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𝟎𝟐𝟎: the return of james

Draco se encontraba reclinado contra el respaldo de una silla, la mirada perdida en la ventana mirando el paisaje gris de afuera. Su estancia allí había sido tranquila aunque deprimente para él, casi demasiado.

Durante los días en que James estuvo de vacaciones en Francia, Draco había experimentado una extraña calma, como si la ausencia de James dejará un vacío en el aire. Pero esa sensación ya estaba por desaparecer, porque James volvería de nuevo. Eso le había dicho en la carta.

La puerta se abrió con suavidad, y Draco no necesitó girar para saber quién había entrado. La presencia de James era inconfundible. Escuchó su voz, suave y familiar, pero con una ligera inquietud que Draco no pudo ignorar.

— ¡Draco!.

El tono de James siempre lograba darle un toque especial al sonido de su nombre. Draco permaneció en su lugar, sin volverse de inmediato, mientras su corazón latía con una velocidad un tanto más rápida de lo habitual. ¿Por qué siempre se sentía así con él cerca? Decidió que no lo entendería, o al menos no lo admitiría. En el fondo sabía lo que era pero se negaba a aceptarlo.

Finalmente, se giró para mirarlo, sus ojos mostrando una expresión impasible, como siempre. No podía permitirse mostrar más.

— James — respondió Draco, sin la menor inclinación de emoción en su voz.

James avanzó unos pasos, sus ojos brillando con la misma intensidad que siempre, pero con una pizca de algo más. Quizás preocupación o quizás interés.

— ¿Cómo te encuentras, príncipe? — preguntó James con una ligera sonrisa, la misma que siempre usaba para hablar con él. Estaba feliz de ver de nuevo a Draco después de unos días lejos que parecieron eternos.

Draco alzó una ceja, aunque su rostro permaneció sereno. Sabía lo que James quería, pero no estaba dispuesto a ofrecerle la gratificación de su vulnerabilidad.

— Igual que siempre — contestó Draco, el tono algo cortante. Pero, en su interior, las palabras parecían menos vacías. Era una mentira que no quería admitir ni siquiera a sí mismo.

El ambiente se hizo pesado, pero James no pareció querer romper el silencio. Observó con curiosidad la habitación, sus ojos recorriendo los antiguos muebles y las paredes adornadas con artefactos que parecían tener mucha historia.

— ¿Es está la habitación qué ocupas? — preguntó James, su voz algo más suave, como si algo en el aire lo hiciera sentir incómodo. Cuando Bathilda le dió permiso para que entrará en su casa para ver a Draco, no imaginó que la casa fuera tan sombría y extraña, la habitación en dónde se encontraba en ese momento lo era aún más.

Draco asintió, su mirada fija en el paisaje fuera de la ventana. No quería entrar en detalles, pero lo haría de todos modos. Esa habitación tenía mucha historia, secretos y mucha oscuridad de su antiguo dueño.

— Sí — dijo Draco, su voz grave — está era la habitación de Grindelwald.

James se detuvo en seco, la sangre le pareció helarse por un momento. Aunque lo intentó disimular, la sorpresa y el miedo se reflejaron en sus ojos.

— ¿De... Grindelwald? — su voz se quebró ligeramente al pronunciar el nombre. En su mente, esa figura era algo más que un simple mago oscuro. Era un símbolo de lo peor que el mundo mágico había conocido.

Draco no mostró ninguna emoción al escuchar la reacción de James, pero algo en su interior disfrutó de la incomodidad del Potter. Quizás, porque no lo había visto de esa forma en otra ocasión.

Draco no quería imaginar lo que James pensaría de él si supiera que fue un mago oscuro. James pensaba que lo conocía completamente pero no era así. No tenía idea de muchas cosas sobre Draco.

— Sí — Draco dio un paso hacía el centro de la habitación, como si la mención de Grindelwald no fuera más que un tema trivial — Este fue su refugio. Aquí pasó mucho tiempo... pero no te preocupes. Ya no queda nada de él.

La palabra "nada" resonó en el aire como si algo mucho más oscuro estuviera acechando en las sombras. James no estaba seguro de sí Draco hablaba de la habitación o de su propia relación con ella en esos días que había pasado ahí. La atmósfera era demasiado tensa, y su mente no dejaba de pensar en lo que eso significaba.

Draco claramente le había mentido, si quedaban cosas de Grindelwald aún en esa habitación, pero no sé lo diría a James, no quería matarlo de un susto.

— ¿No queda nada de él? — preguntó James. Sus ojos recorrían la habitación, como si estuviera buscando algún vestigio del pasado, algo que lo confirmará.

Draco se detuvo, cruzando los brazos frente a él. Su mirada se hizo más seria, y por un instante, el aire entre ellos se espesó aún más.

— Grindelwald está muerto — dijo Draco, está vez con firmeza, como si intentará borrar cualquier duda en la mente de James.

—¿Muerto? — preguntó James, su voz ahora tensa, y su mente llena de confusión. No había escuchado nada en el Profeta sobre la muerte del mago tenebroso, Grindelwald.

Draco sintió un ligero escalofrío interno. Había cometido un error. Grindelwald no estaba muerto en esa época, no aún. En ese tiempo, el mago oscuro seguía vivo, encerrado en alguna parte pagando por sus crímenes.

¿Cómo había sido tan despistado al decir eso sin recordar que eso aún no pasaba?. La situación era más delicada de lo que pensaba. No podía hablar mucho del futuro y de las cosas que pasarían. Draco apretó los puños discretamente y, sin perder el control, miró a James con una calma calculada.

— Ah... — empezó, casi vacilante — lo que quise decir es que... ya no está aquí, es como si estuviera muerto — dijo Draco.

James asintió, sus palabras lo único que le provocaron fue más miedo al imaginar a Grindelwald aparecer de repente en esa habitación reclamándoles por verlos ahí.

No entendía cómo Draco podía dormir en esa habitación. Él jamás podría hacerlo, incluso tendría miedo de estar solo. James sintió un nudo en el estómago. Le preocupaba Draco, no quería que algo malo le sucediera. Tenía la sensación de que ese lugar podría ser peligroso para Draco.

— No sé si deberíamos quedarnos aquí, esté lugar es feo y aterrador — murmuró James, finalmente rompiendo el silencio. Su mirada no se apartaba de la puerta, como si estuviera listo para tomar la mano de Draco y luego irse en cualquier momento.

Draco lo observó por un momento, una ligera sonrisa curvando sus labios. En ese instante, no podía evitar sentirse superior. Había algo satisfactorio en ver cómo James reaccionaba ante la sombra del pasado de Grindelwald. Él sintió lo mismo al principio al saber que esa habitación perteneció a Grindelwald pero ahora era diferente. No tenía miedo. No le quitaba el sueño dormir ahí.

— No te preocupes. Esté lugar es solo una simple habitación, Potter. ¿Te da miedo eso? — preguntó Draco, burlándose ligeramente.

James vaciló por un segundo, y esa duda lo recorrió de nuevo. Sus ojos se movieron nerviosos por la habitación, buscando algo que no entendía, algo que no podía ver. El miedo se apoderaba de él de una forma que James no podía controlar.

No respondió inmediatamente. En lugar de eso, dio un paso atrás, como si la atmósfera misma lo estuviera empujando a irse.

Draco lo observó, aunque intentó ocultar cualquier señal de preocupación. Había tocado un nervio. Había hablado sin pensar, y ahora James estaba claramente más asustado de lo que debería haber estado.

— ¿Quieres que salgamos de aquí? — preguntó Draco finalmente, su voz más baja, como si intentará tranquilizarlo.

— ¡Si! — la tensión permaneció en el aire, pero James no pudo más que asentir.

Draco no lo culpaba por su actitud. James era un niño. Él por su parte aunque estaba en el cuerpo de un niño. No lo era. Había una historia de vida más larga detrás de él.

— Vamos.

Esa era la respuesta que James esperaba para salir rápidamente de la habitación. Jamás en su vida volvería ahí. Sin embargo, algo en el fondo de su mente le seguía preocupando. ¿Draco estaría bien quedándose ahí?

Lo prometido es deuda, aquí les dejo un nuevo capítulo de Sublime.

James volvió nuevamente. Y Draco lo asustó al contarle de quién había sido la habitación en dónde estaban.

¿Qué les pareció?

50 comentarios para desbloquear el siguiente capítulo.

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