
02| Llegada a Alemania
⋆༶⋆ CHAPTER 02 ⋆༶⋆
Hermanas Vampiro - ' ' Soy un tipo de pecado, mi padre debio exterminar a mi madre ' '
AHORA LA FAMILIA DE VAPIROS YA SE ENCONTRABA EN MEDIO DE UN CONJUNTO DE CASAS; el sol se hacía potente y la gente del lugar estaba realizando diversas actividades.
Un hombre estaba limpiando su carro con minuciosidad, usando un trapo y tratando de sacarle brillo. Por otro lado, una adulta de avanzada edad se encontraba caminando junto con su perrito, quien le hacía compañía, y finalmente, en un césped, un hombre se encontraba cortando con cuidado la hierba de su jardín con tijeras.
Un camión con el nombre Mudanzas Transylvania interrumpe el silencio que se proporcionó por un rato en el lugar; la llegada de aquella peculiar familia se mostraba.
A un lado de la casa del adulto que cortaba su césped paró aquel camión; la puerta del copiloto se abre y una mujer sale de él.
—Hechaba de menos esto —dice la adulta de cabellos dorados para cerrar la puerta y observar su nuevo hogar junto a su esposo, quien estaba a su lado.
—Ay, es hermosa —dice la de género femenino.
—Hermosa como tú — completa el de gafas oscuras.
La casa frente a ellos estaba algo desgastada y sus paredes estaban llenas de planta cubriendo gran parte del frente.
La mujer solo se acerca a su cónyuge y le proporciona un beso; él acepta y están unos segundos en el antes de que la progenitora llamara a sus hijas.
—Levántense, vampiritas —llama mientras aplaude emocionada—. Ya llegamos —anuncia.
El hombre levanta la lona que protegía a las niñas y a los objetos de la mudanza.
En aquel sitio se encontraban una Dakaria y Silvania algo adormiladas, aunque la última estaba emocionada.
—¡Mi sombrero! —reclama a su hermana—. ¡Oye, estás recostada sobre mi sombrero! —La mueve.
—¿Por qué estás estresada? —dice la de cabellos cortos de forma agotada.
—Es que ya llegamos —se justifica para comenzar a salir de la camioneta.
—Con cuidado —dice su madre para ayudarla a bajar.
—Baja —dice y la niña salta.
La de rulos dorados mira el lugar y sonríe.
—¡Daka, ven aquí! —llama—. Es asombroso aquí, totalmente hermoso. —Sonríe aún más—. Amo Alemania. —Suspira y coloca sus manos sobre su pecho como si de una enamorada se tratara.
Ahora la de ropas oscuras estaba siendo ayudada por su madre, aunque al final no necesita la estabilidad de la mayor, pues termina dando un salto por sí misma y lo hace perfectamente.
Aunque se queja al terminar.
—¡Ugh! —dice al sentir el sol—. ¡El sol! —gime molesta para cubrirse con ambas manos.
Unos ladridos por parte de un perro llaman la atención del vecino de su lado, quien levanta la mirada y sonríe.
La adulta, al escuchar el alboroto de su canino, sale de su casa y regaña al perro.
—Goldy, ¿qué sucede contigo? —pregunta.
Mihai se acerca al alemán y este repite su acción.
—Buenos días, señor... —saluda el de cabellera negra con confianza y espera a que su vecino conteste.
- Van Kombast - se presenta - Dirk Van Kombast - extiende la mano.
- ¡Ah! —Kombat —dice el de lentes para luego dar un pequeño golpe a la frente del rubio, quien cierra los ojos y se queja del dolor.
—¡Au! —chilla para colocar su mano en la zona afectada.
—Solo falta que le digan Van —dice el vampiro para reírse.
La esposa, quien veía la situación a lo lejos, decide finalmente actuar para evitar cualquier problema, agarrando uno de sus adornos y dirigiéndose lo más rápido y discretamente posible hacia el adulto Mihai.
—Somos sus nuevos vecinos, la familia Tepes de la hermosa y terriblemente espeluznante Transylvania —dice mientras mueve sus manos.
Cosa que hace verlo de forma extraña ante el señor Kombast.
—Sí, sí —llega la mujer de cabello largo para intervenir—. Diferentes amigos, diferentes bromas —explica antes de extender su mano—. Elvira Tepes, un placer —dice para estrechar la mano del alemán.
- Van Kombast - se presenta
La mujer, luego del saludo cordial, rápidamente entrega el presente ''planeado''.
—Es un presente —extiende el adorno de la tapa del inodoro—. Por las buenas relaciones entre vecinos —explica—. Un pequeño detalle hecho a mano, soy diseñadora.
—La mejor de toda Transilvania —abraza el adulto a su esposa.
Esta solo responde ante su halago con unas cuantas risitas silenciosas.
Mientras que Kombast solo miraba aquel regalo y quedaba aún más extrañado por tan exótico presente.
- Hermoso... — dice de forma insegura.
Junto a los adultos ahora aparecen las hermanas.
—Quisiera abrir una tienda aquí en Billboard, en caso de que sepa algo —estaba a punto de terminar cuando el adulto presencia una escena extraña.
Dakaria ve una mosca volando y, por costumbre, rápidamente la atrapa y la come frente al adulto.
—Sí, yo —intenta decir para luego escuchar un pisotón por parte de Silvania hacia la de melena corta.
—¡Au! —se queja la chica.
Su madre y padre rápidamente voltean, algo alarmados por su conducta.
—Y estas son nuestras maravillosas y queridas hijas Dakaria y Silvania —trata de presentar de forma rápida la mujer de largo vestido.
El adulto ahora saluda de forma menos agradable y apenas logra formular un ligero
- Hola... - De forma incómoda para luego reír de la misma forma.
Así mismo, la mudanza estaba empezando, aunque la escena no era nada común.
Mihai estaba elevando un enorme ataúd negro con un solo brazo, cosa que no pasó desapercibida por obvias razones.
Su mujer, quien estaba detrás de él, estaba corriendo con unas flores, intentando ''esconder'' la escena de su vecino, quien claramente ya había observado aquel acto.
Elvira apenas permanece unos segundos con su planta frente a Kombast antes de reír y retirarse de la forma más rápida posible.
El adulto vecino apenas mira un poco más de aquella escena, recordando a su vez la extraña llegada de aquella niña de cabello rojo como el fuego.
En algún momento también ella y su padre habían llegado a ser así de raros, también llegando a su memoria cómo es que el padre de la niña Hanae alguna vez había estado cargando una cantidad descomunal de "katanas", como lo solían llamar ellos.
Por otro lado, una niña de cabello rojo no pasó tampoco desapercibida aquella llegada tan repentina; su pecho ardía y ella conocía ese tipo de sentimiento.
Parecía que tenía vecinos similares a ella, en algún sentido.
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₊˚ ☁
Mihai colocaba una figura de vampiro colgada en la pared principal, tratando de ver el lugar en donde esta quedaría.
—Perfecto —suelta al ver en qué lugar sería donde pondría aquel objeto.
Al retirarse de aquella habitación, pronto se encuentra con Dakaria, quien de un enorme frasco de vidrio comienza a esparcir tierra por toda la casa, usando de ayuda una cuchara dorada.
—¡Daka, estás loca! —regaño la adulta—. ¿Qué estás haciendo? —pregunta.
- Pongo tierra de casa; justifica la de cabello oscuro, restándole importancia a las palabras de su madre.
—Escuchen los dos —camina de forma determinada la adulta hasta donde ellos se encontraban—. Ya habíamos hablado sobre esto, ese ataúd no puede quedar en la estancia —señala—. Y la tierra de casa, por favor, levántala —ordena para dirigirse a un cuarto con varias cajas.
Y Dakaria, aun ignorándola, seguía botando aún más de aquella tierra.
—Para la tierra especialmente, ordene este baño de gato —muestra una caja de arena para colocarla en medio—. Solo metes el pie —realiza la acción mencionada—. Y te recargas —explica.
Ambos portadores de cabellera oscura se miran extrañados, y aun así lamujer de forma determinada levanta la caja de arena y se dirige hasta la más vampira de las hijas Tepes, tomando la tierra regada y colocándola en la caja de color rojo.
—Estás bromeando —sentencia Daka antes de flotar hasta la mesay sentarse.
—Descendiendo de la familia más antigua de vampiros —Mihai explica—. Necesito mi tierra de casa y mi ataúd, no un baño de gato —suspira.
La rubia mantiene una mala mirada; molesta, continúa tomando la tierra.
Pronto su esposo se ríe y eso sí la molesta.
—¡No te rías! —llama la atención.
—Perdón, pero ahora te has vuelto la ama de casa perfecta, me da mucha risa —justifica—. Es tan, tan, tan alemán. —Dice lo último con un tono distinto.
- ¡Ugh! —Haz lo que quieras —dice harta—. Solo vuela por la casa, esparce la tierra y muerde a un par de humanos mientras tanto. —Imita la acción de los colmillos como crítica—. ¡Verás a dónde te lleva! —Sacude sus palmas, las cuales aún estaban con tierra.
—Aún hay cazadores de vampiros y demonios en Alemania —asegura.
El padre deja salir una carcajada sonora.
—¡Cazadores de vampiros y demonios! —ríe y voltea hacia su hija para luego exclamar— ¡Qué tontería!
—Esto no funcionará, Mihai —dice fastidiada Elvira—. En Alemania las casas tienen ventanas, todos pueden ver hacia dentro; este lugar se tiene que ver totalmente alemán —trata de expresarse—. Como se ve ahora, no podemos ni invitar al abuelo Gustav a casa —dice, pero nota que su secreto se escapó.
—¿Cómo? —dice el de género masculino—. Tu padre aún no lo sabe. —Busca algún indicio de explicación o justificación.
La mujer apenada solo baja la cabeza y responde.
—No, solo la abuela Rose.
—Pero eso fue lo que acordamos —recuerda.
La más rebelde baja de la mesa y enfrenta a su progenitora.
—Actúas como si tuviéramos que esconder algo, ¿por qué? —dice con voz quebrada—. En Vitonia llevábamos una vida normal, hasta tú, una humana. —Trata de entender.
—Antes que nada, Vitonia es una ciudad de vampiros subterránea; viven en cavernas de estalactita y duermen en ataúdes —reflexiona—. Yo no considero eso anormal —acepta—. Además, Mihai me protegía, es la verdad —asegura.
—Sí, y ahora, se supone que nos escondamos siempre en el sótano —reta.
La mujer suelta un suspiro rendido y trata de explicar la situación.
—Claro que no, hija, se supone que estemos cómodos aquí. —Se acerca a la menor—. Alemania es nuestro hogar, aquí viviremos felices —promete mientras acaricia el rostro de Daka.
—¿Y qué hay del abuelo Gustav? —aun su esposo inquieto por ese tema consulta.
—Desde luego que el abuelo Gustav debe saber —expresa la femenina. —Quería decirle —justifica—, pero el momento adecuado no ha llegado. —Pronto su suspiro rindiéndose hace presencia—. Pero tienes razón, le diremos que sí, tan pronto como venga. —Asiente.
Silvania pronto aparece en la puerta y hace una pregunta.
—¿Qué hace el ataúd en la estancia?
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₊˚ ☁
El sonido de la bocina de un carro hace presencia; un auto blanco aparece al frente y las hermanas Tepes salen disparadas hacia sus abuelos.
—¡Abuela, abuelo! —exclaman saltando de alegría.
—¡Mis nietitas, cómo han crecido! —exclama la adulta antes de repartir besos.
—Déjenme verlas bien, niñas —pide el mayor de edad—. Ya son todas unas señoritas. —Alaga para abrazar a Silvania—. Ya están tan grandes. —Sonríe.
A su lado, en uno de los basureros, se encontraba Kombast terminando de botar su basura.
—¡Hola, Dirk! —saluda el abuelo de la familia Tepes.
—Hola, señor Vagency —saluda de igual forma.
—¿Cómo sigue tu madre? —pregunta.
- Temo que sin cambios... - el adulto se tensa.
—Lamento escucharlo —dice—. En fin, espero que mejore. Hace un gesto de despedida con la mano para retirarse.
—Gracias — es lo único que puede formular.
—Trágico, trágico —dice el abuelo—. Él es Dirk Van Kombast, su mamá era la más hermosa de todo Billboard, pero un día la encontraron sentada sin camisón en el altar de la vieja iglesia de Billboard, totalmente confundida, desaliñada y con una horrible mirada vacía —relata el adulto mientras que Elvira y Mihai tenían una pequeña y silenciosa discusión sobre si ya debían contarle a Gustav la verdad.
—¿Y luego? —inquiere Daka.
—Y luego dijo que los vampiros la persiguieron —comenta—. Y no solo eso, que demonios aparecieron y que se debatían contra los vampiros para llevarla; uno de ellos la llevó volando y que la abandonaron en la torre de la iglesia. —Ríe.
—¡En serio vampiros! —exclama la de cabello negro—. ¿Aquí en Billboard? Su emoción en su voz era indescriptible.
A lo lejos, el sonido del viento rompiéndose y una chica de cabello rojo practicando eran lo único que se hacía presente.
—Ja —rie ligeramente—. Vampiros —dice para luego volver su katana fuego y hacerla desaparecer—. Así que eso es lo que son los Tepes —susurra—. Interesante —comenta mientras una pequeña sonrisita se formaba en su rostro.
⋆༶⋆ NOTA DE LA AUTORA ⋆༶⋆
➽ Renatta Noceda hace presencia para informar pocas cosas
➽ Capítulo completado con 2092 palabras
➽ Perdon la demora, estare más activa ultimamente
➽ Renatta Noceda se despide
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