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𝓬𝓪𝓹𝓲́𝓽𝓾𝓵𝓸
𝙲𝚕𝚊𝚗 𝚉𝚎𝚗𝚒𝚗

El vínculo que había destruido con el Clan Zenin le habia traido mas repercusiones que ventajas. No lo admitiría en voz alta pero internamente culpaba a su líder por ser tan indulgente.

Bienvenido, Skylar-sama. — Lo saludo una sirvienta con la respiración agitada y prendas desarregladas.

Detrás de ella un miembro de la familia secundaria. Vio de reojo al hombre quien se encogió en su lugar, temeroso a lo que el Fushiguro pudiera hacerle.

Llevame al salon, por favor. — Pidió Skylar, tratando de alejarla de ese intento de hombre.

Como ordene. — De inmediato la mujer se puso a su lado, agradeciéndole silenciosamente.

Si te vuelve acosar, matalo. — Espeto con severidad. — Si tienes problemas con el Clan, solo pronuncia mi nombre.

Muchas gracias.

Es un honor tenerte de regreso, Skylar.

El olor a cigarrillos y alcohol inundaron su nariz dejándole un sabor amargo que se deslizó por su garganta.

Pido que sea lo más directo, Naobito-san.— Escuchar las risas del hombre fue desagradable, detestaba ese sonido.

El alcohol fue servido y mostrado frente a él, con las misma intenciones de hace años.

Nunca cambias eh. — Responde entre sorbos. — Toji estaría orgulloso del carácter que formaste

Si no tiene nada que decir-

Megumi se ha vuelto fuerte ¿verdad?. — Los ojos de Skylar se abrieron de forma abrupta haciendo sonreír a Naobito.

Eso no es de su incumbencia. - Inquiere con dureza. — Megumi está bajo mi tutela y no podrá hacer nada.

Tu mejor que nadie sabes que se convertirá en el líder del Clan.

Eso no sucederá. — Dudo de sus propias palabras.

¿Entonces tomarás su lugar?

El estómago se le revolvió y la garganta se seco, sus puños se cerraron con fuerza y el ambiente tenso se transformó en una guerra de miradas.

El categoría especial no dudo y las sombras se hicieron presentes, aquellas iris que se asemejan al mar perdieron todo color y brillo.

¡No te atrevas a tocar a mi hijo!. — Sus dedos crujieron a la par de los huesos del viejo.

Aquellas espesas breas que retenían el movimiento y energía maldita del mayor se convirtieron en navajas que perforaron la piel expuesta.

¡Ese niño no es tuyo!. — Fingió no oirlo pero el dolor en su pecho permaneció. Era verdad y no podía hacer nada al respecto

Megumi no era su hijo.

Pero lo amaba como tal.

¿No era suficiente ese amor tan incondicional que le tenía?

Sus dedos deshicieron su ritual dejando al hombre agonizante en el suelo, las marcas desaparecieron tan pronto como su el brillo en sus iris apareció.

Si es mi hijo. — Hablo con seriedad. — Lo cuide y lo críe junto a mi esposa, así que no importa si tengo que matarlos a todos para que él esté bien.

No se despidió, ya tenía suficiente con el sangrado de su nariz y las constantes vibraciones en su teléfono.

El sonido de llamada lo alertó, rápidamente contestó escuchando la voz temblorosa de Megumi.

Papá, Itadori esta...

Su rostro se veía enfermizo, frente a él estaba la camilla donde yacía el cuerpo inerte de Itadori. Sus dedos trazaron líneas en el rostro del menor, disculpándose silenciosamente con el.

En su mente se armaba el rompecabezas de la situación. La reunión no era más que una excusa barata para poder deshacerse del niño.

Que monton de cobardes.

¿Estás bien, cariño?. — La dulce voz de Shoko lo reconfortó, sus dedos se apartaron del menor para tomar la mano de su esposa.

Si, estoy bien. — Mintió. — Me preocupe demasiado.

Sky. — Acercó su rostro con todas las intenciones de besarlo pero fue interrumpida por la presencia de Ijichi junto a Gojo.

La cara de Ijichi paso de avergonzada a una completamente llena de terror cuando noto el mal humor del albino.

Iré a ver como esta Megumi. — Se alejó de la mujer con un fuerte rubor cubriendo su rostro. — Compermiso.

Sus pasos se aceleraron al igual que sus latidos, una sonrisa enamoradiza surco sus labios y se fue con tranquilidad.

Ojala hubiera sido más rápido.

Unos brazos rodearon su cintura y cubrieron su boca impidiéndole el movimiento, fue arrastrado sin piedad.

Te diviertes ¿verdad?. — Su dedos trataron inútilmente de invocar su técnica pero nada surgió. — ¿Crees que puedes jugar a la casita con esa perra?

Sintió las manos ajenas desabotonar su camisa y las náuseas aparecieran en su garganta en un torbellino de emociones.

No pudo gritar, ni siquiera pudo defenderse. Era humillante.

¿Acaso ella ya vio todo de ti?. — Su aliento choco contra su cuello y las lágrimas mojaron sus mejillas. — Lo bonito que te vez cuando lloras.

La cálida luz que abordaba su ser se vio opacada por la oscuridad del albino, los sollozos involuntarios junto a los espasmos mancharon su visión.

Una vez más arremetió contra su cuerpo y la sangre corrió por sus piernas, la esencia lechosa se desbordó por su espalda y sus piernas se rindieron dejándolo caer al suelo.

Como nuestra primera vez.

Con pequeños toques anunció su entrada al cuarto de Megumi, su corazón se estrujo al verlo envuelto en sábanas y en posición fetal.

Gumi. — Aquel apodo meloso fue pronunciado con suavidad, apreciando el tiempo de peinar las hebras oscuras.

Itadori está muerto. — Susurró contra la almohada. — Mi shikigami tambien lo esta.

Los brazos del azabache rodearon el torso del mayor, ahogando su frustración en su regazo.

Estaba frente a mi, ni siquiera pude sostenerlo.

Los orbes azules observaron con pena a su pequeño cuervo, tentado a decirle algunas palabras que lo reconfortará pero ninguna se escuchaba lo suficientemente dignas para el.

Kugisaki-san ¿como esta?. — Pregunto dándole algunas caricias a su hombro.

Estaba herida, pero viva.

Entiendo. Me alegro.

Las manos de Megumi tomaron las del mayor con fuerza y descubrió las marcas rojizas cubriendo su cuello junto a las marcas de unas manos.

¿Te duele?

Bastante.

¡Funen a Satoru la ptm!

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