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❏ | 𝐏𝐔𝐒𝐒𝐘𝐂𝐀𝐓𝐒







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Tal y como le había pedido Eraserhead, Elaine se dirigió hasta la oficina de maestros antes de que comenzará el campamento. Ese día se había despertado muy temprano, revisando tres veces su bolso, asegurándose de que no le faltaba nada. Después de eso se vistió con su traje de héroe, porque iría como Sunvely y no como Elaine, por lo que recibió un par de halagos por parte de sus abuelos al verla vestida así y finalmente se encaminó hasta UA volando, porque no se tomaría la pereza de usar el transporte público cuando podía ir por ella misma.

En su mano derecha llevaba su bolso y en la izquierda un café — que consiguió en el camino — porque estaba un poco somnolienta. Mientras se dirigía hasta la sala de profesores, por su cabeza cruzó el recuerdo del festival de hace dos días, sonrió.

No negaría qué disfrutó muchísimo la compañía de su bombero ese día, olvidó por completo la pelea que tuvo con Keigo. Elaine no pensó que volvería a reír tanto alguna vez — pero pasó — en el Gion Matsuri, no asistía desde que era una niña con Touya y no quería volver a hacerlo después de su muerte, pero en esa ocasión no fue mala. El azabache y ella habían charlado, comido y jugado en los puestos de tiro junto a otras atracciones, incluso, terminó sorprendida por la increíble habilidad de Dabi con las armas porque ganó un peluche para ella y por primera vez en ese día, no se sintió culpable ni atormentada por el recuerdo de su difunto amor.

A pesar de sentirse bien, su pecho dolía por una pequeña espinita con nombre y apellido llamado Keigo, luego de su discusión no habían vuelto a hablar, ninguno de los dos tuvo el valor para dar el primer paso y marcar al otro, pero Elaine creyó que — en ese momento — fue lo mejor, porque ambos estaban enfadados.

— Buen día, Aizawa-sensei. — saludó, abriendo la puerta después de tocar.

— Buen día. — contestó con su habitual mala cara, él también bebía una taza de café mientras revisaba unos papeles. — Llegaste antes de lo acordado.

— Estaba un poco ansiosa. — reconoció, cerrando la puerta tras de sí. — ¿Qué es lo que tenemos que discutir?

— Ya veo. — respondió. — No mucho en realidad. — murmuró, sacando una silla para que la menor se sentara. — ¿Alguien sabe que vendrás con nosotros? Al ser tan cercana con Todoroki no me sorprendería que él lo sepa.

— Nadie aparte de usted y los héroes que conformaban la reunión lo saben. — dijo, dándole un trago al café. — Shoto tampoco sospecha nada y no ha podido verme hoy, ya que dormí en mi casa.

— Eso nos ahorra un problema. — ambos soltaron un suspiro. — Tu papel ahora mismo es simple, Elaine.

«Ya conoces como funciona el campamento de verano, por lo que tienes en cuenta que somos sólo seis héroes — sin contarte a ti — cuidando a cuarenta adolescentes.

El director Nezu pretende que puedas tener un rol similar al nuestro, enseñar cuando puedas y patrullar el área. Teniendo en cuenta de que tu singularidad es muy versátil, podremos abarcar mucho terreno al tenerte vigilando desde los cielos».

— Comprendo. — asintió lentamente. — No debe preocuparse Aizawa-sensei, daré mi mejor esfuerzo.

— Claro que, todo esto es un por si acaso. — le interrumpió, poniéndose de pie. — No sabemos los planes de la liga ni si pretenden atacarnos o si verdaderamente hay un traidor, sólo te pido que tengas un ojo puesto en los menores.

— Lo haré. — confirmó, logrando relajar a su profesor. Aizawa estaba más estresado de lo normal.

— Bien. — miró su reloj. — Andando, el autobús nos espera.

La pelirroja sonrió, iba a darle una gran sorpresa a Shoto cuando lo viera. No siguió al azabache, tomó una ruta distinta para salir de UA sin ser vista por los menores y entonces emprendió vuelo. Desde la altura pudo observar la cabellera azabache de Eraserhead hablando con las manos en los bolsillos a un tumulto de estudiantes. Al divisar la distintiva melena bicolor de su hermano supo que aquel grupo era el A.

Pronto, otro grupo se unió a ellos junto con Vlad-sensei; ese era el salón B.

«Ellos tienen mucha energía» murmuró notando como un trío de estudiantes bailaban en una ronda.

Elaine recordaba vagamente el campamento de verano, su salón no era muy enérgico y la mayoría de sus compañeros simplemente se mostraron emocionados, incluso después de saber que tendrían que cruzar por el bosque de las bestias para llegar. Su salón, llegó más rápido que el A, por la simple razón de que habían trabajado en equipo con sus singularidades para deshacerse de los monstruos, teniendo en cuenta de que contaban con particularidades como la de Kaede — que inmovilizaban a las bestias — o la suya, que simplemente las deshacía, también la habilidad de Nejire había sido útil en esa ocasión.

— Antes de que suban al autobús hay algo que deben saber. —rápidamente, todos los pares de ojos se posaron sobre Aizawa. — Dado los acontecimientos pasados en el centro comercial... — murmuró, mirando directamente a Izuku. — El director ha decidido implementar un héroe más para su cuidado.

El silencio absoluto comenzó a convertirse en una fuente de murmullos y cuchicheos, preguntándose entre ellos quien sería el héroe que los acompañaría. Algunos lógicamente creyeron que el héroe número uno asistirá junto a ellos, otros apostaron por N°13 ya que era su terreno pero todos estaban emocionados por igual, no todos los días tenías la oportunidad de trabajar con héroes profesionales.

— Ya algunos la conocen, pero igualmente creo que necesita presentación... —

— ¿Quién crees qué será? — cuestionó Kirishima.

— Tal vez el héroe número tres. — propuso Kaminari.

— ¿Hawks? ¡De ninguna manera! — contestó Sero.

La mención de Hawks la puso un poco incómoda pero aún así sonrió mientras descendía lentamente, quedando a unos dos metros de las cabezas de los menores.

— Bueno... — todos los presentes al unísono y con una coordinación perfecta alzaron la cabeza al oír la voz femenina. — No seré Hawks pero también puedo volar. — sonrió, descendiendo hasta tocar el piso. — Hola. — saludó con un gesto de mano a los presentes.

— ¿¡ELAINE?! — exclamaron los varones de la clase A.

Kirishima le terminó metiendo un codazo a Bakugo, que como respuesta le dio una mirada de muerte y amenazó con explotarle la cara si volvía a hacer eso. No era un secreto para el pelirrojo que su mejor amigo sentía admiración por la hermana mayor de Todoroki, no disimulaba mucho, de hecho, era bastante evidente pero no todos se darían cuenta dado la personalidad de Katsuki.

Sería mentira decir que el ánimo de más de alguno subió al saber que Sunvely estaría trabajando con ellos, como Shoto o Izuku. El medio albino no mostró expresión pero estaba muy contento de tener a su hermana allí, en cambio, Izuku la vio más como una mentora porque verdaderamente quería aprender de ella y de sus tácticas de pelea, había ganado su admiración luego de vencer a ese Nomu en Hosu.

— Sunvely nos estará acompañando durante el campamento. — Vlad posó una mano sobre el hombro femenino. — No la subestimen, es una proeza bajo la agencia de Endeavor.

— Gracias Vlad-sensei. — inclinó su cabeza levemente. — Espero que nos llevemos bien y disfruten del campamento, cierren sus bocas y dejen que los profesionales llenen sus cabecitas de nuevos conocimientos.

— ¡Sí! — gritaron al unísono.

— ¡Ya es hora de partir!

Junto a Aizawa-sensei fue la última en subir al primer bus, mientras ayudaba a guardar los equipajes dentro del compartimiento. Al subir, se alegró de ver que su hermano le había guardado el lado junto a ella — específicamente — el de la ventana. Trató de ignorar las miradas curiosas que le dirigían los menores, hasta sentarse junto a su querido bicolor.

Sin decir ni una palabra el menor le tendió uno de sus auriculares, no dijo nada. A pesar de su silencio, Elaine sabía que Shoto estaba feliz de verla allí, notaba cierta curvatura en las comisuras de sus labios. No era necesario intercambiar palabras, ellos se conocían demasiado bien.

— El autobús se detendrá una vez en una hora. — avisó su maestro. — Después de... —

— ¡Pongamos música! — le interrumpió Kaminari, generando un gran bullicio.

Elaine sonrió, se iban a arrepentir de no haber escuchado las indicaciones de Eraserhead.

La fémina miró de reojo a su hermano cuando sintió que su cabeza se apoyaba contra ella, acarició con cariño su cabellera bicolor y dejó que durmiera un poco, sabía de sobra que iba a necesitar esa energía para atravesar la propiedad de las Pussycats.

Durante ese corto viaje lo único que hizo fue pensar en Keigo y en su discusión, no se estaba torturando, más bien, estaba reflexionando acerca de las circunstancias. Quizá, debería de hablar con él cuando volvieran y dejar todo claro, hacerle entender que no estaba a su lado para que fuera el clavo que saca a otro, sino porque realmente tenía sentimientos por él.

De tanto pensar, Elaine se durmió con la cabeza apoyada en la ventana.





























































































Frunció el ceño con molestia al sentir como picaban su cara, al abrir los ojos se encontró con Shoto, parpadeó lentamente y entonces recordó en donde estaba. Se puso de pie mientras estiraba suavemente sus brazos y tronaba su cuello. Había sido muy mala idea dormir de esa forma, ahora tenía un dolor cervical horroroso.

«Me relajaré en las aguas termales» quiso consolarse.

Elaine sin dudas creía que el salón de su hermano era muy enérgico, solo con poner un pie fuera del autobús ya estaban haciendo desorden. Aunque no pudo contener la risa al ver a Mineta correr de un lado a otro en busca de un baño.

— No tiene caso parar sin razón. — llamó la atención Erased.

— ¿Y el baño?

A pesar del tiempo, todo se veía exactamente igual. Habían parado en un mirador que conocía muy bien, más allá se encontraba el extenso y frondoso bosque perteneciente a las Pussycats. Y tal como la primera vez que estuvo allí, un pequeño y lindo auto de color negro se detuvo a unos metros del autobús.

— ¡Hola Erased! — saludó una voz femenina. — ¡Oh, tanto tiempo, Elaine!

— Cuanto tiempo. — dijeron ambos al unísono, reverenciado.

— ¡En la mira con miradas resplandecientes! — canturreo la castaña, haciendo su aparición.

— ¡Afiladamente linda y gatuna! — prosiguió la rubia. — ¡Wild-Wild Pussycats! —

Ella creía que jamás se aburría de escuchar el saludo de entrada que tenían aquellas heroínas, se conservaban muy bien a pesar de tener la edad de su madre. Y sin dudas conformaban un excelente equipo al complementar sus singularidades de forma eficaz.

La castaña tenía un don similar a la telepatía pero avanzado, ya que podía transmitir mensajes directamente a la mente de las personas. Y no sólo a un grupo de personas, puede hacerlo en gran radio alrededor de ella y a quien ella decida. Puede enviarlos pero no recibirlos. Su compañera rubia Pixie Bob, era usuaria de un gran don, puede manipular la tierra a su antojo y crear seres hechos de la misma, muy parecidos a los golems.

Elaine ignoró por completo el discurso de Aizawa, que seguramente era el mismo todos los años y concentró su atención en el pequeño niño junto a ellas, a él no lo conocía. Dudaba bastante que fuera hijo de alguna de ellas, se veía demasiado mayor como para tener tres años, aunque eso no fue realmente lo que llamó su atención, sino, la cara de disgusto que tenía el infante en su faz.

— Aquí nos despedimos, Shoto. — el menor la miró desconcertado, alzando las cejas. — Esperó llegues a tiempo para el almuerzo. — Elaine besó su sien y extendió sus alas.

— ¿Eh?

Mandalay finalizó su discurso con una sonrisa, mientras la cola en su espalda se movía de forma juguetona, hasta que finalmente su compañera activo su singularidad en la tierra presente y está se elevó, deshaciéndose frente a todos, llevando a los menores al vacío con un grito.

— ¡Oigan! ¡Es propiedad privada, así que pueden usar sus singularidades! — les avisó Mandalay. — ¡Tienen tres horas! ¡Lleguen allá con sus propios pies! ¡Después de pasar por el bosque de las bestias!

Shoto alzó la mirada con el ceño fruncido, observando la figura de Elaine desde arriba mientras lo saludaba con una sonrisa. «Claramente ella ya sabía que esto ocurriría» se dijo a sí mismo, tomaría todos los consejos que su hermana le había dado e intentaría llegar a tiempo.

Descendió hasta quedar junto a Aizawa, Mandalay al verla no dudó ni un segundo en darle un asfixiante abrazo. Mientras ambas féminas daban ligeros saltitos estando abrazadas, Pixie Bob se encargaba de los menores con sus bestias de tierra.

— ¡Has crecido bastante! — exclamó contenta, viéndola de pies a cabeza. — ¡Estás hecha toda una mujer, Sunvely!

— Es un gusto volver a verlas a ambas. — sonrió.

— Cuando Erased nos comentó que venías, no pudimos evitar alegrarnos mucho.

— Yo también estoy feliz de verlas. — admitió, sin duda le había tomado cariño al grupo de héroes en poco tiempo, especialmente a Ragdoll, porque fue ella quien le comentó de la debilidad de su kosei y cómo entrenarlo. — Creo que esto es inoportuno pero... ¿Quién es el niño? —

— Hablemos de esto en el coche. — sugirió el mayor, señalando el auto con mala cara. — Bueno, sigo contando contigo Pixie Bob. — en ese instante, la rubia tembló ligeramente con emoción, notando que los retoños de este año prometían ser los mejores.

— ¡Déjamelo a mí! ¡Se me eriza el pelo! — la pelirroja soltó una risita, había tenido una reacción similar hace tres años con su salón.

Ella también hubiese querido tener los visores de la rubia porque quería ver el trabajo que hacían los menores, pero se conformaba con ver lo animada que se encontraba para saber que estaban haciendo un excelente trabajo. Pixie Bob se movía de un lado a otro mientras hablaba sola, tirando golpes al aire.

— ¡Kota, ya nos vamos! —

— Que inútil. — murmuró el infante, haciendo una mueca de disgusto.

«Son unos idiotas que quieren ser héroes...» pensó, frunciendo el ceño.

Durante el camino hasta el campamento y de forma telepática, Mandalay le explicó quien era ese niño con rostro malhumorado y por qué estaba junto a ellas. Resultaba que Kota es el sobrino de Sosaki y el hijo del fallecido equipo de héroes Water Hose — Un caso conocido para ella por la brutalidad del asesino, Muscular — según le contaba Mandalay, el pequeño azabache tenía una visión cínica y hastiada de los héroes, porque creía firmemente que sus padres lo habían abandonado al elegir trabajar de ello.

Elaine no pudo evitar compararse de cierta forma con el infante, más que nada por la ausencia de sus padres en ambas vidas. La fémina veía a un niño herido por la repentina muerte de sus progenitores que ni siquiera había tenido su duelo correctamente.



























































































Después de un viaje de aproximadamente una hora y media habían llegado a su destino, lo primero que hizo fue tomar su bolso e ir a dejarlo a su habitación. Luego, ayudó a los demás héroes a preparar el almuerzo de los menores pero grande fue su sorpresa que aún después del medio día ellos no habían aparecido. Su ansiedad se hizo tan visible que Erased la tranquilizó diciéndole que no todos iban a lograrlo tan pronto como ella, asumiendo que si hubiera ocurrido algo se hubieran enterado porque las malas noticias vuelan.

Tuvieron que pasar de las cinco de la tarde para que recién hicieran amago de aparición los menores, Elaine tenía los brazos cruzados y el ceño fruncido porque realmente se había preocupado por ellos. Aunque al verlos llegar tan destrozados se le ablandó el corazón y soltando un suspiro caminó hasta posarse al lado de la rubia.

— Por fin llegaron. — exclamó con ambos brazos en jarra.

— Les tomó mucho tiempo. — dijeron al unísono ella y Mandalay.

Su mirada buscó rápidamente a Shoto, su adorable hermano tenía el uniforme completamente sucio y desgastado. Su bonito rostro contaba con algunos cortes y mugre, desde la distancia notaba que estaba cojeando o caminaba de mala forma, quizá estaba muy agotado. Bueno, no era el único... Todo el salón estaba igual o peor que él y algunos se lanzaron al piso en el momento que llegaron frente a ellas.

— ¿¡Cómo que tres horas?! —

— Es lo que nos habría tomado a nosotras, lo siento. — se disculpó sin culpa la castaña, sonriendo. — Aunque Sunvely tardó menos de tres horas en llegar la primera vez.

— ¿Eh? — exclamaron al mismo tiempo con sorpresa, queriendo echarse a llorar.

— Querían presumir lo buenas que son, que malas... — lloriqueo Sato, jadeando.

— Tengo hambre, me muero... — le siguió, Kirishima.

— La verdad es que pensamos que tardarían más. — confiesa la rubia, sonriendo. — No tuvieron tantos problemas con mis bestias de tierra como imaginé, sobre todo... Ustedes cuatro de allí. — señaló sin vergüenza a los amigos del bicolor. — ¿Pudieron actuar sin dudar por su experiencia? — relamió sus labios. — ¡Quiero verlos en tres años! ¡Los pido para mí!

Antes de que Pixie Bob pudiera ponerle la mano encima — o los labios — sobre Shoto, se puso frente de él, haciendo de escudo mientras que con su mano apartaba de forma juguetona el rostro de la heroína. A pesar de que sonreía jugando al tira y afloja con ella, por dentro pensaba en meterle un puñetazo si se atrevía a tocar a su hermano de esa forma.

— ¿N-no sienten un aura pesada aquí? — balbuceo el pecoso notando la sonrisa de la mayor, mientras su mano seguía empujando la cabeza de Ryuko.

— Mandalay, ¿Siempre fue así? — cuestionó Erased señalando a la rubia.

— Está algo desesperada porque está en esa edad... — contestó la castaña.

— Hablando de edad... — intervino Izuku, antes de que la garra de la rubia estuviera sobre su rostro, preguntándole qué con eso. — Hace rato me preguntaba... ¿Quién es ese niño? —

— Es el hijo de mi primo. — Mandalay señala al menor con una sonrisa. — Vamos Kota, saluda. Estarás con ellos durante una semana.

Elaine se llevó las manos a la boca cuando el infante le dio un puñetazo a la ingle de Midoriya sin remordimientos, mientras gruñía en voz baja y entraba al complejo. El menor fue retenido por Iida, quien se aseguró de sujetarlo antes de que cayera por completo al piso.

— Mocoso. — murmuró Bakugo con una sonrisa, parecía orgulloso.

— ¿No es como tú? — cuestionó Shoto a su lado.

— ¿Qué? ¡Para nada! — volteó a gritar con fuerza. — ¡Cállate, idiota mitad y mitad! —

— Ese es nuevo. — comentó Elaine hacia Bakugo. — Idiota mitad y mitad, que ingenioso. — admitió sonriendo, dándole palmaditas a su hermano en la espalda.

Con la orden de su maestro, los presentes comenzaron a buscar sus bolsos para llevarlos a sus cuartos. Elaine fue la primera en ir a ayudarlos, los veía demasiado cansados para poder hacer algo más. El primer bolso que se colgó al hombro fue el de Midoriya, seguido por el de su hermano y así, fue cargando sus brazos de más y más morrales. Mientras que para ella, esto parecía una actividad común y nada fuera de lo normal, los menores la veían con los ojos abiertos y no cabiendo en su sorpresa, ¿Cómo podía cargar con tanto peso y no mostrar expresión?

— Taiyō-Senpai, déjeme ayudarle. — Kirishima se puso frente a ella con una sonrisa suave, queriendo sostener uno de los bolsos por su cuenta.

— No te preocupes Kirishima. — le restó importancia. — No es nada, realmente no pesan.— dijo para su sorpresa. — Podría llevarte en mi hombro ahora mismo y seguiría estando bien. — sonrió.

— Taiyō-Senpai es muy fuerte, gero. —

— Es genial... ¡Me acelera el corazón pensar lo cercana que es a Todoroki! — Hagakure chilló con emoción.

La mayor entrecerró los ojos mientras seguía con su camino, al parecer el medio albino era alguien muy popular entre las damas de su salón y eso activaba su modo de hermana celosa. Shoto era el menor de la familia y por consiguiente era el bebé, no importaba que edad tuviera, siempre lo verían como tal; para ella, estaba muy chiquito y había que cuidarlo — literalmente — porque no sabía socializar bien.

Mientras dejaba los bolsos en sus respectivas habitaciones, Mandalay le llamó para que le ayudara con la comida. En su familia, Fuyumi era la que cocinaba normalmente porque Natsuo condimentaba mucho la comida y no a todos le gustaba; así que, al igual que sus hermanos ella también aprendió a cocinar mezclando lo oriental con lo occidental. Quizá no era tan buena como la mayor o el albino, pero disfrutaba de hacerlo porque cada vez que veía el rostro de gusto en quienes probaban su comida, se sentía extremadamente bien.

— ¡El mapo tofu está buenísimo, Bakugo! — reconoció el pelirrojo, soltando una lágrima de la emoción.

— Es la receta de Nee-san. — murmuró Shoto frente a ellos, sorbiendo sus fideos.

— ¿¡AH?! — el rubio frunció el ceño. — ¿Cómo mierda sabes cual es su receta?

—  Por el sabor. — contestó con tranquilidad.

— Kirishima-kun tiene razón, esto sabe muy bien. — Izuku intervino, queriendo evitar una discusión.

— Las gyozas también las hizo ella. — señaló, mientras mordía una sin despegar la mirada de Katsuki.

El rubio gruñó, parecía que el bastardo mitad y mitad también se había dado cuenta.

— ¿D-de verdad reconoces la comida de Taiyō-Senpai por su sabor? — cuestionó Midoriya con cierta gracia.

— Sí. — asintió. — Estoy muy acostumbrado a comer lo que ella cocina, puedo reconocer fácilmente que es lo que ha hecho y lo que no.

— No es algo extraño. — se unió el de gafas. — Yo también puedo reconocer la diferencia entre la comida hecha por mi madre. — Shoto afirmó, sintiéndose comprendido. — Aún así, me siento honrado de comer algo hecho por grandes heroínas.

Mientras tanto, en otra mesa más alejada se encontraban los héroes cenando en conjunto y conversando sobre los eventos pasados en UA recientemente: como el festival deportivo, el ataque en USJ, Stain o el abordaje de Shigaraki Tomura a uno de sus estudiantes.

Elaine simplemente comía en silencio escuchando la conversación entre los mayores y asintiendo de vez en cuando, estaba demasiado concentrada en comer las gyozas que ella misma había preparado. Incluso, le había llegado a sacar una sonrisa a Aizawa al verla tan concentrada con las mejillas abultadas y sin dejar de meter comida a su boca.

Elaine solo quería terminar de comer para poder ir a relajarse a las aguas termales.














































































Cuando llegó a Japón uno de los primeros choques culturales que Elaine tuvo fue el de los baños públicos, y no, no se refería a un baño puesto en la calle o algo similar. Si no, a la acción de bañarse completamente desnuda con desconocidos en una gran bañera, para los japoneses era algo muy común y era visto como normal, pero para ella en ese entonces fue un gran choque.

Ahora, con casi dieciocho años, no le importaba mucho si otras féminas veían su cuerpo desnudo. Por esa razón, fue que no tuvo pudor en ingresar junto a las menores a las aguas termales juntas.No sintió el morbo en sus miradas en cuanto se deshizo de la toalla para meterse al agua, ni mucho menos se sintió incómoda, porque todas estaban igual que ella — como Dios la trajo al mundo — y pronto se vieron envueltas en una amena plática.

El agua caliente sobre su piel se sintió muy bien, relajó por completo todos sus agotados músculos y se dio el privilegio de cerrar los ojos mientras descansaba la cabeza sobre una de las esquinas.

— ¡Qué bien se siente! — dijo Mina, chapoteando con una sonrisa.

— ¡Es genial que haya aguas termales!

— Puedo calentar más el agua si desean. — murmuró, levantando ligeramente su cabeza y dándole una mirada a las menores.

— ¡Eso sería fantástico, Taiyō-Senpai! — Yaomomo le regaló una sonrisa.

A los pocos minutos de que Elaine haya comenzado a subir la temperatura de su cuerpo, logrando que por consiguiente el agua también, escuchó el sonido de la madera crujir.

Alzó la mirada, entrecerrando los ojos y buscando de donde provenía el ruido. La única división que las separaba del lado de los varones era un gran muro hecho de tablas de madera, que curiosamente ahora crujía.

Cerró los ojos... Y entonces los vio.

La diminuta figura de Mineta como rastro de calor subía velozmente por el muro.

— Esa mierdecilla. — maldijo en voz baja.

En un abrir y cerrar de ojos la pileta en donde se encontraban las féminas fue rodeada de furiosas llamas que le cerraban la vista a cualquiera. Claramente y de forma lógica, la mayoría de menores emitieron un chillido al verse envueltas en las flamas pero se calmaron poco a poco, notando que a pesar de que las estuvieran tocando, no se quemaban.

En la cima que dividía ambos baños, apareció Kota.

El rostro lujurioso de Mineta se transformó en un santiamén, pasando de ser una sonrisa a una mueca de horror.

— Antes de aprender a ser héroe. — frunció el ceño. — Aprende a ser un humano. — dicho esto, el menor le metió un manotazo a Mineta.

— ¡Maldito mocoso! — gritó.

Las flamas que rodearon la pileta desaparecieron en cuanto la pelirroja notó que ya no corrían peligro. Sin duda alguna tendría una extensa charla con Aizawa-sensei después de su baño, no podía creer que un estudiante así compartiera con tantas mujeres, ¿Qué cruzaba por su cabeza? ¡Eso es acoso! En cualquier otra situación le hubiese metido un puñetazo.

— Mineta es terrible. — Tsuyu hizo mala cara.

— ¡Gracias, Kota! — el nombrado volteo rápidamente con la voz de Mina. — ¡Sí, sí! — alzó sus pulgares, animando al infante.

Elaine volvió a relajarse, sumergiendo la mitad de su rostro en el agua y dejando fuera sólo sus ojos. Después de aquello, la plática por parte de las menores continuó, se podía decir que hablaban de cosas muy triviales, como de toda adolescente. Sunshine recuerda que ella también habló de esos temas con sus compañeras de clase: de chicos — especialmente guapos — sobre ropa, maquillaje, moda y tendencias. Se notaba a simple vista que todas se llevaban muy bien, al pensar en ello, un pinchazo atacó su corazón... Ella era igual de unida con Kaede y ahora, pareciera que estaba sola.

El pensar que toda su amistad con ella había sido, ¿planeada? No sabía si podía llamarlo de esa manera, pero Kaede se obsesionó con ella después de haberla rechazado en primaria. Después de esa discusión, lagunas que creía perdidas hicieron aparición en sus recuerdos, metiendo entre ellos a una pequeña niña de cabello albino y efectivamente se trataba de Kori Kaede.

Se talló los ojos, no le estaba sentando bien pensar en sus problemas allí mismo, por lo que se levantó y envolvió su cuerpo con una de sus toallas. Elaine había pasado demasiado tiempo en el agua y su piel era testigo de ello, no fue necesario que se secara realmente pues ella misma hizo uso de su singularidad para eliminar toda la humedad de su cuerpo.

— ¿Ya se va, Taiyō-Senpai? — Uraraka abultó sus mejillas, viendo desde abajo a la mayor.

— Así es, chicas. — intentó sonreír. — No se queden hasta tan tarde porque el entrenamiento comienza temprano.

— ¡Sí! — contestaron al unísono.

— Gracias por cubrirnos, Taiyō-Senpai. — agradeció Jiro, con cierta vergüenza.

— ¡El manejo de su singularidad es increíble! ¡Sus llamas no quemaban! — Mina estaba muy enérgica, alzando sus brazos.

— No fue nada. — murmuró. — Ustedes pueden llegar a ser mejores que yo, entrenen duro y verán los resultados.

A como iban las cosas, esas pequeñas aspirantes a héroes debían de superarla. Con cada día que pasaba la tasa de criminalidad aumentaba y no estaba segura si los héroes actuales darían abasto para lo que estaba por venir, muchos accidentes ocurridos en tan poco tiempo dentro de UA eran cosas que no se habían visto en años. No era tonta, había algo — o alguien — que buscaban aquellos idiotas de la liga de villanos.

Había algo que buscaban específicamente en el salón 1-A, estaba comenzando a sospechar poco a poco de ello pero todavía no estaba segura de nada, por ahora sólo era una hipótesis.

Quería estar equivocada.











































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ᴄ ᴜ ʀ ɪ ᴏ s ɪ ᴅ ᴀ ᴅ ᴇ s

➥ Lo primero que hizo Touya después de teñir su cabello fue visitar el monte Sekoto para buscar el brazalete que le hizo Elaine.

➥ Terminó encontrándolo en su tumba, un día que fue a verla.

                 ᚐᚑᚑ⬪ᚑᚑᚐ                 
+100 ᴠᴏᴛᴏs ʏ 160 ᴄᴏᴍᴇɴᴛᴀʀɪᴏs ᴘᴀʀᴀ ᴇʟ sɪɢᴜɪᴇɴᴛᴇ ᴄᴀᴘ.
























































































˙˚˓˒˙˛ʿʾ․·‧°⋆ও ──
¡ɴᴏ sᴇ ᴏʟᴠɪᴅᴇɴ ᴅᴇ ᴠᴏᴛᴀʀ ʏ ᴄᴏᴍᴇɴᴛᴀʀ, ɴᴏs ᴠᴇᴍᴏs ᴇʟ ᴘʀóxɪᴍᴏ ᴠɪᴇʀɴᴇs!

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