❪𝟭𝗢❫ ; 𝘁𝗼𝗴𝗲𝘁𝗵𝗲𝗿.
❪ARC ONE; DESTINY❫
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CAPÍTULO DIEZ;
JUNTOS
❛en dónde se protegerán entre si❜
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©Shanxlabyx
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—AL FINAL PAH SI FUE EL GANADOR. UGH, maldito tramposo sin cerebro.
—Si, si. Sigue quejándote, Cruella, sólo admite mi victoria.
—¿Y si te lanzo por los escalones? —dijo Asami con una mirada fulminante hacia el más robusto de los presentes, estando sentada en el suelo de concreto.
Masumi suspiró un poco al verlos discutir respecto a aquella carrera que todos habían hecho y por la muy injusta ventaja de Hayashida terminó llegando de primero, seguido de Draken, luego de Kazutora, luego Cherry y luego de Mitsuya. Los únicos que no habían llegado eran Baji y Mikey, por algo que ya podría imaginar respecto al hecho de que este último se había quedado dormido en medio del recorrido que había comenzado a hacer el muchacho de cabello negro.
Pateó devuelta con el lateral de su zapato el balón de fútbol que habían traído, dándosela devuelta a Ken al estar sólo jugando a pasarla el uno al otro en espera que los dos restantes llegaran al santuario, llevando por lo menos cinco minutos en espera que aparecieran. El del tatuaje soltó un bostezo apenas recibió el balón el cual detuvo colocando su pie encima, Masumi no pudo evitar sonreír y reírse al verlo bostezar. Le recordó a un oso bostezando.
—¿Huh? ¿De que te ríes? —acusó Draken apenas escuchó el ligero sonido de la azabache quien nuevamente rio, negando con su cabeza mientras colocaba sus manos detrás de ella y sonreía.
—Uhm, de nada. —se encogió de hombros recibiendo una mirada acusadora del más alto quien luego simplemente suspiró cerrando sus ojos para luego sonreír, pateando la pelota nuevamente, con más fuerza.
La femenina se quejó un poco al ver que la había pateado a otra dirección provocando que se fuera a otra parte, chocando con una de las estatuas que había. Así que bufando un poco fue a buscarlo dando pasos largos y escuchando la ligera carcajada que había soltado con quién estaba entreteniéndose mientras, siendo que los demás estaban sólo sentados hablando o esperando la llegada de Manjirō y Keisuke.
Masumi apenas tuvo el balón, lo dejó caer y con la punta de su zapato volvió a patear hacia la dirección del rubio quien detuvo aquel ataque con su pecho, haciendo que aquel balón cayera a sus pies y lo volviera a sostener contra la suela de sus zapatos, sonriendo a labios cerrados con el palillo ya vacío del bombón que anteriormente le dió en su boca. La de ojos rosáceos hizo un ligero trote hacia donde estaba, suspirando un poco de forma distraída, mirando el suelo varios segundos y pateando distraídamente una piedrita hacia cualquier dirección.
Pronto su atención se concentró en unos pesados y lentos pasos que venían de cerca, haciendo que ella y los demás presentes voltearan hacia la misma dirección de la entrada de aquel sitio tan concurrido para ellos en dónde se escuchaban maldiciones y aún aquellos sonidos significando que alguien estaba subiendo. Y no fue respuesta más clara y obvia la que se dió cuando se pudo observar los cabellos de Baji Keisuke y Sano Manjirō asomarse poco a poco.
Baji se enderezó con una fina capa de sudor en su frente y una expresión de fatiga, cargando en su espalda a Mikey quien tenía su cabeza apoyada en el hombro del moreno, notándose a leguas que estaba durmiendo todavía. El de cabello negro bufó con cansancio y con alivio, acomodando la carga de caballito que le hacía al dormilón rubio en su espalda.
—Por fin llegamos... —farfulló con cansancio el de colmillos, terminando de subir sus pies, uno por uno, al suelo del santuario. Con todas la miradas en ambos.
—Eres el último. —habló Kazutora apoyado en una columna, siendo lo primero en decirle ante su llegada. Siendo algo bastante obvio.
—¡Perdedor! —exclamó desde la lejanía Asami estando encima de la espalda de Pah quien estaba boca abajo en el suelo con una expresión cansada por ser derribado por ella ante su acción de "mala perdedora" según él—. Tu castigo es pintarte el cabello de rosa.
—Que lento. —secundó Mitsuya con las manos en sus bolsillos.
—¡No es mi culpa! ¡Estuvo dormido todo el tiempo! —se quejó con exaltación y enojo, cargando mejor a Mikey en su espalda en un gesto de rabia, aunque ante su acción no se despertó—. ¡Y no acepto ese castigo! ¡Ha sido injusto!
—Excusas.
—Debería darte vergüenza.
—¿¡Por qué!? —replicó Keisuke mientras daba un paso hacia ellos y los veía de manera fulminante, aún mostrando su inconformidad por el desenlace de aquella carrera.
—¡Kei-kun! ¿Están los dos bien? —cuestionó Masumi quien trotó hacia su dirección con cierta urgencia y preocupación, acercándose lo suficiente a él como para inspeccionar que no hayan tenido algún accidente automovilístico ante el inconveniente de Mikey dormido—. ¿No les pasó nada? ¿Se encuentran bien?
—Tks... —chasqueó la lengua Baji tensándose un poco en sorpresa cuando ella tomó su rostro, pareciendo su madre cuando llegaba lleno de heridas—. Si, si, estamos bien. No nos pasó nada a pesar de que el idiota de Mikey pudo haberse caído. —bufó haciendo un puchero.
Masumi pudo suspirar más tranquila al saber que realmente estaban bien y ninguno pudo caerse, siendo Mikey el más arriesgado a serlo. Agradecía que Keisuke hubiera tenido cuidado al manejar para que él o alguno de los dos no se cayera, a pesar de estar enojado por ser el perdedor de aquella rápida carrera que habían tenido. Relajó su cuerpo mientras su expresión era de alivio, teniendo sus ojos cerrados volviendo a suspirar.
—Me alegra... —murmuró Masumi dejando una de sus manos en la mejilla de Baji sólo por unos breves segundos para poder darle su espacio, observando como él pestañeaba un poco viéndola y después desvió la mirada al suelo y después por sobre su hombro en dónde sintió movimiento.
—¿Uhm?... ¿Ya llegamos?... —efectivamente Sano Manjirō se estaba despertando, levantó su rostro de la nada para después hablar, teniendo una expresión somnolienta a comparación de la molesta que colocó Keisuke quién le mandó una mirada fulminante.
—Si, ya bájate. Por tu culpa perdí. —farfulló con enojo sintiendo como el cenizo comenzaba a descender poco a poco y con pereza de su espalda, pasando a un lado suyo mientras bostezaba y se frotaba un ojo—. No vuelvo a llevarte a ningún lado.
—Ajá... —balbuceó sin mucha importancia el de ojos carbón, los cuales abrió mientras parpadeaba un poco observando como la mayoría se encaminaba hacia un punto para comenzar aquella reunión.
Manjirō miró distraídamente a su alrededor hasta que su mirada se fijó en la cabellera ondulada y un poco recogida de Masumi quien se había acercado a ayudar a Haruki luego de que Hana se levantara sin querer ayudarlo cuando lo derribó. El cenizo pestañeó un par de veces y caminó a pasos calmados hacia la postura de la femenina de cabellera oscura y al estar detrás de ella, se apoyó casi lanzándose, pasando sus brazos por sus hombros y sacándole un salto.
Pasó su cabeza hacia a adelante al pasarla por sobre su hombro con una expresión indignada aunque a su vez manteniéndose un poco aburrida, mientras que Masumi se había asustado por su repentino acercamiento.
—¿No me vas a saludar, Masu-chan? Eres mala. —se quejó de forma infantil, inflando sus mejillas con aire mientras miraba a la nada, rodeando su cuello desde atrás con sus brazos.
—O-oh, es que... ya te saludé. A ti y a Kei-kun cuando nos encontramos todos en el semáforo... —explicó Masumi un poco nerviosa por cercanía pero un poco más calmada por el susto que le dió al estar desprevenida—. Pero, aún así; Hola, Manjirō-kun. —dijo dándole una dulce sonrisa mientras colocaba una de sus manos encima de sus brazos cruzados.
—¿Y mi beso de bienvenida? Dame un beso de bienvenida. —exigió mientras que sacaba sus labios hacia afuera en forma de beso y se acercaba a ella. Masumi rápidamente se alertó por eso escuchando el sonido de beso que él provocaba.
—¡A-ah, no! ¿¡B-beso de bienvenida!? ¿¡D-de que hablas!? ¡N-no! —dijo nerviosa agitándose en su agarre comenzando a sudar a mares mientras que su rostro se había puesto tal cual un tomate sudoroso—. ¡Hay que h-hablar de lo que ibas a hablar! ¿No era importante?
—Eso es cierto, Mikey. Quieras hablarnos de algo. —habló finalmente alguien, siendo en este caso Mitsuya quien veía con normalidad la escena. Manjirō lo miró con sus labios aún estirados, pestañeando un par de veces—. Deja a Masu tranquila, parece que va a explotar. Dí lo que tenías que decirnos.
—Hump. —soltó resignado el cenizo volviendo a inflar sus mejillas como un pez globo mientras la zafaba de entre sus brazos y luego relajaba su rostro, metiendo sus manos en los pantalones cortos rosas que tenía, yendo hacia el barandal que había.
—G-gracias, Mitsuya-kun... —murmuró agradecida la Kiyoko apoyándose en su brazo de forma cómica con su rostro echando humo y sus ojos rasgados en espanto y alivio. El de cabellos lavanda no pudo evitar reírse un poco.
—No agradezcas. —respondió con simpleza esperando a que se calmara, viendo como el cenizo se subía al barandal y se sentaba con sencillez.
—Bueno, fuera de eso... —dijo con cierta burla Draken con sus manos en sus bolsillos, viendo con sorna había Masumi quien se estabilizaba. El dragón gemelo suspiró y después enserió su rostro, viendo hacia el más bajo de los presentes—. ¿De que querías hablarnos, Mikey?
El rubio apoyó sus brazos en sus rodillas al tenerlas flexionadas por la forma en la que se había sentado. Su rostro también se volvió más serio mientras que su expresión se volvía casi inexpresiva, pero teniendo aún en mente de lo que iban a conversar en esos momentos. Agachó un poco la cabeza viendo hacia el suelo, viendo la sombra de su propio cuerpo y también la de los demás por unos segundos.
Luego de que pasara una ligera ventisca, él alzó su mirada aún mostrándose serio, para después, romper el silencio del ambiente;
—¿Han oído hablar de Black Dragon?
—Sé que son un problema, pero son tres años mayores. —Mitsuya fue le primero en hablar con las manos metidas en los bolsillos en su chaleco, mirando unos momentos a Masumi quien totalmente callada suspiró, asintiendo un poco.
Manjirō asiente en una afirmación clara al notar el gesto de todos en que conocían a aquella pandilla. Miró unos segundos a Baji quien estaba sentado en un pequeño muro y era uno de los más serios al saber el porqué de aquella conversación, luego observó hacia Kiyoko quien apretaba la cadena de su cuello con una mirada aún seria y callada, mirando hacia una de las personas presentes allí. El apellidado Sano miró a la misma persona que ella, manteniendo aún aquel atisbo de seriedad.
Hanemiya Kazutora era el centro de atención de las miradas de aquellas tres personas en particular que sabían que aquella conversación se trataba de él. Comenzó a sudar de los nervios mientras una expresión tensa y nerviosa aparecía en su rostro.
—¿Por qué no nos dijiste nada, Kazutora?
Ahora todas las miradas fueron directamente hacia a él, siendo la mayoría que buscaba explicación de porque lo nombraban a él. Keisuke apretó sus manos en sus piernas al igual que sus labios, recordando perfectamente como se encontraba la tarde de ayer, sintiendo una incomodidad por recordarlo pero al menos más liberado por saber que ya todos podrían enterarse y hacer algo al respecto. Masumi por su parte retuvo un poco su respiración que dejó salir en un largo suspiro como si un peso quisiera salir de su pecho, miró hacia el de ojos dorados quien levantó la mirada sin decir nada, pero afrontando lo que iban a decir.
—Baji y Masumi me lo contaron. Incluso ella fue la que te curó las heridas. —continuó hablando Sano Manjirō con su mirada algo entornada en él—. Peleas contra Black Dragon tú solo, ¿no?
—¿Que estás diciendo? —habló de inmediato Asami Hana quien se enderezó de estar recostada en el mismo barandal en el que estaba sentado Mikey. La de orbes verdosos volteó a mirar al de ojos dorados y un tatuaje—. Kazutora... ¿qué?
—¿Eh? ¿Kazutora contra Black Dragon? ¡No puede ser! —le siguió Mitsuya sacando las manos de sus bolsillos fijándose en el del tatuaje de tigre, notando y buscándole más significado a las venditas blancas en su rostro y después miró a Masumi quien asintió, corroborando que si había sido ella quien curó sus heridas.
—Ahora que lo pienso, Kazutora vive en el territorio de Black Dragon... —Hayashida comenta mostrándose serio y perdido en sus pensamientos, aunque estando al tanto de lo que conversaban. Masumi asintió, aflojando un poco al agarre de su cadena, con una mirada preocupada y aún algo seria.
—Así es. Aún no está en claro porque pelea específicamente contra ellos, pero esa debe ser una de las principales razones. —dijo Masumi subiendo su mirada seria, tomando aquel asunto como algo en lo que deberían actuar.
—Ya veo... —murmura igualmente Draken en un pesado suspiro, luego miró hacia Manjirō quien estaba reincorporándose un poco en su lugar. El más alto seguía en un porte serio—. No me digas que quieres pelear contra Black Dragon, Mikey.
—Si. —aceptó aquella suposición de parte de su amigo más cercano, bajándose de un salto del barandal y enderezándose mejor, con una mirada seria pero dispuesta en sus ojos oscuros y opacos—. Pero Black Dragon es enorme. No podemos ir así como así.
—Pero hay que tener cuidado sea lo que sea que se vaya a hacer, Manjirō-kun. —dijo Masumi atrayendo la atención ante lo que había dicho, sintiendo la mirada del rubio en ella. Ella se lo sostuvo mostrando su preocupación—. Si dices que Black Dragon es muy grande, y son mayores, es demasiado difícil enfrentarnos así. Podríamos terminar en malas condiciones. Hay que pensar bien.
—Entonces, ¿que hay que hacer? —cuestionó con determinación la de mechas rosadas, apretando sus puños dispuesta, mirando hacia el más bajito con disposición y aún cierta rabia con lo que había escuchado.
Masumi por su parte se quedó en silencio a analizando lo que había dicho el más bajo, colocando una de sus manos en su mentón y bajando la mirada al suelo, pensando detenidamente en que podría hacerse si es que Sano Manjirō quería enfrentarse a aquella temida y gran pandilla. Ya que cuando se le mete una idea a la cabeza, es muy difícil que se la saquen, así que no había manera en decir como podría resolverse aquel asunto sin necesidad de pelear. Suspiró aún algo preocupada de que Manjirō tenga la idea de enfrentarse a ellos.
Cualquier cosa podría pasar y eso la colocaba nerviosa. Así que hay que pensar las cosas bien y no arriesgarse a la suerte. Desde antes de conocerlos a todos ellos conocía esa pandilla, así que no era sorpresa para ella escuchar de ellos o de que tan grande es. La conoce desde ya hace un tiempo.
Entonces, como dijo Cherry, ¿que podrían hacer?...
—Tengo una idea. —como si hubieran escuchado sus pensamientos, y a su vez, respondieran la pregunta de Hana; Baji habló mostrando una confiada y segura sonrisa—. Hagamos nuestra propia pandilla.
Masumi levantó la mirada al igual que sus cejas, mostrándose un poco sorprendida ante aquella idea de parte del de cabello oscuro, quien hablaba muy en serio respecto a hacer entre todos una pandilla. Observó su rostro con atención notando como su mirada brillaba en seguridad y determinación, dando a saber que iba muy en serio con hacer algo como eso, siendo una opción bastante considerable respecto a si el objetivo era enfrentarse a Black Dragon.
—¿Una pandilla? ¿Nosotros? —-habló Kazutora de forma más que nada desprevenida que incrédula, pestañeando consecutivamente al no esperarse para nada aquello. Baji le respondió con un «si» aún con su resplandeciente sonrisa.
—Pues no, esos de allá. —señaló Cherry a una fila de hormigas que caminaban en la tierra, luego le dió una patada en su espalda al estar sentado, pero no una fuerte, sólo haciendo que él se inclinara hacia adelante—. ¡Pues obvio que nosotros! —exclamó con una sonrisa algo irritada pero emocionada, dejando su pie en su espalda.
—Vaya, suena interesante. —admitió Draken mientras sonreía interesado y curioso ante hacer una pandilla entre todos, sintiéndose incluso un poco entusiasmado.
—Ya decidí los puestos de todos. —volvió a llamar la atención el de colmillos quien no dejaba de sonreír ni un momento, levantándose de su lugar y encaminándose en medio de todos.
—Oh, que rápido piensa... —murmuró Masumi con una sonrisa y una mirada curiosa y atenta a todo lo que estaba comenzando a planear. Se sintió incluso entusiasmada.
—Nuestro comandante será el tipo más fuerte del universo; Mikey. —reveló Baji señalando hacia el rubio aludido quien había puesto una confiada sonrisa en sus labios.
—Guardate tus halagos. —fue su contestación pero seguro con lo que había dicho.
—Los subcomandantes serán; muestro confiable hermano mayor: Draken —dijo hacia el del tatuaje quien mostraba una ligera sonrisa en sus labios, luego miró hacia Kiyoko al ver cómo Baji la señalaba—. Y la querida y confiable mamá del grupo; Tenshi, dicha sólo por nosotros como Masu.
—¿Hah? ¿Yo? ¿Tenshi? —fue la respuesta de Masumi exaltándose en su lugar con sus manos en su pecho. Luego apretó estas a la altura de su pecho, con una expresión confundida y algo reprochante—. ¿Cómo que la mamá del grupo? ¿Por qué soy la mamá del grupo? ¿Y de dónde viene ese apodo? —comenzó a cuestionar Masumi ante como la nombró y como la llamó.
—Oh, si, Tenshi suena bien. Su nombre de pandillera y subcomandante... —murmuró Manjirō de forma pensativa mientras rascaba su mentón—. Pero me llevo el crédito, yo antes la iba a apodar así. —Baji sólamente se rió por eso.
—Anda, Masu. Sólo tus más confiables amigos pueden llamarte con cariño. —dijo confiado y divertido Draken al ver cómo Masumi seguía divagando respecto a su apodo y como la consideraba. El más alto se inclinó a su altura y la atrajó con su brazo en sus hombros—. Tenshi suena bien. Y aparte, no lo niegues, si pareces que fueras nuestra mamá.
—¿Eh? ¿De verdad? —preguntó aún intrigada la femenina de orbes rosáceos relajando su cuerpo y su expresión, mirando hacia Draken quien rio ligeramente asintiendo con seguridad—. Pero yo no me comportó como una mamá.
—Bueno, ya, mamá Tenshi. —señaló Baji con diversión recibiendo una mirada sorprendida de parte de la femenina quien infló sus mejias, ruborizada. Así que continuó con sus nombramientos—. Los mediadores; Mitsuya y Cherry, ambos estarán a cargo de nuestra guardia de élite.
—¡Ehhh! ¡Compañero mediador! —exclamó entusiasmada la rubia de mechas rosáceas lanzándose con brusquedad hacia el de cabellos lilas quien se quejó por su repentina llegada—. Quería ir con Kimi-chan, pero ¡esto está perfecto!
—Oh, no, me dejaron a la loca. —se mofó el de orbes morados recibiendo una reprendida de la de mechas rosadas cuando le jaló las mejillas, riéndose entre quejas.
—El poderoso Pahchin va a ser nuestro abanderado. —señaló Baji hacia el más robusto quien mostraba una expresión de seriedad y aburrimiento en su rostro, pero sin negarse a lo dicho. Baji colocó una mano en su cadera y caminó hasta Kazutora, colocando una mano en su hombro con una sonrisa—. Tu y yo seremos la unidad de ataque especial, Kazutora.
El aludido se quedó mirando atónito hacia el de colmillos que no dejaba de sonreír ni un momentos, luego miró a cada uno de sus amigos que se veían expectantes y a su vez sumidos en lo suyo, pero notando la disposición en cada uno. No obstante, con cierta duda bajó la mirada, tensando un poco sus hombros dudoso al respecto de lo que estaban comenzando.
—Pero... ¿de verdad lo vamos a hacer tan fácilmente? —cuestionó casi sin creerselo el de ojos dorados, mirando sus propias manos lastimadas y tratadas por Masumi el día anterior.
—Pues no tan fácilmente. Apenas estamos comenzando, Kazutora-kun. —llamó su atención justamente ella, haciendo que alzara la mirada a su dirección, viendo la afable y entusiasmada sonrisa que le daba—. Pero si lo vamos a hacer, avanzaremos todos juntos.
Continuó observándola aún algo ido y dudoso por todo lo que se estaba desatando ahora, sintiéndose extraño. Apretó un poco sus labios y volvió a bajar la mirada, aún mostrándose dudoso al respecto, pero tratando de ceder poco a poco a lo que iban a hacer a partir de eso momento, a la decisión que tomarían; a que iban a crear una pandilla entre todos, prácticamente por él.
Lo hacía sentirse... extraño, pero no mal. Era tan confuso.
—Ya decidí el nombre de la pandilla. —interrumpió Manjirō llamando la atención de todos, observando como se daba la vuelta flexionando sus brazos a la altura de su cabeza y entrelazando sus manos detrás de esta, dándoles a todos la espalda.
—¿Eh? ¿Cuál es? —preguntó Baji mostrándose emocionado y entusiasmado por qué nombre le daría.
—¡La pandilla de Tokyo de Manjirō!
—¡Suena terrible!
Se escuchó la clara exclamación de todos los presentes con una expresión ensombrecida e incluso espantada, incluyendo a ambas femeninas, aunque justamente ambas no exclamaron nada, pero compartieron el mismo sentimiento de espanto y decepción de que haya pensado un nombre tan simple y mediocre como ese. Cualquiera podría reírse de la cara que habían puesto todos.
Draken, fue uno de los primeros en despejarse, suspirando un poco para después cruzar sus brazos y sonreír tratando de apaciguar el horrible nombre que había impuesto su amigo, emocionándose más por la idea de hacer una pandilla.
—Dejando el nombre de lado, ya acordamos formar una pandilla. —alegó Ken más fijo en la idea principal que iban a hacer todos. Manjirō quitó su postura confiada y lo vio de soslayo, con una expresión algo perturbada y traicionada.
—¿Eh? ¿Kenchin?
—Lo cierto es que como pandilla podríamos pelear contra Black Dragon. El nombre es lo de menos. —dijo despreocupado Mitsuya respecto al nombre, pero siendo otra pinchazo para el orgullo de Mikey, quien se cubrió el rostro.
—¡Que malos!
—¿Una pandilla? ¡Que emocionante, aunque el nombre apeste! —exclamó bastante liberal Pah con una gran sonrisa en sus rostro al igual que una expresión entusiasmada.
—¡Es horrible el nombre! ¡Pero nosotros seremos fantásticos! —Hana, ignorando el temblor indignado de Manjirō en su lugar ante el desprecio a su "ingenioso" nombre a su recién pandilla.
—Tienes razón, Hana-chan. Nos esforzaremos para que esta pandilla sea muy fuerte y reconocida. —alegó Masumi igualmente emocionada, con su puño a la altura de su pecho, aunque después colocó un dedo en su mentón con una expresión pensativa—. Pero, el nombre podría ser mejor...
—¡Malditos! ¿¡Tu también, Masu-chan!? —replicó Manjirō con cómicas lágrimas en su rostro, volteándose a ver a todos y cada uno de aquellos que depreciaron su nombre. Masumi por su parte se sobresaltó ante lo dicho, colocándose nerviosa.
—¡E-eh, pero no digo que sea malo! ¡Está bien así! —trató de apaciguar el humor depresivo de Manjirō, quien tenía la misma mirada traicionada en sus ojos, cruzándose sus brazos indignado—. E-es... ¡es un gran nombre! ¡No te desanimes! —buscó animarlo con una sonrisita nerviosa que casi era una mueca al estarle mintiendo.
—Es mentira, su nombre es terrible. —habló Mitsuya recibiendo una mirada de enojo de Manjirō y un gesto de silencio de Masumi quien buscaba como animar al rubio quien seguía con su postura de enojo.
—Pues ya está decidido. —habló Keisuke dejando de lado la escena, mostrando una sonrisa en sus labios, acercándose a los demás, reuniéndose entre si.
La mayoría se dió una mutua sonrisa hasta mirar hacia la dirección de Mikey quién pudo quitar su rostro de dolido por una curiosa al ver la expresión sonriente, confiada y cómoda que tenían todos los demás, mirando hacia él. Conectó miradas con Masumi quien le dió igualmente una sonrisa, inclinando su cabeza ligeramente hacia un lado. La observó varios segundos sintiendo como una pequeña ventisca pasaba en medio de ellos, manteniendo aquella situación tranquila, incluso especial.
—Vamos a darlo todo por ti. —dijo Baji con confianza, sonriendo a labios cerrados, provocando que luego Sano sonriera—. Dale forma a esta era, Mikey.
En medio de aquel momento especial y único, vuelve a pasar una ligera brisa que los envolvía en su mundo, moviendo con ligereza el cabello de todos. Sano Manjirō sonríe conforme e incluso afable, pero teniendo para si mismo aquellas palabras del moreno en su persona. Luego cierra sus ojos al agrandar un poco más su sonrisa, inclinando a su par su cabeza hacia un lado.
—Claro. —contesta él con seguridad, abriendo sus ojos y viéndolos con atención a todos, pero sin quitar su sonrisa—. ¿Que tipo de pandilla quieren ser? —cuestiona.
—¡Una muy grande! —alza sus puños Asami Hana, recibiendo una mirada irónica de Pah.
—Pues si seremos una gran pandilla. Piensa un poco en que sentido está hablando. —replicó con aburrimiento provocando que ella se percatara, soltando un «¡Oh!» al pensar con más detenimiento sus palabras.
—Toma un poco más en serio esto, Hana-chan... —pidió Masumi con una pequeña gota de sudor resbalando en su frente y rasgando sus ojos en un suspiro al notar como la rubia de mechas rosas colocaba una intensa expresión pensativa.
—Veamos... —murmura nuevamente Baji, de forma pensativa. Luego de eso, enseria su mirada al levantar el rostro, observando hacia la nada como si tratara de imaginar con detenimiento—. Una en la que todos arriesguen la vida por el otro. Así quiero que seamos.
Masumi se queda en silencio analizando las palabras y la visión de tipo de pandilla serían, sintiendo su pulso acelerarse ligeramente por la manera tan seria en la que la había dicho, haciéndola sonreír con un sentimiento inexplicable en su pecho, pero siendo agradable, queriendo que perdurara un largo tiempo allí. Sus ojos se achinaron un poco al momento de sonreír, notando como todos igualmente sonreían con serenidad al momento que Baji había hablado, pareciendo él en su propio mundo y en su propia imaginación, pero mostrándose seguro y sincero con sus deseos.
Levantó su mano apretando suavemente la cadena en su cuello junto con el colgante que tenía, sintiendo y disfrutando aquel sentimiento instalado en su pecho. Todo era sumamente inexplicable, pero real y especial. Un momento que no iba a olvidar.
—Un «uno para todos, y todos para uno». —no pudo evitar hablar Masumi con un notorio brillo en sus ojos, viendo hacia algún punto aún con aquel brillo especial y a su vez ilusionado en sus ojos. Baji Keisuke la miró y sonrió, compartiendo su sonrisa y sus palabras al momento de asentir.
Sano Manjirō los veía con atención, para luego sonreír nuevamente y asentir en una afirmación por el ideal y el deseo de Keisuke, estando de acuerdo con aquel tipo de pandilla con el que quería ser, estando más que de acuerdo y todos los demás presentes parecían igual al sólamente sonreír y compartir una silenciosa aceptación. Hayashida ahora es quien se muestra más expresivo y emocionado, sonriendo en grande.
—¡Compremos amuletos para conmemorar la ocasión! —exclama el apodado Pah alzando sus puños en el aire con entusiasmo mientras se giraba a correr hacia la tienda de amuletos en el santuario.
—¡Genial, omamoris¹! ¡Yo quiero! —chilló emocionada la de mechas rosas y ojos verdosos.
Mitsuya fue el segundo en seguirlo, siendo seguido por Asami quien gritó con emoción un gran «si» alzando sus brazos al trotar, a pesar de que a unos metros se detuvo junto con Mitsuya, aunque Mikey los persiguió algunos momentos exigiendo que lo esperaran. Draken caminó con calma metiendo las manos en sus bolsillos, mientras que Masumi sonrió con un puño apretado a la altura de su pecho, comenzando a caminar a su lado con tranquilidad. Aunque luego volteó a mirar hacia atrás a Kazutora y Keisuke, sonriéndoles al verlos acercarse luego de que el de los colmillos colocara uno de sus brazos sobre los hombros del chico del tatuaje del tigre.
La de mechas oscuras sonrió nuevamente con calidez y dulzura, esperándolos momentáneamente para poder caminar todos hacia donde apuraba Haruki diciendo que los amuletos se iban a acabar cuando realmente no sería posible. Todos llegaron a la tienda, curioseando los tipos de amuletos que habían, fijándose en lo que decían e igualmente en los precios, siendo todos que costaban lo mismo.
—«Seguridad Vial»... —leyó la de ojos rosáceas el amuleto con Kanji's y bordados dorados en el material púrpura, colocando una expresión curiosa e incluso asombrada por lo dicho.
—Oh, ¡a ver! —soltó Haruki con curiosidad inclinándose a un lado suyo, siendo seguido por Baji y Mitsuya, teniendo prácticamente luego la atención de todos los presentes. Parecieron de acuerdo con ese amuleto en específico, fijándose luego en el precio, que era igual que los demás, igual de caro.
—¡Que caro!
Luego de que todos dijeran eso, comenzaron a rebuscar en sus bolsillos. Masumi sacó con cuidado los yenes que tenía a la mano colocándolos en su palma, escuchando como todos y cada uno de ellos decían la cantidad de dinero que tenían, siendo el robusto de la cicatriz y ella misma los que tenían mayor cantidad, pero ni uno de ellos le alcanzaba para comprarse uno individual. La de ojos rosáceos suspiró con cierta pesadez al saber que no podrían comprarse todos uno para cada uno.
Miró con atención las manos de todos en dónde tenían depositados los yenes, viendo que entre Hana y Manjirō apenas juntaban para cien yenes al tener ambos cincuenta. Siguió curioseando la cantidad de cada uno, pensando en que podría hacer o que podrían hacer todos para comprar un amuleto.
—Que mal... —murmuró con decepción y una mirada algo inconforme, viendo sus cuatrocientos noventa yenes con cierta tristeza.
—¿Es en serio? Ninguno tiene suficiente... —bufó con cierta decepción Pah observando al igual que todos la cantidad insuficiente que tenían.
—Oigan, pero... —llamó la atención Ryūguji Ken, pareciendo percatarse de algo. La Kiyoko lo miró desde su posición interesada en que iba a decir—. Podríamos comprar uno juntando el dinero.
—¡Oh! —exclamaron todos al mismo tiempo al percatarse del significado que conllevaría comprar un amuleto entre todos.
Al final decidieron reunir el dinero y comprar entre todos un solo amuleto, siendo efectivamente el de Seguridad Vial, ahora siendo todos dueños de él. En esa ocasión, siendo el comienzo de la familia que habían formado. Masumi no podía sentirse más feliz, admirando unos segundos en sus manos el amuleto, tocándolo con sumo cuidado su material y delineando los bordados que poseían, sintiendo aún perdurable aquel sentimiento indescriptible en su pecho.
Se lo entregó luego a Manjirō quien era uno de los que no esfumaban su sonrisa, agradándola un poco más hacia ella como en agradecimiento. Pudo admirar su rostro al momento de fijar su atención en el amuleto, sosteniéndola por la pequeña cuerda blanca pareciéndole grabarlo en su memoria, incluso admirándolo. Kiyoko Masumi guardó en su memoria el lindo y momentáneo brillo que vio en sus ojos, junto con su afable expresión.
Su mirada se enterneció, achinando sus ojos al momento que sonrió a labios cerrados aún viendo la cara que tenía y la mirada que poseía. Nunca lo olvidaría, ni mucho menos el agradable sentimiento que se formaba al verlo de esa manera.
Pudo observar como Manjirō sonreía en un pequeño suspiro y luego levantaba la mirada hacia Keisuke, haciendo que por inercia mirara hacia allá, observando como extendía el amuleto hacia su dirección, recibiendo luego una mirada confundida y algo desconcertada en sus ojos, mirando primero el amuleto y luego hacia Mikey.
—Quédatelo tu. —Baji se mostró nuevamente confundido, viendo fijamente hacia su rostro. Manjirō sonrió nuevamente, con confianza y seguridad, sin ceder al estiramiento que hacía a su dirección.
—Si, tu eres la razón por la que formamos la pandilla. —ahora Draken fue quien tomó la palabra, mostrándose igual de seguro en que fuera él el dueño de aquel amuleto que simbolizaba el inicio de su pandilla.
—Estoy de acuerdo. —asintió Cherry con las manos en su cintura y una gran sonrisa en sus labios, junto con un enorme brillo en sus ojos verdosos.
—Me parece bien. —secundó Mitsuya, mostrándole una sonrisa hacia el moreno quien miraba a cada uno al momento que hablaban, como si de forma inconsciente buscara sus aceptaciones.
—Es cierto. Kei-kun, por ti es que formamos esta unión. —admitió con sinceridad y entusiasmo Masumi, estando contenta y más que de acuerdo de que él se quedara con el amuleto—. Podemos confiar en ti para que lo cuides.
—Cuídalo bien. —dijo Pah con una sonrisa en sus labios, secundando a lo último dicho por la de ojos rosáceos.
Keisuke continuó viajando su mirada por cada uno de ellos, terminando con Kazutora quien lo volteó a ver de igual manera y asintiendo, en una aceptación silenciosa pero segura. Baji Keisuke volteó a mirar aún algo perplejo hacia el amuleto, quedándose en silencio por varios segundos hasta que su mirada se volvió determinada y confiada, mostrando una gran sonrisa en sus labios, estirando su mano para tomar en su palma aquel preciado amuleto, teniendo cuidado al momento de tomarlo.
—¡Bien! —aceptó ya sin impedimento alguno, manteniendo una sincera y gran sonrisa en sus labios, atrayendo al amuleto a su pecho y cerrando sus ojos sin quitar la ahora afable pero sincera sonrisa en sus labios, apreciando aquel honor para él—. Lo cuidaré como un tesoro.
El corazón de Masumi se estrujó con fuerza por la manera tan honesta en la que lo había dicho, apretando su propia mano contra su pecho, sintiendo efectivamente como su corazón comenzaba a palpitar rápidamente y con fuerza, sintiéndose de una manera que nunca antes se había sentido. Con una enorme felicidad y una conmoción que era tan fuerte que incluso un nudo aparecía en su garganta y sus ojos comenzaron a picar, a la par que sus mejillas se habían comenzado a teñir de un ligero tono rojizo, al igual que su nariz.
Trató de controlarse lo mejor que pudo, entrecerrando sus ojos que sin evitarlo se mostraron cristalizados. Agachó la mirada y ya sin poder tranquilizarse varias lágrimas comenzaron a desbordar de sus ojos para resbalar por sus mejillas que comenzaban a tornarse rojas. Soltó un tembloroso suspiro mientras que trataba de limpiar las lágrimas que comenzaban a caer sin parar, unas tras otra. Sin tener en claro porque lloraba.
Pero lo que si tenía en claro, era que no lloraba por dolor o tristeza.
—¿Masu-chan? ¿Por qué lloras? —escuchó la voz algo insistente de Sano Manjirō, incluso algo preocupada haciéndola resollar un poco de que se haya dado de cuenta, pero al estar rodeada por todos ellos era obvio que alguno se diera de cuenta.
—¿¡Hah!? ¿Estás llorando? —se exaltó Pah volteándola a mirar algo alarmado, ahora sintiéndose nerviosa de que todas las miradas se habían pasado en ella, pero por más que hacía, las lágrimas no dejaban de salir.
—¿¡Quien de ustedes la hizo llorar!? —exigió Hana de forma amenazadora hacia los demás, teniendo sus ojos rojos y una aura amenazadora en su alrededor, casi como si hubieran llamas a su alrededor.
—¿Estás bien, Masu? —igualmente Keisuke intervino mostrándose preocupado y confundido al igual que los demás.
—N-no... no... D-digo, si, estoy bien... —habló con voz temblorosa la de orbes rosáceos, frotando sus ojos y cubriendo momentáneamente su rostro. Luego rio con cierta dificultad, limpiando con sus nudillos sus pómulos—. N-no estoy segura de porque estoy llorando... Es que me siento demasiado feliz. Creo que es porque me emocioné mucho, este momento es muy emotivo para mí... —admitió avergonzada, limpiando aún con el dorso de su mano y sus nudillos las lágrimas.
Draken suspiró sonoramente, de forma resignada mostrándose más tranquilo que los demás pero ahora incluso sereno al tener un poco en claro de la razón por la que haya llorado repentinamente. —Así que es por tus emociones de cristal...
—E... eh... ¿s-si? —dijo dudosa por la forma en la que se refirió a sus sentimientos. Luego de eso varios de los presentes suspiraron, siendo más Mitsuya, Pah, Cherry y Kazutora quienes se rieron, haciéndola ruborizarse—. No se rían de mí sensibilidad. —se quejó un poco al recordar que cada vez que lloraba al colocarse sensible se reían—. ¿Que les parece comer algunos bollos nikuman²? Creo que tengo suficiente para comprarnos a todos, como... ¡celebración! —alzó sus manos tratando de evadir su sensibilidad.
—¡Oh, yo quiero, yo quiero! —exclamó Manjirō siendo el primero en entusiasmarse y caer ante los encantos inevitables de la comida. Los demás se interesaron por su propuesta.
—¿En serio? ¿bollos nikuman? —Hayashida fue el segundo en caer redondo, casi salivando por aquellos manjares llenos de carne.
—¡Hay hambre! ¡hay hambre! —saboreó Hana mientras movía sus dedos echas en garras con una mirada ansiosa y emocionada de comer.
—¡Si! Para celebrar que creamos esta pandilla. —Masumi sonrió sincera juntando sus manos enfrente de su pecho, internamente aliviada de que dejaran de lado la posible burla a su frágil sensibilidad—. Aquí mismo los venden y parece que tengo suficiente para todos. ¿Que dicen?
Todos se miraron con cierta duda aunque poco a poco sonrieron, dejándose ceder por la glotonería y disfrutar de aquel día especial, celebrarlo con aquellos deliciosos bollos rellenos y calientes. Así que, ninguno se negó, cediendo completamente.
—¡A comer bollos nikuman!
—¡Por la pandilla de Tokyo de Manjirō! —exclamó con una expresión gatuna el nombrado, alzando sus brazos con entusiasmo y complicidad.
—¡Sigue siendo un nombre espantoso!
❪📚❫',·shane's glosary
(📙)¹Omamori: El omamori (御守 / お守り) es un popular amuleto japonés, una especie de colgante hecho de tela que se vende, sobre todo, en los templos y santuarios japoneses y cuyo objetivo fundamental es, como buen amuleto que es, proteger y dar fortuna a los que lo llevan.
(📘)²Bollos Nikuman: El nikuman (肉まん; de 肉饅頭 niku, 'carne', y manjū) es una receta japonesa consistente en masa de harina rellena con cerdo picado cocinado u otros ingredientes. Es un tipo de chūka man (中華まん, literalmente 'bollo chino al vapor') parecido al baozi (包子) chino.
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