𝟎𝟐𝟏: a walk with draco
James Potter estaba sentado en la alfombra de su habitación, recostado contra la cama con los brazos detrás de la cabeza. La brisa nocturna entraba por la ventana abierta, moviendo ligeramente las cortinas, mientras el fuego en la chimenea crepitaba suavemente, proyectando sombras cálidas sobre las paredes.
Frente a él, en una silla de madera cerca de la cama, Draco observaba las llamas con una expresión impasible. Su postura era relajada, con un brazo apoyado en el reposabrazos y la otra mano descansando sobre su rodilla, pero James intuía que su mente estaba en otro lado.
Tratando de romper el silencio, James sonrió y empezó a hablar con entusiasmo.
─ Pasé unas vacaciones increíbles en Francia. Papá nos llevó a París primero, pero después pasamos unos días en un castillo mágico en la campiña. Tenían cuadros que hablaban en cinco idiomas y una sala de duelos con encantamientos antiguos.
Se rió un poco antes de añadir:
─ Casi incendio la mesa del comedor tratando de hacer un hechizo de fuego.
Draco arqueó una ceja, su interés despertando levemente.
─ ¿Y qué pasó después?
─ Mamá se asustó y papá solo se rió. Dice que es normal que los Potter hagan explotar cosas desde pequeños.
Draco dejó escapar una risa breve; inevitablemente recordó a Harry Potter, el futuro hijo de James y Lily.
El silencio se instaló entre ellos por unos segundos. James notó la expresión distante de Draco y frunció el ceño.
─ ¿Te pasa algo?
Draco negó con la cabeza.
─ No.
James se incorporó un poco, apoyando los codos sobre las rodillas.
─ ¿Quieres dormir aquí? Mis padres no tendrían ningún problema ofreció James con naturalidad, mirándolo.
Draco lo miró de reojo. Sabía por qué razón James lo invitaba a su habitación: porque le había dicho que la habitación en la que dormía, la que Bathilda Bagshot le había cedido mientras se quedaba en Godric's Hollow, perteneció en el pasado a Gellert Grindelwald. Pero eso no le preocupaba en absoluto. Había crecido rodeado de historias sobre magos oscuros; incluso él lo fue por un tiempo.
─ No ─ dijo finalmente, con tono neutral.
James lo miró con preocupación.
─ Ese lugar que te dio la señora Bathilda para dormir es aterrador ─ comentó James.
Draco parpadeó, sorprendido por la elección de palabras.
─ A mí no me asusta ─ respondió con tranquilidad.
James lo observó por un momento más, como si intentara descifrarlo. Luego, con una sonrisa traviesa, añadió:
─ Tal vez no te asuste, pero seguro que es más aburrido que mi casa. Aquí siempre pasa algo divertido ─ dijo James.
Draco dejó escapar un suspiro, sabiendo que James no dejaría el tema tan fácilmente.
─ Estoy bien, Potter. Pero gracias.
James no parecía del todo convencido, pero tampoco insistió. Solo se recostó nuevamente contra la cama, mirando el techo.
─ Bueno, la oferta sigue en pie.
Draco no respondió de inmediato. En el fondo, había algo reconfortante en la idea de no pasar la noche solo en una casa llena de recuerdos que no le pertenecían.
Tal vez... solo tal vez, lo pensaría mejor mañana.
A la mañana siguiente, Draco salió con James a recorrer el Valle de Godric. Hasta ese momento, Draco solo conocía la plaza cercana y algunas calles alrededor de la casa de Bathilda Bagshot, pero James, a diferencia de él, conocía cada rincón del lugar y estaba decidido a mostrarle más.
─ Si vas a quedarte aquí hasta que terminen las vacaciones, al menos deberías conocer los mejores lugares ─ dijo James con una sonrisa mientras caminaban por un sendero de tierra que se alejaba del centro del lugar.
Draco observó a su alrededor. A pesar del frío matutino, el sol brillaba con fuerza, iluminando las casas de piedra con tejados de pizarra y los pequeños jardines llenos de plantas invernales. Había un aire de tranquilidad, algo completamente distinto a la atmósfera que Draco recordaba de otros lugares.
─ ¿Y a dónde vamos? ─ preguntó Draco, con las manos metidas en los bolsillos de su abrigo.
James sonrió con picardía.
─ A descubrirlo.
Draco lo miró con desconfianza, pero siguió caminando a su lado.
James lo llevó por calles que Draco no había visto antes, le mostró la tienda de dulces donde solía comprar caramelos muggles que le gustaban y un viejo molino encantado donde, según James, vivía un gnomo gruñón que lanzaba pequeños proyectiles a los niños que se acercaban demasiado.
─ Eso es una tontería ─ dijo Draco con escepticismo.
─ ¿Ah, sí? ─ James se inclinó, recogió una piedrecilla del suelo y la lanzó cerca del molino.
Un segundo después, un diminuto proyectil - ¿una bellota?- salió disparado desde la maleza, rozando la oreja de James.
Draco parpadeó, sorprendido, mientras James soltaba una carcajada y se agachaba para esquivar otro proyectil.
─ ¡Te lo dije! ─ exclamó, riendo ─ ¡Ese gnomo es un maniático!
Draco apretó los labios, tratando de no reírse, pero la imagen de James esquivando bellotas como si estuviera en un duelo era demasiado absurda. Un leve sonido escapó de su garganta, y James lo notó de inmediato.
─ ¡Oh, vamos, lo escuché, Draco! ─ dijo James, señalándolo ─ te reíste.
─ No lo hice ─ replicó Draco, volviendo a su expresión neutral.
─ Sí lo hiciste.
─ No.
─ Lo hiciste y voy a hacer que lo hagas otra vez.
Draco levantó una ceja, pero antes de que pudiera decir algo, James echó a correr colina abajo, girándose de vez en cuando para hacer caras ridículas en su dirección.
Draco negó con la cabeza, pero sin poder evitarlo, dejó escapar otra risa breve.
Quizás ese lugar no era tan malo después de todo. O quizás James hacía mejor la estancia de Draco en el Valle de Godric.
─ ¿Qué era eso? ¿Un gnomo de verdad?
James se encogió de hombros, aún con una sonrisa divertida en el rostro.
─ No, no es un gnomo real. Es una cosa muggle. Papá dice que lo construyeron hace años para ahuyentar a los animales. Funciona con algún tipo de resorte o algo así ─ respondió James.
Draco lo miró con una mezcla de asombro e incredulidad.
─ ¿Y los muggles usan esas cosas para proteger sus casas?
─ Sí, son bastante ingeniosos cuando no pueden usar magia ─ respondió James, todavía riendo ─ a veces creo que se divierten más que nosotros inventando estas cosas.
Draco apretó los labios, tratando de no mostrar interés, pero la idea de que los muggles fueran capaces de crear algo así sin magia lo intrigaba.
James, notando su expresión, decidió seguir con su misión de hacerlo reír. Empezó a caminar como si fuera un soldado muggle, levantando las piernas exageradamente y haciendo sonidos ridículos con la boca.
─ ¡Alto! ¡Identifíquese, señor gnomo! ─ gritó, apuntando una rama como si fuera una varita.
Draco dejó escapar una risa inesperada, la cual intentó disimular tosiendo.
─ Deberías considerar ser menos ridículo, Potter ─ le dijo Draco.
James fingió dramatismo y siguió bromeando, logrando que Draco se relajara aún más.
Tal vez James tenía razón. Tal vez, por un momento, realmente la estaba pasando bien.
Hola, aquí les dejo un nuevo capítulo de está historia, espero que les guste, es un poco más corto que el capítulo anterior.
James le enseñó a Draco algunos lugares del Valle de Godric.
Aunque Draco no lo admita, James sí lo hace reír con sus ridiculeces.
¿Qué les pareció?.
50 comentarios para desbloquear el siguiente capítulo.
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