Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

❪𝟯𝟱❫ ; 𝗺𝘆 𝗺𝗮𝘀𝘂𝗺𝗶.

❪ARC TWO; ANGELS LIKE HER❫
*╔═══❖•ೋ°🕊️°ೋ•❖═══╗*

CAPÍTULO TREINTA Y CINCO;
MI MASUMI
❛conversación casual, en teoría❜


┍━━━━╝✹╚━━━━┑
©Shanxlabyx
━━━━━━━━━━━

EL CANSANCIO HABÍA SIDO TAN EVIDENTE EN SU CUERPO QUE DURÓ algunos minutos tratando de abrir sus ojos y estar completamente lúcida. Pestañeó un par de veces, sintiendo como sus propias y abundantes pestañas rozaban sus mejillas, miraba el techo del desván de manera un poco borrosa hasta enfocar con claridad.

❛¿Qué hora es...?❜ frotó uno de sus ojos, haciendo una pequeña mueca al sentir lagañas en estos, así que con algo de esfuerzo se las fue quitando para poder abrir mejor sus ojos, en consecuencia de haber llorado tanto el día anterior y, en teoría, esa misma madrugada. Se estiró en su lugar, sintiendo sus articulaciones aún algo adormiladas.

Cerró sus ojos nuevamente, dando un largo bostezo mientras se giraba y colocaba de lado, buscando de alguna manera más calor al sentir aún el frío ambiente en el aire, llegándole a sus oídos unos orgullosos aunque leves ronquidos que reconoció bien. Abrió uno de sus ojos en donde no tardó en encontrarse con unos enmarañados y despeinados cabellos rubios casi rozándole el rostro; observó el rostro adormilado de Mikey.

Alzó una de sus manos y pinchó su mejilla suavemente, Manjirō no hizo más que murmurar algo inteligible y girarse hacia ella, haciéndola quejarse un poco cuando rodó y quedó encima de ella. Pero una vez más, se quedó en su lugar, cerrando sus ojos con cierta pereza ya que realmente aquel lugar en la cama, entre las sábanas junto con Mikey abrazándola, estaba atrayéndola tanto a quedarse allí un poco más.

Aunque, a pesar de eso, terminó por bostezar y comenzar a estirarse como si de un gatito se tratase, quejándose un poco al tratar de retirar la aspereza en su cuerpo. Pero, al momento que estiró una de sus piernas, sintió un horrible estirón.

—Ay, calambre... —se quejó notoriamente tratando de mover su pierna, provocando que el chico gruñera y cayera sobre su espalda, alzando su rostro con una mueca de sueño.

—¿Qué? Estaba muy cómodo.

—Me dió un calambre... —suspiró de manera temblorosa aún sintiendo aquel horrible estirón en su pierna.

—¿Calambre? —se preguntó aún algo adormilado, aunque luego de ver su expresión de dolor alzó las sábanas para poder ver sus piernas—. Estira la pierna, no la flexiones así.

—Pero me duele.

—Hazme caso, sé porque te lo digo. Me ha pasado muchas veces. —chasqueó su lengua al recordarse a sí mismo insultando cuando tenía un calambre en la pierna. Tomó su rodilla por debajo y la hizo estirarla, sacándole otra queja por lo poco delicado que fue.

—¡Te dije que me duele! —soltó la chica con un puchero en sus labios, mirando con reproche a su novio hacer que estirara la pierna, teniendo que suspirar un poco—. Ve un poco más despacio...

—Me dijiste lo mismo más temprano, aunque eso sí te gustaba. —lo dijo con tanta naturalidad que sólo provocó que su rostro se ruborizara. No tardó en comenzar a darle pequeñas pataditas en el brazo.

—¡N-No digas las cosas así como así! —decía con vergüenza mientras el chico buscaba cubrirse de sus «patadas mortales», ya que lo estaba haciendo con suavidad, pero lo suficientemente fuerte para que lo sintiera.

—¡Te ayudo y recurres a la violencia contra mi! —se quejó el chico de manera infantil mientras trataba de detener sus patadas, que parecían casi empujones—. ¿Ya viste? Ya te sientes mejor gracias a mi. —sonrió con orgullo, riéndose un poco mientras la detenía del pie.

La chica lo miró desde su lugar con un puchero en sus labios, teniendo un fuerte sonrojo en sus mejillas. Mikey sonrió y se rio un poco ante la adorable expresión que tenía en esos momentos, casi gateando a su dirección para poder colocarse encima de ella, recostándose y apoyando su mentón entre sus pechos con una sonrisa.

Duró varios segundos mirándola con aquella sonrisita, haciéndola avergonzarse un poco por su mirada algo intensa a pesar de que aquel gesto facial era dulce y casi tierno. Alzó una de sus manos y cepilló con estas su cabello hacia atrás al tenerlo todo enmarañado y despeinado como todas la mañanas. El chico se relajó ante su toque y se acurrucó en su lugar, recordándole una vez más a un gatito buscando mimos de su dueño, la simple imagen la hizo suavizar su mirada y sonreír con dulzura, terminando con acariciar su rostro con sus dedos.

Mikey abrió sus ojos hacia ella cuando sintió sus dedos tocar su rostro, colocando su total atención en ella. Se fue acomodando y subiendo más sobre ella, en donde tuvo sus grandes aunque cansados ojos rosáceos seguir sus movimientos, viéndolo desde abajo donde apoyó sus manos a cada lado de su cabeza. Masumi se ruborizó cuando se relamió sus labios y fue agachando su rostro hacia el de ella, aunque antes de que sus labios se juntaran, giró su rostro rápidamente hacia un lado.

—¿Eh? —musitó Mikey algo confundido al ver su reacción.

—No me he cepillado... —Manjirō pestañeó un par de veces ante su murmuro algo apenado.

—¿Y qué tiene? Yo tampoco.

—No voy a besarte ahora. —dijo la chica entre pequeñas risas, parpadeando cuando el chico frunció notablemente el ceño, inflando sus mejillas.

—No me importa. Bésame. —agachó su rostro hacia el de ella, buscando sus labios. Masumi buscó cubrirse la boca con las manos, algo avergonzada por el aliento que llegue a tener, pero el chico actuó rápido y tomó sus manos, colocándolas contra la cama.

—Manjirō-kun...

—Sólo déjame besarte.

Masumi alzó sus ojos hacia él aún algo dudosa, teniendo sus mejillas tenuemente ruborizadas. Se sentía pequeña en su lugar, aparte de sentirse de alguna manera atrapada. Sus manos sostenían las de ella contra la cama, haciéndola tragar algo de saliva por sentirse un poco tensa en aquella situación, aunque no en el mal sentido. Su cuerpo comenzó a relajarse cuando el chico, aún buscando aquel contacto en sus labios, rozaba su nariz con la de ella, casi como tratando de atraerla o seducirla a qué lo hiciera, cosa que poco a poco hizo.

No tardó en agachar una vez más su rostro y juntar sus labios con los de ella, en donde cerraron sus ojos casi a la par por la maravillosa sensación que los recorrió, a pesar de haberse besado antes. Al menos, para Masumi, sentía mariposas recorrer todo su cuerpo, aleteando sus alas y provocándole pequeños cosquilleos, llegando a acelerar su corazón. Algo que no era muy diferente a lo que Mikey sentía.

Se dejó recostar completamente sobre ella, sólo sosteniéndose lo suficiente para poder alcanzar sus labios y moverlos a gusto, apoyando sus antebrazos contra la cama y acomodando su cuerpo entre sus piernas, sintiendo su calidez. Duraron varios segundos besándose, llegando incluso a los minutos donde sólo se escuchaba el roce de sus labios. Masumi terminó por dejarse llevar y olvidarse de que había tenido la intención de levantarse y empezar el día, olvidándose del mundo ajeno.

—Al menos, mm... —balbuceó la chica contra sus labios—... mira que hora es... Necesito saberlo.

Mikey gruñó y balbuceó pequeñas y apenas entendibles quejas, un poco harto de no poder besarla tranquilamente. Terminó alzándose un poco y tratando de enfocar su visión en el reloj que tenía en su habitación, achinando sus ojos para tratar de reconocer bien los números que marcaba.

—Hmm... Las diez y...

—¿¡Las diez!? —exclamó fuerte de lo que creyó, sorprendiéndose por haberse levantado tan tarde, sobre todo al lado de su horario usual—. Ay, no puedo ser... ¡Ni siquiera le avisé al tío Wakasa que no llegaría a casa!

—¿Y? Estás conmigo. —soltó el rubio sin darle importancia.

—Recuerda que tengo tres casi hijas que no puedo abandonar tanto tiempo, y menos dejándoselas a él cuando le dije que sólo las cuidara anoche.

—No están solas, no sé de qué te preocupas. Las está cuidando Wakasa, ¿no? —replicó de manera infantil—. Siempre estás con ellas. No será mucha diferencia tenerte un día entero para mí.

—De todas maneras hay que levantarse. —negó varias veces con la cabeza, tratando de sacarselo de encima. Sus labios temblaban tanto por la verguenza como por tener el pequeño atisbo de reírse o sonreír.

Mikey, siendo completamente terco a su petición, sólo buscó sus labios una vez más y los unió en un beso algo intenso que sólo hizo a la chica respirar fuertemente por la nariz casi por resignación y al mismo tiempo como una pequeña risa nasal. Sabía a ciencia cierta que Sano Manjirō era alguien demasiado encimoso y meloso con ella, cosa que lo expresaba la mayoría del tiempo, así como ahora, aunque podía darse de cuenta que estaba siéndolo en mayor medida, apegándose a ella y buscando lo más posible su cercanía.

❛Quizás... ¿es por lo de anoche?❜ entreabrió sus ojos, mirando por unos segundos sus ojos de cerca, dejando salir un pequeño suspiro cuando se separó y comenzó a besar su cuello en pequeños besos fogosos a lo largo de su piel. Miró hacia el techo, haciendo una pequeña mueca al sentir varias partes de su cuerpo entumecidos, como si hubiera hecho mucho ejercicio.

De alguna manera anoche había sido una noche demasiado atareada, en muchos sentidos. Quizás incluso por eso se había despertado más tarde de lo normal, siendo aquello un recordatorio cuando sintió la pesadez en su mirada y el dolor de cabeza, que de alguna manera ignoraba por los toques de su novio.

—¿Sabes todo lo que tardé para que me dejaras vestirme completamente? —suspiró un poco ida ante sus besos y sintiendo como buscaba subir su camisa, recordando como en la madrugada tuvo bastante trabajo para siquiera colocarse los joogers.

—Por eso dije que estabas bien sin vestirte. —fue lo que dijo el chico mientras besaba levemente sus pechos por sobre la ropa, apoyando su mentón entre esos con una mirada algo entusiasta, como un niño emocionado por jugar—. Descubrí que me gustó más de lo que pensé. Hagámoslo de nuevo.

Masumi alzó sus cejas un poco y sus mejillas se tiñeron de rojo. —Lo dices así como así... —susurró algo sorprendida.

—Sip. —Mikey sonrió mientras se reincorporaba, semi sentándose y colocando sus piernas a cada lado de su cadera mientras apoyaba sus manos a cada lado de su cuerpo para sostenerse sobre ella—. Voy a tenerte sólo para mi hoy... —sonrió de manera gatuna mientras se agachaba hacia ella, donde la chica apretó las sabanas un poco inquieta.

—¡MIKEY! —la puerta del desván fue deslizada con brusquedad, en donde una pequeña aunque curvilínea figura fue la causante de aquella acción—. ¡Mira la hora que es! Había ido a la casa de Masumi-chan para ver como estaba, pero su tío me dijo que no llegó. Supuse que estaba... aquí.

Mikey miró con cierta molestia hacia ella a la par que Tenshi giraba su cabeza hacia ella, donde su cabello se encontraba esparcido por el almohadón. Sus mejillas poco a poco fueron tiñéndose de rojo hasta que casi todo su rostro se colocó de ese color; Emma estaba analizando y procesando un poco la situación, o más bien la posición en la que ambos estaban, en donde o estaban jugando muy cariñosos o iban más allá.

—Oh por Dios... —de alguna manera, terminó adivinando lo segundo, sobre todo al notar como las piernas de la mayor casi rodeaban la cintura de Manjirō y este tenía sus manos dentro de su camisa.

—¡E-Emma-chan...! —inmediatamente Masumi empujó al rubio de encima suyo, que, aunque no hayan ido más allá (por completo), la posición tampoco era muy prometedora.

—¡Mikey, idiota! —la más pequeña miró con reproche hacia su hermano mayor quien la miraba con molestia, así como ella a él—. ¡Lo primero que tenía que hacer ella era descansar, no que te pusieras en esos terminos con ella!

—No te incumbe si quiera acostarme con mi novia. —Masumi miró con apremio a su novio cuando lo dijo de esa manera, Emma abrió sus ojos y la miró con intensidad—. Sal de aquí. Estaba ocupado.

—El doctor fue muy estricto sobre que ella tuviera REPOSO y DESCANSO. No que pensaras con tu segunda cabeza que no le va a dar REPOSO y DESCANSO. —recalcó esas dos palabras, caminando a zancadas hacia ellos y empujando a su hermano, a pesar de que estaba en su «habitación», hizo levantar a su amiga quien a tropezones lo hizo.

—¡Hey! ¿A dónde se supone que te la llevas? —se quejó Mikey al ver como la jalaba y se la llevaba así sin más.

—Si, ¿a dónde me llevas? —murmuró la chica de mechas blancas.

—¡Vete a cepillar más bien, voy a darle un descanso! —Emma agitó su puño en el aire desde afuera, siendo imitada por Mikey, bastante indignado.

—¡Devuelveme a mi Masumi!

ERA UN POCO IRONICO ESTAR EN ESTA SITUACIÓN, EN DONDE EMMA casi parecía querer regañarla o comérsela viva, bueno, más a su hermano que a ella. Usualmente era quien la regañaba por alguna locura que llegara a hacer. Aparte, era extraño tomando en cuenta que era la mayor.

—Mira, toma té de jazmin. Esto debe relajarte los músculos. —la rubia le tendió una taza de porcelana con cuidado, dejándosela enfrente de ella en el tatami—. Este idiota...

—N-No estés molesta con él. —murmuró Masumi aún algo cohibida por la situación y a su vez el enojo de la de orbes dorados quien estaba cruzada de brazos.

—¿Estás bien? ¿Cómo te encuentras? —la más pequeña alza sus ojos hacia ella con preocupación, tomando una de sus manos. Masumi suavizó su mirada y le sonrió con ternura.

—Estoy bien, en serio. —dijo, tratando de tranquilizarla—. No me pasó nada fuera de lo normal, quizás si dormí mucho más de lo que estoy acostumbrada, aunque debe ser por el cansancio. Pero estoy bien.

Emma miró su expresión, notando aún los antigüos rasguños en su rostro por los golpes que habrá llegado a recibir. Si se notaba un poco más cansada de lo normal, pero, en lo que cabía, estaba bien. Eso la hizo sonreír más relajada, sintiendo la pequeña caricia en su mano que trataba de relajarla por completo.

—Ahora, lo más importante. —Emma cruzó su pierna sobre la otra de manera femenina y algo exagerada, Masumi por un momento quiso reírse, evitando mirarla al rostro—. ¿Acaso lo que dijo Mikey fue verdad?

Masumi se quedó callada por varios segundos, pegando sus labios al borde de la taza de té y desviando la mirada hacia un lado. Emma observó como meneó sus piernas entre si de manera algo timida, moviéndose en su lugar. La rubia abrió sus ojos en grande y sonrió en grande con un enorme asombro, casi yéndosele encima por la emoción. Masumi tuvo que echarse hacia atrás, alzando sus cejas un poco sorprendida por su reacción.

—¿¡Ya te acostaste con él!? —bien, directa igual que el hermano. Masumi la terminó por mirar con apremio por lo que prácticamente gritó, casi desmayándose.

—¿Que Masumi-chan qué?

Por poco y no se ahoga con el té al escuchar una voz ajena, por un momento espantándose al creer que era el abuelo de Mikey y Emma, aunque lo descartó al instante al escuchar una voz chillona y femenina. Miró rápidamente hacia la nueva presencia que parecía procesar lo que había acabado de escuchar.

—¡H-Hina-chan, estás aquí! —observó a la castaña en el umbral de la puerta, no esperando verla allí presente también.

—Había ido al baño. —fue su respuesta con sus ojos bastante abiertos y fijos en ella—. No esperé encontrarme con esa situación. Hola, Masumi-chan. —saludó haciendo que la mayor agitar su mano, casi queriendo ocultarse detrás de su taza de té.

—¡No te dejó ni descansar seguro! —Emma comenzó a golpear el aire de manera algo comica, parecía ser una mezcla de berrinche como de emoción—. ¡El doctor había dicho que tenías que tener mucho reposo para evitar que colapsaras otra vez y viene Mikey a hacer lo contrario! ¿No te desmayaste o algo por falta de oxigeno? Sabiendo como es él no te dejó descansar. ¿Te hizo gemir mu-

—¡Para ahí! —cubrió su boca con sus manos para evitar que continuara hablando sobre eso, sus mejillas estaban realmente rojas—. ¿Podrías hacer silencio y no decir a los cuatro vientos que... pues, hice eso? Tú abuelo puede escucharte. —habló aún avergonzada, mirando a su vez con cierta suplica en sus ojos—. Dios, ¿por qué tú y Manjirō-kun dicen las cosas así como así?

—Santa Madrecita. —Hina comenzó a murmurar con asombro, en donde Emma asentía una y otra vez.

—¿Verdad que sí? —sonrió con picardía, para luego negar con la cabeza con desaprobación fingida —. ¿Te imaginas que se hubiera desmayado por andar de golosa? Ayer le reventaron la cabeza y va a comerse a mi hermano.

—¡Emma-chan! —chilló la chica cada vez más avergonzada por ese tema de conversación, Emma se cubrió con sus brazos como si buscara protegerse.

—¿Entonces si pasó? —dijo Hina con una sonrisa en sus labios, pareciendo emocionada.

Kiyoko se removió en su lugar de manera inquieta y a su vez vergüenza, suspirando un poco. Sorbió su té de jazmín con cuidado, casi queriendo encogerse en su lugar por las miradas casi furtivas que le estaba lanzando sus amigas, queriendo información.

—S... Si. —balbuceó un poco dudosa de decir algo al respecto, aunque era bastante cierto. Sus mejillas se ruborizaron aún más ante el pequeño chillido de Emma y Hina—. Si me van a preguntar como llegamos a ese punto después de lo de anoche... Pues, no sé. Me dejé llevar, la situación se presentó y sólo sucedió. —echó los cabellos de su flequillo hacia atrás, suspirando—. Supongo que en algún momento iba a pasar. Incluso te lo dije, Emma-chan.

—¡Ahora podré pedirte consejos a tí también! —¿también? Masumi frunció un poco el ceño, tanto confundida como avergonzada, incluso parecía más emocionada que ella—. Ya no tendré porque preguntarle siempre a Cherryyy... —fue volviendo su voz aún más aguda apenas notó la fija mirada de la mayor, quedándose calladita.

—¿Hana-chan fue la que te dio la maravillosa idea de llegar más rápido a la adultez? —preguntó con curiosidad mientras Emma sonreía nerviosa.

Hehe... Si.

—¿Por qué no me sorprende? —suspira con algo de pesadez, realmente no muy sorprendida de que la rubia de mechas rosaceas haya sido la que le aconsejó hacer eso.

—Perdón. Es que ella sabe mucho de ese tema. Así que... —jugó con sus dedos, un poco apenada.

—Sabes que a nadie le agrada mucho como es que lo sabe —hizo una pequeña mueca, suspirando.

—Lo sé... Pero como parece no incomodarle hablarme respecto al sexo y todo eso, le pregunté. —se encogió de hombros, luego agitando su mano y volviendo a sonreír emocionada. Masumi relajó su expresión y sonrió—. En fin, ¡ya llegaste a la adultez!

—Bueno, por algo tienes marcas en el cuello y andas con una ropa que no es tuya. Ahora tiene más sentido. —dice Hinata algo pensativa.

Masumi se ruborizó, cubriendo un costado de su cuello con su mano y desviando la mirada, dejando que su cabello suelto y aún algo despeinado cubriera su rostro avergonzado. —P-Pues, la única ropa con la que llegué estaba mojada y me prestó una suya.

—Ay, que lindo. —Hina no evitó sonreír de manera enternecida, mientras Emma inflaba sus mejillas con su ceño fruncido.

—Me dí de cuenta que trató de hurtar mi habitación, probablemente para buscar ropa para tí. Por poco me daña la visera de la puerta. —se quejó la rubia, cruzándose de brazos—. Bueno, al menos entiendo porque te robó. —y fue transformando su expresión en una sonrisa picara—. E incluso los atrapé casi en el acto, otra vez. No pierden el tiempo, ¿eh?

—No empieces, ¿si? —pidió la chica ahora algo avergonzada—. Sólo... despertó muy meloso.

—Si despertarse meloso significa andando metiéndote la mano...

—¡Sano Emma! —chilló la chica escandalizada por como lo decía. Definitivamente era hermana de Mikey; ambos decían las cosas sin pudor—. Sé un poco más como Hina-chan y no digas las cosas de esa manera.

—No sé mucho de esas cosas, por eso no comento mucho. —murmuró Tachibana con un pequeño rubor en sus mejillas, notándose de igual manera algo avergonzada aunque si interesada y curiosa—. Pero, vaya. Pues se nota que la pasaron bien. ¿Es verdad que duele al principio? ¿Duele mucho?

—Mm... —apretó un poco sus labios por hablar del tema, aunque eran preguntas al azar—. Un poco al principio, si. Aunque depende de que tan cuidadoso es. Sólo no hay que concentrarse tanto en el dolor, distraerse con otra cosa y relajarse. —ambas menores la miraron fijamente, sólo provocando que se encogiera en su lugar—. B-Bueno, cambiemos de tema. —carraspeó, recuperando la compostura—. ¿Que han sabido de Ken-kun?

—Cuando salimos de mi casa, fuimos al hospital. —mencionó la castaña.

—Estaba apenas despierto cuando lo visitamos, aunque sigue algo débil por la pérdida de sangre. —Emma jugó un poco con un mechón de cabello, haciendo un pequeño puchero—. No pudimos quedarnos tanto, ya que sigue algo delicado.

—No te mates tanto la cabeza. Aún fue algo muy reciente y no ha pasado ni un día. —dijo Masumi al verla aún preocupada, aunque la entendía. Aquel había sido un susto horrible para todos—. Ya verás que pronto va a mejorar y lo darán de alta.

Emma suspiró profundamente, formando una pequeña sonrisa un poco más tranquila. —Eso espero...

—¡Él mejorará muy pronto! —Hina de igual manera se unió al ánimo, sonriendo en grande, contagiando más a la pequeña rubia.

—Emma, házme comida. —la aludida inmediatamente frunció el ceño al escuchar la voz de Manjiro, en donde el chico se encontraba, aún en pijama y mala cara, dirigida hacia ella, aunque luego se percató de una presencia ajena—. Oh, la chica de Takemicchi.

—Hola... —saludó la chica un poco timida, sonriendo cuando él alzó su mano y la agitó en manera de saludo.

—Al menos ten un poco menos de descaro con Masumi-chan presente. —bufó observando como el chico se iba bastante tranquilo hacia esta misma para acostarse a un lado de ella y apoyar su cabeza en su regazo—. Deja de ser tan pegote.

—Es Mi Masumi. Búscate la tuya.

Emma colocó mala cara por su respuesta mientras Hina reía con ligereza y Masumi sonreía con ternura, sólo dejando ser al chico que precisamente ese día más que nunca quería estar con ella. Después de todo, ella también quería estar con él y tenerlo cerca.

SE ABRAZABA A LA ESPALDA DE MIKEY MIENTRAS AVANZABAN EN LA moto, escuchando el ronroneo de esta misma y el pequeño chapoteo de los charcos en la carretera. A pesar de ya ser casi mediodía, aún estaba el frío y la humedad en el ambiente, con charcos de agua en la carretera y el cielo nublado. Probablemente volvería a llover en lo que quedaba del día.

—Que frío... —escuchó el murmuró del rubio una vez se detuvieron en un semaforo, cosa que se detenía a hacer debido que se saltó al menos dos semaforos y su novia lo regañó—. ¿Por qué no nos quedamos en mi habitación? Ahí estábamos bien.

—Tengo que hacer acto de presencia en mi casa. No me aparezco desde ayer. —fue lo que dijo, apoyando su mentón en su hombro—. Además, el tío Wakasa también tiene su propio trabajo y no puede estar sólo cuidando a mis hermanas.

Mikey frunció un poco el ceño, sabiendo que tenía razón en ese punto; al Imaushi sólo había aceptado cuidar a sus hermanas la noche de ayer para que saliera al festival, sobre todo cuando a Wakasa le aburría de sobremanera ir a ese tipo de cosas y no tenía nada que hacer. Ya pasaba del mediodía, y en lo que cabe, ella no había ni dicho que no iba a llegar a casa, probablemente ni debe haberle dicho lo que había sucedido el tres de agosto.

Sus manos se apretaron con cierta fuerza en el manubrio, recordando inevitablemente todo lo que había sucedido; a pesar de que Draken ya estaba bien en el hospital y Tenshi estaba allí, abrazándolo, era inevitable que las imagenes en donde ambos estaban en el suelo y no reaccionaban aparecieran en su mente. Sólo recordarlo hacía que sintiera una enorme pesadez en su pecho.

Esa maldita pesadez seguía vigente.

—Manjirō-kun. —escuchar su voz lo hizo salir de su ensimismación, parpadeando un par de veces y relajando sus hombros algo tensos—. ¿Pasa algo? —preguntó algo preocupada, inclinando su cabeza para verlo mejor, dejando caer su cabello hacia un lado—. Aunque vayamos a mi casa no significa que quiero que te vayas. Puedes quedarte conmigo.

El chico poco a poco fue relajándose, como si escucharla hablarle lo trajera a la vida real y al mismo tiempo provocara que una calma recorriera todo su cuerpo. Una sonrisa despreocupada apareció en sus labios mientras giraba su rostro, encontrándose con el de ella observarlo con atención, dejando un pequeño beso en la comisura de sus labios.

—No pensaba en eso, pero acepto bastante gustoso tú invitación. —canturreó con una sonrisa, riéndose de manera algo infantil. Luego, volvió a acelerar cuando el semáforo cambió a verde.

Masumi se aferró una vez más a su espalda para evitar caer o algo por el estilo, aunque sabía que, hasta ese punto, no lo iba a hacer. El resto del viaje fue silencioso en donde no tardaron en llegar a su residencia, donde pudo bajarse y caminar rápidamente a abrir la reja de su casa, mirando hacia Mikey quien apagaba su CB250T para seguirle el paso, así que fue rápidamente a abrir la puerta con sus llaves, sosteniendo mejor el kimono de su madre doblado que sus amigas le habían hecho el favor de guardarselo luego de que haya sido llevada anoche tan abruptamente.

—¡Ya llegué! —exclamó lo suficientemente fuerte apenas abrió la puerta, fue quitándose los zapatos y cambiándoselos por las pantuflas de casa.

Dejando las llaves en el velador de la entrada, comenzó a ir a la habitación de sus hermanas para ver si estaban, aunque para sus sorpresas todo estaba ordenado y solo. Frunció un poco el ceño, yendo incluso a la habitación de sus padres a ver si se encontraba su progenitor, siendo una posibilidad en un millón debido a que en los días de los festivales era cuando más había alcohol, y por ende, él se sumergía en él y no se aparecía por ese mismo periodo de tiempo.

—¿No hay nadie? —se preguntó rascando su nuca, revisando por la casa; ni siquiera estaba Wakasa. Algo que se le hizo raro, ya que incluso sus amigas vinieron para acá y él las recibió—. Al parecer salieron...

Se encontró con Mikey en la sala observando con atención uno de los cuadros en la pared, acercándose a pasos calmados hacia él, teniendo sus manos metidas en los bolsillos de la chaqueta que se había colocado por el mismo frío que se encontraba en el ambiente, incluso ella usaba una, también de su pertenecía. Al menos su ropa si se había secado y había logrado usarla, agradeciendo el aprovechar cuando llegaron a casa y la lavó antes de irse a dormir...

Si, dormir.

Sus mejillas se ruborizaron al recordar lo sucedido en la noche, o más bien, esa misma madrugada, cosa por la cual también había caído tan rendida y se había levantado más tarde de lo usual, sobre todo en su horario. Por inercia se tocó el cuello en donde sentía cierto picor, rozando con sus dedos las marcas que su novio se había atrevido a hacer, importándole poco que se vieran o no. Se había dejado su cabello rizado completar suelto para cubrirse al menos un poco.

❛He estado pensando en tantas cosas que no me fijé en como llegué a amanecer por eso❜ se miró a su misma, observando sus manos casi cubiertas por las mangas largas de la chaqueta. Tocó ligeramente su cintura, como si buscara indicio de dolor o algo por el estilo, quizás sentía una pequeña incomodidad en su parte baja, pero nada que no pudiera soportar. ❛Creo que en general, lo que más me duele es la cabeza...❜

—Cuando tenías el cabello corto. —parpadeó un par de veces y llegó a su lado; un cuadro donde estaba con sus hermanitas en la playa, junto con su mamá. Efectivamente allí estaba con su cabello corto más arriba de los hombros—. Se te veía más abundante corto.

—Pues, de alguna manera los rizos son abundantes... —señaló a su lado, sonriendo un poco mientras tocaba su cabello—. Recuerdo que para esa vez me lo corté porque se me pegó un chicle al cabello.

Mikey no pudo evitar sonreír y reírse por imaginarse a una pequeña Tenshi de unos nueve años lloriqueando por tener aquella toma comestible enredado en media de sus hebras rizadas y largas, recordando haber visto alguna foto con ella con su cabello largo hasta más debajo de su cintura. Oh, en realidad esa foto estaba a un lado; sus labios continuaron manteniendo una sonrisa aunque más leve al ver a Kaito cargar una Masumi de unos seis años con el cabello largo, aunque lo único que lo relajó fue verla tan sonriente y viva.

—No te rías. Fue horrible, se me había ocurrido quitármelo yo misma y lo empeoré. —hizo un puchero al recordar todo lo que lloró esa vez, sobándose la cabeza. Tomó uno de sus cabellos, que estaban entremezclados con su cabello natural y las mechas blancas que se había teñido no hace mucho—. Por eso siempre que como chicle me amarró el cabello. Dure demasiado para tenerlo mínimamente largo.

—Chicle en el cabello... —Mikey repitió y volvió a reírse—. A Emma también le sucedió cuando eramos más pequeños.

—¿Por qué tengo el presentimiento de que fuiste tú o Kei-kun quien se lo pegaron?

—Sea como sea, nos correteó a los dos.

Masumi no pudo aguantar la risa y se carcajeó suavemente al imaginarse a la pobre Emma con una goma de mascar pegada en el cabello persiguiendo con un zapato en mano a su novio y al mejor amigo de este correr despavoridos por una súper rabieta de la pequeña Sano. Sabía muy bien que tanto Mikey como Baji eran muy traviesos de pequeños, así que ya se imaginaba las cosas que llegaron a hacer y no sorprenderse por cosas que le decían. Miró de igual manera aquella foto de su infancia junto con su madre, sintiendo la nostalgia recorrerla, así como un pequeño escalofrío al recordar cómo había rasgado su kimono.

Tenía que arreglarlo de alguna manera, además, había sido el borde de la falda. Así como habían dicho Emma y Hina, con unos arreglos podría estar como nuevo y no se notaría mucho la diferencia, relajándose con ese pensamiento. Mientras pensaba en cuanto costaría una ida a la costurera, miró hacia Mikey quien parecía aún bastante sumido en sus pensamientos, y sobre todo, callado, bastante en realidad. Casi no había dicho mucho al llegar y de alguna manera la hacía sentir una pequeña incomodidad en su pecho.

Y eso sólo la hizo pensar en una cosa; algo tenía.

—¿Qué tienes? —preguntó luego de varios segundos viendo su perfil que, a pesar de tener una pequeña sonrisa en sus labios, su mirada se veía algo perdida, ida.

—¿Por qué lo dices?

—Puedes hacerte el desentendido con los demás, pero a mí nada se me puede escapar, menos cuando se trata de ti. —la expresión de Masumi se suavizó, mostrándose algo preocupada. Tocó sus mejillas con sus manos, haciendo que la viera a los ojos—. Pareces muy distraído y callado. Tienes algo... ¿Estás bien? ¿Es por lo de anoche?

Manjirō observó fijamente su rostro preocupado, en donde aquellos rasguños permanecían aún en su piel asi como pequeñas gasas que cubría las cortadas que llegó a recibir e incluso los moretones, que no eran muchos, pero que llegaban a verse detrás de las tiras. En sólo pensar que le colocaron una mano encima sólo con el fin de hacerle daño, de arruinarla, sentía una rabia inmensa recorrerlo al punto de que su cuerpo se tensaba y sus pupilas llegaban a oscurecerse. Lo único que llegaba a pasar por su cabeza era encontrar a los malditos que golpearon su rostro y darles el doble, sólo para quitarse ese horrible malestar en su pecho, sobre todo aquel remordimiento hacia si mismo por dejarla sola.

Si tan sólo hubiera ignorado esa llamada y se hubiera quedado junto con ella, para cumplirle la cita que él mismo le había dicho y por una vez olvidarse que era comandante de la TōMan, quizás las cosas hubieran sido diferente...

—Manjirō... —salió de su pequeño trance cuando sintió como su chica apretaba su frente con la de él—. Mírame, ¿si? Ya estoy bien. Ken-kun está bien. Todo está bien. —habló con una voz gentil y tersa que casi llegó a provocarle un escalofrío—. Estoy aquí, contigo. Ya todo pasó.

Mikey observó su rostro por varios segundos, teniendo sus cejas algo alzadas por palabras de la más baja, que de alguna manera lograron calmarlo, sintiendo una calma y calidez recorrerlo por completo, suavizando su expresión de sobremanera. Su mirada se entrecerró y sólo miró su rostro en completo silencio, prosiguiendo a dejar salir un profundo y largo suspiro, cerrando sus ojos mientras una mueca un poco temblorosa se formaba en sus labios, tratando de sostener su expresión despreocupada.

Pudo sentir las suaves caricias en sus mejillas, a su vez que escuchaba su pequeña respiración y a su vez el perfume tan dulce que siempre tenía encima, al cual se había acostumbrado a sentir todo el tiempo, quedándose impregnado en sus fosas nasales. Frotó suavemente su nariz con la de ella, sin decir ni una palabra, sólo deleitándose con las caricias de su chica, la única que podía calmarlo de esa manera.

Alzó sus manos y las llevó a sus hombros en donde ella continuaba sosteniendo sus mejillas y lo miraba al rostro con ternura, sólo correspondiendo el beso que le plantó en sus labios al inclinarse hacia ella. Fue un toque lento, suave, en donde Mikey se tomaba su tiempo para sentirla y memorizarse su textura y sabor, a pesar de que ya muchas veces hayan tenido aquel contacto.

Varios segundos pasaron donde se besaban con calma, sin prisa alguna, sólo disfrutando de los labios del otro. Cuando se separaron por falta del aire sólamente se miraron a los ojos, en donde Mikey tenía una expresión más relajada y una sonrisa de lado, al igual que un pequeño brillo en sus ojos, desapareciendo aquella incertidumbre e inquietud que en un principio tenía.

—Tenerte así me tranquiliza demasiado. —admitió, soltando una pequeña risa nasal, pegando su frente a la de ella y moviendo su cabeza un poco en un gesto tierno—. Así... Para mí.

Las mejillas de la chica se ruborizaron ligeramente ante sus palabras, sólo sonrió con cierta ternura, soltando una pequeña risa.

—Estoy aquí para ti, Manjirō-kun. —dejó un pequeño beso en la punta de su nariz, haciéndolo sonreír un poco más y soltar una risita.

—Oh, ¿en serio? —canturreó el chico con una enorme sonrisa en sus labios, Masumi asintiendo a sus palabras—. ¿Toda para mí? —preguntó una vez más, rozando su nariz con la de ella. Las mejillas de la chica estaban bastante rojas.

—Pues, si... —balbuceó con una sonrisa un poco más temblorosa ante la manera atenta en la que la miraba y al mismo tiempo por la forma juguetona que hablaba.

—Mmm, Mi Masumi. Sólo para mí. —canturreó el chico besando sus labios una vez más para bajar entre pequeños besos a su mentón y luego a su cuello, haciendo respingar a la chica cuando tomó su cintura y la apegó a su cuerpo—. Mía, mía.

—¿Por qué no me puedo poner dulce contigo sin que te pongas así? —dijo la chica, riéndose cuando sintió varios picos a lo largo de su cuello, provocándole pequeñas cosquillas.

—Esta es mi manera de ponerme dulce contigo. —fue su respuesta mientras se inclinaba más hacia ella, no habiendo ni un centímetro entre ellos.

—¿Puedes dejarme tener mi repo-¡ah! —chilló cuando el chico de imprevisto se agachó y la cargó de manera nupcial, sin separarse de su cuello—. ¡Sano Manjirō! ¿Se puede saber que vas a hacer?

—Darle amor a Mi Masumi.

—¿Podrías bajarme al menos? Tal vez debo estar en reposo, pero puedo caminar.

—Noup. —contestó mientras comenzaba a caminar con ella en brazos con facilidad, donde ella se aferraba a su cuello y él besaba el suyo.

—Al menos mira por donde caminas. —rie un poco cuando este casi se chocó contra la puerta de la habitación de sus padres, gruñendo contra su cuello y alzando su rostro, caminando a la dirección correcta.

—Ábreme la puerta, por favor. Tengo las manos ocupadas.

Entre pequeñas risas, hizo lo que le pidió y abrió la puerta de su habitación en donde volvió a reír cuando el chico no perdió el tiempo para entrar y cerrarla con el pie, no tardando en besarla en los labios cuando apoyó una de sus rodillas en el colchón de la cama y la fue dejando en esta, haciendo que continuara con una sonrisa pasmada en sus labios, correspondiendo y siguiendo el beso con sus manos enganchadas en su cuello, llegando a enredar sus dedos en su cabello rubio y semi atado.

—Mmm, deja de sonreír o reírte un momento. No te puedo besar bien. —se quejó de manera algo infantil, observando como su novia, contrario a lo que le dijo volvía a reír.

—Perdón, es inevitable. —suspiró profundamente por la nariz para poder calmarse, mirando aún con una sonrisa en sus labios y un dulce brillo reflejado en sus ojos rosáceos.

Mikey apoyó uno de sus antebrazos a un lado de la cama, entre medio de la cabellera rizada y desparramada en el colchón, y la miró por varios segundos a los ojos, sólo perdiéndose en su mirada, ambos perdiéndose en la mirada del otro. El chico tocó con sus nudillos el costado de su rostro, tocando con cuidado las pequeñas gasas en esta, haciéndola sonreír un poco más y que por consecuencia también lo hiciera. Lo único que pudo pensar era en la linda cara que tenía, incluso la linda mirada con la que lo observaba, casi con admiración, con amor, sólo eso le hinchaba el corazón. Acarició su cuello con su pulgar de manera lenta, notando como retenía un poco la respiración y sólo suspiraba.

—Sabes que no tengo ni idea de dónde están mi tío o mis hermanas y que pueden llegar en cualquier momento, ¿no? —cuestionó la chica aún teniendo una leve sonrisa en sus labios, sintiendo como el chico con total descaro bajaba el cierre de la chaqueta que él mismo le había prestado, metiendo su mano debajo de su blusa.

—Mhm... —canturreó el chico mientras mordía de manera juguetona su oreja, haciéndola estremecerse.

—E-Estoy hablando en serio... —su voz titubeó un poco al sentir su toque subir más allá de su abdomen.

—¿Y?

—¿Como que «y»? Podrían llegar en cualquier... momento. —genial, ahora se le estaba olvidando hablar. Parpadeó un par de veces queriendo concentrarse.

—Pues ahora no están.

—Manjirō-kun.

—Por ahora no te preocupes, preocúpate en que tienes a tú Mikey contigo. —canturreó mientras se enderezaba y se quitaba la chaqueta, lanzándola en algún lado de la habitación—. Y qué yo tengo a mi Masumi.

Las mejillas de la más baja no podía estar más rojas por la situación, mordiendo su labio inferior para retener la sonrisa que quería formar ya que de alguna manera comenzó a colocarse algo inquieta y ansiosa, moviendo y apretando un poco sus piernas entre sí mientras el chico se inclinaba hacia abajo, besando por unos segundos sus labios. Era algo sorprendente que después de ese encuentro, pareciera haberse enganchado tanto al punto de repetirlo nuevamente, aunque no haya pasado mucho desde que sucedió.

—Hagamos como que es el resto de la cita que te prometí. —soltó apenas apoyó su mentón en su pecho, mirándola con una sonrisa.

Masumi continuó mirándolo por varios segundos, pareciendo buscar alguna respuesta o al mismo tiempo algún toque de coraje, ya que se sentía aún un tanto nerviosa. Pero, ver su expresión y escuchar al mismo tiempo sus palabras, así como la falta de negación y sólo respuesta de su cuerpo sólo la hacía sonreír un poco más, mirando hacia un lado un poco tímida. Aquello fue luz verde para el comandante de la TōMan, reincorporándose encima de ella con una sonrisa.

—Bien, terminemos como se debe lo que te prometí, Masu-chan. —sonrió el chico de manera algo juguetona, sólo haciendo a la chica suspirar un poco divertida aunque avergonzada, no negándose cuando él se agachó y una vez más la besó.

Gracias, Daniel Di Angelo. Me ayudaste a ambientar este capítulo 🔥🔥🔥

FALTAN DOS CAPS PARA TERMINAR ESTE ACTO DEL LIBRO Y ENTRAR AL DE VALHALLA

aceptenlo

Pero si, faltan dos caps nomás para acabar el segundo arco del libro, así que prepárense para lo que se viene y lo que dije, disfruten estos pequeños caps mientras puedan ;)

Yo les digo esto como si no faltarq el arco de Black Dragons, Tenjiku, Boten...

👻

❪📚❫',• curiosity's zone

#Puede que ya se hayan dado de cuenta, pero Mikey se siente culpable de haber dejado a Tenshi el tres de agosto. Piensa mucho que si hubiera ignorado esa llamada, las cosas estarían mejor.

#Masumi llegó a teñirse el cabello alrededor de los 14 años. Y aunque puede ser sólo por moda, en realidad tiene una razón, específicamente el color, y tiene que ver con su madre.

#Ironicamente, cuando Masumi dijo la frase «estoy aquí para ti» fue en varios sentidos, ya que como tal, la razón de que la haya creado era para darle aquel angelito lleno de amor que Mikey necesitaba, todo lo bueno y dulce que necesitaba. Como tal, Masumi literalmente existe para Mikey, fuera del contexto de la escena.

→S H A N X L A B Y X←

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro