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❏ | 𝐓𝐇𝐄 𝐔𝐍𝐅𝐎𝐑𝐆𝐈𝐕𝐀𝐁𝐋𝐄

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𝐓𝐇𝐄 𝐔𝐍𝐅𝐎𝐑𝐆𝐈𝐕𝐀𝐁𝐋𝐄

❝ Espero que al fin puedas perdonarme, Touya. ❞

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Caminó por el pasillo principal, lento y pausado, como si deliberadamente quisiera retrasar el reencuentro lo más que pudiera. Siente un enorme peso sobre su espalda, y el oxígeno comienza a escasear; aún así no se detiene y sigue adelante, debe hacer lo correcto.

No recuerda cuándo fue la última vez que entró a su habitación, ni siquiera cuando le rezó. Touya es y sería un tema delicado para la familia, un tabú, algo que no se ha dicho. Lo primero que hace al cruzar el shoji es encender un par de inciensos para él, se pone de rodillas en el tatami, cierra los ojos y comienza a orar.

«Aún no sé que puedo hacer por mi familia, el sueño de antes se sigue repitiendo; mi esposa e hijos felices en la mesa… Ojalá tú también estuvieras en él, Touya»

Levanta la cabeza y sus ojos se encuentran con los de su hijo, los cuales heredó. Hace años que se ve incapaz de ver una sola foto suya, porque es una herida abierta, una que no puede cicatrizar. Observa su foto fúnebre en silencio, recordando los últimos momentos que tuvo con él, no hay ni uno sólo en donde no haya sido un horrible ser humano, separar a un par de niños enamorados por su avaricia… ¿En qué estaba pensando en ese momento? Si le hubiese hecho caso, si lo hubiese escuchado esa vez las cosas serían diferentes.

No puede seguir lamentándose, ¿Se arrepiente? Por supuesto que sí, es por eso que ha decidido que debe comenzar pidiendo el perdón de Elaine. Debe hacer lo correcto, le hará entrega de aquello que le ha estado ocultando los últimos diez años.

— Y espero que al fin puedas perdonarme, Touya. — dijo, sin apartar la mirada del altar. — En donde sea que estés, puedes dejar de odiarme.

Se pone de pie al finalizar la oración, pero no regresó al comedor, sino que sigue de largo y se dirige hasta su habitación. Allí, al alcance de todo el mundo, se encuentra un secreto que ocultó durante muchos años, algo que le quitó a Touya. Esa vez, no sólo le arrebató a su primer amor, sino también su posibilidad de comunicarse, de estar en contacto. Llegó a extremos terribles como cambiarlo de escuela e incluso, interceptar sus cartas.

Y eso es lo que ha venido a buscar.

Al fondo de su armario, escondida entre un montón de prendas se haya una caja polvorienta de color cartón. Al tomarla, sus manos se ensucian, ha estado allí desde hace diez años, sin ser abierta, ni tocada. Dentro de ella están todas las cartas que Touya alguna vez le escribió a Elaine, y que nunca le hizo llegar, ¿por qué lo hizo? Se pregunta, pero ni siquiera él puede dar una respuesta, ¿por qué hizo algo tan cruel? Su hijo murió sin saber que Sunshine no respondió sus cartas porque jamás le llegaron, y aún así nunca se rindió porque continuó escribiéndole hasta el día de su muerte.

— Su hermano… — murmuró Izuku.

Aunque la cena ha terminado, continúan sentados en el comedor. La primogénita de los Todoroki decidió explicarles a los menores de lo que hablaban, ya que les habían oído en medio de su charla familiar. Sabe que no les debe explicaciones, pero aún así no quiere que vean a Natsuo como un caprichoso o grosero; porque por regla general no es así, sólo que su padre lo pone de mal humor.

— ¿No les contaste lo de Touya? — cuestionó la mayor.

— No exactamente… — la pelirroja desvía la mirada, pues lo mencionó más no dijo su nombre.

El menor de los varones le miró, recordando vagamente lo que alguna vez le dijo durante el festival deportivo, Touya era ese niño que la incitó a convertirse en héroe sino mal recuerda, quien la empujó a seguir adelante aunque él no esté presente.

— No es un tema fácil de sacar.

Sunshine le da la razón al menor, ¿Cómo demonios comienzas esa conversación? Con un: “oh, ¿sabías que tengo un hermano que falleció a causa de su Quirk? Es una historia muy triste”, ¡por supuesto que no! ¿En qué clase de situación podrías contar algo como eso? Ni siquiera ella se imagina como. La verdad de lo que sucedió con Touya la saben muy pocas personas, no es algo que uno pueda ir comentando por allí de forma casual, ni siquiera le contó a  Kaede como fue que falleció; sólo que está muerto.

—Natsuo, Touya y Elaine eran muy cercanos, solían jugar juntos. — explicó Fuyumi. — Aunque claro que, la conexión que tenía con ella era un poco diferente. — la nombrada suspiró.

Eran realmente inseparables, siempre estaban juntos, eran como los tres mosqueteros. No niega que extraña aquellos días donde la casa estaba llena de risas, donde sus rodillas dolían de tanto caerse debido a sus juegos o cuando aprendieron a andar en bicicleta y más de alguno se hizo más que un simple rasguño. Echa de menos esos momentos tan simples, donde sólo hacían cosas como cualquier otro niño, las noches de películas mientras comían pizza; los videojuegos, las rutinas de spa y las batallas fantasiosas que fingían.

Recuerda con cariño que en época invernal salían al patio para construir muñecos de nieve, hacer fuertes y pelear en guerras campales; para después entrar a casa y comer deliciosas galletas recién horneadas con una enorme taza de cocoa caliente. En esos días caían exhaustos sobre los futones — debido al cansancio — y dormían de corrido toda la noche.

Son momentos que no volverán jamás, pero que guarda y añora con todo su ser.

— Fue poco después de que ingresaran a mamá. — continuó. — Eso empeoró su estado, no podía ver a Shoto… Aunque Elaine tampoco podía verla. — la menor bebe del té, pensativa — Ahora lo ha superado. — sonrió levemente. — Natsuo es el único que sigue preparado para pelear, cree que fue papá quien mató a Touya.

— Por eso tenía esa cara. — comentó Katsuki.

— Siento hablar de esto. — vuelve a disculparse.

El patriarca desvío la mirada, escuchó todo. No lo hizo con mala intención o deliberadamente para espiar, simplemente pasaba por allí para comunicar que tenían que volver y al oírlos hablar de un tema tan importante no fue capaz de interrumpir, así que se quedó frente al shoji.

Nunca ha sido lo suficientemente valiente como para hablar de Touya con sus hijos, ni siquiera para mencionarlo. Es algo que no puede hacer, es como si su mente se bloqueará, incapaz de rememorar aquel accidente que pasó en el monte Sekote. Él estuvo allí, buscando a su hijo por toda la montaña, en el mismo lugar donde un año atrás lo separó de Elaine. Por supuesto que traer aquello de vuelta no es nada grato, no quiere recordarlo. No quiere volver a sentir ese dolor en el pecho, no quiere volver a pasar por lo mismo. Aún tiene vestigios de los gritos de Sunvely cuando le dio la noticia, llantos descontrolados y furiosas llamas que quisieron consumir todo a su paso; recuerda retener su pequeño cuerpo entre sus brazos mientras las lágrimas de la menor se evaporaban antes de siquiera caer debido al descontrol de su singularidad.

— Es hora de volver a la escuela. — Enji hizo aparición, asomando medio cuerpo por el shoji.

«¿Cuántos años tenías? ¿Ocho o nueve años?» se pregunta el héroe mientras caminan de vuelta al recibidor, observando la espalda de Elaine. «Eras una niña, ¿Cómo pudiste soportarlo? Elaine, ¿Cómo puedes estar de pie y seguir adelante? ¿Cómo puedes seguir sonriendo cálidamente a pesar de lo que hice? ¿Cómo es que siquiera puedes llamarme “papá”? ¿Por qué no me recientes como Natsuo? ¿Por qué no me detestas?
¿Por qué estás aquí? ¿Por qué me defiendes? Si me odiaras o guardarás rencor, aliviarías un poco la culpa que siento, pero cada que te veo sonreír y hablar de Touya con ese amor incondicional que tienes por él, algo en mi se fragmenta.»

«Por supuesto que soy culpable, pero tu amabilidad y cariño hace que me sienta aún más culpable.» Se calzó su abrigo, observando detenidamente como su hija menor abrochaba la enorme parca de Fuyumi. «Quizá si hubiese hecho lo correcto la historia sería muy diferente, probablemente hayan buscado una solución para el quirk de Touya. Estoy seguro de que hubieses hecho de todo para ayudarlo a cumplir su sueño, incluso en estos instantes probablemente ya sería un héroe profesional, ¿Cómo te hubieses llamado, Touya?»

— Gracias por la cena, estuvo riquísima. — dijo izuku, haciendo una reverencia.

— Gracias. —

— ¡Enséñame la receta del mapo! — exigió el rubio, gruñendo.

— Claro.

Mientras Fuyumi se despide de los amigos de su hermano, Endeavor le da una seña a Elaine para que hablen a unos metros más allá. No comprende qué es lo que sucede pero no desobedece, quizá tenga que ver con su regreso a la agencia pues no volverá con ellos en el coche. Se quedará un poco más con la albina antes de regresar, además no hay sitio en el coche para ella.

El varón se cuestiona en cómo proceder, observa el rostro confundido de su hija y no sabe cómo actuar, ¿Cómo debería empezar? ¿Cómo es que le entrega algo tan delicado? Es tan cobarde que ni siquiera pudo traerlo consigo, dejó las cartas a donde pertenecen, junto con el dueño original.

Está nervioso, le sudan las manos y ver los ojos de Elaine no ayuda.

— ¿Todo en orden? — preguntó con curiosidad, lo veía muy pálido.

— Ya es hora de irme. — contestó, confundiendo a la menor. — Dejé algo para ti en la habitación de Touya.

Elaine abre los ojos al máximo, confundida, ¿su padre entró a la habitación de Touya? ¿Después de tantos años? La curiosidad la comió viva, preguntándose qué demonios está pasando. Enji se ve nervioso, no quiere mirarla y su pie toca rítmicamente el suelo.

— Elaine, perdóname. — Frunció el ceño, sin comprender absolutamente nada.

— Yo te perdoné hace mucho tiempo, papá. — él niega.

Suspiró.

— Ve lo que dejé para ti, ahora sí puedes perdonarme. — sonrió levemente. — Incluso si no quieres hacerlo, está bien, lo aceptaré.

«Pero este es mi comienzo, voy a recompensar a mi familia»

Elaine vuelve adentro, pasmada y perdida en sus pensamientos. Curiosa por las palabras de su padre, comienza una caminata hasta la habitación del mayor, la cual progresivamente va aumentando la velocidad, hasta el punto de llegar a correr. Hay algo dentro de ella que se lo dice, siente la necesidad de hacerlo. La está llamando, puede oír su voz ahogada, suplicante, ¿Dónde estás, Touya? Se pregunta. Abre el shoji con fuerza, encontrándose con una pequeña caja de color cartón a los pies del altar. No la reconoce, nunca vio que el Todoroki tuviera una de esas.

Vuelve a oír la voz, llamándola.

Se arrodilló frente al altar y antes de tocar la caja, intercambió miradas con la foto fúnebre, pidiendo permiso.

Retiene el aire en sus pulmones y quita la tapa, dentro hay un montón de sobres de color amarillo debido al paso del tiempo, incluso el papel se ve trasparentoso. Toma una sin pensarlo al reconocer la pulcra letra de Fuyumi en el sobre, ¿Qué es lo que dice? La dirección de su casa.

Frunce el ceño.

Sin más dilación abre el sobre, extrayendo la carta que hay dentro y al momento de leer la fecha, se derrumba.

«Mayo 22, 2011

Prefectura de Musutafu.

Te extraño, es lo único que quiero decirte. Y cuando lo digo, te extraño más. Me preguntó cuánto más debo esperar para volver a verte.

Ha pasado un mes desde que no nos vemos, ¿Cómo estás? Yo terrible. Sé que lo último que quisieras saber de mi es que estoy mal, pero no puedo mentirte, Elaine.

Te extraño, te extraño muchísimo. Te necesito, jamás creí que pudiera sentirme tan mal. Siento que me han arrancado parte de mí, me siento sólo, inútil y fracasado, ¿No puedo hacer nada bien? Al perderte me dí cuenta lo mucho que me acostumbré a ti y a tu presencia, me haces falta; puedo verte en todos lados. A veces cuando miro por la ventana, te veo jugando en el jardín pero sé que es una ilusión y eso me está matando.

Continuaré escribiendo, incluso si no respondes. Siempre esperaré por ti, no importa cuánto tiempo pase.

Touya, Die Sonnenblumen»

Las lágrimas no tardaron en bajar, una tras otra, poco a poco hasta transformarse en cascadas. Vuelve a mirar la caja y revisa los sobres, están ordenados por fecha y es allí en donde cae en cuenta que son todas cartas que le escribió Touya pero nunca le llegaron, ¿A eso se refería Enji? ¿Él las ocultó durante todos estos años? Siempre creyó que Touya pasó su tiempo entrenando para volverse más fuerte, pero nunca supo que le estuvo escribiendo por casi un año. Lo que más le dolía es que continuó haciéndolo aunque ella jamás haya respondido, él jamás se rindió, nunca dejó de pensar en ella, ni por un segundo.

Alza la mirada nuevamente, encontrándose con Touya.

Rompe en llanto como nunca antes lo ha hecho, grita y patalea como una niña. Envuelve la caja con sus brazos como si fuera lo más preciado que tiene, mientras que se inclina hacia delante y su frente toca el tatami.

Le duele, le duele muchísimo.

Le duele pensar en todo lo que sufrió estando solo, en lo mucho que lloró, en todas las veces en las que nadie lo consoló, en las que se tuvo que curar las heridas por sí mismo y nadie se preocupó por él. Puede verlo sentado en el escritorio mientras le escribe y las lágrimas no cesan, se siente horrible. Nunca fue ajena al dolor de Touya, pero siempre pensó que la peor parte se la llevó ella debido a su muerte pero, ¿Cómo la pasó él antes de morir? Ni siquiera pudo verla por última vez, murió con la imagen de lo que pasó en Sekoto cuando Enji los separó.

La temperatura dentro de la habitación aumenta y los gritos de Elaine no hacen más que llamar la atención de Fuyumi, quien corre para socorrerla, preguntando qué ha pasado. Al llegar a la escena la encuentra con la sien pegada al Tatami sin dejar de llorar, puede ver que sostiene algo pero no logra saber qué es hasta que pisa el sobre y reconoce de inmediato el contenido.

— Oh, Elaine. — exclamó con angustia, abrazándola.

La menor se aferra a ella de inmediato, hipando y tratando de hablar pero el llanto no cesa. El japonés se transforma en alemán y es allí cuando deja de entender lo que trata de decirle.

— Pensé… creí que te habían llegado. — murmuró, acariciando su espalda.

Elaine continúa llorando, durante años pensó que se dio por vencido, que sólo quedaba esperar para verlo en UA y entonces podrían retomar su relación. Creyó que se concentró en él mismo, que la había hecho a un lado para convertirse en el héroe que siempre anhelo ser.

Él la extrañó tanto como ella a él, sufrieron en igualdad de condiciones la dolorosa separación. Y tomando en cuenta su propia experiencia, es consciente del sufrimiento pero, la diferencia entre ambos es que ella tiene una familia amorosa, comprensiva y preocupada. Touya tuvo una familia disfuncional, con un padre violento, ausente y abusivo, junto a una madre permisiva, sumisa y desequilibrada mentalmente. No había nadie allí para él, a diferencia suya nadie lo ayudó. Nadie lo consoló, ni intentó subirle el ánimo, ni tampoco recibió amor, estuvo completamente solo.

Y eso es lo que más le pesa.























































































Pasados unos minutos la habitación queda en completo silencio, la pelirroja se ha calmado y ahora solamente llora en silencio. Tiene a Fuyumi a su lado, quien sigue acariciando su espalda dulcemente. No quiere preguntar por qué los sobres tienen su letra pero el contenido es de Touya, en la caja quedan aún muchas cartas y quiere leer todo, pero no sabe si es buena idea; No en ese estado.

Comprende la decisión de Enji, es loco, ¿verdad? Ella es más consciente que nadie de su singularidad, si hubiese recibido la caja cuando era una niña es más que probable que provocase un accidente terrible. No sabía controlarse, se saldría de control y lastimaría a más de un inocente. No lo justifica — para nada — pero sí lo entiende, comprende que lo hizo por un bien mayor. Aunque aún se cuestiona algunas cosas, ¿por qué no lo hizo antes? Podría haberle dado la caja cuando entró a UA, apenas supo que era de confianza y que no se saldría de control.

Tiene tantas preguntas.

El teléfono en su bolsillo comienza a sonar con el característico tono que puso para Shoto, alzó una ceja, curiosa. Su hermano menor no es la clase de persona que llama, él prefiere enviar un mensaje, incluso pregunta antes de marcarle.

Frunce el ceño, preguntándose por el repentino cambio de actuar, ¿se le había quedado algo en casa? No es problema, se lo llevaría de inmediato. Algo dentro de ella le dijo que no se trataba de un asunto tan trivial, y eso le dio mala espina.

Un escalofrío recorre su espalda.

— ¿Shoto? ¿Qué sucede? — Lo primero que escucha a través de la línea son gritos, son diferentes voces las que piden auxilio.

— ¡Papá se ha quedado paralizado! — gritó, visiblemente asustado! — ¡El villano tiene a Natsuo! — exclamó, provocando que se pusiera de pie de forma automática.

— Mándame la ubicación, voy para allá. — contestó, antes de colgar.

Se limpió el resto de lágrimas con las manos aún temblando, por más que quiso gritar y preguntarle sobre el estado del albino, no lo hizo. Tenía a Fuyumi a su lado, no podía simplemente volverse loca, porque la preocuparía a ella también.

Elaine se calza su traje de héroe lo más rápido que puede mientras responde las preguntas de la albina, no decide mentirle, pero tampoco le dice la verdad; simplemente le comenta que hay un problema con un villano y necesitan su ayuda, nada más y nada menos. Le pide que por favor guarde todo lo que quedó en la habitación de Touya, porque volverá a recogerlo después de resolver el incidente.

Sale de allí prácticamente corriendo, revisa la ubicación en tiempo real de Shoto y se da cuenta de que no están tan lejos como creyó. El incidente se está produciendo cerca del puente de la calle siete, en la intersección con el Seven eleven.

Emprende vuelo a media calle, asegurándose de que no haya nadie a su alrededor, y mientras surca los cielos comienza a cuestionar muchas cosas, la primera es: ¿Qué demonios le sucede a su padre? ¡Es el símbolo de la paz! ¡El número uno! ¿Cómo se ha quedado pasmado en una situación tan delicada? Se supone que en caso de toma de rehén, el héroe tiene la responsabilidad de salvarlo a toda costa, incluso si eso significa tomar la vida del villano en el proceso y más aún, cuando éste amenaza la vida de un civil.

Grita para sus adentros, ¡el rehén es su hijo! ¿Por qué demonios se ha quedado quieto? ¿Es acaso el oponente demasiado fuerte? Lo duda, Endeavor fue capaz de enfrentarse a High end y salir victorioso, no hay nadie más fuerte que él. No lo entiende, ¿aquel villano sabrá que la persona que tomó como rehén es hijo del número uno? ¿Es algo que hizo premeditadamente? ¿Cuál era la posibilidad? Es decir, Natsuo salió de casa hace poco más de media hora, dijo que saldría para despejarse y regresaría. Si es así, ¿en qué momento lo capturó? Si su hermano usó el autobús o el metro, ¿Cuál es la probabilidad de que entre todos los rehenes él haya sido el escogido? Descarta por completo el uso del metro, no tiene sentido debido al sitio en donde se produce la batalla, no hay ninguna estación cercana.

Descartando esa posibilidad, la probabilidad baja. Parece algo planeado, algo que se hizo con dolo. Si su teoría es correcta… ¿Cómo o de quién obtuvieron la dirección de su casa? ¿Quién sabría que el héroe volvería a casa esa noche? Eso es información clasificada, Enji nunca le cuenta nada a nadie; no habla de su fuera privada dentro de la agencia, ni siquiera fuera de ella. Tiene demasiadas preguntas y desafortunadamente ninguna respuesta, dejará eso para después, no busca encontrarle sentido a todo esto, sólo ruega por el bienestar de Natsuo.

Si ese villano se atrevió a ponerle un dedo encima… No va a responder.

Sale de sus pensamientos al ser encandilada por una potente luz que reconoció muy bien, es Bakugo. Una sonrisa fugaz se escapa de sus labios, dándose cuenta que ha logrado condensar y soltar una de sus explosiones… Sólo ha pasado una semana, son realmente geniales.

Llegó tarde pero nada de eso le importó, corrió como nunca antes hasta donde estaba Natsuo. Empujó a todo el mundo para llegar a su lado, incluyendo a Bakugo.

No le importó nada más que su hermano.

Lo abrazó con fuerza mientras le preguntaba una y otra vez si estaba bien, si le dolía algo o si necesitaba una ambulancia.  El alma regresó a su cuerpo al verle allí, bien, vivo y sin ninguna herida en particular.

Antes de que pudiera reaccionar, son envueltos fuertemente por un acalorado abrazo, es Enji. A ella no le afecta en lo absoluto su calor, pero no puede hablar por el albino, después de todo sus singularidades son totalmente opuestas.

— ¿Estás lastimado? — preguntó al separarse, preocupado.

— Qué calor… — se quejó, tenía a dos personas con don de fuego a su lado.

Elaine rió, volviendo a ser asfixiada en los brazos de su padre. Se sentía extraño, es la primera vez que es él quien se acerca — voluntariamente — a abrazarlos. Si bien ella ha tenido más contacto físico con el héroe que el resto de sus hermanos, sigue siendo algo poco común. Aún así, no desaprovecha el momento y se hunde en los brazos del patriarca, ignorando las burlas de Katsuki y centrándose en su familia.

— ¡Suéltame! — chilló el albino, volviendo a sus sentidos y rompiendo el abrazo.

— Natsuo… — interviene.

— Lo siento. — la interrumpe, Enji. — Por un segundo pensé… Que si te salvaba, desde ese momento no podrías criticarme en la cara. — tanto ella como su hermano abren los ojos, sorprendidos.

«Natsuo, no te pido que me creas, pero no pretendía apartarlos. Aunque admito que eludí la responsabilidad y huí. Es cierto, es como si yo hubiera matado a Touya». Los coches comienzan a pitar sus bocinas entre el silencio de Natsuo, y Elaine lo mira instintivamente; es allí donde ambos se dan cuenta del estado del otro. Mientras que los ojos del varón están rojos, claro indicador de que retiene el llanto; el rostro de Elaine también lo está, tiene los ojos hinchados al igual que los labios, signos de que ella ya lloró, y mucho.

— ¿Qué no pretendías apartarnos? — repitió con voz temblorosa. — ¿Entonces qué? — cuestionó mirando a la pelirroja. — Touya siempre me decía lo mismo, yo no te perdonaré… Nunca. — las lágrimas se acumulan en sus ojos y sonríe.

«No soy tan bueno como Shoto, ni siquiera tan amable y compasiva como Fuyumi; mucho menos tan empático como Elaine.»

— Aún así te dejas ver por Fuyumi, Elaine y Rei, ¿verdad? — cuestionó. — Ella quiere tener una familia, porque yo la destruí.— confesó, bajando la mirada. — Te esfuerzas porque sabes lo emocionada que está por recuperarla, tu también eres bueno.

El menor aprieta los dientes mientras reprime un sollozo, no quiere ser vulnerable frente a él, no quiere darle el lujo de llorar en su presencia. No desea demostrarle que le afecta, él ya no es ese niño pequeño que huía de él apenas lo veía entrar en casa, ese que se refugiaba en los brazos de su hermana mayor mientras ocurrían los actos de violencia. Ya no es ese niño, quiere que lo sepa bien, que se de cuenta de que no volverá a dañarlo, de que no es importante para él.

— No necesitas perdonarme. — dijo, mirando fijamente los ojos grises del varón. — No quiero su perdón. — está vez, miró a Elaine. — Quiero compensarlo.

Las lágrimas al fin caen de sus ojos, sin poder creer en las palabras dichas por su padre. El corazón se le aprieta dentro del pecho, está tan frustrado, tan furioso, y lo único que hace es llorar.

— Fuyumi parece tan contenta… — murmuró. — Pero verte la cara me lo recuerda, ¿Por qué tengo que esforzarme por cambiar yo? — exclamó con cólera. — ¿Qué puedes hacer para compensarlo? — preguntó, sollozando.

— Tengo algo en mente.

Mientras Ending lloriquea como un niño, la policía arribó a la escena, controlando un poco el caos formado y volviendo a abrir el tráfico, el cual se detuvo gracias al mismo villano. Llegaron a la conclusión de que su don fue potenciado con algún tipo de droga, más específicamente con Boost; la misma droga que comenzó a circular gracias a los siete preceptos de la muerte. A diferencia de antes la cantidad había disminuido de forma considerable pero aún circula por las calles.

Cuando la policía se marchó, Elaine se acerca al mayor a pasó lento, posándose a su lado en silencio. Él posa sus ojos en ella, fijándose a detalle en su rostro y notando plenamente su presencia ahora que todo terminó, ¿Cómo llegó hasta allí? Es más que evidente que Shoto la llamó.

Suspiró.

— ¿Lo viste? — preguntó, refiriéndose a la caja.

— Sí. — asintió, jugando con sus manos. — ¿Por qué lo mantuviste en secreto todos estos años? — alzó la mirada, clavándola en él.

Dorado y turquesa se encuentran rápidamente, está vez no hay miedo en él, no tiene miedo de responder con total honestidad. Lo peor que podía pasar ya pasó, la culpa disminuyó un poco y si Elaine lo llega a detestar por el resto de su existencia va a aceptarlo.

No quiere su perdón, no es lo que busca.

— Creí que al enseñarte ese lado de mi hijo, dejarías todo atrás. — confesó. — Estaba tan cegado por el poder, por el deseo de superar a All might que, no me importó manipularte para que siguieras mi camino.

Siempre fue consciente de su dolor, nunca podría olvidar todo lo que sufrió la joven frente a él, nunca. Creyó que al mostrarle ese lado de Touya, lo que sucedía desde su perspectiva; ella simplemente lo abandonaría todo. Fue sumamente egoísta y ni siquiera consideró el verdadero deseo de — en ese entonces — inocente niña, es tan cobarde que hasta el día de hoy se ve incapaz de preguntarle si el camino del heroísmo es el que realmente quiere para su vida. También tuvo miedo de volver a herirla, lo último que quiere es ver que se convierta en esa infante llena de trabas, inseguridades y miedo. No es su hija biológicamente pero él la percibe como tal, y como su padre, no quiere que sea infeliz.

— Yo te perdoné hace mucho tiempo, papá. — dijo con voz temblorosa, regalándole una sonrisa. — Fuiste la única persona además de mis abuelos que me vio como lo que realmente era: una niña.

Mientras que todo el mundo a su alrededor le temía por el peligro que su  don representa, Enji siempre la vio como una niña pequeña. Nunca dudó de ella ni de sus intenciones, le presentó a su familia sin pensarlo y dejó que se hiciera amiga de sus hijos aunque conociera los riesgos de su singularidad. No hizo distinción entre sus hijos biológicos y ella, la trató como a una más de la familia. Celebró sus cumpleaños, sus logros y estuvo en sus momentos más difíciles. Quizá no fue un buen padre, ni mucho menos supo como acercarse correctamente, tampoco es comunicativo ni abierto al diálogo, de hecho, da la impresión de que al mínimo fallo va a regañarte.

Era torpe, terco, egocéntrico, orgulloso y hasta hace poco egoísta pero ha visto más allá de él, y notó lo mucho que ha cambiado a diferencia de hace algunos meses. El Enji actual sigue siendo torpe, es menos terco y ha dejado su orgullo de lado al admitir todos sus errores, reconociendo su actuar y pidiendo disculpas; — qué si bien no arregla nada, es un avance — ha estado intentando ser más cercano, con Shoto es más flexible y ahora incluso da explicaciones sobre sus actos, se puede decir que es más responsable afectivamente. El Endeavor de principios de año no es igual al actual, son personas muy diferentes.

— Gracias. — sonrió. — Gracias por haber tenido el valor de entregármelas. — dijo, refiriéndose a las cartas. — Estoy mucho más tranquila al saber que Touya jamás se rindió, a pesar de todo… —

Es envuelta por sus cálidos y fuertes brazos, Elaine siente sus ojos picar y deja que sus sentimientos fluyan tal cual como sus lágrimas. Se aferra a su padre con desesperación, como si sólo él pudiera consolarla en ese instante. Con ese abrazo dejaron atrás el pasado; los rencores, gritos y peleas sólo serían un mal recuerdo, algo que no volverá a repetirse en el futuro.

— Elaine. — pronunció, limpiando sus lágrimas. — Puedo jurar por mi vida, que Touya te quiso hasta el momento de su muerte, nunca se rindió, ni te olvidó, ni siquiera por un segundo.

La menor sonríe aunque su mirada esté borrosa debido al llanto.

— Lo sé, papá. — sorbió su nariz. — Lo sé.





































Sus lágrimas aquí:
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ᴄ ᴜ ʀ ɪ ᴏ s ɪ ᴅ ᴀ ᴅ ᴇ s

◎ Los sobres de las cartas eran firmados por Fuyumi porque de esta forma creían que su padre no las interceptaría.

◎ Enji conoce el contenido de todas las notas que escribió Touya, y la que más le pesa es la última que dejó antes de morir.

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+110 ᴠᴏᴛᴏs ʏ 200 ᴄᴏᴍᴇɴᴛᴀʀɪᴏs ᴘᴀʀᴀ ᴇʟ sɪɢᴜɪᴇɴᴛᴇ ᴄᴀᴘ.

















































˙˚˓˒˙˛ʿʾ․·‧°⋆ও ──
¡ɴᴏ sᴇ ᴏʟᴠɪᴅᴇɴ ᴅᴇ ᴠᴏᴛᴀʀ ʏ ᴄᴏᴍᴇɴᴛᴀʀ, ɴᴏs ᴠᴇᴍᴏs ᴇʟ ᴘʀóxɪᴍᴏ ᴠɪᴇʀɴᴇs!

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