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❪𝟯𝟲❫ ; 𝘁𝗵𝗮𝗻𝗸 𝘆𝗼𝘂, 𝘁𝗮𝗸𝗲𝗺𝗶𝗰𝗵𝗶.

❪ARC TWO; ANGELS LIKE HER❫
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CAPÍTULO TREINTA Y SEIS;
GRACIAS, TAKEMICHI
❛calidez❜

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©Shanxlabyx
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—¿ESTÁS SEGURA DE QUE PUEDES SALIR POR AHÍ? —UNA VEZ MÁS EL de mechas le cuestiona, teniendo sus brazos cruzados.

—Prácticamente no he salido de la casa desde hace una semana. —musitó la chica en una pequeña queja, observando al más alto jugar con su paleta con cierto aburrimiento, aunque estaba atento a ella—. Sabes que no me gusta quedarme quieta y sin hacer nada por tanto tiempo.

El más alto arrugó su nariz al momento de fruncir el ceño, aún manteniéndose de brazos cruzados mientras veía a la chica terminar de arreglarse frente al espejo. Era un poco extraño para él verla maquillarse, aunque fuera sutilmente. Pero lo comprendía en parte, era claro que, aunque los días pasaran y en teoría las marcas deberían desaparecer, aún continuaban los moretones en su rostro y era claro que llegaría a llamar la atención más de lo que debería.

Aún recuerda haber llegado por la tarde el cuatro de agosto a casa, luego de tener que llevarse a sus sobrinas a pasear al tenerlas tan inquietas por la ausencia de Masumi y verla toda golpeada. No está demás decir que supo la disputa que hubo en el Santuario Musashi y que la TōMan estuvo involucrada, así que se imaginó lo que sucedió.

Claramente la chica le explicó de manera más detallada lo sucedido, tanto así como que uno de sus amigos fue apuñalado y estaba en el hospital, y el hecho de que a ella la atacaron de igual manera y le recetaron reposo y algunas pastillas para el mismo dolor. Y a pesar de que tenía que permanecer en reposo al menos una semana, y en parte lo haya cumplido, no se quedaba quieta.

❛Es igual que tú, Nee-chan❜ pensó el de largas pestañas mirando hacia arriba con un poco de aburrimiento, recordando a Hikari y la misma terquedad que ella tenía en su adolescencia.

—Además, quiero ver como está Ken-kun. —una vez más dijo la chica, amarrándose su rizado cabello en una media coleta, dejando la mayoría de su cabello suelto por sobre su espalda. Acomodó un par de cabellos que cayeron en su rostro, siendo en su mayoría los mechones blancos—. Desde que lo internaron no he podido ir a verlo por el mismo reposo.

—El amigo que apuñalaron.

—No lo digas así, es algo... —hizo un pequeño gesto de escalofrío por recordar esa noche, un poco demasiado intensa, en muchos sentidos. Suspiró, tocándose la cabeza y sonriendo—. Pensaba llevar a mis hermanas, pero están en clase. Tal vez las lleve cuando salgan.

—Vuelvo a decir, ¿está bien que estés saliendo tanto cuando se supone que debes tener reposo por al menos una semana? —recalca el de mirada adormilada con una mueca en sus labios, observando como la menor lo ignoraba olímpicamente mientras se colocaba un suéter rosa—. Si, okey. Si te da algo en medio de la calle, pensarás en mi diciendo «te lo dije».

Masumi soltó una pequeña risita ante su queja, que, aunque de alguna manera se escuchara desinteresada, sabía que se trataba de su preocupación. —Voy a estar bien, tío Wakasa. ¡Ya me encuentro mucho mejor!

Wakasa se quedó mirando por varios segundos la figura ahora más animada de su sobrina mayor, aún manteniendo él su expresión de aburrimiento y cierta somnolencia, aunque en sí fuera por naturaleza. Sabía que incluso ella llegaba a tener esa mirada que hiciera parecer que también se encontraba con sueño la mayoría del tiempo, que en parte puede ser cierto y al mismo tiempo sólo genética ante sus párpados caídos, aunque podía notar pequeñas ojeras debajo de estos, algo que hasta cierto punto estaba acostumbrado a ver. En parte agradecía que ahora, ante su reposo, durmiera más; tanto en su trabajo como en su escuela tuvo que avisar que no iría esa semana, así que tenía menos estrés.

Dejando salir un pequeño suspiro algo resignado, se encogió de hombros, empujando su brazo contra el marco de la puerta para reincorporarse, estando anteriormente recostado de lado en este.

—Haz lo que quieras. Yo iré al gimnasio. —restó importancia a la situación, dándole un par de palmaditas en la cabeza, haciendo que la chica sonriera y se despidiera de igual manera de él.

No tardó en irse por su cuenta al Hospital Central, teniendo que ir en tren para poder llegar más rápido, se había puesto unos audífonos para escuchar algo de música mientras esperaba sentada, cosa que agradecía ya que varias veces le ha tocado ir de pie. Tarareaba sin sentido alguno, algunas melodías de la canción, levantándose cuando se detuvo en la estación que le correspondía.

Fue una caminata relativamente corta para llegar, registrándose como visitante al entrar a la recepción y caminando al pasillo para lograr llegar a la habitación de Draken, escondiendo muy bien en su suéter los dulces que había decidido llevar para él y que, claramente, no podía darle al estar internado. Pero ya le habían dicho que la comida del hospital era horrible, así que por una vez decidió romper las reglas un poco y se escabulló lo mejor que pudo.

Aunque, al momento de girar por una esquina, chocó sutilmente con un cuerpo que estaba agachado sacando unas papas de la maquina expendedora. Este alzó la mirada un poco confundido hasta ver a la más baja quien parecía algo desconcertada por encontrarselo, viéndolo alzar y sonreír de lado haciéndola ruborizar un poco y luego reír ante las ironías de la vida.

—Hola, Manjirō-kun. —canturreó la chica observando a su novio enfrente de ella, mirándola con atención y de igual manera riendo.

—¿Viniste por mi? No me sorprende. Yo también querría estar conmigo siempre. —sonrió el chico de manera divertida, Masumi rio un poco.

—No sabía que ibas a venir hoy.

—Sólo vine para decirle unas cosas a Kenchin y dejarle algo para Takemicchi, lo que ya te había comentado. Según yo era algo rápido, pero veo que la vida está a mi favor. —apretó su nariz de manera juguetona haciéndola reírse un poco, él sonrió y recostó su espalda en la pared, abriendo la bolsa de papitas—. En fin, ¿qué le puedes contar al maravilloso de tú novio?

—Estuvimos ayer juntos. —dijo la chica entre pequeñas risitas por la manera en la que hablaba, sobre todo por el detalle que justo ayer en la noche estuvieron juntos, y claramente no tenía algo nuevo por contarle.

—Deja que sea buen novio y pregunte como está mi Masumi. —Masumi no pudo evitar reírse nuevamente ante la queja y la cara de reproche del más alto, inflando sus mejillas—. Después te quejas de como te demuestro cariño. Podría simplemente tomarte a alguna parte a solas y ser buen novio a mi manera, ¿sabes? Descubrí que me gusta escuchar tú voz sólo para mi.

—A-Ah, uh... ¿Por qué dices eso de la nada? Estamos en un hospital. —tropezó un poco con sus palabras al ser tomada tan desprevenida por esas palabras, incluso por el hecho de que lo había dicho bastante serio, casi enojado... infantilmente.

—¿Y? Nada me detiene. Sólo observa. —dijo, comenzando a caminar hacia ella.

—¡Si, entendí, entendí! —rápidamente se alejó de él al notar como al parecer iba muy en serio con sus palabras. Y claro, sus mejillas estaban más que rojas—. Enfócate que estamos en un hospital y que vinimos los dos a visitar a Ken-kun.

—Aburrida. —bufó el chico, haciendo un pequeño puchero. La chica sólo suspiró un poco ante su personalidad algo irreal.

—Hablando de Ken-kun. —dijo, captando su atención y como comía de sus papitas—. ¿Cómo está? ¿Ya está mejor?

—Ya hice que se enojara y le palpitara la vena de su calva. Eso significa que está cada vez mejor.

Masumi no pudo evitar carcajearse suavemente, ya imaginándose al del tatuaje buscando algo en la habitación para poder lanzarle a la cabeza. Suspiró un poco, mirando hacia el techo con una pequeña sonrisa en sus labios al pensar en que Ken ya se encontraba mejor, sintiendo una suavidad y calidez extenderse en su pecho, recordando la horrible imagen del chico en el suelo encima de un charco de sangre y sus ojos cerrados.

Parpadeó un par de veces cuando sintió un toque en su mejilla, alzando sus orbes hacia Manjirō cuando este sostuvo y rozó la yema de sus dedos con su piel. Notó como de un momento a otro de veía algo perdido en su rostro, colocando sus orbes oscuros atentos a cada facción de su rostro y las pequeñas gasas que tenía encima, ya más mínimas que días atrás, sólo teniendo una en su nariz y en su pómulo. Mikey inclinó un poco su rostro, deslizando su mano hasta hundirlo ligeramente entre su cuero cabelludo, justo en el costado derecho de su rostro, llegando a alzar los cabellos de su flequillo.

—¿Huh? ¿Qué pasa? —preguntó con confusión al sentir su mano. Mikey ladeó su cabeza mientras echaba su flequillo hacia atrás, dejando ver más su rostro, más que nada el costado de este.

—¿Te ha dolido?

—¿Eh?

—La cabeza. —señaló mientras se acercaba más a ella, llevando su mano a una zona específica de su cabeza—. ¿Como has seguido con eso?

Tenshi se concentró un poco en el toque de su cabeza, sintiendo como tocaba la zona donde había recibido aquel fuerte golpe, en donde aún sentía una ligera presión constante pero que había disminuido en todos esos días de reposo. Claro, era obvio que al presionar lo suficiente le dolía, pero era algo bastante soportable.

—Pues he estado bien... Te lo he dicho ya varias veces. —Masumi sonrió un poco al momento que Mikey sostuvo sus mejillas, abultándolas ligeramente.

El chico sin decir nada juntó su frente con la de ella sin dejar de verla a los ojos, sólo provocando que sus mejillas se ruborizaran ante la enorme atención que estaba recibiendo, incluso sintiéndose un poco... demasiado nerviosa, expresando esto en la sonrisa tímida que formó en sus labios al sentir como con sus frentes juntas movió ligeramente su cabeza en un gesto bastante tierno, enterneciendo su corazón.

—¿Qué pasa? —preguntó la chica manera sonriente, un poco confundida por su melosidad, aunque no le molestaba.

—Nada. —murmuró el chico con una expresión calmada en su rostro, respirando profundamente por la nariz—. Ya te dejo ir con Kenchin. Voy a estar en la azotea. —declara, dejando un pequeño beso en su sien, haciéndola reír un poco—. Y me guardas de lo que sea que tengas debajo del suéter. Desde aquí me llega el olor.

Masumi parpadeó un par de veces por sus palabras, agachando la mirada hacia si misma, sintiendo aún la pequeña bolsa cálida tocar su blusa debajo del sueter. Hizo una pequeña mueca —¿Se nota mucho? Después me echan del hospital por traer comida ilegalmente. —Mikey se rio un poco.

—Al menos para mi se nota; aparte de que se siente un olor diferente al que siempre traes, es imposible que no distinga el aroma a Dorayaki. —dijo el chico con bastante seguridad, luego bajando su mirada por su torso y como mantenía mayormente sus manos metidas en los bolsillos del suéter, probablemente disimulando lo que tenía—. Mmm, podría sacar uno yo mismo.

—¡No! —la chica dio un pequeño salto hacia atrás cuando vio como acercaba sus manos a ella—. Son para Ken-kun, además, te conozco. ¡Siempre traes doble intención!

Mikey se rio un par de veces por su reacción, viendo como casi se abrazaba a si misma tanto para proteger los dulces así como la probabilidad de que se le fuera la mano. Cuando tuvo suficiente confianza, comenzó a hacer así, y desde el cuatro de marzo aquello había aumentado, incluso si sólo fuera para molestarla y ver su reacción y su rostro rojo como tomate, justo como ahora.

—¿Cómo crees que pueda hacer eso? Eres una pervertida. —acusó con diversión, notando la mirada de reproche de la chica—. Bien, bien... Pero es en serio lo del Dorayaki. Es mi todo, más cuando tú lo cocinas. —señaló mientras caminaba de espaldas con su bolsa de papitas en mano.

Masumi lo miró con sus ojos entrecerrados para suspirar y suavizar su expresión, dándole una sonrisa hasta verlo perderse en una esquina. Volvió a suspirar como una tonta y sólo se giró para poder ir a la habitación en donde estaba hospedado Draken en su recuperación hasta que le den de alta. Contó en su mente los números en las habitaciones, llegando a la suya. Por la ansiedad su mano tembló ligeramente, pero no tardó en abrirla.

El chico del tatuaje observaba bastante aburrido la televisión que estaba instalada en la habitación, pasando canales sin encontrar algo realmente bueno para ver, aunque su atención fue a la pequeña en el marco de la puerta apenas escuchó esta misma rechinar al abrirse, quedándose en silencio al ver a la chica, aunque no dudó en mostrar una sonrisa de lado.

—Hola, Masu. —saludó este con aquella calma tan característica de él.

Masumi se quedó varios segundos en su lugar, sintiendo como poco a poco un nudo se formaba en su garganta y sus ojos se formaban pequeñas lágrimas. Era un poco irónico como momentos atrás estaba casi derritiéndose en corazones y ahora quería deshacerse en lágrimas; aunque haya sabido de boca de otros que él estaba mejorando y se encontraba mucho mejor, era inevitable tener un enorme alivio por verlo por ella misma mucho mejor.

—¡Ken-kun! —lloriqueó la chica como niña pequeña, yendo rápidamente hacia él y no aguantando abrazarlo con fuerza por el mismo alivio, el chico se tambaleó un poco aún sentado en la camilla por el leve impulso, dejando salir una risa un poco forzada.

—Agh, sé que estás feliz de verme, pero no me aprietes tan fuerte. —dijo el chico en una risa seca, forzando su expresión lo más que pudo para no demostrar tanto dolor.

—¡Ah, lo siento mucho! ¡No era mi intención...! —chilló la chica separándose casi de inmediato de su cuerpo, observando con lágrimas en sus ojos como él se sobaba el abdomen—. ¡P-Perdón, perdón!

—Pero tampoco llores. —rio Draken al ver su pequeño ataque nervioso—. Estoy bien, sólamente todavía está cicatrizando la herida. —observó como la chica continuó hipando y sollozando, haciéndolo sonreír de lado y darle un par de caricias en la cabeza—. Ya, ya... También me alegra verte.

—¡P-Perdón por no venir antes! Nadie me quería dejar salir de la casa por reposar. —decía la chica en medio de su lloriqueo, sorbiendo su nariz y tratando en lo posible en no lagrimear tanto y poder hablar—. E-En serio quería venir, pero por poco y no me amarran a la cama.

—Respira, te vas a ahogar. —dijo el chico con un poco de diversión al verla jadear y sollozar—. Si, lo sé. Emma y Mikey me dijeron eso, más bien me pregunto que haces por acá si tienes que estar en reposo; también me dijeron que ni siquiera lo seguiste como se debía.

—Perdón... —la chica, a pesar de ser la mayor presente, estaba con un puchero en sus labios y sus mejillas rojas por el llanto, casi parecía un bebé, cosa que hizo reír al del tatuaje. Masumi tuvo que limpiarse el rostro y suspirar un par de veces—. Cuéntame como has estado. ¿Qué te han dicho?

—Mejor. Probablemente no pase mucho para que me den de alta. —señaló el chico con cierto aburrimiento, bufando para darle una sonrisa—. Ya verás que estaré rondando por las calles pronto, así que quita esa cara larga.

La chica una vez más hizo un puchero ante sus palabras, casi desparramada a los pies de la cama, pero nuevamente pudo sonreír y sentirse mucho mejor, más animada. Porque ver la expresión y el ánimo que tenía el más alto que indicaba que estaba mucho mejor la hacía sentirse feliz, feliz por él.

—¡Oh, ahora que lo pienso! —Draken miró con curiosidad como sacaba de debajo de su sueter una bolsa de papel, enderezándose ligeramente cuando le llegó un dulce aroma a sus narices—. Mira, lo traje para tí.

—Maldición. —Masumi no pudo evitar reírse con ligereza ante sus palabras, recibiendo más que gustoso la bolsa—. Ya estaba cansado de la comida de hospital. ¿Te vieron o algo?

—No lo digas de esa manera. Me hace sentir como si estuviera traficando algo ilegal. —la chica dice entre pequeñas risas—. Hice lo mejor posible para que no se notara o me vieran.

—Muy bien. —asintió el chico como si estuvieran en medio de alguna complicidad. Luego, no tardó en revolverle el cabello, sacándole unas temblorosas risas aún producto del leve llanto que aún tenía—. ¿Los hiciste tú?

—Si. Cómo no fui ni a clases o a trabajar, pasé el tiempo cocinando.

—¿Mikey te alcanzó a robar alguno? Son Dorayakis. Seguro los olió desde la azotea. —bromeó el chico al saber que su mejor amigo le había dicho que pasaría un rato allá arriba. No evitó darle un mordisco al dorayaki, cerrando sus ojos con satisfacción.

—Lo intentó. —la chica suspiró y sonrió—. Pero comételos todos tú solo, son para tí. En casa tengo más, por si se molesta que no le guardé.

—De todas maneras no le iba a dejar. Mierda, esto sabe muy bien. —la más baja no pudo evitar carcajearse al verlo comer en grandes mordiscos.

—¡Draken-kun, vinimos a visitarte! —la chica por poco tuvo la intención de esconderse debajo de la cama cuando escuchó la puerta abrirse, incluso Draken se metió el resto del Dorayaki a su boca y escondió la bolsa, todo en unos dos segundos.

Aunque pudieron relajarse cuando no fue alguna enfermera o algo que entraba para revisarlo, viendo única y exclusivamente a Hanagaki Takemichi entrar con soberbia a la habitación. Draken frunció el ceño y Tenshi alzó ligeramente sus cejas cuando vieron la extravagante vestimenta que tenía puesta, incluso teniendo su camisa desabrochada y unas gafas oscuras para, aparentemente, verse más cool.

—¡Oh, Tenshi-san! —canturreó el chico al notar la presencia de la chica—. ¡Dichosos los ojos que te miran! ¿Cómo han estado? —dijo bastante animado, haciendo un saludo con su mano.

—Deja de hacer el ridículo, payaso. —dijo Draken sin pudor alguno luego de masticar y tragar mejor el dorayaki, juzgándolo con la mirada. El chico se hizo el desentendido ante sus palabras—. Me basta con mirarte para darme cuenta. Recibes un mínimo de atención y dejas que se te suba a la cabeza. Eres patético.

—¡Me veo muy cool! —replicó el chico, volteando a mirar a la única femenina presente con cierto apremio—. ¿No es así, Tenshi-san?

—Pues-

—No le preguntes a Masu. Aunque te veas horrible, te dirá lo contrario sólo para no hacerte sentir mal. —en un instante Draken interrumpió las palabras de la chica—. Es como una mamá que le dice a su hijo que es el más guapo del mundo cuando es bien feo, así como tu ropa. Te ves ridículo.

La chica golpeó disimuladamente el brazo del más alto, en una manera de regañarlo y que no dijera las cosas así como así. Takemichi por su lado quería hundirse en su lugar cuando incluso la chica no dijo nada o objetó lo contrario que dijo Draken, en una manera de confirmar que si se veía mal, aunque según él se veía asombroso.

—Tenshi-san, me dueles. —la chica hizo una mueca un poco apenada, mordiéndose el labio mientras observaba al chico quitarse con pesar sus gafas oscuras—. Y tú, Draken-kun, nunca lo comprenderías. Pasé toda mi vida en las sombras...

—¿Qué? Das asco.

—¡Ken-kun! —regañó la chica dándole un golpe en el brazo por sus palabras, no inmutándose en lo absoluto, aunque alzó sus cejas cuando Takemichi velozmente se acercó hacia él y lo encaró con indignación.

—¡Nunca nadie me había admirado! —admitió el chico con una mezcla de frustración y molestia, con Draken observándolo algo sorprendido—. ¡Déjamelo disfrutar un poquito!

—¿Y encima lo admites a todo pulmón?

—¡Tenshi-san, dile algo! —se giró hacia la chica con cierto apremio, buscando que lo defendiera al menos un poco. La chica lo miró unos segundos y luego miró hacia el más alto, colocando sus manos en su cintura.

—Ken-kun, deja a Take-kun tranquilo y que disfrute todo lo que quiera, también deja de decirle esas cosas. —dijo la chica con negación, portando una postura algo firme hacia el hospitalizado quien chasqueó su lengua.

—En serio parece un payaso, pero no da risa, da pena.

—¡Ryūguji Ken!

—Aguafiestas. Primero me dices que me debes una, pero cambias cuando te sientes mejor. —se quejó Takemichi girándose casi a una esquinita ante las burlas a su pobre persona. Draken sólo soltó una pequeña risa mientras sentía a la mayor darle varios golpecitos en el hombro.

—Ah, si. Toma. —soltó el del tatuaje mientras agitaba su brazo para que la de mechas blancas dejara de pegarle, mirando hacia una bolsa apoyada en un banco—. Te lo dejó Mikey. Me pidió que te lo diera. —Takemichi sacó el contenido con curiosidad, estirando sus brazos hacia enfrente y dejando que la prenda oscura colgara en sus manos.

—¿Un... uniforme de pandilla? —balbuceó Takemichi completamente confundido, mirando y detallando la tela oscura y los kanjis dorados en las mangas.

—Era de Mikey, de cuando formó la TōMan. —respondió el del tatuaje de manera despreocupada—. En la TōMan importa tanto como nuestras vidas.

—Ay, aún recuerdo la primera vez que usamos el uniforme. —canturreó Masumi con una sonrisa algo nostálgica en su rostro, suspirando y haciendo una pequeña mueca—. También me acuerdo como golpearon a ese pobre tipo sólo para que nos tomara la foto.

—Era un mal necesario.

—¿Golpearlo? ¿por una foto? —Draken sonrió de lado y rio un poco ante la pequeña queja de su amiga, recordando inevitablemente aquella vez.

—¿Y por qué Mikey-kun me daría esto? —ahora fue turno de Takemichi de preguntar, no prestando atención de lo que hablaban.

—Es asunto tuyo si decides usarlo, pero él quería que lo usaras de todos modos. —sonrió una vez el más alto, volteando a mirar unos segundos a la de largos pendientes sonreír—. Takemicchi, salvaste la TōMan. Todos lo sabemos. Yo incluído. Y quiero volver a agradecértelo.

Masumi sintió una pequeña inquietud al ver a Ken levantarse, pero notar la facilidad como ahora lo hacía, como si no tuviera ninguna dificultad, como si estuviera bien de alguna manera la calmó, observando con una sonrisa como él se inclinaba hacia abajo en una leve reverencia, apoyando sus manos en sus rodillas en señal de agradecimiento por haber salvado su vida.

—Gracias. —dijo el del tatuaje con sinceridad—. Cuida bien del uniforme.

—Es de Mikey-kun. Es mucha responsabilidad. —murmuró el chico aún asombrado por recibir tal regalo, luego formando una sonrisa—. ¿Creen que sea digno de llevarlo algún día?

—¿Por qué lo dices como si no lo merecieras? Con todo lo que hiciste es lo menos que mereces, Take-kun. —regañó suavemente Masumi haciendo que el chico se ruborizara un poco y sonriera un poco más.

—Ve a verlo. —dijo el más alto, mirando por la ventana—. Seguro está durmiendo en la azotea.

—Yo te acompaño. —dijo una vez más la de mechas blancas mientras observaba al rubio guardar el uniforme una vez más en la bolsa—. Me alegró mucho verte, Ken-kun. —canturreó mientras iba a abrazarlo ligeramente—. Quisiera quedarme más pero mejor me voy rápido antes de que sientan el olor de los dorayakis y se den de cuenta que yo traje comida ilegalmente y me echen.

Draken se carcajeó ligeramente ante la dramatización de Masu, pero sólo asintió a sus palabras tanto en comprensión como en agradecimiento por haber escabullido esa comida, así que, con una leve despedida ambos salieron de la habitación, en donde Takemichi parecía bastante pensativo y callado, aún procesando la entrega del uniforme y quizás hasta invitación a ser parte de la Tōkyo Manji.

—Yo también debería agradecerte, Take-kun. —dijo la chica con suavidad, jugando un poco con la cadena en su cuello y provocando que se detuviera cuando ella lo hizo, mirándola con atención—. Ayudaste a la TōMan de muchas maneras; arreglaste el conflicto que había entre nosotros, salvaste a Ken-kun y también me salvaste a mi, me ayudaste. Nos ayudaste a todos.

Takemichi observó como la chica extendía sus brazos hacia él poco a poco, abriéndolos en una invitación para que se acercara; podía notar claramente como sus ojos estaban algo brillosos portando una sonrisa que le parecía la más linda que alguna vez pudo ver en su rostro, llena de felicidad y de vida.

—¡Muchas gracias, Take-kun!

El chico se quedó por varios segundos en su lugar, con sus cejas alzadas y sintiendo por alguna razón un nudo formarse en su garganta, con pequeñas lágrimas en sus ojos, como si sintiera alguna especie de alivio en todo su cuerpo por ver y darse de cuenta que la había salvado, recordando el horrible futuro por el que había tenido que vivir. Con sólo pensar que una persona tan buena como ella iba a tener un futuro por el vivir lo hacía sentir un orgullo enorme por haberla salvado.

Así que, sonrió ligeramente, un poco conmovido por su propia pureza, y se acercó a ella para poder abrazarla con fuerza, sintiendo casi de inmediato como la chica le correspondía bastante gustosa, apretándolo con tal cariño que sólo sintió como pequeñas lágrimas salieran de sus ojos, aún sintiendo aquella leve inquietud sobre su estado. Pero darse de cuenta que estaba allí, que el ángel de Mikey estaba bien, lo hacía sentir un gran alivio en su pecho.

—Cuídate mucho, Tenshi-san.

La chica se quedó unos momentos en silencio al escuchar sus palabras, sintiéndola algo extrañas, por alguna razón pensando que se estaba despidiendo o algo por el estilo, pero sólo pensó que lo decía por lo que había sucedido el tres de agosto, así que sonrió y soltó una pequeña risita cuando se separaron. Ella alzó su mano y le revolvió el cabello de manera cariñosa.

—Voy a estar bien, Take-kun. Tú también debes cuidarte.

—¡Pero no me despeines, me quitas mi estilo! —se quejó el chico al sentir como la chica llegó a desordenarle el cabello y que el peinado que tenía anteriormente dejara de estar presente.

Masumi sólo pudo soltar una pequeña risita ante la reacción del adolescente (aunque técnicamente ambos lo eran) y sólo lo dejó tranquilo para no molestarlo más de lo que quisiera. Así que continuaron caminando para llegar a su destino, pero antes de terminar de subir por las escaleras a la azotea, le avisó que iría al baño primero, cosa que él no negó y sólo siguió con su propio camino.

En el lugar, Masumi se lavaba las manos luego de haber hecho sus necesidades, alzando la mirada hacia el espejo enfrente y dando una pequeña sonrisa al verse a si misma, notando como las heridas apenas y se notaban, fuera de haberse retocado con un poco de maquillaje y así. Se veía mucho mejor, en sí sentía que todo estaba mucho mejor.

Todo parecía mejorar, y eso la hacía bastante feliz.

—¿HABLASTE CON TAKE-KUN? —FUE LO QUE TERMINÓ por preguntar la más baja mientras caminaban juntos por la calle.

—Sip. —contestó el chico sin mucha importancia, aunque tenía una leve sonrisa en sus labios—. Parecía un payaso con la ropa que vestía.

Masumi frunció un poco su nariz ante el señalamiento del más alto, respirando con pesadez y negando con la cabeza, recordando como Ken había dicho lo mismo y muy poco le importó que incluso lo haya mencionado con Takemichi presente. Manjirō miró su perfil con atención unos momentos y achinó sus ojos, no tardando en formar una pequeña sonrisa casi gatuna.

—No niegues que si se veía ridículo. —le pinchó varias veces la mejilla con sus dedos, observando como apretaba sus labios de manera temblorosa y las comisuras de sus labios trataban de alzarse—. Vamos, vamos. Sucumbe al lado oscuro y búrlate también. ¡Sé que quieres reírte!

Las mejillas de la chica comenzaron a teñirse de un tenue tono rosáceo, al estar de alguna manera aguantando el aliento para que alguna risita no se le escapar. Si, no era ciega y sabía bastante bien que aquella vestimenta que había usado el ojiazul era demasiado extravagante para su gusto, tomando en cuenta que incluso tenía la camisa desabotonada para verse más cool, según él. Así que, trataba en todos los medios no burlarse ni reírse de él, aunque una parte de ella quería en todos los medios soltar algún comentario referente a eso.

No, Masumi, cálmate.

—Ríete, ríete, ríete.

—Bueno, ¡ya! Deja. —soltó la chica tratando de apartar su mano de su rostro y que dejara su pobre mejilla en paz—. Mira, ya estamos llegando. No hay tiempo para reírse.

Manjirō hizo un pequeño puchero al ver como no había logrado su cometido, queriendo que sucumbiera. Metió sus manos en los bolsillos de su pantalón y miró hacia su alrededor a las madres y padres buscar a sus pequeños niños, así como justo ambos estaban haciendo, aunque no fueran sus niños y sólo se trataba de sus pequeñas cuñadas, buscándolas de su escuela.

Miró a su alrededor con cierto aburrimiento y volvió a ver su perfil en completo silencio, observando su piel pálida junto con el pequeño rubor natural de sus mejillas junto con una expresión bastante tranquila. Llevó su mano hacia su cintura, aprovechando que estaba su lado, y la picó ligeramente, provocándole un pequeño sobresalto. Mikey volvió a sonreír y dio un par de pasos más hacia su costado para estar bastante cerca, en donde disimuló colocar su mano en su espalda, y la pellizcó, sintiendo su pequeño brinco.

—Ni se te ocurra querer hacerme cosquillas aquí. —Mikey sonrió inmediatamente al escuchar el pequeño susurro de la más baja, moviendo sus dedos lentamente hacia por su espalda baja en donde la estremeció, tomando su mano y quitándola de allí.

—¡Nee-chaaaan!

La expresión que anteriormente mostraba reproche y cierta vergüenza de Masumi cambió y se suavizó a una sonrisa cuando distinguió al pequeño trío de hermanitas con facilidad salir del edificio y comenzar a correr hacia donde se encontraban ambos; Mikey no pudo evitar sonreír de lado al ver aquellas que consideraba versiones miniaturas de Masumi.

—¡Nooo! ¿Qué hace Jirō-kun aquí? —casi de inmediato se escuchó la queja de Aki apenas divisó al de cabello rubio.

—Si, a mi también me alegra verte, Aki-chan. —canturreó el chico con todo el afán de molestarla, observando como se abrazaba a la pierna de la mayor—. Es que vine con la noticia que nos iremos a vivir a Filipinas y ustedes no irán.

—¿¡Cómo que no!? ¡Si te llevas a nuestra Nee-chan, nos llevas a nosotras! —chilló Aki una vez más.

—¡No te la vas a llevar sin nosotras! —le siguió Sumi con reproche mientras las pequeña de las trillizas asentía varias veces.

—¿Qué es Filipinas? —preguntó esta misma.

—Es otro lugar fuera de Japón. —señaló Tenshi en un pequeño suspiro al ver la mueca confundida de sus hermanas—. Pero no le hagan caso. Él sabe que ustedes se molestan y sólo bromea.

—¿Cuándo dije que estaba bromeando?

Masumi lo volteó a mirar por algunos segundos, notando lo bastante seguro a la hora de hablar, pero sólo dejó salir un pequeño suspiro al sentir como sus hermanas volvieron a encaramarse a ella en el sentido de proteger a su querida hermana para que no se la llevaran, quedando la de mechas blanquecinas con una expresión un poco resignada mientras las sentía revolotear a su alrededor con la mirada de Mikey fija en ellas.

—Bueno, será mejor que vayamos a casa. —dijo la Kiyoko mayor luego de varios segundos, cayendo en cuenta como varios observaron el pequeño escándalo que estaban haciendo, tomando de la mano a Yume quien, como siempre, se encontraba tranquila.

—¡Yo en medio! —chilló Sumi quedando en medio de Manjirō y Masumi, tomándoles la mano con las suyas, evitando que lo hicieran entre ellos.

—¡Yo con Jirō-kun, pero para mantenerlo lejos de Nee-chan! —dijo Aki agarrándose de su mano restante.

—Pero... Oigan, ¿quien les dijo que podían tomarme de la mano? No me dejan hacerlo con Masu-chan. —se quejó el rubio cuando sintió sus dos manos ocupadas.

—Esa es la idea.

—Son unos pequeños diablos.

Una pequeña risita salió de entre los labios de la chica de cabellos rizados y mechas blanquecinas al escuchar las quejas de su novio, quien a pesar de sus propias palabras, permitió que lo tomaran de la mano y comenzaron a caminar. Para ella era un ambiente bastante agradable y ameno mientras escuchaba a sus hermanitas hablar de su día y al mismo tiempo escucharlas quejarse con Mikey quien buscaba alguna manera de molestarlas, principalmente a la trilliza más enojona.

Ellos eran todo un caso...

—¿Y si te gustaría? —luego de un rato, el más alto rompió el silencio. Bueno, más bien rompió la infantilería y le preguntó directamente.

—¿Qué? —musitó Masumi con curiosidad ante las palabras de Mikey, saliendo de sus pensamientos.

—Ir a Filipinas. —sonrió mirando hacia Sumi y alzándolo fácilmente con una de sus manos, haciéndola reír apenas sus pies volvieron a tocar el suelo.

Tenshi permaneció un poco pensativa por varios segundos, pareciendo aún algo sorprendida por ese señalamiento. Pero, inevitablemente, miró hacia el cielo y comenzó a divagar un poco, ladeando la cabeza. Tenía el claro que le gustaría en algún futuro viajar a otros lugares del mundo que veía en la tv o cuando incluso sólo se trataba de gente que ha mencionado, era inevitable. Se preguntaba si algún día lo lograría conseguir así sea de turismo, y sonrió un poco, recordando como incluso a su madre era la más entusiasmada con la idea de conocer más del mundo.

—Si, me llama la atención ir a Filipinas. —sonrió aún algo ensimismada—. El lugar donde me gustaría ir es a Manila. Dicen que es muy hermoso.

—Oh, si, Manila. —balbuceó algo pensativa, mirando hacia arriba y sonriendo—. ¿Habrá buena comida? No recuerdo si he probado comida de Asia.

—Y lo primero que piensas es en comida...

—Obvio. No voy a ir a un lugar sin antes saber si hay buena comida. —Masumi soltó una pequeña risa ante su respuesta tan seria. Definitivamente Mikey era único.

—¿Qué es Manila? —una vez más las trillizas volvieron a preguntar, aún confundidas por todas las palabras que estaban diciendo.

—Un lugar al que llevaré a Masu-chan y no a ustedes.

—¡No, es nuestra Nee-chan! —¿quien había sido? Claramente fue Kiyoko Aki.

—Es mi Masumi, es sólo mía.

—¡Nee-chan, dile algo!

—¡Aceptenlo!

—¡Nuncaaaa!

Masumi suspiró con un poco de pesadez cuando los comenzó a escuchar discutir como unos niños pequeños, negando con su cabeza al escuchar incluso a su pareja a pesar de que sea mayor, pero era un tipo de costumbre en su actitud, recordando inevitablemente a Draken y como siempre traía alguna banderita encima (¿dónde? Ni ella sabe) para evitar alguna tercera guerra mundial por no tenerla en su menú infantil. Una sonrisa apareció en sus labios por todos aquellos pensamientos al mismo tiempo que le prestaba atención a la escena, una bastante graciosa a su parecer.

—¿Verdad que te vas a ir conmigo a Filipinas, Masu-chan? —habló Mikey casi con insistencia, tratando de quitarse a las trillizas de encima—. Y sólo conmigo.

—¡De alguna manera estaremos con ella! Incluso si es para cuidar a nuestros sobrinos. —soltó Sumi aún con reproche mientras continuaba abrazándose a su pierna.

—Nooo. Si ustedes me la quieren robar, imagínense con niños propios. Me la van a quitar tiempo completo. No quiero cuidar niños pequeños.

—¡Pues para eso estaremos! Así podrías pasar tiempo con nuestra Nee-chan. —con inocencia, Yume se ofreció con una sonrisita en sus labios.

—Oh, acepto. Niñeras a las cuales no habrá que pagarles. —casi por arte de magia, una sonrisa apareció en los labios de Mikey.

—Exac... ¡No, nos tendrías que pagar! —chilló Sumi con exigencia.

—¿Tan pequeñas y exigen dinero? —Manjirō frunció el ceño un poco—. En fin. Tarde, ya se ofrecieron.

—Ellas no van a cuidar a ningún niño, Manjirō-kun. —comentó la chica un poco divertida por esa conversación un tanto fantasiosa.

—Shh, yo me encargo de esto. Tú y yo tranquilos y tus hermanas nerviosas. —negó de manera despreocupada sólo haciéndola sonreír un poco más, rodeando los ojos algo divertida—. Para algo servirán. —Masumi terminó dándole un pequeño golpe en el hombro.

—¡Hey! —chillaron Aki y Sumi con reclamo.

Y continuaron hablando del futuro, como si supieran.

Te amo, mami Tenshi, eres lo más puro de este mundo❤️

Mmmmm, ¿Filipinas? 🧐

Bastante, me han encantado estos últimos capítulos, pero recuerden que apenas terminamos el arco de Moebius y aún falta mucho por delante🧚🏻‍♀️

Eso sí, les voy diciendo que es el penúltimo capítulo de este acto, así que si, ya estamos cerca de entrar al tercer y último acto de ESTE LIBRO

Habrá mucho para rato, ténganlo en cuenta y tráiganse las palomitas y los pañuelos ⭐

Prepárense que una vez más el futuro está muy cerca, si les pareció fuerte el futuro de Moebius de Masumi, prepárense para el que sigue y los demás;)

Mientras escribía, comenzó a escucharse THE ONE THAT GOT AWAT de Katy Perry ¿Señales?

¡No olviden comentar y dejar su voto! Yo tengo estipulado actualizar semanalmente, y si llegan a la meta lo antes posible, ¡habrá nuevo capítulo!❤️

❪📚❫',·curiosity's zone

#A Hikari, la mamá de Masumi, siempre le gustó la idea de viajar por el mundo, e inevitablemente le contagió a Masumi ese ideal. En la actualidad no lo tiene muy presente, pero si le gustaría cumplir el sueño de su madre.

#Es cierto que Tenshi tiene esa actitud de "mamá" hacia los demás; sería de ese tipo que, como dice Draken, dice lo que les gustaría escuchar sólo para no hacerlos sentir mal. Aunque cuando es completamente sincera, dice las cosas sin pelos en la lengua.

#El perfume que siempre usa Tenshi es uno de aroma a chicle, y el leve olor de vainilla es de la crema que se echa en la piel; dulce y delicado es el aroma que siempre desprende. Y si, ella tiene una piel muy suave.

→S H A N X L A B Y X←

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