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56. Teddy Lupin





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El sonido que emitía la radio era estático debido a que el locutor se había quedado en silencio para honrar a los fallecidos. La habitación se encontró en un silencio sepulcro.

Adhara se paró y llevó sus manos a su cabeza, para comenzar a negar rápidamente.

No podía ser cierto. No era cierto. Era solo una pesadilla, un error por parte de River. No era verdad, su padre no podía estar muerto.

«No, no, claro que no, papá está vivo, debe ser otro Edward Tonks» pensó.

Es que debe ser otro Edward Tonks.

Con ojos cristalizados y preocupación, Theo le hablo a Adhara—. Ad —susurró.

Adhara cubrió su boca al momento de llorar de forma desgarradora.

Theo alcanzó a tomarla antes de que cayera al piso y se aferró con fuerza a los brazos de su amigo, quien le dio un fuerte abrazo mientras Adhara sollozaba con dolor.

Debía ser una pesadilla, claro que era una pesadilla, su padre no podía estar muerto.

—T-tengo que ir —tartamudeo separándose de Theo—. T-tengo que ir co-con mamá —Theo asintió torpemente.

—Sí, sí, vamos con Slughorn —propuso rápidamente.

Adhara intentó controlar su respiración, tenía que tranquilizarse, tenía que hacerlo si quería salir del castillo. Pero el hecho de que su padre estaba muerto  no podía salir de su mente.

Lograron salir de la Torre de Premios Anuales sin ser vistos, sin embargo tenían que caminar con precaución debido a que es hora de la cena y todos los estudiantes deben estar en el comedor.

Pero claro que en lo que menos pensaba Adhara era caminar precavida. Se encuentra molesta y siente una gran impotencia por que no tiene ni la menor idea de donde se encuentra el cuerpo de su padre.

Y aunque Theo miraba a todos lados procurando no ser visto por uno de los Carrow, nunca noto que por un corredor, Amycus se encontraba vigilindo.

—¡Hey! —les llamo con fuerza—. ¡Alto ahí ustedes! —exclamó Amycus—. ¡Alto ahí o los castigo!

Adhara frenó en seco, su varita salió de su manga y la sintió tan furiosa como ella, que sin pensarlo dos veces se giró sobre sus talones y apuntando Amycus, pronunció con palabras limpias el maleficio de tortura.

—¡Crucio! —exclamó dando pasos hacia él.

El mago cayó de rodillas al piso soltando un grito desgarrados para comenzar a retorcerse en el piso.

—¿¡Es divertido no?! —gritó con furia—. ¡Una vez más! ¡CRUCIO!

—¡Ad! ¡Detente! —exclamó Theo preocupado cuando se escucharon pasos cercanos, temiendo que se tratara la melliza del mortifago.

Sin embargo, fueron dos Gryffindor los que llegaron corriendo. Uno de ellos tiene una pequeña radio saliendo de su bolsillo, mientras que la pelirroja tiene su varita en mano, lista para atacar.

—¡Adhara! —le llamo Neville.

—¡Vete Ad! —exclamó Ginny.

Dejo de apuntar a Amycus, quien soltó un grito de coraje y dolor. Intento recuperarse pero Neville corrió en su dirección para darle una patada en la entrepierna que provocó que volviera a caer al piso.

—¿¡Qué creen que hacen?!

Alecto no pudo actuar por que así como Adhara había atacado a Amycus, le hizo lo mismo a aquella mujer.

Cayó al suelo gritando de dolor al lado de su hermano y Adhara estaba disfrutando tanto de verlos sufrir que podía continuar haciéndolo todo el día.

Eran culpables, ellos eran culpables de todo. Por su culpa muchos estudiantes se encontraban sufriendo a causa de la maldición cruciatus, habían sido ellos quien lastimaron a Neville, a Daphne, a Ginny; por su culpa se habían llevado a Luna.

Habían matado a su padre y quería que pagaran por eso.

—¡Crucio! —dijo una vez más.

Neville llego a su lado y con delicadeza tomó su brazo.

—Adhara, tienes que irte, tienes que ir con tu familia —dijo con claridad y calidez.

Le hizo señas a Theo quien tomó de la mano de Adhara.

—¡Vigila el galeón! —le recordó Ginny doblando sus mangas y mirando a los Carrow mientras mantiene su varita firme, lista para atacar.

Theo jaloneo a Adhara para hacerla correr lejos de ahí. Llegaron rápidamente a las mazmorras, agitados, nerviosos, preocupados.

—¡Profesor Slughorn! —llamó con fuerza Theo la puerta del jefe de su casa.

La puerta se abrió dejando ver al profesor con preocupación. Miró a ambos lados del pasillo y el jalo a ambos chicos al interior de su oficina.

—¿Qué ocurre? —preguntó tembloroso.

—Profesor, el padre de Adhara ha fallecido —susurró Theo—. Tiene que ir a casa, tiene que ayudarla a llegar a casa —suplicó.

—P-pe-pero, ¿cómo? Tengo mi chimenea vigilada —tartamudeo nervioso.

—Puedo ir sola —comentó Adhara—. Pero nece-necesito a mi lechuza —Slughorn la miro confundido—. No puedo dejarlo solo.

—¿Cómo saldrá del castillo sin ser vista por alguien? —cuestionó.

—Tengo un... secreto —murmuró.

—Bien, bien, hágalo, yo me encargaré de cubrirla, hágalo y rápido. Me encargaré de que sus cosas lleguen a su casa —ella asintió, se escucharon golpes desde la puerta.

—¡Slug! —gritaron los Carrow.

—¡Vete! —le empujo Theo hacia una pequeña rejilla.

Adhara se transformó en mariposa sin que el profesor pudiese verla. Voló hasta la rejilla y anduvo volando en busca de una salida la cual no tardó en encontrar. Quería tirarse y ponerse a llorar, pero no, tenía que alejarse, tenía que irse lejos de Hogwarts, tenía que estar con su familia.

Logró salir del interior del castillo hacia la oscura y fría noche que se sentía realmente melancólica y triste.

Y justo cuando atravesó los terrenos del castillo, a lo lejos, una hermosa lechuza se apuraba en su encuentro con su dueña. Dabih estaba emprendiendo su viaje fuera de Hogwarts junto con Adhara y juntos volaron en su escape.


...


Adhara no pudo llegar a su casa, esta se encontraba destruida.

Vio a Dabih que ululaba a su alrededor para que le siguiera, así lo hizo. Volaron por entre las nubes, manteniéndose escondidos ante los ojos de cualquier persona, hasta que Dabih comenzó a bajar y a bajar, ella seguía a su mascota sin preguntarse a dónde iban, no tenían ni la menor idea.

Pero entonces lo vio, era la cabaña de Remus.

Dabih se posó en una de las ventanas abiertas y Adhara entró en dirección a la sala, en donde encontró a su hermana llorando en el regazo de su madre.

Se transformó en humana nuevamente y cayó al lado de su hermana.

—¡Adhara! —exclamó Andrómeda.

Pero no pudo decir más. Andrómeda se abrazó de sus hijas, las tres tan rotas, tristes, desesperadas.

Se escucharon lentos pasos entrar a la sala. Remus suspiró con notable tristeza al ver como la pequeña familia se encontraba tan rota y desesperada. Agitó su varita para invocar una taza más ya que tiene consigo una tetera. Las dejo en la pequeña mesa ratonera y lentamente tomo asiento al lado de su esposa, tomando su mano.

Nymphadora se aferró de Remus quien le dio un fuerte abrazo y en silencio, continuaron sufriendo la pérdida de Edward Tonks.


...


Harry miraba el mapa del merodeador, su dedo acariciaba el nombre de la Torre de Premios Anuales. Levantó su cabeza para ver a Ron y Hermione al pie de la tienda.

La extraña demasiado.

—¿Todo bien? —preguntó Ron del otro lado de la tienda.

—No está —murmuró—. Supongo que... se enteró —susurró.

—Harry no pudimos hacer nada —dijo Hermione con tristeza.

—Sí, yo pude hacer algo, yo... era su padre —negó con ojos cristalizados.

—Harry, no puedes salvar a todos —dijo Ron mirando a su amigo con una mueca—. No puedes —negó lentamente.

Harry recostó su cabeza en la silla, se paró lentamente y guardó el mapa.

—Solo, iré a dar una pequeña vuelta, no saldré de los límites —prometió a Hermione.

Ella asintió sin estar muy convencida y Harry caminó lentamente fuera de la tienda, ambos amigos miraban a Harry con preocupación. El chico quedó parado sin hacer absolutamente nada y entonces, se recostó en el suelo.

Harry miró el cielo estrellado y cerró sus ojos, recordando la hermosa sonrisa de Adhara y su risa tan melodiosa, aquel sonido tan placentero de escuchar, su sonido favorito. Volvió a mirar las estrellas y las miro con una sonrisa, recordando todas las veces que Adhara le había hablado de ellas.

—Estoy bien, Ad —susurró—. Ya casi lo conseguimos —aseguró—. Ya destruimos el relicario, solo faltan tres más.


...


Para Adhara no había nada mejor que estar con su familia, que le ayudaba mucho. Nymphadora con su embarazo había estado estos días bastante preocupada, pero que su hermanita estuviese a su lado le mantenía alegre, sin mencionar que Adhara le cantaba una canción pegada al vientre de su hermana, a quien hacía reír por cómo su hermana tomaba el vientre.

Adhara decía que era sentir como una sandía.

Le tranquilizaba estar en casa de Remus, la habían protegido y de vez en cuando iban algunos mienbros de la orden, como Kingsley o el señor Arthur, a quienes se había emocionado Adhara de ver.

Por ahora, Adhara lo que hace en las noches (aparte de vigilar) es ver y leer las estrellas. Desde la azotea de Remus se pueden ver muy bien, esto gracias al pueblo montañoso en donde vive.

Adhara ladeó un poco su cabeza, leyendo a sus hermanas que habitan el cielo nocturno.

«Está bien.»

Sonrió ante el pequeño mensaje que le daban las estrellas, pero quería saber más. Necesitaba saber que Harry no estaba sufriendo o al menos no mucho. Quería saber de Hermione y de Ron, ¿cómo se encontraban? Soltó un suspiro pesado y se acurruco aun mirando el cielo.

Despertó debido al dolor en su espalda, trono un poco su cuello y se estiró soltando un chillido. Aún no amanece, pero está segura de que es el alba no debe tardar en salir. Se transformó en mariposa y entró en la casa por una de las rejillas, revoloteo por la sala y la cocina y voló hasta la habitación que comparte con su madre, quien este mirando por la ventana.

—Buenos días, mamá —le llamó.

Andrómeda limpio sus lágrimas rápidamente, pero Adhara la envolvió en un cálido abrazo.

—Buenos días, mi niña —beso la cabeza de su hija con amor.

—Tomaré un baño y te ayudo a preparar el desayuno, ¿sí? —Andrómeda asintió y Adhara sintió una punzada en su pecho al ver a su madre tan triste.

Aun recordaba todas las historias que le contaba su padre, diciéndole como Andrómeda se había acercado a él porque la estrellas se lo habían dicho y él se alejaba de ella por que creía que estaba loca.

Pero aquella historia siempre terminaba con ese final tan magnificó, en donde Ted siempre decía que terminó enamorándose con locura de Andrómeda, hasta tener una familia la cual amaba demasiado.

Pensar en eso solo hacía sentir a Adhara más nostálgica ya que la historia de amor de sus padres parecía que acababa de tener un abrupto final.


...


Los días se convirtieron en semanas y aunque ya era abril, Adhara sentía que llevaba una eternidad sin salir de la casa. Era Andrómeda quien iba a ser las compras, se sentía bastante segura ya que no podía enviar a su hija embarazada, menos a su yerno hombre lobo y mucho menos a su hija que tenía antecedentes de haber tenido una relación con el Indeseable No. 1.

—¿Cuándo poder salir a volar en mi escoba de nuevo? —preguntó Adhara viendo como su madre peina el cabello de Nymphadora, quien llevaba un día ya sintiendo contracciones.

—No lo sé —respondió Andrómeda, Adhara pegó su cabeza en el sillón.

Remus quien está sentado en el piso rodeado de ranas de chocolates mientras lee un libro sobre la paternidad lo cerró haciendo llamar la atención de Adhara.

—Bien, esto suena terrorífico —anunció el hombre mirando la chimenea.

Nymphadora y Andrómeda lo fulminaron con la mirada, pero Adhara soltó una carcajada limpia.

—En serio, he leído 10 libros y... terrorífico —susurro abriendo sus ojos.

Nymphadora no pudo contener su risa y Andrómeda se inclinó para darle un zape a Remus, quien se encogió de hombros inocente.

—Sabes, Rem —hablo Adhara sentándose como indio—. Una vez escuché a decir a la profesora Sprout que los maestros terminan convirtiéndose en padres —Remus frunció el ceño sin entender muy bien a lo que se refería—. Ya sabes, por qué ellos enseñan, te felicitan por actos buenos y te reprenden por los malos.

—No sé a qué viene todo esto —admitió ladeando una mueca.

—Remus, tú fuiste profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras en tercer año —le recordó—. Y fuiste el mejor —las mejillas de Remus se pusieron un poco coloradas—. Ayudaste a más de un alumno a aprender y a tener confianza y sentimos tu calidez al hablar con nosotros, pero también nos sentimos tristes cuando nos regañabas. Técnicamente, fuiste como mi papá por un año sin saberlo —alzó los hombros con algo de nostalgia—. Serás un increíble padre, Remus, déjate de tonterías —pidió acomodándose en el suelo para pegar sus rodillas a su pecho.

—Gracias, Ad —susurró un tanto ruborizado.

—Su hijo o hija de habrá ganado excelentes padres —aseguró Andrómeda sonriendo con cariño.

Nymphadora sollozó—. Se ha ganado una familia increíble —le corrigió a su madre mientras limpia sus lágrimas.

Remus se paró de un brinco para darle un fuerte abrazo.

—¿Oíste eso? —susurró Remus en el gran vientre de Nymphadora—. Te has ganado una increíble familia —depositó un beso haciendo soltar una risita a Nymphadora, Adhara les sonrío con ternura.

—Iré a preparar la cena —informó Andrómeda.

—Te ayudo —dijo Remus.

—Uy si, comida —chillo con emoción Nymphadora.

Adhara ayudó a su hermana a pararse y juntas caminaron al comedor, Nymphadora se colocó una servilleta en su cuello para no mancharse y tomó el cuchillo en su mano derecha y el tenedor con la izquierda para levantarnos mientras sonríe.

—Teddy tiene hambre —informó.

Los tres presentes miraron a Nymphadora.

—¿Qué? Las estrellas me dijeron que será niño —musito cambiando su color de cabello a uno rosa palo.

Adhara chillo—. ¡A mí también me lo dijeron! —dijo dando brincos.

—Bueno, tranquilas, tranquilas, acuérdense que a veces la estrellas cambian de posición mientras las leemos y pudieron confundir el mensaje —les recordó su madre mientras Remus tiene una sonrisilla en su rostro.

Una tarta de manzana se armó frente a los ojos de Nymphadora y jadeó.

—Mamá... —murmuró y se apoyó en la mesa.

—Dime cariño —respondió con dulzura.

—Creo que se me rompió la fuente —murmuró.

Adhara gritó parándose de un brinco.

—¿¡Qué?! —exclamó Remus, él llevó sus manos a su mejilla—. ¡No, que se espere! ¡Aún no estoy listo! —dijo asustado.

Adhara le dio una bofetada—. ¡Reacciona Remus! ¡Tú hijo está por nacer!

Era imposible para Nymphadora subir las escaleras, quien estaba gritando y maldiciendo a todo, incluso Dabih había salido volando un tanto asustado. Remus y Adhara guiaron a Nymphadora a la habitación que había montado Andrómeda en el primer piso.

Ella maldijo y se quejó al sentir una contracción en cuanto la depositaron en la cama y Adhara la miró con cierto pánico en sus ojos.

—Bueno, hasta la próxima —Adhara hizo una saludo militar en forma de despedida, ya que estaba a punto de salir de la habitación; sin embargo su madre la jalo del suéter.

—Nashira, en estos momentos necesito de tu ayuda.

—¿¡Qué?! ¡Mamá no! Eso de cómo nacen los seres humanos es terrorífico —admitió haciendo muecas, su madre le dio un golpe en la cabeza.

—¡Mamá! —gritó Adhara al mismo tiempo que Nymphadora.

—¡Toallas! ¡Agua tibia! ¡La tina del bebé! ¡Ahora!

Adhara chillo e imitó un sonido de puerquito, causando que Nymphadora soltara risas entre su llanto. Con su varita en alto se encargó de atraer lo necesario. Vio a su madre acomodar a Tonks, con sus rodillas flexionadas y las piernas separadas y cubrió sus ojos asustada.

—¡Esto duele! —gritó Nymphadora apretando con fuerza la mano de Remus.

—¡Sí! —chillo su esposo.

—Dora, vamos cariño. Puedes hacer esto. Respira conmigo ¿sí? Venga, respira conmigo —le animó su madre.

Pronto, los cuatro en la habitación estaban respirando para tranquilizar a la embarazada.

—Eso cariño, sigue respirando —dijo con ternura Andrómeda.

Remus acariciaba la espalda de Nymphadora mientras con sus ojos bien abiertos seguía inhalando y exhalando.

—Adhara ven —ella hizo una mueca de horror—. Nashira —gruñó su madre.

Dio un paso hacia el frente y vio cómo su madre colocaba almohadas alrededor de su hermana.

—Vamos, amor, sigue respirando —le animó Remus.

—Que buen método anticonceptivo para no tener hijos —murmuró Adhara.

Nymphadora soltó una carcajada que se convirtió en grito de dolor.

—¡Mierda, Adhara compórtate! —le regañó su hermana.

—Adhara quiero que laves muy bien tus manos, ¿sí? —ella asintió y corrió al baño, tallo con fuerza y rapidez sus manos y regresó con su mamá—. Iré a lavarme las manos.

—¡Mamá no me dejes sola! —chillo al ver como su madre corría al baño.

—¡Ya no aguantó! ¡Creo que ya viene! —gritó Nymphadora con lágrimas en sus ojos.

—¡Mamá! —chillo Adhara dando brincos de susto.

Andrómeda no tardó en regresar y corrió en dirección a su hija. Adhara miraba a su madre un tanto impresionada, ella no tenía ni la menor idea de cómo es que se encontraba tan tranquila.

—Dora, estás lista —Nymphadora aplaudió.

—¡Ya era hora!

—Bien cariño, voy a contar y quiero que pujes con todas tus fuerzas.

Andrómeda ni siquiera pudo contar por qué Nymphadora ya estaba pujando.

—Ay, esto es muy fuerte, no puedo verlo —admitió Adhara cubriendo sus ojos.

—Adhara en cuanto la cabeza del bebé salga tú lo vas a sostener.

Adhara gritó con miedo al mismo tiempo que Nymphadora pujaba y Remus hacía muecas de dolor. Su mano estaba tomando un color morado.

—Maldita sea Remus Lupin, ¿por que tú no sientes este dolor? —chillo Nymphadora mirando al techo.

—Casi lo siento —gimoteo el hombre cerrando sus ojos debido al dolor en su mano.

—Dora, ¡una vez más! —le animó su madre.

Ella pujó mientras Remus sostenía su espalda y gritó tomando un color rojo en su rostro mientras su cabello se tornaba violeta.

—¡Veo una cabeza! ¡Le está saliendo una cabeza de la vagina! —gritó Adhara con miedo.

—¡Adhara sostén la cabeza! —le ordenó su madre mientras que ella anima a su hija a seguir pujando.

—¡Está viscosa! ¡Está viscosa, mamá!

—¡Nashira cierra la boca! —ordenó Andrómeda—. Tomarás al bebé con cuidad —le pidió, Adhara asintió frenéticamente con su cabeza.

Adhara tomó aire sosteniendo con delicadeza la cabeza del bebé y en cuanto los hombros salieron pronto, el pequeño cuerpo se deslizó hasta los brazos de Adhara, quien lo tomó con cuidado.

—Oh santísimo Merlín —susurró Adhara con lágrimas en sus ojos mientras que el bebé llora con fuerza—. ¡Es niño! —exclamó mirando a su hermana y a su cuñado.

Andrómeda envolvió con cuidado al pequeño bebé que sigue llorando en los brazos de Adhara.

—Llévalo con Dora, necesita sentir el calor de su madre.

Con nerviosismo. Adhara camino hasta su hermana y depositó al bebé en los brazos de Nymphadora, quien tiene lágrimas en sus ojos.

Andrómeda limpio la nariz y la boca del bebé.

—Rem, Rem, es un niño —dijo mirando a su hijo con amor.

El bebé, no tardó en reconocer la voz de su madre y comenzó a cesar el llanto.

—Es nuestro niño —susurró con ternura Remus y besando la frente de Nymphadora.

Andrómeda se encargó de agitar su varita y el cordón umbilical se cortó por arte de magia, se acercó a ver a su nieto y con ternura besó la cabeza de su hija.

—El pequeño Teddy —dijo Remus acariciando con cuidado y algo de miedo la cabeza del bebé.

Pronto, mantas envolvieron al pequeño bebé. Nymphadora y Remus se dieron un tierno beso mientras el bebé ya no lloraba y se dejaba admirar por sus padres, su tía y su abuela.

Adhara sollozó con una sonrisa mientras ve desde el borde de la cama a su sobrino. Habían perdido un Edward, pero ahora acababan de conocer a uno.





Nota de autora:

Este capítulo me puso muy soft.

La verdad yo no quiero tener hijos que salgan de mi, ahre, pero me mUERO por adoptar y re QUIERO adoptar y me muero por tener un bodoquito pero soy joven y no gano lo suficiente como para mantener un bodoque ):

Ah, y mis amigos dicen que lo terminaría perdiendo y true AF

Lots of love, Cici x

pd: lo llamaría Remus, ahuevo que si.

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