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𝟏𝟗 ━ Indistinguible.



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𝐈𝐍𝐃𝐈𝐒𝐓𝐈𝐍𝐆𝐔𝐈𝐁𝐋𝐄

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El nombre de "Semana del Infierno" definitivamente fue acorde a los acontecimientos de esa última semana de marzo. Empezó un domingo tranquilo donde Agatha cumplió su palabra de distraer a Ron. Tuvo la oportunidad perfecta cuando Harry y Hermione estaban ocupados, descuidándolo por un momento y dejándolo a merced de la búlgara. Mientras hablaban, (o bueno, mientras ella hablaba porque Ron solo se dedicaba a asentir con las mejillas sonrosadas), Agatha sintió una ternura tremenda por el chico menor de los Weasley, deseaba cobijarlo y ser todo lo que él creía que ella era. La hizo sentir terriblemente mal la broma que le hicieron los gemelos en donde llenaron su cama de mariquitas que al intentar quitarlas se convertían en arañas.

Claro que cayó dos días después junto a los Durmstrang, cuando Fred y George llenaron todo el sendero que conectaba el barco con el castillo de una sustancia pegajosa que los mantuvo adheridos al suelo por horas. Se necesitó de cinco profesores para poder romper el maleficio y liberar a los nórdicos. Ella pensó que había tenido su pedazo de pastel ahí pero el viernes le dieron otra sorpresa.

Era un día tedioso, responder correspondencia referente a su inicio de temporada en el equipo nacional de quidditch no le gustaba tanto como jugar al quidditch, los montones de documentos y cartas que le habían enviado para revisar parecían no tener final. Sus ojos azules escaneaban página tras página ahogándose en cláusulas importantes. Sentada en una de las estructuras de pórtico del patio de reloj miraba a Viktor en la siguiente de vez en cuando, él también respondía correo y casi no le prestaba atención a su hermana. 

―Buenos días, Ag ―dijo una voz conocida

Agatha levantó la vista de los papeles y sonrió. George y Fred estaban parados frente a ella. Miró a uno y luego miró al otro, la sonrisa desapareció de su rostro.

― ¿Qué hicieron? ―preguntó poniendo los papeles a un lado y parpadeando repetidas veces.

― ¿De qué hablas?

Ella se puso de pie y los observó más de cerca, quizá se estaba equivocando y era la brillantez del sol detrás de ellos que la estaba confundiendo. Los dos tenían una sonrisa cómplice en el rostro, sabían muy bien lo que estaban haciendo. Agatha los escaneó y entornó los ojos. Habían hecho algo porque no podía distinguirlos en absoluto. Los dos tenían la nariz de Fred y ambos tenían el lunar de George. La miraban de la misma manera y hablaban igual.

Era un castigo hecho solo para ella.

― ¿Por qué se ven iguales?

Ellos se rieron de ella al mismo tiempo y en el mismo tono. Habían igualado eso también. Agatha estaba frustrada, debió haber previsto algo así.

―Eso pasa con los gemelos idénticos, Agatha. Solemos ser iguales ―dijo uno de ellos. ¿Era Fred o George? Agatha odiaba no saberlo.

― ¿No dijiste que podías diferenciarnos a la perfección? ―dijo el otro con una sonrisa presumida.

―No es gracioso, George ―no estaba segura, solo lo había dicho para ver si resbalaban.

―Oh, ¿crees que soy George? Quizá lo sea o quizá no.

Agatha tuvo que luchar contra el impulso imprudente de besarlos a ambos. No había manera de no poder diferenciarlos así, pero no iba a arruinar las cosas a esas alturas y era muy arriesgado, incluso para ella. Se mordió la lengua para inhibirse a sí misma, soltó un suspiró sonoro y volvió a sentarse.

― ¿Ya te rendiste? ―dijo uno de los gemelos con decepción.

―Sí, me da igual ―respondió Agatha con un talante indiferente.

Si Fred quería jugar así, Agatha iba a ganar. Se iba a arrepentir de querer confundirla y se iba a delatar a sí mismo antes de que terminara el día. Definitivamente él no había pensado esa broma a fondo porque había demasiadas cosas que podrían salir mal.

―Qué bueno que lo digas porque no vas a poder adivinarlo.

Agatha hizo un puchero falso y mirando lo papeles dijo:

―Por cierto, mañana es su cumpleaños, ¿tienen algo en mente para su regalo? No, olvídenlo, como quieren ser indistinguibles, les regalaré lo mismo. Es una lástima porque tenía planeado algo genial para cada uno.

Fred y George se miraron y miraron a Agatha. Se encogieron de hombros en sincronía.

―Estamos seguros que nos gustará, ¿no, Freddie?

―Claro que sí, Georgie. No, espera, yo soy George y tú eres Fred.

―No, yo soy George ¿o eras tú?

―Hilarante, Weasleys, me muero de la risa ―los cortó Agatha irónicamente. Con una sonrisa se despidió con la mano para que se marcharan.

El día continuó como de costumbre a excepción de que Agatha hacía todo en su poder para que los gemelos perdieran. En especial para Fred se molestara. Había almorzado con Anton e Isak, riéndose de todo lo que decían y prestándole especial atención a Anton. Con disimulo, su mirada atravesaba el comedor esperando ver a Fred cambiar su postura pero ninguno de ellos la miró.

A mitad de la tarde se encontró con uno de los pelirrojos en uno de los pasillos, andaba solo por lo que Agatha podía examinarlo con cautela.

― ¿Ya lo has descifrado, Krum? ―le preguntó cuándo pasaba junto a ella.

―No me importa, Weasley. Lo que crean que están haciendo, no está teniendo resultado ―dijo Agatha arrugándole la cara de manera burlona.

El gemelo mostró los dientes en una sonrisa.

― Puede que besarnos como lo hemos hecho antes te de una pista.

Agatha se enderezó al escucharlo y sonrió. Oh, George, eres tan tonto, lo has puesto tan fácil. Fred nunca hubiese cedido tan temprano en el juego ni dicho que la había besado. George estaba diciendo cosas al azar, fue claro para Agatha que la broma tenía un propósito secundario para George, tenía la intención de atrapar in fraganti a Agatha y Fred. Ella recopiló todo lo que pudo de la actitud de George para compararla con Fred más tarde.

Agatha se acercó a George, mirándolo con sus profundos ojos azules. George se puso nervioso. Ella podía ver en sus ojos el debate entre detenerla o besarla para no delatarse. Agatha se acercó más y cuando él pensó que lo iba a besar, ella le soltó un manotazo juguetón en la cabeza colorada.

―Nunca me he besado con ninguno de ustedes, George Weasley.

―Me destroza que pienses que soy George. ¿En serio vas a negar nuestro ardiente intercambio de saliva? ―George siguió insistiendo, estaba decidido a hacerla caer.

―Eso nunca pasó, Georgie. Si lo que quieres es que pase, solo dímelo ―Agatha no lo decía en serio y guiñó el ojo siguiendo su camino. Dejó atrás a George con su plan frustrado.

━━━━ ☾ ✷ ☽ ━━━━

― Um, ¿Cedric o Cassius? ―curioseó Alicia con una sonrisa pícara―. Responde con honestidad, no te vamos a juzgar.

Agatha se lo pensó. Estaba en el dormitorio de chicas de la torre de Gryffindor sentada en el suelo. Angelina la había invitado para envolver los regalos de los gemelos y terminar de organizar lo que sería su fiesta de cumpleaños. A su alrededor estaban Angelina, Alicia, Katie y Hermione envolviendo presentes y platicando animadamente. El tema actual era lo mejor de Hogwarts en cuestión de chicos según la perspectiva de Agatha.

―Cedric. Descubrí que Cassius no es mi tipo ―dijo Agatha mientras armaba un moño de cintas con su varita.

―Buena respuesta, coincido. ¿George o Fred? ―Alicia levantó una de sus cejas.

― ¿Cuál es la diferencia, Aly? ―dijo Katie.

―Son muy diferentes ―Agatha y Angelina dijeron lo mismo al mismo tiempo.

La morena y la búlgara se miraron y soltaron una risita compartida.

―Ah, tú lo sabrías, Angelina ―Hermione se rió.

―Silencio, Granger ―Angelina le arrojó una almohada a Hermione.

―Alicia también lo sabría ―musitó Katie.

― ¿Por qué lo dices? ―quiso saber Agatha.

― Aly, ¿por qué no le comentas a Agatha que le metiste la lengua hasta garganta a nuestro Georgie?

Agatha se cubrió la boca con la mano y miró a Spinnet con una expresión impresionada. No se esperaba que Alicia con su actitud pasiva y casi infantil estuviera besuqueándose con uno de los gemelos.

―Fue algo de un día ―explicó Alicia poniendo un mechón de cabello detrás de su oreja. Su rostro oliváceo tenía una tinta rosa―. Fue culpa del baile y la música y de que se veía muy guapo. No fue nada serio. También es culpa de la señora Weasley por hacer bien a sus hijos.

― ¡Eso es lo que yo digo! ―Katie se puso de pie rápidamente y como si estuviera explicando una teoría conspirativa enumeraba con sus dedos―. ¿Bill? Hermoso. ¿Charlie? El amor de mi vida. ¿Fred y George? Espectaculares. ¿Ron? Muy lindo. ¿Ginny? Preciosa. Los señores Weasley han hecho un pacto para hijos perfectos, no hay otra explicación.

Todas las chicas explotaron en carcajadas.

― ¿Vamos a ignorar la existencia de Percy? ―acotó Hermione.

―Percy sería digno de mención y más atractivo si dejara su actitud. Amigo, lo entendemos fuiste prefecto y trabajas en el ministerio, supéralo ―dijo Katie y todas las que lo conocían estuvieron de acuerdo.

Agatha no había tenido muchas amigas en el pasado a excepción de las chicas de Koldovstoretz con quienes sostenía una banal relación de conocidas porque solo tenían contacto en reuniones intercolegiales lo que no sucedía muy seguido, pero sentada ahí en el suelo lejos de sentirse incómoda, se sentía bienvenida, como si fueran amigas de toda la vida. Agatha estaba agradecida de que ellas quisieran que ella formara parte de su grupo

Cuando ya había oscurecido, las chicas por fin habían terminado con todo en la lista de Hermione para los gemelos. Agatha se había despedido varias veces para irse pero siempre la volvían a sentar y retomaban las conversaciones.

―Esto es una mierda ―se quejó Katie mirándose al espejo.

―Esto no es de mi talla ― Agatha habló también mirando su reflejo al lado del de Katie.

Por pura curiosidad, Katie le había instado a Agatha a intercambiar uniformes porque creía que el uniforme de Durmstrang se le vería fatal. Agatha se había puesto el uniforme de Hogwarts de Katie, la camisa y el suéter le quedaban bien pero, al ser más alta que Katie, a la falda le faltaban algunos centímetros de tela. Con el uniforme de Hogwarts puesto, Agatha se intentó imaginar asistiendo allí, no se veía natural en ella y le costaba trabajo ubicarse lejos de Durmstrang.

―Qué exagerada, Kate, te ves bonita ―Angelina intentó cambiar la opinión de Katie. 

― ¿Bonita? Es una injusticia, Agatha parece la fantasía de un niño en la pubertad y yo parezco el niño en la pubertad.

―Tienes que vestirlo, Katie. Es un uniforme diseñado para hombres, tienes que mostrarle quien es el jefe. Ponte derecha ―le ordenó Agatha―. Ábrete estos dos botones y ajusta el cinturón para que se te vea forma.

Agatha arregló a Katie como lo hacía consigo misma y al terminar se veía mejor.

― ¿Cómo haces para verte bien todos los días con eso? ―preguntó Hermione

―Años de práctica y de seguir el ejemplo de las brujas que estuvieron en Durmstrang antes de mí ―sonrió Agatha.

―Te ves muy bien, deberías estudiar aquí―le dijo Alicia a Agatha. 

― ¡No! ―repuso de inmediato Hermione.

―Si no quieres tenerme cerca, hay maneras más sutiles de decirlo, Hermione ―se rio Agatha intentando mantener la falda en una posición modesta.

―No es eso ―se explicó Hermione―, es que el hecho de que vayas a Durmstrang es algo extraordinario y eres estandarte de muchas cosas importantes, allá haces una diferencia.

―Gracias por eso. Si las cosas fueran diferentes, tú también podrías venir a Durmstrang, eres muy inteligente ―Agatha se volteó para ver a la hija de muggles y sonrió―. A mi hermano le gustaría muchísimo.

Hermione se sonrojó y negó con la cabeza con timidez. La demás muchachas intercambiaron miraditas traviesas.

―Bajemos a la sala común, tengo que mostrarle a Lee como me veo con este uniforme ―Katie se peinó el cabello y siguiendo el consejo de Agatha, portó el uniforme con confianza.

En la sala común de Gryffindor las voces eran tenues. Mientras bajaban las escaleras, Katie le preguntó a Agatha como se decía « ¿Cómo me veo?» en búlgaro y apenas la claridad de la sala común la iluminó dijo en voz alta para llamar la atención de sus amigos:

Kak izglezhdam? ―lo había pronunciado algo torcido pero Agatha valoró el entusiasmo de Bell.

El idioma extraño hizo voltear a los gemelos, a Lee, a Ron y a Harry. Katie con toda la confianza del mundo modeló para los leones el uniforme marrón oscuro. Lee chifló y los gemelos aplaudieron.

― ¿Les gusta? ―inquirió la castaña dando vueltas e imitando los movimientos varoniles de los nórdicos.

― ¿Le robaste el uniforme a Agatha Krum? ―se burló Harry mirando a la cazadora.

―Ag me lo prestó, en realidad, intercambiamos. Ven para que te vean ―la chica llamó a la búlgara.

Agatha estaba detrás de las chicas por lo que los chicos no habían notado su presencia. Se negó porque quería que Katie fuera el centro de atención pero Katie la jaló de la mano y la acercó a los muchachos. Agatha hizo una reverencia con cuidado y dio una vuelta a petición de las chicas. Harry tuvo que sostener a Ron para que no se cayera.

―Los cumplidos son bien recibidos, imbéciles ―le dijo Ginny a los muchachos. Estaba sentada en una butaca cerca de la chimenea.

―Se ven preciosas, angelicales, mis felicitaciones ―elogió Lee con rapidez.

―Hermosas, perfectas ―complementó uno de los gemelos besando sus dedos como un chef.

Agatha agradeció con una inclinación de cabeza y Katie alzó sus dos pulgares hacia sus amigos.

― ¿Qué haces aquí? ―le preguntó el otro gemelo.

― Pasando el rato, en mis propios asuntos ―devolvió Agatha. Tenía una leve sospecha de que se trataba de Fred porque de los dos era el que más la miraba, pero al igual que durante todo el día no podía estar segura―. ¿Tú qué opinas, Ron? ¿Podría ir en Hogwarts?

El mencionado masculló unas palabras y se encogió de hombros con las manos en los bolsillos del pantalón. La muchacha sonrió con afecto.

Miró a los gemelos uno a uno de nuevo. La interacción con George más temprano no hizo ninguna diferencia en el juego porque cuando Fred y George estaban juntos seguían pareciendo copias al carbón.

Entonces Fred se reveló sin querer. Había sido tan fugaz que si Agatha hubiese parpadeado en ese momento se lo hubiera perdido. La miró de una manera inconfundible, George no la miraba así. Fred luego hizo una de las manías que Agatha había coleccionado en su memoria hace meses: sostuvo su pulgar con la misma mano. Era una especie de tic que Agatha relacionaba con que estaba teniendo debate interno.

Agatha se incluyó en la charla del grupo y después de un rato le dijo a Alicia lo suficientemente alto para que Fred escuchara.

―Me doy cuenta que nunca respondí tu pregunta ―le dijo cruzándose de brazos―. Los dos son iguales pero creo que si tuviera que elegir, iría por George.

Alicia se rio por lo bajo y le dijo que respetaba su decisión. Fred soltó un gruñido que creyó que Agatha no había escuchado pero sí lo hizo. Mientras el grupo estaba entretenido, Agatha se sentó junto a Fred.

― ¿Todo bien, George? ―preguntó Agatha con una sonrisa―. ¿Eres George, no?

―No lo sé, dímelo tú.

― Ya me cansé de intentar adivinar, gemelo sin clasificar. Pero estoy casi segura que eres George. ¿Por qué no me pides besarnos como lo hiciste más temprano? ¿Te acobardaste? ―Agatha preguntó en voz muy baja.

La cara que puso Fred le hizo saber a Agatha que había ganado.

―Te equivocas de gemelo, soy Fred ―Agatha podía adivinar que no estaba feliz.

―No te creo. Debo concedérselos, me han mantenido al borde todo el día. No puedo diferenciarlos. Lo siento, George o Fred. Aunque fue divertido ―le sonrió Agatha. Miró su reloj de pulsera y resopló―. Ya me tengo que ir ―las chicas se quejaron pero Agatha no podía quedarse más―. Lo sé, lo siento pero si Karkarov me ve subiendo al barco a esta hora me va a matar, tengo que irme.

―Vamos a cambiarnos entonces ―Katie se levantó de la butaca que compartía con Angelina.

―Tranquila, quédatelo por esta noche, quiero que Aleksandr me vea con el uniforme de Hogwarts, se morirá de la risa.

Agatha se despidió de todo mundo lo más rápido que pudo y empezó a andar a toda velocidad. No había llegado aún a la torre principal cuando un par de manos la escondieron en uno de los pasillos.

― ¿Me quieres matar? ¿Es eso? Porque hay maneras más piadosas de hacerlo.

Fred Weasley acorraló a Agatha en la estructura de piedra de la pared apoyando sus brazos a cada lado de ella. Agatha no se sometió, devolvió la mirada sin rastro de miedo.

― ¿De qué hablas? ―la chica repitió las misma palabras que le habían dicho en la mañana con una actitud de inocencia―. Y como no sé quién eres, te voy a pedir que me dejes en paz.

Fred la tomó de la mandíbula. La parte más difícil que tener que parecerse en todo a George había sido abstenerse de tocarla. Pero ya estaba cansado de jugar. Puso una mano en la cadera de Agatha y la miró atravesándola con los ojos marrones.

―Esto es lo que quiero como regalo de cumpleaños ―dijo Fred acercando su rostro al de Agatha―. Tú vestida así para siempre.

―Aún faltan como tres horas para tu cumpleaños. Además, no me interesa qué quieras, ya te lo dije. Si quieres ser idéntico a tu hermano, recibirán lo mismo y lastimosamente yo no estoy en la lista ―Agatha quería alejarse para probar su punto pero le gustaba que la sostuviera así.

―Quizá es mejor así, no quiero compartirte con George.

―Oh, ¿entonces eres Fred? ―preguntó Agatha con una voz de falsa impresión.

Fred emitió una risa divertida, y tomando a Agatha por sorpresa, la levantó apoyándola en la pared y la besó. Más que chispas lo que Agatha sintió fue una tormenta eléctrica. La estaba doblegando. Ella continuó el beso con ímpetu y se sostuvo de su cuello para evitar escurrirse por la pared. A pesar de ser un adolescente hormonal, Fred Weasley era un caballero y Agatha lo sabía porque aunque tuvo la oportunidad en su visita al camarote de ella, las cosas no se habían excedido de besos y caricias inofensivas. Agatha tenía intenciones de esperar un poco para llegar hasta el final pero la manera en que la estaba besando la hacía sentirse no tan segura de su decisión.

Besarse en un pasillo del colegio después de la hora ir a la cama rozaba en lo insensato. Pero así eran ellos dos. Agatha se estremeció al sentir una de las manos de Fred delimitar toda el área de su pierna y subir con lentitud por su muslo debajo de la falda. Fred nunca había tocado tanto su piel porque ella siempre estaba cubierta y usaba pantalones. La búlgara intentaba poner juicio en su mente pero todo lo que veía eran cohetes y borrones de luz.

Entonces Fred la bajó. Con una sonrisa, se limpió las comisuras de la boca y le arregló la falda a Agatha.

―Ganaste, Aggie. Hiciste que te revelara mi identidad.

Agatha se burló de él a pesar de que flanqueaban las piernas.

―Eres más tonto de lo que pensé si crees que no me di cuenta sino hasta ahora ―Agatha volteó sus ojos azules―. Me confundiste por un rato pero al final del día siempre sabré diferenciarte.

― ¿George intentó que lo besaras? ―preguntó el pelirrojo jugueteando con el cabello de Agatha.

― Es muy ingenioso, quería hacerme confesar pero no pudo convencerme ―aseguró Agatha―. Podría haberlo hecho, ¿pensaste en lo que podría haber pasado si los confundía?

―Fue divertido, tienes que admitirlo.

―Aparentemente no fue tan divertido para ti por la manera en que ansiabas que te besara ―Agatha se arrimó a él, burlándose―. Es demasiado obvio que no puedes vivir sin mí.

Fred se rio tan fuerte que Agatha le tuvo que cubrir la boca para mantenerlo en silencio. Él la acercó cuando dejó de reírse para besarla de nuevo pero ella no lo dejó.

―Piensa en todo lo que te pierdes intentando ser gracioso ―le dio unas cachetadas suaves y empezó a andar.

Fred la tomó de la mano para detenerla.

― ¿Es en serio? ¿No me vas a dar un beso de las buenas noches?

―En serio. Vete a dormir.

―No puedes hacerme esto cuando estás vestida así y luces tan hermosa. Y es mi cumpleaños.

―No es tu cumpleaños por otras tres horas y cuarenta y tres minutos ―Agatha guiñó el ojo―. Ah y no estás invitado a mi camarote hasta nuevo aviso. Hasta mañana, Fred. Reflexiona sobres tus acciones.

Fred se cruzó de brazos cómo un niño pequeño y esperó para que Agatha cambiara de opinión pero ella le voló un beso y se marchó.

━━━━ ☾ ✷ ☽ ━━━━

― ¡Moite dobri priyateli ¹, Jörgen y Fedya!

Aleksandr entró con un estruendo al dormitorio de los gemelos y Lee. Todo el mundo se detuvo para verlo. El búlgaro cargaba con tres botellas en las manos y otras dos en los bolsillos del abrigo. Agatha venía sonriendo detrás de él llevando unos vinilos que le había dado Aleksandr porque él había dicho más temprano:

―Si tengo que escuchar la mierda del Hipogrifo una vez más, Agatha Krum, te lo juro por el mismo Rasputín qué...

No se suponía que Aleksandr estaba invitado pero las chicas pidieron a Agatha que lo llevara y Aleksandr nunca se perdía ninguna fiesta, por lo que no fue muy difícil convencerlo. El mayor de los hermanos Sokolov dejó las botellas en una de las camas de los chicos y envolvió a los gemelos con sus brazos tonificados. Luego para sorpresa de todos, tomó de la cara a cada uno y los besó en los labios. Agatha se rio ante la expresión estupefacta de los gemelos.

―Eh, amigo, lamento decírtelo pero no nos gustas tanto ―dijo George negando con la cabeza.

Aleksandr lo hizo callar con la mano y bajó la cabeza de manera sublime.

Mujerres herrmosas, noches larrgas y calientes de la buena manerra, licorr del bueno y amistades durraderras ―Aleksandr levantó el rostro y les dio cachetadas cariñosas a los gemelos.

―Ag, creo que tu amigo se ha roto. No entiende nada de inglés, ha dicho locuras ―bromeó Fred mirando a Agatha deshacerse de su abrigo y dejarlo en la cama de él.

―Es una tradición, en casa besamos a los cumpleañeros y les deseamos nuestras cosas favoritas. No siempre literalmente las cosas pero la felicidad que nos dan. Disculpen que los haya tomado de sorpresa.

―Eso significa que también nos vas a besar ―expresó George y puso los labios en posición. Fred le dio un codazo.

Agatha se rio echando la cabeza hacia atrás y se acercó a los gemelos. Les dio un besito rápido en los labios. En su mente se dio cuenta que besarlos habría sido la estrategia perfecta para distinguirlos. Agatha bajó la cabeza como lo había hecho Aleksandr.

―Buenos partidos de quidditch, amor verdadero y desinteresado, noches con mucho viento, la luna y las estrellas ―Agatha envolvió a los gemelos en un abrazo. ―. Felices cumpleaños, tontos.

Hermione y Lee habían decorado la habitación con esferas de confeti flotante y con una pancarta que leía «Feliz cumpleaños, Gred y Forge», la música era buena y dos pasteles reposaban en la mesa de noche de cada uno de los gemelos. Los regalos que Agatha había ayudado a envolver estaban encima de los baúles de cada uno. La habitación se sentía pequeña por la cantidad de personas. Se encontraban Lee, el trío de oro, las chicas donde se incluía a Ginny y otros dos Gryffindor que no le habían presentado a Agatha. La búlgara saludó a todos con una sonrisa y con besos en las mejillas.

―Esta vez les traje buen licor, pelirrojos, principalmente porque Agatha me reprendió por lo que les serví el afterparty del baile ―dijo Aleksandr con una sonrisa―. Espero que sepan soportarlo. Aunque tengo curiosidad de saber su tipo de persona cuando están borrachos. Si me disculpan, hay chicas bonitas que quiero conocer.

Aleksandr dejó a los gemelos y a Agatha y caminó para ofrecerles algo de beber al trío de cazadoras de Gryffindor.

― ¿Qué dijo en búlgaro? ―quiso saber Fred mirando a Agatha de arriba abajo.

―Quiere saber qué tipo de borrachos son. Aleksandr cree que es una forma de unir a la gente. Si no sabes qué tipo de borracho son tus amigos, no son tus amigos.

― ¿Qué tipo eres tú? ―preguntó George, Agatha sonrió.

―Cantante. La última vez que me destrocé bebiendo terminé interpretando un aria de quince minutos sobre el desamor y sobre un oso ―los gemelos explotaron en risas―. Lo sé, estaba atravesando por unas cosas. Alek es un borracho feliz. Viktor es un borracho introspectivo. ¿Saben su tipo?

―Nunca lo he pensado ―reconoció el gemelo mayor―. Usualmente cuando estoy borracho termino no recordando nada.

Agatha buscó una de las botellas que había dejado Aleksandr y puso dos vasos en las manos de los gemelos. Tomó la botella y con los dientes le arrancó el corcho.

―Hoy lo averiguaremos, Fred Weasley. ¿Ya sabes cómo se dice «salud» en búlgaro, no? ―inquirió sirviendo la bebida en los vasos.

Fred hizo una mueca y lo rebuscó en su mente.

― ¿Navidad? ―aventuró mirando a Agatha, ella negó con la cabeza―. Ah, ya, ya ¡Nazdrave!

Agatha lo felicitó y los gemelos chocaron los vasos de vidrio y bebieron su primer trago de cumpleaños.

― ¡Necesito saber si ustedes son novios, por favor! ―le aulló Alicia a Aleksandr con una sonrisa.

La fiesta había avanzado y todos tenían las mejillas coloradas por la bebida alcohólica y el baile. Se disputaron algunas partidas de juegos y de cartas, y en algún momento Aleksandr le había ganado a todo el mundo en vencidas. El rubio se había acomodado bien en el grupo de leones y en ese momento tenía el brazo alrededor de Agatha mientras estaban sentados, a eso se debía la pregunta de Alicia. En el otro lado estaban Harry, Seamus y George contando cuantos malvaviscos le cabían en la boca al mismo tiempo a Dean. Aleksandr miró a Agatha y le dedicó una mirada cómplice.

―Claro que sí, ¿desde hace cuánto ya, Aggie?

―Casi un año ―Agatha sonrió y miró a Fred a los ojos, él tenía una ceja levantada.

― ¿Es una broma, verdad? ―preguntó Ron con los ojos muy abiertos.

―No, pelirrojo número 3. Si estuviéramos jugando, ¿haría esto? ―Aleksandr tomó del rostro de Agatha y lo acercó para besarla pero cuando solo estaba a un movimiento de hacerlo, no pudo contener la risa. Agatha tampoco pudo y cayó de espaldas en el suelo.

―Tomaremos eso como que no están juntos ―dijo Alicia. Agatha tenía el presentimiento de que le gustaba su mejor amigo.

― Aggie y yo seríamos una pareja espantosa. Soy todo tuyo si me quieres invitar a salir ―Aleksandr le lanzó un beso a la cazadora y ella risoteó con vergüenza―. Quiero bailar, ¿no quieren bailar?

Aleksandr se levantó y fue a reproducir uno de vinilos que había traído. La habitación se llenó de una canción muggle de los setenta. A Agatha se le dibujó una sonrisa en el rostro al escucharla. Era la canción favorita de la madre de Aleksandr. Recordaba escucharla todo el tiempo y a todo volumen cuando visitaba la casa de los Sokolov.

―Conozco esa canción. Los Bee Gees ¿no? Es una banda muggle ―se maravilló Hermione.

― ¿Disco? ―preguntó Fred mirando a los búlgaros con confusión.

―Respeta la música disco, pelirrojo número 1. Los muggles tienen un don para el ritmo ―dijo Aleksandr. Le tendió la mano a Agatha y sonrió―. ¿Quieres hacerlo?

―Me parece que viniste a esta fiesta solo para humillarme ―se rio Agatha abrazando sus piernas para contenerse de bailar.

― ¿Hacer qué? ―quiso saber Angelina.

― Mientras Agatha y yo crecíamos, esa canción era todo lo que escuchábamos en verano. Y tenemos una manera de demostrarlo. Este espectáculo de una noche y solo una noche es en honor a Jörgen y Fedya y su cumpleaños.

Agatha arrugó el rostro pero Aleksandr intentó llegar al falsete del cantante y ella no pudo resistirse. Parecía que no había pasado un día desde que tenían nueve y diez años y empezaron el baile que inventaron muchas lunas atrás. Los británicos no creían sus ojos, esos Aleksandr y Agatha no podían ser los mismos que practicaban la magia marcial sin piedad. Su coreografía era sincronizada y parecía sacada de una película. La actitud despreocupada de los búlgaros hizo que todo el mundo se pusiera de pie a imitarlos. La canción se mezclaba con risas estridentes, Aleksandr siguiendo la voz principal de la canción y las voces de Fred y George complementando los coros y chillando los sonidos de fondo. Todos tenían sus varitas pegadas a sus cuellos con hechizos amplificadores.

Agatha no supo cuando se había hecho tan tarde. En el dormitorio quedaban pocas personas. Había migajas de pastel por todo el suelo y trozos de papel de regalo. Los menores ya se habían ido a dormir. Aleksandr ya conocía los tipos de borrachos de los que quedaban.

Katie Bell era una llorona, lloraba de felicidad y de tristeza.

Alicia Spinnet era una coqueta, le había lanzado cumplidos inapropiados a todo el mundo, incluida Agatha.

Angelina Johnson era de las que se quedaba dormida, le costaba trabajo mantener los ojos abiertos.

Lee Jordan era un preguntón, había preguntado cinco veces la razón de su existencia.

George decía que no estaba borracho pero no se recordaba qué estaban celebrando.

Y Fred se había tomado hasta el agua de los jarrones pero por alguna razón no parecía afectado.

―Un momento, cállense. Amo esa canción, es una de mis favoritas. ¿Por qué nadie me quiere así? ―gimoteó Katie cuando la canción lenta armonizó la habitación.

―Yo te puedo querer así ―Aleksandr se levantó y tomó a Katie para bailar la canción con ella.

― ¿Por qué existe la música? ―preguntó Lee al aire. Agatha se rio.

Alicia se le lanzó y empezó a bailar a un ritmo totalmente diferente al de la canción. George abrazó la única botella que quedaba y se movió de lado a lado.

―Es una de mis favoritas también ―dijo Fred con una sonrisa. Tenía puesta la corbata en la cabeza y andaba descalzo. Agatha estaba sentada junto a él y sonrió ante el comentario―. ¿Quieres bailar, Aggie?

―No tienes que pedírmelo.

Fred ayudó a Agatha a levantarse y envolvió sus brazos en su cintura. Agatha puso sus brazos alrededor del cuello de Fred y lo miró. Agatha nunca había escuchado esa canción pero Fred se la cantó de memoria. Mirándola a los ojos cantaba con suavidad junto al cantante.

Cariño, soy tuyo. Y seré tuyo hasta que las estrellas caigan del cielo. Tuyo. Hasta que todos los ríos se sequen. En otras palabras, hasta que muera.

Los ojos marrones de Fred eran hermosos. Él sonreía a menudo con los ojos y eran una de las cosas que más le gustaban a Agatha. La mecía con suavidad y se encorvaba para estar lo más cerca que podía de ella. La calidez que le hacía sentir en su pecho se asemejaba a lava caliente. La estaba haciendo sonrojar. Ella se preguntó si en verdad decía en serio la letra que estaba cantando. Su corazón latía sin control y el sentimiento de mariposas en el estómago era imparable.

Fred Weasley estaba hecho para ella.

―Aggie, te lo juro es como si tuvieras pedazos de la luna en tus ojos ―suspiró Fred.

Oh no.

Agatha Krum, estás perdidamente enamorada.

Agatha lo tomó con delicadeza y juntó sus labios. Se había burlado de él el día anterior pero parecía que ella tampoco podía vivir sin besarlo. Todo el día había estado distante para que él se sintiera arrepentido de haberla confundido pero por primera vez ella estaba cediendo primero. Los dedos de Fred se le enredaron en el cabello con afecto.

― Me besaste primero―dijo el pelirrojo cuando ella se separó. Una sonrisa cándida adornaba sus labios.

― ¿Cómo podría resistirme si cantas tan bien? ―bromeó ella aún muy cerca de él. Sonreía de manera cautivadora―. Y me gustaría besarte de nuevo, si eso te parece bien.

― ¿En frente de todos? ―Fred sostenía una risa en la garganta.

Ella sacudió la cabeza confundida y luego se dio cuenta.

―Maldita sea, no puede ser ―maldijo Agatha, cerró los ojos con fuerza y se dejó inundar por el sentimiento más grande de estupidez.

Fred la había hipnotizado tanto que había olvidado que no estaban solos en la habitación. Agatha soltó a Fred, solo le queda rezar que nadie se hubiese dado cuenta. Nadie escuchó su plegaria porque cuando se volteó a ver a los demás, todos estaban mirándolos con impresión. Agatha se volvió hacia Fred que esquivaba las miradas al igual que ella.

― ¿Hay algo que quieran compartir con nosotros? ―preguntó George.

Fred y Agatha intercambiaron tartamudeos, hablaban con una rapidez ininteligible.

Sŭzhalyavam, ne govorya angliĭski ² ―Agatha se encogió de hombros, hablando en búlgaro para escapar de la situación.

Govorete na bŭlgarski, togava, lŭzhets ³ ―contrarrestó Aleksandr con una mirada dura.

― ¿Qué son ustedes? ―Alicia tenía la boca abierta.

―Yo soy búlgara, y tú eres inglés ¿no? ―le dijo Agatha a Fred, él asintió con la cabeza y se rio para sus adentros ante la broma.

―Muy graciosos. Págame, Aleksandr ―solicitó George mirando satisfecho al rubio.

Aleksandr bufó con fastidio y buscó en sus bolsillos el dinero.

―Una vez, Aggie, una sola vez que espero que seas exactamente cómo eres y no te evidencies primero y me haces perder dinero. Qué vergüenza.

―¿Por qué apostaron? ―preguntó Fred pasando su mirada entre Aleksandr y George.

―Por quien resbalaría primero. Nunca dudé de ti, Freddie. ¿Crees que somos tontos? Alek y yo lo sabíamos desde hace tiempo ―sonrió George recibiendo el dinero del búlgaro.

―Pues hasta aquí llegó lo de mantenerlo en secreto ―le susurró Fred en el oído a Agatha.

― ¿Somos tan malos para ocultar las cosas? ―Agatha chasqueó la lengua con una sonrisa.

―Entonces están teniendo algo ―Lee necesitaba respuestas antes de quedarse dormido.

«Algo» suena bien para describirlo ―concedió Fred.

―Algo ―repitió Agatha con una sonrisa.

Agatha cubrió con la manta a Lee que era el último que quedaba descubierto. Ella era la última en pie, los demás estaban dormidos. La chica se aseguró que todos estuvieran bien arropados y en posiciones cómodas. Alicia y Katie se habían quedado dormidas abrazando a Aleksandr como si fuera un animal de peluche en la cama de Lee mientras que Angelina, George y Lee eran tres ovillos en la cama de George. Todos roncaban profundamente.

―Súbete, Krum. ¿Te vas a quedar ahí toda la noche? —la voz adormilada de Fred asustó a Agatha que lo creía dormido.

El pelirrojo hizo un espacio junto a él para que ella durmiera. Ella sonrió.

―Voy a dormir en el suelo, Fred. Tú apenas cabes en tu cama. Estaré aquí cuando despiertes —susurró instándolo a dormir.

―Si Aleksandr cabe con dos chicas, creo que tú y yo estaremos bien.

Morfeo y su canción de cuna hizo que Agatha aceptara. Limpió con la mano el lado que iba a ocupar y con cuidado se acostó. Fred la acercó a su pecho y la abrazó como a una almohada, asegurándose de cubrirla con la manta. Agatha aspiró el aroma personal de Fred, dulce como butterscotch pero espeso como pino.

—¿Está bien si descanso mi mano aquí? —A Agatha le causó gracia la pregunta de Fred que tenía la mano más arriba de su torso cuando él había tocado más que eso y asintió.

—¿Te gustó tu cumpleaños? —musitó Agatha, el subir y bajar de la respiración regulada de él la estaba durmiendo.

—Fácilmente está en mi top 3 de mis cumpleaños favoritos.

—Me alegro. Siento habernos expuesto. Ahora no dejarán de molestarnos —se lamentó ella entrelazando con cuidado sus dedos con los de Fred.

—Está bien, esto es nuestro «algo». No importa si nos molestan, es de nosotros al final del día—susurró Fred, acariciando con el pulgar el dorso de la mano de Agatha. La hizo sonreír. Fred estaba medio dormido y medio ebrio por lo que las palabras que pronunció a continuación no pasaron por los filtros necesarios—. ¿Aggie?

—¿Uhm?

—Estoy enamorado de ti.

Agatha se sobresaltó un poco, levantó el rostro para mirarlo pero él tenía los ojos cerrados, hundiéndose profundamente en el sueño. Ella se mordió el labio, su corazón estaba a punto de estallar.

—¿Estás seguro? —El hilo de voz fue apenas audible.

Fred emitió un quejido afirmativo. Agatha creyó que estaba hablando su subconsciente. Él no lo iba a recordar cuando amaneciera pero igual se lo dijo porque lo sentía de verdad.

—Yo también estoy enamorada de ti, Freddie.

—Eso es genial —Fred habló sonámbulo y Agatha soltó una risita callada.

—Sí, es genial.






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1.      Моите добри приятели (Moite dobri priyateli): "Mis buenos amigos", en búlgaro.

2.      Съжалявам, не говоря английски (Sŭzhalyavam, ne govorya angliĭski): "Lo lamento, no hablo inglés", en búlgaro.

3.      Говорете на български, тогава, лъжец (Govorete na bŭlgarski, togava, lŭzhets): "Habla búlgaro, entonces, mentirosa", en búlgaro.


➻ 𝘯𝘰𝘵𝘢 𝘥𝘦 𝘢𝘶𝘵𝘰𝘳𝘢
Primero que todo , les doy gracias infinitas por el cariño que le dan a este fic. El amor que le dan me hace llorar, literal. Me tomé unos días de descanso por el final de mi trimestre de la uni pero ya volveré a publicar regularmente.  Les dejé la canción con subtítulos para que disfruten, porque me di cuenta que varias no hablan inglés. La versión de Arctic Monkeys es la que me imagino a Fred cantando pero por cuestiones de timeline estaban escuchando la versión original de Barbara Lewis. 
Yo sé que quieres que estoy se ponga spicy pero  tengan paciencia, bebés.
Un beso ,
Genie.

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