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Ni-ki se encontraba sentado en el sillón de la enfermería mirando a la cama frente a él. Sunoo dormía tranquilamente, su pecho subía y bajaba con parsimonia. Se veía tan tranquilo, tan indefenso.
Las mantas que se posaban en su cuerpo, lo mantenían en todo momento alejado del frío y manteniendo su temperatura corporal en orden.
Suspiró y dejó caer su cabeza hacia atrás.
Los recuerdos de hace unas horas lo atormentaban, haciéndole sentir aún peor de lo que estaba.
Había llegado tarde. Tarde para impedir que ese idiota tocara a su chico. Había llegado tarde y Sunoo había sufrido las consecuencias.
Quería golpearse y enterrarse vivo. Era su culpa. Se preguntaba qué hubiese pasado si no se hubiera cansado de esperar por el menor y así, salir buscarlo.
Un quejido irrumpió sus pensamientos y se maldijo al darse cuenta que no había estado prestando atención a su entorno, ni mucho menos cuando el menor despertó.
—Mmm ¿Ni-ki? ─preguntó débilmente, aún con los ojos cerrados.
El mencionado se puso de pie de inmediato y se acercó a grandes zancadas a la cama.
—¿Amor? ─se sentó a un lado con cuidado ─Sunoo, ¿estás bien, bebé? ─colocó sus manos sobre las mejillas del pelinegro y las acarició suavemente, dibujando círculos imaginarios en ellas.
—Mmm, y-yo... sí... ─abrió los ojos con lentitud. ─¿Qué me... ¡Auch! ─se quejó cuando intentó sentarse.
—¡Hey! ¡Cuidado! ─le regañó. ─Trata de no moverte ¿sí? ─le ayudó a completar su acción.
—¿Qué? ¿Qué pasó? Y-yo...
—No hables si te duele.
—Está bien. ─aclaró. ─Estoy bien, sólo dime cómo llegué aquí. ─el mayor abrió la boca para contestar, pero fue interrumpido de nueva cuenta. ─Recuerdo que estaba... Y-yo estaba defendiendo al... al chico y ─de repente se acordó de ese pequeño detalle ─¡El chico! ¿Dónde está el chico? ─recorrió su vista con desespero por toda la habitación.
—¡Tranquilo!... él está bien. ─sostuvo su mentón para conectar el contacto visual. Pudo ver el miedo del menor reflejado en sus ojos ─Importas tú ahora.
—T-también recuerdo que él y yo forcejeamos p-porque é-el... ─se pausó un momento y soltó un sollozo.
Como si no fuera suficiente, el recuerdo de lo que Sunghoon quería hacer con él regresó a su mente como pequeños flashbacks.
Recordaba la impotencia, el miedo y la desesperación que sintió en ese momento. Santo Dios, fue el peor momento de su vida.
De nueva cuenta se encontraba llorando y murmurando cosas inaudibles. Sintió unas cálidas manos sobre sus mejillas apartando todo rastro de sus lágrimas.
Pero aún así, siguió.
—É-el me estaba sosteniendo y luego m-metió sus manos en mi ropa, sentía su boca en mi cuello y... ─sollozó. ─No podía hacer nada, Riki... él me iba a-
Esta vez fue interrumpido por unos cálidos brazos alrededor de su cuerpo. Estos expresaban apoyo y cariño, todo lo que él necesitaba en ese momento. También pudo sentir su bata de enfermería mojarse.
¿Ni-ki estaba llorando por él?
—Basta, no digas más. ─enterró su rostro en el cuello del menor y suspiró llevando las manos hacia su espalda para brindarle pequeñas caricias de reconforte.
—Fue terrible, t-tenía tanto miedo, Ni-ki. ─continuó torturándose mientras se separaba.
—Lo sé, pero ese imbécil ya no está aquí, bebé... Ya no pienses más en él, ¿sí? ─el menor asintió. ─Estoy aquí contigo ahora, sólo... ─hizo una breve pausa. ─Perdóname ─se lamentó. ─Perdón por no llegar antes y poder salvarte de los golpes, y-yo... debí.. debí haber-
—No es tu culpa, Riki, al contrario, yo quiero agradecerte por llegar y rescatarme de él. Gracias. ─trató de sonreírle sinceramente.
Su carita estaba cubierta de lágrimas y pequeños rastros de sangre seca en sus heridas que no se habían borrado por completo; a diferencia de él, que sólo mantenía su camiseta de la misma manera.
¿Podía ser posible que lo encontrara hermoso, aún estando así?
—Bien. ─se esforzó por sonreír. ─Hablemos de otra cosa, ¿Te parece? El contrario asintió aún con la leve sonrisa en su rostro.
—¿De qué quieres hablar, ah?
Y es cuando de repente, Ni-ki se puso algo tímido.
—Y-yo... ¡No he molestado a nadie esta semana! ─se mostró orgulloso. ─¡A nadie! Ni siquiera al chico de la cafetería, ¡A James!
—Jake. ─corrigió el menor.
—No, ¡Ni a él tampoco! ─el contrario rodó los ojos divertido. ─Entonces...
—¿Entonces...? ─siguió burlón.
—¡Ya, amor! ¡Tú dijiste que cuando dejara de molestar a los chicos, al fin saldrías conmigo!
—¿Yo dije eso? ─fingió inocencia.
—¡Sí! ¡Lo hiciste! y lo sé muy bien porque cada que me rechazas, lo repites, y pues como no sólo he sido bateado una vez, pues me lo he aprendido de memoria.
─justificó.
—Ahh, ya recuerdo. ─rió tiernamente.
—Entonces... ¿Saldrías conmigo?
—Mmm... ─fingió pensarlo. ─Nop. ─soltó infantilmente con un sutil ruidito al final.
—Vaya, ya era ho- ─abrió los ojos como platos. ─¡¿No?! ─exclamó. ─¿Qué? ¿Por qué no, ahora? ¿Qué hice mal? ─puchereó.
—Querrás decir lo que no hiciste.
—¿Lo que no hice? ─repitió con duda. ─¿Qué no hice?
—Mira, Ni-ki, cuando le haces daño a alguien, le tienes que pedir disculpas porque por ti, esa persona la pasó mal, ¿Entiendes?
El mayor asintió sintiéndose como un cachorro regañado.
—Y-yo.. ¿Es necesario hacer eso? Digo, puedo comprarles cosas, darles dinero como compensación o puedo-
Unos finos labios aterrizaron suavemente sobre su mejilla, callando así sus palabras. Eso lo cohibió, delatándose por sus mejillas sonrojadas.
—Discúlpate, Riki. Luego ya veremos ¿sí?
Y cómo negarse cuando el menor actúa de manera extremadamente linda, parpadeando repetidas veces y con un suave gesto de convencimiento.
—¡Bien! ─se removió y se bajó de la cama rápidamente. ─¡Iré ahora mismo y me disculparé con todos!
Pudo sentirse orgulloso cuando vió el semblante triunfador del contrario.
—No hay ningún estudiante a esta hora, Riki; es tardísimo, seguramente sólo quedan los profesores y parte del personal.
—Bueno, en ese caso ¡Lo haré lo más rápido posible!
Escuchó nuevamente la risita del menor. Pudo nombrarse oficialmente fan número uno de aquel sonido tan encantador. Demonios, le encantaba ser el responsable de ello.
—Bien, sólo... ¿Puedes pasarme mi celular? Debo avisar a mamá para que venga a buscarme.
—Oh, ¡por supuesto!
Rodeó la cama que le impedía el paso hacia la mesita que estaba a un costado de ella. Buscó entre las diferentes medicinas y gasas que se encontraban ahí, hasta que pudo dar con el celular.
—¿Lo encontraste?
—Sí, pero ¿Sabes?, la enfermera dijo que no deberías hacer esfuerzos con los dedos, así que ¿Por qué no me das tu contraseña y yo llamo a mi querida suegra, ah? ─levantó ambas cejas de arriba a abajo sugestivamente.
—No obtendrás mi número así, Nishimura.
El aludido resopló.
—Valía la pena intentarlo. ─mencionó mientras extendía el celular hacia el menor y éste lo tomaba.
—Es demasiado tarde, vete a casa. ─informó mientras escribía su mensaje de texto.
—No quiero irme hasta saber que estás con alguien que te cuide, ¡No saldré de esta habitación hasta que tu mamá venga! ─exasperó.
—¡Tranquilo! no me pasará nada malo, ya viene en camino.
—Lo sé, es sólo que no quiero que vuelvas a estar en peligro. ─susurró las últimas palabras con algo de pesar.
—Riki, estoy bien. ─sonrió sinceramente ─Sólo son unos cuantos golpes, sanarán pronto. Ahora, ve a casa, no quiero que alguien te haga daño en el camino.
Ni-ki sonrió en grande ante la repentina confesión del menor. Era lindo que alguien se preocupase por ti.
Ni-ki se adentró al pequeño corredor que guiaba hacia la dirección y los baños.
Se sentía bastante avergonzado consigo mismo y por sus acciones.
Habían pasado tres días en los que se dedicaba a estarse disculpando con los chicos que habían sufrido de sus maltratos y ofensas durante estos meses.
Lo peor de todo era que como no se acordaba de los rostros ni de los nombres de aquellas personas, terminó repartiendo reverencias y muchos "lo siento" a cualquier individuo que se le cruzara en el camino.
Todos tenían sus disculpas, excepto una persona; Yang Jungwon, el mejor amigo de Sunoo, el cual, sí sabía su nombre porque en varias ocasiones lo había amenazado para sacarle información de dónde se encontraba Sunoo en ese momento o hasta incluso, qué planes tenía para ese día. Intenso diría él.
Decir que estaba cansado, era poco. Tuvo que afrontar varios castigos por golpear a Sunghoon y a este sólo le dieron dos semanas de incapacidad.
Necesitaba encontrar a ese chico y disculparse pronto.
Pasaría al baño y quizá mañana seguiría con la búsqueda. Sólo quería irse a casa ya.
Soltó un suspiro pesado cuando se encontró frente al baño de hombres y abrió sin mucha importancia.
Ni-ki se quedó pasmado cuando levantó la vista ¿De verdad estaba viendo bien?
Jay tenía acorralado a Jungwon contra la pared a un lado del lavamanos. Ambos se besaban con desespero y mucha lengua. Jay mantenía sus manos sobre la cintura de Jungwon y este, sobre la nuca del contrario, sin poder evitar soltar demasiados ruidos de chasquidos y jadeos.
—¿Qué...? ¡¿Qué mierda?! ─preguntó mientras desviaba la mirada hacia otro lado.
De inmediato, ambos cuerpos se separaron y las mejillas de Jungwon se incendiaron extremadamente. Tenía los labios demasiado hinchados y mordidos.
—¡Ni-ki! ¿Q-qué haces acá?
—He venido a disculparme y me los encuentro así. ─miró a ambos chicos, pasando la mirada de uno a otro. ─¡Park Jay! ─captó su atención. ─¿Desde cuándo? ¡Soy tu mejor amigo! ¿Por qué no me dijiste?
—Y-yo, esto es nuevo, así que-
—Ya, no digas más. ─negó suavemente fingiendo decepción y se giró hacia Jungwon.
—Jungwon, lo siento por maltratarte todo este tiempo, espero que aceptes mis más sinceras disculpas. ─se inclinó en una reverencia. ─sigan con lo suyo, tortolitos ─se burló y salió del lugar.
Ambos chicos se miraron entre sí con los semblantes notablemente desconcertados. ¿Qué había sido eso?
Sin dar más vueltas al asunto, se encogieron de hombros y regresaron a comerse la boca.
Bien, ahora solo le faltaba hablar con Sunoo.
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