❏ | 𝐎𝐕𝐀 𝐈𝐈: 𝐆𝐈𝐎𝐍 𝐌𝐀𝐓𝐒𝐔𝐑𝐈
Capítulo dedicado al abuelito
de ambxrx, quien pacientemente
espera las actualizaciones todos los viernes 🥹
Lo quiero mucho
abuelito Manuel <3
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Era temprano, la fémina se había despertado en la mañana para pasar todo el día en la playa. Ahora mismo el sol todavía no llegaba a su punto máximo, ergo, todavía no llegaba el mediodía, quiso suspirar, ¿Qué es lo que haría? No planeaba desperdiciar todo su día en el cementerio pero tampoco quería volver a casa y tener que explicarle a sus abuelos lo que había pasado, menos volver con los Todoroki — quienes también preguntarían — porque tendría que dar explicaciones.
— ¿Tienes algo que hacer? — preguntó, sin mirar a Dabi.
El azabache alzó ambas cejas con curiosidad, negando lentamente a modo de respuesta. Ante eso, ambos se quedaron viendo unos cuantos segundos a los ojos como si se comunicaran telepáticamente, hasta que mostraron una enorme sonrisa.
— Hoy comienza el Gion Matsuri. — comenta el más bajo, ladeando su cabeza hacia ella.
El Gion Matsuri era un festival de verano que se celebraba casi todo el mes de julio, comenzando a tiempo con las vacaciones. El evento era tan importante que se cerraban calles enteras para dejar pasar las hermosas carrozas conmemorativas y los alrededores se veían iluminados por lámparas de colores, con puestos ambulantes en las calles.
Normalmente las personas tendían a vestir su yukata preferido mientras esperaban la función de fuegos artificiales, aunque otros preferían lanzar linternas flotantes al cielo. La primera y última vez que fue al Gion Matsuri fue con Touya, prometiendo volver cuando fueran mayores — aunque eso jamás sucedió — y besarse durante la función.
— ¿Quieres dar una vuelta? — Dabi rascó su nuca ansioso, sonriendo débilmente.
— Sería genial. — contestó, acelerando el corazón del más bajo al verla sonreír de esta forma.
Dicho esto, el de cabellera azabache se puso de pie, tendiendo su mano para ayudar a la menor a levantarse. Durante unos segundos, Elaine se quedó observando su mano antes de tomarla, sonriendo dulcemente ante tal caballeroso gesto. Dabi también tomó su bolso de mano y se lo colgó en los hombros como si nada, sorprendiendo un poco a la pelirroja.
— No es necesario que lo lleves por mí, soy muy fuerte. — murmuró, intentando disimular que estaba avergonzada.
— Lo sé, pero quiero hacerlo. — respondió, sin soltar su mano.
Allí estaban otra vez, ambos repitiendo las mismas palabras que alguna vez dijeron cuando eran niños. Los dos fueron muy conscientes de la situación, es decir, Elaine y Touya tuvieron el mismo flashback al decir esas palabras, esa conversación la tuvieron uno de los tantos días que pasaron en primaria, diciendo exactamente las mismas palabras y teniendo las mismas acciones.
Luego de aquello, ambos decidieron que lo mejor sería caminar hasta las calles transitadas para llegar al lugar donde se celebraría el festival. No fue nada incómodo, a pesar de que no hablaron regularmente durante el camino, ninguno de los dos se sentía fuera de lugar, Touya no soltó la mano de Elaine en ningún momento, hasta que la menor terminó por entrelazar sus dedos en un agarre más firme, haciendo sonreír al varón.
Elaine soltaba algunos comentarios de forma ocasional cuando pasaban por ciertos lugares, más que nada contando los recuerdos que había tenido en dicho sitio. Incluso llegó a señalarle a Dabi las avenidas que usaba de niña para ir al monte Sekoto junto a él, y donde compraba las gyozas en la tienda de conveniencia luego de entrenar.
Dabi no podía negar que se estaba asando, el calor era insoportable pero no podía deshacerse de su ropa sin que Elaine lo reconociera. Lo máximo que hizo, fue bajar la capucha de su sudadera y dejando al descubierto su cabello, algo a lo que la pelirroja no le dio mucha importancia. No era la primera persona que veía con ese estilo de cabello, le recordó de inmediato al compañero de clase de Shoto: Bakugo.
— Es curioso, nos conocemos desde hace algunos meses y todavía no sé tu nombre. — ella sonríe, viendo al azabache.
— ¿Quieres saber cómo me llamo? — cuestionó, sonriendo con cierta gracia mientras ambos caminaban.
— No, estoy bien así. — confesó, sorprendiendo al más bajo. — Somos amigos secretos. — dijo, colocando el índice entre los labios, algo que hizo reír a Dabi.
— Para mí no es un secreto quién eres. — comentó. — Es imposible no saberlo, saliste en televisión muchas veces.
Elaine sonríe más no dice nada, porque es verdad. Era bastante común que los alumnos que destacan en el festival deportivo fueran reconocidos en las calles, metro o en cualquier lugar pero los héroes provisionales bajo grandes agencias siempre daban de qué hablar antes de su debut, gracias a videos o fotos cumpliendo su deber; ella había tenido varios reportajes en televisión desde su primer año, más que nada por la similitud que tenía con Enji, alimentando los chismes de la farándula y las conspiraciones sobre si era su hija o no.
A Sunshine no podía darle más igual, de hecho, hasta le agradaba que todo fuera enfocado a su supuesto parentesco con el héroe número dos. Prefería eso a que ser relacionada con la familia — clan — de héroes Taiyō con quienes claramente no mantenía una buena relación, ella no volvió a saber nada de sus abuelos paternos desde que abandonaron Alemania después del accidente, jamás se hicieron responsable de ella, argumentado que no era el sucesor de la casa Taiyō que ellos buscaban, porque era incapaz de controlar su singularidad.
— ¿Todo bien? — la voz de su acompañante la trajo de vuelta al mundo real, intercambiando miradas.
Él había notado que la pelirroja se perdió demasiado tiempo en sus pensamientos, borrando su sonrisa e incluso disminuyendo el brillo en sus ojos. No quería que nada arruinará su cita con ella, quería verla reír hasta no poder más, que se olvidara por completo del imbécil que le hizo llorar. Él odiaba ver a Elaine llorar, detestaba ver aquella expresión de tristeza en su rostro y haría cualquier estupidez para hacerla sonreír.
— Estoy bien. — respondió suavemente, dándole un apretón a sus manos. — ¿Ya has asistido al Gion Matsuri antes?
— Algunas veces. — admitió, desviando la mirada. — La última vez fue hace años, desde entonces no he tenido la oportunidad de venir.
— Mi primera y última vez fue cuando tenía cinco, creo. — admitió para el gusto del azabache. — Estoy muy contenta de poder volver. — dijo, regalándole una sonrisa a Dabi.
Los ojos de ambos se encuentran rápidamente, intercambiando miradas. Detuvieron sus pasos unos segundos mientras permanecían viéndose fijamente, Dabi no podía explicar con palabras lo mucho que adoraba los orbes dorados de Elaine, eran tan bonitos y brillantes que podía perderse en ellos por horas. Él amaba las pequeñas estrellas que adornaban su iris, junto a lo profundo del dorado en ellos, como oro líquido.
Inconscientemente una de sus manos se posó de forma cariñosa sobre las mejillas de la pelirroja, acariciando suavemente su rostro. Elaine no se movió ni mostró signos de incomodidad pero sentía el corazón palpitando en sus oídos de lo rápido que iba, aún así no apartó la mirada de los ojos de Touya — que era lo único que podía ver a causa de la mascarilla — fundiéndose en esa hermosa mirada turquesa tan conocida para ella.
Las palabras que su abuelo le dijo esa mañana rondaron por su cabeza, y volvió a preguntarse si realmente podía haber desarrollado sentimientos por el joven frente a ella o si simplemente estaba confundida. No se sentía como cuando estaba con Keigo, era muy diferente, a pesar de que con el rubio siempre la pasaba bien, se reía y tenían bastante en común; no se sentía como lo hacía cuando pasaba tiempo con su bombero, no sabía si era porque el azabache la conocía mejor que Hawks ya que sabía sobre Touya o era algo más.
No encontró respuesta pero no dejó que eso perturbara su mente, Elaine sonrió y posó su mano sobre la ajena durante unos segundos antes de que la quitara y volvieran a caminar juntos, con los dedos entrelazados y un ligero rubor en el rostro de ambos.
«Tú sabes quien soy, Elaine» pensó para sí mismo, viéndola de reojo mientras cruzaban la calle. «Tu cuerpo me reconoce, en el fondo sabes quien soy o quien pretendo ser». El de cabellera azabache baja la cabeza mientras sonríe levemente, siente que toda la situación es bastante graciosa. Aún así, estar junto a ella y sentir su calor es más que suficiente — por ahora — para él, no quiere volverse codicioso tan rápido, no quiere volver a depender de la pelirroja pero sabe que es imposible dejarla ir. Ya lo intentó en el pasado pero jamás funcionó, sí, pudo haber ocultado a Elaine en lo más profundo de su corazón pero no sirvió de nada porque con sólo una mirada, lo puso a sus pies de nuevo.
— ¡Ya estamos cerca! —dijo con emoción, tirando de Dabi para llegar más rápido. — Aunque creo que no estamos vestidos para la ocasión, ¿Me acompañas a comprar un Yukata? — sonrió, ladeando la cabeza en cuanto le preguntó a Dabi.
— Si es lo que quieres. — contestó, acomodando un mechón de su cabello detrás de la oreja mientras le veía sonreír tan dulcemente. — Se hará como tú quieras, Elaine.
Los centelleantes ojos de la más alta brillaron con intensidad durante unos segundos, jamás le había oído pronunciar su nombre antes, que lo hiciera fue algo totalmente nuevo para ella, provocando un agradable revoltijo en el estómago. Elaine no pudo evitar ruborizarse cuando Touya acarició con los dedos un mechón de su cabello, llevándoselo a los labios y depositando un beso mientras sonreía.
«¿Por qué...» se preguntó la fémina, tratando de pronunciar palabra. «Creo... Creo que me gusta». Admitió en su cabeza, sin despegar sus ojos de los contrarios, sintiendo las mariposas revoloteando en su estómago con fuerza, sin saberlo, Elaine se había vuelto a enamorar de Touya una vez más.
La primera vez que Elaine había usado un Yukata fue hace muchos años, y él mismo le perteneció alguna vez a la madre de Enji. Luego, utilizó uno completamente negro para el funeral de Touya, y nunca más volvió a vestir ropas tradicionales pero ahora estaba muy emocionada escogiendo uno junto a Dabi.
El de cabellera azabache se mantenía pacientemente esperando que las mujeres encargadas de la tienda vistieran a la pelirroja, las señoras mayores no dejaban de adular a su chica, diciéndole lo hermosa que era y recomendando colores apropiados para ella. No pudo evitar sonreír al ver lo tímida que se ponía Elaine cada que le decían algo lindo, como lo brillante que era su cabello o lo grandes que eran sus ojos.
— Que hermosa eres, cariño. — dijo la fémina más joven, cepillando la melena carmín de Sunvely. — Puedo reconocer algunos rasgos japoneses en ti, ¿Estoy en lo cierto? —
— En realidad soy mixta. — contestó riendo levemente, sin dejar de sonreír. — Mi madre es Alemana.
— Oh, ya veo. — correspondió la sonrisa, terminando el tocado de la más joven. – Aún así, tú japonés es muy bueno, ¿Cuánto tiempo llevas viviendo aquí? —
— Desde los cuatro años. — aquello sorprendió un poco a las mujeres, quienes murmuraban a su alrededor.
— Me encantaría tener una nuera tan linda como tú. — las mejillas de la más alta se colorearon de un tono rosa, mostrando su vergüenza. — Tengo un hijo que está estudiando administración, ¿Quieres conocerlo? —
Dabi carraspeo disimuladamente ante esa pregunta, logrando que la mujer detuviera su charla e intercambiara miradas con Elaine. La pelirroja sonrió divertida, observándolo a través del reflejo del espejo, no dijo nada pero su faz mostraba agradecimiento por detener tal incómoda proposición.
— Tu novio se ve como alguien muy celoso. — murmuró otra de las ancianas, pícara.
— Lo soy. — contestó él, sin vergüenza alguna.
Las adorables mujeres se echaron a reír suavemente mientras la pelirroja se cubría el rostro con ambas manos debido a la vergüenza, de alguna u otra forma no le había molestado la pequeña broma que Dabi hizo, no se sintió incómoda, creía que fue un buen timing.
Touya por primera vez se carcajeó ante el rostro de la menor, la cual no podía ocultar su vergüenza. No se reía de ella, se reía porque ese gesto había sido adorable a sus ojos.
— Ya estás lista. —
Él alzó la mirada de su teléfono ante esas palabras, llevándose la sorpresa de que la fémina se veía bellísima. Sin duda alguna Elaine era la mujer más hermosa del mundo; el yukata color blanco con bordados en dorado envolvían su figura, adaptándose de forma perfecta a ella. Además, su bonito cabello estaba atado en un tocado sencillo con lindos decorados igualmente dorados. Para Dabi, el color blanco le quedaba mejor que cualquier otro, le hacía lucir como un ángel o alguna druida; los bordados en oro resaltan y hacían juego con sus orbes de igual color y contrastaba fuertemente con el carmín de su cabellera, Sunvely era preciosa.
Touya no dijo palabra alguna, sonrió levemente y alzó su mano formando un Ok con sus dedos, eso fue suficiente para la pelirroja. Cuando ambos se preparaban para salir de la tienda, el más bajo le tendió su brazo ya que veía que Elaine tenía algunos problemas al caminar con las guetas. Teniendo en cuenta que era la segunda vez que las usaba en su vida, era muy normal que se sintiera incómoda y que sus movimientos no fueran tan fluidos.
— Gracias. — agradeció en voz baja cuando entrelazaron sus brazos. — ¿Estás seguro de que no quieres una máscara o un Yukata? — preguntó.
Durante el camino hacia la tienda, Elaine estuvo preguntándole si quería alguna máscara o vestirse con un Yukata pero él lo rechazó lo mejor que pudo. Que ella o alguien más presente viera su piel quemada y llena de grapas no le apetecía, corría el riesgo de ser reconocido por ella, prefería ahorrarse los problemas, al menos por ahora.
— Eres muy insistente. — comentó con gracia, haciendo reír a Elaine. — Estoy bien.
— ¿Tiene que ver con lo que me dijiste en el centro comercial? — preguntó, recibiendo una afirmación por parte de Dabi.
Ella se detuvo de golpe, provocando que él lo haga también. La más alta se le queda viendo fijamente, hasta que alza la mano y con la yema de sus dedos toca la casi invisible – gracias a la mascarilla — zona debajo de los ojos de Touya, son de un color morado y su textura rugosa le recuerda inmediatamente a la cicatriz de Shoto. Puede reconocer que son quemaduras de un grado superior, casi tan letales como las que sus hermanos recibieron hace años atrás por su parte. Las pupilas del contrario se contraen, ella lo nota, es un tema que le causa incomodidad. Elaine suspira y baja la mirada, sintiéndose mal por un momento, pensando en lo mucho que debe haber sufrido su bombero.
— Ya te dije que no hagas eso. — dijo, presionando el entrecejo de la menor al verla hacer aquella mueca. — Te ves más linda cuando sonríes.
— ¿Quién te hizo esto? — cuestiona, retirando lentamente su mano del rostro ajeno. Aunque no se esperó que Dabi la tomara de la muñeca, posando su mano nuevamente sobre su rostro, acunándolo.
— Mi padre. — Elaine siente ganas de llorar, Touya lo nota, no puede evitar sentir empatía por él después de todo lo que han convivido, quiera o no, terminó tomándole cariño al azabache.
Las lágrimas nunca llegan a caer porque Dabi lo evita, no quiere que ella llore, no quiere verla llorar, le molesta, le duele, odia ver a Elaine llorar. No quiere que ella llore, no ese día, cada vez que se encuentran la fémina está llorando, quiere cortar con esa costumbre. Quiere que Elaine sea capaz de sonreír cuando está junto a él, que aleje todos sus pensamientos negativos, que sonría, que sea feliz; que por sólo un momento olvide que Touya ha muerto.
— Lo siento. — se disculpa con una risita, limpiando sus ojos. — Es sólo que... No puedo evitar pensar en todo lo que tuviste que pasar, debió de ser duro.
Hace mucho tiempo que nadie se preocupaba de él de esa forma tan sincera, como no, si la última persona que lo consoló de esa forma hace casi diez años fue ella. El varón soltó el aire retenido lentamente, tratando de calmarse porque sus palabras lo habían hecho flaquear durante unos momentos.
— No tienes que sentir compasión por mí, Elaine. — murmuró, acariciando una de sus mejillas.
— Aún así... — la más alta se queda en silencio unos segundos, dudosa.— No es necesario que vea tu rostro para saber que eres hermoso. — los ojos de Dabi se llenan de sorpresa, bajando su guardia.
«Yo... A pesar de tus quemaduras sigues siendo lindo, no necesito ver tu rostro para comprobarlo... » Sus miradas se encuentran rápidamente, como si fueran imanes y se vieran atraídos entre sí. «Porque tus acciones valen más que las palabras, has hecho mucho por mí y eso ya es lindo» Touya sonríe suavemente, él también tiene ganas de llorar — más no lo hace — su única acción se basa en acariciar con cariño el cabello de Elaine, besando a través de la mascarilla uno de sus mechones.
Una preciosa sonrisa apareció en los labios de Sunvely después de aquella acción, logrando deshacer todo el triste ambiente que crearon. Touya volvió a ofrecerle su brazo y ella aceptó gustosa, borrando todo el mal trago que tuvieron hace algunos minutos, los dos estaban de acuerdo en querer olvidarse de todo aquel día y disfrutar juntos del festival, sin nadie más, sólo ellos dos. Ya no existirían ni héroes o villanos, no habría Keigo rondando por su cabeza o la muerte de Touya persiguiendola en su memoria; sólo ellos dos, dos jóvenes enamorados que querían vivir en esa utopía unas horas más.
El sol se estaba ocultando cuando ellos decidieron comer algo, habían pasado el resto del día recorriendo el lugar, tomando fotos — Elaine, por supuesto — y cumpliendo algunos ritos tradicionales del festival. Dabi no podía dejar de ver a Elaine con cariño, había olvidado lo mucho que disfrutaba de su compañía, era como si el tiempo se hubiese detenido para ellos dos cuando estaban juntos. También se preguntaba de dónde demonios sacaba tanta energía, porque Sunshine iba de un lado a otro, queriendo probarlo absolutamente todo.
— Tienes manchado aquí. — indicó el azabache, limpiando con su pulgar la mayonesa de la comisura de los labios de la mujer.
— Gracias. — sonrió, llevándose a la boca otro Takoyaki.
Aquella era la segunda porción que la fémina comía, y no fue lo único que comió durante el día. Realmente había olvidado lo mucho que podía comer Elaine, desde la mañana hasta ahora — aproximadamente siete de la tarde — comió todo tipo de cosas: Manzanas con caramelo, dangos, onigiris, ramen, Yakisoba, sashimi, gyosas y un raspado de fresa. Aunque comer no fue lo único que hicieron, también jugaron bastante en los puestos callejeros y no pudo evitar reírse de la pelirroja cuando no pudo pescar un pez dorado en el juego de la red de papel, sin duda alguna se estaban divirtiendo muchísimo, olvidándose de todo.
— Escoge el que quieras, lo ganaré para ti. — murmura el varón, señalando la montaña de peluches frente a ambos.
Estaban frente a un puesto de tiro después de que la más joven bromeara con él, Elaine había ganado un par de premios en algunos juegos de fuerza física — claramente humillando — a Dabi en cuanto a destreza y poder. El villano se tomó a juego su provocación pero no se dejaría ganar tan fácil, por lo tanto ambos decidieron que la revancha sería en los puestos de tiro, en donde la puntería era lo que necesitaban.
Su mirada turquesa se fijó de inmediato en los patitos de colores que se cruzaban frente a él, con el arma de aire comprimido en sus manos. Elaine no le quitó los ojos de encima, viéndolo con cierta curiosidad y sintiendo que ya había vivido eso antes, hace mucho tiempo. Dabi soltó el aire que estaba reteniendo y finalmente presionó el gatillo varias veces seguidas, derribando una línea entera de patos amarillos; la más alta no pudo ocultar su sorpresa pero no se quedó parada y comenzó a aplaudir, felicitando al azabache.
— ¿Cuál quieres? — le preguntó él, con una mirada orgullosa.
— Ese. — su dedo señaló un muñeco de kumamon mucho más grande que el que recibió hace años. — El kumanon.
— ¿Te sigue gustando tanto? — la sonrisa de los labios de Elaine flaquea, volteando hacia Dabi y viéndolo sin comprender. Sintió todo su cuerpo tensando se por unos segundos, incluso un escalofrío recorrió su cuerpo. — En tu bolso tienes uno colgado, aunque se ve algo viejo.
— ¡Sí, me sigue gustando mucho! — respondió, relajándose por completo.
Touya casi arruina todo pero rápidamente supo recomponerse para que no dudara de él, quiso golpearse a sí mismo por su estupidez al haber bajado la guardia. No debía de pasarle de nuevo o de lo contrario, la pelirroja comenzaría a sospechar de él y no quería alejarse de ella, al menos no en ese momento. Quizá en el futuro, cuando todo estalle, cuando la inminente guerra entre héroes y villanos llegue, tendrá que escoger si seguir con ellos o huir con Elaine, no lo sabe, ni siquiera se ha planteado esa posibilidad pero Touya no quiere morir sin antes haberle hecho pagar a su padre todo el sufrimiento que pasó, no va a descansar en paz hasta que Enji Todoroki ruegue porque lo mate y no le cumpliría ese deseo, primero lo destruiría.
Y entonces, ella lo odiaría por siempre. Estaba más que consciente que los dos estaban en bandos completamente diferentes y que en algún momento de su vida se enfrentarían, Elaine descubriría de una vez por todas lo que pasó y esperaba que se enterara por su propia boca. Sabía que se enfadaría con él, que lo iba a odiar por mentirle, por verle la cara durante todos esos años pero él realmente quería poder decirle la verdad a Sunvely, explicarle lo que realmente ocurrió aquella tarde en Sekoto y por último: decirle que jamás la había dejado de amar.
— Te ves feliz. — comentó al observar como la fémina miraba el peluche con adoración.
— Es que me has hecho repetir algo que me hizo muy feliz. — dijo, sonriendo. — La primera vez que vine aquí, Touya ganó un peluche para mí en el mismo puesto, ¡Muchas gracias! —
Él no dice nada, no emite palabra alguna pero no puede evitar ablandar la mirada en cuanto sus ojos se encuentran con los de ella. Dabi espera no ser tan obvio pero para los transeúntes que pasan a su lado, es más que evidente que ambos se miran de una forma muy singular, en especial el varón, quien mira a Elaine como si fuera el centro de su universo y el eje de su mundo entero.
— Me gustaría verte sonreír más a menudo. — susurró, llamando la atención de la menor.
Pequeñas hordas de personas comienzan a acumularse en la colina en donde se lanzarán los fuegos artificiales esa noche, y ellos no son la excepción. Hay cientos de parejas y todas llevan en sus manos algunas linternas de luz que serán encendidas luego del espectáculo visual, Elaine estaba muy emocionada por aquello, sería su primera vez lanzando linternas flotantes y se le veía muy contenta.
Dabi carga en sus manos ambos paquetes sin despegar su mirada de la pelirroja, que bajo la luz de la luna se ve más hermosa todavía, no niega que está completamente enamorado de ella.
Cuando el momento llega se forma un silencio sepulcral que poco a poco es roto por las exclamaciones de sorpresa al ver el espectáculo, los fuegos artificiales destellan en la oscuridad de la noche formando hermosas figuras y algunos marrones, otro forman palabras y Elaine no pudo evitar sonreír cuando vio un gigante en forma de corazón surcar los cielos.
La pelirroja volteó levemente para señalarle a Touya el corazón pero no dice nada, su boca se cierra con cierto nerviosismo al notar que él la mira fijamente, reconoce esa mirada, es el tipo de mirada que le das a alguien que amas y ella sólo puede sentirse nerviosa más no incómoda; sino, siente un pequeño calor instalarse en su pecho. Ambos se observan en silencio con los fuegos artificiales explotando sobre ellos, creando un ambiente mágico.
Elaine vuelve a ser tragada por los orbes turquesa del joven, sintiendo que en ese plano no existe nadie más que ellos. El corazón le late contra los oídos, piensa que él puede escucharlo, las mariposas en su estómago hacen aparición y entonces, lo entendió todo.
Sus ojos se abren de la impresión y un rubor azotó su rostro en segundos: Le gustaba, le gustaba y no poco, le gustaba muchísimo; en ese momento ni siquiera podía pensar en Keigo, frente a ella sólo estaba él, su bombero. La más alta no desvía la mirada de Touya, ninguno dice nada pero para Dabi no es problema, porque él también lo entendió todo.
Acuna su rostro con la diestra, acariciando suavemente sus mejillas sin despegar su vista de los preciosos ojos dorados de Elaine. El de cabello azabache sonríe ante la imagen frente a él, no puede estar más feliz al saber que la joven se ha enamorado de él, porque él jamás dejó de amarla, nunca podría hacerlo. Dabi tampoco veía su vida sin Elaine o con otra mujer que no fuese ella, era imposible, nunca llegó a pensar en la posibilidad de perderla pero de sólo hacerlo, se volvía loco. Preferiría morir a no tenerla en su vida, si Sunvely alguna vez dejaba este mundo él se iría con ella, porque su existencia no tenía sentido sin ella.
— ¿Tengo algo en la cara? — preguntó con diversión, tendiendole una de las linternas.
— Sólo... Estaba pensando en algo. — responde con una diminuta sonrisa. — Pareciera que estuviéramos en enredados. — comentó, observando a su alrededor como todos lanzaban las linternas flotantes al cielo.
El azabache le sonríe y comienza a tararear la canción principal, en donde Flynn y Rapunzel están en aquel bote, esperando por ese momento para cumplir el sueño de la princesa. Ella se sonroja rápidamente y al aceptar una de las linternas que le ofrece Dabi, sus dedos se rozan entre sí, provocando en ambos una corriente eléctrica.
— Déjame ayudarte. — la más alta, extiende su pulgar hasta la linterna de Touya, encendiéndola con sus dedos y repite el mismo proceso con la suya. — Ya está.
— Que útil. — halaga con picardía a la menor, logrando que ella le dé un pequeño golpe en el hombro.
— Bobo. — responde con un puchero.
Dabi busca la mano libre de su chica, entrelazando sus dedos y obligando a que le dirija la mirada. Elaine suelta por inercia su linterna y él le imita, siguiendo con sus ojos bis faroles flotantes que se entremezclan y alejan de ellos pero sin despegarse el uno del otro.
Ellos permanecen en silencio, la fémina no puede dejar de mirar el panorama, todo se ve tan irreal, como si estuvieran en una película. La noche siendo decorada por miles de luces flotantes que se reflejan en el río, escucha la risa de los niños resonar en sus oídos junto a murmullos de conversaciones que no logra entender. Siente un pequeño apretón en su mano que la trae de vuelta a la realidad, enfoca la mirada en su compañero y sonríe, no puede despegar su mirada de él . Dabi tampoco puede dejar de verla, siente la enorme necesidad de besar la allí mismo y cumplir con su promesa hecha la última vez que estuvieron ahí. Para Elaine es lo mismo, ella también quiere besarlo, no entienden por qué pero quiere hacerlo, quiere bajar su mascarilla y estampar sus labios contra los de él.
Esa idea rápidamente es desechada por su cabeza en cuanto Keigo aparece en sus pensamientos, un amargo sabor de boca se instala en su lengua y no puede evitar confundirse. Le gusta el héroe y está segura de ello, pero también le gusta el azabache frente a ella que la ha visto llorar y la ha consolado en sus peores momentos, ¿Qué debería hacer? Siente que se está traicionando a ella misma.
Touya suspiró suavemente, soltando todo el aire retenido y lo comprende, Elaine está dudando y él tampoco va a forzarla. Una pequeña sonrisa se asoma en sus labios y con delicadeza sujeta el rostro de la pelirroja, atrayéndola hacia él y depositando un dulce y largo beso sobre su frente, rodeándola con sus brazos.
Ninguno dice nada, se mantienen en silencio, disfrutando la compañía del otro en un cariñoso abrazo. Sunvely sonríe estando en los brazos del varón, sintiéndose plena por primera vez en mucho tiempo, sin culpa, sin remordimiento, se siente feliz. A Touya le pasa algo similar, él también se siente completo, como si no necesitará nada más en el mundo, sólo son ellos dos: un par de enamorados que por obras y jugarretas del destino han sido separados innumerables veces, pero como siempre, han vuelto a encontrarse y nada ni nadie puede cortar los hilos que los unen. Se pueden tensar, enredar e incluso estirar pero jamás se pueden romper.
Porque así es y así será siempre.
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ᴄ ᴜ ʀ ɪ ᴏ s ɪ ᴅ ᴀ ᴅ ᴇ s
➥ Elaine no ha vuelto a saber de sus abuelos paternos desde la repartición de su custodia cuando era niña.
➥ Ella espera no ser asociada con ellos porque no quiere obligarse a verlos, por eso, prefiere que exista el rumor de que es la hija de Enji.
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+100 ᴠᴏᴛᴏs ʏ 200 ᴄᴏᴍᴇɴᴛᴀʀɪᴏs ᴘᴀʀᴀ ᴇʟ sɪɢᴜɪᴇɴᴛᴇ ᴄᴀᴘ.
˙˚˓˒˙˛ʿʾ․·‧°⋆ও ──
¡ɴᴏ sᴇ ᴏʟᴠɪᴅᴇɴ ᴅᴇ ᴠᴏᴛᴀʀ ʏ ᴄᴏᴍᴇɴᴛᴀʀ, ɴᴏs ᴠᴇᴍᴏs ᴇʟ ᴘʀóxɪᴍᴏ ᴠɪᴇʀɴᴇs!
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