⌈⁴⁶⌋𝙁𝘼𝙍𝙀𝙒𝙀𝙇𝙇
Musutafu, 2011.
Un mes había transcurrido desde que habían comenzando a escaparse de casa para entrenar, Elaine iba mejorando muy rápido al tener el doble de entrenamiento que Touya, pero era gracias al varón que avanzaba a grandes pasos con el uso de su singularidad, pues a diferencia de su padre, le tenía una paciencia infinita y la animaba a superarse.
Era un día sábado, habían salido de casa desde temprano. Elaine había ido a entrenar con el viejo, pero para su suerte, Enji fue llamado por su agencia por una emergencia y ellos sabían que el adulto no volvía pronto a casa, por lo que decidieron escaparse al monte para tener una especie de “cita” entre ellos, dejando de lado su entrenamiento.
En su mochila cargaban con una manta y comida preparada por la cocinera para ellos, el clima era ideal pues la primavera estaba comenzando y el olor a cerezo estaba en el aire a causa de los dichosos árboles. A Elaine le gustaban mucho su color y aroma, por eso Touya planeó llevarla al monte, a una explanada donde estarían rodeados de los árboles de cerezo.
La confianza que tenía ahora para moverse por el metro junto a Elaine era la suficiente para no tener miedo, siempre tenía a la menor de la mano para que no se alejara de su lado.
— El monte se ve mucho más lindo en primavera. — comentó la menor, mientras ambos subían por el camino de tierra que ambos habían marcado. — Pareciera que todo tiene más vida ahora.
— Es normal. — responde, ayudándola a subir. — En invierno algunos animales hibernan, quizás nos topemos con unos conejos.
— ¿De verdad? — preguntó con ilusión, imaginándose a los adorables animales.
— Es muy probable. — sonríe, le provoca ternura la ilusión de la pelirroja. — Aunque no son los únicos animales que podremos ver, así que debemos estar atentos.
— ¡Sí! —
Continuaron con su escalada, guiándose por el camino de tierra que ellos mismos habían trazado con sus pasos al caminar tantas veces por la misma zona, hablaban en voz baja sobre cualquier cosa, especialmente sobre la escuela. Dentro de poco volverían a la escuela y Elaine entraría a tercer grado, parecía que el tiempo pasaban volando.
Tardaron aproximadamente una hora en subir, porque se habían distraído viendo las flores, pájaros e insectos, que Elaine agarraba sin tenerle miedo a ninguno. A Touya casi le da un infarto cuando le vio agarrar con las manos una mantis religiosa, no entendía como podía verla tan tranquila.
— ¿Sabías que la mantis hembra se come al macho luego de aparearse? — preguntó, enseñándole el insecto de más de cerca.
— ¿Cómo es que sabes eso? — alzó sus cejas, curioso.
— Lo vi en televisión. — admite con orgullo, acariciando a la mantis. — Aprendí que la mantis hembra necesita muchos nutrientes y comida para terminar de desovar, por eso se come al macho.
— ¿Qué más aprendiste? — cuestionó, gustoso de oírla hablar.
— Que algunas arañas también lo hacen… — murmuró, pensando. — Hay un tipo de araña que deja que sus crías se la coman.
Touya se preguntaba cómo es que la pelirroja estaba tan tranquila mientras hablaba de canibalismo entre animales, la escuchó hablar sobre ellos hasta que llegaron al prado que el buscaba.
Ambos extendieron la manta en el césped, sentándose de inmediato para evitar que la brisa de primavera se llevara la tela. Soltaron una risa, mientras Elaine abría la mochila y sacaba las botellas de jugo y los sándwiches que la cocinera les había hecho.
— La ciudad se ve muy pequeña desde aquí. — tenía razón, se veía increíble desde la cima del monte.
— Todos parecen hormigas. — confirmó él, dándole un sorbo a la botella. — ¿Te gusta este lugar?
— ¡Sí! — sonrió, observando los árboles de cerezo. — Todo es muy lindo y el aroma es dulce, me gusta mucho, Touya.
— Lo encontré hace unas semanas, inmediatamente pensé en traerte aquí. — confiesa, dándole una mirada a la menor. — Me alegra que te haya gustado.
— Sea cual sea el lugar, me gustará si estamos juntos. — murmura, apoyando su cabeza sobre el hombro del varón.
— Eres tan linda. — soltó una risa, limpiando las comisuras de Elaine. — La niña más linda del mundo. — sujeto con cariño su rostro, dejando un beso sobre su frente.
Reprimió su sonrisa con el rostro colorado sin dejar de mirar los ojos turquesa de Touya, se acercó de forma tímida hasta juntar sus labios en un pequeño roce de labios, disfrutando de la calidez que le proporcionaba el mayor.
Enterró la cabeza en el pecho ajeno, abrazando al pelirrojo con cierta vergüenza por su atrevimiento, su tórax vibró, él se estaba riendo de dicha acción. Sintió como acariciaba su cabello con tranquilidad, oyendo los latidos de su corazón acelerados.
«Eres mi héroe, Touya»
Rei sintió que todo el cuerpo se le helaba al ver la silueta de su esposo entrar por el shoji, su expresión de horror fue rápidamente cambiada por una neutra mientras veía la televisión con Shoto. Fingió no haberlo visto, sonriendo de forma falsa frente al televisor.
Por dentro estaba en pánico, no podía ser posible, era una pesadilla, no estaba pasando. Enji había vuelto de su emergencia inmediatamente, ni siquiera había tardado dos horas en hacerlo y no estaban los dos niños, ¿Qué excusa le pondría? ¿Qué le diría? ¿Y ahora como salvaba a ambos infantes? Estaba aterrada.
— Rei.— le llamó, la albina fingió sorpresa y sonrió tranquila. — ¿Dónde están Elaine y Touya?
Enji frunció el ceño, había buscado a la niña por toda la casa sin haberla encontrado y al preguntarle a sus hijos, ambos habían mostrado un nerviosismo que le hizo sospechar, pero finalmente le dijeron que estaba jugando con Touya en el patio. Claramente no los encontró y ahora estaba allí, frente a su esposa.
— Oh, ambos quisieron helados y fueron a la tienda. — respondió de forma natural, acariciando la cabellera de Shoto.
— ¿Los dejaste ir solos?
— No te preocupes, es solamente ir a la esquina. — todo dentro de ella estaba temblando, sedienta de tomar el teléfono y marcarle a su hijo.
— Cuando vuelvan, dile a Elaine que vaya al gimnasio.
— Claro. — afirmó, observando como se marchaba.
No espero a comprobar que se había marchado, rápidamente tomó su teléfono y le marcó a su hijo, pero no obtuvo respuesta alguna. En cada una de las llamadas, Touya le colgaba, hasta que simplemente la mandó a buzón de voz y supo que estaba acabada.
Enji no creyó ninguna palabra dicha por su esposa, por lo que se calzó sus zapatos y caminó hasta la dichosa tienda a la que se refería su esposa. Por el camino no vio a los niños, ni siquiera los escuchó hablar.
Al entrar, fue inmediatamente a la zona de refrigerios, buscando con su mirada la melena descolorada de su hijo o la dulce voz de Elaine llamarlo, pero nada, no había nada. Recorrió el resto de la tienda por si acaso y negó, ellos lo habían estado allí y era imposible que hayan vuelto a casa sin que él los hubiera visto.
Aún así, se dirigió a la caja para preguntar por ellos, la anciana claramente los reconoció — porque iban seguido a comprar — pero negó haberlos visto en ese momento, sino en la mañana.
— Los vi en la mañana. — asiente, recordando los jugos que compró el mayor. — El varón llevaba una mochila y compraron dos zumos de naranja.
— ¿Una mochila?
— Sí, como si fueran a algún lado. — murmuró, acomodando sus gafas. — La pequeña, hablaba sobre ir a entrenar.
Enji ni siquiera dio las gracias, su cuerpo hirvió en rabia y nuevamente volvió a su casa. Pensando en dónde demonios habían ido ambos niños y más sin supervisión de algún adulto, estaba colérico con su esposa, ¿Cómo mierda permitía que dos niños salieran solos por las calles? ¿Acaso no sabían del peligro que sufrían? Él siendo un héroe lo sabía.
Azotó el shoji, observando a su esposa con enfado. La vio levantarse lentamente con las manos temblando, ella lo sabía, sabía dónde estaban los mocosos. Se acercó con rabia a Rei, tomándola desde la nuca y preguntando con gritos dónde se encontraban.
— ¿¡Dónde están?! ¿¡Dónde está Elaine?! — gritó, tomando el rostro de su esposa con fuerza.
Con su traje de héroe puesto, se veía mucho más aterrador que de costumbre, la albina no podía pronunciar palabra alguna del miedo que sentía, ¿Qué debía hacer? ¿Qué podía hacer?
Cayó al tatami por una bofetada, sintió el escozor que le provocó el golpe y el llanto de Shoto, quien se levantó para defenderla.
— ¡Deja a mi mamá en paz! — chilló, golpeando las piernas de su padre. — ¡Ella no ha hecho nada!
— ¡Ese es el maldito problema! — gruñó, apartando al infante. — ¡Has permitido que Elaine y Touya se relacionen! ¡No lo has evitado!
— ¿Y qué es lo que podía hacer? — la albina se levantó, llorando. — ¡Es tú hijo, igual de terco que tú! ¡No abandonaría su sueño tan fácilmente!
— ¡Eres una inútil! — otra bofetada fue a parar a su rostro pero esta vez no cayó al suelo, se mantuvo firme, sosteniéndole la mirada a su esposo.
— ¡Vete! ¡Deja a mamá en paz! — lloriquea el medio albino. — Elaine y Touya se quieren, mamá no puede impedir eso.
Rei inmediatamente cubre la boca de su hijo pero es tarde, las llamas en el rostro de Enji parecen encenderse aún más al escuchar eso. Sus pupilas se contraen el máximo, volteando a ver a la albina como un maníaco, como si le hubieran dando la peor noticia del mundo.
Fuyumi y Natsuo se ocultan en una esquina, el albino tratando de calmar el llanto de su hermana mayor. El albino siente tanto odio por su padre, no puede explicarlo con palabras, pero lo detesta, detesta como maltrata a su madre, como los maltrata a ellos.
— ¿Dónde están? — repite. — Dime donde están o les irá peor.
— En el monte Sekoto… — solloza, abrazando al menor, tratando de que no sienta miedo.
No va a gastar su tiempo en ella, sale de la habitación hecho una furia. No lo piensa demasiado, de hecho, ni siquiera piensa, no es él quien está actuando, sino su enfado. Al parecer todos en esa casa le estaban viendo la cara de estúpido, Fuyumi y Natsuo también lo sabían, ninguno le dijo lo que estaba pasando.
Él era la burla.
Cuando el medio día estuvo cerca, los menores habían de comer. Estaban mirando las nubes, nombrando las figuras que veían en ellas, disfrutando simplemente del día y de su compañía.
El sol los golpeaba en el rostro pero no era tan molesto, se cubrían con sus brazos y apuntaban al cielo. Las esponjosas nubes de movían gracias al viento, formando figuras nuevas a cada momento y deshaciendo otras.
— ¡Mira! ¡Esa parece un corazón! — su dedo señala el cielo, Touya asiente.
— Es mi corazón. — sonríe, tomando su mano. — Te lo regalo.
La menor se echó a reír avergonzada, cubriendo su rostro sintiendo como la temperatura en su cuerpo aumentaba — no sólo por la vergüenza — sino porque el mediodía estaba cerca.
Touya la acercó más a él en un abrazo, dejando un casto beso sobre su coronilla sin dejar de acariciar su espalda. Después de tantos días de estrés y entrenamiento podían tener un respiro, para solamente actuar como niños, sin pensar en nada más, no existía Enji, ni Rei, ni un estúpido doctor diciéndole lo que debía o no hacer, simplemente ellos dos.
— Deberíamos volver. — murmura Elaine, notando la posición del sol sobre su cabeza. — Endeavor no debe tardar en volver.
— Tienes razón. — asiente, poniéndose de pie para tenderle la mano a Elaine. — ¿Te divertiste?
— ¡Por supuesto! — asintió sin pensarlo, acercándose al mayor. — Siempre me divierto cuando estoy contigo, conocerte fue lo mejor que me pasó.
Touya sonríe, tomando ambas manos de la menor. Se puede ver reflejado en los brillantes ocelos de Elaine, lo nota, ella quiere besarlo y él también quiere hacerlo.
Inclinó su cabeza un poco, mientras ella se pone de puntillas para poder alcanzar los labios del mayor. Puede verlo todo en cámara lenta, con el golpeteo constate de su corazón contra su pecho, está muy feliz, solo hace falta ver su rostro para darse cuenta de lo brillante que es, de lo contenta que está.
Sus narices rozan con cariño y Touya siente la calmada respiración de la pelirroja contra sus labios, ni siquiera supo cuando cerró sus ojos, sólo se dejaba guiar por sus emociones.
— ¡Elaine! — el beso no llegó a concretarse, pues ambos niños se separaron con horror.
El rostro enrojecido de la nombrada pasó a ser pálido como un cadáver, observando con horror la silueta del héroe número dos a unos metros de ellos, no sabe que decir o cómo reaccionar, está presa del pánico.
Touya fue más rápido, poniéndose frente a ella con el ceño claramente fruncido, no le importa enfrentarse a su padre con tal de defenderla porque se niega a dejar que le toque un solo pelo. Podía meterse con él pero con Elaine jamás, no lo permitiría.
— ¿Es esto lo que han estado haciendo a mis espaldas? — cuestionó, acercándose a paso lento, estaba furioso.
No sabe que decir, no puede hablar, está completamente muda. Sus ojos se llenan rápidamente de lágrimas que silenciosamente bajan por sus ojos, no le gusta la sensación que embarga su cuerpo, le advierte del peligro.
— ¿No van a decirme nada? — su grito hizo que la menor se encogiera en el sitio, aferrándose al brazo de Touya. — ¡Te ordené que te alejaras de ella! — las flamas de su traje aumentan, está furioso. — ¡Estás alejando a Elaine de su camino!
— ¿Por qué debo alejarme de ella? — preguntó, apretando sus puños. — ¿Solamente porque no cumplo tus requisitos para ser un héroe? ¿Porqué no soy tan fuerte como tú? ¿O es porqué no tengo la singularidad de Shoto?
Le ha dado duro en el orgullo de su progenitor, Endeavor tiembla de rabia, es como una chispa y está a punto de transformarse en una explosión que va a arrasar con todo a su paso. Y eso, ambos Todoroki lo saben.
— ¿Es que acaso no te das cuenta, Touya? — sonrió. — La has puesto en peligro incontables veces desde que se escapan aquí y ni siquiera eres capaz de protegerla, porque eres inútil. — el menor suspira, reteniendo las lágrimas que amenazan con salir pero se niega a darle el gusto al viejo, no va a llorar frente a él. — Ahora, hazte a un lado, me llevaré a Elaine.
Él no se movió, ni aunque la figura de su padre estuviera frente a él viéndolo con todo el asco del mundo, no lo hizo. Cuando su mano pretendía tomar la femenina, le lanzó un golpe, haciéndose hacia atrás junto a Elaine. No iba a dejarla ir, no sabía que sería capaz de hacerle el viejo, porque sabía que la fémina se sacrificaría por albos y recibiría el castigo por él.
— Hazte a un lado. — repitió, perdiendo la paciencia, no se movió. — ¡Touya!
— ¡No! —
Elaine chilló del susto, viendo en primera fila como el pelirrojo caía al césped del golpe dado por Endeavor. La escena se repite varias veces en su mente y frente a ella, en cámara lenta, ve acercándose la mano de Enji. Su cuerpo reacciona por instinto, y eso es lo peor, porque ninguno de los dos varones se da cuenta de que el sol ha llegado a su punto más alto: el mediodía.
— ¡Aléjese de Touya! — sus manos empujan el torso del héroe, sin ser consciente de la fuerza que recorre sus venas. — ¡Ya no lo lastime!
Un dolor punzante abarca el abdomen del adulto, al bajar su mirada, lo supo, Elaine lo había quemado. Tenía la pequeña mano de la infante marcada al lado de su ombligo, una marca que duraría por siempre y sería un recordatorio constante del peor error que jamás cometió.
Elaine volvió a gritar, asustada de lo que había hecho. Lo había vuelto a hacer… Había vuelto a lastimar a alguien con su singularidad. Miró sus manos con miedo, notando finalmente que era mediodía, estaba aterrada.
El héroe no perdió el tiempo y en medio del ataque de pánico de la fémina, la tomó en brazos, sin importarle dejar a su hijo atrás, después de todo, sabía que él volvería a casa buscando a la niña. Conocía demasiado bien a Touya como para predecir sus movimientos, como ahora.
Una de las llamas azules de su hijo llegó a rozarle el rostro, en su momento de distracción, la niña había conseguido librarse de él para correr hacia su hijo.
— ¡Touya! ¿Estás bien? — preguntó, entre lágrimas.
— Estoy bien. — asintió, tomando la zurda de Elaine antes de que el viejo lo hiciera. — Vamos a estar bien, ¿Sí? — secó sus lágrimas, sonriendo.
— ¡Touya! — sollozó, siendo nuevamente agarrada por el héroe, su fuerza era mayor a la de su hijo.
Sunshine chilló y pataleo, tratando de alcanzar la mano estirada que le tendía Touya, no quería soltarlo, si lo hacía… No. No quería, no quería dejarlo, se lo había prometido, lo prometió.
A pesar de que corrió detrás de ella, no pudo alcanzarla, por más que estirara su mano, no pudo volver a tomarla. Solamente vio como se la llevaban, lejos de él, lejos de ese lugar, para no volver a verla. Fue en ese momento, en el que sintió que su corazón se rompía en millones de pedazos, esparcidos por la brisa primaveral que chocó contra su rostro mientras bajaba el monte.
La había perdido, su peor pesadilla se había cumplido.
Había dejado de llorar desde hace un tiempo, pero seguía hipando y temblando a causa del miedo, sabía que se dirigían a la casa de sus abuelos, Enji se lo había dicho, estaba enfadada con ella, lo notaba.
También notaba su furia, apretaba el volante con fuerza y conducía como un maníaco. Ni siquiera el cinturón de seguridad le daba la dichosa seguridad a Elaine. No quería saber como reaccionarían sus abuelos al enterarse que se había escapado, no quería que ellos se enfadaran con ella también, no lo soportaría.
— Todo esto lo hago por ti, Elaine. — le escuchó murmurar.
¿Por su bien? ¿Qué significaba eso? Ella no creía que Touya fuera una mala influencia para ella, no entendía por qué debía de alejarse de él. El Todoroki sacaba lo mejor de ella y siempre le ayudaba, no lo comprendía.
Sus abuelos estaban esperando fuera de casa cuando llegaron, Enji les había marcado por teléfono. Se notaba que ambos nórdicos estaban preocupados, el héroe les había dicho que tenía que comunicarles algo importante que tenía que ver con su nieta.
— ¿Qué pasó? ¿Por qué has llorado, cielo? — su abuela fue la primera en notarlo, preocupada.
— Elaine se ha estado escapando junto a Touya para entrenar. — fue lo que les dijo Enji, sorprendiendo a los mayores.
— ¿Qué? ¿Cómo es posible? — Björn frunció el ceño, tomando de la mano a su nieta.
— Hace poco llevamos a Touya al médico, porque se hacía daño con su singularidad. — comenzó a explicar, mirando vagamente a la infante. — Nos ha dicho que desarrolló a medias la singularidad de su madre y eso lo hace incompatible con la mía, por eso se hace daño.
«He querido proteger y cuidar a mi hijo, por eso le he dicho que dejará de entrenar y que lamentablemente no puede ser un héroe.»
— Por Odín… — se lamentó la rubia, cubriéndose la boca. — Ellos se han estado escapando para entrenar, ¿No es así? — Frigg miró a su nieta, esperando una respuesta. — Elaine, responde.
— Sí… — bajó la mirada, a nada de volver a llorar. — ¡Pero Touya si puede ser un héroe! ¡Sólo tiene que controlarse!
— Elaine, sabemos lo mucho que quieres a Touya. — su abuelo la consoló, con pena. — Pero no puedes ir en contra del diagnóstico de un doctor, él mismo ha dicho que Touya no puede seguir entrenando.
— Pero… — vieron con pesar como la menor volvía a llorar, abrazando a su abuelo por el cuello.
Enji suspiró, al parecer ellos también lo sabían. Los Wiese también sabían de la relación que Elaine mantenía con su hijo, pero no le convenía hacérselos saber, porque le quitarían a la menor y Elaine era todo lo que tenía ahora mismo, su futuro como número uno dependía de la menor, de su legado.
— Estoy seguro de que Elaine no tiene la culpa. — dice. — Su amor por Touya le hace seguirlo a todos lados sin medir las consecuencias, por eso he decidido mantenerlos alejados por un tiempo.
— Estamos de acuerdo. — asienten ambos rubios, dolidos. — No esperábamos que alguna vez pensara en escaparse, pero ahora, quizá necesite un respiro.
— ¡Nana! ¡Tata! — suplicó, llorando. No quería que ellos estuvieran del lado de Enji, no quería ser separada de él. — Quiero ver a Touya, por favor.
— Elaine, estás castigada. — dice su abuela con tono serio. — No verás a Touya hasta que ambos aprendan la lección, podría haberte ocurrido cualquier cosa, ¿En qué pensaban ambos? ¡Son un par de niños!
— ¡Nana! — lloriqueo.
— Lamentamos los inconvenientes, Enji. — Björn se disculpó, suspirando. — Hablaremos con ella.
— Los llamaré para acordar otro sitio para los entrenamientos de Elaine, no creo que sea prudente que siga yendo a mi casa. — explica, ambos afirman con la cabeza.
Se despidieron con una reverencia, pidiendo nuevamente disculpas por los inconvenientes causados por su nieta. Aún cuando Enji se subió al coche, pudo escuchar los sollozos de la menor, suplicándole a sus abuelos que dejaran que fuera con Touya.
A pesar de sus llantos y gritos, no se sintió mal, al contrario, se sentía extremadamente furioso con su familia. Todos lo sabían y se lo ocultaron, miró su reloj, Touya ya debía de haber llegado a casa y ahora mismo tendría una severa charla con él y con su madre.
Cuando conoció a Elaine no dudó en que ella sería una excelente candidata para casarse con su primogénito, no lo pensó dos veces. Si su hijo hubiese sido diferente, si Touya fuese más fuerte, la noticia de que están enamorados le hubiera caído como anillo al dedo. Hubiese sido la cereza del pastel, su legado sería mucho más fuerte con alguien como ella en su familia, sus nietos seguirían la tradición familiar y el apellido Todoroki seguiría en lo alto por décadas.
Pero ahora, eso le caía como una patada en el vientre. Porque no le servía, Elaine no le servía siendo una niña boba y enamorada. Porque todas sus acciones y todos sus deseos girarían alrededor de su hijo, el amor iba a distraerla y alejarla del camino que el mismo estaba formando para ella, no iba a permitirlo. No dejaría que Touya arruinará su deseo, no permitiría que distrajera el infante que siempre quiso, un sucesor digno de él y su legado.
Apenas puso un pie dentro de la casa se encontró de frente con su hijo, viéndolo de la peor manera posible. Notaba el odio en su mirada y Rei estaba detrás de él, con el rostro en una mueca preocupada.
— ¿¡Dónde está Elaine?! — le gritó, parándose frente a él con la furia recorriendo su cuerpo.
— No te incumbe. — responde, levantando la mirada. — ¿Les pareció divertido? — preguntó, ambos albinos entraron a la sala, preocupados. — ¿Disfrutaron de verme la cara? ¿¡Desde hace cuánto tiempo esto ha estado pasando bajo mis narices?!
Se acercó peligrosamente a su esposa, logrando que Fuyumi confesara del miedo que sentía al ver golpeada a su madre. La niña sollozó, respondiendo que Elaine y Touya llevaban años comportándose de esa forma.
El héroe volteó hacia ella, Natsuo la cubrió con su cuerpo. A pesar de estar temblando de pies a cabeza, no dejaría que tocara a su hermana o a su madre.
— Son niños, Enji. — murmura Rei, riendo amargamente. — Ellos no controlan como se sienten, no tiene nada de malo.
— No entiendo por qué te enoja tanto. — gruñe. — Conmigo o sin mí, vas a volver a Elaine una heroína.
— ¡Porque eres un estorbo! — le responde, explotando. — ¡Todos estos años has hecho que Elaine se distraiga! ¡No la ayudas en nada, no avanza! — cada una de sus palabras se sintieron como un puñal, fue horrible. — Sus peleas eran patéticas, no sabía separar sus sentimientos y por lo mismo jamás te atacó, ¿Crees que soy idiota?
— ¡Eso es mentira! — renegó, apretando sus puños en una forma de canalizar su ira. — Elaine ha avanzado por mí, ¡Jamás hiciste que dejara de temer de su singularidad! ¡Fui yo!
«¡Si por una vez escucharas! ¡Si tan solo vieras más allá de tu orgullo! ¡Elaine y yo somos fuertes y podemos ser más fuertes juntos!»
— No voy a escucharte porque eres un niño. — zanjó el tema. — Largo, ahora debo hablar con tu madre.
— ¡No! — Chistó. — Has estado entrenando a Elaine el doble de duro, ¡Ni siquiera te preocupas por ella! ¡No quieras venir a hacerte la buena persona y decir que todo lo haces por ella!
Apretó los puños, enojado, porque de cierta forma las palabras de su hijo no eran del todo mentira. La hacía entrenar el doble de duro sin descanso y muchas veces no se preocupaba de ella o de sus heridas, al igual que con Shoto. Todo lo justificaba con que ya era mayor y debía de ser fuerte, en el fondo, sabía que estaba mal pero su ambición y hambre de poder lo cegaban.
El sonido seco de la bofetada que Enji le lanzó al menor fue lo que rompió el silencio en la sala. Sus hermanos ahogaron un chillido y Rei rápidamente intervino, colocándose frente al medio albino con los ojos aguados. Nadie dice nada, nadie se atreve a romper el silencio, todos observan la reacción de Touya.
El menor no lo soporta más, no puede aguantar más a su padre. Lo odia, lo detesta, toda la admiración y ganas de querer ser como él algún día desaparecen, porque ya no es el mismo. Su ambición lo cegó, sus ansias de poder le contaminaron el corazón, ¿Él realmente era su padre? ¿Desde cuándo cambió tanto? Le quitó todo, sus sueños, su ilusión, su vida, a Elaine.
— ¡Te odio, Enji Todoroki! — gritó, liberando todo lo que se venía guardando desde hace años. — ¡Te odio! ¡Te odio! ¡Te odio!
— No importa cuánto me odies, Touya. — observa los ojos aguados de su hijo, sin sentir pena. — Porque aún así no volverás a ver a Elaine, no importa cuánto me odies. — sus ojos se abren de la impresión, sabe que tocó una fibra sensible en él. — Olvídate de ella.
— ¡No me importa! — finalmente, rompió a llorar. — ¡Quiero a Elaine! ¡Y haré lo que tenga que hacer para estar con ella!
Turquesa vs turquesa, ambos con el ceño fruncido, haciendo promesas que no siempre terminan cumpliéndose, al menos no como esperan. Los ojos fieros de Touya demuestran la seriedad de sus palabras, lo terco que es viene de Enji y él lo reconoce. Así como reconoce que su hijo va en serio, el héroe también.
Los dos son demasiado orgullosos como para darse por vencidos en lo que planean, Enji tuvo la última palabra aquel día, desencadenando el triste final que obtuvo su primogénito pero no cumplió con su cometido, no los pudo separar porque esa no fue la última vez que Touya vería a Elaine…
Pero sí fue la última vez que Elaine vio a Touya, con vida.
ᚐᚑᚑ⬪ᚑᚑᚐ
ᴄ ᴜ ʀ ɪ ᴏ s ɪ ᴅ ᴀ ᴅ ᴇ s
➥ Originalmente Enji si planeaba comprometer a Touya con Elaine, pues quería crear un linaje fuerte con ellos dos y que sus nietos siguieran con el legado.
➥ Todo se fue a la basura cuando notó que su hijo era demasiado débil y que Elaine dejaba de lado su entrenamiento para estar con él, tachando a Touya como una distracción.
ᚐᚑᚑ⬪ᚑᚑᚐ
+105 ᴠᴏᴛᴏs ʏ 130 ᴄᴏᴍᴇɴᴛᴀʀɪᴏs ᴘᴀʀᴀ ᴇʟ sɪɢᴜɪᴇɴᴛᴇ ᴄᴀᴘ.
˙˚˓˒˙˛ʿʾ․·‧°⋆ও ──
¡
ɴᴏ sᴇ ᴏʟᴠɪᴅᴇɴ ᴅᴇ ᴠᴏᴛᴀʀ ʏ ᴄᴏᴍᴇɴᴛᴀʀ, ɴᴏs ᴠᴇᴍᴏs ᴇʟ ᴘʀóxɪᴍᴏ ᴠɪᴇʀɴᴇs!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro