❪𝗢𝟰❫ ; 𝗳𝗿𝗶𝗲𝗻𝗱𝘀.
❪ARC ONE; DESTINY❫
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CAPÍTULO CUATRO;
AMIGOS
❛Disposición a tenerlos❜
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©Shanxlabyx
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ACOMODABA LOS CARTONES DE LECHE EN EL refrigerador estando un poco pensativa sin dejar de seguir concentrada en su labor. Prevalecía totalmente callada ya que no tenía con quién hablar; estaba en su trabajo, luego de por lo menos una semana de reposo debido a su pierna que no fue más que un golpe bastante feo, aún tenía una hematoma en aquella zona pero por lo menos ya podía apoyarla a comparación de antes. Tenía una ligerisima cojera pero nada de lo que le sea impedimento.
Aún seguía sorprendida y frustrada al mismo tiempo cuando descubrió que su mamá desde un principio sabía que estaba trabajando. Su papá en cambio no, casi entra en una crisis nerviosa cuando vio en el estado en el que se encontraba ella en su momento, se puso incluso a llorar mientras la abrazaba con su cabeza en su pecho y lamentándose exageradamente.
Ya veía de dónde sacó lo sensible.
Shin'ichirō había ido uno de esos días a su casa, cosa que le pareció algo sumamente sorpresivo. Su padre estuvo a punto de lanzarle un zapato al pensar que era un pervertido que estaba detrás de su hija si no fuera por su madre quien lo detuvo. El pelinegro simplemente le había traído unos dulces y a saber cómo estaba, siendo parte de la idea de Mai en darle aquellos dulces debido a que ella no podía ir debido a la universidad y lo agobiante que era aquella carrera.
Eso la hacía pensar en su futuro, en que carrera podría tener cuando sea adulta. La verdad con las cosas que pasaban en su hogar nunca se detenía a pensar sobre eso, sobre en que trabajaría, sobre todo su adultez. Apenas han pasado unos meses desde que cumplió los doce y está consciente, sigue siendo alguien bastante joven como para pensar en eso que ni siquiera está en preparatoria, pero era inevitable. Tenía bastante uso de razón como para ya pensar por si misma, por como sería el camino a la adultez, la universidad, su futuro. No tenía ni idea de cómo sería, sólamente pensaba que el futuro era incierto, inesperado. No se sabe lo que va a pasar hasta que pase.
El pequeño tintineo de la campana de la puerta sonó, dando ver la llegada de un cliente pero ella estaba bastante pensativa. Sólamente pensaba en que podía llegar a pasar en su futuro, como serían las cosas de ahora en adelante, en general realmente. Colocaba en silencio y con lentitud los cartones en su lugar hasta que sintió un fuerte escalofrío en toda su nuca y como el ambiente se volvía pesado de golpe.
—Dame todo lo que tenga de dinero, perra.
Su cuerpo se tensó y su mirada se volvió atemorizada por escuchar aquella voz desconocida y rasposa, que no doblegaría ante nada. Es como si la gravedad se hubiera vuelto totalmente pesada ya que su cuerpo se paralizó y no se volteó, aunque si sintió el corazón en la boca cuando escuchó un peculiar sonido; la carga de un arma. Estaba armado, quien sea que estaba asaltando la tienda estaba armado.
Si, realmente uno no sabe lo que va a pasar hasta que pase.
—¿EN SERIO ERA SÚPER NECESARIO QUE fuera a conocerla a su supuesto trabajo? —habló con un poco de incredulidad mientras mantenía las manos en sus bolsillos, mirando de reojo a su contrario.
—Si. —dijo con seguridad y sin enfatizar demasiado el asunto. Lo miró sonriendo con cierto emoción—. Quiero que ella te conozca, Kenchin.
Suspiró un poco por lo que decía su acompañante, aunque más bien, sería su guía porque ni idea de a dónde lo estaba llevando. Tenía vagamente en claro como era los locales de aquel lugar al rondar por ahí a veces con sus amigos pero no se le pasó por la cabeza que irían precisamente a algún lugar para conocer a su nueva amiga de la cual le ha comentado varias veces desde ya hace una semana y a los demás.
Ciertamente estaba intrigado, le daba incluso curiosidad por como Manjirō la terminó conociendo; él llegando a su casa después de salir a vagar por ahí, encontrándose con una niña desconocida en su sala, con una pierna lastimada y, según le dijo, unos peculiares ojos rosas.
Era irritante hasta cierto punto que se mete hasta en sus pensamientos por pensar en ella. Fue terminando al límite que uno de sus amigos terminó cuestionándole «¿Qué tanto te la pasas pensando?» y el rubio simplemente miró hacia la nada y respondió «En Angel». Todos se confundieron, incluyéndolo pero entendiendo en parte de que había sido alguien de su interés cuando cayeron en cuenta de que era un apodo y no un nombre muy raro. Si Manjirō le pone un apodo a alguien, es porque de verdad acaparó su atención.
Y ahí estaba Ken, yendo detrás de Manjirō cuando no soportó la curiosidad ni la insistencia de él en que se conocieran ya que quería que primero lo conociera a él y así después a sus demás amigos que aunque dejaron un poco de lado aquel tema, tenían todavía la curiosidad de quién sería «Angel» o «Masu-chan» cuando le preguntaron quién era con exactitud y dijo su nombre o una abreviatura.
—¡Quiténse, mocosos! —y pum, de la nada salió corriendo un tipo con un bolso y los empujó sin pudor, haciéndolos caer al suelo al pasar en medio de los dos.
Ambos por su parte se mostraron confundidos al segundo y después se mostraron enojados y ofendidos de que los hayan empujado de esa forma. ¿Quien se creía para empujarlos de esa manera?, ya debería prepararse para la madriza que le llegará aquel hombre. Los niños se levantaron rápidamente cada uno con una mirada molesta, aunque más que nada el niño sorprendentemente alto y con un tatuaje, ya que el más bajo colocó una mirada bastante neutra pero a su vez sombría.
—Tks... ¡ya verá! —rugió Ryūguji con una vena sobresaliendo de su frente impulsándose y preparándose para perseguir al hombre apenas avanzando unos pasos.
En eso, escucharon unos rápidos y ajenos pasos desde atrás de ellos, hasta que una persona, más específicamente una niña pasaba entre ambos corriendo rápidamente, llamando la atención de ambos. Por parte del chico del tatuaje confusión de que apareciera corriendo y por parte del más bajo sorpresa ya que pudo reconocer de quién se trataba cuando pasó por su lado, y en cámara lenta, vio su rostro y efectivamente sus ojos.
Era Masumi, podía reconocerla fácilmente con ver aquellos ojos de su parte. ¿Pero que hacía corriendo? ¿y hacia donde?. Sus orbes oscuros siguieron la figura de la contraria que estaba bastante apresurada, y pudo notar aquello con el milisegundo que pudo apreciar su rostro al pasarle por el lado, recordando sus facciones: se veía nerviosa pero a su vez bastante concentrada, o eso creyó ver.
Se pudo ver casi volteando a la esquina en dónde el matón anterior había apenas acabado de voltear, a Masumi saltar a un hidrante e impulsarse con fuerza y rápidamente hacia alguien y se escuchó un quejido a lo lejos, ya que los perdió de vista al lanzarse al cruce de la esquina. También se vio a varias personas ver hacia allá asombrados y preocupados.
El Ryūguji frunció su ceño con una pequeña gota de sudor en su frente ante la confusión que le causó ver a una niña, al parecer, persiguiendo al imbécil que los empujó y lanzándose. Se sorprendió fue cuando notó de reojo una mirada emocionada de parte de Manjirō, cualquier rastro de molestia que tuvo -a su estilo- se esfumó cosa que lo perdió.
—Esa es Masu-chan.
Se mostró un poco más sorprendido por lo que dijo pero antes de tan siquiera cuestionarle si era de verdad, el rubio más bajo se fue corriendo rápidamente hacia allá notando una extraña emoción en él. Se exaltó un poco cuando se adelantó y exclamando un «¡Oye!» lo siguió igualmente corriendo para alcanzarlo.
Conforme iban acercándose se escuchaba algo como un escándalo: se escuchaban exclamaciones por parte de las personas que no hacían más que mirar y algunos buscar calmar la situación, y cuando pudo darse de cuenta, se comenzaron a escuchar quejidos e insultos, de dos voces que se podían distinguir claramente por mucho que hasta decían las cosas a la vez.
—¡Devuélvele eso a Kira-chan!
—¡Suéltame, maldita se-agh! ¡suéltame el cabello! ¡oye!
Frunció su ceño por lo que distinguía en las voces, siendo la primera claramente una suave y ligeramente chillona voz, distinguiendo a lo mejor la de la niña, y la grave y áspera de quién creyó era el hombre. Pudo distinguir todo cuando llegaron entre la pequeña multitud que había, llegando justo al lado de Manjirō que se detuvo observando todo.
Masumi estaba en la espalda del hombre dándole de un lado a otro varios golpes y a su vez le jaloneaba el cabello con fuerza, el hombre que andaba con un pasamontañas descubriendo su rostro estaba en el suelo ya que cuando ella se le lanzó se desequilibrió, sobre todo cuando se le subió encima como un gato furioso, y terminó cayéndose. Colgando vagamente de uno de los brazos de él había un bolso en dónde sobresalía dinero, dando en claro de que se trataba, un ladrón que... estaba siendo agredido por una niña.
—¡Dá-me-lo! —dijo pausadamente la de cabello corto agarrándole prácticamente el cuero cabelludo y jalando hacia atrás y hacia arriba con fuerza sacándole un quejido al chico quien trataba de quitársela de encima agarrándola de la polera que tenía y buscando incluso agarrarla del cabello para quitarla.
—¡Maldición! ¡suéltam-mi ojo! ¡me lo vas a arrancar! —se quejó tratando de quitar su mano de su rostro del cual estaba clavando sus uñas—. ¡Suelta tus piernas de mi cuello, pareces una maldita mona!
La azabache mantenía su ceño fruncido mientras le seguía dando golpes a la cabeza del tipo con su mano, ahora arañándole el rostro y jaloneaba su cabello con la otra para hacerlo ceder de alguna manera. No iba a permitir que aquel tipo se saliera con la suya, Kira le dió todo el dinero que tenía en ganancia y estaba consciente de que sería demasiado difícil reabastecer nuevamente todo.
No quería que aquella pelirroja trabajara el doble o que terminara incluso cerrando su tienda por aquel acto, sabía que era su trabajo pero también el empeño de Kira, no iba a permitir que le arruinaran el negocio y su trabajo de vida, su esfuerzo. Si podía hacer algo, por muy pequeña que sea, por muy débil que sea ante él, iba a hacerlo incluso si terminaba golpeada.
Apretó sus piernas alrededor de su cuello con fuerza mientras se aferraba a él clavando sus uñas con fuerza en su rostro y en su cuero cabelludo para que se le sea difícil soltarla y tratar de hacer su cometido. Su rostro se contorsionaba del cierto miedo por hacer algo como eso pero a su vez se veía conmocionada y seria, haciendo la fuerza que podía para buscar afixiarlo.
Lo había visto en la televisión, así que esperaba ciegamente a qué funcionará, aunque ni sabía si lo estaba haciendo bien.
El hombre agarró con fuerza el antebrazo de la pequeña apretándolo y jalándolo para quitársela de encima, ya que la forma en la que estaba presionando su cuello ya lo estaba afixiando y no quería dejarse ganar por una niña. Se sentía agobiado, puede que no tenga fuerza para terminar desmayándolo tan rápido pero a veces el tiempo de uso puede ser suficiente para que dé resultado.
Masumi tenía sus ojos cerrados con fuerza mientras daba toda la suya y la que había ganado cargando cajas, que para ella hasta ahora era una manera de ganar fuerza, y buscar noquearlo. No era muy buena peleando tampoco, no sabía los movimientos básicos o algo por el estilo para tener seguridad al atacar, sólamente tenía el plan de su mamá; arañar y jalonear el cabello. Pero también había lanzado golpes a tientas, lastimando sus manos un poco ya que nunca había golpeado con tal fuerza pero fue lo único que se le ocurrió.
Abrió lentamente uno de sus ojos cuando el hombre dejó de moverse con brusquedad y apretar su brazo, se quedó en la misma posición viendo ahora con sus ojos abiertos hacia las personas que se habían puesto a su alrededor y ahora estaban sorprendidos y podía notar claramente que preocupados. Poco a poco aflojó su agarre con cautela y la respiración agitada, sus mejillas rojas por el calor del momento, y su cabello despeinado, teniendo varios mechones en su rostro.
Miró confundida hacia el hombre el cual tenía el rostro morado y los ojos blancos. Asustada soltó su agarre y se quitó de encima suyo pero no tardó en colocar sus dedos en su cuello y asegurarse que no lo había matado, aunque era exagerado de su parte, sólo lo ahogó al punto de desmayarlo, pero bueno, es Masumi.
—Que alivio... —susurró efectivamente con alivio la azabache echando su cabeza hacia adelante para usar su brazo y pasar todos sus cabellos hacia atrás aunque los que usualmente usaba adelante volvieron lentamente.
—Masu-chan.
Se sobresaltó apenas escuchó repentinamente aquella voz, sobretodo cerca. Levantó la cara con varios cabellos sobre ésta pero dejando acceso a sus ojos y su rostro aún algo agitado, dejando salir pequeñas y rápidas exhalaciones en busca de regularizarse. Vio a aquel niño de ojos oscuros a un lado de ella, mirándola fijamente desde arriba debido a que estaba arrodillada.
Parpadeó un poco achicando sus ojos hasta que al instante pudo reconocerlo, alzando levemente sus cejas y ladeando su cabeza. —¿Manjirō-kun?
—¡Me recuerdas! —
rápidamente su expresión colocó una sonrisa como si se sintiera satisfecho y feliz de que lo recordara—. Mira, él es Kenchin. Kenchin, ella es Masu-chan o Angel, aunque yo sólamente puedo decirle así.
La azabache aún en el suelo miró hacia la dirección a donde le habló el rubio encontrándose con otro rubio, bastante alto que la hizo alzar su cabeza al punto de echarla para atrás para poder verle el rostro, notando como estaba al lado del joven Sano. Él no dejaba de mirarla con seriedad aunque se veía un poco confundido por todo lo que vio, notándose por la pequeña gota de sudor que resbalaba a un costado de su rostro.
Masumi lo miró, Ken la miró, y Manjirō los miraba, en espera de que alguno reaccionara, estando en medio de ellos, ignorando al mundo a su alrededor, sobre todo a las personas que se acercaron finalmente y ahora revisaban al desmayado hombre en el suelo que estaba soltando espuma por la boca.
—Hola... —saludó tímidamente la azabache colocando una mirada apenada pero curiosa hacia el contrario, sobretodo a qué tuviera un tatuaje en la sien aunque en aquel ángulo no podía ver con claridad de que era.
—Hola. —saludó devuelta el del tatuaje del dragón alzando su cabeza en un gesto de saludo. Ahora se sentía con varias preguntas e inevitable intriga por lo que había acabado de ver.
CAMINABAN AHORA DEVUELTA A LA dirección que iban desde un principio, iba nuevamente con las manos en sus bolsillos mientras miraba hacia el frente y luego de reojo a la nueva conocida que tenía. Manjirō caminaba con una pequeña sonrisa en sus labios junto a Masumi que cargaba con el bolso en dónde iba todo el dinero de la tienda, estaba en silencio un poquito incomoda debido a la enorme vergüenza que pasó enfrente de ellos. Vaya primera impresión con el amigo de Manjirō.
Éste mismo miró hacia la contraria que iba bastante callada aunque con lo -muy poco- que convivió con ella anteriormente pudo darse de cuenta que era alguien penosa, sobretodo que se sonrojaba con facilidad. Por ejemplo, justo ahora cuando la miró, notó sus mejillas encenderse ligeramente y como su mirada se colocaba avergonzada, cosa que lo hizo sonreír para si mismo; le gustaba ver aquellas reacciones suyas.
La siguió observando hasta que viajó su mirada hacia el bolso que tenía e inevitablemente a su antebrazo, su sonrisa se esfumó completamente cuando notó las marcas rojizas de una mano junto con algunos rasguños. Supo que fue por el tipo de hace momentos atrás, a quien detuvieron, y había tratado de quitarse de su dificultoso agarre.
Su mirada se oscureció y luego tomó su antebrazo sorpresivamente y lo miró de más de cerca, haciendo que Masumi sorprendida diera unos pasos sobre su pie hacia él por lo repentino que había sido, Ken también se mostró confundido por la acción de Manjirō, hasta que se fijó en el estado de su antebrazo, se veía que ardía.
—¿Duele? —preguntó directamente Manjirō sin quitar su mirada de su piel tan pálida y ahora nuevamente maltratada. Masumi notó que su tono de voz se volvió apagado, por alguna razón que sólo Ken entendió; se había molestado.
—A-ah, sólo un poco. No debes preocuparte por eso, Manjirō-kun —sonrió apenada y nerviosa la Kiyoko mientras que alzaba sus hombros—. Ya paso así que no hay nada que hacer con un golpe así. Sinceramente, el golpe de mi pierna fue más doloroso.
—¿Golpe? —cuestionó Ryūguji alzando una de sus cejas, viendo como la azabache volteaba a mirarlo por sobre su hombro—. Mikey ¿habla de la pierna lastimada que dijiste que tenía cuando la conociste? —preguntó ahora hacia el rubio que seguía mirándole el brazo.
—Si. —respondió sin rechistar y después miró fijamente a Masumi quien lo volteó a mirar al notar como la observaba—. Aún no me dijiste por qué tenías la pierna así o quién te hizo eso, para romperle la cara.
El rostro de la contraria se contrajo en sorpresa al sobresaltarse por lo que había dicho su contrario. Le causó pequeños escalofríos que haya dicho aquellas palabras de forma tan fría, también se confundió y desconcertó por la amenaza y también por el hecho de que haya acusado de esa manera como si hubieran hablado varias veces.
Sinceramente desde la semana pasada que no lo volvió a ver, así que era algo desconcertante que lo dijera de esa forma. Sabía que él había dicho que quería que fueran amigos y todo eso, pero debido a órdenes de su papá no salió por una semana de la casa para que pudiera reposar y todo eso. Por mucho que hubiera pensando en todo aquel asunto, no se le había dado oportunidad en hablar con Manjirō o sobre él, más que nada con Shin'ichirō a quien le preguntó cómo estaba al igual que Emma.
Soltó sudor de forma nerviosa mientras que negaba rápidamente con la cabeza por la acusación y amenaza de parte de Manjirō, ya que lo había entendido todo mal. Le daba algo de vergüenza admitir la forma tonta en la que se lastimó la pierna pero tenía que hacerlo antes de que sacara conclusiones erróneas.
—¡N-no, no, nadie me hizo eso! —chilló un poquito exaltada y con sus mejillas rojas—. F-fue una manera tonta en la que me hice ese golpe, realmente —explicó volteando su cabeza hacia adelante mientras que bajaba un poco sus párpados. Le colocaba los pelos de punta tener los ojos de Manjirō y Ken en ella tan fijamente, porque sabía que, si el más alto había preguntado en primer lugar, estaba atento a la situación—. Estaba en mi trabajo tratando de alcanzar la punta de un estante y pues me comencé a subir en varias cosas, incluyendo una silla, y me caí cuando perdí el equilibrio, también me cayó encima de la pierna...
—¿El estante? —interrumpió el del tatuaje mientras que el más bajito entre ellos asentía varias veces como concordando con su pregunta.
—¡N-no! Si fuera así no estuviera caminando ahora y no saldría de casa por mi papá. Casi no me dejó salir sólamente porque aún tengo morada la pierna —bromeó un poco con una ligera sonrisa para después respirar hondo desviando la mirada hacia el bolso—. Me cayó encima la silla. Cómo era bastante alta y de un material bastante duro, me lastimó la pierna... —murmuró colocando sus labios hacia afuera, como un pez.
Ambos rubios se quedaron en silencio con una expresión desconcertada, parpadearon varias veces y al mismo tiempo hasta que terminaron observándose entre si como si hubiera sido automático. Masumi se colocó más nerviosa por aquel repentino silencio hasta que escuchó un «Pff» de parte de ambos y casi al instante ambos comenzaron a carcajearse como locos.
Sus mejillas no podían estar más rojas, su rostro en general se colocó rojo y casi estuvo por echar humo por su orejas ante la forma en la que estaban riéndose hasta el punto de que varias personas ya los estaban mirando confundidos y extrañados de que se rieran casi a todo pulmón. Estaba segura que hasta la tienda de Kira podían escucharse sus risas y eso que faltaba media cuadra todavía.
Había corrido demasiado, pero bueno, tampoco es que sea malo hacer un esfuerzo así.
—¡Vaya, es una forma de verdad tonta de lastimarte! —exclamó Ryūguji burlón y sintió como colocaban una mano en su cabeza y la echaban hacia adelante, pero de forma amistosa—. Yo pensé que había sido por qué eres alguien que busca problemas, sobre todo con el escándalo que diste por allá. —señaló con su pulgar hacia atrás, teniendo una sonrisa en sus labios.
—¡Es demasiado gracioso! —fue lo único que pudo decir Manjirō el cual estaba agarrándose la barriga y casi muriéndose de la risa ahí mismo. Masumi quería que la tierra la tragara—. Ya te imagino cayendo así «Pium» y después la silla haciendo «Fush». —dijo haciendo exagerados movimientos con las manos hasta que volvió a carcajearse.
—¡A-ahora los que están haciendo un escándalo aquí son ustedes! —chilló la de ojos rosados de forma reprochada de que Ryūguji haya dicho que ella hizo un escándalo anteriormente y ahora andén llamando la atención de todos con sus "delicadas" risas.
Las cuales aumentaron ante su queja.
La mayoría del tramo de regreso se la pasaron riéndose o burlándose, aunque de una forma amigable... y vergonzosa, muy vergonzosa para ella que caminaba con una nube de pena ajena y propia encima de ella, echando humo por sus orejas ante lo caliente que estuvo su rostro, igual que un tomate en buen estado y recién cosechado.
Masumi fue la primera en pasar al local dejando a ambos contrarios en la entrada cuando se detuvieron con curiosidad al verla entrar allí. Ambos dedujeron que era en dónde trabaja, y Shin'ichirō le había dicho a Manjirō dónde era. Vieron a su contraria ser recibida con conmoción y mucho alivio cuando entregó el bolso, pudieron presenciar como la pelirroja casi se vuelve en un estado líquido ahí mismo por las lágrimas y también como apretujaron como un osito a Masumi.
Manjirō casi al minuto se adentró a la tienda con total confianza, mirando a su alrededor y siendo seguido por un ya tranquilo Ken quien observaba a cualquier punto y veía como Masumi se dirigía a los estantes. El rubio más pequeño llegó cerca de ella viendo como estaba recogiendo algunos cartones de leche y los colocaba en el refrigerador y al hacer eso recogía los que se habían derramado en el suelo y los botaba en el tacho de basura.
—Nee nee, Masu-chan. —llamó el de orbes oscuros con tranquilidad y una sonrisa—. ¿Ésta fue la malvada silla que te lastimó la pierna? —señaló a una silla que estaba situada contra la pared con una caja de latas de comida.
La posición de la segunda más alta -y más baja también, como si estuviera en medio de Ryūguji y Sano en términos de estatura- se colocó rígida comenzando a temblar con un yogurt en su mano y su rostro se colocó rojizo. Escuchó una risa de parte de Ken al entender el chiste.
A los segundos Manjirō no esperó para reírse de forma animada siendo imitado por Ken debido a lo contagiosas que eran su risas, Masumi por su parte estaba temblando de frustración en su lugar por el prácticamente bullying que le estaban haciendo ahí mismo y no podía objetar, ya que si, había sido una forma muy tonta que se haya hecho tremendo hematoma en toda su pierna por simplemente su imprudencia de alcanzar la cima y que después la silla se le viniera encima. Incluso era más impactante que le hubiera caído el estante, pero no estaría allí para contarlo. Estaría en su casa, amarrada a su cama por su padre para que no se levantara.
Sabía que él era alguien bastante exagerado, una vez Aki, su hermanita, se raspó el codo y su padre la cargó para que no tuviera que caminar coja en el camino. Si, algo gracioso que él pensará que por rasparse el codo terminará coja.
—¡Y-ya dejen de reírse! —se quejó la azabache de cabello corto avergonzada.
Volviendo a la escena, Kira se apareció confundida por el pasillo al escuchar dos risas que no pudo reconocer. Observó como habían dos niños desconocidos para ella, uno bajito rubio y un alto igualmente rubio con un sorprendente tatuaje en la cien, sorprendiéndose por eso ya que parecía alguien jóven -o algo así- y como la pequeña azabache estaba regañándolos con el rostro rojo.
Ladeó su cabeza levemente hacia un lado confundida, pensó que se estaban burlando de mala manera de ella pero al ver cómo ahora el más alto le revolvía el cabello a Masumi exageradamente pero a su vez de forma amigable pudo entender que estaban conviviendo como amigos, parecían serlo. Ciertamente la Kiyoko podía sentirlos como unos amigos, unos que eran bullyings amigables sobre cómo se lastimó la silla, pero eran amigos.
O eso creía. Manjirō o «Mikey» le había dicho que fueran amigos la primera vez que se vieron. Ella no se negó, literalmente no tenía ningún amigo de su edad para variar y tampoco es que si tuviera lo rechazaría, se veía como alguien agradable, excéntrico, pero agradable y eso le gustaba. Le causaba bastante intriga lo que podría esconder detrás de sus ojos tan oscuros que la hacían perderse. Era un chico agradable y sinceramente, si quería ser su amiga.
También del tal «Kenchin», parecía alguien bastante agradable, aunque un poco más maduro, o al menos eso le parecía. Apenas estaban conviviendo ese día como para decir que idea tenía sobre su carácter, aunque tampoco es que lo sepa con exactitud con Manjirō. Lo que sabía, es que de alguna manera quería convivir con los dos y poder considerarlos buenos amigos, ya que el tiempo lo diría y como terminaría enlazando un lazo de amistad con ellos.
Si, eso quería.
—Masumi-chan. —llamó la pelirroja interrumpiendo a duras penas las risas del dúo de rubios quienes la miraron con curiosidad al igual que la nombrada quien volteó su cabeza hacia ella, expectante a lo que le diga—. ¿Son tus amigos?
Pestañeó varias veces ante la pregunta de la contraria observándola ciertamente desconcertada al punto que inclinó ligeramente su cabeza con un rostro confundido. Miró hacia Manjirō y después a Ken que estaban reincorporándose de las carcajadas que se dieron en varias respiraciones, sin darles mucha atención a la conversación ya que miraban a otro lado.
Abrió ligeramente sus labios como buscando una respuesta aunque rápidamente el apellidado Ryūguji la interrumpió, colocando su brazo encima de su cabeza. —Si, lo somos. —respondió el chico con una sonrisa en sus labios. Se señaló con el pulgar primero y después a Manjirō quien rascaba su panza—. Soy Draken y él es Mikey, somos amigos de Masu.
—Angel. —aclaró de la nada el rubio menor con bastante normalidad. Las mejillas de Masumi se colocaron ligeramente rojizas por aquel apodo, seguía sin acostumbrarse—. No, espera, sólamente yo puedo decirle así. Si, somos amigos de Masu-chan.
La pelirroja mostró interés por lo que decían los niños, sobre todo por el curioso apodo que había dicho primeramente el más bajo a quien miró varios segundos. Pudo reconocerlo como el hermano menor de Shinichiro, ya que algunas veces lo había visto cuando de milagro acompañaba al de cabello negro a la tienda. Recuerda perfectamente que se la pasaba viendo la sección de dulces o durmiendo a cargas del mayor.
Miró hacia el del tatuaje, agachó su cabeza hacia la fémina menor y después fue ladeando una sonrisa, a la par que su cabeza, con una expresión cálida seguida de una pequeña risita que provocó que los tres la mirarán.
—Ya veo. —dijo tranquilamente y después le sonrió de nueva cuenta—. ¿Por qué no vas con ellos? Puedes salir antes hoy, así puedes tomar aire libre y pasar tiempo con tus amigos.
Masumi se mostró confundida y sorprendida de que haya dicho eso, alzando sus cejas inmediatamente dispuesta a negarse y ser modesta de que no era necesario, aunque tampoco sabía porque razón le estaba dando el permiso de salir antes hoy. Apenas eran las cuatro de la tarde, apenas había estado una hora en el local. No había hecho mucho.
—Ya sé lo que dirás, y no te preocupes. Ya hiciste mucho hoy. No apruebo que te hayas lanzado a un matón tampoco, pero fue suficiente trabajo para ti. —aclaró la mayor dándole una palmadita en su hombro, tomando el cartón de leche que tenía entre sus manos dispuesto a botar a la basura ya que estaba todo derramado—. Anda, ve, yo le diré a tu mamá. —le guiñó el ojo.
La azabache seguía sorprendida en su lugar, la verdad ya se le había medio olvidado lo sucedido hace tan sólo minutos atrás, poco a poco cayó en cuenta cuando sintió de nuevo el ardor en su antebrazo y también el de sus rodillas por tanto esfuerzo. Era alguien fanática de correr pero no fue lo único que había hecho, había forcejeado con un tipo el triple de grande que ella.
Sus ojos brillaron cuando estuvieron apunto de cristalizarse, iba a decir un «gracias» pero unas manos la agarraron y después la jalaron hacia adelante para darse de cuenta de que ya la estaban sacando casi a rastras del local cuando Manjirō la tomó de la mano y salió corriendo junto con Ken.
—¡Vamos, Masu-chan! Quiero que conozcas a los demás. —dijo Manjirō quien la agarraba de la mano para que corriera a la par de ellos.
Masumi seguía en su trance con sus ojos brillosos por las pequeñas lágrimas que querían escaparse de sus párpados, aunque no tardaron en salir unas dos o tres debido a la velocidad en la que iban pero quedando como cristales en el aire y desvaneciéndose.
Apenas podía procesar todo, el viento hacía que los cabellos que usualmente iban a su cara revelara sus facciones. Miró hacia Manjirō principalmente que iba con una enorme sonrisa en sus labios mirando hacia el frente y después a Ken que iba también con una pequeña sonrisa, corriendo a la par de ellos. Observó unos segundos la mano que le sostenía el más bajo aún en un trance.
Sus mejillas seguían ruborizadas por el mínimo llanto que tuvo pero después subió el rostro. Sonrió un poco más y asintió para correr más dispuesta a la par de ellos a quien sabe dónde, pero sabía que era para conocer a los amigos de ambos rubios, supuso. No sentía tanto miedo, se sentía segura así que podía confiar en ellos ciegamente.
Asintió con entusiasmo mientras sonreía a labios cerrados, con sus mejillas ruborizadas y sus ojos aún brillantes, pero teniendo destellos de emoción en sus pupilas, resaltando más el tono rosado de ellos.
—¡Si!
—¿ALGUNA VEZ TE HAS SUBIDO EN una moto?
—¿Ah? —musitó confundida la azabache mientras ya caminaban más tranquilos ya que se había agitado al igual que ellos, teniendo sus respiraciones algo irregulares pero más tranquilas que minutos atrás.
Ahora caminaban por la zona donde vivía Manjirō, ya que recordaba como Shinichiro había pasado por aquel lugar cuando la llevó a su casa para atenderla. Pudo apreciar mejor su alrededor, apreciando las lindas casas que habían sin evitar sonreír al verlas, sobre todo cuando vio a un perrito en uno de los patios persiguiendo una ardilla.
Seguía de la mano con Manjirō pero aquello había quedado de segundo plano a su memoria ya que no estaba del todo consciente de que seguía con aquel agarre con él, aunque tampoco parecía importarle o querer soltarla. Aunque aún así, su cuerpo si estaba al tanto provocando que sus mejillas estuvieran todavía con un ligero rubor fuera de lo natural.
—No... —murmuró confundida la única fémina, ladeando su cabeza ligeramente hacia un lado al no entender su pregunta—. ¿Por qué lo dices, Ken-kun?
—No me llames así, dime Draken. —se quejó un poco el más alto quien estaba caminando hacia un vehículo motorizado aparcado enfrente de la casa que recuerda era la de Manjirō por el estilo de rejas de enfrente.
Pestañeó levemente por sus palabras como si no comprendiera a qué se refería, Manjirō estaba observando hacia al frente teniendo su mano libre en los bolsillos de su pantalón.
—¿Ryūguji-kun?
—¿Eh? No, mucho menos. Sólamente dime Draken, suena mejor.
—Pero tu nombre es lindo; Ken-kun. Suena bien también... —murmuró amigable la azabache mientras sonreía más tranquila, sintiéndose en más confianza poco a poco—. Ken-kun.
El nombrado suspiró ya un poco harto de aquello así que dejando salir un bufido negó con la cabeza, resignado a que lo llamara así ya que no había de otra. No iba a terminar discutiendo con una niña, aunque según ella les dijo tenían la misma edad, incluso debido a los meses eran ambos mayores que Manjirō, por ahora, al menos. Masumi simplemente sonrió contenta de poder llamarlo así, sinceramente era alguien que también tomaba confianza demasiado rápido. Con sólo unos minutos ya se mostraría más animada y abierta, incluso con niños de su edad.
No era mentira, seguía sintiendo los nervios en su cuerpo de tener que estar con alguien de su edad, sobretodo con dos chicos, pero tampoco podía quedarse estancada por siempre en la vergüenza y miedo de alguien desconocido. Si todos fueran así, nadie fuera amigo de nadie, así que se tomaría el esfuerzo de ser más abierta o más confiada.
Sus ojos mostraron curiosidad cuando vio aquella moto, miró a su misma vez confundida al más alto de que tuviera un vehículo a su edad. ¿Eso se podía? ¿no era demasiado joven aún como para portar un vehículo, y sobretodo motorizado? Varias preguntas comenzaron a volar imaginariamente alrededor suyo al tratar de hacerse teorías de dónde la habrá sacado. Lo único que pensó es que alguien se la regaló.
—Ven, Masu-chan. Súbete. —le dijo el más bajo en cuando el se subió detrás de Draken cuando el más alto se había montado en la moto cuando dejó de aparcarla para poder encenderla.
Sintió nuevamente un jaloneo en su agarre para que se subiera. Dudó un poco pero con lentitud y cuidado fue subiéndose, sinceramente nunca se ha montado en un vehículo así. Simplemente los veía desde lejos y pensaba en lo rápidos que iba porque al segundo se perdían a la vista ante la velocidad. Le daba un vuelco en su pecho el que terminarán lastimados por tanta velocidad.
Se agarró primeramente al asiento cuando no supo de dónde sostenerse. Estaba en la punta de la motocicleta, detrás de Manjirō quien estaba detrás de Ken quien era el conductor y ya lo había encendido en unos dos movimientos y el vehículo rugió lentamente y de forma tenue. Pudo sentir como incluso comenzó a temblar.
De la nada, le colocaron un casco en la cabeza hasta que le tapó la vista debido a que se lo colocaron así nomás, miró hacia su alrededor confundida hasta que levantó ligeramente la superficie para poder revelar sus ojos que miraron al más alto quien ya colocaba sus manos en el manubrio y aceleraba, aunque sin avanzar.
—Bueno, aquí vamos.
Parpadeo desconcertada por el avisó del más alto y fue lo de menos cuando arrancó a toda velocidad y la pobre casi se cae hacia atrás ante el impulso y sale volando por la velocidad que usó y el impacto del viento. No evitó incluso soltar un grito espantada por el miedo que la consumió que incluso sus ojos comenzaron a soltar lágrimas cómicas y estaba más pálida de lo normal, sentía que se iba a terminar cayendo del vehículo.
No evitó aferrarse a Manjirō como un koala en un intento de no caerse pero casi aplastándolo y ahogándolo por la fuerza que implementaba, que si no fuera porque él se agarró al asiento con una mano y a la camisa de Ken con la otra hubieran salido volando los dos.
—¡Oye, me aplastas! ¡nos vamos a terminar cayendo los dos! —se quejó el rubio menor mientras que evitaba no terminar perdiendo el equilibrio por la pobre niña que estaba llorando incluso—. ¡Kenchin, Masu-chan me apretuja mucho! ¡ayuda!
—¡Te aguantas!
→S H A N X L A B Y X←
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