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⌈³⁸⌋ 𝙑𝙀𝙍𝙎𝙋𝙍𝙀𝘾𝙃𝙀𝙉




























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Musutafu, 2010.

La celebración de Yule comenzaba el 21 de diciembre y terminaba el primero de enero, por lo que conocido como "Año nuevo" para los asiáticos, seguía siendo Yule para los Wiese. Aunque había una gran diferencia, y es que, el último día del Yule se celebraba más que nunca, en donde lo más preciado de la noche era el juramento con el Mjölnir — donde uno hacía una promesa para el próximo año — y era tan importante porque se decía que si la promesa era incumplida, Thor castigaría a la persona con un rayo.

Ahora, esa tradición era más conocida como "propósitos de fin de año", había perdido la importancia y seriedad con la que se le conocía antiguamente, pero los nórdicos se tomaban muy en serio en cumplir con lo que prometían porque realmente creían que recibirían un castigo del Dios.

Los niños desde que llegaron habían estado jugando fuera con la nieve, era algo más divertido debido a las singularidades de los albinos — aunque Natsuo tenía más manejo en la suya — porque hacían rampas o muros de hielo para protegerse de los ataques contrarios. Hasta habían jugado con el trineo que tenían los Wiese, lanzándose desde las pequeñas colinas de nieve que se crearon por la nevada de anoche.

— Adoro el invierno. —murmura Fuyumi, dejándose caer de espaldas a la nieve.

— Yo también. — le imita la menor, moviendo sus brazos y piernas para hacer un ángel. — Es muy refrescante.

— No es que no me guste el verano. — dice Natsuo, tumbándose a su alrededor. — No soporto el calor, pero Fuyumi lo lleva peor.

— Siento que me derrito. — exagera, tendiéndose suavemente.

Touya se mantenía en silencio, con los brazos en su nuca y tumbado a un costado de Elaine. Únicamente oía la charla entre sus hermanos con atención, estaba recuperando el aliento después de una acalorada batalla de nieve — la cual había quedado como un empate — en donde se divirtieron mucho.

Los adultos dentro estaban dejando todo listo para la cena, habría una gran variedad de comida ese día — más que en Yule — por lo que tenían mucho trabajo que hacer. Aunque esporádicamente uno de ellos salía al patio para vigilar a los diablillos que tenían corriendo por allí. El único dentro de casa era Shoto, que veía la televisión con tranquilidad — a diferencia de sus hermanos los cuales gritaban y se empujaban fuera de casa — el medio albino era muy tranquilo, un niño muy dulce.

Elaine entró a casa sacudiéndose la nieve, evaporando de a poco la humedad de su ropa. Había entrado porque se había aburrido y decidió ver televisión junto al menor. Los otros Todoroki se quedaron fuera y continuaron jugando entre ellos, no era como si la pelirroja fuera a arruinarles la diversión.

— Hola Shoto. — saluda, sentándose junto a él con una sonrisa.

— ¡Nee-san! — lo recibe en un abrazo, acariciando con cariño su melena bicolor. — ¿Por qué no estás con los demás?

— Me he aburrido de jugar fuera, pensé en venir contigo. — admite, apoyando su barbilla en la cabeza del menor.

— Gracias, estaba un poco aburrido también. — responde en voz baja, no queriendo que su madre lo oyera. — Papá no me deja jugar con los demás... —

— Pero no está aquí. — sonríe, tirándole una indirecta muy directa al niño. —¿Quieres ir a armar un muñeco de nieve?

— ¡Sí!

Para todos fue una sorpresa ver a Elaine llegando de la mano junto a Shoto, a todos les pegó un pequeño Shock porque no interactuaban mucho con él por órdenes del viejo y ahora se les hacía algo extraño. O sea, había salido juntos varias veces pero siempre estaban separados, mientras los Wiese se encargaban de ellos, Rei estaba con Shoto.

Touya soltó un suspiro, sabía que era lo que planeaba Elaine, no había que ser un genio para darse cuenta.

— ¿Qué pasa, Shoto? — cuestiona la albina con dulzura, mirando al menor.

— ¿Puedo jugar con ustedes? — su agarre en la mano de Elaine había aumentado, indicando que estaba nervioso.

— ¡Claro que sí! — responde Natsuo con alegría, tomando de la otra mano al medio albino. — Hagamos un muñeco de nieve.

El pelirrojo se acercó a ella mientras que sus hermanos le enseñaban a Shoto el cómo armar un muñeco de nieve. Elaine ni siquiera se dio cuenta de que Touya estaba a su lado, únicamente veía con alegría como el medio albino se desenvolvía junto a los mayores, estaba feliz.

Se quedó viéndola, embelesado de su perfil sonriente y sus ojos brillantes. Se dio el lujo de entrelazar sus manos y fue allí en donde ella notó su presencia, regalándole una sonrisa sólo para él, que fue correspondida.

— Te ves muy feliz.

— Lo estoy. — asiente, apoyando su cabeza en el hombro ajeno. — No me gusta que Shoto este apartado, se me hace injusto.

— No podemos hacer nada, ya sabes cómo es el viejo. — contesta, acariciando su cabello. — Aunque, si tú estás feliz, yo también.

No respondió, únicamente sonrió sin despegar la mirada de los albinos jugando con el menor, se quedaron así, con las manos entrelazadas observando. No necesitaban decir nada, ellos se hablaban a través de miradas y sus silencios jamás eran incómodos, siempre sabían cómo volver a iniciar una conversación.






















































El sol cayó rápidamente mientras los niños jugaban en el patio, Elaine estaba más cansada que de costumbre por la falta de energía lumínica en su organismo. Así que se le veía más tranquila, más perezosa. Estaba tumbada en uno de los acolchados bancos que sus abuelos habían puesto, viendo lo feliz que estaba Shoto al jugar con sus hermanos, se sentía bien.

Abrió sus ojos suavemente al sentir una sombra oscureciendo más su vista, era Touya. El cual le tendía una taza de cocoa, pues tenía una bandeja en mano — enviada por los nórdicos — para calentar a los muchachos.

— Gracias. — murmuró, a pesar de que no sentía el frío.

— Termínala toda, siempre dejas conchos. — le regañó, sonriendo.

Touya se alejó un poco con la bandeja en mano hasta sus hermanos, dejando que cada uno tomara una taza y asegurándose de que Shoto no se quemara. Sí, lo detestaba y todo pero si le pasaba algo al más pequeño se arruinaría la noche que tenían por delante y eso no podía permitirlo.

— Mejor ve a sentarte con Elaine, Shoto. — indicó, el menor le vio con sus ojos heterocromáticos y asintió.

La espinita que tenía cada que veía a Sunshine junto a Shoto había desaparecido, después de todo ella había admitido claramente que le gustaba y su hermano menor no era una competencia. A pesar de ello, Elaine le brindaba toda su atención solamente a él, algo que Shoto no tendría porque sólo él estaba en su corazón y eso le hacía sentir extremadamente orgulloso.

Dejando su taza de lado y alzando al pequeño, Elaine logró que el medio albino se sentará de forma correcta junto a ella, bebiendo desde su taza de plástico la cocoa. Tenía las mejillas rojas por el frío al igual que su nariz y la miraba intensamente de a ratos.

— ¿Sucede algo, Shoto? — alzó sus cejas, interrogante.

— Nee-san, ¿Touya y tú son novios? — su inocente pregunta le hizo cuestionarse su relación con el Todoroki. — Ustedes pasan mucho tiempo juntos y Touya te mira muy raro.

— ¿Raro? ¿Me mira raro? —

— Sí, te mira cómo... — no sabía cómo expresarlo, pues era un crío de cuatro años. — Touya tiene los ojos de papá... — murmura. — Su mirada es tosca y parece aburrido todo el tiempo pero ¡Es diferente contigo, Nee-san!

«Cuando te observa, su mirada es blanda y sus ojos parecen brillar mucho, así como los tuyos.

Le pregunté a mamá porque te veía así, ella me dijo que se gustan, que se nota mucho por cómo se miran. Y las personas que se gustan son novios, ¿Ustedes son novios?»

Su corazón golpeó con fuerza en su pecho y una increíble felicidad la recorrió de pies a cabeza, al igual que su rostro, pareció iluminarse de lo contenta que ese comentario le había puesto. Shoto le había confirmado que Touya estaba igual de enamorado de ella como ella de él, aunque no eran novios... Pero ya se habían besado.

— No somos novios aún. — respondió, cruzando sus piernas. — ¡Se lo diré ahora! — se puso de pie de un salto, sin siquiera inmutar al menor quién la vio de reojo y alzó sus pulgares.

Touya seguía junto a sus hermanos, sentado y hablando sobre la nieve mientras bebían de la cocoa. Los tres tenían una resistencia al frío increíble, por lo que no tenían frío y podían estar casi sin ropa si quisieran pero igualmente vestían sus ropas invernales.

Se sorprendió mucho cuando oyó a la pelirroja llamarlo por su nombre a la vez que corría hacia él, se puso de pie pensando que necesitaba ayuda o algo más pero su cuerpo impactó directamente con la nieve cuando Elaine se lanzó sobre él, llevando una gran sonrisa iluminando su rostro.

Sus narices se rozaron, logrando avergonzar al mayor. Observó de cerca y en primera línea lo brillantes orbes de Elaine, esos resplandecientes ojos dorados que tanto le gustaban estaban frente a él, se vio reflejados en ellos y sonrió. Elaine lo veía con mucho cariño, lo que le dio más confianza para cruzar sus brazos por la espalda de la pelirroja en un abrazo.

— ¿Qué pasa? ¿Por qué llegaste de esa forma? — pregunta, viéndole a los ojos.

— Touya, ¿Puedo ser tu novia?

Touya.exe ha dejado de funcionar.

Su cerebro se desconectó del resto de su cuerpo, pareció que se reinició por completo pues se quedó en blanco. Como si no estuviera en ese plano y todo estuviese sucediendo en cámara lenta. Elaine estaba a la espera de una repuesta con esa bella sonrisa en su faz, ¿Qué debía de decirle? Mierda, la adoraba y super sí quería estar con ella para siempre pero estaba seguro de que ella no sabía lo que significaba realmente ser novios.

Aunque una sonrisa apareció en su rostro, al igual que una voz diciéndole que ambos eran un par de niños y que en algún momento ambos crecerían y entenderían mejor sus sentimientos. Hasta entonces, cuando ambos supieran lo que verdaderamente querían, le pediría formalmente — y en serio — a Elaine que fuera su novia.

— Aún somos muy jóvenes para eso. — contestó, acunando su rostro con cariño. — Te prometo que cuando cumplas dieciséis te daré mi respuesta, ¿Sí?

— Pero... — un puchero hizo aparición en su rostro, logrando que Touya dudara de su decisión. — Las personas que se aman son novios y viven felices.

Su inocencia le provocaba sonreír aún más, sus sentimientos eran tan puros y creía que todos vivían felices por siempre con sólo amarse.

— Oye, ¿Me amas? — cuestionó, alzando sus cejas y viéndola fijamente.

— ¡Sí! — sin dudarlo un poco, contestó.

Su mirada tan intensa y luminosa logró intimidarlo un poco. No cabía duda en ellos, decía la verdad y podía gritarlo a los cuatro vientos. Gritar lo mucho que le gustaba Touya, lo mucho que lo quería y amaba.

— Ahora no necesitamos esa etiqueta, boba. — murmuró, acomodando un mechón detrás de su oreja. — Tú me amas y yo te amo, no necesitamos más. — cortó, abrazando a la fémina.

«Por ahora, estoy bien con eso» pensó, sonriendo para sí mismo cuando ella le correspondió el abrazo.

— Voy a llorar mucho si me dices que no cuando cumpla dieciséis. — agregó en un murmullo, sacándole una sonrisa al contrario.

— Quizás tu cambies de opinión y yo llore mucho. — bromeó, acariciando su espalda dulcemente.

— ¡Nunca! — chistó, rompiendo el abrazo para verle el rostro. Elaine tenía el ceño fruncido. — El brazalete lo dice, hasta que el mar se seque y las rocas se descompongan prometimos amor eterno, ¡Y me besaste bajo el muérdago!

— Entonces lo voy a jurar. — se apartó suavemente de ella, alzando su mano izquierda. — Hoy a media noche, con el Mjölnir en mano te juraré amor eterno.

«Que Thor me castigue si miento. Odín puede quedarse con su Valhalla porque yo no quiero otra cosa que estar contigo»































































El comedor de la casa de los Wiese estaba rebosante de sonrisas y animadas platicas a la hora de la cena. Si hubiese estado Enji presente, sonriendo y charlando darían la imagen de una perfecta familia feliz pero sin él, se veían más que alegres. Los adultos brindaban con hidromiel mientras el ruido ambiente era la radio con música celta de Adrian Von Ziegler, Elaine movía la cabeza a ritmo, queriendo levantarse de la mesa para bailar.

La media noche no tardaría mucho en llegar y el Mjölnir descansaba sobre la chimenea. La mirada de Touya a veces se clavaba en el objecto, era un martillo — claramente una réplica — se veía antiguo pero estaba bien cuidado y quiso saber más de él.

— El Mjölnir tiene una historia muy interesante detrás. — le comentó Björn, pillándole.

— ¡Sí! En realidad está mal hecho, por eso tiene el mango pequeño.

— Pero será una Leyenda para otra ocasión. — interrumpe Frigg al notar como su esposo se estaba emocionando e iba a contar la historia en la mesa.

— ¡Queremos oírla ahora! — Natsuo sonríe, intentando con ese gesto convencer a la mujer.

— Natsuo... — reprendió su madre, aunque fue interrumpida por Björn.

— Bien. — el mayor apoya ambas manos sobre la mesa, sonriente. — Todos atentos y callados, que les voy a contar la leyenda de cómo Thor consiguió su martillo.

«Se dice que la esposa del dios Thor, Sif, diosa de las cosechas, tenía un hermosísimo cabello dorado con propiedades mágicas que cubría todo su cuerpo como un velo brillante; ella estaba muy orgullosa de su cabellera, igualmente su esposo. Sin embargo, una noche, ella se encontraba durmiendo plácidamente en sus aposentos cuando de pronto Loki, se acercó con sigilo hasta la mujer y con mucho cuidado, movido por la envidia y la codicia, robó su cabello, dejándola casi calva. La mañana siguiente Thor enfureció al ver a Sif en ese estado y juró castigar a quien le hubiese hecho aquello; pronto conjeturó que había sido su hermano detrás de esa fechoría, por lo que fue en su búsqueda. Loki intentó huir, cambiando de forma para despistar a Thor, pero al ser atrapado por él, no pudo hacer más pedir clemencia, y siendo su hermano, cedió a sus suplicas. Pidió perdón por haber robado los cabellos de Sif, pero no fue escuchado hasta que prometió llevarle una nueva cabellera, tan bella y larga como la primera.

Tras finalmente dejado libre, Loki se dirigió a Svartálfaheim, el mundo en que habitaban los Elfos Oscuros, quienes tenían fama de ser los mejores artesanos. Una vez allí buscó a Dvalin, para que fuera él quien fabricara la cabellera y otros regalos para aplacar la ira de su padre, Odín, y de Frey, otro de los dioses principales. Así fue entonces que se elaboró trenzas de oro puro que crecería rápidamente sobre la cabeza de Sif con tanta naturalidad como si fuera su cabello, y también se forjó Gungnir, una lanza que jamás fallaría su objetivo, y la nave Skidbladnir, un barco que podía navegar tanto por las aguas como por los cielos, y aunque esta contuviese a toda la población de Asgard dentro de ella, podría doblarse hasta alcanzar un tamaño tan pequeño que podría ser guardado en un bolsillo.

Satisfecho con sus obras, Loki declaró a Dvalin como el mejor herrero entre todos los Elfos, pero Brokkr, otro elfo, al oír estas palabras, proclamó que junto a su hermano Sindri podría fabricar tres artefactos que superaran a los de Dvalin, por lo que Loki le retó a probar su habilidad con su cabeza contra la de Brokkr como garantía.

Seguidamente, Brokkr y su hermano forjaron los tres artilugios. Brokkr soplaba el fuego con un fuelle mientras Sindri se ocupaba de la elaboración de los artefactos; más, para que el trabajo fuera perfecto, Brokkr no debía detenerse en ningún momento, y Loki, aprovechándose de esto y con intenciones de que sus contrincantes perdieran la apuesta, se transformó en un tábano y picó su mano, y a pesar del dolor, Brokkr siguió con su labor y fue así como su hermano pudo sacar su obra del fuego sin ningún percance: Gullinbursti, un enorme jabalí salvaje capaz de viajar más rápido que cualquier caballo sobre tierras, agua y aire. Cuando el par continuó con sus con su labor, Loki, aún en la forma de tábano picó ahora la mejilla de Brokkr, más fuerte que la vez anterior, pero este no se detuvo y eventualmente el segundo artefacto estuvo listo. Era el mágico y hermoso anillo de Draupnir, del que caerían ocho anillos similares cada nueve noches. Mientras se elaboraba el tercer artefacto, Loki, ya desesperado, utilizó su última oportunidad y picó al elfo por encima del ojo, de forma que la sangre cubrió el ojo de Brokkr en un momento y al limpiársela, interrumpió muy brevemente su tarea, y no importó lo rápida que había sido la interrupción: el daño era irreparable, el artefacto tenía un defecto. El martillo que habían hecho tenía el mango un poco corto, no obstante, los elfos se presentaron ante los dioses de Asgard, seguros de su victoria.

Brokkr hizo la entrega de sus obras, dándole en anillo a Odín, el jabalí a Frey y el martillo Mjölnir a Thor, explicando que a pesar de su pequeño desperfecto, era un objeto muy poderoso, pues podría incluso derribar montañas de un solo golpe sin resultar perjudicado, al igual que si lo lanzaba, nunca fallaría su objetivo; nadie podría hacerle frente a esta arma.

Loki, a su vez, también entregó sus regalos. Dio a Odín la lanza, a Frey, el barco, y a Thor, la cabellera dorada para su esposa, y aunque los bucles de Sif crecieron aún más bellos que su cabellera original, los dioses decidieron que Brokkr había ganado la apuesta dado que Mjölnir era el mejor de todos los regalos, ya que en manos de Thor sería de gran valor en la lucha contra los Gigantes de Hielo. Entonces Loki huyó precipitosamente, pero pronto fue alcanzado por su hermano, quien lo llevó con los elfos, sin embargo, este fue capaz de salvar su vida al alegar que aunque por derecho, su cabeza no le pertenecía, no podían tocar su cuello, pero Brokkr decidió que si bien no podría cortar su cabeza, bien podría coserle la boca para que no pudiese engañar a nadie más.

Loki soportó las burlas de los otros dioses, pero tiempo después se las ingenió para cortar el hilo que juntaba sus labios, y volvió a ser tan locuaz como siempre.»

— Loki siempre sabe cómo salvarse a último momento. — comenta el albino, bebiendo de su soda.

— Por eso es el Dios más astuto, Natsuo — Frigg le responde, dejando sobre su plato una porción más de cordero.
























































































La cena había terminado hace aproximadamente una hora, el salón estaba lleno de calidez y aplausos en sincronía con la música que sonaba mientras en el centro de la sala se encontraban Frigg y Elaine bailando en conjunto frente a la chimenea. Las risas abundaban y el ambiente era perfecto.

Las nórdicas bailaban en una ronda — a la cual se unió Natsuo — mientras aplaudían y giraban en su sitio. La más baja llevaba un vestido por debajo de las rodillas el cual se movía al son de la música con ella y la suela de sus zapatos hacia rítmicos sonidos que acompañaban su abuela mientras giraba.

A la ronda terminó por unirse Fuyumi con un poco de timidez, pero fue tomaba de las manos por Frigg, logrando que entrará más en confianza y comenzará a bailar junto a ellos. A diferencia de su esposa, Björn estaba en la cocina preparando las copas para brindar a media noche pero oía todo lo que sucedía desde allí.

— ¿Mamá? — el pelirrojo miró preocupado a su madre, la cual tenía la mirada vidriosa.

— Lo siento, cielo. — se disculpó, sonriendo. — Es sólo que estoy feliz, me siento muy bien cuando estoy aquí.

«Se siente una energía totalmente distinta a la que hay en esa casa, aquí no siento miedo.

Son ellos... Realmente pienso que son ellos quienes nos dan esta paz, ¿Es por eso que te gusta tanto Elaine? Los Wiese son como soles, cálidos y brillan mucho.

No comprendo cómo su hija los pudo alejar así»

— Sí. — respondió, clavando su mirada en Elaine. Quien bailaba sonriente junto a Natsuo en el centro del salón. — También siento lo mismo mamá, me gusta este ambiente.

Rei sonrió cuando la infante se acercó con una sonrisa hasta su hijo, tomándolo de las manos para que fuera junto a ella a bailar. Ella misma le dio un empujón a su retoño para que se animara a hacerlo, todos parecían estarse divirtiendo y eso estaba bien para ella. Aunque su sonrisa se borró cuando observó a Björn a su lado, tirándola de las manos para que se uniera a ellos a la ronda.

— ¡No sé hacer esto! — comentó algo nerviosa, tratando de sonreír.

— Sólo tienes que dejarte llevar por la música, cielo. — le dijo Frigg, cambiando lugar con su esposo para ayudar a la albina a coordinarse. — Sígueme.

El rubio terminó dando vueltas con Fuyumi mientras bailaba y Rei dejó su nerviosismo atrás al guiarse por la música. Bailaba tomada de las manos con la mayor, girando sobre su eje y aplaudiendo a sincronía con la música. No iba a negar que estaba disfrutando de aquella sensación al bailar en familia alrededor de un círculo imaginario mientras el fuego de la chimenea danzaba con ellos — producto de la singularidad de Elaine — pues le estaba afectado de forma positiva, creando bonitas llamas que se movían junto a la música.

Touya hizo girar a Elaine en el sitio, mientras daban pequeños saltos y sonreían al verse mutuamente. Ni un millón de años pensó en estar bailando con música celta en medio de un salón con su familia completa — ignorando la existencia de Enji — todos se veían tan felices que él también lo estaba, todos contagiados por la emoción de la canción que sonaba en el estéreo.

— Bailas muy bien, Touya. — le dijo Elaine, dando otra vuelta junto a él.

— Eres tú quién me guía. — contestó, sonriendo. — ¿Cómo lo haces? Te ves agraciada y ligera.

— No pienses. — habla más alto, para que pueda oírle por encima de la música. — Simplemente deja que la música te guíe.

La muchacha cerró los ojos, moviendo su cabeza al ritmo de la melodía, entonces él la imitó — relajándose más — y se dejó llevar al igual que ella, bailando sobre su propio eje sin soltar sus manos y dando giros inesperados.

Más pronto que tarde, la "pista improvisada" fue abandonada por los demás, quienes los veían con una sonrisa sin dejar de aplaudir para ellos — aunque no notarán que eran los únicos bailando — y zapateando al ritmo.

La sala se llenó de aplausos cuando la canción terminó y los menores se separaron, abriendo los ojos y notando que eran observados por todos. Elaine rápidamente se refugió en Touya, porque le daba vergüenza que le hayan visto bailar en solitario, aunque a los adultos le causó mucha gracia su reacción y el momento — que parecía volverse incómodo – rápidamente volvió a llenarse de risas.

— De seguro que los Dioses quedado muy satisfechos con su danza. — una risa se escapa de Frigg, divertida.

— Todos lo hicieron muy bien. — agrega su esposo, abrazando a su mujer con cariño. — Vamos a sentarnos, no falta mucho para la media noche.

— Así es, Touya y Elaine podrán encender la hoguera.

Había una antigua tradición en los pueblos nórdicos de quemar barriles con alquitrán y pasearlos por la ciudad para darle la bienvenida al nuevo año. Evidentemente era una práctica demasiado peligrosa y que se había actualizado — ahora — en esas fechas se encendía una hoguera representando que el fuego quemaba el año anterior y le daba la bienvenida al nuevo. Y como ambos niños tenían singularidades tipo fuego, serían los encargados de encender — juntos — la antorcha que prendería la gran hoguera.









































































El reloj de la sala había indicado la media noche con su característico sonido cucú, inmediatamente los nórdicos se pusieron de pie para abrazarse y desearse lo mejor. Algo que fue extraño de ver para los asiáticos pues en su cultura eso no se hacía, pero igualmente fueron apresados por los brazos de los mayores, deseándole muchas cosas buenas.

Rei recibió abrazos de todos los presentes, y él que más le hizo flaquear fue el de Frigg, quien la abrazaba como si fuera su madre, sintiéndose como su hija, verdaderamente parte de la familia. Elaine también la abrazó y le deseó palabras muy bonitas.

— ¡Feliz año nuevo! — chilló, abrazando con cariño a la albina. — ¡Muchas gracias por todo, me he sentido muy bien con ustedes! — la mujer sonríe, queriendo llorar. — Ahora que me voy a casar con Touya, ¿Puedo decirle mamá?

— Claro que sí, cariño. — contestó, correspondiendo el abrazo con gusto y dejando un beso sobre la frente de la menor.

— ¡No perdamos más el tiempo! ¡Vayamos a encender la hoguera! — Natsuo estaba sobre los hombros de Björn, apuntando con una gran sonrisa el patio.

Una risa general se oyó, obedeciendo a las órdenes del chiquillo caminaron — otros corrieron — hasta el patio. La nieve rebosaba y el paisaje se veía hermoso a media noche, la energía de la pelirroja había bajado por ser el punto más débil de su singularidad pero se mantenía optimista, con una sonrisa tomaba la mano de Touya. Caminando a paso firme hasta donde se encontraba su abuela con la antorcha intacta, lista para ser encendida.

Frigg se puso de cuchillas para que ambos niños pudiera encenderla a la vez, pero ninguno de los adultos se esperó lo que sucedería a continuación. Con las manos juntas y una gran sonrisa — Touya y Elaine — encendieron sus manos a la vez, creando las bonitas flamas violetas que tan bien conocían. La mezcla de sus singularidades sorprendió a los mayores, quienes aplaudieron anonadados ante el espectáculo. Y entonces, a medianoche con la luna en lo más alto, la antorcha fue encendida y lanzada hasta la hoguera. Hoguera que iluminó con sus hermosas llamas violetas los alrededores, sacando sonrisas.

— Que hermoso. — murmuró Rei, sosteniendo al pequeño Shoto en brazos.

— ¡Elaine y Touya pueden hacerlo desde que se conocieron! — exclama con alegría el albino, que seguía sobre los hombros del nórdico.

— Parece que las nornas enlazaron bien sus destinos. — comentó Frigg a su esposo, mirando a los menores.

— O tal vez calaron en el corazón de Freyja. — agrega, divertido.

Más pronto que tarde, Björn vuelve dentro de casa para ir en busca del Mjölnir. Él dejó que Natsuo lo llevara en mano — pues se veía muy emocionado — y lo alzaba en su zurda con orgullo, como si el mismísimo Dios del trueno lo observara.

El vaho salía de sus bocas al reírse, observando sin disimular al albino en brazos ajenos. No había una regla que dictará quien debía de ser el primero en decir sus propósitos — juramentos — para el próximo año pero normalmente siempre empezaba la cabeza de la familia — en este caso Björn — aunque esta vez, sería Natsuo quien comenzaría porque estaba muy emocionado.

— ¿Cómo debo hacerlo exactamente? — preguntó, bajando la mirada pues al estar sobre el nórdico veía todo desde dos metros de altura.

— Debes alzar el Mjölnir hacia el cielo con tu mano izquierda y decir en voz alta lo que te propones. — contesta, dándole más confianza al menor. — Aunque, si te da vergüenza puedes simplemente pensarlo. Dicen que cuando lo dices en voz alta, los Dioses te oyen mejor.

Asintió, relamiendo sus labios con un poco de nerviosismo. Entonces cambió de lugar el martillo y lo alzó hacia el cielo con fuerza junto a sus ojos cerrados. Quiso poder decirlo en voz alta para que fuera concedido por los Dioses pero no se atrevió, la vergüenza le ganó y simplemente lo gritó — en su mente claro — sonriendo al terminar.

El Mjölnir siguió rotando de mano en mano, los Wiese si gritaron sus propósitos. Frigg juro seguir apoyando a su nieta y amando a su esposo, también trabajar más duro para ascender en su empresa. En cambio, Björn juro no ser tan blando con sus estudiantes ese año — pues su bondad le jugó en contra — y al igual que su esposa, prometió amarla y cuidar de Elaine y de los Todoroki como si fuesen sus nietos verdaderamente.

Fuyumi — a diferencia de su hermano — sí gritó, jurando volver a ser la mejor de su clase, esforzarse más y cuidar de Shoto cuando su madre no pudiera. Sacando una sonrisa general ante su linda declaración, la albina era muy adorable. La siguiente fue Rei, al igual que su hijo fue incapaz de decir sus propósitos en voz alta, pero sí juró en voz alta que amaría por siempre a sus hijos.

— Es mi turno. — murmuró Elaine. Alzó su brazo con fuerza, viendo al cielo con una sonrisa. — ¡Juro esforzarme mucho en mis entrenamientos para poder ser la mejor héroe junto a Touya!

«También prometo mejorar mi Kanji y portarme bien en la escuela, ¡Y juro que amaré a Touya por siempre, hasta que los mares se sequen y las rocas se descompongan!»

Un ruido sordo junto a una luz efímera iluminó el cielo unos segundos, dejando en un tranquilo silencio el ambiente. Luego de unos segundos de silencio, pudieron asimilar que aquello no fue más que un trueno, y para los nórdicos. Significaba que su nieta había sido oída por los Dioses, llenándolos de gozo.

— ¡Tú turno, hijo! — los ánimos de Björn le dieron fuerza para tomar el Mjölnir. Aunque sus manos temblaran por los nervios que albergaba su cuerpo.

— ¡Juro entrenar muy duro para hacerme más fuerte, para poder demostrarle al viejo que soy merecedor de Elaine!

«También prometo esforzarme en el instituto, mejorar algunas calificaciones. Pero, juro con todo mi corazón amar a Elaine para siempre, hasta que los mares se sequen y las rocas se descompongan»

Esta vez, el trueno fue visto por más tiempo, iluminando a los alrededores en el proceso y los rostros de los presentes. Dos rayos en una noche de Yule, era un festejo para los nórdicos. Para ellos, Odín les estaba viendo desde su trono en Asgard con su par de cuervos, Hugin y Munin.

Elaine y Touya entrelazaron las manos al mismo tiempo que otro par de truenos iluminaban la zona, se oían extremadamente fuertes, lo que significaba que caían cerca de donde se encontraban. Todo estaba siendo un espectáculo para ambas familias, la hoguera, los truenos, al ambiente nevado, era algo que no iban a olvidar.

— Ahora que Odín me está escuchando puedo decirle que yo no quiero otra cosa que no sea estar contigo. — sonríe, besando el dorso de su mano.

— Y yo le puedo decir que se quede con su Valhalla porque no hay otro lugar que quiera, que no sea estar junto a ti. —

Sus ojos se conectaron como dos imanes, no tuvieron que decir palabra alguna pues se comunicaron de esa forma, con sonrisas cómplices y miradas indiscretas se dijeron todo.

«Te amo»

«También te amo»











































































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ᴄ ᴜ ʀ ɪ ᴏ s ɪ ᴅ ᴀ ᴅ ᴇ s

➥Elaine suele soñar despierta, crea realidades alternas en donde su vida es diferente e igualmente termina conociendo a los Todoroki.

➥ Tiene la creencia que soñar con Touya significa que la extraña, por lo que debe ir al cementerio a verle.

➥ Odín posee un trono en Asgard, donde quien se siente podrá ver los nueve mundos y a sus habitantes. Además, posee un par de cuervos llamados Hugin «Pensamiento» y Munin «Memoria». Son enviados por el Dios para recolectar información y saber lo que sucede en los nueve mundos.

➥ Por esto, los nórdicos creían que  la presencia de cuervos cerca de ellos, significaba que el Dios Odín estaba al tanto de lo que sucedía en Midgard.

➥ Me gusta pensar que la frase: "Me lo contó un pajarito", viene de aquí.

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+90 ᴠᴏᴛᴏs ʏ 90 ᴄᴏᴍᴇɴᴛᴀʀɪᴏs ᴘᴀʀᴀ ᴇʟ sɪɢᴜɪᴇɴᴛᴇ ᴄᴀᴘ.







































































˙˚˓˒˙˛ʿʾ․·‧°⋆ও ──

¡ɴᴏ sᴇ ᴏʟᴠɪᴅᴇɴ ᴅᴇ ᴠᴏᴛᴀʀ ʏ ᴄᴏᴍᴇɴᴛᴀʀ, ɴᴏs ᴠᴇᴍᴏs ᴇʟ ᴘʀóxɪᴍᴏ ᴠɪᴇʀɴᴇs!

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