❏ | 𝐇𝐀𝐁𝐈𝐓
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Después de su primer encuentro con Elaine, quedó con un mal sabor de boca. Dabi estaba muy confundido y un montón de emociones que creía extintas se arremolinaban en su cabeza, despertando recuerdos que intentó sellar bajo llave. No fue fácil para él deshacerse de la idea de estar junto a ella y tener un futuro brillante, pues esas eran las palabras que salieron de la boca de la pelirroja cuando eran unos niños, que él mismo terminó creyendo, que iluso.
Touya había aprendido una cosa muy importante, y era que: no importa que tanto te esfuerces, nada ni nadie asegura el éxito. Ni siquiera para él, que tenía el camino pavimentado gracias a su padre, el esfuerzo no garantiza que vaya a ser exitoso. Un día estás en la cima y al otro te pudres en la miseria como una rata de callejón, así se sentía él.
Sus pasos lo terminaron llevando hasta el cementerio, era su cumpleaños número veintitrés y muy dentro de él esperaba que su familia haya ido a visitarlo, poniéndole flores.
Sus esperanzas se vieron frustradas cuando notó que efectivamente estaba vacía, Dabi no mostró expresión alguna en su rostro pero sí le afectó, aunque quisiera negarlo, muy en el fondo si le dolía el olvido de su familia.
Estuvo a nada de irse y volver al bar junto a Giran, si no fuera por una brillante melena pelirroja que vio caminar hacia él, de inmediato y a paso lento cambio de sitio. A pesar de estar cubierto de pies a cabeza con ropa negra y una mascarilla que cubría su rostro, sentía miedo de que Elaine lo reconociera.
Dabi observó como la menor se ponía de cuclillas, apoyando las manos alrededor de su lápida, de esa forma derritiendo la nieve que se había acumulado sobre ella. Sunshine había dejado el helado sobre el mármol mientras acariciaba con sus dedos el nombre de su amigo.
— He vuelto. — canturrea sin ánimos. — He traído helado, tu favorito.
«No lo has olvidado» quiso decir, pero se mantuvo en silencio.
— Midnight nos ha pedido que escribiéramos una carta hoy. — comenta a la nada. — Dijo que debía ser para una persona especial, y tú eres mi persona especial, Touya.
Con cuidado, de su bolso tomó el sobre que había hecho para guardar la dichosa carta. La colocó oculta detrás de unas de las ofrendas y jarrones con flores que allí se encontraban, de seguro era obra de Fuyumi. Se terminó por sentar frente a la tumba, con las piernas cruzadas y el maletín en su regazo.
— Había pensado en guardarla para mí misma, pero si lo hacía, quedaría olvidada en mi armario. — suspiró. — Es mejor que la tengas tú.
Sunshine estuvo hablándole a la nada por aproximadamente más de una hora, contándole del cumpleaños de Shoto, de cómo se sentía sin su presencia, lo destrozada que había quedado su familia y sobre su vida en la UA, en todo momento Dabi escuchó cada palabra que salió de su boca, hasta ese momento no se había echado a llorar, especialmente porque no quería llamar la atención de nadie, no disfrutaría de alguien que se le acercara a preguntar si estaba bien.
Elaine fijó la mirada en su reloj, dándose cuenta de que ya era tarde y pronto se pondría el sol. No quería otra escena similar como la de hace dos semanas, ahora lo más difícil sería despedirse de Touya.
— Oye bobo. — sonrió levemente. — Ya tengo que volver, prometo venir luego de pasar mis exámenes.
La fémina no aguantó más el llanto y finalmente se quebró frente a la tumba de su mejor amigo, lloriqueando en voz baja con las lágrimas cayendo como cascada por sus mejillas coloradas.
A Dabi jamás le gustó verla llorar, el mundo se podría ir a la misma mierda y eso a él le daría igual pero ver a Elaine llorar era algo que no soportaba. Él no merecía sus lágrimas, no merecía que estuviera allí, pensando en un muerto que intentó borrarla de su cabeza para siempre.
Fue un impulso, un gran impulso que le hizo acercarse a ella, tendiéndole un pañuelo. Elaine levantó la mirada al ver una sombra, se fijó en Dabi, no le pudo ver el rostro gracias a la mascarilla que llevaba, pero sí pudo ver lo azules que eran sus ojos, robándole el aliento y recordándole de inmediato a su amigo.
— Lo lamento y gracias. — murmura secando sus lágrimas suavemente, intentando no ver al sujeto a los ojos por la vergüenza de haber llorado de esa manera frente a un completo extraño.
— Llorar no va a traerlo de vuelta. — murmuró.
Era cruel y lo sabía, pero no podía evitar ser egoísta tampoco. Quería al menos acercarse a ella, sentir el olor de su perfume y ver de cerca esos bonitos orbes dorados que lo flecharon desde el primer momento. Volver a tenerla frente a él le hizo darse cuenta de que jamás pudo olvidarla y que jamás había dejado de amar a Elaine.
Ella seguía causando un remolino de emociones dentro de su ser cada vez que aparecía, lo ponía de cabeza y lo confundía, por eso odiaba recordarla, porque volvía a salir de él ese niño enamorado de trece años que hasta en su último aliento pidió poder verla aunque sea una vez más.
— Lo sé. — contestó. — Disculpa, tengo que irme ahora.
El azabache sonrió por debajo del cubrebocas, realmente no había cambiado demasiado. Aquel aroma frutal seguía en ella, además de la timidez que la embargaba con los extraños. Esa era su niña de ojos brillantes, se comportaba de una manera distante y era desconfiada con los extraños. Algo que él mismo se había encargado de enseñarle: "no debes confiar en nadie" , menos en desconocidos de la calle. Observó como la silueta de Elaine desaparecía por el camino del cementerio y aunque quiso ir detrás de ella, no lo hizo. Lo que sí hizo fue sacar la carta y el helado de lugar, lo primero que hizo fue abrir la paleta que gracias a las temperaturas se mantuvo en su forma.
— Hace años que no probaba una de estas. — dijo para sí mismo, sonriendo melancólico.
Dabi no sabía que la carta que tenía en sus manos lo habría hecho llorar si conservara sus lagrimales.
Se tumbó en la cama, viendo sin expresión alguna el techo de la habitación que tenía en el bar de Giran. El color opaco de las paredes y algunas manchas de humedad eran bastante visibles, había vuelto hace no mucho del cementerio y no sabía cómo sentirse exactamente. La carta permanecía en el bolsillo dentro de su chamarra, dudaba en su leerla o no, algo en él le decía que no lo hiciera y por otro lado, su niño interior le gritaba que leyera lo que fuese que Elaine escribió para él.
«Que puta mierda» pensó, incorporándose lentamente mientras chasqueaba la lengua.
Abrió el sobre con cuidado de no romper nada y se llevó el papel a la nariz, sintiendo de inmediato el delicioso aroma al perfume de Sunshine. Dabi no pudo evitar sonreír levemente mientras cerraba sus ojos durante unos segundos, imaginándose que la tenía junto a él en ese momento.
— Nada en ti ha cambiado. — murmuró, bajando la mirada hasta la carta.
Prefectura de Musutafu, Japón.
2021, enero 18.
Mi queridísimo Touya:
No estoy segura de que tan buena idea sea escribir esto, posiblemente esta carta jamás sea leída por nadie más que por mí , quizá quede guardada en la caja en donde tengo mis recuerdos más preciados contigo, pero de alguna u otra forma siento que podré liberarme un poco de todo lo que siento.
Lindo, eso fue lo primero que pensé cuando Enji nos presentó. No te voy a mentir, ese día estaba muy nerviosa y creí que vomitaría. Me viste alzando las cejas, quizá buscando respuestas por tu cuenta y luego de aquello estrechamos manos, fue la primera de muchas veces que nuestras manos se juntaron, porque luego de un tiempo se volvió una costumbre el tomarnos de las manos, especialmente por mi parte, porque te insistía y tú siempre me cumpliste el capricho. Me pregunto si habrás sabido el por qué te tomaba de la mano, sino sabes la respuesta, te la diré: Me hacías sentir segura.
Era la primera vez que convivía con alguien que no fueran mis abuelos luego del accidente, me sorprendí al saber que eras el mayor, Natsuo era mucho más alto que tú y tú rostro redondo me recordó inmediatamente a tu madre. A pesar de lo introvertido que eras me hiciste sentir cómoda con su presencia, yo era muy tímida en ese entonces. En realidad, tenía miedo de hacerles daño como lo había hecho con mis hermanos, tú fuiste el único que lo notó y a pesar de correr el riesgo de quemarte, te acercaste a mí, haciéndome sentir segura cuando me aseguraste tener unas flamas más calientes que las de Endeavor.
Fue una de las razones por las que era más fácil estar contigo, no temía de mí misma porque compartimos un don similar. Recuerdo que me sonreíste a pesar de estar magullado a causa de mis llamas, ese fue nuestro primer entrenamiento juntos, en ese momento volví a temer de mí misma, no lo niego.
Te confíe muchas cosas y puedo decir que jamás me decepcionaste, los mejores recuerdos los tengo junto a ti y Natsuo, sin duda jamás me arrepentiré de haberlos conocido, fuiste alguien muy importante en mi vida, hasta puedo decir que mi primer amor. Ahora suena tonto, porque era una niña de cuatro años cuando nos conocimos, puede que haya sido un amor unilateral porque quizá me veías como una hermana menor, y no te culpo. Ahora con casi dieciocho años, no imagino lo difícil que debió ser para ti estar en la sombra y ser constantemente comparado con una niña cuatro años menor, siempre dijiste que no era mi culpa, pero no te creí, no lo hice hasta el incidente con Shoto. Jamás lo dije, pero le tuve miedo a tu padre, a veces fingía estar enferma para no asistir a tu casa, no soportaba ver como Rei cada vez se veía más demacrada, aunque no lo entendía, era una niña después de todo.
Recuerdo la última vez que nos vimos, tenías mechones blancos en tu cabellera rojiza, en ese instante no pude entender que tu cuerpo estaba preparándose para un quirk de hielo, lo que te hacía incompatible con tus llamas. No volví a entrenar a tu casa desde aquello, tuve tanto miedo de lo que él pudiera hacerte y fue lo último que supe de ti, ahora sí tenía prohibido verlos. Ya no tenía una excusa para ir a tu casa, mis entrenamientos habían comenzado en una "propiedad privada" de Enji, llegó hasta ese extremo para evitar que te viera.
Un año después me dijo que habías muerto, no podía creerlo. No podía creer que alguien tan fuerte como tú haya muerto, eras un niño que tenía mucho por vivir. ¿Pude despedirme de ti? No, claro que no. Lo único que enterramos fue una mandíbula y un par de huesos que según pertenecían a ti, seguía sin poder asimilarlo, estaba en shock.
A veces me siento culpable, lo siento por no haber hecho más por ti, no merecías vivir de aquella manera, en la sombra. No debí de creer tus palabras, debí de haber sabido leerte mejor, haber sabido que los: "Estoy acostumbrado" no significaban que no te dolieran las actitudes que Endeavor tenía hacia ti.
No quiero hacer esto un lamento, no todo es malo ahora. Aprendí de mis errores y de tu prematura muerte, me negué a que volviera a suceder y está vez... Estoy para Shoto. Algunas veces cuando miro su rostro me recuerda a ti, varias veces me he preguntado cómo te verías con veintitrés, ¿Tal vez como Natsuo? Me niego a pensar que te verías como Enji, lo más probable es que luzcas como Shoto.
A pesar de tener muchas más cosas que decir, las hojas no son infinitas y no tengo todo el tiempo del mundo, si algo de lo que me arrepiento no haber hecho la última vez que nos vimos fue decirte lo mucho que te quería, corrijo, te quiero.
Feliz cumpleaños, Touya.
La sangre corre a través de su rostro, manchando de esa forma su vestimenta. Dabi no sabe en qué momento comenzó a llorar y tampoco entendía lo que estaba sintiendo. A pesar de estar llorando no emitía sonido alguno, solamente se escuchaba su acelerada respiración dentro de la habitación.
Gotas de un intenso color carmín caen sobre la carta, el azabache presiona rápidamente sus parches, queriendo que aquello se detenga. Él no entendía qué pasaba, no podía explicar el sentimiento que le embargaba, ¿Se sentía culpable? O era simple y llanamente tristeza, pero, ¿Por qué? ¿Por qué se sentía triste?
«No lo entiendo» murmuró para sí mismo.
Touya lloraba por el sinfín de emociones devueltas que él mismo enterró, la esperanza, ilusión, tristeza, felicidad, anhelo, amor... Todas esas cosas que pasó junto a Elaine las revivió ese simple trozo de papel. Leer todo lo que sintió desde el punto de vista de la fémina fue un caos para su niño interior, todo lo que vivió, todo lo que pasó después de su prematura muerte. Lo que más le dolió no fueron los recuerdos que le hizo revivir Elaine, eso era lo de menos. A Dabi realmente le afectó el daño colateral que le ocasionó, lo que menos quería era dañar a Sunvely, porque ella no se lo merecía.
Para Touya, Elaine era su mundo entero, era el eje de su universo, la persona más importante en su vida y por quien sacrificaría a todo el mundo. Ella fue la única que lo apoyó incondicionalmente, quien le brindó su mano y secó sus lágrimas, su compañera, su mejor amiga, su primer amor. Y aunque quiso enterrar lo que siente por ella con todas sus fuerza, no puede, porque siempre será débil frente a ella, no puede ni siquiera revelarle su identidad, tiene tanto miedo de que ella lo rechace. Puede soportar cualquier cosa, puede soportar estar muerto, haber perdido su nombre, su humanidad, identidad y un montón de cosas más, pero no soportaría su rechazo. No podría decirle a la cara quien es y que ella le mirara con asco por lo que se había convertido, un villano.
— ¿Qué es esto? — Una pequeña risa brota de su garganta, haciéndose cada vez más escandalosa. — No puedo dejar de sangrar... — murmuró. — Oh, ya entiendo... Estoy llorando. — dijo, para volver a reírse.
«Siempre logras sacar mi lado más humano, Elaine» pensó, viendo sus manos llenas de sangre. «Haciendo llorar a un monstruo como yo».
Pasaron dos días desde el quiebre emocional que había tenido y él no salió de su habitación en ningún momento, se podría decir que estaba de mal humor. Dabi había estado soñando durante dos días seguidos con Elaine y eso claramente le daba malestar, porque todavía no quería reconocer que era un inútil y que jamás podría quitarse de la cabeza — y corazón — a la pelirroja. En un principio se excuso con estar curioso por su vida, por ello le había ido a ver al instituto pero después de los de hace dos días ya no podía seguir fingiendo que no le afectaba.
Su mirada turquesa se posó sobre el escritorio que tenía, estaba lleno de cosas que obtenía por allí. Estiró su mano hasta la mesita de noche para tomar la carta y volvió a leerla, lo había hecho tantas veces que creía sabersela de memoria.
— Estoy arruinado. — dijo sin gracia, chasqueando la lengua.
Se incorporó poco a poco, fijando la mirada nuevamente en el escritorio, suspiró.
«No puedo creer que vaya a hacer esto»
Despejó de mala gana el escritorio y se sentó, tomando entre sus largos dedos un lápiz cualquiera para comenzar a escribir.
Volver a escribir para Elaine despertaba un amargo recuerdo que no quería traer a la luz, cuando ambos fueron separados por su padre, Touya estuvo escribiendo y enviado cartas a Sunshine, cartas que jamás fueron entregadas ni respondidas. Enji se encargó de enviar cualquier tipo de comunicación entre los dos, quien sabe que habrá hecho con todas las cartas que él le hizo, quizá fueron consumidas por sus llamas.
«¿Qué tenías de especial? Eso me pregunté cuando te vi por primera vez. Eras pequeña y tú rostro abultado por tus mejillas te hacía lucir adorable, no pude evitar fijar mi mirada en ti apenas entraste al salón y tus hermosos ojos dorados fueron mi perdición, lo admito, puedo decir que caí por ti al verlos de cerca. Tan hermosos, brillantes y cálidos, me hiciste sentir como nunca con tan sólo una mirada.
Creí que era una broma de muy mal gusto, apenas cumplirías cinco años e ibas a ser entrenada por el viejo. No comprendía y yo pienso que tú tampoco, ninguno sabía lo que nos esperaba, aunque yo estaba un poco más preparada que tú. Te agradezco las veces que te dejaste golpear por mí para que el viejo se sintiera mínimamente orgulloso de su defectuoso hijo.
Me gustó tu cabello, nunca te lo dije pero ese tono rojo no desentonaba con nosotros para nada, parecías una Todoroki más, y te trataban como una, el viejo te adoptó aún sin necesidad de papeles, eras literalmente la niña de sus ojos. Algo irónico porque Fuyumi quería su atención a toda costa pero él no te quitaba la mirada de encima, tú no lo sabes, pero Fuyumi estaba muy celosa de ti al principio.
Constantemente era comparado contigo, recibía el rechazo del viejo mientras tú eras su orgullo pero jamás pude enojarme ni tener algo contra ti. Nunca te tuve ni te tendré odio, eras una niña asustada de un don que no podías controlar, me reflejaba en ti y por eso quise cuidarte. Al principio era un dolor en el culo, siempre siguiéndome a donde fuera, pegada a mi como una garrapata... Poco a poco fui tomándote cariño y de la nada, me había enamorado por completo de ti y me hiciste hacer cosas tan cursis que me dan ganas de vomitar de sólo acordarme, aunque las volvería a hacer solamente para poder ver tu brillante sonrisa de nuevo.
Cuando volví a saber de ti, me sorprendí que siguieras los pasos del viejo, supuse que con el corazón de pollo que tienes, le cumpliste el capricho de ser la número uno.
En una de las últimas discusiones que tuve con Enji, le dije que tú no serías capaz de convertirte en una heroína si yo no estaba, supongo que me equivoque, yo quiero creer que fuiste obligada.
Esa noche me estuve preguntando algo, ¿Me hubieras reconocido, Sunshine? Quiero creer que sí, quiero creer que eres la única que podría verme a los ojos y sin dudar llamarme por mi antiguo nombre. Sólo te daría ese privilegio a ti, solamente tú podrías llamarme Touya, ¿Lo recuerdas? Una vez dijiste que mi nombre era bonito, desde ese entonces no dejaste de llamarme por el.
Si tan sólo hubiese sabido que sería la última vez que te vería, te hubiese dado un abrazo más duradero y te hubiera dicho lo mucho que me gustabas. Me arrepiento tanto de jamás habértelo dicho cara a cara, recuerdo lo mucho que insistías en ser mi novia y las largas que yo te daba porque todavía éramos unos niños, debí de haberte dicho lo mucho que te amaba la última vez que nos vimos.
Al escribir esto siento un poco de asco, no está en mi persona ser sentimental o cursi. Realmente espero que jamás leas esta carta, sería mi tumba. Es ilógico, ¿no crees? Te escribo esto pero no deseo que lo leas, que gracioso. Voy a justificarlo con que solamente quiero desahogarme y sacar todo lo que tengo guardado, aunque sé que quiero hacerte llegar esto, porque muy en el fondo, quiero respirar a tu lado, en silencio, no necesitamos hablar. Sólo déjame acompañarte.
Aunque creo que las palabras hubiesen sobrado, ¿Sabes? Soy fiel creyente de que las acciones valen más que mil palabras pero yo no olvido, no olvido todo lo que ese bastardo nos hizo y no voy a perdonarlo, voy a encargarme de destruir su vida tal y como él lo hizo con la mía, nos voy a vengar. No olvido y tampoco olvido lo que te prometí, así que ven conmigo por las buenas, aunque no dudo que lo harás.
Correrás hacia mí como siempre lo hiciste de pequeña, y yo te recibiré con los brazos abiertos.
Ven hacia mi, Elaine.
2021, 20 de Enero.»
— Mierda. — pronunció al ver como una gota de sangre manchó el impoluto papel, estaba llorando de nuevo. — Maldición, deténganse. — cuando su llanto cesó, Dabi pudo doblar y guardar la carta en un sobre, pensativo.
Sus piernas se movieron solas, saliendo de su habitación y pasando por el bar sin mirar a nadie, no sabía a dónde se dirigía exactamente, sólo dejaba que sus pies lo guiarán a donde su subconsciente quisiera ir.
No se sorprendió en lo absoluto al verse volviendo al cementerio, el cuidador lo saludó con una seña de cabeza a la que él no respondió, no estaba de humor. Caminó hasta su tumba, observando de reojo a sus alrededores por sí se encontraba con Elaine pero no había nadie.
Su tumba estaba vacía, sonrió levemente con burla, no sabía por qué se esperaba algo de su familia cuando claramente lo habían abandonado.
Dabi se puso de cuclillas frente a la lápida, buscando un lugar en donde esconder su carta sin que nadie se diera cuenta. Sus manos llegaron hasta el pilar que constituía su nombre y al darle dos toques supo que estaba hueco, entonces, retiró la tapa y metió la carta allí con rapidez, no quería testigos.
Se quedó unos minutos allí, sin decir nada, sólo observando su propia tumba y preguntándose qué demonios habían enterrado allí. Algún día quizá lo descubriría, se preguntaba cómo lo habían reconocido si su cuerpo se quemó por completo en el monte Sekote.
— Esto se va a volver un pésimo hábito. — dijo en voz alta, captando movimiento lejano: era ella, Elaine.
Touya volvió a sonreír con cierta gracia, él tenía razón, ir al cementerio con la esperanza de toparse a la pelirroja y poder verla aunque sea unos minutos se volvió un horrible hábito de su parte. Pues no faltaba ni un sólo día al, esperando por la visita de la pelirroja y poco a poco, fueron volviéndose más y más cercanos, al punto de compartir secretos y mantener extensas charlas entre ellos. Dabi se había vuelto el consuelo de Elaine cuando estaba triste, llevando pañuelos con aroma cada que se veían, pues ella siempre estaba llorando y después de tantos encuentros y sin quererlo, volvió a enamorarse de ella una vez más.
«Tal vez en los cuentos siempre gane el héroe, pero este es mi cuento y no tengo posibilidad de perder. Voy a hacer lo que sea necesario para tenerte de vuelta, Elaine»
Ahora todo estaba claro para él, ya no había niebla que lo cegara ni orgullo que le impidiera aceptar sus sentimientos, si Elaine era su debilidad, era el único que lo sabría y no permitiría que nadie se le acerque más de la cuenta.
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ᴄ ᴜ ʀ ɪ ᴏ s ɪ ᴅ ᴀ ᴅ ᴇ s
➥ La altura de Elaine, Endeavor o All might a veces les causa problemas en lugares públicos.
➥ Ya que la altura media en Japón no pasa el 1,75. Por lo que a veces deben de agacharse para entrar por una puerta o subir al metro.
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+100 ᴠᴏᴛᴏs ʏ 150 ᴄᴏᴍᴇɴᴛᴀʀɪᴏs ᴘᴀʀᴀ ᴇʟ sɪɢᴜɪᴇɴᴛᴇ ᴄᴀᴘ.
˙˚˓˒˙˛ʿʾ․·‧°⋆ও ──
¡ɴᴏ sᴇ ᴏʟᴠɪᴅᴇɴ ᴅᴇ ᴠᴏᴛᴀʀ ʏ ᴄᴏᴍᴇɴᴛᴀʀ, ɴᴏs ᴠᴇᴍᴏs ᴇʟ ᴘʀóxɪᴍᴏ ᴠɪᴇʀɴᴇs!
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