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Capítulo Uno.


Al darse cuenta de la situación económica por la que estaba pasando, Chip no tenía de otra más que buscar otro tipo de soluciones para ayudarse, no solo a él pero también a su madre quien estaba enferma en casa. El dinero que ganaba en su actual trabajo no era suficiente para solventar las medicinas de su madre en ese mes, por lo que obvio sus otros hermanos tenían que ayudar, juntando el sueldo de algunos para ayudar a su madre y también para pagar los estudios de sus hermanos que seguían en la escuela.

No era nada fácil y era una situación ya crítica. No podían sacar a sus hermanitos de la escuela de esa forma, no sería lo que su madre quisiera, ella había pedido que no importa lo que le pase a ella pero que dejen a sus hermanos menores terminar sus estudios básicos. Tenían apenas quince años y no quería sacarlos de la escuela a esa edad tan joven, quería que terminaran hasta su último año a los dieciocho.

—Hay que internar a mamá en el hospital. No está mejorando y necesita atención médica inmediata. —uno de sus hermanos habló al revisar. Era uno de los pocos que había tenido una carrera importante en toda la familia al ser doctor recién graduado de la universidad. —si, ya se que dirán que es un chingo de varo en el hospital, pero no hay de otra si queremos que mamá mejore.

—¿Cómo crees que vamos a conseguir el dinero para eso, wey? —otro de ellos habló en la puerta de la habitación.

—Conozco a alguien que puede ayudarnos, solo eso diré. —respondió, levantándose de la cama para tomar su teléfono y llamarle a alguien de emergencia. —no hagan preguntas, pero llevaremos a mamá en unas horas.

Al parecer su hermano tenía contactos que podrían ayudarlo, o más bien uno solo quién era el que iba a ofrecer la ayuda a su mamá. Aunque no le gustaba pedir ese tipo de favores, debía de hacerlo por la salud de su progenitora, no iba a dejar que siga de esa forma un día más.

Después de unos minutos, regresó para avisar que debían llevar a su madre al hospital. No preguntaron nada acerca de la llamada que hizo, solo acataron la orden de su hermano mayor para ayudar a su madre a levantarse de la cama y así llevarla al auto donde irían solo cinco personas quienes eran los hermanos mayores.

—¿Mmh? ¿Quiere que Chip vaya con usted? — preguntó al agacharse para escucharla. —¡Chip, vienes con nosotros! Mamá quiere que vayas. —avisó en cuanto se acercó.

No hubo ninguna objeción, sólo ayudó de igual forma a llevarla hasta el auto. Fue un viaje algo tardado, pero terminaron por llegar, internado así a la mujer casi de urgencia.

—Chris, ¿Qué pedo? ¿Cómo conseguiste el dinero para el hospital? —Chip preguntó algo preocupado, acercándose a su hermano. —wey... neta, si es dinero del pendejo de Samuel-

—No es de ese wey, ni de pedo le pido dinero a ese cabrón. —habló al terminar de registrar a la mujer. Alejándose después para poder hablar más en privado. —Vendrá alguien a pagar por lo de mamá, no hagan ningún tipo de preguntas ni mucho menos le digan a mamá, no quisiera que se altere.

Al cabo de unos minutos donde se sentaron en la sala de espera, Chris se levantó al ver que llegaba aquel hombre que lo iba a ayudar. Sus hermanos miraron discretamente, dándose cuenta de que era un joven más pequeño que su hermano, vestido con ropas formales. Se confundieron ya que nunca les había dicho que tenía una pareja o por lo menos nunca lo habían visto con un chico.

—¿A nombre de quien? Disculpe. —la recepcionista preguntó.

—Charles Fazbear.

La mujer apuntó todo, dejando que pague el gran monto de dinero con la tarjeta exclusiva que traía. Charles Fazbear era uno de los tantos hijos de aquella familia multimillonaria encargada de billones de empresas en todo el mundo, por lo que tal suma de dinero no era de importancia y mucho menos cuando venía a ayudar a los seres queridos de la persona que amaba.

—Lo siento otra vez, no lograba encontrar la forma de pedirte ayuda. —se disculpó en voz baja para que sus hermanos no logren escuchar su conversación.

—No tienes porqué disculparte. —le sonrió, agarrándole de las mejillas con cuidado. —me alegra que me hayas pedido ayuda, sabes que puedes hacerlo en cualquier momento. —respondió, dándole un suave abrazo.

—¿Estás seguro de que no te meteras en problemas con tu madre? —El Fazbear negó varias veces, separándose de su novio.

—No te preocupes por eso, ella no sabrá de esto. Ahora lo único que debe de preocuparte es la salud de tu madre, pagué el hospital por dos semanas, debe de ser suficiente. —explicó. —Si no lo es, solo llámame.

El mayor asintió, abrazando al más pequeño quien solo rió suavemente, aceptando el abrazo con cariño. Desde su punto de vista logró ver a uno de los hermanos de su novio. Habían prometido mantener su relación un secreto por un par de meses hasta que el Fazbear sepa cómo decirle a su madre, así que esa la razón por la cual Chris no quería que hicieran preguntas.

—Me tengo que ir a la empresa, lo siento. Si ocurre un problema me llamas. —avisó, dándole un suave beso en los labios en cuanto el más alto se agachó, despidiéndose de él y así yéndose del hospital.

Al volver con sus hermanos, estos solo hicieron como si no hubieran visto nada de eso, aunque si lo habían hecho y era obvio. No querían hacerle preguntas, sin embargo la curiosidad los estaba matando. Nunca les había dicho esa parte importante de su vida y que mucho menos ese novio sea capaz de pagar esa cifra de dinero como si nada, cómo si fuera normal de su día a día.

—¿Podrían dejar de verme de esa forma?  —pidió, sentándose a esperar noticias del estado de salud de su madre. Al ver a sus hermanos, suspiró pesado. —Si, ese wey es mi novio, no diré nada más. —explicó para que dejen de verlo.

No fue hasta media hora después que les dieron noticia de su madre; estaba ya estable y descansando, por lo que podían entrar a verla por unos minutos. No estaba durmiendo, pero estaba por hacerlo debido a los medicamentos que le habían dado. Por lo menos ya no estaba en dolor y ya estaba más tranquila.

—Chris. —llamó algo dormida a su hijo. —¿Cómo?

—No sé preocupe por eso. —le sonrió. —usted solo descanse y siga con el tratamiento que le van a dar. Se va a quedar dos semanas, la vendremos a ver todos los días.

Con eso ella no se quedó tan tranquila, seguía pensando en todo el gasto que sus hijos estaban haciendo en ella, pero el sueño no la dejó estar con ellos más tiempo platicando. Se quedó dormida a los pocos minutos.


Con el paso de los días, su madre se estaba sintiendo mejor, sin embargo; era necesario que se quedara más de dos semanas para revisiones. Chip por lo tanto estaba en busca de un segundo trabajo para poder ayudar en los gastos de la casa y el pago de las colegiaturas de sus hermanos. No solo era eso, sino también el pago de su departamento.

—¿Estabas en busca de otro trabajo? —una joven le preguntó por el teléfono con curiosidad. —¿Por qué? Pensé que te gustaba el que tenías.

—No es eso, Chica. —respondió. —Claro que me gusta el trabajo que tengo y no lo dejaría, además porque no quisiera dejar sola a Hayley en ese lugar, pero es necesario. Tengo cosas que pagar.

—Ya veo. —suspiró por el teléfono. —Chip... escucha, puede que te tenga un trabajo, pero conociéndote se que me dirás qué no de inmediato. —rió al final.

—¿Cómo sabes, wey?

—Porque eres mi primo y te conozco.

—A penas nos dimos cuenta de que somos primos hace un año, no mames. —respondió. —Pero dime.

—¿Seguro?

—Simón, sin miedo, wey. —habló, sentándose en el sillón para escuchar qué es lo que le tenía. A ese punto aceptaría cualquier cosa no importaba lo que tuviera que hacer. Era una gran desesperación que hasta cierto punto no le agradaba, pero no había de otra.

—Tengo un amigo que podría ayudarte, pero. —se quedó callada, suspirando. Se le escuchaba nerviosa. —Él está en busca de... eeh.

—¿Coger?

—¡No, no! Bueno... ¿Se podría considerar de esa forma? —preguntó ahora interesada en el tema. —Cómo sea, mi amigo está buscando un hombre al cual mantener, o al menos eso es lo que entendí de todo lo que me dijo.

Chip se quedó callado hasta que la risa que se le salió de eso hizo que la rubia casi se caiga de la silla. No sé esperaba aquella reacción, pensó que más bien le daría asco de inmediato y se negaría de la misma forma.

—¡¿Es neta lo que me estás diciendo?! —preguntó. —¿Quién es tu amiguito, wey? ¿De esos pendejos con un chingo de varo que buscan morritos para manipular? —le preguntó mientras se levantaba y caminaba hacia la cocina.

—No hables mal de él, Chip. Él no es de esos. —defendió a su mejor amigo con un tono de molestia. —Lo conozco desde que somos niños y no es para nada lo que dices.

—Bien, bien, pero; ¿Eso es un trabajo?

—Ni idea, pero puede ayudarte.

Chip suspiró, rascando su mejilla.
—¿De cuántos años estamos hablando? —preguntó ahora solo para asegurarse de que no sea un viejo aprovechado.

—Cumplió veintiocho años hace unos meses. —respondió, en espera de una respuesta positiva.

—¿Veintiocho apenas? —preguntó. —¿No ese tipo de weys buscan vatos más jóvenes que ellos?

—Si, pero para este punto él está buscando cualquier chico no importa si es mayor que él. —explicó. —te prometo que no es una broma por si lo estás pensando, de verdad es uno de mis mejores amigos.

Chip se quedó pensando en eso, ¿Cómo iba a desconfiar de su propia prima, verdad? Pues sí, tal vez si desconfiaba un poco de ella por lo sospechoso que le parecía que alguien de veintiocho años esté buscando a un hombre al quien mantener, pagando todas sus necesidades y mucho más que solo lo básico.

—Espera, tengo que colgar, lo siento. Ya llegó. —Chica se disculpó, colgando la llamada para dejar su teléfono en su bolsillo y levantarse de su asiento para ir a ver si necesitaba algo. Chica trabajaba con él, por lo que tenía contacto constante. —Freddy.

El nombrado volteó antes de abrir las puertas de su oficina, mirando a la rubia.
—¿Otra junta? Vengo de una, Chica. Si es otra solo cancela, no estoy de humor para escuchar las mismas estupideces. —se quejó, cruzando sus brazos y acercándose a su mejor amiga.

—No, nada de eso. —le sonrió. —puede que te haya conseguido a un chico justo como me dijiste. —anunció, viendo cómo los ojos del castaño pasaban de estar de un azul oscuro a uno más brillante por las buenas noticias. Su carita se iluminó de inmediato, sonriendo incluso.

—¿En serio? —preguntó en un tono de voz más suave y lindo.

—Mmh. Me dijiste que te ayudara y lo hice. Ahora solo queda esperar a que me dé su respuesta, te diré después, ahora ve a terminar tu trabajo que es necesario. —pidió, acompañando a Freddy a su oficina para que comience a trabajar.

Chip en su departamento pensaba en lo que Chica le había propuesto. Estaba indeciso, no tenía algo de qué pensar, era obvio que no quería o debía aceptar, no le gustaba para nada el término mantener, era algo incómodo para él incluso y no iba a dejar que un hombre le comprara todo aún si lo hace por una buena razón. No, la respuesta era un no rotundo.

Sentado en su cama con el teléfono en sus manos, dejándose caer en la misma, viendo el techo. En una semana debía de pagar el alquiler de su departamento y por supuesto que no tenía dinero para eso. Estaba a punto de agarrar sus cosas e ir a vivir a casa de su madre hasta que su situación se arregle. Eran tantos los gastos que tenía que hacer que la propuesta que Chica le había hecho se escuchaba cada vez más tentadora.

Se maldijo así mismo al darse cuenta que lo estaba reconsiderando. No. No podía hacerlo.
¿Cómo le explicaría a sus hermanos que de repente todas sus deudas fueron saldadas de la noche a la mañana? No quería pasar por la pena de hacerles saber que alguien más le pagaba por todo.

Aunque, no solo era eso. No podía ser así de fácil lo que Chica le decía, un hombre como su amigo no podía pagar todo eso sin nada a cambio, debía de haber algo detrás de eso.

Suspirando pesado, pasó sus manos por su rostro y cabello, levantándose de la cama para mandarle un mensaje a una de sus amigas; Hayley, aquella chica de cabellos verdes y llena de energía podría ayudarlo, o por lo menos darle un consejo de qué hacer. No vivía lejos por lo que no tardó en llegar, e incluso entró como si nada a la residencia de su amigo, encontrando así a su amigo.

—¿Cómo entraste, wey? —le preguntó asustado.

—Me dejaste una copia de tu llave hace unas semanas. —le recordó con una sonrisa. —cómo sea, no preguntes más, ¿De qué quieres hablar? Te veo nervioso. —habló, cerrando la puerta y acercándose para sentarse a un lado de él en aquel sillón.

—Alguien me ofreció un trabajo. —anunció.

—Oh, ¿Eso significa que... vas a renunciar? —preguntó preocupada.

—No. Mi plan era tener dos trabajos al mismo tiempo, pero no sé si el que me están ofreciendo cuenta como uno. —rió al final de lo estúpido que se iba a escuchar lo que le iba a decir a Hayley. —Chica me habló y me dijo que uno de sus amigos está buscando a un vato para mantener. —explicó lo más sencillo que pudo, mirando a su amiga.

Hayley se quedó quieta por unos segundos, tratando de examinar la información que le había tirado de esa forma, ¿Cómo que mantener? Sacando una risa pequeña hasta reír fuerte por lo que le había dicho. Era estúpido hasta para ella.

—¡¿Así de sencillo?! —preguntó después. —No... claro que no, no puede ser así de sencillo, debe de estar buscando algo a cambio de que te pague todo.

Chip asintió. —no me dijo que es lo que este wey quiere, pero no es difícil de saber. —habló, mirando su teléfono y viendo el mensaje de la rubia que le preguntaba si aceptaba o no. —¿Pierdo algo con intentarlo?

—Tu dignidad. —se burló. —Chip, es en serio. Te estás arriesgando mucho si aceptas hacerlo. No conoces en nada a ese otro hombre, ¿Acaso Chica te dijo como se llamaba por lo menos?

Ahora que lo recordaba, no, Chica no le había dado ningún nombre, por lo que era un problema grande, ¿Por qué no se lo habría dicho primero?
Agarró su teléfono para ver qué es lo que le decía Chica.

« Si te animas a lo que te propuse, el nombre de mi amigo es Freddy Fazbear, debería de aparecerte millones de cosas sobre él. »
Decía el texto que le había mandado la rubia.

—Freddy Fazbear. —pronunció Chip.
Hayley cambió poco a poco su expresión a una de asombro, ¿Freddy Fazbear?

—¿Fazbear? — preguntó.

—¿Quién es ese wey? ¿Lo conoces? —Chip le preguntó.

—¡Claro que lo conozco! —exclamó, levantándose del sillón para tirarle una almohada a su amigo por la sorpresa que le había dado escuchar aquel nombre. —¿Estás seguro de que eso te dijo Chica?

Asintió. —Mmh, ¿Qué tiene? ¿Tenías algo que ver con ese wey?

—¡¿Qué?! ¡No, claro que no! —se negó. —¿Acaso no sabes quién es Freddy Fazbear? Chip, ese nombre está en todos lados, o más bien su apellido, ¿Cómo no te has dado cuenta? —le preguntó asombrada del desconocimiento de Chip.

—¿Debería de saberlo?

—¡Si, deberías! Mucho. Gracias a las empresas de su familia se dice que han ayudado a mucha gente en situaciones de riesgo o negocios famosos que se iban a cerrar. —explicó, sentándose nuevamente. —Están hasta en la ciudad menos conocida del mundo.

La verdad era que a Chip poco le importaba si era así. No es algo relevante cuando venía a conocer a alguien. Aunque de igual forma tenía una mala imagen de chicos como ese tal Freddy Fazbear; niños caprichosos, llenos de privilegio y egoísmo que les dieron todo desde que eran bebés. No le gustaba para nada.

—Cómo sea, pero es ese wey, ¿Crees de verdad que me acepte? Me manda a chingar a mi madre lo más seguro. —Chip habló todavía negándose a la oferta de trabajo. —Lo más seguro es que pida sexo a cambio, y ni de pedo voy a dejar que me metan algo.

—No creo que sea así, algunos solo buscan compañía. Se sienten tan solos con su dinero que no saben qué hacer con todas esas ganancias, así que buscan gente con la que hablar o pasar el tiempo y les dan dinero.

Chip se quedó pensando, suspirando pesado al final. Debía de estar loco y muy necesitado como para estar pensando en algo como eso, sin embargo; viendo las circunstancias de su vida, parecía que no tenía de otra más que aceptar el trabajo, si se podría llamar así.

Toda la noche estuvo pensando en eso, hasta que a eso de las dos de la madrugada en un impulso le mandó un mensaje a Chica diciéndole que aceptaba. No esperaba una respuesta inmediata, que de hecho no la tuvo hasta una hora después que Chica le respondió con una dirección y un mensaje deseándole suerte.

Mirando el mensaje con la dirección se dió cuenta que estaba por una zona bastante protegida llena de mansiones, básicamente una zona de ricos dónde solo gente empresaria o con trabajos importantes vivía. Suspirando, dejó el teléfono en la cama para acomodarse en la misma y tratar de dormir unas horas.

En unas horas su vida iba a cambiar.

Por la mañana, Chip despertó de mala gana como siempre. Apagando su alarma para poder dormir unos minutos más, si no fuera por la llamada en su teléfono que le llegó. Suspirando agotado, lo agarró para contestar sin ver primero de quién se trataba.
—¿Ah? ¿Qué cita, wey? —preguntó confundido con la voz grave y pesada por la mañana. —Ah, esa pinche cita... dile al wey que se espere, ¿Por qué tanta desesperación del plebe? Que se calme a la verga. —se quejó, despidiéndose de la rubia para dejar su teléfono en la cama.

Al pasar quince minutos fue que por fin se levantó e inició su día, yendo primero al baño para hacer sus necesidades básicas y cepillarse los dientes. Estaba cansado todavía, parecía que no había descansado bien por la propuesta que le habían hecho el día anterior. No era algo de lo que esté orgulloso de hacer, pero no había vuelta atrás.

En cierta parte esperaba que no lo aceptara.

El camino hacia aquella dirección fue bastante más largo de lo que esperaba. Llegó casi una hora y media después, viendo que era una sección privada con una reja enorme rodeando todo. No parecía ser una broma, de verdad estaba ahí aquel hombre que le iba a solucionar la vida.

En su mente se preguntaba por qué estaba haciendo eso, pero seguía caminando hasta llegar al número de residencia. Cuando se detuvo, miró la enorme mansión con la reja de color negro, un pequeño botón también para llamar y el apellido de aquel individuo que vivía ahí.

Fazbear.

Exhalando, pasando su mano entre sus cabellos en espera de que le den entrada. Fue después de unos segundos que se abrieron las puertas, dejando así que entre. Chica le había dicho que no tenga miedo, que solo entre y llame a la puerta, lo más seguro es que aquel hombre le abra la misma al encontrarse solo en casa sin ningún trabajador.

Eso mismo hizo, se acercó a la puerta, tocando el timbre con cuidado. Se estaba muriendo por dentro; los nervios recorrían todo su ser hasta hacer temblar sus manos, haciéndole tragar saliva leve y sacudir su cuerpo ligeramente en su lugar.

En su mente tenía dos cosas; salir corriendo o hacerse el loco y decir que se confundió de residencia.

Los minutos pasaban y parecían no abrir, por lo que perdía las esperanzas con el tiempo, hasta que pasó. La puerta se escuchó, abriendo así la misma y dejando ver a aquel hombre que era amigo de Chica.

No estaba de más decir que Chip tuvo que bajar la mirada, puesto que no se esperaba que aquel hombre fuera más pequeño en estatura. En su mente medirían lo mismo o casi lo mismo, al parecer no; más bien era un hombre pequeño de tal vez un metro setenta y ocho.

—Eeh... ¿Tú... Tú eres Freddy Fazbear? —cuestionó.

El nombrado asintió, mirando hacia arriba. Para Freddy también era una sorpresa. Cuando Chica le dijo que el hombre con el que se iba a ver era más alto no se esperaba aquello, que tenga hasta que alzar la cabeza para verlo a los ojos.

—Oh, lo siento. —se disculpó en un tono suave, dejándole entrar a la residencia. —lamento haberte hecho esperar tanto, pero tenía en mente que ibas a llegar más temprano, a la hora que te dijo Chica. —explicó, llevándolo a una habitación que era su oficina principal.

—Ah, si. Solo se me hizo tarde.

Escuchó el suave suspiro proveniente de él, abriendo después las puertas que lo llevan dentro de su oficina, ahí mismo le apuntó la silla donde tenía que sentarse. Chip lo hizo, Freddy solo se colocó frente a él, apoyándose en el escritorio para verlo de mejor forma, colocando sus manos sobre el escritorio. Chip miraba hacia abajo por los nervios que le daba estar ahí.

—Estás nervioso. —Freddy habló. —¿Por qué?

—No estoy acostumbrado a esto.

Freddy se confundió, ladeando la cabeza por lo mismo.
—¿A este tipo de propuestas de trabajo? —preguntó, cruzando sus brazos. Sonriendo suave, se acercó más a él para agarrarle de las mejillas con sus delgadas y algo pequeñas manos. —te ves muy rudo como para ser un sugar baby. —se burló ligeramente.

Lo miró directo a los ojos, pasando sus pulgares cerca de ellos para acariciar con cuidado; eran de una tonalidad verde oscura. Le gustaba, más de lo que esperaba si era sincero. No sabía que necesitaba un hombre como él hasta ese momento y parecía ya haber encontrado al indiciado. Algo dentro de él se removía por los tatuajes que traía a lo largo de ambos brazos, el de su cuello también, incluso veía uno apareciendo arriba de la clavícula.

Separando las piernas de Chip para meterse entre ellas, bajando sus manos por los hombros del mismo, sus brazos hasta sus grandes manos las cuales agarró, posando ambas sobre sus caderas para así revisar el agarre que podría tener sobre él. Chip casi por instinto le apretó las caderas, tomándolo firme por cualquier caso.

—Eres fuerte, alto... muy atractivo. —explicaba Freddy, acariciándole las manos para que no esté tan nervioso. —Mmh... si quieres que te acepte tendrás que demostrarme que harías todo por mí, seguir mis órdenes y quedarte conmigo el tiempo que te diga. —hablaba en un tono suave y tranquilo.

Chip se quedaba mirando a Freddy a los ojos, asintiendo después, aceptando así aquel trato. El Fazbear sonrió, dándole un suave beso en la frente antes de separarse e ir por aquel contrato. Había que tener mucho cuidado, así que Freddy hacía que firmen un contrato de confidencialidad.

—¿Qué es esto? —Chip preguntó.

—Oh, solo tienes que leerlo y fírmalo. En resumen es todo lo que tienes que hacer para que yo en cambio te pague todo lo que necesites. —se sentó en su silla, cruzando sus piernas. —Si te soy sincero, esperaba un chico más joven que yo y más pequeño, más que nada porque no tengo mucha experiencia al ser el de abajo, por eso hice uno específicamente para tí.

Chip leía todo lo que había dentro de aquella carpeta y parecía que aquel Fazbear buscaba una figura paterna más que un acompañante sexual; cosa que me parecía muy extraño. Todas las reglas que habían ahí, las cosas que le desagradan y le gustan, eran bastantes.

—¿Entonces quieres que yo haga todo esto contigo? —preguntó, mirando seriamente a Freddy, quien solo asintió. —¿Cuidar de ti?

Asintió.
—... ¿No buscas sexo a cambio?—volvió a cuestionar.

Freddy se levantó, agarrando otro documento el cual le dió. —Si lo hago, pero es aparte de esto. —habló, quitándole el primer documento para darle el otro que era específicamente para el acto sexual. —tú serás el activo en esta relación, y me tendrás que satisfacer primero a mí cuando te lo diga.

Por alguna razón sintió algo de alivio al escuchar que sería el de arriba. Freddy colocó su mano sobre la cabeza de Chip, paseando sus dedos entre los cabellos. Le gustaba aquel hombre, porque sabía que a pesar de ser el pasivo, podría tener muchísima dominancia en el acto y tomar el control cada que deseaba.

—Bien. —Chip aceptó.

—¿Aceptas el trabajo? —asintió. —Oh, se me olvidó preguntar tu nombre.

—Chip Hernández.

—¿Eres familiar de Chica?—preguntó.

—Soy su primo. —rió nervioso.

—Oh.

Eso fue un gran descubrimiento para el Fazbear. Chip firmó al final aquellos documentos, dando por finalizada aquella "entrevista" de trabajo. Freddy estaba feliz, Chip sin un gramo de dignidad en su ser, pero libre de que ya no iba a tener que pagar algunas cosas.

—Ahora; solo dime qué es lo que necesitas que pague por tí. Sé que estás pasando por un mal momento financiero y necesitas pagar tu departamento. —explicó, parándose frente a él, agarrando su teléfono que estaba detrás sobre el escritorio. —dime la cantidad que necesitas y te lo pasaré.

—¿Así de fácil? ¿Nada más porque firmé?

—Bueno... tendrás que quedarte unas horas más para ver lo que eres capaz de hacer. —le sonrió ligero, acariciándole la mejilla. —levántate.

Chip lo hizo, viendo hacia abajo al Fazbear quien lo miraba con esos lindos ojos azules, sus largas pestañas y lindos labios gorditos con algo de brillo. Freddy era un hombre muy lindo, que llamaba muchísimo la atención dónde sea que iba.

Freddy se le quedó viendo un buen rato, colocando sus pequeñas manos sobre los brazos repletos de tatuajes del mexicano, acariciando suave hasta pegarse a su pecho. Chip se sobresaltó poco, mirando hacia el frente ahora cuando Freddy acercó su naricita a su pecho.

—¿Qué haces..?

—Tienes un aroma muy lindo a colonia. Me agrada que los hombres se preocupen por eso. —confesó, adorando el aroma que provenía de su pecho. Se separó de él, guardando todo los documentos antes de ver la hora en su teléfono. —Te llevaré a comer. Quiero conocerte más antes de dejarte hacer otro tipo de cosas conmigo. —habló, saliendo de la oficina para que Chip lo siga.

—¿A-ahora?

—Mmh, ¿Por qué?

—Eeh... p-por nada. —respondió, siguiendo a Freddy por el pasillo. —¿Es seguro salir contigo? No quisiera ser parte de un escándalo.

—No te preocupes por eso. Tengo todo controlado desde hace años. Los medios de comunicación no pueden publicar nada sobre mí porque serían demandados de inmediato. —respondió. —ya ha pasado y no salen bien de eso... terminan en bancarrota o peor.

Chip se quedó en silencio con eso, analizando la situación y quedándose cuestionando el nivel de poder que tenía Freddy Fazbear en la sociedad como para ganar todo tipo de juicios a tal grado de llevar a la persona demandada a la bancarrota.

Le daba miedo, debía de admitirlo.

Yendo dónde se encontraban los autos del Fazbear, Freddy le dió las llaves de uno de ellos -el más discreto- a Chip. No tenía muchas energías para conducir, así que esperaba que por lo menos Chip sepa hacerlo. En cuanto dejó de escuchar los pasos detrás de él; volteó confundido.

—¿Por qué te quedas ahí? —preguntó.

—¿Todos... todos estos autos son tuyos? —Freddy asintió con la pregunta. A veces al Fazbear se le olvidaba que la gente no acostumbraba a tener dos o más autos, mucho menos autos lujosos. —Así que confías en mí para que maneje uno de estos.

—Eso creo. —lo dirigió hasta el auto que iban a usar ese día. Entrando al auto para poder irse, podía ver qué Chip no estaba para nada acostumbrado a ese tipo de lujos y por alguna razón se le hacía tierno. 

Obviamente Chip tuvo extremo cuidado con todo, no quería arruinar nada e incluso conducía algo estresado por el miedo que traía encima. Freddy no notaba eso hasta un punto dónde pararon en un semáforo que fue cuando lo miró, dándose cuenta de lo tenso que se encontraba.

—Te veo incómodo. —Freddy habló.

—¿Si? Lo siento. —se disculpó. —no es normal que esté manejando un auto de este tipo.

—¿Hay algo que pueda hacer para que te sientas mejor?

Chip abrió sus ojos levemente en grande por la sorpresa que le dió escuchar esa pregunta. Sonaba algo comprometedora, pero no iba a dejarse llevar por eso; era el primer día en ese pequeño trabajo y no iba a caer tan fácil, Incluso podía ser una trampa.

—No, no, estoy bien.

Freddy suspiró. —Se que todo esto debe de ser estresante para ti por lo nuevo que es, pero no te haré daño.

Chip rió por eso.
—¿Tú lastimarme a mi, wey? —lo miró antes de seguir adelante. —No es posible.

El menor cruzó sus brazos, frunciendo el ceño levemente por aquella burla sutil que hizo. Muchos podrían pensar que Freddy era débil y no era capaz de defenderse por su estatura y bajo peso, pero era todo lo contrario, podía hacer bastante daño si así lo deseaba.

—¿A qué te refieres con eso? —Freddy cuestionó, cruzando sus piernas y mirando al frente.

—A qué estás todo chiquito y bonito, ¿Cómo me vas a hacer daño? Serías incapaz de hacerlo.

—Lo que tú digas...

Se quedó en silencio el auto.
—¿Te molestaste? —preguntó Chip.

—No.

Si estaba molesto, ¿Iba a decirlo? Claro que no, solo iba a esperar el momento exacto cuando tenga que demostrar que lo que decía era verdad. No le gustaba que lo tratasen como un mentiroso.

—No soy nuevo en esto, tengo experiencia en saber cuando la gente miente.

—Al parecer no tanta. —se burló.

—¿Es neta que está va a ser nuestra primera pelea? Nos conocemos hace una hora.

—Yo no inicie. —respondió ahora sí enfadado. —no me quiero imaginar cómo serías de novio si está es nuestra primera pelea...

—¿Quieres averiguarlo entonces, mi amor? —rió.

—Tengo suficiente con esta relación que tenemos ahora.

—Puedes preguntarle a mi ex si tienes mucha curiosidad de saber cómo soy de novio.

Llegando al restaurante se quedaron diez minutos dentro del auto casi peleando como si fueran esposos divorciados. Freddy agradece que por lo menos las ventanas del auto fueran polarizadas, así nadie veía lo que pasaba dentro.

—No. No voy a salir hasta que te disculpes conmigo. —Freddy demandó, mirando por la ventana con un puchero y los brazos cruzados. —no pienso estar molesto contigo durante la comida.

Chip suspiró cansado.
—Ya. Bien, lo siento. Lamento dudar de tí, ¿Si? —se disculpó, mirando a Freddy. —olvidemos que esto paso e iniciemos otra vez para conocernos. —ofreció, a lo que Freddy accedió.

Entrando al restaurante, fue un servicio inmediato para Freddy quien pidió una mesa para dos en un lugar privado donde solo estén ellos dos. Chip solo miraba alrededor del establecimiento; nunca había estado en un lugar tan elegante que parecía demasiado costoso.

—Chip. —llamó para que lo siga.

El nombrado reaccionó, siguiendo al Fazbear a aquella sección del restaurante. Era en una parte privada donde había una mesa bastante bonita y elegante solo para dos personas, teniendo una vista increíble por los ventanales que cubrían la pared.

—Chip, no te distraigas. Siéntate, por favor.

Haciendo lo que le pidió, ambos se quedaron en un silencio pequeño e incómodo hasta que Chip tuvo que sacar sus cualidades de extrovertido para hacer el momento más ameno. No iba a quedarse y ser prácticamente entrevistado por ese hombre. Quería conocerlo, hacer que la relación avance entre ambos y se tengan más confianza.

—Entonces... ¿Tus intenciones en encontrar a un hombre es pagarle todo lo que quiera mientras que te de lo que pides? —Chip preguntó de repente, mirando hacia Freddy quien solo conectó miradas con él. Suspirando, el Fazbear decidió contestar.

—Algo así. No es fácil encontrar una relación seria siendo alguien como yo. Es complicado cuando viene a citas, la mayoría de los hombres solo me quieren por mi dinero... así que decidí aprovecharme de eso.

—¿Cómo?

—Si tanto querían mi dinero... entonces iban a hacer lo que yo les diga. La mayoría de los hombres odian no tener el poder dentro de una relación, así que cuando leían todo lo que les pedía se alejaban. — sonrió. Chip no lograba entender las intenciones de Freddy aún con esa explicación.

—¿Entonces es como un juego para ti?

Asintió con su misma sonrisa. —Es divertido ver hasta dónde son capaces de llegar. Aunque contigo es diferente...

Chip lo miró extrañado. —¿Por qué?

—Tu hermano es Christopher Hernández; novio de mi hermano Charles. Tengo conocimiento de la situación por la que estás pasando. Lo escuché hablando de eso con su novio hace unos días. Investigué a tu familia y di contigo.

—Espera... —Chip rió nervioso. —¿De todos mis hermanos me escogiste a mí?

—Si.

—¿Neta?

—Mmh.

—¿Soy así de atractivo para que me hayas escogido, wey? —preguntó con una sonrisa. Poco le preocupaba que Freddy hubiera investigado todo de él, en su mente solo había el pensamiento de que Freddy lo encontraba más atractivo que sus otros hermanos.

—Puede ser. —le sonrió.

—Se siente bien saber eso. —iba a ignorar todo lo demás hasta que su mente hizo click. —¿Sabes de la situación de mi mamá? —preguntó de repente con preocupación.

Freddy suspiró. —Un poco. Se que está enferma y necesita atención médica especializada... La cual es bastante costosa. Se que tienes deudas que pagar, el lugar en donde vives y el trabajo que tienes no es tan bueno para pagar todo.

—¿Cómo sabes todo eso?

—Chica me lo dijo. —respondió. —te ayudaré en eso solo porque tú hermano sale con el mío. Somos más cercanos de lo que crees.

Chip no sabía cómo sentirse con eso, realmente se le hacía imposible que alguien como Freddy quiera pagar todas sus deudas solo por ese pequeño detalle de que sus hermanos son novios. Debía de haber algo más detrás de todo eso... no podía ser todo.

El mesero llegó después de unos segundos, dando a ambos la carta con el menú, yéndose después. Freddy se quedó viendo cómo Chip miraba todo lo que había, notando que no tenía ni idea de la comida que se servía ahí. Se acercó con cuidado, sentándose así a su lado para ayudarlo.

—Pediré por ti si eso quieres. No tengo problema. —Freddy habló, mirando a Chip con una sonrisa pequeña, quitándole unos mechones de su rostro. El mexicano asintió lento, mirando los labios del menor; pequeños pero gruesos, brillando por tal vez un tipo de gloss que usaba. Quería besarlo. Sus labios se veían tan bonitos.

El aroma dulce a chocolate que provenía de Freddy era increíblemente bueno. Nunca pensó que un aroma así de dulce le gustaría tanto. Chip dejó así que Freddy pidiera por la comida de ambos, y una vez ambos solos otra vez en espera de la comida, fue que Chip decidió dar otro paso a la conversación, teniéndolo así de cerca todavía.

—Tú... tú hueles muy rico. —Chip de repente comentó. Freddy se le quedó viendo por unos segundos, riendo después por la ternura que le había causado que le haya dicho eso. —No te rías, wey, ando bien nervioso contigo, ¿Qué quieres que te diga? Que no te rías, wey. —regañó entre risas.

Freddy no podía evitarlo, se le había hecho lo más tierno del mundo su nerviosismo.
—Me podrías haber dicho que estoy lindo o algo, ¿Por qué mi aroma?

—Porque es verdad, hueles bien, wey. Hueles a chocolatito.

Freddy rió, viendo hacia abajo a sus manos, cruzando sus piernas y desviando su mirada a otra parte para calmar el ardor de sus mejillas. Le había gustado aquel comentario a decir verdad. De repente sintió una mano sobre su pierna y unos leves golpecitos. Miró a Chip, sacando la mano de ahí. —No. No aquí. Podrás tocarme todo lo que quieras cuando lleguemos a casa, si eso es lo que quieres. —habló con una sonrisa, dándole un beso en la mejilla.

Con la llegada de la comida, Freddy ayudó a Chip con lo mismo, dándole una pequeña clase de etiqueta para poder comer. Cortando la carne por él y dando la misma con el tenedor. Chip estaba feliz de ser alimentado por el resto del día de esa forma, más porque Freddy le daba pequeños besos en la mejilla de vez en cuando. Desde lejos parecían una pareja casada teniendo una bonita cita después de tanto tiempo.

Chip escucha atento a lo que sea que Freddy cuente. Le agradaba escuchar su voz, era suave y agradable de escuchar. Por esas dos horas que estuvieron ahí se le olvidó por completo el porqué estaba ahí. Claro, estaba ahí por un contrato que había firmado hace unas horas atrás.

—¿Entonces pagarás todo por mi? —Chip preguntó con duda. Algo de eso no le terminaba por convencer, y aunque le dijera que no, no podría salir de esa relación debido al contrato. Freddy lo miró, confundido por la pregunta. —No estoy acostumbrado a que alguien más pague por mis cosas ahora que soy un adulto.

—¿Por qué? A la mayoría le gustaría estar en tu lugar —explicó, dejando todo sobre la mesa. No entendía la desconfianza de Chip. —Haré todo por tí. No tendrás porqué preocuparte más sobre tus deudas o tus pagos mensuales, yo me haré cargo de eso. —afirmó serio.

—Cuando dices que pagarás todo, ¿Te refieres a todo?

—Mmh —asintió. —Solo te pido algo, Chip. Es muy simple lo que te voy a pedir.  —lo miró a los ojos, haciendo que lo mire también.

—Dime.

—No quiero verte con alguien más. —ordenó, penetrando con sus ojos a Chip. Hablaba muy en serio con esa regla. Su mirada azulada intimidaba bastante a pesar de que hace unos minutos estaba sonriéndole tan bonito, luciendo como un angelito. —Si piensas que podrás verte con otras personas solo porque no somos algo serio, estás muy equivocado.

—¿Qué pasaría si lo hago? —preguntó nervioso.

—¿Quieres averiguarlo?

—N-no, así estoy bien. —Chip sonrió nervioso, mirando a otro lado del miedo que le había dado pensar en las posibilidades. Freddy no bromeaba con la regla que le había dado. No quería ver a Chip con otra persona de manera romántica. Las consecuencias eran graves y para nada favorables para la situación económica de Chip.

—Bien. —se levantó, arreglando su traje y su cabello. Chip apenas podía moverse del miedo que le había invadido el cuerpo. Freddy colocó su mano en el cabello del mayor, acariciando el mismo con suavidad, metiendo sus delgados dedos entre sus cabellos. —No te asustes. Agradece que soy el más tranquilo de mis hermanos. —sonrió.

¿A qué se estaba metiendo? Todo porque de verdad necesitaba ayuda financiera. Ya había perdido todo rastro de dignidad desde que se paró frente a la puerta de la enorme mansión del Fazbear. No podía negarse ni mucho menos ignorar a Freddy en un intento de romper el lazo que había formado. Era como un trabajo, solo que no hacía nada, solo existía para Freddy Fazbear y se ganaba un pago.

Regresando a casa, Freddy le dió una lista de reglas que debía de seguir y al final de todo lo que iba a ocurrir en caso de romper una de ellas.
—Recuerda, Chip. Sé dónde vives, a tu familia, amigos, incluso dónde trabajas. Tú firmaste el contrato, así que tengo acceso a tu vida.

Estaba claro que no podía ser tan fácil. Ahora su vida estaba siendo vigilada por un empresario multimillonario, quien en todo caso podría demandar por cualquier cosa y mandarlo a la cárcel solo porque puede.

Debía de hablar con Chica.

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