❏ | 𝐀 𝐇𝐈𝐃𝐃𝐄𝐍 𝐒𝐄𝐂𝐑𝐄𝐓
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𝐇𝐈𝐃𝐃𝐄𝐍 𝐒𝐄𝐂𝐑𝐄𝐓
❝ Si te invitan a cenar, esperas que sea agradable. ❞
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Ha pasado una semana desde que el trío de oro está bajo el mando de Endeavor, la experiencia que ganaron durante ese tiempo no podría ser comparada con ningún otro hecho. Trabajar con el número uno es sin dudas una tarea difícil, seguirle el paso es sencillo hasta cierto punto, pero ser más ágil y veloz que él no lo es, siempre termina resolviendo los incidentes antes de que ellos puedan percatarse. Siguen dando todo de sí para poder alcanzarlo, para estar a su nivel, pero no pueden darle cara al símbolo de la paz.
Es de noche, su turno con Enji ha terminado pero eso no quiere decir que todos vayan a descansar. El mayor continúa patrullando por su cuenta al igual que Sunvely, quien no los acompañó ese día, sino que trabajó por su lado gran parte de la tarde, encontrándose con ella de vez en cuando.
Izuku sabe que no podrá ser como él de inmediato, irá paso a paso hasta convertirse en un gran héroe.
— Muchas gracias, Sunvely. — agradece el policía, esposando al villano. — Estos días han estado más activos que nunca.
— No hay de qué. — respondió con una sonrisa, observando como metían al delincuente a la patrulla. — Espero que puedan rastrear a su proveedor. — murmuró, desviando la mirada.
La persona que capturó hace unos minutos no era nada menos que un microtraficante, un hombre que vendía sustancias ilícitas. Tenía orden de detención por venta de drogas, y ya había sido arrestado antes pero en ese momento no pudo probarse el delito debido a que no llevaba nada con él además de dinero en efectivo; gracias a la base de datos de la policía pudo reconocer su rostro y atraparlo en el acto.
Se alegra de haberlo entregado a la justicia, las drogas sólo arruinan la vida de quienes las consumen. En la sociedad actual en la que viven, incluso los niños están teniendo acceso a ellas: comienzan vapeando, justificando que es más sano que un cigarrillo, luego pasan por drogas más fuertes y finalmente se vuelven adictos. Al menos Japón es bastante inflexible con el tema de las sustancias, y tiene su venta muy controlada… Estados Unidos está fallando en ese sentido, pues Filadelfia es la meca del fentanilo y la capital del mal vivir.
Aunque claro, nunca hay oferta sin demanda.
La alarma de su reloj inteligente le indica que el turno ha terminado, pero aún así se queda media hora más limpiando las calles hasta que llegue su relevo. La noche es fría pero en ella sólo provoca una sensación de frescura, aún no ha llegado el duro invierno a Musutafu, no tiene de qué preocuparse.
Alza la mirada hacia el cielo, fijándose en la brillante luna llena que ilumina el cielo esa noche y preguntándose si él también la estará viendo. Hace ya tiempo que dejó de tener noticias del villano, ni siquiera ha intentado ponerse en contacto con ella, ¿por qué se siente decepcionada? Él mismo le dijo que sería la última vez que la llamaría… No puede creer que se haya vuelto a acostumbrar a su presencia, inclusive esperó un obsequio de navidad por su parte pero nada llegó.
Que tonta eres, Elaine.
Suspiró.
No puede pensar en él, no ahora. No es ni siquiera el momento adecuado, lo suyo fue lindo mientras duró. Las cartas fueron puestas sobre la mesa y él escogió su bando, no debe seguir martirizándose por lo que sucedió.
Le hubiera gustado despedirse adecuadamente.
Finalmente, acaba volviendo a la agencia pasadas de las once de la noche, se encuentra con Burnin en el lobby, quien le dice que Endeavor la espera en su oficina. Le sorprende un poco que esté en la agencia tan temprano, por regla general es el último en volver, pues sus turnos son bastante extensos.
Al momento de entrar, su padre está dándole la espalda mientras guarda algo en el cajón de su escritorio, no logra ver qué es pero tampoco le da mucha importancia. Todavía lleva puesto su traje de héroe, lo que le da a entender que está allí para tomar un descanso, no ha terminado sus patrullajes.
— ¿Cómo ha ido todo? — fue ella quien preguntó.
— Bien. — respondió, perdido en sus pensamientos.
Antes de que Elaine llegase, estaba leyendo el libro que le dio Keigo, pensando en todo lo que le dijo a través de él. El contenido le sigue preocupando, piensa en la inminente guerra y en las posibles consecuencias. El miedo que siente no es similar al de Elaine, pocas veces ha experimentado el verdadero terror pero, por alguna razón, una alarma suena en su cabeza cada que piensa en su hija participando en batalla. Es más que consciente que esconderle el tema es un error, porque después de todo tiene que ver con ella, y será la principal afectada. Se dice a sí mismo que debe decirle la verdad, que no puede protegerla por siempre porque es malo para ella. Debe confesar cual es la verdadera naturaleza de su novio.
El teléfono suena, llamando la atención de ambos: Es Fuyumi.
— Hola, papá. — saluda a través de la línea. — Oí que trabajas con Shoto.
— Fuyumi.
— Fue con sus amigos, ¿no? ¿Por qué no me avisaste? — reclamó. — Cuando me enteré, me emocioné mucho… Pronto empezarán las clases, entonces tendrá menos tiempo. — el mayor la escucha sin entender su punto. — Mañana es sábado, ¿por qué no los traes? Cocinaré un banquete.
— ¡Es una idea genial, Fuyu! — la pelirroja se une a la conversación. — Iré a casa para ayudar después del patrullaje, ¿sí? —
— ¡Eso sería estupendo! —
Las féminas parlotean un poco más antes de que la albina cuelgue, dejando a su padre perdido. No recuerda cuándo fue la última vez que pudo cenar con su familia — ignorando el último cumpleaños de Elaine — pues no era común que lo invitaran, de hecho, siempre comían aparte, y no podía quejarse, él mismo provocó ese odio y rechazo.
Enji aún no sabe qué puede hacer por su familia, se duerme todas las noches pensando en ello. En las últimas noches, sólo puede ver el mismo sueño: ve a su esposa e hijos cenando felices en la mesa, están riendo pero él nunca está allí, no aparece en la escena, no está en la mesa.
Él sabe porqué, lo sabe muy bien.
«Ellos viven en un mundo diferente al tuyo». Eso fue lo que le dijo a su hijo menor cuando lo vio observando con anhelo a sus hermanos jugar en el patio de la casa.
— ¡Levántate! — ordenó, cruzado de brazos mientras veía con decepción como su hijo vomitaba. — ¡Si no aguantas ni eso, puedes olvidarte de All might! ¡Incluso un subordinado debilucho de un villano podría soportarlo! —
Rei corrió inmediatamente hasta el menor, arrodillándose frente a su esposo y tocando la espalda de su hijo para hacerle saber que estaba ahí.
— ¡Por favor, para! — suplicó, con los ojos lagrimeando. — Sólo tiene cinco años… —
— ¡Ya tiene cinco años! — afirmó, tomando a la mujer de los hombros. — ¡Deja de molestarme! — la hizo a un lado de un empujón, volviendo a tomar la mano del menor.
«Es tu culpa, por tu culpa, mamá…» despegó los ojos del teléfono, fijándose en el rostro confundido de Elaine. «¿No sabes decir nada más? Ganaré sólo con el don de mamá, no usaré el tuyo en combate».
— ¡Te odio, Enji Todoroki! — gritó, liberando todo lo que se venía guardando desde hace años. — ¡Te odio! ¡Te odio! ¡Te odio! —
— No importa cuánto me odies, Touya. — observó los ojos aguados de su hijo, sin sentir pena. — Porque aún así no volverás a ver a Elaine, no importa cuánto me odies. — sus ojos se abren de la impresión, sabe que tocó una fibra sensible en él. — Olvídate de ella.
— ¿Papá? — llamó la fémina.
«Algún día la familia volverá a estar unida»
— ¿Papá? — insistió.
«No tenía ni idea de que a Shoto le gustara el soba porque no permitiste que se relacionase con tus fallos.»
— ¿Papá? —
«Mamá, Fuyumi y Elaine parecen dispuestas a perdonarte, pero para mí sigues siendo un loco.»
— ¿Papá? ¡Responde! —
«Parece que hayas cambiado, pero no, nos abandonaste. Que seas el número uno y venzas enemigos fuertes no lo cambia… Los gritos de mamá, el llanto de Shoto, Touya… ¿piensas que cambiar de mentalidad lo soluciona todo? ¡Me das asco!»
— ¡Enji Todoroki! — gritó.
«Creía que podríamos ser una familia»
«Como héroe, Endeavor es increíble. Lo es pero… Natsuo tiene razón, no te perdono lo que le hiciste a mamá, así que quiero ver como evolucionas como padre. Sé que la gente puede cambiar por cualquier motivo»
— ¿Qué ocurre contigo? — la menor sacudió a su padre, logrando traerlo de vuelta a la realidad. — ¡Burnin te está llamando desde hace un minuto! — el patriarca parpadea lentamente, fijando sus ojos en ella.
A Elaine ni siquiera le da tiempo de reaccionar, él simplemente abandona la habitación mientras da órdenes de aquí para allá, ignorando o fingiendo que lo ocurrido dentro de su oficina no pasó. La menor se queda de pie, estática, ¿Qué demonios fue eso? Enji pareció perderse en sus pensamientos después de colgar el teléfono, pues se quedó mirando fijamente la pantalla sin hacer nada más, lo noto, ¿aquella reacción la desencadenó la llamada de Fuyumi? ¿Qué es lo que recordó? La expresión en su rostro… No recuerda haberla visto jamás, ni siquiera en el funeral de Touya.
A la mañana siguiente Elaine es la primera en salir a patrullar, sus turnos normalmente son vespertinos pero esta vez comenzó desde la mañana, ¿Por qué? Ignorando el hecho de que ayudaría a Fuyumi a preparar la cena para los menores hoy, y por ende debe de salir antes, también lo hace para convencer a Natsuo de quedarse a cenar. La última vez no salió nada bien, ni siquiera pudieron sentarse a comer porque ambos varones discutieron en medio de la cena; el único que comió sin importarle nada más fue Shoto.
Convencer a Natsuo de quedarse sería más difícil que la última vez, en la cena de su cumpleaños lo hizo solamente por ella, para no arruinar su día. Ahora es totalmente diferente, es más bien un capricho de Fuyumi pero tampoco pueden culparla; es la primera vez que el menor de los Todoroki se relaciona estrechamente con alguien más que no fuese su familia, por supuesto que está emocionada, la albina siempre quiso que su hermano tuviese más amigos.
Amigos que puedan ayudarlo a crecer como persona.
Durante el día se encontró un par de veces con los menores, no se acercó a saludar y simplemente los miró desde la distancia. Su padre tiene la delantera mientras que ellos intentaban seguirle el ritmo, de hecho, parecía que estaba jugando con ellos a las atrapadas.
Sonrió.
Su reloj inteligente suena, es una llamada de Fuyumi.
— ¿Elaine? —
— ¿Qué sucede, Fuyu? — cuestionó, aterrizando en una cornisa.
— Me preguntaba a qué hora vendrías. — respondió, dando vueltas por la cocina. — Te envié por mensaje los platillos que quiero para la cena.
— Lo revisaré cuando termine mi turno. — sonrió. — Iré a casa apenas termine, lo prometo. — aseguró. — ¿Hablaste con Natsuo? — cuestionó con preocupación.
— Algo así… — suspiró. — He logrado convencerlo de quedarse, pero sabemos que no es algo que pueda cumplir realmente.
Aplastó los labios, su hermana tenía razón. Natsuo prometió quedarse la última vez, cuando recibieron a Enji después de su salida del hospital pero aún así se fue, ni siquiera soportó ver al patriarca a los ojos, no sabían si esa vez podría hacerlo.
— Pensemos positivo. — desvío la mirada hasta la calle de enfrente, donde un robo acaba de producirse. — Tengo que colgar, nos vemos.
No escuchó respuesta alguna pues ya había terminado la llamada, se lanzó en picada y en pocos segundos pudo atrapar al ladrón, no fue nada serio, sólo el robo de un bolso. Como no podía quedarse parada, dejó al hombre encargado de sus secuaces mientras esperan a la policía, ella debe seguir adelante.
Continuó trabajando sin mayor problema, normalmente los turnos vespertinos son los más tranquilos dentro de su jurisdicción pero esa mañana todo estuvo bastante movido. Ignora el motivo, pero la cantidad de accidentes que evitó y los ladrones que encarceló fueron varios. Elaine piensa que tal vez el aumento en la tasa de criminalidad ha sido a raíz del desastre de Deika, pues quienes hayan leído el libro de Destro se habrán llenado la cabeza de su falsa libertad, usando sus dones para hacer lo que se les antoje.
Suspiró.
Finalizó su turno poco después del mediodía e inmediatamente volvió a la agencia, ni siquiera se cambió de ropa, pues pretendía irse de prisa, no quería usar el transporte público.
Antes de irse pasó por la oficina de su padre para despedirse.
— Papá, ya me voy. — asomó la cabeza por la puerta, sonriendo ampliamente.
— ¿Almorzaste? — cuestionó, levantando la mirada.
— No, lo haré cuando llegue a casa. — contestó, entrando por completo a la habitación. — ¿y tú? —
— Aún no. — contestó. — Lo haré en un momento. — fijó los ojos en ella. —
Ya puedes irte, Elaine. No hagas esperar a Fuyumi, ya sabes como es… — una pequeña sonrisa se hizo visible en su faz.
— Lo haré. — sonrió dulcemente. — No te olvides de comer. — canturreó, saliendo de la oficina.
El mayor se cubre el rostro con ambas manos, ahogando una risa.
Mientras tanto, la fémina camina calle abajo a la vez que usa su teléfono para informarle a Shoto que ese día Fuyumi los invitó a cenar, cuando el varón cuestiona la razón, ella sólo responde que la albina está demasiado feliz ya que ahora tiene amigos. «¿Habrá soba?». Es lo que lee en la pantalla, no puede evitar reírse pero contesta positivamente… Shoto y su amor por la soba es adorable.
Es recibida en casa por su entusiasta hermana mayor, la albina le da un asfixiante abrazo antes de ayudarle a quitarse los accesorios de su traje y botas para que se calce las pantuflas. Se ve bastante ajetreada, desde temprano está usando el lindo delantal violeta que le regaló en su cumpleaños, además de que tenía puestos guantes de látex transparentes que tiró a la basura apenas la vio.
— ¡Al fin! — dijo, tomándole la mano y jalandola hacia dentro. — Estaba preparando la masa de las gyozas, no quise comprarlas en el supermercado.
Puede ver que una de sus mejillas está manchada de harina y no puede evitar reírse.
— Ya veo. — sonrió, inclinándose hacia ella para quitar los restos de harina. — ¿Y Natsuo? — preguntó, buscando al varón con la mirada.
— Vino a comer pero ya regresó a la universidad. — respondió. — Dijo que volvería una hora antes de la cena para ayudar un poco. — le da una mirada de pies a cabeza a la más alta y frunce el ceño. — No has comido, ¿verdad? — ella niega con una sonrisa. — Ve a cambiarte, te serviré algo. — La pelirroja comenzó a reírse de Fuyumi, pues intentó empujarla con sus diminutas y delgadas manos por el pasillo.
Finalmente acabó caminando por su cuenta hasta su habitación, sobando la zona de su nuca. Tiene estrés acumulado y eso le está cobrando factura, le encantaría ir a un sauna y recibir un masaje con aceites de algún experto, el trabajo de esta semana está siendo muy duro. Mientras busca algo cómodo que ponerse en el armario, abre el maletín y ordena los accesorios de su traje en cada compartimiento. Decide vestirse con una camisa simple y unos pantalones de tela, algo cómodo.
Al salir del cuarto, sus ojos se detienen en el final del pasillo, específicamente en la habitación de Touya. Antes de volver, decide pasar a saludar, pues ha pasado tiempo desde la última vez que lo ha visto.
Cuando pone un pie dentro del lugar, una sonrisa se escapa de sus labios. A pesar de que sabe que la habitación ha cambiado — porque no es igual a cuando él vivía — siempre tiene la esperanza de que al abrir el shoji, todo esté como en ese entonces y esta vez no fue la excepción. Los muebles que adornaban las cuatro paredes han desaparecido en su totalidad, el escritorio, el futón, incluso el armario de Touya ya no existe; ahora sólo hay un altar y un par de estantes con los cómics que coleccionaba.
Aún así, cada vez que entra, puede ver los vestigios de la antigua habitación. Conoce con exactitud en qué lugar estaba cada cosa: el futón, la mesa del centro, donde dejaba la mochila, sus útiles escolares, los zapatos, todo. Lo recuerda vívidamente, como si el tiempo no hubiese pasado, como si fuese ayer mismo que ambos estuvieron durmiendo juntos sobre el futón, comiendo en la mesa del centro y haciendo tareas en su escritorio.
En un inicio, cuando vio el altar por primera vez, no pensó en ello. Es decir, no pensó que al ponerlo allí estaría destruyendo el último lugar en donde estuvo el Todoroki. Si lo hubiese sabido, es probable que le rogara a Enji para que no tocara la habitación, le hubiese gustado quedarse con esa imagen por siempre, aunque sepa que él no volverá, le hubiera encantado poder entrar para refugiarse y revivir sus recuerdos con él, en vez de venir a rendir respeto por los muertos.
— Estoy en casa. — murmuró, encendiendo el incienso y arrodillándose frente a la foto fúnebre.
Rezó por él unos minutos, incapaz de alzar la mirada y encontrarse con los fríos ojos del varón, ya que nunca tenía esa mirada cuando estaba con ella, no podía acostumbrarse a aquel semblante, ella no lo recordaba así.
En fechas previas a su aniversario de muerte y cumpleaños es cuando comienza a pensar mucho en él, incluso lo sueña. No es algo extraño, siempre ha sido así, desde que falleció ha sido de esa manera, supone que es una forma de no olvidarlo.
Aunque Elaine sabe que es imposible.
— ¿Por qué tardaste tanto? — cuestionó un poco molesta, con los brazos en jarra.
Apenas la ve, Fuyumi le sirve un delicioso plato de curry y se le hace agua la boca.
— Estaba saludando a Touya. — contestó con la boca llena, saboreando la comida. — Oh, Odín. Esto es lo más exquisito que he comido. — exageró, fingiendo llorar.
La mayor le da un golpe juguetón.
— Basta, no me avergüences. — Sus mejillas tomaron color pero aún así sonríe.
En medio del silencio — nada incómodo — que se forma, ambas se dedican una mirada cargada de emociones. Hace mucho tiempo que no han jugado de esa forma, no se ven seguido y las pocas veces que están solas, es por una razón externa, en donde no pueden ponerse al día con todas las cosas que les pasan día a día. No es lo mismo hablar por mensaje que pasar tiempo de calidad con quienes amas, es una sensación totalmente diferente sentir el calor de tus seres queridos, bromear y tener contacto físico.
Elaine adora el contacto físico.
— Fuyu. — le llamó. — Te extrañé mucho.
— Yo también te extrañé mucho, Elaine. — contestó, viéndola dulcemente.
Después de comer, lavan los platos y se ponen manos a la obra con el resto de platillos. Como Fuyumi adelantó trabajo haciendo la masa de las gyozas, la pelirroja se dedicó a hacer el relleno y cerrarlas. No existe comida en el mundo que Elaine prefiera más que unas jugosas gyozas de cerdo agridulce, simplemente son el mejor acompañante para cualquier comida.
Mientras Fuyumi pica las verduras para el Mapo Tofu, decide tomarle una foto con el teléfono para capturar el momento. Envía la imagen al grupo de la familia — en donde Endeavor claramente no está — y el primero en responder es Shoto, preguntando si ya han hecho los fideos para la soba.
Las dos estallan en carcajadas.
Han estado la mayor parte de la tarde cocinando, Natsuo llegó hace una hora para brindar su ayuda y conocimientos. A pesar de la razón de la cena, parece muy tranquilo y se le ve contento. Las bromas, chistes y risas no faltaron, sintieron que habían vuelto en el tiempo; pero a los ojos de Natsuo siempre iba a faltar alguien para que el grupo estuviera completo, y ese es su hermano mayor. Él también puede verlo reír, está sentado — al lado de Elaine — en el taburete de la isla con el rostro apoyado en una de sus manos, mientras se burla de Fuyumi. Es consciente de que no es real porque puede ver a través de la imagen fantasiosa que creó de Touya, pero daría cualquier cosa para que estuviera ahí, junto a ellos.
Disfruta del tiempo con sus hermanas, se ríe de sus chistes y bromas, pero no deja de pensar en él. No se saca de la cabeza los recuerdos que lo atormentan desde que es un niño, se culpa diariamente por el final de Touya. Se reclama a sí mismo, ¿por qué no hizo nada para ayudar? ¿Por qué no lo detuvo? ¿Por qué no le prestó más atención? ¿Por qué no lo escuchó cuando pidió ayuda a gritos? Debería de haberse quedado despierto junto a él las noches que no pudo dormir, debió de haberlo consolado más, de entenderlo, quizá así… Él no hubiese muerto.
— ¡Oh, parece que ya llegaron! — murmuró la pelirroja, escuchando la voz de Fuyumi.
— Sí… — respondió el albino, sentado a su lado. — Está muy feliz.
— Lo está. — sonrió, oyendo los pasos cada vez más cerca.
Pudo notar cierta duda en el varón, tiene una postura relajada pero sus hombros están tensos y parece decaído, es más que obvio que no quiere estar allí. Al verlo tan abrumado, Elaine se siente mal por haberlo convencido — prácticamente obligado — de quedarse a cenar; quizás el deseo de Fuyumi fue un poquito egoísta ya que no pensó como esto le afectaría a su hermano.
Suspiró.
Una vez todos estuvieron sentados, la distribución en la mesa quedó de esta forma: En la cabeza está Enji, a su derecha Bakugo, Izuku y Shoto en ese orden. A su izquierda, Fuyumi Natsuo y Elaine, dejando el espacio de Rei completamente vacío.
— Déjenme presentarme de nuevo. — inició la conversación. — Soy Fuyumi, la hermana mayor de Shoto, soy maestra de primaria. — sonrió, volteando a su izquierda. — Este es Natsuo, está en la universidad.
— Hola. — saludó con timidez, rascando su nuca.
— Shoto, preséntanos a tus compañeros.
— Claro. Son compañeros del departamento de heroísmo, Midoriya y Bakugo.
— ¡Encantado! — respondió rápidamente el pecoso, quien no pudo ocultar el nerviosismo.
Tras el breve silencio que dejó la presentación, padre e hijo intercambiaron miradas, tensando el ambiente de repente. Mientras que Natsuo lo ve como si no fuese más que un insecto, Enji evita sus fríos ojos grises a toda costa; hasta que finalmente el menor decide ignorarlo.
La pelirroja ahogó un suspiro y cerró momentáneamente los ojos, iba a ser mucho más difícil de lo que creyó, realmente difícil. Si con un simple intercambio de miradas fueron capaces de dejar el ambiente tan tenso, ¿Cómo serán sus interacciones? No quiere ni imaginarlo.
— ¡Vamos a comer antes de que se enfríe! — propuso la albina, queriendo prevenir una discusión. — Si algo no les gusta, no se fuercen a comerlo.
Elaine se lo agradeció mentalmente, de alguna u otra forma, Fuyumi siempre logra cambiar el tema y fingir que nada ha pasado. Le gustaría tener ese don suyo, sería capaz de ignorar muchísimas cosas, quizá así no se estresaría tanto.
— Buen provecho. — murmuró, atacando las gyōzas.
La cena transcurre de forma normal los primeros minutos pero el silencio es roto por Izuku, quien alaba las deliciosas bolas de pescado frito que Fuyumi ha preparado con tanto esmero. Ella también quiere halagar su espléndida maestría en la cocina, pero tiene la boca llena y en su plato aún quedan dos gyōzas más, ¿Se comió unas cuantas antes de la cena? Eso ni siquiera se pregunta, ¡por supuesto que lo hizo! Aún así no se cansa del exquisito sabor y lo jugosas que son.
— ¡Qué jugoso está esto! — el más bajo se derritió ante el riquísimo sabor de las empanadillas. — Oh, ese sabor familiar… — dijo, fijando sus ojos en la pelirroja.
Sunvely le devolvió la mirada y asintió, confirmando que ella lo preparó.
— Es normal. — responde Natsuo, uniéndose a la conversación. — Mi hermana cocina desde que el cocinero se retiró. — comentó, dándole una mirada de reojo a Elaine. — Se nota, ¿no es verdad? La forma en la que Sunshine cocina es diferente. — Esta vez, una enorme sonrisa se plasmó en su rostro.
La nombrada le metió un codazo, avergonzada.
— Tu también cocinabas de vez en cuando, Natsuo. — rió, quitándose méritos.
El rostro sorprendido de Shoto llamó la atención de Elaine, quien supo de inmediato a donde sería dirigida la conversación y antes de que pudiera cambiar de tema, la pregunta ya estaba hecha:
— ¿Probé tu comida? — cuestionó, dejando el tazón a un lado.
— No lo sé. Lo mío sabe bastante fuerte. — bajó la mirada, enfocándose en los platillos frente a él. — Endeavor no debía dejarte comer algo así.
Pellizcó con fuerza el brazo del mayor en un intento de llamar su atención, pues su padre y él habían iniciado otro duelo de miradas, dando como vencedor al albino. No le estaba gustando a donde iba la conversación, si seguían por esa misma línea acabarían en un desastre, se supone que no deberían discutir frente a los menores, ¡mucho menos frente a los amigos de Shoto! No es necesario que todo el mundo se entere de lo disfuncional que son como familia.
— No me dí cuenta. — murmuró el patriarca.
— ¿Qué comes en la escuela, Shoto? — Fuyumi intenta salvar el día.
— Me gustaría probar tu comida, Natsuo. — dice Enji, sorprendiendo tanto a Elaine que se ahogó con el arroz.
Es auxiliada por la mayor, quien le tiende rápidamente un vaso de agua mientras que el varón deja el cuenco vacío sobre la mesa, dispuesto a marcharse.
— Ya terminé. — dijo, poniéndose de pie. — Me senté en la mesa, ya puedo irme, ¿no? — preguntó con ironía.
— ¡Natsuo! — exclaman las féminas a la vez.
— Lo siento, no puedo. — responde, cerrando el shoji.
Natsuo se retira del comedor, dejando atrás un ambiente triste y lamentable, especialmente para su hermana mayor.
La fémina posó las manos sobre los hombros de la mayor, haciéndole saber que está allí para ella. El rostro de Fuyumi muestra claros signos de querer llorar, más no lo hace; comprende su pena y dolor, porque siempre ha sabido que ellos nunca podrán ser la familia que ella desea. Desde que es una niña lo supo, es imposible que Natsuo alguna vez perdone por completo a Enji. Ni en una sola ocasión vio a la familia feliz estando él presente, los únicos dos recuerdos que tiene en donde aparece él y su familia son el día de su cumpleaños número siete, y la primera vez que asistió al Gion Matsuri.
Es inútil incluso pensar en un futuro en donde todos puedan convivir juntos, si bien su madre muestra avances a pasos agigantados, tanto así que están fijando la fecha de su alta del hospital; no puede verla al lado de su padre, no es posible. Rei no volverá a casa, no querrá volver a la casa de los horrores, en donde sufrió abuso, maltrato y la pérdida de un hijo; ni siquiera ella en su lugar lo haría. Y la entiende, no es egoísta, su madre sólo está velando por sí misma, y está bien.
La cena termina con un gusto amargo, Endeavor es quien se ofrece a lavar los platos y nadie se opone. Los invitados — Deku y Katsuki — se encargan de retirar la mesa y llevar los platos sucios a la cocina, por supuesto que fue Midoriya quien se ofreció en primer lugar — como acto de cortesía — y Bakugo le tuvo que ayudar.
— Me sabe mal dejar que nos ayuden a recoger. — confesó la albina con vergüenza.
— Sería peor no dejarlos ayudar. — contesta el menor.
— Créeme, ellos se hubieran negado a que lo hiciéramos nosotros, Fuyu.— sonrió, limpiando la mesa.
Hubo un pequeño silencio.
— No es que no entienda lo que Natsuo siente. — murmuró, llamando su atención. — Pero tenemos una oportunidad, ¿Qué opinan de papá? —
El silencio invade la habitación durante unos cuantos segundos, ninguno de los dos se esperó jamás esa pregunta, menos proveniendo de ella. Nunca se había quedado sin palabras tan rápido, fue como si se hubiese estrellado contra un enorme y duro muro de concreto sólido, no podía respirar, ¿alguna vez alguien más le había preguntado aquello? No, nunca. Elaine se preparó durante años para enfrentar a las peores escorias de la humanidad, pero toda aquella armadura que creó, desapareció con esa simple pregunta.
— Yo… Considero que esta quemadura me la hizo él. — inició Shoto, con la mirada perdida. — Mamá aguantó hasta que explotó… No puedo perdonarlo por hacerle eso a mamá. — apretó los puños. — Ella está intentando superarlo. Sinceramente, no sé qué quiero hacer, ni sé qué pensar de papá.
«Todavía no lo sé»
— Papá… Él está cambiando. — su respuesta dejó muda a Fuyumi. — Quizás Shoto o tú, sean incapaces de verlo porque no lo conocen como yo lo hago. — murmuró, cerrando los ojos unos segundos. — Si somos sinceros, la única persona dentro de la familia que pasa tiempo con él soy yo. — Pasó saliva. — No lo justifico, ni siquiera puedo pensar en defenderlo pero… Realmente lo está intentando, intenta ser un buen padre, intenta acercarse a nosotros y se interesa más por nuestro día a día, cosas que antes ni siquiera hacía.
«Sé muy bien que a diferencia de ti Natsuo o Touya la tuve muy fácil, jamás necesité esforzarme para llamar su atención u obtener un poco de su cariño, pero eso no me exime de ser también una víctima». Sus labios temblaron. «Papá cometió muchos errores, la gran mayoría de ellos son imperdonables… La cicatriz de Shoto, el anexo de mamá, la muerte de Touya…». Habló con voz quebrada. «Eran cosas que de niña no entendía, ni siquiera entendí la manipulación que ejerció sobre mí esa vez. Ahora lo entiendo, y aún así… Lo he perdonado».
— Elaine… —
— Sé que es imposible que seamos la familia que alguna vez deseamos, porque en esta mesa hay dos asientos vacíos. — Lágrimas comienzan a brotar de sus ojos, deslizándose lentamente. — Aún así, quisiera ser un poco más egoísta y disfrutar de una velada como la de aquel día, sin peleas ni discusiones.
«A veces me pregunto si Touya lo hubiese perdonado, ¿ustedes qué creen? Yo quiero creer que su enorme afectuoso corazón lo hubiese hecho, que si él estuviera vivo, el resentimiento de Natsuo no sería tan grande, ni mi dolor permanente, pero él ya no está y no puedo seguir culpando a papá por su muerte; porque Enji no es el único culpable, todos lo somos».
— ¡No nos invites para ver escenas dramáticas! — gruñó Katsuki, abriendo el shoji con fuerza. — ¡Aún hay platos sucios! —
— ¡Lo siento mucho! — se disculpó la albina, alterada.
Desvió la cara con vergüenza e hizo su cabello hacia delante para cubrir su rostro, evitando que vieran lo colorado e hinchado que está. Llorar hace que tome el color de un tomate maduro, además de dejar sus ojos extremadamente cansados.
— Todoroki ya nos contó lo que sucedía.
— Si te invitan a cenar, esperas que sea agradable. — masculló el rubio, llevándose otra bandeja de loza. — No estropeen el sabor del mapo.
— Lo siento, los escuchamos. — Rápidamente Midoriya se puso a recoger la vajilla restante. — Todoroki, creo que te estás preparando para perdonarlo
— ¿Eh? — exclamó.
— Si realmente odias a tu padre, no necesitas perdonarlo. — la pelirroja dejó salir todo el aire retenido, sorprendida. — Eres un chico muy bondadoso.
«Estás esperando, yo diría que estás esperando para poder hacerlo»
Natsuo aplastó los labios hasta formar una línea, su ceño se Frunció y apretó las manos. Él sabe que no es tan bondadoso como Shoto, ni siquiera tiene un gran corazón como Elaine o la positividad de Fuyumi… Entonces, ¿Por qué le llegan tanto dichas palabras? No lo entiende. Al igual que él, Enji también escuchó la conversación sin quererlo. Las palabras que sus hijos dijeron sobre él lo dejaron pensando, y ante la mención de su primogénito decide que lo mejor es ir a visitarlo.
«Debo redimirne por completo, enmendar los errores del pasado»
ᚐᚑᚑ⬪ᚑᚑᚐ
ᴄ ᴜ ʀ ɪ ᴏ s ɪ ᴅ ᴀ ᴅ ᴇ s
◎ Enji y Elaine discuten seguido porque los dos están al límite, especialmente la menor.
◎ Elaine se siente en un constate estado de alerta, lo que provoca que esté a la defensiva todo el tiempo.
ᚐᚑᚑ⬪ᚑᚑᚐ
+110 ᴠᴏᴛᴏs ʏ 200 ᴄᴏᴍᴇɴᴛᴀʀɪᴏs ᴘᴀʀᴀ ᴇʟ sɪɢᴜɪᴇɴᴛᴇ ᴄᴀᴘ.
˙˚˓˒˙˛ʿʾ․·‧°⋆ও ──
¡ɴᴏ sᴇ ᴏʟᴠɪᴅᴇɴ ᴅᴇ ᴠᴏᴛᴀʀ ʏ ᴄᴏᴍᴇɴᴛᴀʀ, ɴᴏs ᴠᴇᴍᴏs ᴇʟ ᴘʀóxɪᴍᴏ ᴠɪᴇʀɴᴇs!
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