Ⅴ
𝓬𝓪𝓹𝓲́𝓽𝓾𝓵𝓸
𝚙𝚎𝚛𝚜𝚙𝚎𝚌𝚝𝚒𝚟𝚊 𝚍𝚎 𝚞𝚗 𝚊𝚖𝚘𝚛 𝚊𝚋𝚊𝚗𝚍𝚘𝚗𝚊𝚍𝚘
La misión había sido un completo éxito, dándole la victoria a Nobara y Yūji. Ambos serían buenos hechiceros en un futuro o eso pensaba Skylar.
De repente la imagen de un hechicero de cabellos azabache apareció en su mente, llenándolo de recuerdos dolorosos.
— En otro universo quizás fue lo suficientemente valiente para tomar tu mano.
— Suguru, si tu me dejas yo-
— Mi único arrepentimiento es no haberme casado contigo. Seguramente tendríamos una casita con jardín donde los niños jugarían y hubiéramos sido felices.
— Suguru, no te vayas.
— Perdóname.
— Yo me encargo. — La voz de Satoru lo saco de su ensoñación dejándolo aturdido cuando sus brazos rodearon su hombro. — Skylar paga.
— ¿Eh?
Los estudiantes sonrieron ante la propuesta y un pequeño destello apareció en sus ojos. Aún tenía cosas que arreglar.
— ¿Los de Kioto no pueden simplemente solucionarlo?. — Farfulla un Satoru de 17 años hacia sus amigos.
— Deja de quejarte. — Le reclama Shoko jugando con el cabello de Skylar. — Te creció mucho.
— Lo se, quiero tenerlo hasta los hombros. — Menciona.
— ¿Acaso intentas copiar mi estilo?. — Exclamó Suguru con un enfado falso.
— ¿Hablas de estilo con esos pantalones?. — Rebatio.
La pequeña pelea se vio acabada cuando las risas de Satoru y Skylar se hicieron presentes. El peliblanco rodeo los hombros de Geto y al mismo tiempo la cintura del peliazul.
— ¡Vamos por las bastardas!. — Quizás hubieran puesto resistencia pues él albino los lanzó hacia el edificio sin ningún tipo de cuidado.
— ¡¿Cómo te atreves?!. — Le gritó el chico limpiando el polvo que había quedado en su uniforme. — Suguru ¿estas bien?.
Y ahí estaba la clara diferencia de trato, no importaba que hiciera para ser notado. Su atención siempre iba para Geto.
— Si, gracias. — Y lo peor de todo es que era correspondido.
— Vine a rescatarlas. — Hablo en un tono burlón fijándose en la mujer bajo los escombros. — Utahime ¿Estas llorando?
— ¡Claro que no! ¡Lárgate!
— ¿Me consolarías si estuviera llorando?. — Esta vez fue Mei quien hablo, riendo ante la expresión de Satoru al ver las interacciones de sus compañeros. — Me gustaría que lo hicieras.
— Pero tu no necesitas eso. Eres fuerte.
— ¿Tu crees?
El enojo en Utahime exploto y estaba decidida a mandarlos al diablo.
— ¡Ugh! ¡Gojo yo no necesito que me rescates-!
Una maldición apareció detrás suyo asustandola momentáneamente hasta ver las sombras rodeando a la maldición y luego siendo absorbida por Geto.
— Satoru no debes burlarte de los débiles.
— Ey. — Lo recriminó Skylar dándole un golpe suave en el hombro. — ¡Señorita Utahime!.
La joven mujer se emociono al escuchar su nombre siendo pronunciado de forma dulce.
— ¡Skylar!
— ¡Estaba preocupado por usted!
— Lleva dos días sin comunicarse. — Esta vez fue Shoko quien tomó la palabra apagando su cigarrillo.
— ¡Skylaaaaaaar! ¡Shokoooooo!
Se acercó al chico abrazándolo por los hombros y moviendolo de un lado a otro como si de un muñeco se tratase.
— ¡No te vuelvas como esos dos! ¡Eres mi última esperanza en los hombres!. — Lo miro severa. — ¡Shoko! ¡Tu tampoco te vuelvas como ellos!
— No planeaba hacerlo. — La tranquilizo acariciando su cabeza con suavidad. — Sho, tampoco.
La castaña asintió dándole la razón y permitiendo a la chica desahogarse con libertad.
Por una parte la mirada de Satoru se enfoca en Skylar, en esos bellísimos ojos azules y en el cabello ondeando con el viento. De reojo observo a Suguru y su mundo se derrumbó. El también lo veía de la misma manera.
Entendió que las miradas tímidas y los roces frecuentes entre ellos eran su forma de acercarse, a este paso acabarían convirtiéndose en una pareja.
No quería que eso pasara.
— ¿Dos días?. — Reacciono Utahime unos segundos después abrazando el torso del Zenin.
— La maldición alteraba el espacio y el tiempo, así que todo ahí dentro era caótico. — Explicó Skylar poniéndose a un lado de Shoko.
— Mei cobrará un montón. — Comentó bajito hacia la castaña ganándose una carcajada por parte de ella.
— A todo esto. — Habla la chica de coleta. — ¿Y el velo?
El rostro de los cuatro estudiantes quedó en blanco. Se les había olvidado epicamente.
— ¿Quién de ustedes le dijo al director encargado "yo me encargo de poner el velo" y luego lo dejo abandonado?
Los tres alumnos señalaron a Satoru en un intento de salvarse a sí mismos.
— ¡Profe! ¡Dejemos de buscar culpables! — Alzó la mano para obtener la palabra.
— Con que fuiste tu, Satoru. — Lo único que recibió fue un mazapazo.
¡MENTÍ! ¡EL PRIMER AMOR DE SKYLAR FUE GETO!
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