? —preguntó Stark mientras me señalaba con la cabeza.
Haciendo que mi corazón latiese más rápido ante la espera, Peter se tomó un tiempo para responder, fijando sus ojos en los míos.
—Porque estuvo ahí cuando más lo necesitaba, y porque se quedó conmigo incluso después de enterarse.
Juré que mi mundo dio un giro de ciento ochenta grados, y me sentí incluso más culpable por haberlo apartado sin siquiera darle tiempo para que tuviese el valor necesario de explicarme qué había sucedido el día que me dejó plantada.
El señor Stark acompañó nuestro duelo de miradas. Rascando su barba, pude notar que escondió una sonrisa pícara por medio de un carraspeo falso. Sin embargo, no se detuvo demasiado tiempo a dejar que Peter y yo termináramos de embarrarnos con la extraña y desconocida sensación que se apoderó del ambiente.
—Entiendo —masculló Stark con lentitud. Se inclinó hacia adelante, apoyando sus codos sobre sus rodillas y entrelazando sus manos—. Prosigue.
Y así lo hizo Peter.
—Cuando alguien tiene los talentos que yo tengo, pero otros no, y luego pasa algo malo, es por culpa de uno.
Lo miré con una admiración que para ese entonces todavía no conocía, asombrada por el significado y la fuerza que pude apreciar detrás de sus palabras.
Si eso era posible, comencé a verlo con otra luz, con otros ojos y con más ganas de arrojarme sobre él para abrazarlo por ser tan... grandioso.
El señor Stark era el ídolo de Peter, pero
Peter Parker era el mío.
—Así que quieres defender al indefenso, quieres... hacer tu parte; luchar por un mundo mejor y todo eso.
—Sí, sí, sí. —Pude ver la emoción apoderándose de la expresión de Peter, junto a esa tierna sonrisa ladeada que solía estar en su rostro—. Quiero... defender al indefenso, eso fue lo que dije.
El señor Stark suspiró: —Bien, ¿y tú, niña? ¿Cuál es tu motivo?
La pregunta retumbó en mi mente por un par de segundos. Mis manos se perdieron en el borde de mi sudadera, mis pensamientos se alejaron de Peter y mi labio inferior buscó refugio entre mis dientes.
Quizás mi respuesta sería muy simple, muy sosa, necesitada de esa pizca de sal que la haría valer tanto como la de Peter, pero era lo primero que se me venía a la mente, y si algo me había enseñado Jonas era que la primera corazonada es la que generalmente vale la pena.
Aún así, respondí, consciente de que la mano de Peter se escurría cada vez más cerca de la mía, la cual se hallaba apoyada sobre el colchón.
—Nunca quise que mi hermana pequeña conociese las cosas malas que hay allá fuera —comencé, tomando una profunda bocanada de aire—. Sería injusto, me lo ha parecido desde que yo misma tuve que encontrarme con la realidad. Durante este último año pensé que ya era demasiado tarde, que ella ya... sabía lo que tendría que enfrentar en un futuro, cuando ya no pueda cuidar de ella.
—Pero también es malo que la dejes en la oscuridad —opinó Tony, mirándome con atención—. Tiene que crecer, sean las dificultades que sean, no puedes... ¿cómo es eso que dicen? ¿Tapar el sol con un dedo?
—Lo sé, tiene razón —concordé con rapidez—. Pero solo quiero que vea esas cosas con otros ojos; darle esperanzas, aunque no sirva de mucho. Sé que es estúpido, pero quiero que ella le dé un giro a aquello que la moleste, que tenga siempre algo, o alguien, que le haga creer que los malos momentos pasarán, porque yo... yo quisiera tener ese punto de vista, pero no lo tengo.
» De pequeña, eran los superhéroes de mis cómics los que me hacían tener esa esperanza. Así que, después de que algo decidiese darme estos poderes... supe que tal vez yo podría ser ese superhéroe para ella. —Miré mis manos y dibujé en mi mente un conjunto de llamas emergiendo de ellas. Las apreté en puños, sintiéndome repentinamente orgullosa de las habilidades que poseía—. Me toca ver esto que tengo como un don y no como una maldición. Si tengo que hacer algo, entonces haré una diferencia buena, y si no puedo ser su heroína como humana... —Levanté la mirada y la fijé en el señor Stark. Suspiré, rogando para que la siguiente oración derrochase seguridad—, entonces lo seré como la Chica Fuego.
Nuevamente, se hizo silencio en la habitación.
Yo misma me había sorprendido de que todo aquello saliera de mi boca, de soltar mis verdaderos motivos sin siquiera haberlos sabido antes.
Y, aunque aún no habíamos arreglado las cosas, cuando la mano de Peter finalmente alcanzó la mía no dudé en darle un apretón, sin separar mi mirada de Tony.
Stark se levantó de la silla, acercándose a la cama: —Muévanse, me voy a sentar allí. —Peter y yo nos apartamos con rapidez para dejarle un espacio entre nosotros—. Tienen agallas, niños. —habló el señor Stark, haciéndome soltar una risa leve, entre nerviosa y aliviada de que no hubiese debatido mis razones. Incómodamente, como si no estuviese acostumbrado a ese tipo de contacto, puso cada una de sus manos sobre mi hombro y el de Peter—. ¿Tienen pasaporte?
—Eh... ¿no?
—No, no, no tengo ni licencia de conducir–
—¿Han viajado a Alemania? —interrumpió Tony a Peter.
—No–
—Oh, les encantará.
—¿Qué? ¿Nos va a llevar a Alemania? —pregunté asombrada mientras intentaba ocultar el temblor en mi voz.
—Es que no iré... —Peter se detuvo y me observósobre el hombro de Stark—. No iremos a Alemania.
—¿Por? —preguntamos Tony y yo al unísono.
El hombre se giró a verme con una sonrisa ladeada, dedicándome un guiño divertido: —Las grandes mentes piensan igual.
—Es que tenemos... deberes.
Durante un momento, nadie dijo nada. Fui yo quien rompió el silencio, riendo a carcajada suelta ante la expresión confundida de Peter. El señor Stark puso sus ojos en blanco, negando con la cabeza.
—Voy a fingir que no dijiste eso —murmuró Tony mientras se levantaba de la cama.
—Sí, yo también, Parker. —Olvidando por un momento que aún nos encontrábamos en "malos términos", clavé mi codo en su costado de manera amistosa, subiendo y bajando las cejas de manera sugerente—. Escapémonos a Alemania, los dos. Será divertido.
Peter sonrío finalmente, apartando la mirada mientras dirigía su dedo índice a mis costillas para causarme cosquillas.
—Y luego hablaremos bien sobre el asunto de la semana pasada, ¿de acuerdo? —sugirió en voz baja, mirándome con esos ojos que tanto había extrañado.
Estaba más que conforme con eso.
—Justo eso venía a hacer hoy pero... de acuerdo. Puedo esperar.
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❮ 𝗡𝗢𝗧𝗔 𝗗𝗘 𝗔𝗨𝗧𝗢𝗥𝗔❯
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¡Hola, lectores! ¡Vaya capítulo el de hoy!
Me han tomado cuatro mil palabras y un poco más para redactar todo este capítulo; espero que no se les haya hecho tedioso, pero después de publicar una nota (la cual ya he borrado) algunos de ustedes me han recomendado que no dividiera el capítulo y que este se extendiera más de lo normal.
No estoy muy conforme con el resultado, pero solo espero que ustedes lo disfruten. En ocasiones prefiero no juzgar mis escritos, pues soy demasiado perfeccionista ):
Como es lo normal, me gustaría saber qué les ha parecido este capítulo. Además, ya ha hecho su debut nuestro padre, el señor Stark; Civil War comenzará con su intensidad dentro de muy poco.
Por cierto, ¿de qué team son? ¿Team Cap o Team Iron Man? ¿Y por qué?
O, bueno, ¿tal vez Team Pae?
¿Y qué opinan del motivo de Rae para hacer lo que hace? ¿Les ha gustado?
Quiero agradecerles también por todo el apoyo,¡ha sido asombroso! «Superstition» está a menos de la mitad de alcanzar las dos mil visitas y no puedo estar más feliz de que algunos de ustedes se hayan tomado el tiempo de compartir esta historia.
Los quiero muchísimos a cada uno, pero este capítulo en especial está dedicado a -driver (te lo debía, cutie, el siguiente va a ser solo para ti) Mudblood-Queen CynjoLynch akirinamctweak Leirola_Stark_4611 por todo el apoyo que me han dado. Y claro, también a -floatingloser por hacer la hermosa y nueva portada de la novela < 3
mexicandiva y IWhiteMoonI también se llevan una mención especial, pero esta última lindura sabe que le he dedicado el último capítulo.
¡Gracias por todo! Los próximos capítulos estarán dedicados a cada una de estas personitas por separado, pero es que no podía esperar a mencionarlas con tanta lentitud.
No duden en votar, compartir y comentar. Ya saben que siempre intento responderle a cada uno de ustedes. ♡
¡Hasta el próximo capítulo!
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