𝟐𝟏 ━ Estrellario.
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𝐄𝐒𝐓𝐑𝐄𝐋𝐋𝐀𝐑𝐈𝐎
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―Mama?
Cuando Agatha entró a la sala contigua al comedor, su corazón dio un vuelco. En una esquina, hablando con su hermano, estaban sus padres. Natalya Krum era una mujer esbelta y bien formada, con mejillas llenas y caderas curvilíneas. De facciones finas y con el cabello liso negro azabache. Sus ojos eran marrón oscuro y tenía un porte y una postura de amazona. Volteó a escuchar a su hija llamarla.
Agatha corrió tan rápido que casi arrolló sin querer a la hermana de Fleur. Se abalanzó a los brazos de su madre primero. De repente, casi un año sin verla se sentía una eternidad. Su madre le devolvió el abrazo tan fuerte que la dejó sin aire.
― ¡Agafya! Pensaba en cuando te dignarías a aparecer ―cantó Natalya Krum tomando el rostro de Agatha en sus manos. ―. ¡Mírate! Te ves hermosa y peculiarmente feliz.
―No sabía que vendrías, mamá. Hay tantas cosas que quiero contarte ―sonrió Agatha dejándose apretar por su progenitora.
―Ya lo creo ―contestó ella.
―Tátko!
Agatha volvió su atención a su padre. Su barba castaña grisácea era abundante y sus ojos azules brillaban detrás de sus anteojos de trabajar. Tenía sus manos detrás de su espalda y se veía tan sólido como una pared. Cuando sonrió, las arrugas alrededor de sus ojos se hicieron más pronunciadas, revelando su edad.
Lo abrazó con fuerza, dejándose envolver por el aroma a hierbas que siempre lo caracterizaba. Él no era mucho de demostrar cariño con contacto físico, pero tomó a su hija en sus brazos con afecto y le dio unas palmaditas en la espalda. Cuando la soltó, entrecerró los ojos y la tomó de la barbilla para observar su rostro.
― ¿Qué te pasó en la nariz, Aggie? ―su pulgar delineó todo la nariz de Agatha, desde su frente hasta la punta de la nariz. Agatha sonrió, ella sabía que a primera vista parecía que no le hubiese sucedido nada, pero a Dobromir Krum y a su cerebro de experimentado medimago no se le escapaba nada.
―Aleksandr la fraccionó ―explicó Agatha, su padre ladeó la cabeza―. Cosas de magia marcial. Quedé de cuarta, por cierto. En la exhibición de Karkarov.
― ¿Por qué no te la arreglaste tú misma? Sabes cómo hacerlo ―preguntó su padre.
―Me dio un poquito de miedo arruinar la poción curativa. Me parece que quedó bien.
―Es un trabajo pulcro, pero pudo haber quedado mejor ―observó Dobromir, sintió con sus dedos la nariz de Agatha una vez más y asintió―. En casa la revisaremos con más calma.
―Está bien ―aceptó Agatha.
Abrazó de nuevo a sus padres y volvieron a la conversación que estaban sosteniendo con Viktor antes de que ella llegara. Mientras hablaban, Agatha observó a los demás ocupantes de la sala. Al otro lado de la habitación estaban Cedric junto a sus padres y Fleur acompañada de su madre y su hermana.
Cerca de la entrada estaban dos personas de cabello rojizo que se asemejaban con Fred, parecían ser familiares de él, pero no entendió la razón por la que estarían ahí. El muchacho de cabello rojizo era muy apuesto y llevaba un arete. Agatha atrapó a Fleur mirándolo con curiosidad, cuando Fleur advirtió la mirada de Agatha, la búlgara guiñó el ojo y Fleur se ruborizó. La mujer que lo acompañaba era mayor y tenía un talante amable.
Entonces entró Harry Potter. Fue recibido con abrazos por los pelirrojos. Agatha comprendió que parecían estar ahí por él.
―Vitya, ¿por qué no caminamos por los terrenos? Antes del almuerzo ―sugirió su madre, echándose la coleta alta detrás de hombro.
Viktor aceptó y la familia Krum abandonó la sala. Viktor iba junto a su padre algunos pasos detrás de Agatha y su madre. Natalya Krum entrelazó su brazo con el de su hija.
―Entonces, Agafya. ¿Cómo has estado estos meses aquí? Todo el mundo te extrañó en casa y en Rusia. Cuéntamelo todo con pulcro detalle ―sonrió su madre con complicidad.
Ella se sonrojó y empezó hablando por lo más simple.
―Bueno, he disfrutado estar aquí. Es mucho más cálido que Durmstrang, obviamente. ―comentó Agatha revoloteando sus pestañas―. Las clases estuvieron tediosas, como siempre y el camarote que me asignaron no estuvo tan mal. Hice un par de amigos. ¡Oh y hubo un baile de navidad! El director de Hogwarts se destacó con las decoraciones, tenías que haberlo visto.
― Oh, sí, recuerdo que mencionaste un baile en tu correspondencia. Viktor me contó que asistió junto a una hija de nemagicheski, me pareció adorable. ¿Con quién asististe tú?
―Un muchacho de Hogwarts de sexto año, muy guapo y amable. Cassius ―Natalya le lanzó una mirada sugerente a la menor y ella negó con la cabeza―. No es así. Yo le gustaba y él me gustaba al principio, pero se esfumó con rapidez cuando vomitó su bebida.
Natalya Krum jadeó de impresión y escupió en el suelo con desagrado. Agatha carcajeó ante su reacción.
―¡Qué desperdicio! ―se lamentó su madre―. Y si no es él, entonces ¿quién es?
― ¿Quién es qué? ―preguntó Agatha con nerviosismo, camuflado de ignorancia.
―Si quieres mentir, miéntele a tu padre, no a mí.
―No sé de qué estás hablando, mamá ―Agatha se escudó detrás de una sonrisa afable.
―Bueno, vamos a ver. Pues me tomé la libertad de revisar tus estrellas...―comenzó su madre.
―Mama! ¿Cuántas veces tengo que recordarte que estar revisando mis estrellas es una invasión a mi privacidad? Prometiste que no lo harías más.
― ¿Qué se suponía que hiciera, Aggie? Todas las cartas que me enviabas eran cortas y sin ninguna información jugosa. Me preocupaba tu bienestar ―su madre sonrió con diablura, Agatha chasqueó la lengua―. Prosigo, seguí mi instinto materno y mientras revisaba tus estrellas para ver que todo estuviera en orden, encuentro esto...
Natalya Krum sacó del bolsillo de su túnica color terracota un artefacto dorado que parecía una polvera y se lo pasó a su hija. En su tapa tenía inscritas diferentes palabras en cirílico. Recordaba pocas veces donde su madre le permitía tocar su estrellario, siempre decía que lo iba a romper y que ya no serviría de nada. El artefacto de su madre pesaba en su mano. Dudó en abrirlo.
―Ábrelo ―ordenó Natalya―. Yo te guiaré para que lo leas.
Agatha obedeció. Abrió la tapa del estrellario y una luz azulada emergió de él. Como un holograma, una constelación de brillantes estrellas se mostró frente a Agatha. Eran las suyas. Sus estrellas de nacimiento que mapeaban su vida hasta ese punto. Agatha era muy novata para leer a profundidad el significado de cada una de ellas, sin embargo podía decir las básicas. Su estrella de la salud estaba bien al igual que su estrella de la felicidad. Su madre posó el dedo en una de ellas, titilaba en dorado.
― ¿Sabes qué es eso? ―cuestionó Natalya peinándole con los dedos el cabello largo y oscuro a su hija.
―Una persona ―contestó Agatha, le dio una mirada lateral a la mujer.
―Sí, pero no es solo una persona. Es un chico ―indicó la mujer. A Agatha se le revolvieron las entrañas, soltó un sonido bajo de afirmación―. Está en todas partes. Mientras trataba de deducir qué estabas haciendo, él siempre aparecía. Y esta ―su madre posó su dedo en otra estrella que chispeaba en rosa―, eres tú cuando está cerca. ¿Por qué está tan rosa?
―No tengo idea ― Agatha intentó cerrar el estrellario. La mano de su madre se lo impidió―. ¿Estás segura de que tu lectura no está equivocada?
Su madre rodó los ojos, le dio una última mirada al estrellario antes de cerrarlo y ponerlo de vuelta en su bolsillo.
― Tus palabras pueden mentir, pero tus estrellas no ―sonrió su madre, Agatha se aflojó―. Me alegro de que no sea el que vomita licor, sería una vergüenza y me sentiría personalmente atacada. Cuéntame sobre él. ¿Novio?
―No es mi novio ―murmuró Agatha jugueteando con sus dedos.
A Agatha no le gustaban las etiquetas y según había aprendido a Fred tampoco. No había ninguna etiqueta o compromiso entre ellos, además de los besos que compartían. No sabía cómo describirle a su madre esa relación recién nacida y sin nombrar. Agatha suspiró. Su madre tomó con cariño la mejilla en su mano y le movió el rostro para que la mirara.
―Está bien ―confortó la mujer―, no tienes ninguna obligación de decidir nada. Además, este chico estrella brilla tan intenso que creo que sabré al instante quien es.
―Sabrás quien es por la manera en la que me mira ―confesó, tenía una mirada en su rostro que solo podía compararse con ojos de corazones. Su madre se conmovió e hizo una mueca de pura ternura.
―Será algo complicado porque mientras caminamos me he dado cuenta de que todo el mundo te mira como si estuvieran enamorados de ti.
―O te miran a ti ―bromeó Agatha. Natalya carcajeó.
―Tienes razón. Hablando de otra cosa, leí el artículo de ¿cómo se llama ese asqueroso periódico?
―El Profeta.
Su madre volvió a escupir al suelo, esta vez con más desagrado que la primera. Soltó un par de vulgaridades en ruso.
―Lo único que me impidió quemar ese recinto hasta sus cimientos fue tu padre. Fue una desgracia, tu abuela estaba a punto de venir desde Rusia a retar al responsable a duelo a muerte, y no la culpo. ¿Cómo se atreven?
Caminaron y su padre y Viktor se volvieron a unir a ellas. Agatha sonreía mucho, más de lo usual. Estar con su familia completa siempre la animaba y la apaciguaba. Hablaron de cosas importantes, como el ataque de Viktor. Dobromir Krum dijo que era una artimaña para que Harry ganara, pero Viktor lo defendió.
Así pasó gran parte del día. Mientras volvían de uno de los invernaderos de Hogwarts –los cuales su madre consideraba de gran interés–, Agatha divisó caras familiares.
Fred y George Weasley se habían unido a los que Agatha creía que podían ser su madre y su hermano mayor. Junto a ellos también estaban Harry y Ron. Mientras escuchaba con atención los temas complejos de herbología que su madre explicaba, los miraba desde lejos. Ron engullía algo que le había llevado su madre, cómo cosa rara y Fred reía junto a su hermano mayor. Verlo reír la hizo sonreír.
Los Krum pasaron a unos metros de la familia de pelirrojos, ni Viktor ni sus padres le prestaron atención a los Weasley ni a Harry, pero Agatha sonrió en su dirección y movió sus dedos a manera de saludo con rapidez para volver a escuchar a su madre y seguir caminando.
― ¿Es idea mía o Agatha Krum acaba de saludarnos? ―Bill Weasley se volvió con los ojos muy abiertos hacia sus hermanos menores.
―Pues sí, es amiga nuestra. ¿Crees que íbamos a perdernos la oportunidad de acercarnos a ella? Aparte, uno de nosotros se ha vuelto especialmente cercano ―dijo George como si nada, miró a Fred con una sonrisa cómplice―. Pero no te diré quién soy.
―No dejan de sorprenderme ―dijo Bill, observando irse a la familia Krum―. Tu sueño se ha vuelto realidad, Ron.
―Ron es un desastre cuando ella está cerca ―se rió Fred, sobándole la cabeza a Ron―. Nunca lo había visto tan nervioso por una chica.
―No es cierto. Solo me pongo un poco nervioso ―se defendió Ron cuyo rostro había tomado el color de un tomate.
― ¿Qué pasó con lo que dijiste que le pedirías matrimonio sin dudar? ―Fred y George se rieron ante el comentario de Bill.
―Le pidió que fuera al baile con él y desapareció antes de que ella dijera nada ―le contó Harry al mayor.
―Está bien, Ronnie. Es totalmente entendible ―Bill miró a Ron con ternura y le dio unas palmaditas de aliento, pero no podía contener la risa al imaginarse la escena.
Los Weasley mayores y Harry se partieron de la risa mientras Ron refunfuñaba cosas para defenderse.
―Es mejor que se mantengan un poco alejados ―aconsejó Molly Weasley en voz baja―. Se dicen muchas cosas de esos extranjeros, especialmente de ella.
― ¡Mamá! ¡Pura mierda! ―protestó Fred, soltando la grosería sin querer.
― ¡Fred! ―lo reprendió rápidamente Bill.
―Lo siento, mamá ―se disculpó el gemelo mayor al instante. Molly se había puesto los puños en la cadera a manera de regaño y lo miraba con severidad―. Lo siento. Es solo que no creo que tú te creas lo que dicen de ella. Nosotros la conocemos, es muy amable y es buena persona. Yo la conozco, todo lo que escriben de ella son mentiras viles.
George apoyó a Fred al igual que Harry.
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― ¿Padres, eh? ―Agatha escuchó la voz de Fred mientras se dirigía hacia el campo de quidditch para la tercera prueba. Sus padres habían tomado la delantera para encontrar un buen lugar. Agatha caminaba junto a Jen, la chica de Slytherin e Isak, a quienes indicó que se adelantaran también. Ellos dudaron, pero le hicieron caso. Fred andaba solo y tenía las manos dentro de los bolsillos.
―Padres ―confirmó Agatha, sonriéndole―. Tu mamá vino también. Tengo dos preguntas para ti, ¿el que anda con ella es tu papá? Y, ¿está disponible?
Agatha lo miró coqueta y Fred rodó los ojos.
―Tranquilízate, Krum. Es mi hermano Bill. Está disponible, si quieres te lo presento. Estoy seguro de que eres su tipo ―ofreció Fred cruzando los brazos sobre su pecho.
―Gracias por la oferta, pero me gusta mucho otro pelirrojo.
Fred sonrió. La gente pasaba junto a ellos con premura para llegar a las tribunas. Agatha podía escuchar los bramidos de los Durmstrang y el canto de los Beauxbatons en apoyo de sus campeones. La banda escolar de Hogwarts los complementaba con una música animada gritando una mezcla entre el apellido de Harry y el nombre de Cedric. La noche estaba despejada, dejando ver un cielo manchado de estrellas.
― ¿No hay apuestas para hoy? ―preguntó Agatha alzando la voz para hacerse escuchar entre el estruendo.
―Solo clandestinas ―guiñó Fred―. Mi madre nos lanzaría el sermón del año si nos atrapara. ¿Quieres sentarte con nosotros?
―Debo ir con mis padres, hablan muy poco inglés y tengo que traducir todo ―Agatha arrugó el rostro―. ¿Quieres sentarte tú con nosotros?
Agatha vio como él estaba pensando en aceptar, pero al final decidió declinar la invitación.
―La tribuna de Harry estaría triste sin mí. Escucha, sobre lo que dijiste más temprano, Aggie... Sobre lo que dije medio dormido. Yo...
―No tienes que decir nada, entiendo perfectamente si estabas ebrio. No pasa nada si fue algo inconsciente y no lo decías en serio.
―Sí lo decía en serio.
―Si lo decías en serio, no lo digas aquí ―Agatha miró al suelo, mordiéndose el labio. Cuando levantó la cara, sus ojos parecían brillar como las estrellas dentro del estrellario de su madre ―. Susúrramelo solo a mí, cuando estemos solos. Quiero escucharte solo yo.
Ambos se miraron por un segundo, la gente seguía tropezándose con ellos mientras se dirigían a los últimos asientos que quedaban. Las palabras sentimentales estaban a punto de escaparse de sus labios.
― Quiero decirte algo importante. Esta noche, después de la prueba, quiero que estemos solos. No importa quien gane ―continuó Agatha.
―Esta noche ―aceptó Fred, sonriéndole.
Se quedaron quietos un segundo hasta que escucharon la voz de George que llamaba a su gemelo y le indicaba que ya iban a comenzar. Fred señaló en su dirección y Agatha asintió para que se fuera. Fred salió disparado hacia las tribunas donde estaba el resto de su familia.
Agatha se quedó atrás, sentía como si el aire de sus pulmones se le escapara. Cerró los ojos y se tomó un segundo. No podía esperar que se acabara ya la prueba para encontrarse con Fred. Llegó junto a sus padres en un instante, ni siquiera registrando la caminata en su mente. Se dejó caer junto a su madre. Isak y Aleksandr estaban ahí.
― ¿Por qué tardaste tanto? ―preguntó el menor de los Sokolov. Agatha no respondió.
El campo de quidditch estaba irreconocible. El terreno plano había sido reemplazado por setos de, por lo menos, ocho metros de altura. Era oscuro y serpenteante y no se podía ver más allá de la entrada. A Agatha le pareció bastante sencillo comparado con las primeras dos pruebas. Desde su lugar, podía verle la cabeza y la chaqueta de Durmstrang a Viktor. Recordó súbitamente la conversación que sostuvieron a solas antes que lo llamaran para irse con los demás campeones. Él la sostuvo y, como si fueran a jugar un partido importante, Agatha lo ayudó con el ritual de buena suerte. El mayor puso su frente contra la de Agatha y dijeron al unísono que eran vencedores.
La voz amplificada del estafador del ministro de Deportes hizo que Agatha saliera de sus pensamientos. Dio una breve introducción y recordó las puntaciones. Agatha traducía en simultáneo para sus padres. Viktor estaba apenas cuatro puntos por debajo del empate de Cedric y Harry. Agatha gritó junto a los Durmstrang cuando anunciaron el nombre de Viktor.
― ¡Entonces, cuando sople el silbato, entrarán Harry y Cedric! ―dijo Bagman―. Tres...dos...uno...
El ministro regordete, que después de lo que Fred le había contado a Agatha había perdido todo el respeto que ella le tenía, hizo sonar un silbato. Harry y Cedric desaparecieron por el laberinto. Pasó otro minuto antes que Bagman sonara el silbato de nuevo. Viktor entró con ímpetu. Una última vez se escuchó el silbato y Fleur entró. Con los cuatro campeones dentro del laberinto no quedaba nada que hacer sino esperar.
―Voy a sentarme con Poliakov ―anunció Isak, poniéndose de pie. Isak subió las tribunas para ubicarse junto a su grupo de compañeros más cercanos.
Agatha jugueteó con sus uñas un largo rato. Esperar a que algo pasara era tedioso y aburrido. Su nerviosismo aparecía en su forma habitual de tronarse los dedos. Aleksandr no parecía preocupado, charlaba con tranquilidad con el padre de Agatha y le guiñaba el ojo a Danielle que se encontraba sentada con los demás Beauxbatons en las tribunas de enfrente.
―Creo que ya sé quién es ―cuchicheó Natalya Krum, mirando detrás de ella y luego a su hija. Agatha se volvió hacia donde indicaba su madre. Fred la miró y luego retiró la mirada. Entonaba muy desafinado junto a George y Lee una canción de ánimo para Harry.
Agatha iba a hablar cuando algo cambió. El guardabosque salió de un lado del laberinto cargando algo en sus brazos seguido de la profesora McGonagall.
―Una menos ―indicó Aleksandr dándose cuenta inmediatamente de que era lo que transportaba el semigigante.
Era Fleur. Inconsciente. Su chándal azul claro estaba sucio. Agatha frunció el ceño. No había visto que lanzaran las chispas de emergencia. Los Beauxbatons gritaron con desilusión y exigían en francés que revisaran a Fleur. El hombre dejó a Fleur cerca del puesto de la enferma Pomfrey y la revisaron. La francesa abrió los ojos con sobresalto y se sentó en la camilla. Agatha no pudo escuchar que decía pero se veía confundida y decepcionada. Luego la voz del director de Hogwarts indicó que Fleur no había completado la prueba y había sido descalificada. Agatha tradujo para los Krum.
―Es muy hermosa ―le dijo Sokolov a los padres de Agatha―, pero no le fue nada bien en las pruebas. Una lástima para ella.
Agatha estuvo de acuerdo. Uno menos quedaba dos más. Pasaron otros veinte minutos tranquilos antes de que chispas rojas alumbraran el cielo. Agatha estaba en la punta del asiento, sus dedos crujían una y otra vez.
―Debe de ser Harry. Tiene que ser. Es demasiado joven y está por detrás de Viktor y Cedric en cuanto a aprendizaje de magia ―dispuso Agatha, la preocupación empezaba a hacerse sentir en ella.
Los minutos que tuvo que esperar antes que pasara algo se sintieron eternos.
Los gritos de desacuerdo de la tribuna de Durmstrang hicieron que se erizara. Dijo una grosería por debajo de su aliento cuando la luz de las tribunas iluminó de nuevo al guardabosque. Esta vez, sostenía a Viktor que gritaba cosas ininteligibles. Dobromir Krum se puso de pie de inmediato.
―Dobrushka¹, ¿qué le sucede? ―Natalya se puso de pie también al observar a Viktor.
― Me parece que le echaron un maleficio, tengo que verlo por mí mismo. Aggie, quédate aquí con Aleksandr ―le ordenó su padre cuando le vio la intención de ir con ellos. Junto a su mujer, descendieron de los graderíos con apremio.
Si lo que dijo su padre era cierto, hubo juego sucio. No podía imaginar en su cabeza ni a Harry ni a Cedric ganando de esa manera, pero Agatha había visto con anterioridad la ambición tornarse turbia hasta nublar el buen juicio de las personas. Solo cuando su padre llegó al lado de Viktor fue que pudo respirar con normalidad.
―No es posible ―dijo Aleksandr.
Amigos de Viktor se acercaron a Agatha y Aleksandr y empezaron a lanzar maldiciones diciendo que ese torneo estaba arreglado. Indiferentemente si le habían hecho trampa o no, Viktor había perdido. Se había esforzado tanto y se sentía mal por él. Iba a estar devastado. Se intentaban dar a entender entre ellos, intercambiando palabras rabiosas y alegando fraude. Agatha los apoyaba. Solía ser una buena perdedora, pero estaba furiosa. El director de Hogwarts anunció que Viktor Krum había sido descalificado. Agatha se apretó el puente de la nariz con los dedos. Daba igual quien ganara, no podía importarle menos. Nada podía salir peor.
Excepto que sí podía.
Treinta minutos después, las cosas parecieron irreales. Una broma pesada que no tenía nada de gracia. El inicio de una serie de eventos indetenibles que iban a poner el mundo de cabeza. Harry Potter cayó en la hierba frente a la entrada del laberinto. En una mano traía la copa de ganador y en la otra...
La gente empezó a acercarse hasta él. Agatha estaba ya abajo junto a Viktor y sus padres cuando Harry apareció. Los hermanos Krum tenían sonrisas educadas en el rostro, listos para felicitar al campeón cuando Fleur gritó. Agatha lo comprendió primero, miró el cuerpo que traía Harry. Viktor la sostuvo para que no se desplomara.
Cedric Diggory estaba muerto.
A partir de ese momento, la noche se convirtió en caos. Una noche llena de los gritos y el llanto desesperado de los padres de Cedric y del rumor que se había esparcido que decía que el Señor Tenebroso había sido el responsable de su muerte.
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―Se marchó ―anunció Viktor para todos lo que se encontraban ahí.
Agatha había reunido a todos los Durmstrang que pudo encontrar y los llevó hasta una parte del castillo. La gente caminaba nerviosa y se escuchaban lamentos en los pasillos, en especial de los Hufflepuff. Agatha había visto a Cho Chang destrozada en los brazos de una amiga. Los Durmstrang estaban reunidos a causa de que no había rastros de Karkarov.
―Se ha marchado por el bosque, no va a regresar. Si lo que hemos escuchado esta noche es cierto ―continuó Viktor, había tomado la batuta de los Durmstrang de manera responsable―, bien podríamos darlo por muerto.
Poliakov llegó a toda prisa, acelerado.
―Le acabo de enviar un recado al profesor Dimopoulou ―informó Poliakov, sonaba asustado―. Tendríamos respuesta en cualquier momento.
―No pueden creer en verdad lo que dice Harry Potter ―escupió Jasper, todo el mundo lo miró―. ¿Ustedes-saben-quien? ¡Por favor! Es un niño lunático. Por todo lo que sabemos, él pudo haber sido el que mató a Diggory.
―Karkarov ha de haberle creído, si se ha escapado como una rata ―repuso Aleksandr, cruzado de brazos. Sus facciones coquetas de siempre estaban tiesas.
―El hombre que me lanzó la maldición Imperius estaba seguro que seguía las órdenes del Señor Oscuro ―apuntó Viktor mirando a su hermana.
― ¿Qué hacemos ahora? ―preguntó Kravev, su semblante estaba nervioso.
―Esperamos ―dijo Agatha, su voz estaba firme, pero sus manos temblaban sostenidas en puños a cada lado de su cuerpo―. De cualquier manera, el barco sigue nuestras órdenes. Sea cierto o falso, no hay nada que hacer en este momento. Volveremos a casa y esperamos lo mejor.
― ¿Esta noche? ―quiso saber Isak.
―No, seguiremos el plan original. A no ser que el profesor Dimopoulou dé unas nuevas instrucciones.
Todos asintieron y se fueron por caminos separados. Viktor dijo que iba a buscar a los padres de Cedric para rendir sus condolencias. Agatha dijo que iba a intentar encontrar a alguien cercano a Harry para saber cómo se encontraba. Sus manos seguían temblando. Encontró a Ron y Hermione primero, junto a la madre de Ron y a Bill.
― ¡Ron! ¡Hermione! ¿Están bien? ―Agatha se aproximó hasta ellos.
―Agatha, estamos bien. ¿Tú? ―preguntó Hermione. Agatha se encogió de hombros para indicar que estaba bien en lo que cabía―. ¿Viktor?
―Fue a rendirle condolencias a los padres de Cedric. Está un poco agitado, pero bien. Tuvo que tomar el liderazgo, Karkarov se esfumó. ¿Cómo está Harry?
―Está durmiendo. Físicamente está bien, pero no pudimos hablar mucho con él, tú sabes ―murmuró Ron.
Agatha asintió. Les dedicó unas miradas rápidas a la señora Weasley y a Bill. No se iba a presentar, no era el momento.
―Avísenme si necesitan cualquier cosa. No puedo imaginarme como se debe sentir ―le dijo Agatha a Ron y Hermione, no podía sonreír pero hizo una mueca con su rostro que se le acercaba―. Esperemos que las cosas se esclarezcan cuando amanezca.
―Esperemos que sea así ―concordó Hermione y Agatha se marchó.
Agatha siguió su camino, tenía que encontrarse con sus padres antes de que se marcharan. Le dolía la cabeza, y caminaba cabizbaja. Quería irse a la cama y repetir ese día para que tuviera un final diferente.
― ¡Agatha!
Agatha levantó la mirada de sus botas. Fred y George venían caminando a toda velocidad. Iban hacia donde ella había encontrado a Ron, Hermione, su madre y a Bill. Sus actitudes usuales traviesas y divertidas se habían dosificado. Ambos lucían algo pálidos e inquietos.
― ¿Cómo estás? ―preguntó Fred cuando estuvieron cerca de ella.
― ¿Cómo están ustedes? ―devolvió Agatha, mirándolos uno por uno.
―No es nuestra mejor noche ―confesó George, encogiéndose de hombros―. Te espero con mamá, Freddie. Anda con mucho cuidado, Ag.
Fred tenía los labios fruncidos y examinaba el rostro de Agatha.
― ¿Cómo estás? ―volvió a preguntar una vez que George se marchó.
Agatha lo miró a los ojos.
―Horrible. Cedric está muerto. A Viktor le lanzaron una maldición imperdonable. Karkarov se dio a la fuga. Harry estará traumatizado ―Agatha sentía como hiperventilaba mientras hablaba―. Y como la cereza del pastel, parece que Quien-Tú-Sabes está de vuelta.
Fred tomó ambas de sus manos en las suyas.
―Estás temblando.
―No he dejado de hacerlo desde que vi el cuerpo de Cedric. No he podido ―Agatha retiró sus manos―. Ya se detendrá, no te preocupes. Estaré bien, no es la gran cosa.
―Deja de hacer eso ―exclamó Fred. Agatha lo miró con confusión―. Deja de disminuir las cosas que sientes. Está bien si estás preocupada. Hemos pasado por un evento traumático.
Agatha sonrió con amargura. Como una niña, se acercó al pelirrojo y lo abrazó con fuerza. Fred no se lo esperaba y tras un momento de duda, le devolvió el abrazo, sosteniéndola contra su pecho. Sintió como ella se estremecía y respiraba con dificultad, no estaba llorando pero estaba intranquila y necesitaba un soporte. Agatha había estado las últimas horas evitando mostrarse preocupada. Necesitaba mostrarse impasible por Viktor y para el resto de los Durmstrang que estaban nerviosos. Cuando se separaron, Fred no le soltó las manos.
―Gracias, Fred. Siento que no vayamos a poder encontrarnos esta noche ―se disculpó Agatha. Fred negó con la cabeza.
―Mis sentimientos no han cambiado, posponer decirlo un día o dos no será el fin del mundo ―sonrió. Agatha suspiró―. Tienes que marcharte.
Agatha volteó y se encontró con los ojos marrones de su madre, mirando la escena. La mujer le dio un asentimiento de cabeza y ella entendió el mensaje de inmediato.
―Ten cuidado. Nos vemos en la mañana ―Agatha se separó y repitió la medio sonrisa que le había regalado a Ron y Hermione.
Él le dijo lo mismo y se marchó para encontrarse con su familia. Natalya Krum se acercó a su hija, tenía puesta su túnica de viaje y estaba lista para irse.
― Zvezdnyy mal'chik² ―dijo su madre en ruso pasándole un brazo por los hombros a Agatha e instándola a caminar―. No mentías con la forma en la que te mira. Te ha mirado así, incluso esta horrible noche.
La mañana siguiente, Viktor le sostuvo la mano a Agatha durante todo lo que duró las honras fúnebres de Cedric. Ambos hermanos vestían sus túnicas de luto, hermosas de brocados de profundo negro con dorado. Viktor miraba al frente, inexpresivo. Lamentos leves llegaban hasta sus oídos. La luz del sol iluminaba levemente el Gran Comedor, era un hermoso día de verano cuando no debería serlo.
Las palabras pronunciadas por el director de Hogwarts no eran bien recibidas bien por Agatha. Ella sabía que tenían la mejor intención del mundo pero se escuchaba mal, todo eso le parecía mal. Cedric no debería estar muerto.
Todo el mundo miraba al vacío, oyendo al director.
Entonces Dumbledore confirmó todos sus temores. Él le creía a Harry Potter acerca del retorno de el Señor Tenebroso porque con siete palabras hizo que todo el vello en el cuerpo de la búlgara se erizara.
―Cedric Diggory fue asesinado por lord Voldemort.
Agatha sostuvo con más fuerza la mano de su hermano. No quería creerlo. Deseaba ser como el resto de los alumnos que se rehusaban a creer y argumentaban que tanto Dumbledore como Harry Potter habían perdido la cabeza. Pero no podía. Algo en su interior le decía que, por más que intentara negarlo, era cierto.
Y tenía que empezar a prepararse.
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1. Dobrushka: Diminutivo ruso de «Dobromir».
2. Звездный мальчик (Zvezdnyy mal'chik): «Chico estrella», en ruso.
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