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⌈⁴²⌋ 𝙈𝙊𝙐𝙉𝙏 𝙎𝙀𝙆𝙊𝙏𝙀

Capítulo especial dedicado a touyaflows, Feliz Cumpleaños mi vida.
















































Musutafu, 2011.

El monte Sekote era más grande y frondoso de lo que alguna vez se imaginaron, perfecto para entrenar en especial en ese clima de invierno, donde nadie quería acercarse a la montaña por las bajas temperaturas. Era perfecto para ambos, para la resistencia al frío de Touya y para la temperatura elevada del cuerpo de Elaine. Era la primera vez que salían completamente solos — sin el acompañamiento de ningún adulto — y el preocupado era Touya, pues Sunshine no tenía miedo porque confiaba en él y se sentía segura a su lado.

Ellos mismos habían trazado un pequeño camino hacia el lugar donde sería entrenarian y ahora estaban en eso, subiendo de la mano — para no perderse — mientras hablaban en voz baja sobre cosas sin importancia. Había sido fácil para ellos escaparse, luego de llegar de la escuela dijeron que harían la tarea en la habitación del mayor y unos minutos después, salieron por la ventana que daba al jardín y esquivaron a toda la servidumbre al salir del dojo. Claramente fue más fácil decirlo que hacerlo, porque sus corazones bombeaban sangre tan rápido que estaban muy acelerados, con el miedo latente a ser descubiertos por Rei.

— Este es el sitio.—

Dichas esas palabras, Elaine se sentó en la nieve exhausta pues el viaje había sido largo y fue una subida igual de agotadora. Soltó un pequeño estornudó en cuanto su nariz picó y frotó sus ojos por el cansancio pero aún así estaba lista, lista para entrenar con Touya.

No era una explanada muy grande, de hecho habían varios árboles a su alrededor pero no demasiados, lo que les dejaba el sitio perfecto para entrenar allí sin miedo a que alguien los fuera a ver. Además, estaban muy arriba y tampoco les podían escuchar, simplemente el sitio perfecto y oculto de ojos ajenos. Lo mejor de todo el lugar es que había un riachuelo que pasaba justo a su costado, lo que les serviría por si sus llamas se salían de control, para apagarlas con el agua.

— Me gusta este lugar.— comenta de pronto la menor, quitándose la mochila que traía encima.

Ambos habían juntado su ropa vieja para crear muñecos de tela, los cuales usarían como si fueran villanos reales. Así que buscaron unas ramas los suficientemente grandes para clavarlas en la tierra y que se mantuvieran firmes. De esa forma, en el primer día de su escapada sólo hicieron los muñecos de práctica, en la próxima habían prometido traer cubetas vacías, para llenarlas con agua en caso de que tuvieran un problema con sus llamas. A pesar de ser un par de niños, tenían todo muy bien planeado.

— Desde ahora, este será nuestro lugar secreto.— prometió el pelirrojo, anudando su ropa en la rama con una sonrisa.

— Nuestro lugar... — repitió la menor en voz baja con una diminuta sonrisa, feliz. — Estoy segura de que lograremos sorprender a Endeavor.

— Sólo quiero sorprenderlo por ti.— confesó, sentándose a un lado.— Sí lo hago, verá que soy capaz y podremos ser héroe juntos. Después cumpliré mi promesa, cuando tengas dieciséis.

— ¡Sí! — chilló, lanzandose hacia el en un abrazo. Elaine estaba tan contenta.

A ella no le importaba escaparse de casa con tal de verlo a él feliz, no le molestaba hacer la tarea entre clases o en la biblioteca. Lo único que quería era que Touya fuera feliz y si él era feliz entrenando, lo iba a apoyar aunque su cuerpo sufriera algunos daños. Su inocencia no le permitió ver que aunque su intención era buena, simplemente sus acciones no fueron las adecuadas y no pensó en algunas cosas, cosas que se le escapaban de las manos al ser una niña. Su ayuda, su aliento, su ánimo y apoyo sólo ayudó a que Touya no se detuviera. Elaine también fue responsable y sentiría la culpa años después comiendola viva, porque Touya murió en ese mismo monte en el cual entrenaban, en donde se cremó hasta la muerte y no dejó nada más que una mandíbula.

— Se me hace gracioso ver que la nieve se derrite cuando caminas.— le dijo, una vez ambos iban bajando del monte.

— Es algo que estoy aprendiendo a controlar.— hizo un puchero, riendo.— Trato de mantener mi temperatura lo más baja posible pero a veces no puedo.

— Sé que lo harás algún día.— animó, entrelazando sus manos.— Juntos vamos a llegar muy lejos, Elaine.

— Yo también creo eso. — confirma, dando un ligero salto bajando de la roca.— Yo seré la heroína solar: Sunvely.

Touya sonrió, de verdad había adoptado el nombre que él mismo le había dado. Besó su sien con cariño y le ayudó a bajar un par de rocas más, temiendo que se resbalara. Él aún no pensaba en un nombre de héroe, por ahora no se le venía nada a la cabeza pero no se apresuraba. Tenía muchos años para pensarlo antes de entrar a UA.

— Vamos a brillar juntos.— aseguró, pasando su brazo por sus hombros para atraerla más a él. —

— ¿Me lo prometes?

— Te lo prometo.—

Sus manos se soltaron, Elaine las dirigió hasta las mejillas de Touya y fue ella quien se puso de puntillas para dejar un efímero beso sobre los labios ajenos, sellando su promesa de esa forma. No había nada ni nadie que le hiciera separarse de él, ni él de ella. Tenían sentimientos mutuos muy fuertes y reales, pues los niños son quienes aman libremente y sin restricciones, sin juzgar. Llenos de inocencia y ternura. El amor infantil es muy diferente al tipo de amor que se experimenta en la adolescencia, en dicha etapa su cuerpo reacciona diferente por las distintas hormonas, pero en los niños no es así. No hay una razón en específica para gustar de alguien más allá de su persona, el primer enamoramiento de los infantes es el más dulce y verdadero.

— Oh, te has cortado el cabello.— comenta el Todoroki, notando que la melena pelirroja ahora estaba mucho más corta. — ¿Por qué lo sigues cortando?

La mirada dorada se apagó un poco, incluso su ánimo decayó al pensar en su progenitora. El mayor detuvo su caminata, preguntándole si estaba bien y que no se forzará a responder sino quisiera, pues su intención no era hacerla sentir mal. Elaine apoyó el rostro en el pecho contrario, ya no lloraba ante la mención de su familia pero por supuesto que seguía doliendo, era algo que de a poco iba superando gracias a los Todoroki.

— A mi mamá le gustaba mantenerlo largo, decía que me parecía a Rapunzel.— contestó luego de un rato.— Cuando nos conocimos lo llevaba muy corto, ¿Recuerdas?

— Lo recuerdo, lo tenías casi al raz de la nuca.— responde divertido, incitando a que caminen.

— Me lo había cortado semanas atrás porque ya no quería nada de mi madre conmigo.

— Con cabello corto o largo, para mí sigues siendo la niña más bonita del mundo.— ambos frenaron, la menor alzó la vista avergonzaba pero muy feliz de sus palabras. — ¿Te gusta tu cabello largo?

— Sí.

— Entonces deja de cortarlo.— propuso, sosteniendo ambas manos.— A mi me gusta como te ves, si vas a hacer algo hazlo por ti y no porque te recuerde a tu madre, boba.

«Quiero ser un héroe que pueda protegerte, y mi meta será que siempre seas feliz. Que nunca borres tu preciosa sonrisa, Elaine.

Lo prometere mil veces si es necesario. Donde seas que estés, juro hacerte reír. Donde sea que te encuentres voy a estar a tu lado.» No lo dijo, más lo pensó.






















































































Con práctica fue muchísimo más fácil escaparse de casa, ya parecían unos profesionales cada que salían sin ser vistos — según ellos — porque Rei se dio cuenta de sus fugas la tercera vez que fueron al monte a entrenar. Pero no dijo nada, ella sabía que esa llama que Enji encendió en su hijo no iba a ser apagada pero se sentía más confiada si Elaine iba con Touya. Porque se cuidarían mutuamente y tampoco tenía las fuerzas mentales para discutir con su hijo sobre sus escapes de casa con la menor, lo que sí hizo fue asegurarse de que siempre fueran preparados. Así que metía un par de cosas en la mochila que Elaine llevaba, como un botiquín, bocadillos por sí les entraba el hambre y dinero extra para que tomarán el bus o el metro.

Había aprendido con el tiempo que prohibirle algo a sus hijos era incitar a que lo hicieran a escondidas — como en este caso — pero no podía dejar de preocuparse por ellos, por si llegaban o volvían bien de sus destino. Tampoco podía ir tras ellos porque dejaría solo a Shoto, mucho menos decirle a los Wiese, ¿Qué pensarían si le dijera que deja que su nieta se escapa teniendo 7 años? De seguro no la dejarían venir jamás y de paso, su esposo se enteraría de que no había frenado a Touya.

—  ¡Ese ha estado genial! — felicita la menor cuando Touya logra darle a uno de los muñecos desde lejos.

— Creo que deberían ser más fuertes.— murmura, mirando sus manos.

— No, Touya. — niega.— Se supone que es secreto, no puedes dañarte en partes que sean visibles.

— Alguien está viendo mucho CSI.— comenta de forma juguetona, revolviendo el cabello ajeno. — Pero tienes razón, venga ahora tú.

Un suspiro salió de su boca, encendió su diestra en fuego mientras calculaba la distancia entre ella y el muñeco y lanzó la ráfaga hacia él. No le dio en el centro — donde se supone que debía de darle— pero quedó satisfecha porque le atinó, ya con el tiempo tendría tan buena puntería como Touya. No estaban luchando entre ellos dos como parte de su entrenamiento por varias razones, una de ellas era que se concentrarian más en atacar o regular el fuego que de ellos mismos. Lo que podría resultar en un accidente como una quemadura o un incendio. El entrenamiento que llevaban era para mejorar la resistencia de sus cuerpos, a veces subían y bajaban de colinas trotando, otras veces hacían flexiones o ejercicios de fuerza con las cubetas de agua que traían y su singularidad sólo la usaban con los muñecos o para practicar la potencia de ambas llamas, llevándolas al límite.

Los entrenamientos de Elaine con Enji no se habían detenido y a causa de estar entrenando doble — con Touya — mostraba un gran avance en poco tiempo — que el héroe notó — y estaba muy contento con ello. Porque Elaine avanzaba a pasos agigantados, iba muy bien y sus batallas daban frutos, aunque aún se negaba en luchar realmente contra Shoto. Especialmente porque sólo su lado izquierdo era ignífugo, le daba terror quemar el lado derecho del infante y se contenía mucho cuando le hacían luchar juntos.

— Quédate quieta.— pidió el mayor, quitando con cuidado los pequeños trozos de grava que se habían encajado en las rodillas de Elaine.

Ambos estaban entrenando cuando Elaine se tropezó con una roca que no vio — a causa de la nieve — cayendo de rodillas a un costado del riachuelo que tenía esta grava. No lloraba pero si se quejaba un poco por el ardor en sus piernas, Touya quitaba con cuidado las pequeñas piedras y con el agua de las cubetas limpió la sangre. Elaine suspiró de alivio al sentir lo fría que estaba el agua, le gustaba sentir algo mucho más frío con el contacto de su piel, a pesar de que en invierno su temperatura lograba bajar y ser más normal.

— ¿Se ve feo? — preguntó, ella tenía los ojos cerrados porque el hecho de ver la sangre le provocaba incomodidad.

— Posiblemente quedará una cicatriz.— contesta, tomando su bolso para buscar el botiquín.

— ¿Qué vas a hacer? — pregunta asustada, notando qué tomaba un parche con alcohol.

— ¡No! ¡Touya me va a arder! — lloriquea.

— No lo hará.— sonrió, acariciando con cariño su mano. Ella la apretó con más fuerza de la necesaria por los nervios pero no se quejó. — A la cuenta de tres.

No esperó a que ella contará hasta tres para posar ese pequeño parche sobre sus rodillas, la fémina se quejó en silencio pero luego de unos segundos su piel ya no ardía. Abrió los ojos y se encontró al pelirrojo de cuclillas curando sus rodillas con povidona yodada, se veía muy concentrado en lo que hacía y muy experimentado. Después de todo Touya venía curandose a sí mismo desde que comenzó su entrenamiento con Enji, no era algo nuevo para él.

— Quiero las banditas de Kumamon. — señaló en cuanto él estaba buscando las curitas.

— Eres adorable. — dijo en voz baja, cumpliendo la petición de Elaine y colocando una curita en cada herida, besando cada rodilla al finalizar como un gesto cariñoso. — ¿Ves? Te dije que no dolería.

— Gracias, Touya.— chilló, dejando un sonoro beso en su mejilla, contenta. — Me siento mejor, sigamos entrenando.

— No seas impaciente, te dolerá un poco al caminar así que espera un poco.— dicho esto, guardó de forma ordenada las cosas que había sacado del botiquín y le tendió una paleta a la menor. — Tómala, para endulzar el momento.

Elaine soltó una risa pero acepto la paleta, era como haber ido al doctor en donde al finalizar te dejaba tomar una de las paletas como premio. Touya era extremadamente cuidadoso y dulce con ella, no podía explicar con palabras cuánto lo quería, era tan diferente al cariño que sentía por los demás Todoroki.

A pesar de que le había asegurado a Touya que podía caminar, él no le permitió hacerlo y menos en el descenso del monte. Así que estaba sobre su espalda, con la cabeza apoyada en su hombro y sus piernas rodeando su torso. Le ponía un poco nerviosa el hecho de que él podría resbalar e irse a la mierda los dos juntos pero el Todoroki le repetía constantemente que nada iba a suceder cuando estuviera con él.

Elaine estaba divagando, pensando en cómo serían ambos en un futuro. Especialmente en cómo sería Touya, se preguntaba a quién se parecería. Aunque también pensaba en ellos dos, en su futuro como héroes, en su futuro en general.

— ¿Te sientes bien? — su voz le hizo volver a la realidad.— Estás muy callada.

— Sólo pensaba.— responde, enterrando sus manos en la cabellera del chico.

Poco a poco se iba decolorando y Touya estaba a poco de tener la mitad de su cabello blanco, tal y como lo tenía el pequeño Shoto. Nunca lo comparó con él ni mencionó el cambio de su cabello, suponía que era un tema que no quería tocar después de la noticia que le dieron y ella tampoco quería hablar de eso,  que Enji le haya dicho que no podía ser héroe le había dolido tanto como a ella. Por eso estaban ahí entrenando, para demostrarle al héroe que sí podía ser uno, un héroe maravilloso.

— ¿Qué pensabas?

— En el futuro. — murmura, cerrando sus ojos.— Me preguntaba en cómo te verías con dieciséis.

— Más alto.— fue lo único que contestó, haciendo reír a la niña.— No deberías preocuparte del futuro, son cosas que aún no suceden boba.

— Me gusta pensar en el futuro porque estamos juntos. — confiesa, dejando caer su cabeza sobre la espalda ajena. — A veces me da miedo de que no estés en él.

Touya detiene lentamente su paso al oírle hablar sobre uno de sus miedo, voltea su cabeza ligeramente hacia Elaine y lo único que puede ver en su respingada nariz y sus ojos cerrados.

— ¿Qué dices? — carcajeó.— ¿Por qué me iría? Elaine eres lo mejor que me ha pasado en la vida.

— No lo sé. — suspira.— Simplemente me da miedo que no estés conmigo.

Un silencio se formó mientras él retomaba el paso, pensante. Entendía la razón del miedo que tenía Elaine al abandono, después de todo sus padres fueron los primeros en hacerlo y sabía que los echaba de menos — a pesar de todo lo malo que sucedió — eran su familia y por más que quisiera, supo que ella no podía odiarlos, al menos no al cien porciento.

— Te prometo que siempre estaremos juntos.— comentó luego de un tiempo.— No habrá nada que me separé de ti, ni siquiera mi viejo podrá hacerlo.

— Pero el viejo si puede separarnos. — discutió, bajando la mirada.

— No por siempre.— sonrió, tratando de animar a la más baja.— En tres años más estaré entrando a UA, él no podrá detenerme de cumplir mi sueño y estar contigo.

«Lo prometo»

A veces ni siquiera con una promesa se logra cumplir lo dicho, algunas cosas están destinadas a ser y otras a no ser. Aunque algunos piensen que el destino no existe y simplemente son las acciones que desencadenan otras acciones, pero, ¿Quién desencadenó el horrible final de Touya? ¿Fue él mismo? ¿Por qué? En este caso, el único mal que tuvo fue nacer, o quizá fue el no nacer con la singularidad que su padre buscaba. Porque el desencadenante de su oscuro final no fue él mismo.

— Cambia esa cara, no me gusta verte así.— pidió, ablanando su mirada al verla.— No pienses más en eso, boba. Yo siempre estaré para ti.

— Te quiero mucho.— sus brazos rodearon con más fuerza su cuello, pegando su rostro a la espalda y dejando un beso en dicho lugar.— No sé qué haría sin ti.

— También te quiero, meine kleine. — contestó, dejando un beso en el dorso de su mano.— Venga, compremos unas gyosas en la tienda de conveniencia. — propuso, queriendo animar a la más baja.

— ¡Sí!

Aquel ambiente tenso que se había formado antes desapareció rápidamente al nombrar la comida favorita de Elaine, él ya sabía que lo haría. Hacer feliz a Sunshine era muy sencillo, le podías dar cualquier cosa y ella sería la niña las feliz del mundo. Touya sabía que tenía una caja especial en donde guardaba todos los obsequios que él le había dado; peluches, flores, pequeñas notas, sus fotos juntos, todo estaba guardado. Para la fémina, todos esos objetos tenían un gran valor sentimental y se negaba a deshacerse de ellos, antes muerta a que su caja de recuerdos fuera tirada a la basura. Ella misma iría tras el camión si fuera necesario sólo para recuperar lo que era suyo — aunque estuviera sucio — no le importaba, eran sus recuerdos, sus las preciados recuerdos junto a él.

Elaine confiaba plenamente en Touya, confiaba en su palabra y en lo que había prometido. Quizá fue su error el pensar que una promesa haría que él permaneciera junto a ella por siempre, quizá por eso se confío y jamás esperó su prematura muerte. Tal vez no era su destino, tal vez no era su momento, ¿O sí? Quizás fue Enji y su avaricia o puede que hayan sido ellos mismos, ¿Todo lo dicho había sido una simple falacia? ¿Una ilusión? ¿Un sueño de niños? No podrían saberlo, al menos no en ese momento, porque ninguno de los dos sabía que era lo que el destino deparaba para ellos.

Algunas veces era cruel e injusto, con sus hilos enredandose y tirando de lados opuestos. El destino sabía bien como jugar sucio, se divertía haciendo de las suyas pero nunca dejaba nada inconcluso. Los que está escrito no se puede borrar, lo que una vez fue volverá a ser. Todo siempre dependerá de la situación y el lugar, no dejaba las cosas fáciles para nadie. Tal vez no era su momento, pero todo lo que una vez fue, vuelve a ser porque todo está tejido y nadie puede cortar los hilos.




















































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ᴄ ᴜ ʀ ɪ ᴏ s ɪ ᴅ ᴀ ᴅ ᴇ s

➥ Elaine tiene un sentido del humor muy, muy pesado. Se ríe de todo y sus ataques de risa son dignos de grabar.

➥ Cada que intenta contar algún chiste, no lo puede terminar porque le causa gracia y termina ahogándose.

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˙˚˓˒˙˛ʿʾ․·‧°⋆ও ──
¡ɴᴏ sᴇ ᴏʟᴠɪᴅᴇɴ ᴅᴇ ᴠᴏᴛᴀʀ ʏ ᴄᴏᴍᴇɴᴛᴀʀ, ɴᴏs ᴠᴇᴍᴏs ᴇʟ ᴘʀóxɪᴍᴏ ᴠɪᴇʀɴᴇs!

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