⌈⁰⁸⌋ 𝙃𝘼𝙋𝙋𝙔 𝘽𝙄𝙍𝙏𝙃𝘿𝘼𝙔
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Musutafu, 2009
DIECIOCHO DE ENERO, ese día Touya cumplía once años y para Elaine ese era motivo suficiente de celebración. El día anterior había horneado un delicioso cheesecake con su abuela, al mayor de los Todoroki no le gustaban mucho las cosas dulces, así que decidió hacer algo más sofisticado para el paladar gourmet de su amigo. Ella no estaba acostumbrada a celebrar los cumpleaños de manera oriental, así que muy temprano en la mañana se dirigió hasta la casa de los Todoroki, ¿Su plan? Sencillo, despertaría a Touya mientras le cantaba el feliz cumpleaños en su idioma nativo, muy fácil.
No iba a negar que estaba nerviosa porque no había creado una buena excusa por si se encontraba con Enji, aun así, iba acompañada de su abuela y quizás a ella se le ocurriría algo. Nunca iba a dejar de sorprenderse de lo bonita que era la casa de los Todoroki, era muy tradicional y grande, así que luego de llamar a la puerta, la melena blanquecina de Rei apareció.
— Llegas a tiempo, cariño. — sonríe la mujer. — Aún no se ha levantado, mi esposo no está. — le susurra.
— ¡Genial! — chilla con alegría, pidiéndole el pastel a su abuela.
— Ten cuidado, no corras con el. — le advierte la mujer antes de que su nieta literalmente hiciera caso omiso a sus palabras para correr dentro de la casa. — Vendré por ella en la tarde.
— No te preocupes, aquí la cuidamos. — dice la fémina, riendo.
Mientras tanto, las suaves pisadas de la pelirroja se oían por los pasillos de la gran casa. Quiso maldecir porque la habitación del mayor estaba muy alejada de la entrada principal, así que tenía que caminar más para llegar hasta allí, al estar cerca de su destino bajó la velocidad, yendo en puntillas ya que Touya tenía el sueño muy, muy ligero.
Hizo malabares para abrir el shoji aún con el pastel en mano, aun así, lo hizo de la forma más delicada y silenciosa que pudo. La habitación estaba a oscuras, pocos rayos de luz se colaban por las cortinas. Pudo visualizar la silueta de Touya sobre su futón, durmiendo plácidamente. La respiración tranquila del niño era lo único que se escuchaba dentro de las cuatro paredes. Elaine se acercó al escritorio que poseía, y con cuidado retiró el cheesecake de su caja, Adornó el mismo con once velas y las encendió con su dedo meñique. Cuando tuvo todo listo, cargó la superficie con mucho cuidado y de esa forma se sentó como indio frente al futón de Touya, para luego comenzar a cantar.
«Zum geburststag viel glück»
«Zum geburststag viel glück»
«Zum geburststag, Zum geburststag»
«Zum geburststag viel glück»
Touya abrió los ojos lentamente a causa de la melodía, lo primero que pudo enfocar fue la luz frente a su ojos, eran las velas que reposaban en la superficie del pastel. La habitación literalmente estaba siendo iluminada por los bellos ojos dorados de Elaine, y Touya no pudo evitar pensar lo dichoso que sería poder levantarse observando esos orbes.
Luego de unos segundos se dio cuenta de lo que estaba sucediendo, fregó sus ojos rápidamente para quitar el sueño y la miró, una gran sonrisa se hallaba en su rostro mientras sostenía el pastel.
— Anda, pide un deseo. — ordenó señalando el pastel.
El de ojos zafiro no dijo nada, se inclinó levemente y de una sola bocanada sopló todas las velas al mismo tiempo que cerraba los ojos, pidiendo poder ver los bonitos ojos de Sunshine siempre.
Un calor se instaló en su pecho por el detalle que ella había hecho para él, sus padres no le celebraban los cumpleaños como a los demás niños, estaba seguro de que el viejo ni siquiera recordaba su fecha de nacimiento, pero eso no le importó. Tomó el pastel entre sus manos y lo dejó a un lado, con su mano libre atrajo a la niña hasta su pecho en donde se fundieron en un cálido abrazo, Touya estaba realmente agradecido.
— Gracias. — murmuró, inhalando el aroma frutal que desprendía el cabello de Elaine. —
— ¿Te gustó? — preguntó con una sonrisa. — Lo he hecho con mis propias manos. — dijo, orgullosa.
— Es el mejor regalo de cumpleaños. — confesó, afianzado el agarre que tenía en el abrazo.
La chiquilla se separó del asfixiante abrazo, sus orbes brillaron aún más ante la aprobación de su amigo, se sentía realmente feliz de que le haya gustado su pequeña sorpresa, pero todavía no le entregaba la pulsera que le había hecho.
— Ten, mi abuela me ayudó a hacerlas. — murmuró, enseñando dos brazaletes.
Era un brazalete delgado con un tejido como de trenza, poseían un colgante en cada pulsera que se unían a través de imanes, así que cuando sus manos estuvieran lo suficientemente cerca, los colgantes se unirían entre ellos, impidiendo separar sus manos con facilidad.
— Pero, pueden quemarse. — frunce el ceño el pelirrojo.
— Están hechos con mi cabello. — contesta un poco avergonzada. — Mi abuela los ha teñido con tintura, es un poco raro. — admitió al darse cuenta de lo extraño que era tener brazaletes hechos con su cabello.
— No es cierto. — niega, abrochando el de la niña. — Me gusta, así tengo algo tuyo siempre.
Elaine enrojeció rápidamente pero no tardó en abrochar el brazalete en la muñeca de Touya, cuando ambos ya tuvieron puestos el objeto entrelazaron las manos y comprobaron que los imanes se acoplaban perfectamente entre sí, evitando que sus manos se separaran. Claramente si las manos se separaran con fuerza los imanes lo harían igualmente, dejando ambas manos libres.
Poco tiempo después de que ambos estuvieran hablando en voz baja sobre cualquier cosa que cruzara por su mente Elaine se terminó durmiendo sobre el pecho de su mejor amigo, el pelirrojo volvió a tumbarse sobre el futón, ahora con la menor entre sus brazos y de esa forma intentó volver a dormir ahora con ella. Pudo apreciar con más detalle el rostro aniñado de Elaine, tenía unas cuantas pecas sobre el puente de la nariz — probablemente hechas por el sol — Sus pestañas eran largas y de un color claro similar al rubio, su pequeña y respingada nariz soltaba aire caliente que chocaba con el rostro de Touya. Poseía un flequillo más corto de lo usual que por alguna extraña razón jamás se movía de su sitio a pesar de los combate cuerpo a cuerpo que tenían. Touya acarició con cuidado y un poco de miedo la espalda de la menor, prácticamente dejando mimos sobre la zona, sonrió levemente al notar como Elaine se pegaba a él en un abrazo.
— Eres una mocosa. — murmuró sin dejar de verla detenidamente. — ¿Quién te crees para entrar de esta forma a mi mente, Elaine? — se preguntó en voz alta.
Touya siguió por varios minutos más acariciando la espalda de la menor hasta que sus ojos comenzaron a pesar, sólo bastó un parpadeo para que volviera a dormirse, esta vez con la pelirroja entre sus brazos, cayendo rápidamente intoxicado con el dulce aroma frutal que emanaba el cabello de Elaine.
Poco después que de que ambos se hayan dormido, Rei se acercó a la habitación de su hijo mayor, estaba preguntadose por qué no bajaban a desayunar, pero cuando abrió el Shoji se encontró con una escena tan adorable que tuvo que volver para buscar una cámara e inmortalizar el momento. Por la habitación se escuchó un pequeño click gracias a la cámara de la matriarca, sonrió al mirar la foto. En ella se encontraban ambos niños durmiendo abrazados, Elaine tenía la cabeza y la mayor parte del cuerpo sobre el de Touya, quien la abrazaba y mantenía una mano sobre su espalda para evitar que se alejara.
Pronto, al ver que su madre no volvía con los dos niños, Natsuo junto a Fuyumi fueron en busca de la albina. Al final los tres albinos se quedaron parados en la puerta observando la escena en silencio, Fuyumi entendió de inmediato lo que sucedía al ver la gran sonrisa en el rostro de su madre, pero Natsuo estaba confundido, no entendía por qué hacían tanto alboroto, él también había dormido con su hermana un par de veces y no causaba ese revuelo. Los cuchicheos no se hicieron esperar entre ellos hasta que el mayor de los hermanos abrió los ojos molesto por la interrupción. Touya enrojeció rápidamente, el color casi llegó a mezclarse con su cabellera, le dio una mirada de reproche a su madre, notando como ella le sonreía y eso le provocaba más vergüenza.
— Ya cállense, Elaine está durmiendo. — intentó desviar la atención, señalando con la mirada a la menor.
— Chicos ya basta. — los regaño Rei, aún sin poder borrar su sonrisa. — Venga, dejemos que Touya despierte a Elaine.
— Sí, largo. — gruño el menor dándole una mirada de advertencia a Fuyumi.
— No se tarden demasiado o llegaremos tarde. — avisó su madre antes de cerrar el shoji, no sin antes de guiñarle un ojo a su hijo mayor.
El mayor pudo soltar un suspiro de alivio, escuchando como las voces se perdían por los pasillos, se dio media vuelta para encarar a la menor que seguía durmiendo como un maldito tronco, con cuidado de no asustarla y provocar que activara su particularidad, la removió con cuidado hasta que ella finalmente abrió los ojos, a Touya le encantaban esos brillantes ojos ámbar, lo dejaban hipnotizado.
— Ve a desayunar, boba. — le dijo. — Iré después, tengo que bañarme.
— Pero... — se quejó.
— Ahora. — indicó, provocando que hiciera un puchero. — Mamá dijo que llegaríamos tarde al parque, así que adelántate por mí, ¿Sí?
— Vale. — aceptó derrotada, poniéndose de pie para arreglar su ropa.
— No voy a tardar. — le aseguró, revolviendo su cabellera.
Después del desayuno, donde Fuyumi le lanzaba miradas divertidas a su hermano, y él se las devolvía en forma de amenaza. Natsuo, Shoto y Elaine estaban exentos de la lucha de miradas que se lanzaban, no entendían lo que sucedía así que ellos mantuvieron una conversación acerca de los juegos que habían en los parques de atracciones, Rei se mantenía con una pequeña sonrisa, observando como a pesar de estar discutiendo con Fuyumi, Touya desviaba la mirada para ver a la pelirroja por unos segundos. Rei estaba segura de lo que estaba sucediendo entre ellos dos, posiblemente de forma más inocente por la mente de Elaine ya que ella era una niña, no entendería los sentimientos de Touya como su madre lo haría.
El viaje hasta el centro de la ciudad — en donde se ubicaba la feria — fue bastante rápido gracias al chofer de la familia, Elaine estaba sentada entre Shoto y Touya. El menor de los Todoroki estaba muy entretenido jugando con el cabello de la pelirroja, algo que tenía un poco irritado a su hermano mayor, ya que Elaine le estaba prestando su total atención a Shoto. Fuyumi por su parte, picaba la nuca del Touya para molestarle.
— Se nota mucho que tienes celos, disimula un poco. — le susurró, haciendo gruñir a Touya.
— ¿Celoso yo? ¿Por qué? — se desentendió falsamente.
— Porque te gusta Elaine. — dijo de forma obvia.
— No es cierto.
— Sí, lo es. — corrigió.
— Que no. — gruño.
— Sí.
— No.
— Sí.
— No.
— No.
— Sí.
— ¡Lo admitiste! — chilla la albina, llamando levemente la atención de Natsuo, quién estaba escuchando música.
— ¿Admitió que? — pregunta confundido.
— Nada.
— Nada que te importe. — balbucea Touya con el rostro colorado de la vergüenza.
— Tu secreto está a salvo conmigo.
— Fuyumi cállate de una maldita vez. — suplico con cansancio.
— No tiene nada de malo que te guste...— susurró.
— Fuyumi. — advirtió.
— Bien.
El parque era realmente grande y muy bello, lleno de juegos mecánicos, tanto para niños pequeños como para adultos. Luego de comprar los boletos y repartir dinero, Rei dejó que Touya eligiera a donde quería subirse, pues era su cumpleaños. Negó subir a cualquier juego que pusiera en riesgo a su estómago, el mayor se mareaba fácilmente lo que provocaba que vomitara absolutamente todo, en vez de eso y ante la mirada de su madre se llevó a la pelirroja a los juegos que no le causarían una vergüenza de por vida frente a Elaine.
— ¿Qué peluche quieres? — pregunta él.
Elaine se quedó mirando el puesto con curiosidad hasta que señala un colgante para su mochila, era un oso de aproximadamente doce centímetros, mejor dicho, era Kumamon, un personaje bien conocido allí. Touya la voltea a ver, volviendo a preguntar si realmente quería un premio tan pequeño como ese y ella asiente. El pelirrojo deja un billete sobre el mostrador, tomando las seis pelotas de béisbol que le tendió el dueño del lugar. El mayor tenía muy buena puntería y Elaine lo sabía, siempre lograba darle en los entrenamientos que tenían juntos, finalmente y como era de esperarse, Touya terminó ganando el muñeco para la niña de orbes dorados.
— ¡Gracias, Touya! — dice con una sonrisa, abrazando a su amigo del brazo. — Lo guardaré por siempre.
— Sí, sí. — tosió falsamente para disimular que sus orejas se habían colorado.
— ¿A dónde quieres ir ahora? —
— ¿A dónde quieres ir tú? — pregunta desviando la mirada.
— ¿Eh? — balbucea. — ¡Es tu cumpleaños, tu decides! — aclara, tomando la mano del pelirrojo.
— Ya... — responde. — Pero quiero pasarlo contigo, así que... ¿A dónde quieres ir? — vuelve a preguntar, esta vez observando como los ojos de la menor se llenan de ilusión.
— ¡Manzanas con caramelo! — Touya emitió una baja risa nasal, pero asintió.
— No vayas a soltarme. — pidió, ese día había mucha gente por el parque.
Ese cumpleaños fue uno de los mejores para el mayor, poco después de ir por las manzanas se volvieron a reunir con los demás, Rei los acompañó hasta la casa embrujada —en donde claramente ni ella, ni Shoto entraron — para sorpresa de todos, quién salió corriendo primero fue Natsuo, Fuyumi al menos pudo disimular su miedo al tener a Touya como antorcha ya que iluminaba el camino, y la pequeña Elaine tenía agarrada la mano del pelirrojo, cada que se asustaba la apretaba, recibiendo un apretón de vuelta que significaba: "Todo está bien, estoy aquí", por parte de Touya.
Se tomaron una foto familiar fuera de la casa embrujada junto con Rei, todos sonrieron en la foto sin excepción, incluso Touya salió con una gran sonrisa. Natsuo, Fuyumi y Touya estaban en la parte superior con Rei detrás de ellos abrazándolos por los hombros, en cambio Shoto y Elaine estaban en los brazos de Fuyumi y Touya respectivamente. Los más pequeños levantaron sus manos haciendo un peace sign, y el bicolor tenía las mejillas abultadas por haber comido algodón de azúcar segundos antes de que la foto haya sido tomada.
La diversión se acabó cuando iban de regreso al coche y en el conteo de los niños, la albina se dio cuenta de que la melena pelirroja de Elaine no estaba con ellos, alarmando a los demás niños.
— Fuyumi, entra con Shoto al coche. — ordenó, a punto de tener un ataque. La menor al ver el estado de su madre no dudo en obedecer. — Touya, Natsuo, ayuden a buscarla.
— Yo iré por la izquierda. — avisa el de ojos turquesa, corriendo por aquella dirección con el miedo colándose por su organismo.
El solo hecho de pensar que algo le había sucedido a su niña de ojos brillantes lo enfermaba profundamente, corrió esquivando a las personas que se colaban por su camino, buscando entre todas ellas la melena tan característica de Elaine. Agudizó su oído, esperando oírla llamarlo entre tantas personas o su llanto, al verse perdida entre la muchedumbre, pero eso no sucedió. Buscó por varios minutos más, poniéndose cada vez más ansioso al no ver señales de la menor, se estaba desesperando así que volvió hasta el estacionamiento para asegurarse de que su madre la haya encontrado, pero no sucedió, porque ninguno de los dos estaba por allí. Decidió ir en busca del albino, era más fácil localizarlo por su altura, pero no fue en una bonita situación en la que lo encontró.
Natsuo luchaba jalando del brazo a la pelirroja mientras otros dos hombres vestidos de negro peleaban con el albino, intentando llevarlos con ellos también. Algo nació dentro de él, como un instinto y sin pensarlo dos veces se interpuso entre su hermano y el hombre, encendiendo su cuerpo en furiosas llamas azules que terminaron por ahuyentar a los dos sospechosos de allí.
Al parecer ese día no podrían completar su misión.
La respiración del mayor se hizo pesada, volteó a ver a Natsuo que estaba en una pieza, sólo un poco asustado. Elaine estaba llorando a causa del terror al que había sido sometida, Touya se acercó para abrazarla con fuerza.
— Ve por mamá, dile que la encontramos. — ordenó hacia su hermano, que no puso peros. — ¿Estás bien? ¿Te hicieron algo?
— Tenía mucho miedo, Touya. — lloriquea. — Pensé que todo estaría bien al ver a Natsuo. — murmuró, limpiando sus lágrimas.
— Escúchame bien, Elaine. — pidió, estaba muy enfadado. — Jamás aceptes nada de extraños, ¿Me entiendes? — preguntó. — Nada, no confíes en nadie, nunca. No debes de fiarte de la gente por mas buena que luzca o las intenciones que diga tener, si tienes la oportunidad de huir no dudes, sal corriendo, ¿Has entendido? — ella asintió rápidamente, teniendo el rostro rojo de tanto llanto y el terror impregnado en sus ojos.
— ¿Me das un abrazo? — cuestionó de forma tímida.
Los brazos ahora desnudos del chico la abrazaron sin dudarlo, Touya tenía la ropa a medio quemar al haber usado sus llamas, pero poco le importó, podría ser invierno, pero el calor que emanaba el cuerpo de Elaine era suficiente para mantenerlo caliente. Calmó como pudo el llanto de la infante y, por último, contra todo pronóstico había dejado un casto beso sobre la frente de la pelirroja.
— Touya. — le llamó. — Tenía mucho miedo, pero tú has venido a salvarme. — sonrió, enterrando el rostro en el pecho del niño.
— Yo jamás dejaría que nadie te hiciera daño. — aseguró, acariciando la melena de Elaine.
— ¿Lo prometes?
— Lo prometo.
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ᴄ ᴜ ʀ ɪ ᴏ s ɪ ᴅ ᴀ ᴅ ᴇ s
➥ Las gyosas fueron la primera comida japonesa que Sunvely comió, siendo su favorita.
➥ Cada que almuerzan juntos, Endeavor le cede su porción de gyosas.
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˙˚˓˒˙˛ʿʾ․·‧°⋆ও ──
¡ɴᴏ sᴇ ᴏʟᴠɪᴅᴇɴ ᴅᴇ ᴠᴏᴛᴀʀ ʏ ᴄᴏᴍᴇɴᴛᴀʀ, ɴᴏs ᴠᴇᴍᴏs ᴇʟ ᴘʀóxɪᴍᴏ ᴠɪᴇʀɴᴇs!
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