༻ 𝐂𝐀𝐏𝐈́𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐎𝐍𝐂𝐄 ༺
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' GALAXIA '
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EXISTEN CIERTOS MOMENTOS EN los que pierdes el control de todos tus sentidos. Segundos en los que, de pronto, tu mundo se resume en una cúpula de melancolía, impotencia, de rabia, forjada con una capa candente de miedo. El universo, sin sus estrellas y planetas, es reducido a un pequeño espacio en el que solo cabes tú y aquellos que te importan, pero que estás obligado a enfrentar por obra del destino y, me atrevo a decir, una pizca de ironía.
En mi mente, Anthony Stark y Steve Rogers eran el centro de su propio universo. Natasha Romanoff, el rey T'Challa, Bucky Barnes y James Rhodes solo eran algunos astros expectantes, complementando la ley de atracción que fundía las miradas de Iron Man y el Capitán América. A pesar de que no conocía su historia, me preguntaba qué demonios había sucedido con ellos y por qué lo que parecía ser una hermosa conexión había tomado tantos giros indeseados, llevándolos hasta ese punto, esa cúpula y ese universo, en medio del aeropuerto de Berlín.
«¿Amigos? ¿Eran verdaderos amigos?», me pregunté mientras observaba el rastro de arrepentimiento que se reflejaba en los rostros de Tony y Steve.
Quizás esa tensión se debía al accidente en Lagos Nigeria, a la muerte del antiguo rey de Wakanda, a la opinión popular, la presión que ejercía el Gobierno, o tal vez a los Acuerdos de Sokovia. Aunque no lo tuviese claro, debía reconocer —con todo el dolor de mi alma— que los Vengadores estaban destinados a fracasar.
Personas como ellos, aunque tuvieran las más puras intenciones, no podrían salvar a la humanidad si no eran capaces de salvarse a ellos mismos.
—Steve —le llamó Natasha, manteniendo una fachada firme y calmada—, ya sabes lo que va a tener que pasar. ¿En serio piensas resolver esto a golpes?
La intensidad en el ambiente, el aire vengativo, los pensamientos arrepentidos y una vieja promesa que se destruiría en aquel aeropuerto, se trepaban incluso por mi piel y por la de Peter Parker, mientras ambos observábamos la escena detrás de uno de los helicópteros aparcados en la zona.
—¿Sigues estando del lado de los Vengadores?
Citando mentalmente lo que alguna vez el castaño me había dicho en el local del señor Delmar, le pregunté a Peter en un susurro, quien asomaba la cabeza por uno de los costados del helicóptero.
—Ellos... ellos son como yo. Son como nosotros —respondió Peter—. Solo querían ayudar —murmuró, girando su rostro enmascarado en mi dirección.
—Pero se les fue de las manos.
—Y a nosotros no nos pasará eso —negó —. No dejaré que suceda y... espero que tú tampoco.
Mis comisuras se elevaron ligeramente a pesar de estar petrificadas por el miedo. Incluso ahí, varada en medio del comienzo de una guerra civil que no me permitía respirar con tranquilidad, los comentarios de Peter siempre hallaban el modo de penetrar los ácidos sentimientos que pudiesen envolver a mi corazón.
Por un momento, creamos nuestro propio universo. Un lugar cálido, colorido, delimitado por la fricción entre nuestras miradas, con una tranquila fogata alumbrando cada esquina, telarañas envolviéndonos suavemente y un par de sonrisas ocultas detrás de las máscaras que ocultaban a nuestros rostros.
«Pero, ¿seríamos capaces de mantener a ese refugio lo suficientemente fuerte como para soportar las amenazas que enfrentábamos día a día?»
—Señores, se me acabó la paciencia — anunció Tony—. ¡Mocoso!
—E-esa es mi señal. —La voz de Parker salió de su garganta como una aleación de nervios y felicidad. Las rodillas comenzaron a flanquearme con más intensidad; Peter me dejaría sola junto a todos mis demonios—. ¡Deséame suerte!
Antes de que pudiese responder, Peter preparó sus dispensadores para arrojar una de sus telarañas y se balanceó por los aires hasta atar las manos del Capitán América, robando con agilidad su majestuoso escudo y aterrizando con gracia sobre una especie de auto.
Quedé boquiabierta. Su maniobra había sido perfecta, y me sentí más que orgullosa de él.
—Suerte. —Suspiré para mí misma.
Después de eso, los nervios no me permitieron digerir la información con claridad. Peter hablaba, con el escudo del Capitán en mano y ademanes un poco torpes, pero no podía procesar lo que estaba diciendo. Steve observaba a Tony, quien parecía impotente; aún así, cuando alguno de los dos movía sus labios, mi sentido de la audición acababa decepcionándome una vez más.
—Ya me cansé. —Finalmente, pude percibir las palabras que salían de la boca de un frustrado señor Stark—. Entregarás a Barnes y vas a venir con nosotros ahora, porque o es con nosotros o con un escuadrón de fuerzas especiales al que no le interesa ser amable —sentenció con dureza—. Te lo pido.
Y fueron esas últimas palabras las que me conmovieron completamente.
Tony las había soltado como si fuesen un peso sobre los hombros, de una manera tan sincera y dolorosa que incluso pude visualizarme a mí misma cuando —años atrás— le había rogado a mi madre para que no se fuera de casa.
Tuve la esperanza de que el Capitán se sintiese tan conmovido como yo. Quería creer que era un hombre bueno, como en las ocasiones que lo veía embobada en las noticias, admirando su gran disposición ayudar. Sin embargo, cuando su expresión no cambió durante un par de segundos para luego elevar sus manos atadas en el aire, supe que tenía que hacer algo.
Así que di mi primer paso. No pensé en lo nerviosa que me ponía Elissa Monroe e intenté ignorar la voz en mi consciencia que me reclamaba por meterme directo en la boca del lobo.
Corrí en dirección a Steve mientras una flecha cortaba el aire desde una ubicación que desconocía, justo hacia las telarañas que Peter había arrojado. Elevando mi mano como un acto de reflejo, me concentré en lanzar una esfera de fuego hacia la flecha, convirtiéndola en cenizas antes de que siquiera rozase su objetivo.
Todas la miradas cayeron sobre mí. Tragué en seco, resoplando con fuerza para apartar un mechón de cabello que se movía frente a mi rostro debido a mi respiración agitada.
«No me gusta recibir tanta atención»
—¡Lo hiciste bien, Chi-Chica Fuego! —exclamó un nervioso Peter, logrando que mis mejillas se calentaran.
—Dije que esperaras la señal, pero creo que eso también funciona. —Escuché que decía el señor Stark, pero mis ojos estaban demasiado absortos sobre los de cierta pelirroja como para prestarle atención.
Los dedos de Elissa comenzaron a emanar unas pequeñas llamas mientras levantaba una de sus manos a un costado de su rostro. La sonrisa cínica que normalmente la caracterizaba no tardó en dibujarse en sus labios mientras enarcaba una de sus afiladas cejas.
—Vaya, vaya —murmuró. Un escalofrío recorrió mi columna vertebral de arriba a abajo—. Creo que debemos comenzar el juego, Steve.
Justo en ese instante, como si sus palabras fuesen el detonante de una bomba, otra flecha fue lanzada hacia las manos atadas del Capitán América, pero en esta ocasión mi mente se hallaba demasiado aterrada como para reaccionar y destruirla a tiempo.
El señor Stark giró en dirección al origen de la flecha; su traje cubriendo completamente su rostro.
—Ahora, Lang —indicó el Capitán.
—Oigan, algo está– ¡Ah!
Un hombre vestido con un traje rojo, plateado y negro surgió como por arte de magia del escudo que sostenía Peter. Tomándolo consigo, giró en el aire hasta tumbar a Peter al suelo, animándome a dejar mi posición estática para ir a ayudarlo.
—¿Qué fue– qué fue esa cosa?
Por el rabillo del ojo, pude ver al misterioso hombre entregándole su escudo a Steve: —Esto es tuyo, Capitán América.
—¿Estás bien? —le pregunté a Peter mientras extendía mi mano en su dirección. Finalmente, se levantó del suelo con un gruñido.
Sacudió sus hombros, apretando y cerrando sus puños a sus costados. Asintió efusivamente: —Estoy bien, estoy listo.
—Oh, genial. —A través del comunicador que nos había otorgado a todos los de su equipo antes de la batalla, escuché suspirar al señor Stark—. Hay dos en el estacionamiento. Uno de ellos es Maximoff, déjenmelo a mí.
—Voy con usted —sugerí inmediatamente.
—Tardarás años en llegar, niña. Están demasiado lejos.
—Llegaré, no se preocupe.
Tony bufó: —De acuerdo, prepara esas piernas y corre. —Seguidamente, los propulsores de su traje lo elevaron en el aire—. Rhodey, ¿te encargas del Cap?
Oí el zumbido de la voz del señor Rhodes, pero me hallaba más concentrada en alistarme para la carrera que tendría que emprender. El señor Stark comenzó a dirigirse a nuestro destino sin siquiera darme tiempo de empezar a correr.
Sintiendo la adrenalina embriagando mis pensamientos de un solo golpe, apenas pude detectar el tacto de una mano envolviéndose en mi muñeca.
—Ten cuidado.
Era Peter quien me mantenía sujeta, hablando con un tono de voz mucho más serio de lo que esperaba. Sentí mi corazón crujir débilmente, la bilis subiendo por mi garganta y una sensación de arrepentimiento amenazando con llevarme directo a casa.
Aún así, me obligué a asentir. Deslicé mi mano hasta que ésta tomara la de Peter para darle un apretón con todas las fuerzas que tenía.
—Lo mismo digo, Parker.
Y con esas palabras, me encarcelé a mí misma en un pequeño mundo donde el estacionamiento era lo único que podía ver en medio de mi campo visual, moviendo mis piernas por pura inercia y llevando a la adrenalina como combustible.
Corrí y corrí, ignorando el intermitente pitido que emitía el comunicador cuando alguien hablaba, las gotas de sudor que comenzaban a formarse en mi frente, el insoportable dolor que quemaba a mis muslos y el pálpito arrítmico de mi corazón. No sabía dónde estaba Elissa, no sabía dónde estaba Natasha, ni el Capitán, o mucho menos Peter Parker; en cierta parte, creía que eso sería lo más sano para mi cordura.
No supe cuánto tiempo había transcurrido hasta que llegué milagrosamente al paradero de Tony. Sentía que el pecho me explotaría, que el oxígeno pesaba toneladas y que los dedos de mis pies se despegarían de mi cuerpo después de tanto esfuerzo, pero mantuve la compostura.
—Mierda —solté sin aliento, observando un sinfín de autos cayendo del estacionamiento en dirección al señor Stark.
Caí en cuenta de que era Wanda Maximoff la responsable de tal fenómeno. La fiel admiración que solía sentir por ella desapareció en cuestión de segundos mientras veía la sonrisa de satisfacción que se dibujó en su rostro cuando, poco a poco, los autos descendían sobre Tony. Me apresuré en arrojar una esfera de fuego en su dirección, distrayéndola lo suficiente como para que sus poderes dejasen de controlar los autos.
Su mirada, combinada con la de Clint Barton, se posaron confundidas sobre mí. Enderecé la espalda y enserié el semblante en un patético intento por lucir más intimidante.
—¿Así que eres otro de los peones de Tony? —preguntó Wanda con un deje de burla.
—¿Algún problema con ello? —Enarqué las cejas mientras establecía una posición de pelea, con mis manos hechas puños y encendidas en llamas.
—Escucha, no estamos buscando pelea. —Clint sacó una flecha de su carcaj para después apuntarme con ella—. Solo queremos ayudar.
—Lo mismo digo. —Las llamas de mis manos se avivaron como reacción a la amenaza. El recorrido nervioso que realizaban mis ojos cayó en el señor Stark, quien se las arreglaba para escapar de la montaña de vehículos que lo mantenían preso—. Pero yo no le arrojo una pila de autos a mi viejo compañero solo para ayudar a otro.
Asestando un puño en el costado de Wanda, me pregunté qué era aquella desconocida seguridad que gobernó mis movimientos durante el enfrentamiento. Esquivaba los golpes de Clint y las patadas de Wanda con limpieza, imaginando que ambos eran el saco de boxeo con el que rompía mis nudillos durante mis entrenamientos. Aún así, lo que más me sorprendía era el coraje que me recorrió de pies a cabeza mientras reconocía el dolor y el amargo sentimiento de traición que debía de sentir Tony.
Pero, ¿veía el mapa completo, o me estaba dejando cegar por la rabia antes de conocer los verdaderos motivos de Clint Barton y Wanda Maximoff?
Mis ojos ardían tanto como mis manos. Casi no sentía el impacto de los golpes que recibía. Sin embargo, cuando —a la par que esquivaba una de las flechas de Clint— el puño de Wanda dio a parar en el mismo pómulo que Elissa había quemado tiempo atrás, mis energías parecieron descargarse automáticamente.
Apreté los labios en una fina línea, tensando la mandíbula para detener el involuntario temblor de mi labio inferior. El fuego de mis manos se extinguió por el impacto y culpé a mi falta de concentración.
Me dije que tendría que aguantar cosas peores a esas, que esa sería la última vez en la que dejaría que los recuerdos de lo que me había hecho Elissa nublaran mi juicio y, aunque la piel me escocía como mil demonios, intenté detenerlos, pero ya era demasiado tarde.
Observé a Wanda girarse hacia mí en medio de su fuga, con una mirada cargada de lo que, confundida, reconocí como empatía.
—Luchaste bien —habló en voz baja.
Aunque hiriese mi orgullo, esbocé una pequeña y sincera sonrisa.
Clint sujetó el brazo de Wanda: —Vámonos, sabrá arreglárselas a solas, se ve fuerte.
Y los dejé escapar; así, sin más.
Sentí la mano del señor Stark cayendo sobre mi hombro. Una repentina ola de confianza me invadió al sentir su presencia: —¿Te encuentras bien?
—Estoy... estoy bien.
—No luces bien.
—Quítese el traje y le diré lo que verdaderamente no luce bien.
—No es momento de bromear, niña —me reprimió el señor Stark mientras se preparaba para emprender el vuelo en la dirección por la que Wanda y Clint se habían marchado. Deteniéndose en sus cabales, giró hacia mí. Yo solo intentaba contener una carcajada—. ¿Sabes? Me caes bien, pero que esto no salga de aquí, ¿entendido?
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Personajes de tal calibre, corriendo por la pista de aterrizaje para llegar al helicóptero que los permitiría escapar junto a Bucky Barnes. Desafiando leyes, saltando obstáculos, estirando las piernas al máximo; era como volver a ver una filmación de la Primera Guerra Mundial durante las clases de Historia, solo que a escalas menores.
Sabía que no me correspondía formar parte de aquella batalla. No debía estar en ese universo reducido del que hablaba antes, ni como un astro distante y mucho menos como la Chica Fuego.
Yo no pertenecía a ese lugar, a ese momento.
Sin embargo, no podía evitar que mi cansancio se viera contrarrestado por un sempiterno deseo de ayudar, aunque mis brazos aún fuesen débiles y mis poderes, de vez en cuando, indomables.
Observando desde la distancia al equipo de Steve Rogers, me percaté de que una silueta elevada en los aires trazaba una línea en el pavimento a través de un rayo que surgía de su cabeza. Se detuvieron en seco, identificando a su nuevo impedimento como nada más y nada menos que Visión. Mientras tanto, exhausta, yo trotaba a sus espaldas y luchaba por alcanzarlos. Con mis manos, dibujé una franja de fuego a espaldas del equipo del Capitán para encerrarlos de, al menos, manera momentánea.
«Elissa, peligro. Elissa, peligro.», era lo único que repetía mi mente mientras ella se giraba para mirarme con odio. Pero no bajé la cabeza, no apagué las llamas, y las dejé arder con una involuntaria pasión alrededor de mis manos.
—Capitán Rogers. —pronunció Visión—. Sé que cree firmemente que hace lo correcto, pero por el bien colectivo, usted debe rendirse ahora.
Los miembros de mi equipo fueron llegando poco a poco. Pantera Negra, Máquina de Guerra, Natasha Romanoff, Iron Man y, por último, el Hombre Araña.
Un suspiro aliviado escapó de mis labios cuando vi que Peter se hallaba intacto. Pero antes de que pudiese celebrarlo, Elissa Monroe ya estaba arrojándose como una fiera hambrienta en mi dirección.
«¿Qué hice ahora?»
—Te voy a ma–
—Elissa, no.
Silencio.
Solo silencio. Nadie habló, nadie reaccionó, y vi a Elissa Monroe titubear por primera vez en mi vida.
Lo que más me confundió no fue el matiz especialmente agresivo que flameaba en los ojos de Elissa ni su repentino arranque, o que casi hubiese atravesado la franja de fuego que antes había trazado con tal de alcanzarme.
Eso era lo de menos.
Era el hecho de que no solo fuese Steve Rogers el que la detuviera con un firme comando, sino que Peter Parker, a pesar de no decirlo con la misma intensidad ni mucho menos causar un efecto similar, pronunció las mismas palabras en el mismo momento, pero la diferencia estaba en que, en su tono de voz, había algo más que solo letras.
Elissa no le había hecho caso a las palabras de Steve. No se había dado media vuelta mientras tensaba la mandíbula gracias al Capitán, sino al tono de voz mucho más agudo e inseguro de Parker, a quien jamás le había hecho caso en un pasado pero ahora obedecía al pie de la letra.
¿Desde cuándo ella se negaba a hacerme daño por lo que dijese el castaño? ¿Por qué Peter había adquirido tanto poder sobre Elissa?
¿Qué le debía Elissa a Peter?
Y principalmente, ¿por qué sentía que mis pensamientos no eran disparates?
Supe entonces que, por alguna condición o, quizás, una especie de trato, Elissa Monroe y Peter Parker formaban parte de un mismo universo del que yo estaba excluida.
—Niña. —El señor Stark fue el encargado de acabar con la extraña tensión que se había creado. Aún así, mi estomago seguía revolviendo ferozmente el contenido de mi desayuno—. Ven a tu lado.
Me dirigí al lado de mi equipo con la mente cargada de nuevas preguntas sin respuestas e inseguridades acerca de lo que Peter me estaba ocultando. Me posé al lado de mi mejor amigo, cuya mirada sentía adherida a mi perfil incluso a través de su máscara.
—¿Qué sucedió con Elissa, Parker? —murmuré, tan bajo que solo sus sentidos arácnidos eran capaces de captar mis palabras.
No respondió. Lo imaginé tragar en seco detrás de su traje, ocultando una expresión nerviosa.
No me sorprendí, pero sí sentí un impacto estrellando contra todos mis órganos.
Confirmé que, en ese instante, nuestra relación se había tornado en un laberinto aún más enrevesado.
—¿Qué vamos a hacer, Cap?
Y una daga ardiente me atravesó el pecho.
—Pelear.
Aunque ambos equipos, tanto el del Capitán América como el de Iron Man, estábamos a punto de colisionar a golpes en medio de la pista, mi mente ya no calculaba, solo sentía el dolor de más engaños.
Anhelaba encontrar una explicación mágica a que las mentiras de Peter Parker doliesen tanto, porque creía que cualquier superstición sería menos devastadora que una realidad que aún no estaba preparada para enfrentar.
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❮ 𝗡𝗢𝗧𝗔 𝗗𝗘 𝗔𝗨𝗧𝗢𝗥𝗔❯
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¡Hola, bellos lectores! ¿Cómo han estado?
¡Por fin he logrado culminar este capítulo! Sinceramente, escribir esta parte de la historia ha sido un reto. ¿Por qué? No sé decirlo, pero me he pasado todos estos días trabajando con mucha lentitud debido a que las palabras se me quedaban atascadas, pero después de todo, aquí está, incluso junto a una idea que no tenía para nada planeada.
Este capítulo está dedicado especialmente a akirinamctweak. Gracias por todo, linda, jamás olvidaré lo que me escribiste en un pasado. ♡
Las preguntas de este capítulo son: ¿Están confundidos con los sucesos de este capítulo relacionados con Peter y Elissa? ¿Lo veían venir o les ha parecido demasiado súbito? ¿Y qué opinan de la nueva portada (créditos a la maravillosa persona que la ha realizado en la descripción de esta historia)?
Estaré encantada de leer cada una de sus respuestas.
Agradezco inmensamente el increíble apoyo que está teniendo «Superstition» a pesar de mi retraso en las actualizaciones. Jamás pensé llegar a este punto, y todo es gracias a ustedes.
En segundo lugar, también les doy una gran parte de mi corazón a aquellos que han votado por esta historia y por mi cuenta en los GLORIOUS PURPOSE AWARDS. ¡Recuerden que pueden votar cinco veces por día! Aunque no vayamos ganando, felicito enormemente a los grandes talentos que están liderando cada una de las categorías; merecen eso y mucho más.
Y en tercer lugar, doy gracias a aquellos que han participado en la WCC. Sus preguntas me han alegrado los días, y espero que mis respuestas hayan sido de su agrado.
¡Siento mucho mi inactividad!
No he respondido los comentarios con la misma rapidez y la verdad es que estoy un poco ajetreada. Estoy resolviendo asuntos de una mudanza fuera del país y eso me quita bastante tiempo, pero no pienso abandonar esta historia.
Como recompensa a la lenta actualización, les digo que estoy preparando otra historia de Peter Parker; está casi esquematizada, pero no sé si se publicará en el transcurso de «Superstition» o cuando esta historia termine, ya que todo depende de lo que ustedes me pidan. También estoy preparando una iniciativa acerca de cómo nos afecta la presión de la sociedad día a día y en cómo nos hemos convertido en esclavos de los estereotipos, pero tampoco sé cuándo comenzaré con ese proyecto.
¡Los quiero mucho! ¡Espero que hayan disfrutado del capítulo! La siguiente parte va a traer MUCHA intensidad e interacciones de Rae y otro personaje que, espero, les gusten. ♡
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