Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

━ chapter nine: past


༻ 𝐂𝐀𝐏𝐈́𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐍𝐔𝐄𝐕𝐄 ༺
──────────────
' PASADO '
˖⋆࿐໋₊


˖⋆ ✧ ˖⋆

RECUERDO VÍVIDAMENTE AQUEL veintinueve de septiembre. Puedo describir todo al pie de la letra: los altos y bajos, el antes y el después, la amarga mañana y la fatídica noche. Es como si cada una de las sensaciones de las que fui víctima, cada pensamiento que experimenté y emoción que palpé con la punta de mis dedos, hubiesen quedado tatuadas en mi memoria.

Ese día, el frío cortaba el aire de manera letal. Era dueña de mi propia compañía, caminando por las calles de manera apresurada. Casi puedo recitar el intermitente sonido que reproducía mi mente para incentivar el ritmo de mis zancadas; "tic-toc, tic-toc", repetía aquel reloj imaginario.

Tenía la mente enfocada en una sola meta; debía llegar a casa. Minutos antes, una desesperada y temblorosa Riley me había llamado para informarme que Jonas estaba sufriendo de su tercer ataque de pánico en la semana y que no sabía cómo manejar el deplorable estado de nuestro hermano. No me importaba que la noche anterior no hubiese podido consumir más que tres horas de sueño, que la piel me picase como el demonio por efecto de los nervios ni que la tela de mi camiseta se me adhiriese al cuerpo por obra del diluvio que, en ese entonces, empapaba a las aceras.

A pesar de todo lo que me había atormentado aquel día, lo que más recuerdo del condenado veintinueve de septiembre es aquella gema que encontré cerca de mi destino, en el callejón abandonado que jamás me había atrevido a pisar.

Su simple presencia me había congelado. Se posaba en medio del callejón, iluminando los basureros con un aura particularmente brillante. Era pequeña, tan pequeña como un cristal cualquiera, pero dentro de ella parecían nadar estelas de fuego que, inclusive a metros de distancia, me calentaban más allá del clima helado.

Fui atraída por una extraña fuerza que me dejó la mente en blanco. Me acercaba a la gema, como polilla atraída por una bombilla. No me había dado cuenta de que, con un par de pasos, ya me encontraba agachada frente a ella.

En cuanto tomé el caliente material entre mis dedos, sentí que algo desconocido se me incrustó en la palma de la mano. Me quemó la piel con temperaturas infernales, calando la sangre que recorría cada parte de mi cuerpo con lo que etiqueté como el peor dolor que jamás había experimentado. Era tosco, brutal; consumía con una apariencia sobrenaturalmente hermosa, pero de efecto feroz.

Profanando un grito gutural y con los ojos fuertemente cerrados, tuve la visión de un mundo en ruinas que era reinado por una silueta cubierta de fuego.

¿En qué estaba pensando? ¿Por qué me sentía empujada hacia la gema? ¿Por qué aunque algo —en un lugar recóndito de mi mente— me advertía que no debía recogerla, terminé haciendo lo opuesto?

Quizás es eso lo único que no recuerdo del veintinueve de septiembre.

El silencio que guardó Tony Stark luego de que, en la terraza de su habitación de hotel, le relatara sobre el origen de mis habilidades, fue lo que más me inquietó. El hombre lucía pensativo, perdido en algún punto indefinible del paisaje que ofrecía Berlín mientras recostaba su peso sobre la barandilla del balcón.

—Por favor, diga algo si no quiere que sufra de un ataque de ansiedad.

El señor Stark giró a verme por primera vez en cuanto las palabras se deslizaron de mis labios. Le dediqué una sonrisa nerviosa cuando lo observé enarcar las cejas y ahogué un suspiro aliviado al divisar una chispa de diversión en el café de sus ojos.

Tony fijó su mirada al frente una vez más: —¿Y qué pasó después de eso? ¿Te encontraron? ¿Huiste? ¿Quemaste lo que tenías alrededor?

—No sé por cuánto tiempo, pero me quedé en el callejón sin hacer absolutamente nada. —Mis manos comenzaron a temblar por inercia—. Sé que cuando me levanté, todo se veía con más claridad, ya no tenía frío y de mis dedos comenzaron a salir estas... chispas. —Sacudí la cabeza para espantar los agrios recuerdos de mi mente—. No lo sé, no recuerdo demasiado, pero después de ayudar a mi hermano tuve que subir a la azotea. Necesitaba estar sola.

—Y ahí fue cuando conociste a Parker. —Miré a Tony con sorpresa—. Oh, hablé con él mientras tomabas tu ducha, estaba contándome su parte de la historia —explicó con un encogimiento de hombros.

Normalmente, recurría a guardar silencio cuando me hallaba cerca de Tony, y esta vez no fue la excepción. Por alguna razón, me intimidaba, y por más que el hombre fuese conocido por su carisma y sentido del humor, yo no dejaba de recordar las veces en las que lo había escuchado ser etiquetado como "egocéntrico". Lo imaginaba con su prestigiosa e imponente armadura de Iron Man, emanando el poder con el que estaría dispuesto a acabar conmigo si consideraba que era una amenaza.

—Escucha, niña —comenzó después de un par de segundos, apartándose de la barandilla para vagar por el balcón—, no estoy de acuerdo con que el mundo les haya arrojado tanta responsabilidad a ustedes dos. Son jóvenes, no deberían preocuparse por que alguien descubra secretos como los que guardan Parker y tú. Deberían salir de fiesta, escapar de casa, comprar condones; lo que quisieran, pero cosas normales.

No somos normales, señor Stark —murmuré con un hilo de voz—. Nunca he sido normal. Nunca he podido salir de fiesta, no he comprado... con-condones, o lo que sea. No puedo, siempre he tenido... otras responsabilidades.

—¿La pequeña que está en la habitación de al lado es una de esas responsabilidades? —Asentí lentamente. En mi mente, una imagen de Riley, a quien había traído conmigo a Alemania después de algo de insistencia al señor Stark, se dibujó instantáneamente—. Me lo imaginé, no te separas de esa niña —masculló para sí mismo—. Pero precisamente por eso están aquí: porque no son normales. ¿Eso está bien? No, no lo creo así; no debería estar calmado al ver a una chica de tu edad con el rostro destrozado, pero no me sorprende sabiendo lo que eres capaz de hacer.

» De hecho, me parece injusto tener que traer a este lugar a un par de adolescentes de... ¿cuántos años? ¿Catorce? ¿Quince? —El señor Stark suspiró, claramente frustrado—. El punto es que no es justo que haya tenido que recurrir a buscar ayuda de un par de niños por culpa de algo que se nos salió de las manos a los adultos.

Alterado, Tony pasó sus manos por su cabello, aclarando su garganta para aparentar que todo estaba en orden. Desde un principio, mi naturaleza observadora me hizo sospechar que algo estaba fuera de onda con él. Quizás era el moretón que tenía a pocos centímetros de su ojo, o la rabia y el dolor que vi reflejado en sus ojos mientras recitaba sus últimas palabras. Tal vez fue el preciso momento en el que su mirada se suavizó y su postura dejó la profesionalidad a un lado, o cuando sentí la empatía que derrochaba su voz.

Ahora, veía a Tony Stark como un hombre más. Estaba cargado de problemas, de ansiedad y, posiblemente, pérdidas que no quería aceptar.

Pero, ¿qué sería de su humanidad si no se hubiese sentido así, sabiendo que en unas horas tendríamos que luchar contra el mismísimo Capitán América o, mejor dicho, uno de sus mejores amigos?

Nada. La respuesta es "nada".

—¿Le ha dicho todo esto a Peter, señor Stark? —pregunté con precaución; mi voz sonando una octava más grave de lo normal.

—No pude hacerlo. El chico estaba demasiado emocionado, no me hubiese escuchado.

Sonreí inconscientemente: —Así es él.

—Y eso puede terminar matándolos algún día. A ambos. —Fruncí el ceño. Mi corazón bajó de su lugar hasta mi estómago, cayendo como un peso muerto—. A él, porque no sabe dónde están los límites. Y a ti, porque irías detrás suyo para salvarlo, sin importar las consecuencias. ¿Me equivoco?

—No —respondí con la cabeza gacha.

—De acuerdo, entonces creo que es suficiente de ser padre por hoy. —Juntó sus manos en un aplauso para posteriormente frotarlas, acercándose a mí—. Descuida, niña, sabrán manejarlo. Me encargaré de ello. —Sin mucha naturalidad, posó una mano sobre mi hombro. Sin embargo, por más que pareciese que el señor Stark no sabía muy bien cómo lidiar con adolescentes, la sinceridad en sus palabras logró destensarme—. Pero no tendrás que cuidar de ti misma únicamente. Vas a tener que guiar a Parker, ¿entendido? Ponle los pies sobre la tierra antes de que cometa una estupidez; es fácil hacerlo con lo que ambos poseen.

Cuando identifiqué la seriedad en su semblante, mi espalda se enderezó automáticamente. Mi ceño se relajó para dar paso a una expresión casi idéntica a la de Tony, cargada de determinación y, sobre todo, disposición.

Una nueva responsabilidad se clavaba sobre mis hombros, pero no me importaba en lo absoluto. Sabía que tenía que proteger a Peter; deseaba hacerlo. Pondría una mano en la caldera con tal de conservar cada detalle de su personalidad y cada matiz que lo volvía tan especial para mí.

Me negaba a que nuestra trayectoria empezara el veintinueve de septiembre y acabara con un final desastroso, por culpa de algún desliz. Por eso, pondría todo lo que tenía en seguir el mandato del señor Stark y jamás, jamás, olvidaría sus palabras.

Porque Peter Parker merecía el cielo, la felicidad eterna e, incluso, un pedazo de mi alma. Y estaba dispuesta a que Tony Stark viera aquello a través de mis ojos, por más miedo que sintiese hacia el futuro.

Entendido.

Tony suspiró. La tensión en el ambiente se aligeró, permitiéndome respirar con normalidad: —Bien, ahora dile a tu novio que deben descansar. No quiero que se desmayen mañana cuando lleguemos al aeropuerto.

—Peter no es mi no–

—Ay, por Dios, no sé que tienen ustedes dos con negar lo que es verdad —habló para sí mismo mientras ponía los ojos en blanco. A pesar de que mis mejillas estaban completamente enrojecidas por la vergüenza, no pude evitar soltar un par de carcajadas—. Happy tiene algo para ustedes en su habitación. No dejes que Parker enloquezca cuando vea la suya, por favor.

Tony palmeó mi espalda con un poco más de brusquedad de la que, creo, pretendía usar en un principio. Tomó su vaso de licor de una pequeña mesa que se hallaba en el lugar y después lo terminó de un solo trago. Con una sonrisa ensayada, abrió la puerta para permitirme pasar al interior de la habitación.

—¿Señor Stark? —pregunté cuando cruzaba el umbral de la puerta. Me detuve en seco, con una ola de valentía invadiendo a mi cuerpo. Me observó con atención y una suavidad que no le había conocido hasta el momento—. Yo tampoco creo que esto es justo, pero es lo que nos ha tocado, y Peter y yo sabremos manejarlo algún día.

✧✧✧

Observar el paisaje urbano que se extendía a través de la ventana se había convertido en mi único consuelo durante aquella noche. Mirar las estrellas en busca de algún consejo era como tratar de hablarle a la luna: inútil, pues sabía que jamás obtendría una respuesta.

Mis manos se enredaban en las suaves sábanas que acariciaban a mi cuerpo, llenándome de una sensación que jamás había conocido. La almohada, aunque era muchísimo más cómoda que la de mi habitación en Queens, me agobiaba por alguna extraña razón.

Esa no era yo. Los lujos, el bonito papel tapiz que cubría a las paredes, la alfombra de terciopelo... no me sentía cómoda alrededor de todas esas cosas, y mucho menos a miles de kilómetros de mi hogar, engañando a mi hermano con un poco de ayuda del señor Stark y arrastrando conmigo a Riley a algo que no le correspondía.

Yo era simplicidad en su estado más puro. Era la forma en la que Riley se abrazaba aquel día de mi pierna, mientras dormía con una sonrisa en la cara ante la comodidad del colchón. Era la respiración pausada de Peter, quien ahogaba sus ronquidos contra su brazo y enternecía mi campo de vista desde su cama. Era el acogedor aroma que impregnaba al local del señor Delmar, las luces nocturnas de Queens, los libros que leía en la biblioteca, los garabatos que dibujaba en las servilletas de la cocina e incluso el incómodo y único par de zapatos que tenía.

Yo era todas esas cosas; simples, humildes, pero que me hacían plenamente feliz. No pertenecía ahí, en Alemania, para luchar contra un grupo de personas que, se suponía, debían vengarnos, ni para ponerme el nuevo traje que el señor Stark había diseñado para mí.

Por eso no me sentía cómoda. Por eso la ansiedad y la incertidumbre sobre lo que iba suceder al día siguiente me mantenían despierta.

Sentía que esa no era mi vida, sino la de la Chica Fuego, y no quería que ella fuera otra persona diferente a mí. Ella era una parte de mi ser, una faceta con la que tendría que lidiar durante mucho tiempo, pero no estaba dispuesta a que ese alter ego me separara de mis raíces.

Sudando como aquella vez en la que me había sentido tan mal, sufriendo de dolores y de unas inmensas ganas por acabar con todo, mi cabeza era bombardeada por millones de inseguridades. Se combinaban con la conversación que había tenido con Stark, el entrenamiento espontáneo que más temprano había llevado a cabo junto a Peter y la repentina necesidad de ser abrazada, a pesar de que mi piel ardiera con más de cuarenta grados de temperatura.

¿Quién sería yo a partir de ese momento? ¿Rae Williams o la Chica Fuego?

—¿Rae? ¿Por qué no estás descansando?

Suspiré, tiritando sobre la cama al escuchar la voz de Peter: —¿Cómo sabes que no estaba dur–

—Tus ojos están brillando. Se ven desde el otro lado de la habitación —explicó. Se levantó de su cama con movimientos torpes, tropezando por un momento con el edredón que caía hasta el suelo—. ¿Qué sucede?

—Esto me está cambiando —murmuré casi sin aliento. Peter tomó asiento al lado mío y me ayudó a incorporarme sobre la cama que compartía con Riley—. Estos no somos nosotros, Peter. ¿Qué nos está pasando?

Peter apresó mis manos cuando estas se dirigían a mi cabello para jalarlo por los nervios. Les dio un apretón fuerte y, susurrando, me insistió que le mirase.

—Mírame, tranquila. Solo mírame —repetía; sus ojos castaños brillando gracias a la luz de las estrellas. Sabía que estaba casi tan nervioso como yo, pero en los últimos meses había aprendido a disimular su propia ansiedad para no alterarme cuando yo pasaba por mis usuales episodios de pánico—. Sí eres tú. Estamos ayudando a otros; estás ayudando, Rae. Tú siempre quieres ayudar, ¿cuál es la diferencia ahora?

—La diferencia es que sí quieres esto. Quieres ser un Vengador, yo no. —Las palabras de Elissa, diciéndome que no aguantaría mucho más, se repitieron en mi mente cuando me sentí perder el control. Mis manos estaban apunto de arder y lo único que me mantenía anclada a la realidad era la cercanía de Peter—. No sé en qué estaba pensando cuando quise venir aquí —gruñí—. Quiero dejar de mentir, quiero volver a casa. No quiero ser la Chica Fuego, quiero ser yo.

—Si no obtenías tus poderes, ¿qué hubiera sucedido con nosotros? ¿Nos hubiéramos conocido?

—Peter, vas a quemarte si sigues sosteniéndome, suéltame.

—¿Qué hubiera pasado conmigo? Yo... Rae, yo no hubiera podido volver a casa siendo prácticamente una jodida araña si no te hubiese encontrado. Me diste ánimos, me... impulsaste a vivir con ello.

Para ese punto, después de que Peter ignorara mi advertencia y en cambio trasladara sus manos hacia mis hombros, mi respiración comenzaba a volver a un ritmo estable.

—Eres la persona más fuerte que conozco, claro que hubieras podido.

Somos la persona más fuerte que conoces... jun-juntos. —A pesar de que la habitación estaba oscura, la mejorada visión que me brindaban mis poderes me permitió ver el sonrojo en sus mejillas. Su voz había titubeado, sus palmas habían comenzado a sudar, pero no importaba, porque empezaba a recuperar el control gracias a esos pequeños gestos—. Escucha, si tenemos lo que tenemos es por algo. Estamos aquí para ayudar al señor Stark y eso es todo... No estamos cambiando, no eres otra persona; solo queremos ayudar.

Solo queremos ayudar —murmuré de vuelta, sonriendo de manera casi imperceptible.

—Esa sí que es la Rae que conozco. —Peter sonrió. Revolví su cabello cuando finalmente soltó mis hombros, sacándole algunas risas—. Ahora sí, descansa.

Mi temperatura ya volvía a ser la común; cálida pero humana, mezclada junto a una sensación burbujeante en las áreas en las que Peter había posado sus manos. Sentí que mis ojos cambiaban el peculiar brillo similar al fuego por su tonalidad natural. El colchón ya no se me antojaba incómodo con la presencia de Peter, las paredes no parecían cerrarse a mi alrededor y los brazos de una inconsciente Riley —quien, a pesar del alboroto, no había abierto ni un ojo— se sentían aún más cómodos a mi alrededor.

—¿Y tú qué harás? Mañana es un día importante para ti, también debes descansar...

—Estaré aquí hasta que te duermas.

Mi estómago dio un salto con un sinfín de mariposas invadiéndolo. No tardé en sentir la titubeante mano de Peter acercándose a mi cabeza para acariciar mi cabello, así que, para que por fin se decidiera a hacerlo, la tomé y la guié hasta mis mechones.

Y mientras Peter movía su mano aún dubitativo, yo solo sonreí, sintiéndome como Rae Williams en mi propia piel y no como el producto de una magia desconocida, proveniente de una exótica gema.

Te quiero, Peter.

—Y yo... y-yo también te quiero, Rae.

Aquel preciso día, era el veintinueve de mayo del año siguiente, y tal y como al veintinueve de septiembre, jamás olvidaría todo aquello que sentí mientras dormía a un lado de Peter Parker.

˖⋆ ✧ ˖⋆


──────────────

❮ 𝗡𝗢𝗧𝗔 𝗗𝗘 𝗔𝗨𝗧𝗢𝗥𝗔❯
✧✧✧

¡Hola, bellos lectores! Como siempre, ¿cómo se encuentran?

Esta vez, me ha costado bastante completar este capítulo. Por alguna razón, se me ha hecho difícil escupir las palabras y los dedos se me quedaban estancados sobre el teclado. Creo que tuve una especie de bloqueo y no es mi mejor trabajo, pero tampoco estoy enojada con el resultado (creo, ya ni siquiera sé qué pensar).

El capítulo de hoy está dedicado con mucho amor a Mudblood-Queen, quien no ha parado de demostrar su apoyo con maravillosas teorías y argumentos que disfruto bastante de leer. Gracias por todo, cielo.

¡Otra cosa más! Los GLORIOUS PURPOSE AWARDS, creados por la hermosa godoflovers, han acogido a esta historia como uno de los nominados en la categoría de "MARVEL". Ya lo he explicado en la nota titulada como "IMPORTANTE", pero me hacía ilusión mencionárselos por aquí.
Muchas gracias a todos aquellos que están dejando sus votos. Me hacen extremadamente feliz, no tengo palabras para agradecerles tanto por su apoyo en «Superstition» como el de los premios.
Además, recientemente me nominaron como una de las cuentas que merecen mayor reconocimiento en dichos premios (no sé cómo, pero sucedió y creo que aún me estoy recuperando de un ataque de asma). Si lo desean, pueden dejar sus votos por allí también; sin presiones ni obligaciones, solo si ustedes quieren.

Algo más, lo cual también considero importante, es que me han invitado a participar de la MARVEL COMIC CON de este año. Los paneles se abrirán del diez al catorce de julio y debo poner un horario en el cual estaré respondiendo a sus preguntas (tanto personales como de esta historia). ¿Qué hora les conviene más? Escriban también su país para poder identificar las diferencias de horario, por favor.
Sigan a la cuenta MarvelEditorial para saber cómo funciona este evento.

De nuevo, mil gracias por todos sus comentarios y votos. Sin ustedes, todos estos logros no hubieran sido posibles, linduras.

Déjenme sus recomendaciones o críticas constructivas en los comentarios. Espero que hayan podido disfrutar de este capítulo < 3

¡Tengan un bonito día! El próximo capítulo traerá muchas sorpresas, cuties.

──────────────

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro