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❏ | 𝐒𝐏𝐑𝐈𝐍𝐆 𝐃𝐀𝐘

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“Ninguna estación puede durar para siempre, el invierno llegó a su fin”.

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Musutafu, 2015.

Cuando abrió los ojos no sintió absolutamente nada, no había dolor o algo que perturbara su mente. Lo primero que enfocó fue el techo, de un color blanco opaco.

Miró a sus costados, estaba en una habitación de hospital — o así lo parecía — y lo único que su mente repetía era el nombre de Elaine. Sí, estaba en una especie de hospital, tenía una intravenosa que le proporcionaba suero y su ropa era la de un interno. A su lado izquierdo había un cartel que decía: “Que te mejores pronto, Sr. Dormilón”, junto a origami y flores de papel, no entendía nada.

«¿En donde estoy?» se preguntó, parpadeando lentamente. «¿Todavía estoy vivo?» Lo último que su mente logra recordar es el monte Sekote, en donde se supone que había muerto pero él mismo era la prueba de que, quizá no estaba muerto.

Estaba aterrado, no entendía nada.

Se puso de pie con dificultad, tambaleando — por la debilidad de sus piernas — y sintiendo pequeñas cosquillas al pisar el frío piso de cerámica. Al salir de la habitación, se encontró de cara con lo que parecía un lobby, con mesas y sillas a su alrededor, en general, se fijó en dos niñas que lo observaron con grandes sonrisas cuando le vieron caminar.

— ¡Ya despertó! — escuchó a lo lejos.

— ¡El señor dormilón se ha despertado!

Al principio fueron pequeños cuchicheos que luego se convirtieron en murmullos más fuertes y no estaba entendiendo nada, dos féminas se aparecieron ante él y se veían realmente felices de verlo, no lo comprendía, ¿Qué había pasado?

— ¿Dónde estoy? — preguntó, pero rápidamente se llevó las manos a la garganta al sentir un pinchazo, él sonaba diferente. — ¿Mi voz...? —

— ¡El señor dormilón estuvo dormido por tres años! — exclamó una de las menores, sonriendo. — ¡Yo no sabía nada porque llegué hace poco pero el Sensei me dijo!

La expresión en el rostro de Touya cambió rápidamente, se encontraba mareado. «¿Tres años? ¿Qué me pasó?» se preguntaba, observando de reojo a su alrededor, quería huir. «Estaba en la cima del monte Sekoto cuando... Me quemé».

— ¡Debo volver! — exclamó.

— ¡No puedes!

— ¿¡Por qué?! — gritó, retorciendo unos pasos.

Frente a él hizo aparición un hombre, no podía saber su edad con sólo verlo y dudaba de su apariencia, no estaba seguro si lo que utilizaba era una máscara o si su singularidad afectaba como se veía, pero aquella cosa en forma de girasol mantenía una expresión de felicidad en su rostro que no le gustó para nada.

— ¡Ahora vives con todos nosotros! — dijo, manteniendo la sonrisa. — ¡Estos chicos se convertirán en tu familia! ¡Estoy seguro de que te sentirás a gusto!

Touya niega rápidamente con su cabeza, usando sus manos para negarse a lo que sea que quiera ese tipo.

— ¡E-Espera! — ordenó. — ¡Debo ir a casa! Mi papá estuvo ocupado y no pudo venir a verme, ¿verdad? — cuestionó, sonriendo débilmente. — ¡P-pero, Elaine de seguro estuvo aquí! E-Ella jamás me sería solo. — murmuró, sintiendo sus ojos picar.

«¡De seguro, deben estar preocupados!» soltó una carcajada, tratando de convencerse a sí mismo. «Hice algo terrible... Dije algo terrible...» murmuró. «Debo disculparme con mamá y los demás, quiero que mi padre se sienta orgulloso de mi...»

Una sonrisa extraña aparece en el rostro del albino, era una mueca confusa, sus ojos picaban pero aún así sonreía. Estaba incrédulo, no creía nada de lo que le decían, era imposible.

— Me temo que eso no será posible. — recibió como respuesta, asustando al menor. — Tu cuerpo se quemó casi por completo, reconstruirlo requirió una cirugía extrema. — el rostro de Touya palideció, no era verdad. — Todo el tejido destruido se reconstruyó artificialmente para acelerar el proceso, hay cicatrices de quemaduras por todo tu cuerpo y ciertos cambios... Pero al menos estás vivo.

«¿Quemaduras? ¿Cicatrices? ¿Cambios?» pensó, bajando la mirada hasta sus manos y observando su piel, que ahora estaba de un color amoratado.

— ¿Qué estás diciendo? — cuestionó. — No entiendo, ¿Cambios? — llevó su diestra hasta su cuello, tocando ligeramente la zona.

— No serás capaz de usar tu don como antes. — explicó. — Tus órganos sufrieron un daño crítico, tu sistema nervioso somático es deficiente, lo que causa que sientas menos dolor, tu cuerpo se volvió más débil. — Touya negó, cubriendo su boca con una mano, quería llorar. — Nunca volverás a ser el mismo.

«Nos hubiera gustado tenerte con nosotros mucho antes de este incidente, hicimos tanto esfuerzo para que progresaras»

El recuerdo de su padre diciendo que era un inútil, fracasado y bueno para nada cruzó por su mente como un rayo, le sentó mal, como una patada en el estómago. Se irguió hacia delante, creyendo que iba a vomitar, pero nada salió de él.

— Lo siento, ¿Toqué una fibra sensible? — preguntó . — Habrás tenido una vida muy triste.

«No, no fue así» fue lo que quiso decir, a pesar del maltrato por parte de su padre, tenía algo que lo hacía muy feliz... Su vida no fue triste, tuvo a Elaine y con ella jamás se sentía triste. No importaba nada ahora, no estaba muerto, lo único que tenía que hacer era volver a casa, quizá... Quizá su padre se redimió tras su presunta muerte y ahora tenía una buena familia, quizá al verlo lo recibirán con los brazos abiertos y le dejarían ver a su niña de ojos dorados, ¿Cómo estará? Se imagina que habrá llorado mucho por él, cuánto lo sentía, le pediría disculpas de rodillas por hacerla sufrir tanto. Tal vez ya no podría ser un héroe, pero nada de eso importaba si tenía a la pelirroja a su lado, podía renunciar a ese sueño con tal de tenerla a ella. Después de todo, Elaine era lo único que necesitaba para ser feliz.

— Quizá nosotros podamos devolverte todo el poder que tenías. — el mayor interrumpe sus pensamientos. — ¿Qué opinas? Puedes ser parte de nuestra familia, ir a clases, divertirte... — propuso, sin esperar la reacción del albino.

— Yo... — balbuceo. — ¡No quiero aprender de nadie más! — gritó furioso, echándose a correr.

No iba a quedarse en ese lugar, ¡Volvería con su familia ahora mismo! No fue detenido por nada ni por nadie, ni siquiera el hombre con máscara de girasol fue tras de él y eso le dio a entender que no era tan importante para ellos. Aún así — a pesar de estar descalzo — siguió corriendo con todas sus fuerzas para salir de ese lugar. Desconocía en qué fecha — o estación — se encontraba, ni en qué mes vivía, lo único que rondaba su cabeza era el volver a casa.

«Espera por mi Elaine, volveré».

Por supuesto que su huida no iba a ser tan sencilla como creyó, ya que rápidamente fue perseguido por otros adultos vestidos de traje. Touya no lo pensó dos veces y usó su singularidad contra ellos, se sorprendió — de mala manera — al sentir poco dolor, lo que le había dicho ese hombre era verdad, aquello lo asustó más, provocando que sus fogosas llamas azules se salieran de control ante lo incontrolables que eran sus emociones en ese momento.

Está de más decir que debido al incendio que se generó en la residencia, los vecinos alertaron rápidamente a las autoridades; bomberos, policías y algunos héroes habían llegado a la escena, todos con la misma mueca de confusión en sus rostros, preguntándose qué había pasado. Los bomberos junto con la ayuda de los héroes fueron apagando las acaloradas llamas azules, los niños que salían gritando debido a todo el escándalo eran rápidamente recibidos por la ambulancia para constatar lesiones, y la policía se preguntaba por qué habían tantos menores en aquella casa, ya que no estaba registrada como un orfanato.

— ¡Todo fue provocado por el señor dormilón! —

Esa fue la respuesta que dieron la mayoría de niños rescatados, las autoridades no sabían quién era el tal "señor dormilón" pero todos los menores responden lo mismo: "Llegó hace tres años y ha estado durmiendo desde entonces, pero ahora despertó y parece molesto". Claro que aquella declaración fue fácil de interpretar, hablaban de un joven que estuvo en coma desde hace tres años y que al despertarse ha comenzado a atacar el recinto.

Touya continúa luchando contra los internos, la casa va a caerse a pedazos pero ellos parecen no tener planes de dejarlo ir y no entiende el porqué. Escucha el sonido de la ambulancia y del carro de bomberos fuera de la casa, además del megáfono que está usando la policía para intentar comunicarse con quienes quedan dentro, no lo entiende, ¿Por qué no lo dejan libre?

— ¡Ya déjame ir! — ordenó, aumentando el calor de sus llamas sin importarle su dolor. — ¡Voy a hacer cenizas este lugar!

Finalmente, la policía junto con el cuerpo de bomberos y un par de héroes pudieron ver extinguir el fuego. Arrestando a varios cómplices y salvando a Touya de su posible muerte para llevarlo de inmediato al hospital en la ambulancia más rápida que tenían.

Ahora sólo quedaba esperar, la suerte estaba echada.





























































































El albino jamás creyó que su declaración sería tan controversial, sólo había dicho la verdad: Es Touya Todoroki, hijo mayor de Endeavor. Debido a su aplastante honestidad, lo tenían retenido en una sala de hospital particular mientras tenía a tres oficiales de policía frente a él, interrogándolo como si fuera el peor criminal del mundo.

Ha perdido la cuenta de cuántas veces ha repetido una y otra vez la misma versión de los hechos. Estaba pensando fervientemente en contar lo que pasó ese día en Sekoto para que le creyeran.

— Entendemos que esté confundido después de despertar de un coma de tres años pero necesitamos su identidad real para buscar a su familia. — dijo uno de ellos, viéndolo con lastima.

— Ya se los he dicho hasta el cansancio. — espetó, comenzando a perder la paciencia. — Mi nombre es Todoroki Touya, soy hijo del héroe número dos.

— Realmente quisiéramos creerle pero el difunto Touya falleció hace tres años. — agregó el más joven, soltando un suspiro.

— Qué raro, ¿no? — dijo con sarcasmo, sonriendo de forma burlona. — ¿Tengo que narrar lo que ocurrió ese día en Sekoto para que me crean? —

Aquello llamó la atención de los tres oficiales, especialmente del comandante, quien se había mantenido en silencio, esperando que el menor dijera algo interesante. El detective Kuro había sido uno de los encargados de investigar el accidente en aquel monte hace tres años, no había nadie más calificado en esa habitación para corroborar la información que les brindaría ese joven de cabellera albina.

— Adelante, soy todo oídos. — dijo, sentándose frente a él con las piernas cruzadas.

— Comenzó una semana antes de mi cumpleaños número catorce… —

Todo lo que salió de la boca de Touya fue sorprendiendo y encajando poco a poco con la investigación que se llevó a cabo por parte de la policía. Desde el lugar exacto en donde inició el incendio hasta el porqué estuvo allí: "— Cite a mi padre ese día, quería que viera que yo también era tan fuerte y útil como Shoto". Él y Endeavor coincidían con ese hecho ya que el héroe había confesado exactamente lo mismo el día de su interrogatorio.

Obviando el parecido físico que ese joven tenía con el fallecido Touya, su versión también encajaba con la de la policía pero aún así, no podía creerle. Los restos óseos encontrados en Sekoto pertenecían a él, a Touya, eso era más que suficiente para probar su muerte… Entonces, ¿Quién era el chico frente suyo? Iba a averiguarlo.

— ¿Estás contento? —

— Desconozco cómo o por qué tienes tanta información sobre el caso, pero aún así no podemos creerte. — El varón rodó los ojos, estaba cansado. — Las pericias forenses indicaron que los restos óseos encontrados en el monte le pertenecían al difunto Todoroki.

— Esto es ridículo. — explotó, apuntando a sí mismo. Queriendo que se fijarán que literalmente parecía Frankenstein. — Llamen a Endeavor, una prueba de ADN lo resolverá todo.

No fue necesario que los policías le llamaran, ya que el héroe número dos entró a la habitación en ese momento, quedando mudo al ver que, efectivamente ese era su hijo. A pesar de tener marcas ligeramente amoratadas en su rostro y cuerpo, seguía siendo él. Reconocía en ese chico albino los rasgos de su esposa, ese rostro redondo y abultado en las mejillas, igual que el de Rei.

Nada sale de su boca, y Touya tampoco dice nada. Padre e hijo simplemente se miran a la cara, Enji tiene la sorpresa expresada en su rostro, con las pupilas tan diminutas que parecen inexistentes. El héroe hace el amago de acercarse y al no recibir una respuesta negativa, termina frente a frente a su hijo, inspeccionando y detallando su rostro, está llorando.

Hay mucho dolor en la mirada del héroe, siente como todo su mundo se pone de cabeza y le falta el aire. Enji piensa que está alucinando o que algún ángel le ha dado la oportunidad de redimirse, si es así… No quería desaprovechar esa oportunidad. Estaba dispuesto a enmendar ese error si su hijo se lo permitía, no se sorprendería que Touya lo odie, porque se lo merece, fue un padre horrible y lo sigue siendo pero… Quizá era esto lo que necesitaba para comenzar a cambiar las cosas.

— Touya… — murmura con voz ronca, observando los ojos de su primogénito, los mismos ojos turquesas que heredó de él.

Lo recibe en un asfixiante abrazo, hay demasiados sentimientos mezclados en su interior… Es la primera vez que su padre lo abraza y no sabe cómo reaccionar pero pronto los dos se encuentran llorando en silencio. Enji no quiere soltarlo, piensa que es una ilusión, que va a desaparecer al momento de soltarlo.

— Lo siento. — murmura el menor, sollozando. — Dije cosas horribles, hice cosas horribles… —

— Todo es mi culpa. — le interrumpió su padre, negando con su cabeza. — Yo soy el problema, ni siquiera he cambiado ni un poco.

— Papá… —

«Lo prometo, seré un mejor padre para ti y tus hermanos…» le repitió una y otra vez al albino, sin soltarse o separarse. La vida parecía haberle dado otra oportunidad, no iba a desaprovecharla, haría lo correcto esta vez.

A pesar de que la reacción del héroe había dejado bastante claro que el menor sí era su hijo, los oficiales de policía insistieron en tomar un examen de ADN ya que existían incongruencias en todo el caso, especialmente en los restos óseos enterrados en la tumba del Todoroki. Padre e hijo aceptaron de inmediato someterse a una prueba genética, Enji estaba seguro de que aquel joven era su hijo, así que las muestras de sangre no tardaron en ser tomadas.

— Si el examen da positivo, vendremos nuevamente para interrogarte. — comunicó el comandante, refiriéndose a Touya. — Ya que parece que hay algo mucho más grande detrás que sólo un laboratorio experimental debajo de esa residencia…— desvío la mirada, pensando en cómo decirlo. — Ya qué estás vivo.

Sí, estaba vivo y ni siquiera él podía contestar el porqué. No sabía lo que había estado sucediendo en los últimos tres años ya que estuvo en coma, lo último que recuerda es estar en el monte Sekote… Quemándose vivo. También recuerda a… ¡Elaine! Se olvidó de ella por completo debido al interrogatorio, ¿Qué había pasado con ella? ¿Estaba bien? ¿Ya sabía acerca de su aparición? Quería verla, necesitaba verla de nuevo y disculparse por abandonarla.

— Viejo. — el héroe fija la mirada en su primogénito, atento. — ¿Puedo ver a Elaine? —

El calor azota sus mejillas, se siente un poco expuesto ante su padre pero es algo que él ya sabe, porque Enji fue quien los había separado hace cuatro años, ¿Acaso creyó que sus sentimientos por ella habían desaparecido? Jamás, él nunca había dejado de pensar en Elaine, la seguía amando y siempre lo haría. Era su eje y mundo entero, la persona que nunca se rindió, quien siempre confío en él.

Touya jamás podría dejar de amarla.

















































































































Mientras todo esto ocurre, Frigg está en casa ordenando algunas cosas antes de irse a trabajar. Su esposo había ido a dejar a Elaine a la escuela ya que se había quedado dormida y sin la ayuda de Björn llegaría tarde a su primera clase del día, y su nieta le insistió en que no podía llegar tarde a una clase con Aizawa-sensei.

Estaban a mediados de Junio y los exámenes finales de la pelirroja estaban a la vuelta de la esquina, por lo que se estaba descuidando a sí misma un poco. La rubia estaba un poco preocupada pues su nieta ni siquiera había desayunado antes de salir, argumentando con su demora para no hacerlo.

Soltó un suspiro.

El televisor de la sala, el cual está transmitiendo el clima previsto para el día de hoy, cambió abruptamente de la nada, llamando la atención de la fémina. Frigg levanta la mirada con curiosidad al ver en la pantalla una enorme casa blanca rodeada de fuego azul, arruga el entrecejo y el estómago se le revuelve; está recordando el accidente que ocurrió en Sekote hace tres años y que de la misma forma, fue transmitido por televisión.

— Al parecer esta inocente residencia esconde mucho más que niños abandonados con singularidades poderosas… — hablaba la fémina mientras que el encabezado decía: "¿Experimentación infantil?" — La policía ha logrado entrar después de apagado el fuego y han encontrado indicios de un laboratorio subterráneo, se piensa que estos niños eran usados para experimentación con quirks.

Las llamas azules que mostraron al inicio no le ayudaron a que ese malestar desapareciera, seguía pensando en Touya y por alguna razón, todas las palabras que salieron de la boca de la periodista, le hicieron creer que había posibilidad de que él estuviera vivo.

«¿Qué idioteces estás pensando, Frigg» se regañó a sí misma.

— Los niños rescatados están en buenas condiciones, no hay indicios de abuso o maltrato… — escuchaba a la lejanía, queriendo saber más.

«Es extraño» pensó la rubia, tratando de unir los cabos sueltos de todo lo que ha oído hasta ahora. No comprende, ¿Había una residencia que en realidad era un orfanato, que a la vez era un laboratorio en donde experimentaban con los niños? Era absurdo, pero a la vez un buen plan, nadie dudaría de una casa de acogida para esconder un plan tan siniestro como ese.

El característico ruido del teléfono en la sala trajo de vuelta a la mujer, pocas personas tenían ese teléfono fijo y una de esas personas eran los Todoroki. Frigg se levanta rápidamente y con esa misma rapidez toma el teléfono, esperando oír la voz de Natsuo o Fuyumi pidiendo algo, ya que cada que tenían algún problema buscaban su ayuda.

— ¿Enji? — grande fue la sorpresa de la rubia al escuchar la voz del patriarca, el cual estaba agitado y no le salía la voz. — ¿Estás bien? ¿Qué ocurre? — preguntaba al no recibir respuesta. — Ok, vamos a respirar juntos… —

Con paciencia y calma le explica al héroe como tiene que respirar para evitar el ataque de ansiedad, desconoce la razón del por qué se encuentra de esa forma pero no le queda más que ayudarlo pues él la ha llamado. Poco a poco la respiración de Enji se va estabilizando, permitiendo que suelte uno que otro monosílabo.

— ¿Mejor? — cuestionó.

— ¿Dónde está Elaine? — ignoró por completo su pregunta, tenía la voz rasposa.

Un escalofrío recorrió su cuerpo al oír esa pregunta, tiene un deja vú… Hace tres años le marcó por ese mismo teléfono y le hizo una pregunta muy similar. El miedo se extiende por todas sus terminaciones nerviosas y las manos comienzan a temblarle, ¿Acaso…? ¿Shoto…? No, no quiere pensar en eso pero la actitud del héroe tampoco le da más opciones.

— Elaine está en la escuela. — respondió como pudo, intentando calmarse. — Enji, ¿Qué es lo que ocurre?

— Touya. — La respiración a través de la línea se escucha errática, como si el héroe estuviera corriendo un maratón.

— ¿Touya? ¿Qué sucede con él? — la ansiedad la estaba comiendo viva y Endeavor no ayudada.

— Touya ha aparecido. — murmuró. — Touya está vivo, acabo de verlo.

— ¿Qué? — las lágrimas no tardan en hacer acto de presencia, acumulándose en sus ojos. — ¿Cómo es posible…? — pregunta, confundida.

La televisión vuelve a llamar su atención, es entonces cuando la respuesta aparece claramente frente a sus ojos; Touya ha sido una víctima de aquellos enfermos. Frigg no puede creerlo, no puede creer que el dulce Todoroki haya sido usado para experimentar tal y como todos los otros niños que estaban en dicho recinto, ¡Era un acto inhumano y cruel! ¿Cómo podían existir personas tan malas! Las lágrimas finalmente bajaron por sus ojos, ahogando los sollozos lo mejor que puede ya que debe ser fuerte por ella, y por su retoño.

¿Cómo debía decirle a su nieta que Touya está vivo? ¡Era imposible! Touya había muerto hace tres años, ella misma participó en los ritos funerarios, fue parte del proceso y Elaine sigue sufriendo un duelo por la prematura muerte del varón, ¡Era una locura!

— Frigg, trae a Elaine al hospital más cercano. — no fue una petición, fue una orden. — Yo… Voy a enmendar mi error. — ambos adultos se quedan en silencio unos segundos. — La UA está avisada, intenta darle la noticia de la forma más suave posible, no sabemos cómo va a reaccionar.

— Comprendo. — asintió, quitando el resto de lágrimas de su rostro. — ¿Cómo…? ¿Cómo está él? — preguntó, refiriéndose al menor.

— Está… Bien, en lo que cabe. —

— Iré de inmediato. — pronunciado aquello, la llamada termina.

Siente como el oxígeno se escapa de su cuerpo en un largo suspiro que la deja sin aire, las piernas le tiemblan y finalmente ceden. Literalmente puede oír el sonido del cristal rompiéndose en sus oídos, es una sensación extraña pero no dolorosa, en realidad, no puede sentir nada, está en shock.

No tiene idea de cómo le dirá una noticia tan importante — impactante — a su nieta, teme que ella no reaccione bien y tenga un ataque pero… Elaine ya no es aquella niña que provocaba accidentes con sólo un berrinche, había entrenado muy duro para controlar su singularidad y no debía de desconfiar de su poder.

«Odín, cuida a mi niña»





























































Alivio.

Eso sintió cuando llegó al salón de clases y no encontró a Aizawa en él, su maestro se destacaba por ser un hombre bastante exigente en todos los aspectos posibles y no permitía impuntualidades en su clase. Y así como el mayor le exigía lo mejor de lo mejor, Elaine lo hacía consigo misma.

Se arrepintió de no haber desayunado antes de salir pues ahora mismo su estómago pedía a gritos un poco de comida, se consoló a sí misma diciendo que se compraría algún snack en una de las máquinas expendedoras que tenía repartida UA por sus pasillos.

— Pensé que no llegarías, Elaine. — su mejor amiga la recibe, regalándole una sonrisa. — Tienes suerte de que Aizawa-sensei no haya llegado aún.

— ¿Sabes dónde está? — cuestionó, él no solía atrasarse.

— Ni idea. — se encoge de hombros, sin importarle mucho. — Quizá en una reunión de maestros, he oído que ocurrió un descubrimiento horrible. — aquello llamó la atención de la pelirroja. — Han descubierto un laboratorio subterráneo en una falsa casa de acogida, las noticias dicen que se estaba experimentando con huérfanos para la creación de niños con singularidades modificadas artificialmente.

Su rostro es un poema, sin poder creer la noticia que le acaba de dar Kaede, ¿Realmente existían personas tan malvadas en el mundo? ¿Experimentar con niños pequeños? ¡Eso era enfermizo! De tan sólo pensarlo se le revolvió el estómago, imaginar que Shoto pudo haber sido víctima de algo así… ¡Le provocaba escalofríos!

— ¿Dónde has visto eso? — No pudo evitar preguntar, quería saciar su curiosidad.

— Mira. —

Kaede le tendió su teléfono y en la pantalla claramente se observaba la noticia, como portada y foto principal aparecía una enorme casa blanca rodeada de llamas azules. Sintió la bilis en la garganta al verlas, eran exactamente iguales a las que alguna vez tuvo Touya.

El encabezado repetía lo que su amiga ya le había dicho, experimentación con niños, le provocó muchísimo asco pero mientras seguía leyendo llegó hasta la sección de testigos, entre ellos, los de algunos policías que habían participado en la redada: “No tenemos claro lo que provocó la discusión pero todos los niños rescatados aluden al «señor dormilón», así es como llaman a uno de estos jóvenes que había estado en coma durante tres años. Tenemos la sospecha de que al despertarse, atacó las instalaciones y gracias a ello pudimos descubrir esta red de crímenes”. Al terminar de leer, obtuvo un mal sabor de boca pero no exactamente por la noticia o por las macabras cosas que se habían descubierto en dicho laboratorio.

Había algo que no le dejaba tranquila, esa inquietud… Era algo más, por alguna razón, algo dentro de ella siempre le dijo que Touya estaba vivo y al leer esa noticia, aquella chispa de esperanza se había vuelto a encender en ella pero fue rápidamente apagada, recordando los restos encontrados del Todoroki en el monte.

Era imposible.

Aunque ella quisiera que no lo fuera.

— Taiyō. — la voz de Erased la sacó de su ensoñación, logrando qué se repusiera de inmediato. — Te necesitan en la oficina del director.

— ¿Yo? ¿Por qué? — preguntó preocupada, no había hecho nada malo.

— No hagas preguntas, solo obedece. — la menor se puso de pie, dispuesta a salir del salón pero la voz de su profesor la detuvo nuevamente. — Llévate tu bolso.

Confundida, aceptó las indicaciones de su profesor, tomó su bolso sin decir nada y salió del salón no sin antes despedirse de su mejor amiga con un ademán. De camino hacia la oficina del director Nezu, recapituló las cosas que podría haber hecho mal pero ninguna llegaba a su cabeza, ¡Era una excelente alumna! No causaba problemas, no era descortés con los maestros, tenía buena relación con sus compañeros y no se metía en peleas, ¿Por qué la mandaría a llamar el director? Sólo le quedaba una opción y esa era que le haya ocurrido algo a su familia, lo cual dudaba bastante.

Fuyumi estaba en la universidad, mientras que Natsuo se encontraba en la secundaria y Shoto en primaria. Sus abuelos estaban trabajando, ¿Qué podría haber pasado? Por su mente pasó el nombre de Enji, pero el héroe era un hombre muy fuerte y no se dejaría vencer fácilmente por nadie, se hubiera enterado de esa noticia antes.

Porque las noticias malas son las primeras en llegar.

Recibió una respuesta afirmativa después de tocar la puerta, y ella podía esperarse cualquier cosa menos ver a su abuela allí; la preocupación invadió su cuerpo cuando se fijó en su rostro, había rastros de que estuvo llorando.

— ¿Nana? ¿Qué haces aquí? — cuestionó, adentrándose a la habitación por completo.

— Buenos días, joven Taiyō. — la fémina rápidamente realiza una reverencia para el pequeño mamífero, saludando. — Por favor, siéntate.

Obedece sin pensarlo mucho y toma asiento al lado de su abuela, tomando su mano para tranquilizarla ya que se nota muy nerviosa, se ve a simple vista pues sus manos tiemblan.

— Director Nezu, ¿Qué está pasando? —

— Elaine, cielo. — su abuela le llama, dándole un apretón a sus manos. — Vengo a retirarte.

— ¿Por qué? — preguntó, confundida. — ¿Pasó algo malo? — los ojos de Frigg parecen temblar ante la mirada profunda que le otorga su nieta.

— No… No. — responde, aunque no sabe cómo sacar el tema. — No es algo malo… No lo sé. —

Elaine frunce el ceño con preocupación, nunca había visto a su abuela tan nerviosa. No entendía, ¿Realmente había pasado algo tan malo? ¿Y si tenía que ver con Shoto? Negó rápidamente, no podía ser así, no quería pensar en ello.

— ¿Nana? — volvió a llamarle, asustada. — Sólo dime qué pasó… — pidió suavemente.

— No puedo… Es difícil de explicar. — confiesa, poniéndose de pie. — Tienes que verlo con tus propios ojos.

La menor no entiende qué sucede, no sabe por qué hay tanto misterio pero no se niega a seguir a Frigg cuando ella se despide amablemente del director, y él no opone resistencia. Elaine recibe una dulce sonrisa por parte del roedor mientras bebe de su taza, él sabía lo que ocurría pero tampoco le dijo nada.

Cuando se sube al asiento del copiloto sigue viendo a su abuela ansiosa, ella tiene que terminar de abrochar su cinturón pues las manos de Frigg tiemblan como jalea y aunque Sunshine no está contenta con que ella conduzca en ese estado, tampoco puede hacer mucho ya que ni siquiera sabe qué es lo que ocurre.

Durante el camino la radio reproduce la noticia de aquella mañana pero la rubia rápidamente cambia de emisora, no quería oírlo, no quería imaginarse por la cantidad de cosas que tuvo que pasar Touya o qué hicieron con él, y su cuerpo. Su nieta tampoco dice nada, mantiene la cabeza apoyada contra el vidrio con la mirada fija en las calles.

Frigg se siente ansiosa, más que nada porque no ha podido decirle nada a Elaine y la ve demasiado calmada como para ser ella.

— Nana, tengo hambre. — se quejó, alargando la última vocal. — ¿Podemos ir a desayunar? —

— Ahora no, cariño. — murmuró en respuesta, cambiando de carril. — Te compraré algo después.

Y es que Frigg no quiere que su nieta devuelva todo lo que ha comido, no sabe cuál será su reacción y vomitar está contemplada en una de esas posibilidades. Elaine hace un puchero con los labios pero no discute, ve a la mujer demasiado ida en sí misma como para causarle más problemas. Puede aguantar una hora más sin comer, no se iba a morir.

Todas las ganas de comer que tenía se esfumaron de su cuerpo cuando vio que se estacionaban en el hospital, el estómago se le cerró y no pudo emitir palabra alguna. Pensó lo peor, y durante esos minutos en donde permaneció con la mirada fija en el kilometraje del carro, su abuela ya había bajado y abierto la puerta para ella.

— ¿Por qué estamos aquí? — su voz salió temblorosa, estaba asustada.

— Te lo diré cuando entremos.

— Nana, quiero saberlo ahora. — pidió, tomando a su abuela por las manos. — ¿Ocurrió algún accidente? — la mujer negó, no era nada de eso. — ¿Entonces…? —

— Es algo que no puedo explicar, cielo. — musito, con los ojos llenos de lágrimas. — No encuentro las palabras para hacerlo.

Pasó saliva, decidió aceptar y seguir las indicaciones de Nana sin replicar. Entonces, ambas entraron al hospital a paso rápido, todo se veía bastante ajetreado y hasta diría que normal pero la fémina se fijó de inmediato de la presencia de la policía en la sala de espera. Quiso convencerse de que era muy normal, ya que cualquiera de los internos allí presentes podría haber sido víctima de un criminal, y la policía debía tomar declaraciones.

Esperó pacientemente que su abuela terminase de hablar con la recepcionista, la mujer castaña que se encontraba allí parecía bastante nerviosa también, susurrando junto a ella, hasta que finalmente pareció entregarle una tablilla en donde la alemana firmó, ¿Qué estaba pasando?

Sintió un escalofrío sin razón aparente.

Frigg se acercó nuevamente hasta la más baja, ya estaban allí, debía decirle. Sus delgadas manos tomaron los hombros de su nieta con suavidad, provocando que ella alzará la mirada hasta ella, confundida. Abuela y nieta se quedaron viendo un par de segundos en silencio, hasta que la rubia habló.

— Cariño… —

— ¿Nana? Dime ya qué sucede. — pidió en un hilo de voz. — Estoy empezando a preocuparme.

— Elaine, cielo. — pronunció con dulzura, acariciando las mejillas de la menor. — Touya, está vivo.

— ¿Qué? —

Sólo eso pudo salir de su boca al escuchar tal declaración, pero no podía ser verdad, era imposible, totalmente. Había participado en su funeral, en los ritos que hizo el sacerdote… Si eso era verdad, ¿Por qué apareció tres años después? ¿Por qué no la buscó? No podía ser verdad, estaba mintiendo.

«Habitación 315»

— ¡Elaine! —

El oxígeno abandonó sus pulmones de repente y ni siquiera dejó que su abuela acabará cuando ya se había echado a correr por los pasillos hasta llegar a las escaleras, usar el ascensor en esos momentos sería gastar tiempo y Elaine no quería demorar más. El corazón latía desbocado contra su pecho, de una forma tan rítmica y constante que lo escuchaba en sus oídos y palpitaba en su cabeza.

Por su cabeza sólo cruzaba la imagen de Touya, de la última vez que lo vio con vida y preguntándose si sería ese el mismo niño que encontraría allí arriba. Su respiración se volvió errática a medida que subía cada piso y cuando llegó al tercero, un nudo se había formado en su garganta y las ganas de llorar se hicieron más presentes qué nunca.

Buscó en cada una de las puertas hasta encontrar la que tenía grabada los números 315, no se oía absolutamente nada detrás del portal y realmente dudó de todo aquello. Debería ser algún tipo de sueño demasiado lúcido, no podía ser verdad, por más que quisiera que Touya estuviera vivo… Ella misma lo había enterrado, era… Era simplemente imposible.

«En cualquier momento me voy a despertar». Se repitió constantemente.

Elaine se cubrió la boca, ahogando un sollozo, sus manos temblaban como si estuvieran hechas de jalea y era tanto el temblor que ni siquiera podía tomar el pomo de forma correcta.

Se armó de valor, inhalando y exhalando varias veces, entonces… Lo hizo.

Abrió la puerta.



























































Aquella intromisión tan repentina y sorpresiva, provocó un mar de sentimientos y emociones cuando el dorado y el turquesa se volvieron a encontrar.

Esta vez, para siempre.

El paso de las estaciones había causado estragos en ambos, primero ese marchito otoño lleno de hojas secas que se desprendían de los árboles y se perdían con el viento por la ciudad. Después, llegó ese frío y duro invierno, casi infinito e interminable; Elaine había estado sumergida en esa helada estación durante tres años, ¿Cuánto había pasado? ¿Cuánta nieve había caído? ¿Cuántos "te extraño" había dicho? Lo había extrañado, y decirlo le hacía extrañarlo aún más.

¿Cuánto tiempo esperó? ¿Cuántas noches no durmió esperando ese momento? ¿Cuánto  soportó para volver a verlo? ¿Ella cambió o lo hizo él? Esas preguntas no tuvieron respuesta porque el invierno llegó a su fin con el regreso de la primavera, descongelando poco a poco su frío corazón y regresando emociones que creía perdidas.

El tiempo fue cruel pero no había pasado ni un sólo día en el que no haya pensado en él.

A pesar de su apariencia lo seguía reconociendo, a pesar de su aspecto físico, seguía siendo él, seguía siendo el niño que alguna vez conoció hace tantos años. Lo supo con sólo mirarlo a los ojos, esos hermosos orbes turquesas que siempre la vieron como el eje de su mundo, ese era él, era Touya.

La nieve al fin se había derretido, porque ninguna estación puede durar para siempre… Los cerezos parecieron florecer en ese mismo instante en su interior, provocando cosquillas en sus manos.

«¿Podrías llamar mi nombre una vez más?» se preguntó el albino, pasando saliva.

No emitieron palabra alguna pues no fue necesario, ellos se reconocían mutuamente porque es lo que hacen quienes están destinados a estar juntos, sólo basta una mirada o un simple toque, es suficiente para que el universo comience a mover sus hilos y haga de las suyas con sus jugarretas pero jamás podrán escapar de él, de su destino, de estar juntos.

Sus ojos fueron atraídos entre sí como dos imanes, el tiempo se detuvo para ellos cuando por fin el dorado y turquesa se encontraron nuevamente, ¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Cuatro años? No quisieron saber la respuesta, ambos se quedaron sin aliento, detallandose mutuamente y volviendo a reconocerse.

«Soy Touya»

«Mi nombre es Elaine»

El varón soltó todo el aire que había retenido inconscientemente: era ella, era su Elaine. Su pecho se llenó de una calidez que parecía olvidada para él, un sentimiento conocido volvía a azotarle después de tanto tiempo, no era desagradable, era ese sentimiento que lo había mantenido vivo todos esos años: el deseo de volver a verla, sus ansias de cumplir su promesa y volver a ella, a su hermosa estrella.

Su hermoso y sedoso cabello pelirrojo estaba muchísimo más largo, de hecho, era la primera vez que la veía con el cabello por debajo de los hombros, cayendo como cascadas en preciosas ondas; el flequillo recto que utilizó por tantos años ahora no existía y le daba una apariencia más juvenil. Había crecido muchísimo, posiblemente era unos centímetros más baja que él, ya no era una niña, era una mujer hecha y derecha. Ese adorable sonrojo que azotaba sus mejillas cada vez que intercambiaban miradas seguía allí, junto al montón de pecas que decoraban su rostro… Y sus ojos, lo que más amaba de Elaine: estaban repletos de lágrimas que no llegaban a caer.

Con su muerte, los resplandecientes ojos de Elaine adquirieron una pesada y turbulenta bruma que apagaba su brillo, volviéndolos opacos. Todos fueron testigos de ello, la muerte de Touya había matado una parte de ella.

Aquella niebla desapareció por completo cuando le vio, en aquella camilla de hospital con su desordenado cabello albino y esos ojos turquesas tan conocidos para ella.

El más alto se pone de pie — completamente descalzo — sin importarle llevarse los cables del suero o del monitor de por medio, sus pasos son lentos y cautelosos, temiendo alertar o asustar a la pelirroja.

«Cuando esta neblina desaparezca, ni siquiera me pondré los zapatos y correré hacia ti»

Allí están, frente a frente, sin despegar la mirada el uno del otro, ignorando todo lo demás, sólo son ellos dos.

La zurda del varón se levanta lentamente hasta acunar el rostro de la pelirroja, quien suelta un sollozo mientras una sonrisa temblorosa aparece en sus labios y las lágrimas comienzan a caer de los ojos de ambos.

«Abrázame cuando eso ocurra»

Sus brazos se aferran a él con fuerza a la vez que un largo y rasposo sollozo escapa de su garganta con dolor, Elaine entierra el rostro en el pecho del más alto mientras llora, pero no está triste, es todo lo contrario, siente que por fin ha vuelto a casa.

«Mientras te tenga a ti, cualquier lugar será mi hogar».

Cuando sus cuerpos vuelven a tocarse después de tanto tiempo, los fuegos artificiales explotan en su interior y se funden en ese tan ansiado y esperado abrazo. Aquel reencuentro que tantas veces soñaron, estaba allí, sucediendo en ese instante, se aferraron el uno al otro con fuerza, como si tuvieran miedo de que alguno de los dos desapareciera, que todo no fuese más que un sueño.

Aquella alegría de reconocer o encontrar algo después de un largo tiempo… Así es como se sentían.

— Touya… — habló por primera vez, ahogándose con sus lágrimas. — Sí volviste… — dijo entre sollozos, abrazándolo con más fuerza temiendo qué fuera una ilusión.

¿Acaso fue oída? Todas las lágrimas que derramó, todas aquellas noches que lloró e imploró el regreso del Todoroki, ¿Realmente habían dado frutos? Tenerlo allí, frente a ella, era el mejor regalo que podía haber pedido jamás. Estaba tan feliz que no podía dejar de llorar, su interior siempre estuvo en lo correcto, él nunca la había dejado, Touya sería incapaz de abandonarla.

— Elaine… — pronunció con dificultad. — Te prometí que siempre estaríamos juntos. — sonrió suavemente, tomando su rostro entre sus manos. — No existe nada en el mundo que haga que me separe de ti, ni siquiera la muerte. — juntó sus narices en un beso esquimal, sin importarle mojarse con las lágrimas de la menor.

Volver a escuchar su nombre salir de sus labios fue como la pomada que necesitó para sus heridas, pero estaba allí, estaba vivo. Todo el dolor se esfumó de repente, sólo podía sollozar mientras abrazaba fuertemente al Todoroki, no podía explicar con palabras lo que sentía en ese momento; era como volver a respirar después de estar aguantando la respiración bajo el agua, como beber agua fría después de una larga carrera.

«Todavía no puedo creerlo, todo esto parece un sueño»

— Tenía tanto miedo. — confesó, apretando la bata de hospital entre sus manos. — ¿Dónde estabas? ¿Por qué me dejaste sola?  — cuestionó sin poder detener sus sollozos. — ¡Te extrañé mucho, Touya! — musito en un hilo de voz, con una expresión dolorosa.

— Te extrañé mucho más… — le aseguró con las lágrimas deslizándose por sus mejillas. — No tienes idea de cuánto te extrañé, lo puedo jurar. — repitió con la voz quebrada y las manos temblando. — Odín puede quedarse con su Valhalla porque yo no deseo otra cosa que no sea estar contigo.

Los ojos dorados de la fémina vuelven a llenarse de lágrimas mientras una sonrisa temblorosa se extiende por su rostro, ¿Realmente el invierno había llegado a su fin? Sí, Elaine había vuelto a casa.

— Perdón, perdóname. — suplicó, volviendo a abrazarla, escondiendo el rostro en su cuello mientras era recibido por los cálidos brazos de Elaine. — Perdóname. — volvió a repetir. — Fui un idiota, hice cosas horribles, dije cosas horribles… — dijo. — Fui egoísta… Sólo pensaba en mí, no podía ver nada más que ser un héroe.

«Debido a mi imprudencia hice sufrir a todos, especialmente a mamá y a ti…». Los labios de la menor temblaron, estaba reteniendo el llanto de nuevo, sentía que no podía dejar de llorar. «Perdóname Elaine, no seré capaz de borrar todo lo que te hice sufrir pero por favor, no me odies»

— Touya, ich liebe dich. —

No lo vio venir y probablemente jamás borraría esa escena de su cabeza: la primera vez que Elaine decía que lo amaba, con el rostro repleto de lágrimas en la habitación de un hospital, mientras él lucía totalmente irreconocible, como un monstruo lleno de quemaduras y aún así, no flaqueó, no hubo duda, no había mentiras.

Fue un te amo tan sincero que el oxígeno abandonó sus pulmones y se le dificultó respirar, no había necesidad de que se lo dijera porque Touya ya lo sabía, se lo demostró innumerables veces. No existía forma alguna para describir lo que sintió en esos segundos, en donde sus hermosos ojos dorados le observaron con el mismo amor que ella profesaba con sus palabras pero oírlo en su lengua materna hizo que todo tuviera sentido para él.

Lo sabía, seguía estando a sus pies, completamente enamorado de Elaine. Quizá él había cambiado pero sus sentimientos por la pelirroja nunca podrían hacerlo.

— Ich liebe dich auch, mein Stern. —

Puede asegurar que es todo lo que necesita, que es lo único que puede ver. Es capaz de dejar que Elaine lo arrastre por todo Helheim si eso significa tenerla a su lado y tomar su mano, porque está enamorado de ella y la seguirá por todo el infierno si es necesario.

La habitación continúa siendo llenada por los sollozos de la menor por al menos media hora más, aunque ahora están en una posición diferente. Elaine está sentada junto a Touya en la camilla mientras él la mantiene entre sus brazos, meciéndose suavemente y repitiendo en voz baja que todo ha acabado, que está ahí para ella.

«En este mundo tan cruel, sólo quiero que sepas que te amo»

— ¿Qué sucederá ahora? — cuestionó con la voz rasposa debido al llanto. — ¿Van a volver a separarnos? — el temor se reflejó en sus ojos, al igual que el temblor en su cuerpo.

— Jamás volverán a separarme de ti. — le prometió, entrelazando sus manos. — No lo permitiré, no tengas miedo. — pidió en un murmullo, dejando un beso sobre su cabello.

«Quiero que te mantengas tranquila, es probable que tenga que hablar con la policía ya que mi aparición no cuadra con la ficha forense. Va a ser un proceso estresante y tal vez tarde un poco pero no te dejaré de nuevo, has sido muy fuerte pero ahora debes ser más fuerte y esperar un poco más, ¿Puedes hacerlo?»

Sunshine asintió rápidamente sin dudarlo, confiaría en su palabra e intentaría mantenerse tranquila. La menor suelta un suspiro mientras se esconde en el pecho del albino en busca de contención, su respiración se estaba regulando y las lágrimas por fin había cesado, se sentía en paz, calmada y algo adormilada debido al llanto. Elaine sonríe suavemente, pegando su oído al pecho del mayor, oyendo con claridad los latidos de su corazón; Touya estaba allí, no debía de temer porque ya no estaba sola, la primavera había llegado después del frío y duro invierno.

«Porque ahora te tengo a ti, conmigo»

La puerta es tocada suavemente, llamando la atención de la pareja, por allí aparece el héroe número dos junto a la policía y Frigg, quien mira a Touya con cariño y nostalgia.

— Touya, Elaine. — Enji les habla, provocando que ambos se separen levemente. — La prueba de ADN dio positivo.

— Es necesario que prosigamos con la interrogación ahora que confirmamos su identidad, joven Todoroki. — el albino le da una mirada a la menor de reojo, no quiere dejarla ir.

— Entiendo. — asintió, la pelirroja se bajó de la camilla con miedo. No quería separarse de él. — Sólo, promete que Elaine permanecerá junto a mi, papá.

El héroe soltó un suspiro pero no se negó, iba a ser difícil para él aceptar que esos dos sentían algo el uno por el otro pero la vida le había dado una oportunidad para remediar sus errores, y no volvería a arruinarlo.

Enji asintió, dándole su palabra.

— Touya, cariño. — alzó la mirada, fijándose por primera vez en la rubia. — Elaine no va a ir a ningún lado pero un interrogatorio no es apto para ella, me encargaré de traerla cuando termine, lo prometo.

El joven Todoroki bajó sus ojos hasta su mano unida con las de Elaine, no quería dejarla ir, tenía miedo de que desapareciera. Aún así, él mismo le había dicho a Sunvely que debía de ser fuerte, no podía retractarse de sus palabras.

La soltó.

— El chófer traerá a tus hermanos cuando salgan de la escuela. — le comunicó la mujer, quien tenía pequeñas lágrimas en sus ojos.

Al oír qué volvería a ver a sus hermanos menores el estómago se le revolvió de los nervios pero aún así, quería disculparse, quería abrazar a Natsuo y decirle que había sido un idiota por no haberlo escuchado. Quería disculparse con Fuyumi por haberla llamado inútil y quería ver a Shoto…Fue un hermano mayor horrible y gracias a sus celos, intentó asesinar al pequeño Shoto, ¿Cuánto habrá sufrido en estos tres años? Siente culpa y también rabia contra su padre, es evidente que nada se resuelve con una disculpa ya que sigue teniéndole rencor a Enji pero… Por algo se empieza.

— Estoy muy feliz de tenerte de vuelta, pequeño Touya. — la mayor acarició con cariño el rostro del albino, observando lo mucho que había cambiado, ella también estaba muy feliz. — Gracias a Odín estás bien, alguien debe de haber llorado mucho por ti, ¿no es así? —

La mención de lo último le hace recordar un momento de su infancia, en donde Elaine les estaba contando sobre el fin del mundo según la mitología nórdica: Todo inició con la muerte del hijo más querido de Odín — Baldr — el cual luego de muerto, se le organizó un funeral espectacular pero como nadie quería aceptar su partida, enviaron a su hermano a Helheim para rogar por su regreso. Hela, la Diosa del inframundo, aceptó regresarle la vida al Dios, siempre y cuando todos los seres vivos sobre la tierra llorarán por él y su partida; eso nunca llegó a suceder porque Loki nö acató la orden y todo se terminó en el Ragnarok.

Inmediatamente voltea hacia Elaine, había entendido lo que quiso decir y una pequeña sonrisa se posó sobre sus labios y acarició por última vez su rostro, antes de dejarla ir por completo.

— Sí… — responde, bajando la mirada tímidamente. — Que afortunado soy.

«En este mundo, para mí tú lo eres todo».

Sus mirada se ablanda al mirarla, esos fríos ojos turquesas tan iguales a los de su padre observan con un brillo inexplicable a Elaine, transmiten tanto cariño que es imposible no notarlo. No hay que ser un genio para darse cuenta que Touya la mira de una manera totalmente diferente a los demás, siempre con esa mueca de desagrado en el rostro o sus ocelos aburridos y carentes de emoción pero cuando se trata de ella, de su estrella, todo cambia. No hay expresiones de disgusto o miradas de asco, tampoco muecas irónicas o malas caras; para Sunvely siempre hay sonrisas, hay emoción, hay cariño en su timbre de voz, Touya siempre le da aquellas miradas cargadas de amor a ella, a Elaine. Ella saca lo mejor de él, está consciente de ello, sabe que la fémina saca su mejor versión y no quiere dejarla ir nunca, porque su mejor versión se irá con ella.

«Tienes lo mejor de mí, Elaine. Así que, por favor no me dejes.»

















































 
































































































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ᴄ ᴜ ʀ ɪ ᴏ s ɪ ᴅ ᴀ ᴅ ᴇ s

Para quienes no entendieron, la frase que le dijo Frigg a Touya en el hospital no sólo hace referencia al mito del comienzo del Ragnarok. Les explico, Hela — La Diosa de Hellheim — pidió como prueba del amor que todos le tenían a Baldr, que todo ser vivo llorase su muerte, y que sólo así, lo regresaría a la vida.

Lo que Frigg da a entender con su comentario, es que Elaine durante esos tres años lloró tanto — lo igualable a las lágrimas derramadas por todos los seres vivos — por él, que Hela al ver que era tan querido, decidió devolverle la vida.

Touya entendió lo que quiso decir, y por eso sonríe y mira con cierta tristeza a Elaine, porque su sufrimiento fue comparable con el de los Dioses, es decir, el Ragnarok de Sunshine fue su muerte.

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+100 ᴠᴏᴛᴏs ʏ 200 ᴄᴏᴍᴇɴᴛᴀʀɪᴏs ᴘᴀʀᴀ ᴇʟ sɪɢᴜɪᴇɴᴛᴇ ᴄᴀᴘ.



















































































































˙˚˓˒˙˛ʿʾ․·‧°⋆ও ──
¡ɴᴏ sᴇ ᴏʟᴠɪᴅᴇɴ ᴅᴇ ᴠᴏᴛᴀʀ ʏ ᴄᴏᴍᴇɴᴛᴀʀ, ɴᴏs ᴠᴇᴍᴏs ᴇʟ ᴘʀóxɪᴍᴏ ᴠɪᴇʀɴᴇs!

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