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𖤓 𝐂𝐀𝐏𝐈́𝐓𝐔𝐋𝐎 7𖤓

La sesión en la corte estaba a punto de comenzar. Ángeles de rangos medios y altos se habían reunido, aunque la discusión sobre los caprichos de la hija del Caído no parecía interesar mucho a los ángeles superiores. De hecho, varios de ellos mostraban preocupación, preguntándose qué regalarle a la pequeña rayo del sol. No era fácil encontrar un obsequio para una niña que cumplía 700 años; ya había recibido tantos regalos que se les dificultaba pensar en algo que realmente la sorprendiera.

Es increíble —Susurró Charlie, observando la sala desde su lugar en el suelo, junto a Vaggie, mientras los ángeles ocupaban los balcones. Algunos la miraban con incomodidad y otros con desagrado— Ay no... No ese tipo otra vez.

Frente a ellas pasaron Adam y Lute. Lute tenía un corazón rojo dibujado en su ojo izquierdo, mientras que la máscara de Adam lucía una corona hecha de naipes de corazones. Habían sido convocados a la reunión justo cuando se estaban preparando para la fiesta, rodeados de ángeles exterminadores que también se arreglaban y maquillaban para cumplir el deseo de la pequeña princesa.

¿¡Qué onda, preciosa!? —Dijo Adam con burla mientras volaba hasta su balcón junto a Lute— Te fuiste a quejar con mi jefa, golpe bajo, payasito.

Nos reunimos aquí hoy para determinar si un alma profana del infierno puede ser redimida hacia el reino celestial —La voz suave y seria de Sera resonó en la habitación como un eco. Sus ojos se detuvieron en el balcón dorado a su costado, que estaba vacío— Ejem... Adam, ¿dónde está Amanecer?

Oh, eso. Le dieron salida temprana a Hebe de la escuela. Aurora dijo que trataría de llegar, pero primero tenía que alistarla con su ropa —Explicó Adam, sonriendo mientras miraba la pantalla de su teléfono, donde se veía un chat con su hijo Ares. En la pantalla había una foto de su mujer vistiendo a su hija con el vestido de Alicia que su abuelo le había regalado— Se ve adorable con esa ropa.

Entiendo —Una suave sonrisa apareció en los labios de Sera— A través de las acciones del Hotel Hazbin, dirigido por la "princesa" Morningstar, se presentarán pruebas de que los profanos pueden arrepentirse de sus acciones, princesa.

Em... Gracias, Serafín —Murmuró Charlie, nerviosa mientras acomodaba sus tarjetas y se ponía de pie. Era curioso cómo su traje rojo resaltaba en contraste con el lugar; era evidente que nunca debió estar en aquel sitio tan sagrado— Ejem... El diccionario de la Real Academia define la redención...

¡Objeción! —Interrumpió Adam, mostrando su aburrimiento— Patético y muy aburrido. Además, no estás presentando pruebas.

Se acepta —dijo Sera, lanzando una mirada a la Morningstar— No se aceptan más referencias del diccionario, por favor.

Charlie asintió, sintiéndose más nerviosa al buscar en sus cartas, que todas hacían referencia al diccionario. No sabía qué decir; todo lo que había planeado había sido rechazado.

¡Dios! ¿Tienes alguna evidencia real? Si es así, muéstrala —Exclamó Adam, recostándose sobre el barandal y mirando su muñeca en el reloj— Rápido, todos tenemos cosas más importantes que hacer que escuchar a la pollita de Lilith balbuceando su tontería.

— ¡Tenemos un huésped! —Gritó Charlie con seriedad— ¡Justo ahora está logrando progresos increíbles!

Nombres —Exigió Adam, observando su teléfono donde le había llegado una foto de Hebe ya vestida. Ella llevaba un hermoso vestido azul celeste y cerúleo de manga corta, con una falda y cuello a juego, y un delantal blanco en la parte superior, adornado con un lazo atado en la parte posterior. Todo estaba hecho con la mejor calidad y tenía piedras preciosas decorándolo. Su cabello rubio caía suelto y tenía una diadema de moño negra— Mira, Lute, ¿no se ve preciosa mi pequeña? Em, mira la foto que te acabo de mandar.

La serafín menor miró la foto, soltando un chillido emocionado y lleno de ternura, y luego se la mostró a Sera, subiéndola al grupo donde estaban todos los ángeles. Varios miembros del tribunal dejaron de prestar atención al discurso de la princesa del infierno para admirar la foto de la pequeña rayo del sol abrazando un bolso de conejo blanco. La dulzura de la imagen capturó la atención de todos, y murmullos de ternura comenzaron a llenar la sala.

Charlie observó, confundida y nerviosa, mientras su novia Vaggie alzaba los hombros, sin saber cómo reaccionar ante la repentina distracción. Era evidente que todos estaban más interesados en la fotografía que en su presentación.

Ejem... —Intentó llamar la atención de nuevo— Dime, ¿qué se necesita para llegar al cielo?

¿No ves que estoy ocupado, perra? —Respondió Adam con fastidio— Lute, tú responde, estoy ocupado.

La comandante de los ángeles asintió, y una lista apareció frente a Charlie en un destello de luz dorada.

— ¿Ser desinteresado, no robar, no revelarse ante la autoridad y tener fe en que Jesús murió por tus pecados y elegir seguirlo? —Leyó Vaggie, confundida por lo que parecía un conjunto de requisitos inalcanzables para los pecadores— Debe ser una broma, Lute.

Claro que no, Vagatha —Replicó él, con seriedad y un toque de burla al notar cómo se ponía nerviosa al ser llamada de esa forma, un apodo que Ares le había dado cuando se unió al ejercicio— Eso fue lo que nos trajo hasta aquí, ¿no es así?

Por los pasillos del cielo, tres figuras doradas avanzaban con gracia. Los ángeles que las veían pasar les brindaban una pequeña reverencia, acompañada de felicitaciones por el cumpleaños de la menor. El eco de los tacones de Aurora y los zapatos de Ares resonaba en el suelo, hasta que Hebe, emocionada, comenzó a hablar sobre la inminente llegada de su cumpleaños y la expectativa de ver a sus tíos, especialmente a su abuelito.

Mami, ¿me veo bonita? —Preguntó con una sonrisa resplandeciente. Hebe estaba cargada por Ares sobre los hombros, afirmando que así se sentía más alta que su madre sin necesidad de volar— ¿Crees que Azrael piense que soy linda?

Eres muy pequeña para preocuparte por esas cosas —Respondió Ares, tratando de ocultar su incomodidad. No era un secreto que la pequeña estaba enamorada del arcángel Azrael, algo que no le agradaba en absoluto a su padre y hermano.

¡Qué malo eres! —Chilló, haciendo un puchero mientras abría sus alas y volaba emocionada. Frente a ellos se encontraba el tribunal, donde su papá, su madrina y todos sus amigos les esperaban— ¡Buenos días! ¡Que mi abuelito los bendiga!

Su voz infantil resonó en la habitación, rompiendo la tensión que había en el ambiente. Todos los ángeles sonrieron al ver a la pequeña, que voló hacia su padre y lo abrazó con entusiasmo.

¡Papi, papi! Tengo mi vestido nuevo —Exclamó, moviendo los volantes de su vestido— ¿No crees que es bonito?

¡Oh, es encantador! —Exclamó Adam con dulzura, cargándola. Era un marcado contraste con su comportamiento antes de la llegada de la pequeña— ¿Y le agradeciste a tu abuelito?

Ya lo hice —Respondió Hebe, sonriendo mientras miraba a su alrededor, un poco apenada— ¿Estoy interrumpiendo algo?

Ante esas palabras, todos los seres celestiales comenzaron a consolar a la pequeña, asegurándole que no interrumpía nada importante, que su llegada había iluminado la sala. Incluso Vaggie, casi de forma involuntaria, estuvo a punto de consolarla, un gesto que había hecho tiempo atrás. Sin embargo, su cuerpo tembló al darse cuenta de que si la pequeña Hebe estaba allí, era probable que Ares y Amanecer también hicieran acto de presencia, lo que no era buena noticia. No creía que ninguno de los dos quisiera estar presente en algo tan "poco especial" relacionado con el infierno.

¿Qué es ese lugar tan feo? —La pregunta de Hebe llamó la atención de todos, señalando la esfera donde se veía una fiesta de profanación y pecado— Está muy sucio. ¿Acaso no conocen el agua y el jabón?

¡Lo vieron! —Gritó Charlie, desesperada. Nadie le prestaba atención, y la poca que tenía fue robada por la pequeña angelito que había entrado, pero ella seguía esforzándose por demostrar que la redención era posible— ¡Hizo todo lo que aparece en tu lista! Fue desinteresado, impidió que Niffty robara y se rebeló contra su malvado jefe opresor.

Sí, lo vimos, pero entonces, ¿por qué no está en el cielo? —Preguntó Adam con sarcasmo, sacando un chocolate de uno de los bolsillos de su bata para ofrecérselo a Hebe.

Es verdad —Murmuró Emily, sin darse cuenta del sarcasmo en las palabras de Adam— ¿Por qué no está aquí, Sera?

Sera solo guardó silencio, rodando los ojos. Tenía razón Aurora; quizás no debió educar a Emily de una forma tan inocente y crédula ante las palabras.

Esperen... ¿Nadie sabe lo que se necesita para que un alma llegue al cielo? —Preguntó Charlie, desesperada y enojada, interpretando el silencio de Sera como una confirmación.

¡Es suficiente! —Las puertas de oro se abrieron, revelando a Amanecer, acompañada de Ares, que vestía un elegante traje de vestir azul rey y portaba una espada en su cintura— ¿Acaso tu profano se ha arrepentido de corazón por sus acciones? ¿Por las personas a las que ha lastimado directa o indirectamente? ¿Acaso ha seguido a nuestro amado cordero, Jesús? ¿Acaso tienefe en que Jesús murió por sus pecados y ha elegido seguirlo?

Con cada pregunta, Amanecer avanzaba, dejando que el eco de sus palabras resonara en la sala. A medida que se acercaba a la zona del tribunal, sus alas se desplegaron en un movimiento majestuoso, y Ares se situó a su lado, tomando su abrigo para que ella pudiera sentarse. Con un gesto discreto, Amanecer tomó un cigarrillo de su bolso, aprovechando el momento en que Hebe no estaba cerca; nunca fumaba si la pequeña estaba cerca, solo lo hacía cuando sabía que podía hacerlo sin preocupaciones.

Emily, sin embargo, había sido conmovida por las palabras de Amanecer. Mientras observaba la lista de requisitos, su fe comenzó a florecer, incluso ignorando, por primera vez, las palabras de Aurora, su madrina y ejemplo a seguir.

Creo que tiene razón —Canto Emily con ternura y fe mientras volaba y mostraba la esfera donde se mostraban imágenes— Una alma puede mejorar, creo que el vio la luz, cumple con lo que dices tu~

Será solo pudo ver con lastima a Emily, sabía que saber la verdad le rompería el alma y su inocente pesar sobre las cosas buenas que le contó del infierno, ella no sabía nada sobre la vida real pues su único trabajo era traer alegría al cielo y guiar a los ganadores en su estancia.

Desde su balcón Aurora escuchaba en silencio mientras Ares veía con atención a aquella mujer junto a la hija de aquel bastardo, no pudo evitar apretar los dientes con ira y su esclerotica se tornaba roja, así que no solo esa bastarda arruino el matrimonio de su amada madre con el bastardo sino que también tomó a la mujer que el amaba, la misma que lo traicionó en aquel exterminio al evitar que purgara el alma de un profano, la misma a la que le ofreció la oportunidad de perdonar su falta si purgaba aquel profano, misma que lo atacó con la lanza de oro celestial que el mismo le regalo, estaba furioso y el calor que llenaba la sala era una prueba del mismo.

¡Esto no se puede defender! ¡Es solo una ramera insalvalve! ¡Nada que hacer, solo sabe coger! —Canto Lute con molestia, sabía que su príncipe se había dado cuenta de la presencia de la traidora y que iba a estar enojado, no era justo que aquella mujer volvió solo para hacer retroceder a su príncipe cuando fue ella quien limpio sus lagrimas y lo acompaño matando pecadores, justo cuando el empezaba a desarrollar sentimientos por ella, esa traidora volvió a tocar el cielo— ¡Solo es culpable!

Lute se puso su casco para volar junto a Adam y Hebe hacia Charlie quedando justo frente a ella, Lute tenía una mueca de molestia en su máscara mientras que Adam y Hebe tenían una gran sonrisa, la de la pequeña era inocente pero llena de burla y crueldad pues ella sabía que era hija de las personas que habían lastimado a sus padres y a la madre de sus hermanos Abel y Cain.

¡Asqueroso profano! —Cantaron los tres, los dos adultos su canto era serie y cruel mientras que el de la pequeña era angelical pero lleno de burla— ¡Es un caso cerrado!

¿Olvidas tu que el infierno es eterno? —Canto Hebe con travesura mientras revoloteaba a su alrededor, incluso dando un pequeño tirón y quemando el cabello rubio ceniza de Charlie—

Solo hay una vida, no tiene salida! —Canto Adam con burla y emoción, mientras Hebe se sentaba en sus hombros con una sonrisa traviesa, Hebe era es aspecto idéntica a su madre pero de personalidad era igual que su padre— Debo confesarte, quiero ya exterminarte!

Aurora veía con ternura a Adam y Hebe, siempre le gustaba cuando cantaban juntos pues la voz dulce y angelical de su hija a juega con la voz grave y ronca de Adam, era un deleite para sus oídos y más cuando su amado león se unía al canto, pero fruncia el ceño al ver a Emily interrumpir para ver con molestia e ironía a Sera, esto algún dia pasaría y Emily sabría la verdad, se le dieron muchas oportunidades para que se lo dijera pero jamás lo hizo, ahora sabía la verdad y no de la mejor forma.

Espero y les gustes el capítulo, la verdad tengo planeado hacer 4 finales pero no se, capaz y me da flojera y hago solo uno.

Vestido de Hebe

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