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𝟕 ━ El cáliz se torna rojo.

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𝐄𝐋 𝐂𝐀́𝐋𝐈𝐙 𝐒𝐄 𝐓𝐎𝐑𝐍𝐀 𝐑𝐎𝐉𝐎

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Los cotilleos envidiosos de Pansy Parkinson y su grupo de Slytherin llegaron rápidamente a los oídos de Angelina Johnson. Cierto pelirrojo estaba caminando por los terrenos del castillo junto a Agatha Krum. Johnson quiso pensar lo mejor, y cuando sus amigas le dijeron los rumores que rondaban el colegio, dijo que ella estaba segura de que hablaban de George. Pero no lo estaba.

La morena era segura de sí misma, no sabía por qué esa información la molestaba tanto. No sabía por qué sentía la necesidad de escabullirse para confirmar que Fred estaba con George y no con otra chica.

¿Qué estaba haciendo Fred o George con Agatha Krum? ¿Cómo lo habían logrado cuando ella no tenía ni veinticuatro horas de haber llegado? ¿Y por qué se lo ocultó?

Y lo más importante, ¿ella se sentía atraída por alguno de ellos?

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— ¿Cuánto tiempo estarás aquí? —el escenario ideal para Fred era que Agatha repentinamente decidiera cambiar de escuelas.

Ya se habían devuelto al vestíbulo de Hogwarts. Sin sentir el tiempo, entre historia y broma, habían pasado algunas horas y los alumnos empezaban a reunirse para escuchar quienes serían los afortunados tres magos en ser seleccionados. Mientras hablaban, Fred pudo aprender muchas cosas de la chica y se dio una idea de cómo era estudiar en el norte.

―Todo el curso, lo que duraráel torneo ―dijo ella―. Al llegar a casa, Viktor se va a graduar y a mí sólo me faltarán seis meses para graduarme también.

― ¿Y qué harás después?

―Dedicaré mi tiempo completo al jugar ―Agatha sabía exactamente lo que quería y cómo lo quería, y también sabría que lo obtendría― Nada me apasiona más que el quidditch. Es lo único a lo que me gustaría dedicar mi vida.

Fred iba a hacer un comentario, pero se limitó a asentir con la cabeza cuando un rubio oscuro se acercó dando pasos enormes hacia ellos seguido de otro chico. La búlgara les ondeó la mano con naturalidad y les pidió que se acercaran.

El pelirrojo repentinamente se sintió competitivo. Los amigos de Agatha eran bastante grandes, ninguno de los dos era tan alto como él, pero uno de ellos tenía los brazos como un par de piernas. Se veían elegantes y muy brutales. Fred Weasley los reconoció de los mundiales. Los mismos que alejaron a Agatha luego de haberla golpeado.

¡Aquí estás! No podíamos encontrarte. ¿Qué estabas haciendo? ―le preguntó Aleksandr a Agatha en el idioma eslavo.

Haciendo amigos, por supuesto ―Agatha sonrió traviesa y Aleksandr suspiró como si se hiciera una idea―. Fred, déjame presentarte a mis amigos. Estos son Aleksandr y su hermano Isak. Chicos, él es Fred Weasley. Creo que lo recuerdan, apostó contra mí en el mundial.

El lenguaje corporal de Fred cambió por completo. Se paró derecho con los hombros hacia atrás, exhibiendo su enorme estatura, en un porte casi antinatural que pretendía verse más grande que el par de chicos búlgaros. Agatha no pasó desapercibido el cambio repentino, causándole curiosidad, pues parecía un pavorreal abriendo su plumaje

― ¡Ah, clarro! Mucho gusto, Frred. Tienen una buena escuela ―Isak decidió romper el hielo e instintivamente le tendió la mano a Fred para estrechar.

El Weasley sacudió la mano del chico y tan pronto como lo hizo se vieron rodeados de más personas.

Katie Bell fue la primera que vio a Fred y a Agatha juntos y le había intentado decir a sus amigos, recibiendo solo burlas y chistes de su parte. Así que arrastró a Lee y a George para que le creyeran.

― ¡Te estábamos buscando! Veo que estabas dando la bienvenida a los invitados ―Katie sonreía nerviosa sin quitar la mirada de los extranjeros.

Fred de repente se sintió abrumado por sus amigos y por los amigos de Agatha que por un momento no supo qué decir. No le había dicho a nadie su invitación hacia Agatha ni siquiera a George por el temor de humillarse a sí mismo si la chica hubiese decidido rechazarlo. George lo golpeó levemente en la nuca.

― ¿No nos vas a presentar? ―inquirió su gemelo con tono perverso.

―Agatha, estos son mis amigos, Katie Bell y Lee Jordan y mi hermano George, creo que ustedes ya la conocen ―Fred exageró muchísimo su voz naturalmente ronca y gruesa.

George evitó con todas sus fuerzas no soltar una carcajada, pero una pequeña risa salió de sus labios, la cual trató de disimular con un tosido falso. Los Durmstrang agitaron manos con los Gryffindor en gesto de amabilidad y empezaron a hablar de cosas rutinarias como sus edades y su emoción compartida por el Torneo.

― Oye, Agatha, supongo que si no te escogen en la copa tendrás mañana libre ―Lee parecía ser el que estaba más cómodo del grupo. Hablaba con soltura y hacía chistes, ganó confianza con rapidez―. ¿Por qué no desayunan con nosotros? El campo de quidditch estará desocupado, no sé si les gustaría jugar un partido amistoso. Después de todo, el objetivo de todo esto es que las escuelas se unan ¿no? Tus amigos también están invitados, por supuesto.

Agatha miró a sus amigos quienes se debatían ante la propuesta. Lee esperaba una respuesta ansioso.

―Sí, claro, suena bien ―contestó Krum con una sonrisa, tomando una decisión por sus compañeros. Al final quería una excusa para ver al pelirrojo de nuevo.

― ¡Es una cita, entonces! ―Katie también se había emocionado y no esperaba contarles a los demás.

Sestrá¹...

La voz carrasposa de Viktor Krum hizo que los parlanchines británicos se callaran instantáneamente. Agatha se volvió para observar a su hermano con las manos detrás de su cuerpo, mirando hacia dentro del comedor. Los alumnos que pasaban junto a él lo esquivaban con temor de molestarlo. Viktor no le devolvió la mirada a nadie.

―Entonces, nos vemos mañana ―expresó Isak, vivaz y les dio un sacudón de manos a sus nuevos amigos antes de echarse a andar y desaparecer dentro del Gran Comedor.

Aleksandr se despidió, pero esperó a su mejor amiga antes de irse. Agatha miró a Fred y sonrió mostrando sus dientes perlados recibiendo de parte del chico una media sonrisa. No quiso dejar esperando a su hermano, si lo hacía sabía que éste le daría un sermón.

Grracias, Frred. No puedo pensar en una mejor manera de pasar mi primer día aquí. Eres un gran guía. Espero que podamos hacerlo de nuevo ―Agatha se acercó rápidamente y le dio un beso en la mejilla al pelirrojo que instantáneamente empezó a colorarse como su cabello―. ¡Deséenme suerte!

Agatha guiñó hacia el grupo y se marchó con Aleksandr. Fred la observó cómo quien observa un espejismo y se pregunta si es real. Totalmente absorto. La observó caminar y hablar con el rubio hasta que desapareció.

―Uh, supongo que siempre tienes que ir a lo grande y quien más grande que Agatha Krum. ―George bromeaba a su derecha viendo la expresión de su gemelo.

― ¿Y sabes que es lo peor? Creo que hasta podrías tener una oportunidad ―Katie aún no podía creer la interacción que acababa de suceder.

―Necesito una explicación de cómo diablos lo hiciste, Fred. Acabamos de conocer a Agatha Krum. ―Lee miró a Fred, esperando una extensa explicación.

Todos hablaban, atónitos cuando Angelina Johnson y Alicia Spinnet se acercaron hasta ellos. Angelina, juguetona, le besó la mejilla a Fred sacándole la reciente fotografía de Agatha de su memoria y devolviéndolo a la realidad.

― ¿Cómo te fue en la enfermería? ¿Sucedió algo interesante en mi ausencia? ―preguntó la morena.

―No me lo creerías si te lo cuento ―suspiró Fred, prestándole atención a su novia.

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― ¿Ya te decidiste por él? ―quiso saber Aleksandr, mientras andaban hacia donde se encontraba Viktor―. ¿Tan rápido?

―No he decidido nada. Me invitó a «darme un tour» por el colegio, eso es todo. Intento tantear sus intenciones.

―Ajá, ¿y cómo te fue con eso?

―Bien, es gracioso, debo admitir que eso me gustó un poco. Hace buenos chistes y es amigable.

―«Gracioso» ―repitió Aleksandr con una sonrisa―. No me habías dicho que estabas buscando un bufón.

―Quizá sí lo esté. Alguien que no se tome tan en serio la vida como Vas ―respondió Agatha, ladeando la cabeza―. De cualquier manera, por el momento, sólo quiero hacer amigos.

―No necesitas más amigos, ya me tienes a mí. ¿No soy suficiente para ti? ―bromeó Alek y Agatha chasqueó la lengua.

―Te estuve buscando toda la tarde ―las palabras salieron de la boca de Viktor con tono de reproche apenas llegaron hasta él, pero nada podía quitarle el buen humor a su hermana.

Aleksandr no quiso quedarse a que lo regañaran también a él y se metió en silencio al comedor.

― ¿Intentas hacerme creer que no estuviste rodeado de fanáticos todo el día? ―replicó Agatha―. Seguro no te diste cuenta de que no andaba por ahí.

―No hablamos de mí, Ag. Hablamos de ti. ¿Con quién estabas? No con Sokolov, vi que estaba muy ocupado mostrándoles los bíceps a las francesas.

―Estuve socializando. ¿Por qué estás tan agitado? ¿Por si no te eligen?

―No, no es eso. Es que siento como si algo no estuviera bien.

―Algo cómo ¿qué?

―No lo sé.

―No pasa nada, Vik. Mírame ―Agatha se detuvo y le miró directamente a los ojos mientras ponía sus manos en los hombros varoniles de su hermano―, creo que tu intranquilidad es debido al torneo. No hay nada de qué preocuparse, somos Viktor y Agatha Krum, ¿no? Somos invencibles. A alguno de nosotros van a elegir y vamos a ganar.

Aunque quizá no contaban con certeza absoluta, las palabras seguras de Agatha hicieron que Viktor bajara la guardia. Él asintió dejando salir un resoplido y sin mediar palabra, entraron al comedor. El Cáliz de Fuego había sido movido hacia el comedor y yacía delante de la mesa de los profesores.

El grupo de Durmstrang se había organizado y ya estaban sentados en su mesa. No tomó mucho antes de que los alumnos rebosaran el recinto. Era imposible no notar el nerviosismo colectivo que inundaba la sala. Agatha miró a los lados y observó cómo Dimitri estaba a punto de llegar a la piel mientras se comía las uñas, cómo Varsok golpeaba la mesa con sus dedos con impaciencia, como una alumna de Beauxbatons se peinaba el cabello con la manos con intensidad. Y la lista seguía y seguía.

El festín apareció frente a ellos, pero nadie se sentía en las condiciones para comer. Pasaron varios minutos y las mesas se limpiaron. El director de Hogwarts se puso de pie. Agatha empezaba a sentir la presión, formándosele un nudo en el estómago.

—Bien, el cáliz está casi preparado para tomar una decisión —anunció Dumbledore—. Según me parece, falta tan sólo un minuto. Cuando pronuncie el nombre de un campeón, le ruego que venga a esta parte del Gran Comedor, pase por la mesa de los profesores y entre en la sala de al lado —indicó la puerta que había detrás de su mesa—, donde recibirá las primeras instrucciones.

Agatha no se atrevió a ver, cerró sus ojos con fuerza, expectante. Cuando los volvió a abrir la sala estaba en penumbra a excepción del fulguroso cáliz. Jadeó cuando las llamas, anteriormente azules, se tornaron de un carmesí intenso creando un baile hipnótico, luego escupió el primer pergamino.

Apenas podía respirar, estiró su mano en la oscuridad hasta llegar a la de Viktor y la estrujó con tal fuerza que hizo tronar los huesos del chico. Dumbledore tomó el pergamino y se tomó un segundo para leerlo a la luz de la llamas nuevamente azuladas.

«Elígeme a mí, elígeme a mí, elígeme a mí. Por favor, elígeme a mí» ―suplicaba en silencio.

—El campeón de Durmstrang —leyó el viejo con voz alta y clara— será Viktor Krum.

El vitoreo ahogó todo pensamiento que pasaba por su mente.

Todos los de Durmstrang estaban de pie y los gritos de emoción y aplausos resonaban con intensidad en los oídos de la chica quien se había puesto a aplaudir también, a pesar de que la decepción comprimía su cuerpo y le mareaba. Viktor agitó su puño con satisfacción, recibiendo las palmadas varoniles de felicitación del resto de sus compañeros. Miró a Agatha y ella forzó una sonrisa, lo único que le daba paz era saber que podría vivir la experiencia a través de su hermano.

Él se levantó de su asiento y caminó hasta la puerta indicada por Dumbledore para desaparecer tras ella.

— ¡Bravo, Viktor! —Karkarov agitaba sus puños en el aire con júbilo—. ¡Sabía que serías tú!

La búlgara gruñó debajo de su aliento. Por supuesto que Karkarov estaría a rebosar de júbilo al saber que su favorito era su campeón. El cáliz no tardó en volverse rojo para escupir otro nombre.

—La campeona de Beauxbatons —dijo Dumbledore— es ¡Fleur Delacour!

Agatha no se concentró en la campeona sino en la reacción desconsolada de un grupo de los franceses que lloraba y pataleaba por no ser los afortunados. Por una última vez, las llamas se alzaron. Esta vez los de Hogwarts estaban más ansiosos, era su campeón después de todo. Su director tomó el pergamino expulsado por el cáliz.

—El campeón de Hogwarts —anunció—es ¡Cedric Diggory!

La búlgara aplaudió con elegancia por el muchacho y para sacudirse la desilusión empezó a comentar con sus amigos cercanos lo que acababa de pasar.

Dumbledore estaba dando sus últimas palabras para concluir el banquete. Pero se detuvo. En realidad parecía que todo el mundo se hubiese detenido en un segundo. Agatha no creía sus ojos cuando empezaron a salir chispas rojas de la copa. Algo estaba mal. El pedazo de pergamino salió de las llamas para ser atrapado por Dumbledore, éste lo leyó y le tomó un momento asimilar.

—Harry Potter —fue lo único que dijo.

Agatha buscó con desespero al muchacho entre la multitud. Eso no era posible. Todos estaban confundidos. Escaneaban a Harry Potter buscando respuesta que Harry no tenía. Por un momento, Agatha sintió pena por él. Definitivamente no estaba preparado para participar en una competición tan exigente.

«No puede ser» —se quejó su voz interna— «Eligieron hasta a Harry Potter y a mí no»

Dumbledore volvió a llamar a Harry quien permanecía petrificado. El muchacho se tambaleó y se fue hasta donde el profesor quien le ordenó adentrarse al salón donde habían ido los campeones. Dumbledore escogió sus palabras con detenimiento y envió a todos a dormir.

Se sintió pesada al intentar levantarse de su asiento. Sus compañeros hicieron lo propio levantándose con apuro. Rápidamente se agrupó con sus compañeros, pero no sin antes cruzar miradas con Fred tan confundido y decepcionado como ella.

El pelirrojo estaba junto a su hermano y los amigos que le había presentado en la tarde. Pero algo era diferente. La misma morena que lo besó en el mundial estaba tomando su mano y diciéndole cosas que Agatha no podía escuchar.

No tuvo tiempo para sentir nada, ahora lo único en su cabeza era que Harry Potter había sido elegido cómo campeón y eso significaba problemas.

Euforia y angustia se fusionaron en el aire consiguiendo crear una atmósfera difícil de digerir, cuando Agatha pisó el navío se sintió nauseabunda. Su compostura se mantuvo impecable, pero tan pronto llegó al salón común se derrumbó en un sillón. Miró a sus alrededores con cierta envidia, a sus compañeros cuya preocupación principal era empezar a celebrar, en tiempo récord habían sacado botellas de whiskey de fuego y otros brebajes hechos por ellos mismos.

Los cófrades se abrazaban victoriosos entonando canciones en sus idiomas natales y también el himno de Durmstrang. Los vasos se derramaban por el suelo, pero antes que de que se molestaran en darse cuenta, ya estaban rebosantes de nuevo. Lucía como si Viktor ya hubiera ganado el Torneo.

― ¿Todo bien? ―preguntó Isak, acercándose a ella, luego de deshacerse del abrazo de Kravev.

Isak se parecía increíblemente a Aleksandr, era difícil creer que era casi dos años menor. Ambos hermanos compartían el mismo tono de cabello y los mismos ojos claros, así como la mandíbula cuadrada. Cómo casi todos los demás, él también llevaba un corte militar, aunque ese día se le veía el cabello dorado un poco más largo.

Su diferencia se empezaba a dibujar con sus trazos de personalidad. La madre de Agatha siempre los describía como «La mente y la fuerza».

―Sí, sólo un poco decepcionada. Eso es todo.

―Esto te puede alegrar un poco.

Los dedos largos del muchacho le pasaron un vaso de licor a su amiga. El primer trago siempre es más difícil, pero Agatha había aprendido que no había nada mejor que el licor para apaciguar el nerviosismo. Miró el vaso y después a Isak para luego decir:

Nazdrave²! ―Y de un solo golpe se bebió la totalidad del envase. El ardor de la bebida que se abría paso por su garganta hizo que entrecerrara los ojos―. Gracias, Sak.

―Sé que estás desilusionada de que no eres tú, pero la victoria está en la bolsa ―dijo Isak―, ¿viste a los demás campeones? Ni siquiera Harry Potter tiene oportunidad contra Viktor. Llevarnos la copa a casa será un paseo, ya verás

Isak le guiñó el ojo y se alejó, no sin antes alzar el vaso hacia ella en gesto de brindis. Agatha sintió el peso del vaso llenándose de nuevo en sus manos.

En poco tiempo y con un porcentaje considerable de alcohol en la sangre, el recinto comenzaba asemejarse a un concurso para intentar descifrar cómo exactamente «El niño que vivió» había podido llevar a cabo ese truco.

No hubo un segundo de silencio en tres horas. La bebida hizo efecto en los varones, quienes poco a poco se rendían y se iban a dormir o simplemente colapsaban quedándose dormidos en la alfombra.

Agatha fue la última en pie. Esperó paciente frente a la chimenea por Viktor hasta que empezó a quedarse dormida en la poltrona de tela marrón, pero su hermano no llegó y ella se resignó a irse a dormir.

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1. сестра (Sestrá): «Hermana», en búlgaro.

2. наздраве (Nazdrave): Palabra en búlgaro que se utiliza para brindar.

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