𝟢𝟥𝟢. Freedom
UN AÑO Y MEDIO DESPUES
THERESSA SALIÓ DEL BARCO sintiendo el aire cálido y húmedo de Wakanda envolver su piel. Era de noche y el cielo estaba salpicado de estrellas, tan numerosas que parecían arrojar una luz plateada sobre la selva.
Mientras caminaba por el terreno iluminado por lámparas suaves que apenas perturbaban la oscuridad circundante, su corazón latía demasiado rápido. Sintió que la ansiedad latía por sus venas, como una corriente eléctrica que la recorría.
Estaba de nuevo en ese lugar tan lejano y al mismo tiempo tan cercano a sus recuerdos.
Frente a ella se alzaban los edificios de Wakanda, estructuras con una arquitectura elegante y futurista que se fusionaba perfectamente con la naturaleza.
El último año y medio ha traído cambios significativos para Theressa. Después de dejar Wakanda, se aisló de la agitación del mundo de los Vengadores y de la política global.
La separación de los Vengadores y los acontecimientos de Civil War habían dejado cicatrices que no sanaban fácilmente y el peso de sus propias decisiones todavía pesaba sobre ella. Sintió que necesitaba tiempo para afrontar sus traumas y reconstruir alguna forma de normalidad.
Se había instalado en un pequeño apartamento en Nueva York, un lugar modesto alejado de las mansiones y complejos militares a los que estaba acostumbrada.
El apartamento era acogedor pero sencillo, con paredes desnudas y muebles minimalistas. Evitó dejar marcas de su presencia, como si supiera que en algún momento necesitaría irse nuevamente.
A pesar de vivir en Nueva York, se mantuvo alejada de la atención no deseada. Ignoró las insistentes llamadas del secretario Ross, quien intentó contactarla para discutir asuntos que ella prefería olvidar.
Su participación con S.H.I.E.L.D. y la firma del Tratado de Sokovia eran ya un pasado del que se había distanciado por completo. Las llamadas de Ross sólo sirvieron para recordarle una época que ya no formaba parte de su vida.
A cambio, ella había reanudado el contacto con Tony. Todavía se estaban acostumbrando a ser hermanos, pero la comunicación frecuente los ayudó a acercarse, aunque lentamente.
Las conversaciones no siempre fueron profundas, a menudo se limitaban a actualizaciones diarias, pero para Theressa era un alivio tener a Tony de nuevo en su vida.
Después de tanto tiempo huyendo, encontrar esa conexión familiar la ayudó a sentir que tenía un lugar al que pertenecer, aunque fuera distante.
Ahora, ante la noticia de que Bucky estaba despertando, todo lo que intentó dejar atrás resurgió, amenazando la frágil estabilidad que había logrado construir.
Theressa intentó mantener una expresión tranquila mientras se acercaba. Sintió que el corazón le latía con fuerza en el pecho y un nudo de ansiedad le apretaba la garganta. Por un momento, se paró junto a Shuri, observando a Bucky desde la distancia.
Estaba sentado cerca del fuego, luciendo perdido en las llamas, mientras Ayo le decía algo en voz baja. La ropa sencilla que vestía lo hacía parecer más vulnerable de lo que recordaba, y el vacío donde le faltaba el brazo le resultaba agridulce.
Le susurró "hola" a Shuri, quien le devolvió una sonrisa de bienvenida.
—Me alegro de que hayas venido—respondió Shuri, su voz llena de tranquila comprensión. Theressa solo asintió, incapaz de encontrar palabras, con los ojos fijos en Bucky.
Cuando su mirada se encontró con la de ella, el mundo pareció encogerse a su alrededor. Por un momento, todo quedó en silencio y Theressa se olvidó de respirar.
Había una mezcla de emociones en los ojos azules de Bucky, una felicidad contenida al verla allí, una sorpresa casi vacilante y una evidente preocupación, como si no estuviera seguro de si merecía esa reconciliación.
Bucky sintió que se le revolvía el estómago al ver a Theressa allí, en medio de toda la incertidumbre que lo rodeaba. Se volvió hacia Ayo, con expresión llena de tensión.
—¿Qué hace ella aquí?—preguntó en voz baja, pero llena de preocupación.
Ayo lo miró con mirada firme y decidida.
—No importa—respondió con voz implacable—Lo que importa es que debes concentrarte aquí y ahora.
Bucky tragó y sus ojos volvieron a Theressa por un momento. Sabía lo que estaba a punto de suceder: Ayo estaba a punto de decir las palabras que normalmente activarían al Soldado de Invierno, las que lo habían controlado durante tanto tiempo, convirtiéndolo en un arma.
Esta vez, sin embargo, fue para demostrar que era libre. Que finalmente había conquistado su propia mente. Pero una parte de él todavía no lo creía, y una parte todavía temía que todo fuera una ilusión.
Se volvió hacia Ayo, con una súplica silenciosa en sus ojos.
—Ella no debería ver eso—murmuró, su tono lleno de dolor que apenas podía ocultar.
Pero Ayo se limitó a negar con la cabeza, inquebrantable.
—Si es cierto que eres libre, entonces ella no tendrá nada que ver, James—dijo, con una calma casi cruel—Es hora de demostrártelo a ti mismo.
Bucky cerró los ojos por un momento, tratando de calmar la tormenta que se gestaba en su interior. Sintió el peso de la mirada de Theressa sobre él, como si ella estuviera viendo más allá de su fachada, viendo a través del miedo que intentaba ocultar.
Cuando finalmente volvió a abrir los ojos, la miró una vez más, como disculpándose por todo lo que podía ver.
—Todo está bien—dijo con la voz ronca, resignándose a la prueba que le esperaba.
Luego, Ayo comenzó a decir las palabras, una por una, con precisión, mientras el corazón de Bucky latía más rápido. Cada palabra era un doloroso recordatorio de su servidumbre, de todo lo que había hecho sin ser él mismo.
Y con cada palabra que ella decía, esperaba sentir esa familiar opresión en su pecho, ese momento en el que todo se oscureció y volvió a convertirse en el Soldado del Invierno.
Pero el vacío no llegó. No hubo colapso, ni oscuridad. Sólo silencio.
Abrió los ojos y las últimas palabras resonaron en la noche mientras se mantenía firme.
Las lágrimas escaparon de los ojos de Bucky, cayendo silenciosamente por su rostro mientras luchaba por procesar lo que acababa de suceder.
Lo invadió un alivio abrumador, la sensación de ser verdaderamente libre por primera vez en décadas. El control que Hydra había mantenido sobre él ya no estaba allí y, por primera vez, él era solo James Buchanan Barnes.
Ayo se acercó, con expresión seria, pero con una ligereza en sus ojos que él rara vez veía.
—Eres libre.
Bucky asintió, todavía aturdido, las emociones se desbordaban mientras intentaba contener las lágrimas. Cerró los ojos, dejando fluir las lágrimas, sintiendo la profundidad de esa libertad que nunca pensó que sentiría.
Desde lejos, Theressa observaba, con el corazón apesadumbrado, compartiendo esa emoción con él. Se llevó una mano a la cara y discretamente se secó algunas de las lágrimas que se le escaparon.
Mientras recuperaba el aliento, Bucky miró por última vez a Theressa, con algo esperanzador y vulnerable en sus ojos, como si finalmente hubiera espacio para un nuevo comienzo.
El silencio entre ellos parecía crecer con cada paso que daban hacia los edificios de la propiedad. El sonido de los grillos y el lejano crepitar de la fogata eran los únicos ruidos que llenaban el aire. Theressa miró a Bucky, que caminaba a su lado, con los hombros ligeramente tensos y la mirada fija en el suelo, como si estuviera tratando de encontrar las palabras adecuadas en el camino que tenía por delante.
—¿Cómo estás?—preguntó finalmente, rompiendo el silencio con voz baja, casi vacilante.
Bucky dejó escapar un suspiro que parecía llevar el peso del mundo.
—Estoy bien...—respondió, sin mucha convicción—Quiero decir, mejor de lo que pensé que sería.
Ella asintió y una pequeña sonrisa apareció en sus labios. El hecho de que fuera libre realmente significaba mucho, pero era obvio que ese "bien" no representaba todo lo que estaba sintiendo.
Había muchas cosas sin decir entre ellos y las palabras parecían escaparse cada vez que intentaban acercarse.
Caminaron unos pasos más, con la noche envolviéndolos en una manta oscura. Las estrellas brillaban en el cielo de Wakanda, pero la atmósfera entre ellas parecía pesada, densa, como si las sombras de todo lo que habían vivido siguieran acompañándolas.
Ella casi se rió, un sonido suave y ligeramente nervioso escapó de sus labios. No era exactamente lo que esperaba, pero al menos él lo estaba intentando y ella también.
Los dos parecían atrapados en ese miedo constante de decir algo que complicaría aún más todo. Tal vez era sólo el miedo a reabrir heridas que aún no habían sanado del todo.
Bucky disminuyó la velocidad mientras caminaba junto a Theressa, el aire nocturno de Wakanda se movía en suaves corrientes a su alrededor, llevando el aroma de la tierra y el frescor de la noche.
—¿Has tenido noticias de Steve?—preguntó, con voz baja y ronca, como si la mención del nombre de Rogers le trajera recuerdos demasiado viejos para decirlos en voz alta.
Theressa sacudió levemente la cabeza, con los ojos perdidos en el oscuro horizonte que se extendía más allá de la propiedad.
—No sé dónde está exactamente...—respondió, tras una breve pausa—Pero él está ahí afuera, con Natasha y Sam. Están bien, al menos.
Bucky asintió en silencio, sus ojos azules brillaban con una mezcla de anhelo y resignación. Saber que sus antiguos compañeros estaban bien parecía traerle un poco de alivio, aunque fuera distante.
—¿Y tú?—preguntó rompiendo nuevamente el silencio—¿Por qué no estás con ellos? ¿Estás trabajando para Ross o algo así?
Theressa dejó escapar un ligero suspiro, con un poco de amargura en la curva de sus labios.
—No exactamente...—murmuró, mirando hacia el cielo estrellado por un momento—Natasha y yo definitivamente pusimos fin a la Habitación Roja. Liberamos a todas las chicas que estaban allí. Matamos a Dreykov.
Las palabras flotaron entre ellos, con una intensidad que casi podía tocarse.
Theressa se mordió el labio inferior, recordando los rostros de las chicas que habían salvado y los horrores que habían enfrentado para llegar a ese resultado.
—Fue... intenso, ¿sabes?—admitió, dudando antes de continuar—Y no creo que quiera seguir haciendo ese tipo de cosas.
Bucky asintió lentamente, su mirada ahora perdida en el suelo frente a él, entendiendo el peso que ella llevaba.
—Entiendo—dijo, su voz baja pero firme—Hacer estas cosas es agotador. Desgasta el alma—Bucky asintió, entendiendo el punto de Theressa, pero la preocupación aún flotaba en sus ojos.
—¿Y te sientes mejor después de hacer esto?—preguntó con voz casi vacilante, como si temiera la respuesta.
Theressa vaciló y bajó la mirada al suelo mientras buscaba las palabras adecuadas. Un torbellino de emociones se mezcló en su interior, pero finalmente se obligó a responder.
—Sí—murmuró, aunque la respuesta no sonó del todo cierta.
Miró a su alrededor, observando su entorno, como si las sombras pudieran ofrecerle algunas respuestas.
Dreykov estaba muerto, Pierce, Rumlow, todos aquellos que alguna vez habían sido símbolos de dolor y opresión.
Pero para su sorpresa, la sensación de alivio que esperaba no estaba ahí. En cambio, solo hubo un eco vacío, una resonancia de que la batalla exterior no podía curar las heridas internas.
¿Qué podría llenar los agujeros de su alma? Esa pregunta seguía resonando en su mente, inquietante y persistente. Theressa sintió que a pesar de todas las victorias, todavía faltaba algo.
La sensación de que se podía combatir la oscuridad, pero no eliminarla y que la verdadera lucha, tal vez, fuera una guerra silenciosa contra los fantasmas que la perseguían.
Bucky la miró en silencio, notando el conflicto que se desarrollaba dentro de ella. Quería ofrecer consuelo, pero las palabras le parecieron insuficientes.
Sabía que las cicatrices más profundas eran invisibles y que, por mucho que intentara avanzar, todavía quedaban batallas que afrontar en su interior.
Bucky miró a Theressa y un rayo de esperanza surgió en medio de la confusión de emociones.
—¿Y qué quieres hacer ahora?—preguntó interesado, esperando que ella dijera algo sobre sus propios planes y deseos.
Pero, para su sorpresa, Theressa se animó y respondió:
—Bueno, ahora necesitamos limpiar tu nombre. Tengo un amigo, un chico que vive en mi edificio y es abogado. ¡Él puede ayudarnos con esto!
Los ojos de Bucky se entrecerraron levemente, una sombra de celos cruzó su corazón cuando la escuchó hablar sobre otro hombre.
La idea de que alguien pudiera estar tan cerca de ella, tan presente en su vida, encendió un fuego de posesividad que no esperaba sentir.
—¿Un abogado?—repitió, tratando de mantener su voz neutral, pero la entonación no escapó a su control—Entonces se conocen mucho.
Theressa, ajena a su lucha interna, continuó con entusiasmo:
—¡Sí! Es muy bueno en lo que hace y siempre habla de cómo puede ayudar a las personas a recuperarse. Sé que puede ayudarnos a aclarar todo lo que te pasó.
Mientras hablaba, Bucky no pudo evitar sentirse un poco inseguro. ¿Por qué parecía tan emocionada de mencionar a este chico?
La idea de que Theressa buscara ayuda de alguien que no fuera él lo inquietaba.
—¿Y confías en este chico?—preguntó, con curiosidad mezclada con un toque de posesividad.
Theressa hizo una pausa por un momento, notando la tensión en su voz. Se volvió hacia Bucky, sus ojos brillaban con determinación.
—Confío en él, Bucky. Es un buen amigo y querrá ayudar. Y mereces que todo esto se resuelva.
Bucky asintió, tratando de sacudirse los celos que comenzaron a brotar en su pecho.
Sabía que Theressa se estaba esforzando por hacer las cosas bien, pero la idea de compartir este viaje con otro hombre lo hacía sentir incómodo.
Theressa sonrió y su entusiasmo creció a medida que las ideas tomaban forma en su mente.
—¡Y además, T'Challa seguramente será un gran testigo! ¿Quién mejor para testificar sobre su inocencia que el rey de Wakanda?—exclamó, sus ojos brillando ante la posibilidad.
Bucky asintió, aunque su mente todavía estaba un poco dispersa. No estaba de humor para hacer planes ni discutir estrategias legales.
Pero el entusiasmo de Theressa era contagioso. Había una ligereza en su voz que él no había escuchado antes y era casi como si su energía se reflejara en él.
Nunca la había visto tan habladora; su expresión era vibrante y llena de determinación, una marcada diferencia en comparación con los momentos difíciles que habían compartido anteriormente.
—Sí... T'Challa es una buena elección. Él puede ayudar— dijo, forzando una sonrisa, tratando de entrar en el estado de ánimo optimista que ella creó.
—Y mira, puedes quedarte en mi apartamento hasta que encuentres un lugar donde quedarte. Es sólo un espacio pequeño, pero, sinceramente, puedes ayudarme a sentirme más segura allí.
Bucky la miró, con una mezcla de gratitud y aprensión formándose en su corazón.
La idea de estar bajo el mismo techo que ella, aunque fuera por un tiempo, era una propuesta tentadora.
Había un consuelo en la idea de compartir ese espacio, a pesar de que su historia era muy complicada.
Pero más allá de eso, una sombra de duda se cernía sobre él, haciéndole preguntarse si realmente merecía todo ese esfuerzo por parte de ella. ¿Era digno de esa compasión y afecto?
—Mira Theressa, no tienes que preocuparte por mí. Estoy bien, de verdad.
—No tienes que hacer esto solo—insistió, su voz llena de sinceridad.
Respiró hondo, sintiendo la presión en su pecho. El deseo de retirarse, de protegerse, luchaba contra el deseo de abrirse a ella.
—Lo pensaré—dijo finalmente, con una ligera vacilación—Pero por favor entiende que realmente lo aprecio.
Theressa sonrió y, en ese instante, Bucky vio una chispa de esperanza. Había algo genuino en su oferta, algo que le hacía querer creer que tal vez, sólo tal vez, podría permitirse esta nueva oportunidad.
La conexión entre ellos era frágil, pero sentía que estaba dispuesto a explorarla, aunque fuera con cautela.
Cuando llegaron a la finca Wakanda, la atmósfera a su alrededor se llenó de una energía vibrante y acogedora.
Theressa miró a su alrededor, admirando la arquitectura futurista y los exuberantes jardines, sintiendo una ola de nostalgia mezclada con anticipación. Tan pronto como entraron, vieron a T'Challa, quien los estaba esperando con una cálida sonrisa.
—¡Theressa!—exclamó extendiendo los brazos en un gesto amistoso—Me alegro que estés aquí. Y James...—el rey se volvió hacia Bucky, su tono más solemne—Me alegro que hayas vuelto a la luz. Tengo un regalo para ti.
Theressa observó cómo los dos hombres hablaban y un nuevo tipo de conexión florecía entre ellos. El rey se acercó a una elegante maleta y la abrió con cuidado.
Bucky se inclinó para ver, sus ojos se iluminaron al darse cuenta de lo que había allí. T'Challa sacó un nuevo brazo mecánico, hecho de vibranio negro, que reflejaba la luz de manera impresionante.
—Este es un regalo de la gente de Wakanda—dijo T'Challa poniendo su brazo en las manos de Bucky—Una nueva oportunidad para ti, de resurgir.
Barnes tomó el brazo con expresión de admiración y determinación y Theressa no pudo evitar sonreír mientras observaba la escena.
Se mordió el labio inferior involuntariamente, encontrándolo increíblemente sexy. Había algo poderoso en la imagen de él, recibiendo ese nuevo equipo, como si la posibilidad de renacer finalmente estuviera a su alcance.
La tensión entre ellos, mezclada con la emoción del momento, hizo que el aire estuviera cargado de expectación.
Theressa sintió que su corazón se aceleraba mientras veía a Bucky colocarse el brazo mecánico, ajustándolo hábilmente. Parecía más fuerte, más completo y la mirada de determinación en sus ojos hizo que se le revolviera el estómago.
T'Challa miró con una sonrisa de satisfacción. Theressa no pudo evitar preguntarse qué más les deparaba el futuro, ahora que Bucky se estaba recuperando y ella estaba allí, a su lado, lista para apoyarlo en cada paso del camino.
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