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❪𝟯𝟯❫ ; 𝘄𝗶𝘁𝗵 𝘆𝗼𝘂.

❪ARC TWO; ANGELS LIKE HER❫
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CAPÍTULO TREINTA Y TRES;
CONTIGO
❛sólo con ella❜


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©Shanxlabyx
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CUBRÍA SU CABEZA MIENTRAS SU PIERNA SE MOVÍA DE ARRIBA hacia abajo, demostrando así la enorme ansiedad que cargaba encima. Su mirada estaba reducida únicamente al suelo, observando sus pies descubiertos y claramente lastimados tanto por las sandalias como por haber llegado a un punto donde se las quitó para poder pelear mejor. Le habían vendado los pies apenas llegó al ver como estaban maltratados, incluso le dieron una bolsa de hielo para su cabeza, pero ahora lo que le preocupaba era otra cosa.

Draken estaba en la sala de cirugías.

No hace mucho había acabado de llegar junto con Hina, Emma y los amigos de Takemichi, este contando brevemente que Draken había pasado por un paro cardíaco cuando estaban en la ambulancia, subiendo el ojiazul al ser quien más estaba grave de entre ellos, y claramente el del tatuaje también.

❛Por favor, Ken-kun, no mueras...❜ pensaba de manera continua mientras las lágrimas se aguantaban en sus ojos, se había sentado por el malestar que la había recorrido. Se le había intensificado el dolor en la cabeza apenas Takemichi le dijo esas palabras, no había podido evitar lagrimear po la simple idea de que Draken estaba en un punto crítico justo en ese momento.

—¡Takemicchi! —escuchó una voz conocida comenzar a acercarse, todos alzando la mirada observando a Takashi y a Pehyan llegar de manera apresurada al lugar—. ¿¡Y Draken!?

La chica no pudo evitar levantarse al verlos llegar, notando la preocupación en ambos al momento de acercarse lo suficiente. Dejó la bolsa de hielo en la silla y se acercó, no tardando en tener la atención de Mitsuya en ella, intensificando aún más su preocupación, acercándose con apremio.

—¡Masu! ¿Estás bien? ¿No te pasó nada? —se acercó a tomarla de los hombros con apremio, revisando su rostro—. Escuche que te habían golpeado y que no reaccionaste. ¿Ya estás bien?

—Casi me revientan la cabeza de un batazo, pero estoy bien. —sonrió lo más tranquila posible, aunque sus labios temblaban un poco. Miró hacia un lado y observó a Ryōhei quien tenía una expresión de pesadumbre, apretando sus labios al momento que ella lo miró y luego desvió la mirada hacia otro lado—. Aunque, Ken-kun... él...

—Yo les digo, Tenshi-san. —Takemichi se metió, tomándola del hombro—. Tú sólo siéntate, ¿si?

Masumi observó dudosa al ojiazul, como se iba con Pehyan y Mitsuya a un lugar más apartado para hablar, quizás para no alterar más a Emma y dejar que las cosas se calmaran, aunque estar con la incertidumbre de que justo ahora Ryūguji Ken estaba en medio de una cirugía para salvar su vida no era algo que los tranquilizara mucho. Agachó la mirada, apretando sus puños con algo de impotencia, pensando en el hecho de que no estuvo alerta al recibir ese golpe y dejarla incapacitada para haber ayudado a Draken antes.

No, no pienses en eso. Él va a estar bien.

Observó a su lado cuando Akkun le extendió una vez más la bolsa de hielo, sonriendo con ligereza mientras la recibía y se la colocaba en su cabeza, frunciendo el ceño por el leve malestar que sentía, aunque no tenía en claro si era por la situación o porque de verdad le dolía el golpe. Al menos estaba más lúcida que antes y menos desorientada.

Escuchó el llanto de Emma, acercándose a ella que estaba siendo abrazada por Hina la cual la miró con sus labios algo temblorosos. Tocó con suavidad el cabello rubio de su amiga quien alzó la mirada con lágrimas en sus ojos, haciendo un puchero y ahora abrazándose a ella, escuchando como lloraba en su pecho.

—M-Masumi... —susurró con voz rota mientras se aferraba a su camisa, Hina tocaba su espalda con comprensión.

—Todo va a estar bien, Emma-chan... —susurró la mayor acariciando su cabeza con cuidado, suspirando con pesadez—. Todo va a estar bien. —y aún así, estaba aguantando las lágrimas, todo para transmitirle tranquilidad a ella y no alterarla más.

Duraron unos momentos allí, sólo esperando a que les dieran alguna información, escuchándose más que nada la voz de la pobre de Emma hacer eco en su llanto. Masumi hacía lo posible para no explotar en lágrimas, porque realmente estaba asustada, asustada de la vida de uno de sus mejores amigos. Pero tenía que ser fuerte, por Emma, quien continuaba llorando desconsolada.

Una serie de pasos se hicieron presentes en la sala de espera, en donde varios dirigieron la mirada hacia la dirección en donde venían; los ojos de Masumi inevitablemente se cristalizaron al ver la figura firme de Sano Manjirō llegar, algo despeinado y con golpes por todos lados, aunque pareciera estar perfectamente bien. Notó como escaneó el lugar brevemente y se detuvo justo en su dirección, donde Emma alzó su rostro hacia la dirección de su hermano.

—¡Mikey! —chilló esta aún entre lágrimas mientras este se acercaba hacia ellas, separándose apenas lo hizo. El chico colocó una mano en su hombro en forma de consuelo, luego dirigiendo su mirada hacia Masumi.

—M-Manjirō-kun... —balbuceó con sus labios temblorosos al finalmente verlo. El chico sólo se acercó a ella y posó una mano en su nuca, apretándola a su pecho, aquel simple gesto hizo que las lágrimas escaparan de sus ojos por sus mejillas.

Sintió un enorme alivio en su cuerpo cuando pudo sentir su calidez abrazarla, a pesar de que estaba parcialmente húmedo al haber venido muy probablemente en su moto. Pero estaba ahí, justo ahí, a su lado. Sus labios temblaron con sólo sentirlo cerca, aguantando todo lo posible para no comenzar a llorar como una bebé, apenas callando sus sollozos en su hombro, sintiendo como la apretaba contra su cuerpo por varios segundos, escuchando un suspiro algo pesado venir de él.

—¿Cómo estás? —preguntó una vez sostuvo su rostro, notando los rasguños en este. La chica negó entre lágrimas y pequeños hipeos.

—E-Estoy bien... P-Pero, Ken-kun, él... —decía sin poder hablar correctamente. Realmente no había logrado aguantar los sollozos y el llanto, llegando a moquear un poco y teniendo que sorber su nariz, aunque no lograba retener las lágrimas.

—Kenchin es un hombre de palabra. —dijo una vez la tomó de los hombros, limpiando las lágrimas de su rostro. Luego, desplazó su mirada hacia el letrero rojo que indicaba que la cirugía estaba en proceso—. No nos va a abandonar. Jamás faltaría a su palabra. Me prometió que conquistaríamos el país juntos. —declaró dándole una sonrisa a todos los presentes.

«Si pasa algo, prefiero morir y que al menos él te tenga»

Su mirada se entrecerró una vez más, mostrándose cristalizada al recordar sus palabras. Observó hacia la dirección del letrero rojo y sólo deseó con mucha fuerza que en serio cumpliera su palabra y no tardara mucho para que saliera y dijera que estaba bien, que una vez más no pudieron con él y continuaran haciendo sus cosas de adolescentes y pandillas.

—Por eso, Emma, Mitsuya, Pehyan, Masu-chan, Takemicchi... —habló con suavidad, sosteniendo aún el hombro de su novia quien estaba mirándolo con atención como mostraba firmeza y seguridad—. Confíen en Kenchin. Va a estar bien.

Todos de alguna manera lograron tranquilizarse y sonreír ante las palabras del invencible Mikey, sobre todo contagiados al ver la sonrisa tan segura y confiada que tenía en su rostro y demostraba hacia ellos. Tenshi pudo relajarse un poco más, como si necesitara escuchar eso y depositara toda su fe en esas palabras, en esa promesa, en que Draken no se iba a rendir fácilmente e iba a estar bien, a pesar de que ella misma había dicho varias veces esas palabras.

—Ven, siéntate. Te debe doler mucho la cabeza, ¿verdad? —Masumi cerró uno de sus ojos con una pequeña mueca cuando Mikey tomó la mano que sostenía la bolsa de hielo y la presionó con su cabeza. El chico la hizo caminar hacia uno de los asientos para sentarse, él repitiendo lo mismo—. Perdón. Tú sólo dime si presiono muy fuerte.

Los ojos de Tenshi se dirigieron directamente hacia su novio al notar la sonrisa tranquilizante que estaba mostrando, no sólo para ella, si no para todos, quienes realmente se relajaron al apenas escuchar esas palabras y ver su confianza. Pero, Masumi sabía bien que sólo estaba haciéndose el fuerte, que en realidad se encontraba igual de asustado y preocupado que los demás por perder a su mejor amigo, pero prefirió no decir nada y sólo asentir un poco a sus palabras.

Todo el lugar fue demasiado silencioso a pesar de la llegada de Mikey, quien no se separó ni un segundo de su lado, dejando que ella misma sostuviera la bolsa de hielo contra su cabeza. Su mirada estaba perdida en sus pies que balanceaba ligeramente de atrás hacia adelante, apenas tocando el suelo debido a su pequeña estatura. La espera se le estaba haciendo eterna y el sueño trataba de azotarla, pero la misma preocupación que cargaba encima no le permitía cerrar sus ojos.

Sus ojos fueron hacia su rodilla donde Manjirō colocó su mano y la acarició suavemente con su pulgar, cuidando de no tocar las raspaduras que incluso tenía allí. Detalló en silencio el anillo en su dedo que resplandecía ante los focos del hospital, y, queriendo sentirlo más cerca de ella, puso su mano encima de esta, sintiendo su calidez y como giraba su palma para entrelazar sus dedos.

—Estás fría... —murmuró el chico luego de quedarse mirando sus manos, moviendo un poco sus dedos. Masumi hizo un pequeño puchero y apoyó su cabeza en su hombro, luego ocultando su rostro entre sus cabellos rubio que caían de manera despeinada—. ¿En serio estás bien? ¿Ya te revisaron o algo?

—Estuve quien sabe tanto debajo de la lluvia. Probablemente despierte con un resfriado. —se quejó en voz baja, hablando sólo para ambos. Se acurrucó más hacia él, queriendo sentir más calor ya que en serio tenía bastante frío—. Como sólo fue un golpe, no es nada grave. Ya me dijeron que estuviera en reposo unos días, me mandaron un par de pastillas para la jaqueca, así que no voy a poder ir a trabajar por lo menos esta semana...

—Bueno, tómalo como vacaciones. —de manera algo vaga tocó con sus chaclas los pies vendados de la chica. Masumi abultó sus labios y no dijo nada, sólo ocultó su rostro.

Manjirō observó de reojo casi la urgente necesidad de la más baja en buscar en su calor, frunciendo un poco sus cejas con algo de pena tomando en cuenta que él no estaba muy seco que digamos y menos cálido, pero eso parecía no importarle, sólo apegándose a él y ocultando su rostro. Podía ver como su mano estaba temblando, en realidad, ambas manos estaban temblando; lo hizo pensar en si se trataba del mismo frío o del miedo que sentía.

Con cuidado, soltó su mano que anteriormente estaba agarrando, para poder pasarla por sobre sus hombros y abrazar estos mismos, apegándola a su pecho y dándole el calor que necesitaba. La chica no tardó en abrazarse a él con cierta fuerza y ocultar su rostro en su pecho, sin decir una palabra. Mikey miró hacia el techo mientras sentía a la más baja aferrarse a él, dejando salir un pequeño e imperceptible suspiro, sólo dándole pequeñas caricias a su hombro.

Masumi había lograr pegar el ojo unos segundos al encontrar comodidad y tranquilidad en su lugar, incluso subiendo sus piernas al asiento para no sentir más el frío suelo, su agarre continuaba alrededor de Mikey quien sólo esperaba en silencio a que dieran alguna noticia de su mejor amigo, aún con aquella expresión impasible y tranquila, como si no estuviera pasando realmente nada. Pero, al igual que todos, se dio de cuenta como el letrero que anteriormente estaba encendido, se apagaba.

—Masu-chan... —la agitó suavemente del hombro para tratar de que se despertara, no tardando en ver como abría los ojos uno por uno, alzando su mirada hacia él y luego hacia su alrededor, fue a sentarse cuando se dió de cuenta de que la luz del letrero no estaba encendida. La cirugía había terminado.

Todos estaban expectantes por lo que iba a suceder, varios con la esperanza de que fueran una buenas noticias y dejar de tener el corazón en la mano. Pronto las puertas fueron abiertas dejando ver a un doctor junto con su enfermero, usando aquella vestimenta para la protección e higiene dentro del quirófano.

—Evitamos que muriera. Gracias al torniquete que le hicieron antes de venir, se pudo evitar un estado peor. —declaró el cirujano, haciendo que los ojos de Masumi se cristalizaran—. La operación fue un éxito.

Las lágrimas no tardaron en comenzar a caer de sus ojos como cascadas mientras apretaba sus manos en su rostro, comenzando a sollozar por el mismo alivio que sentía escuchar esas simples palabras que colocó una sonrisa en el rostro de más de uno, quienes no aguantaron incluso exclamar por la misma emoción, en este caso, Takemichi se olvidó por un momento que estaban en un hospital y echó un fuerte grito.

—¡MUY BIEN! ¡DRAKEN-KUN ESTÁ BIEN! —exclamó este, siendo seguidos por sus amigos que comenzaron a hacer porra.

—E-Está vivo, está vivo... —susurraba Masumi una y otra vez mientras se cubría el rostro entre fuertes sollozos, Manjirō la soltó y sonrió con ligereza cuando observó como Emma fue casi a tropezones hacia ella y la recibió en un fuerte abrazo—. Está vivo, Emma-chan, está vivo.

—¡Masumiii! ¡Hinaaa! —lloriqueó esta con un enorme alivio entre su llanto mientras Hina se unía al abrazo al ver a sus dos amigas llorar fuertemente, queriendo consolarlas de alguna manera.

—¡Que alivio! ¡Es todo un alivio! —decía la castaña con una sonrisa en su rostro, riendo un poco cuando la mayor las estrechó a ambas en un firme abrazo y las hacía girar un poco, logrando que Emma riera entre sus sollozos.

—¡Está vivo! —chilló la de mechas blancas con una enorme felicidad en su rostro, escuchando los escandalosos gritos de los amigos de Takemicchi y de estos mismos haciendo porra como si se tratara de un juego de fútbol.

—¡No griten! —regañó Mitsuya entre risas al verlos todo celebrar como nunca—. Incluso Masu está haciendo escandalo.

—¡E-Es que está vivo! —lloriqueó Masumi de manera dramática, llorando como Magdalena, eso lo hizo negar con su cabeza.

—Iré avisarle a los demás.

—¡Si! —los amigos de Takemichi junto con este mismo fueron rápidamente detrás del platinado, con una sonrisa plasmada en su rostro, aunque el ojiazul se detuvo al momento que observó a Pehyan detenido en su lugar, cabizbajo.

—Yo ya... no puedo mirarlos a la cara. —soltó este al momento que Hanagaki trató de llamar su atención, confundido por verlo allí parado. Mitsuya fue quien se detuvo, dándole la espalda.

—Pehyan, todos sabemos que lo hiciste por Pahchin. —dijo este, volteándolo a mirar con seriedad—. Pero déjame decirte que, junto con Masu, Draken pensaba en Pahchin más que nadie. Cada día, sin falta, Draken fue a visitar a Pahchin junto con sus padres. Sabía que sólo los familiares podían entrar, pero le llevaba obsequios y esperaba afuera.

El castaño apretó sus puños un poco, tratando de imaginarse al de tatuaje todos los días fuera de la correccional, a pesar de no poder ver a la cara a su amigo. Sintió su pecho oprimirse.

—Masu no era muy diferente. A pesar de lo ocupada que estaba siempre, buscaba tiempo para mandarle cartas a Pahchin o mandarle alguna comida preparada por ella, incluso hacía que sus hermanitas le escribieran cartas y le daban dibujos. —el más alto se tensó por esa imagen, llegándole inevitablemente a la de mechas blanquecinas indicarle con una sonrisa a las trillizas como escribir—. Así es el tipo que quisiste matar y la chica que quisiste arruinar. Más te vale disculparte. Con Draken, Masu, Pahchin y todos.

El chico continuó con una expresión contenida, observando de reojo hacia la chica que continuaba llorando del alivio abrazada a sus amigas, teniendo una enorme sonrisa en sus labios y lágrimas que a pesar de limpiar continuaban cayendo por su magullado rostro. No hizo más que volver a mirar hacia enfrente y asentir sin dudar, dispuesto a disculparse.

—Bienvenido, Pehyan.

Mitsuya comenzó a caminar lejos del pasillo, dejando al más alto en su lugar pensando en demasiadas cosas en su momento, dejando salir unas pequeñas lágrimas por haber sido recibido a pesar de lo que había hecho. Pero se limpió el rostro, dispuesto a al menos dar un lo siento a una de las personas que afectó y casi lastimó de manera irreparable,

—¿Eh? ¿Manjirō-kun? —murmuraba Masumi al ver hacia los asientos donde anteriormente estaba su novio, no dándose de cuenta en que momento se fue—. ¿Vieron a donde se fue Manjirō-kun? Hace un momento estaba aquí. —le preguntó a Emma y a Hina.

—¿Eh? ¿Se fue? —dijo la primera quien al fin había calmado su llanto, observando a su alrededor.

—No me di de cuenta cuando se fue... —balbuceó Hina un poco avergonzada.

Masumi suspiró, masajeándose un poco la sien. Le pesaba un poco los párpados, pero tal vez era por haber llorado. Sonrió hacia las menores. —Iré a buscarlo. Tal vez quiso tomar un poco de aire o ir a avisarle a los demás.

—¡Si, vamos! Tal vez dejó de llover. —se entusiasmó Hina dando varios pasos seguida de Emma. Masumi soltó una pequeña risa al verlas más animadas—. Oh, aún tenemos el kimono. ¡Ya verás que con una buena lavada y una remendada estar como nuevo!

—¡Siii! —una vez más soltó una pequeña risita ante el entusiasmo de sus amigas.

—¡Tenshi! —la chica se detuvo apenas pasó por el lado de Pehyan, quien detuvo su paso apenas la llamó. Se giró un poco confundida a su dirección, observando al vicecapitan de la tercera división.

—¡No! —Emma se puso enfrente de la femenina de mechas blancas, buscando protegerla de Pehyan a pesar de que en medio de ambos se veía extremadamente pequeña—. ¡No vas a hablar con ella, poco hombre! ¡Ushcale!

—Emma-chan. —regañó la mayor tomándola del hombro, dándole una pequeña sonrisa—. Adelántense, ¿si? Yo tengo que hablar con Pehyan-kun. —la rubia la observó con cierta insistencia, no queriendo dejarla sola con aquel chico que indirectamente fue el que provocó que los de Moebius la atraparan y la golpearan, y que casi le hicieran vaya saber que—. ¿Por favor?

La rubia abultó sus labios, mirando con desconfianza a Pehyan quien estaba con la cabeza agachada de manera avergonzada. No le quitó la mirada de encima hasta que Hina la tomó del hombro, mirándola con duda para luego hacerlo con Masumi quien le dio una dulce sonrisa, así que se relajó. Se fue no sin antes señalar firmemente al más alto como si le advirtiera que no hiciera nada, haciendo ese gesto hasta perderse en la esquina del pasillo. Masumi sonrió al ver como se chocó con una silla por ir de espaldas, negando con la cabeza, no tardando en alzar la mirada hacia el más alto.

—¿Qué pasa, Pehyan-kun? —preguntó con suavidad.

—Tenshi... Kiyoko-san. —la aludida alzó sus cejas cuando escuchó como la llamó directamente del apellido y no por su apodo. Pehyan continuó mirando el suelo con sus puños apretados, apretando incluso su mandíbula, rápidamente hizo una reverencia de ciento ochenta grados, casi tocando su frente con el piso.

—¿Eh? —Tenshi se sobresaltó un poco por su gesto tan repentino.

—¡Lo lamento mucho, Kiyoko-san! ¡Lamento mucho haber intentado lastimarla! —escuchó su más sincera disculpa, escuchando su desespero. La chica entendió casi al instante porque lo decía—. S-Sólo estaba molesto por lo de Pahchin... ¡Pero eso no justifica que haya hecho tal cosa!

—Pehyan-kun...

—¡Sé que debe odiarme y no querer verme a la cara más! ¡Incluso acepto que quiera golpearme!

—Pehyan-kun.

—Entiendo si quisiera que dejara la pandilla. ¡Me lo merezco...!

—¡Hayashi! —no aguantó y alzó su voz lo suficiente para llamar su atención, el aludido abrió sus ojos con dificultad, sorprendido por escuchar como lo llamaba por su apellido—. Pehyan-kun, alza la cabeza, por favor. —este algo confundido fue alzando su rostro, observando la expresión tranquila de la chica, a pesar de estar algo roja por el llanto—. No quiero que dejes la TōMan ni nada de eso. —dijo de manera comprensiva, acercándose a paso calmado hacia él, tomando sus manos con suavidad, sorprendiéndolo—. Sé que a veces el dolor y la impotencia lleva a hacer locuras, pero sé que lo hiciste por Pah-kun. No fue la mejor manera de reaccionar, pero comprendo porque lo hiciste, porque te dolía que estuviera en la cárcel. A mi también me duele, me duele mucho.

—Tenshi... —murmuró el chico con cierto asombro, observando como ella agachaba la mirada. Por un momento tuvo un deja vu en medio de su enfrentamiento con Mikey.

—No es que no quisiera que él volviera con nosotros, es lo que más quiero en el mundo. Que las cosas sean como antes. Me duele muchísimo que haya terminado en ese lugar, pero hay que aceptar que lo que hizo no estuvo bien y él lo reconoció, queriendo pagar las consecuencias por si mismo. Tenemos que respetar su decisión. —sus labios se apretaron de manera temblorosa, suspirando con pesadez. Levantó su rostro con más seguridad—. Sólo esperemos juntos a que él salga de la cárcel, ¿te parece? Todo está bien entre nosotros, Pehyan-kun.

Pehyan estaba apretando sus labios con fuerza, sintiendo que iba a llorar en ese momento por la simple impotencia que sentía hacia si mismo, haciéndolo pensar; ¿esta es la chica a quien quería lastimar? ¿a quien creía que era una mentirosa? Ella no merecía que llegaran a colocarle un sólo dedo encima o que tan siquiera llorara. Eso fue lo que pensó, totalmente arrepentido de haberse dejado llevar por la rabia e ir contra ella, contra Draken.

—Finjamos que nada de esto pasó y tratemos de volver a lo mismo que era antes, ¿si? —dijo con una sonrisa, dándole una pequeña caricia a su mejilla.

«Finjamos que nada de esto pasó. Sé que Masu-chan querrá eso.»

Recordó las palabras de Mikey horas atrás, sintiendo que las lágrimas se trataron de desbordar de sus ojos por pensar en lo buena persona que era Kiyoko Masumi, quien a pesar de todo, ella perdonaba de corazón y lo comprendía, por mucho que creyera que no merecía su perdón, ella se lo daba. Agachó la mirada mientras las lágrimas caían por su rostro sin parar, asintiendo a sus palabras, estando más que de acuerdo a que eso sucediera.

Masumi le dio una pequeña sonrisa para luego girarse hacia el pasillo y comenzar a caminar de manera algo apresurada para poder llegar a la salida y encontrar a Manjirō, preguntándose en donde se había metido, aunque ya se había imaginado la razón por la que se desapareció apenas se enteró de la noticia de Draken, algo que le hinchaba el pecho de felicidad con sólo pensar que ya estaba bien, que estaba vivo.

Pudo sentir la humedad en el aire apenas salió del establecimiento, dándose de cuenta que ya había dejado de llover, aunque el frío todavía estaba a su alrededor. Caminó por la acera, sin importarle mucho llegar a mojarse los pies con los pequeños charcos que habían en el suelo; los gritos de felicidad de la TōMan se escucharon desde allí haciéndola sonreír mientras buscaba, mirando hacia lo lejos.

La figura de Sano Manjirō caminando solo no tardó en hacerse visible para ella, sonriendo un poco mientras aceleraba su ritmo, aunque fue deteniéndose cuando él lo hizo, mirando directamente a la pared enfrente de él. Paso a paso se acercó hasta estar a unos metros, mirando su postura y como sus hombros estaban algo caídos.

—¿Manjirō-kun?

El chico no dudó en alzar su rostro y girarlo hacia detrás de él, viendo la expresión un poco preocupada de su novia. Sin decir nada giró su cuerpo por completo, mirándola de arriba hacia abajo. Masumi frunció un poco el ceño por su mirada pero no dijo nada, observando como apoyaba su espalda en la pared y miraba hacia abajo, poco a poco deslizándose por esta misma hasta que quedó sentado, enfrente de ella.

—¿Manjirō-kun...? —volvió a llamar mientras se acercaba más hacia él, agachándose en el espacio que dejaba entre sus piernas. Observó como su cabello llegó a cubrir sus ojos, no tardó en notar como su respiración se hacía temblorosa.

Se acercó lo más posible a él y llevó sus manos a su rostro, colocando cada una en sus mejillas, acariciando su piel con suavidad, acariciando los golpes que había recibido, sosteniendo las lágrimas que habían acabado de caer de sus oscuros ojos, derrumbándose poco a poco aquella expresión firme que antes tenía, dejando ver a un adolescente aliviado por no perder a su amigo, dejándose ser débil enfrente de la chica que sólo podía calmarlo.

—M-Menos mal... Kenchin... —su voz se había roto por completo, aguantando los sollozos en su garganta. Cerrando sus ojos, pudo sentir las suaves caricias en sus mejillas y como Masumi lo atrajo hacia ella, dejando que recostara su cuerpo sobre el suyo.

—Tranquilo, Manjirō-kun, puedes llorar todo lo que quieras. —dijo mientras lo abrazaba contra ella, sintiéndolo temblar y ahogar sus sollozos en sus hombros—. Ya todo está bien...

Manjirō aferró sus manos a su cuerpo, ocultando su rostro en su cuello mientras dejaba salir los fuertes sollozos que se ahogaban contra su ropa y que al mismo tiempo trataba de retener. Su cuerpo temblaba por el frío, por el alivio, por el miedo de que esto estuviera en su cabeza, por el miedo de estar completamente solo en realidad y sin nadie que lo abrazara con fuerza para entonces cuando más lo necesitaba.

Masumi permitió que llorara todo lo que necesitaba, dejando que sacara todo, porque sabía que las personas no siempre podían ser fuertes y a veces sólo necesitaban desahogarse, que sólo necesitaban llorar. Así como el conocido invencible Mikey, quien a fin de cuentas, así como ella y el resto de los chicos, seguía siendo un humano, un adolescente que apenas estaba empezando su vida y estaba asustado por casi a perder a su mejor amigo.

—¿E-En serio estás aquí...? ¿No es un sueño? —preguntó el chico entre lágrimas y pequeños sollozos que apenas lograba escuchar. Masumi se quedó en silencio y suavizó la mirada, tomando sus dos manos para llevarlas a su rostro, dejando que tocara sus mejillas.

—Mira... ¿Me sientes? —susurró la chica con suavidad, abriendo sus ojos hacia su dirección y dándole una sonrisa, observando como sus ojos estaban fijos en su rostro, no parando de soltar pequeñas lagrimas, casi sollozando cuando ella juntó su frente con la suya—. Estoy aquí, contigo, Manjirō-kun. Todavía estoy contigo.

Manjirō dejó sus ojos pegados a su rostro, que a pesar de estar magullado, con rasguños, a pesar de demostrar cansancio en su mirada, no hacía más que darle suavidad, darle ternura, darle amor y comprensión que en ese momento más necesitaba. La chica se sentó mejor sobre sus rodillas en medio de las piernas extendidas del rubio que tocaba con suavidad sus mejillas, apretando su frente con la de ella con una mueca temblorosa en sus labios y lagrimas aún cayendo por sus mejillas.

—Dilo otra vez... —pidió el chico mientras cerraba sus ojos con fuerza, rozando su nariz con la de ella con suavidad—. Por favor, llama a mi nombre una vez más...

Masumi alzó sus largas pestañas a su dirección, provocando que él apretara sus labios al sentir como estas llegaron a rozar su rostro, llegando a apretar su mandíbula cuando ella acarició sus mejillas con dulzura. —Todavía estoy contigo, Manjirō-kun.

El chico no pudo aguantar sollozar ligeramente al escuchar su voz llamarlo nuevamente, acelerando y apretujando su pecho con fuerza con sólo darse de cuenta que ella estaba ahí, con él, que no estaba solo, que ella continuaba a su lado. Que estaba allí, a su lado, abrazándolo, tocándolo. No pudo aguantar más el desespero y juntó sus labios con los de ella, con necesidad, con intensidad. Masumi no hizo nada para detenerlo, sólo sostuvo sus mejillas y lo acercó más hacia ella.

Era un beso algo salado por las lágrimas, pero a su vez tan dulce, tan lleno de sentimiento. Un sentimiento de alivio, un sentimiento de amor, de felicidad de sólo tener al otro a su lado, donde sin importar las lágrimas se besaron una y otra vez hasta que se cansaron, hasta que la respiración del chico se volvió irregular tanto por el llanto como por los besos, pero no dejó de repartir pequeños besos en sus labios, como si temiera que si se detuviera, ella ya no estuviera allí.

—N-No me vuelvan a preocupar así... —se quejó entre el llanto mientras volvía a juntar sus frente, dejando que las lagrimas cayeran sin parar—. No quiero que me dejes...

—No lo voy a hacer... —susurró la chica con una sonrisa en su rostro, acariciando sus mejillas con suavidad—. Yo estaré aquí, sea para regañarte por bromas pesadas, al despertar cada mañana, o en la madrugada por mi torpeza al caerme. Me lo dijiste hace tres años, ¿recuerdas? —el chico abrió sus ojos un poco confundido, queriendo saber a que se refería—. Tús lágrimas son mías, tus miedos son míos y tus inseguridades son mías. Yo soy tú Masumi y tú eres mi Manjirō.

Los ojos del chico se mostraron brillosos por varios segundos, tanto por las lágrimas como por aquel sentimiento inigualable que la chica sólo podía provocarle, con su corazón palpitando con fuerza en su pecho, llenándose de calidez. Sólo cerró los ojos y volvió a abrazarla contra él, ocultando su rostro en su cuello, dejando que las lágrimas continuaran cayendo una por una. Masumi no lo apartó ni dijo nada más, porque estaba dispuesta a estar ahí junto a él y consolarlo, abrazarlo, sólo estar ahí cuando lo necesitaba. Porque ella era la única que podía ver aquel lado tan vulnerable en Manjirō.

Eso fue lo que se dio cuenta Takemichi, quien estaba escondido detrás de la pared sólo escuchando al invencible Mikey derrumbarse con su ángel.

—¡TENSHI-SAMA! —COREARON VARIOS INTEGRANTES DE LA TOMAN APENAS hizo acto de presencia en el estacionamiento junto con Manjirō quien la tenía de la mano.

—Ay, no griten tanto. Van a molestar a los del hospital. —reprochó la chica mientras se sostenía un costado de la cabeza cuando sintió una pequeña punzada por todas las voces.

—¡Si está bien!

—¡Que bueno!

—¡Yo ví cuando ese desgraciado la golpeó, maldito!

—¡No le reventaron la cabeza!

—PERO CÁLLENSE. —exclamó Keisuke harto de ya estar tanto tiempo regañándolos para que hicieran silencio.

Masumi soltó una risita por ver a todos tan sonrientes, aunque sabía muy bien que se debía a la noticia de Draken y que ya se encontraba bien, así que no los iba a culpar. Después de todo, en su interior estaba saltando sobre una pierna por la misma felicidad, aunque se contenía. Ya rato atrás lo había expresado cuando comenzó a llorar como una niña pequeña y a dar vueltas con sus amigas.

Buscó con la mirada a estas mismas, tratando de distinguir sus lindos kimonos, cosa que no pasó mucho para hacer, colocando una sonrisa en sus labios cuando las vio. Se preguntó donde estaría Takemicchi, al parecer había deseparecido de un momento a otro, pero sólo suspiró. Quizás también necesitaba un momento a solas, después de todo, había hecho demasiado hoy.

—¿Te llevo? —Mikey a su lado le habló, en un tono bajo y un tanto ronco por haber llorado un rato, pero a pesar de eso, continuaba teniendo una sonrisa.

—Por favor. —Masumi le devolvió la sonrisa, suspirando luego con algo de pesadez, sentía en serio mucho cansancio.

—Quédate conmigo hoy. —su respuesta casi de inmediata la dejó en silencio unos momentos, observando su sonrisa y como soltaba su mano. La chica no se opuso y sólo asintió, observando su sonrisa y como se daba la vuelta—. Iré a buscar a mi CB250T.

Masumi sólo sonrió a su dirección sin decir nada, la verdad lo que más quería en ese momento era lanzarse en una cama y dormir, esperando que se le espantara aquella fatiga en su cabeza como el cansancio y la pesadez en sus ojos. Se frotó estos mismos, sintiendo como llegaban a arder un poco, caminando hacia donde estaban Emma y Hina hablando aún, aunque otra persona se atravesó en su camino.

—Hey. —Keisuke le dio una breve sonrisa a la chica que no tardó en corresponder—. ¿Cómo seguiste? ¿te golpearon más tipos o algo? —preguntó el moreno con una seriedad inmensa, pero sin evitar aquel pequeño toque de preocupación. Masumi sonrió, tocándose ligeramente su cabeza.

—Estoy bien en lo que cabe. Pastillas para el dolor y reposo por lo menos una semana. —señaló con bastante tranquilidad. El de colmillos miró su rostro con raspaduras en completo silencio, en sí, estaba más callado de lo normal, pero no dijo nada.

—¿No te golpearon más? ¿Te encontraste con la persona del bate? —observó como la chica negaba a sus preguntas—. ¿Y le viste el rostro o algo? Yo no... —Tenshi pestañeó un par de veces algo confundida por su pregunta, aunque tomando en cuenta que varios habían saltado por la noticia de que casi le revetaron de un batazo querrán saber de quien se trataba.

Hizo un pequeño gesto pensativo, tratando de recordar algún detalle; pero, ahora que lo pensaba, no llegó a verle el rostro ni un segundo, quizás escuchó de alguna manera su voz cuando se quejó en medio de su pequeño pleito con Takemichi al momento de detenerlo. Tenía voz algo... chillona.

—Me atacó por atrás... —murmuró mirando hacia la nada, frunciendo un poco el ceño—. Pero... No, no logre verle la cara y lo poco que escuché su voz... No, en realidad no pude distinguir quien era. Por un momento estuve más allá que acá. —hizo un pequeño puchero, sólo recordando un constante pitido y apenas un quejido de esa persona.

Keisuke se quedó en silencio mientras tenía sus manos en sus bolsillos, observando el rostro algo pensativo de la mayor para fruncir el ceño, chasqueando su lengua. Miró hacia un lado y pareció querer decirle algo, pero se lo ahorró para si mismo, sabiendo que ahora lo que ella más necesitaba era descanso y no más estrés. Ya la veía roncando y babeando apenas tocara el colchón, sobre todo tomando en cuenta que pasaba de la medianoche.

—¿Qué pasó con esa persona? —preguntó inevitablemente la chica, recordando vagamente como él se había ido en contra del encapuchado.

—Ya se resolvió, no te preocupes. Tú sólo descansa. —el chico le revolvió el cabello provocándole una pequeña queja al momento que desordenó su cabellera más de lo que estaba—. Te va a explotar la cabeza del estrés.

—Me la vas a explotar tú... ¡Ay, deja! —se quejó la chica apartando su mano que continuaba revolviendo su cabello, el chico sólo rio con burla.

—¿Acaso un cabeza hueca colmilludo está molestando a mi Masumi? —la voz de Mikey se hizo presente justo a un lado junto con el leve rugido del motor de su moto, teniendo una sonrisa divertida en su rostro.

—Cabeza hueca tú, enano. —una vez más rio mientras dejaba que la de mechas blancas se fuera entre pequeñas quejas hacia Mikey, así que la ayudó a subir con cuidado—. En fin, no la molestes mucho, ¿eh? Ya tuvo suficiente por hoy.

—¿Como la voy a molestar? Si yo soy un encanto.

—Ajá.

Mikey sonrió con diversión y sólo suspiró, procurando que su chica se acomodara en su espalda como debía, acelerando un par de veces para despedirse con simpleza de su amigo de infancia quien le respondió de la misma manera.

—Dale un saludo a Yūki-chan por mi. —decía mientras Mikey avanzaba con cuidado por el estacionamiento, Keisuke le dio una breve sonrisa escuchando como varios se la TōMan se despedían tanto del capitán como de ella.

Emma dirigió su mirada brevemente hacia la dirección donde pasó Mikey con Tenshi en su CB250T, sólo agitando su mano a su hermano cuando este se despidió y le decía que se veían después. Aunque casi al momento la chica reaccionó al ver a su amiga ir detrás de él, alertándose.

—¡PERO, MASUMI! ¡IBAMOS A HACER PIJAMADA EN CASA DE HINA!

—Pijamada... ¡Oh por...! —la chica miró con apremio hacia su amiga al recordar efectivamente que habían planeado despues del festival una pijamada en casa de Hina en caso de estar las tres juntas al final.

—TARDE. —soltó el chico mientras aceleraba de golpe para perderse casi de inmediato de la vista de los chicos, la de mechas blancas por el susto tuvo que aferrarse a su espalda cuando sintió su cuerpo irse hacia atrás por su aceleración.

Su pulso se había acelerado por el pequeño susto a pesar de que incluso tuviera su propia moto y que ya estuviera más que acostumbrada, había estado tan sumergida en sus pensamientos que por un momento no se preparó anticipadamente para no asustarse, terminando con ella pegada a su espalda y apretando su cintura fuertemente con sus brazos. Mikey tenía una sonrisa en sus labios.

—Me acabas de llevar prácticamente en contra de mi voluntad... —suspiró la chica acomodándose mejor detrás de él, sintiendo pequeño escalofríos al sentir el asiento aún algo húmedo por la lluvia. Agradecía que ya no estaba lloviendo.

—Será muy aburrido dormir sólo. —fue la respuesta del chico sintiendo el aire chocar contra su rostro junto con pequeñas gotas que el mismo pavimento levantaba—. Quiero tenerte a mi lado hoy.

La aludida se quedó en silencio por varios segundos al escuchar como su tono de voz había bajado un par de octavas, dejando aquel tono risueño con el que solía hablar. Eso le dio a entender que realmente no quería dormir solo, que aún no se sentía bien. Así que, sólo se abrazó un poco más a su espalda al necesitar su cercanía, el chico casi relajándose por sentir su calidez.

La verdad, ambos necesitaban la compañía del otro luego de toda esa agitada noche.

AGRADECÍA ENORMEMENTE QUE EL AGUA TUVIERA CALEFACCIÓN, EN donde pudo relajar en un gran porcentaje su cuerpo y al mismo tiempo había logrado quitarse el frío por la lluvia que había caído sobre su cuerpo, agregando la gran cantidad de veces que cayó al suelo. Prefería darse una rapida ducha ahora que en la mañana donde probablemente ya le haya caído un resfríado.

Ahora se secaba con una toalla, mirándose unos segundos al espejo. Su rostro se veía menos sucio que antes así como el resto de su cuerpo, pero los pequeños rasguños por los golpes continuaban rondando su piel. Hizo una pequeña mueca cuando se tocó la mejilla, aún le dolía.

Agradecía que al menos esa agitada noche ya había acabado.

—Ehm... ¿Manjirō-kun? —llamó en voz baja contra la puerta, dudando un poco en subir mucho la voz. Sabía que el abuelo de Mikey era ya alguien de edad y con el sueño igual o más pesado que el de su nieto, pero aún así prefería no molestar.

—Estoy aquí. —la voz de su novio se escuchó detrás de la puerta, la cual abrió ligeramente para que el chico le extendiera ropa, tomándola con cuidado—. Iba a traerte ropa de Emma, pero le puso candado a su habitación. Es mía, la más pequeña que encontré.

—Gracias... —murmuró mientras observaba con cierto detalle; una camisa de manga larga color beige y unos joogers grises. Seguía viéndose algo grande, pero la verdad no le importaba, estaba haciendo frío después de todo. Comenzó poco a poco colocarsela, dándose de cuenta que si le quedaba un poco grande.

—Casi me haces buscar mi ropa de cuando era niño. —se rio el chico haciendo que mirara mal hacia la puerta ante su recalcación de que era más pequeña que él.

—Pero... Tampoco soy tan pequeña, soy como cinco o seis centimetros más bajita que tú. —replicó mientras se secaba el cabello para no escurrir las gotas en el suelo, cuando estuvo lo suficientemente seco, escuchando las risas de Mikey, abrió la puerta con cuidado, apagando la luz en el proceso.

Manjirō estaba apoyado en la pared a un lado de la puerta, igualmente usando de pijama una camiseta y unos joogers negros. Su cabello también estaba algo húmedo al haberlo casi obligado a darse al menos una corta ducha caliente para que no despertara mañana, o más bien, ese mismo día más tarde con un resfríado que lo colocaría de mal humor y mucho más exigente de lo normal. Dirigió sus ojos hacia ella y la vio de arriba hacia abajo, o al menos lo que podía en medio de la oscuridad.

Sonrió con cierta ternura al ver como le quedaba su ropa más grande, que, aunque hubieran son unos seis centimetros de diferencias, ella seguía siendo más pequeña de contextura, y claramente se veía pequeña en su ropa, principalmente en aquel práticamente sueter que traía encima.

—Pequeñita. —no evitó decir apenas la tuvo enfrente, observando como suspiraba un poco resiganada. No tardó en tomar su mano y comenzar a hacerla caminar—. Ven, rápido. Yo estoy con chanclas pero tú estás descalza y tenemos que volver al desván afuera. Aunque... —murmuró algo pensativo cuando llegaron a la entrada, claramente apagando las pocas luces que encendieron.

—¿Aunque...? —repitió un poco confundida hasta soltar un pequeño chillido que apenas pudo callar con sus manos cuando Manjirō se agachó y la cargó de manera nupcial, saliendo de la casa y cerrando como podía detrás de él—. ¿Q-Qué es lo que haces?

—Te llevo para que no te lastimes más los pies. —fue lo que dijo el chico con una sonrisa en sus labios mientras caminaban hacia la entrada de su "habitación"—. Ayúdame a abrir la puerta.

—N-No era nece... —soltó un pequeño suspiro resignado para estirar sus manos a la manija del garaje donde dormía Mikey, abriéndola, lugar donde el chico la bajó hasta que sus pies tocaron el suelo—. No tenías porque hacer eso. Podría haber caminado, no son más de tres metros.

—Mira, traje otra manta.

Kiyoko miró durante varios segundos a su novio al ver como ignoraba sus palabras, yendo hacia su colchón para estirar en el aire la manta que momentos antes había traído. No tuvo más opción que cruzar sus brazos, observando apenas las mantas estuvieron en su lugar, se dejó caer hacia atrás con sus brazos estirados hacia los lados. Mikey la miró desde su lugar sentándose y luego estirando sus brazos a su dirección

El ambiente era bastante silencioso, tranquilo a decir verdad, muy cómodo. Donde sólo estaban ellos dos con la compañía del otro, así que, Masumi sonrió con suavidad y sólo prefirió dejar esa vez su verguenza de lado e ir a la luz para poder apagarla, caminando con facilidad hacia donde estaba, quien apenas la tuvo cerca, abrazó su cintura y ocultó su rostro en su abdomen por el desnivel de altura al estar ella de pie y el sentado.

—Huh... —musitó la pelinegra cuando la abrazó con fuerza, teniendo que agachar el rostro para ver sus cabellos contra su ropa.

—Quédate así un momento. —susurró el chico, apretando más su cintura—. Sólo quiero tenerte así.

La chica pestañeó un par de veces ante su petición cuando tocó sus hombros con suavidad en un pequeño empujón para poder recostarse, pero no dijo nada o lo alejó más, sólo dejó que se abrazara a su cintura y ocultara su rostro casi entre sus pechos, ruborizándola un poco. Pero, no lo negó, despues de todo, sabía que lo que más necesitaba era cercanía y consuelo.

Quizás ya había llorado bastante rato atrás en el hospital, y de alguna manera se recompuso cuando fueron con los demás, pero sabía que seguía asustado por todo lo que pasó en una sola noche. Así que, acarició sus hombros y acarició su cabello, no tardando en provocar que Mikey alzara su rostro y apoyara su mentón en su abdomen, viéndola desde abajo.

Sus ojos, a pesar de tener aquella matiz oscura, continuaban teniendo un pequeño brillo de temor y a su vez necesidad. Tomó sus mejillas con sus manos y las acarició con sus dedos, retirando su cabello ahora suelto que caía por los lados de su rostro; los labios de Mikey temblaron un poco pero sólo apoyó su mejilla en la palma de su mano.

Porque ahora, lo único que quería era sentirla y saber que estaba ahí, con él. Sentirla con él.

¿Que si me dieron ganas de chillar escribir el lado más vulnerable de Mikey? Si

A pesar de todo, Mikey sigue siendo un adolescente, un niño que no siempre puede mantenerse firme y aguantarse las cosas. Y mami Tenshi es ese alguien que estará siempre para él para sólamente abrazarlo y estar a su lado

SI AMIGOS, ESCUCHANDO STILL WITH YOU CON ESTE CAPITULO ES>>>>>

basta, de alguna manera termine escuchando la song del ff y pegó muchisimo con este capitulo, me pegó más mientras escribía, les recomiendo que escuchen swy mientras leen

EN FIN, podría decirse que ya acabamos finalmENTE el arco de Moebius y se salvó a Kenchin y a Masu

lo que se viene es lo que sE VIENE

tanto como el siguiente capitulo como el arco que ya se acerca

Así que prepárense, se viene el cap q probablemente deben esperar y la verdad yo estaba ansiosa de subir, asi que 

traigan palomitas para el siguiente capitulo y pañuelos para el siguiente arco/wink

❪📚❫',• curiosity's zone

#Masumi es aquella persona con la que Mikey puede ser todo lo débil que quiera, llorar, desahogarse y así. Con ella ha sido la única persona con quien a llorado de verdad porque se siente seguro de ser débil enfrente de ella.

#Masumi es alguien que dificilmente le guarde rencor a nadie, tiene que ser algo muy constante o grave para llegar a ese punto. Si, que Pehyan haya planeado (en teoría) su ataque es algo grave, ella sabía que sólo era el dolor y la rabia hablando por él. Lo entiende porque su papá es así.

#Puede que si, Pehyan fue el que planeó, como dije de cierta manera, el ataque de los tipos de Moebius a Tenshi, pero él no tuvo nada que ver con la persona que la atacó con el bate y, en el primer futuro, la dejó en coma. Creo que está más que claro quien podría ser.

→S H A N X L A B Y X←

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