𝐅𝐈𝐍𝐀𝐋
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Y cuando llegue el día, partiré.
Eren Jaeger.
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Año 850
Dos dias después de la restauración al muro María.
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—¿Por qué estás haciendo todo esto? ¿Te da placer ver como los titanes devoran a los seres humanos?—la voz de mi padre se interpuso en mis tímpanos, las imágenes distorsionadas se aclaraban para hacerme ver a un guardia con bigote, él exhalaba el humo de su cigarro.
—¿Quieres saber por qué? Porque creo que es entretenido. ¿Crees que estoy mal de la cabeza? Aún así la crueldad es parte de la naturaleza humana, es posible que la paz sea una cosa maravillosa, pero me falta algo para sentirme. ¿Será una desconexión con la muerte? La sensación de vivir se da cuando crees que estás apunto de morir, creo que es la mejor forma de pensar de cualquier ser vivo, por eso estoy preparado para recibir ese día. Enfrentó con la cabeza en alto la realidad de este mundo y he logrado entender la crueldad que lo rodea.—decía, mirando hasta mi padre, pero era como si pudiese ver a través de él lo que aquel hombre le decía hasta de inyectar una jeringuilla en la nuca del hombre que yacía arrodillado frente al muro.—Hice que los perros de mis hijos mataran a tu hermana para darle una lección de vida.—articulo fríamente, lanzando al hombre.
—¿No eres capaz de sentir remordimiento?—le preguntó mi padre, aturdido.
—Bueno, entiendo bien lo que quieras decir. Si algo así llegará a sucederle a alguno de mis hijos esos me partiría el corazón.—respondía aquel hombre, mientras el destello de una transformación lo cegó por un momento.—Pobre pequeña. Si tan solo no hubiera nacido eldiana.—añadió, dejando a mi padre boquiabierto.—Mira, así es como son ustedes en realidad. Cuando absorben el líquido espinal de un titán se convierten en unos monstruos gigantes, no podemos dejar que los eldianos sigan existiendo, por eso debemos matarlos. ¡El mundo entero desea acabar con todos ustedes!—dijo frio.
Era un simple espectador. Así me sentí mediante esas imágenes que sucumbieron mi sueño para convertirlos en una vil y larga pesadilla. No podía levantarme, todo el bucle que mi padre había vivido, renacía en mi interior y se me enterraba como la raíz de un árbol que endurecía. Sangre, llanto y desesperación, era lo que veía a través de sus ojos como si cada uno de esos recuerdos se plasmaran en mi conciencia para retenerlos e intentar de entenderlos en cada etapa de tiempo. Una familia sin libertad. Un hermano que perdió a su hermana comida por los perros. Grisha, un doctor que buscaba encontrar la libertad de su patria en un lugar muy lejano a este sitio. Desesperación, encarcelación. La continuidad de imágenes me presentaban a personas que jamás había visto, pero no implicaba que sentía que no pudiera haberlas conocido, porque una parte de mi las sentía familia y no solo porque aquel pequeño de rubio cabello señalaba a mi padre de traidor hasta que fue llevado a la encimera de un muro donde vio a todos sus amigos convertirse en titanes. Lo que veía era un horror, pero más allá de eso, aquel titán que vi en sus ojos, era el reflejo del monstruo en el que me convertí.
—¡¡Ah!!—grite aterrado en cuanto pude esbozar una bocanada de aire que me devolvió el aliento, haciéndome sentir mis mejillas humedecidas.
—¡¡Eren!!—fue lo que oí de parte de Mikasa, mientras que me encontraba sentado en la camilla de aquella cárcel; cumplía con mi castigo.
—Acabó de ver los recuerdos de mi padre.—esbocé para girar mi mirada y ver a Armin soñoliento, el susto que le di se le notaba.
Mi corazón palpitaba a un ritmo anormal, la manera en que mi cuerpo temblaba mientras intentaba de incorporarme era algo fuera de lo normal. Jamás me había sentido así, era como si sufriera una crisis donde no podía ni siquiera respirar. Alguien me asfixiaba, así que me coloqué en el borde de la camilla para respirar hondo. Armin me miraba fuera de los barrotes, intentando de abrir la puerta con las llaves que tenía. Estaba asustado. Tenía tanto miedo de lo que había visto, el horror y los gritos de esas personas era como una pesadilla repetitiva en mi mente. No podía quitarlo, ni siquiera aunque Armin estuviera delante de mi, hablándome.Toda la fracción de imágenes continuaba sometiéndose a mi mente. No había escapatoria. Todo lo que había visto se continuaba presentando, la desigualdad e injusticia que creaba impotencia en mi padre. La manera tan detallada en que su familia le creaba ideologías de falsedad sobre su nación, más que eso, el lugar de donde provenían y por alguna razón, una mujer de cabello castaño claro con ojos del mismo color. Sentía que la conocía, pero fue su apellido, la mención de eso.
—Vi a la madre de Gianna.—le conté a Armin, quien se sentaba en la silla de esa celda.
—Eren, voy anotar todo.—indicó Armin, por lo cual asentí en cuanto me pasó agua, esperando que la absorbiera para que me calmara.—Ya que es reciente, podría ser de ayuda próximamente.—añadió, volví asentir, apresurado.—¿Dijiste que viste a la madre de Gianna?—se preguntó.
—Si, mi padre la conocía.—añadí, colocando mis piernas en la camilla para recostarme en la pared.—Conoció a la mujer que la adoptó.—esclarecí, viendo a Armin confundido.
—No lo entiendo, ¿como has podido ver los recuerdos pasados del doctor Grisha?—se cuestionaba Mikasa en la celda de al lado.
—Espera un momento Eren, ¿acaso viste de donde venía tu padre?—levante la mirada para ver a Armin, mientras que restregué mis ojos.
—Es Marley.—afirme, mirando a Armin en aquel escritorio, quien escribía anotaciones.—Es ahí de donde viene Gianna, estoy muy seguro.—dije.
—Entonces lo que había en el sótano de tu padre es cierto, viene de más allá de las murallas.—comentaba, sosteniendo aquel lápiz.
—Mi padre era un Eldiano. Es así como nos califican la gente de Marley.—detallaba, recordando.—El padre de Historia me habló sobre eso. El antiguo rey condujo su gente hacia este lugar, pero parece ser que los que no pudieron venir fueron condenados a vivir en zonas de internamiento como mi padre.—contaba, notando a Armin anotar todo.—Provenimos de una descendencia llamada, "gente de Ymir".—añadí, cabizbajo.—Ymir fue la primera fundadora, la primera en obtener un poder titánico, pero para Marley la manera en que lo obtuvo fue una aberración que realzó más su odio hacia nosotros. Con eso, creo nueve titanes conjunto a su poder que hizo que unida al rey sus tres hijas luego de su muerte devoraran cada parte de ella para seguir pasando el poder.—dije, notando a Armin abrumado ante eso.
—¿Tres hijas...
—Sina, Rose y María.—interrumpí sin mirarlo.—Cada titán posee una habilidad, pero su limite de vida es lo más preocupante y lo que aún puedo oír.—Búho se refirió a eso como la maldición de Ymir.—dije, haciendo una leve pausa.—Trece años. Fue el lapso de tiempo que vivió Ymir, justo después de obtener el poder del titán fundador.—esclarecí para ver a Armin desconcertado.
—Me quedan trece años de vida. ¿Y a ti Eren?—se preguntó, intentando de asimilarlo.
—Aproximadamente ocho años, o menos.—respondí, para encontrarme cabizbajo.—Es como si ahora todo cobrara sentido.—musité.
—¡Te amo, Eren!—exclamo, con su cuerpo tembloroso mediante el abrazo que me dejó frío.—No quiero perderte. No quiero que me dejes.—pidió.—Tengo tanto miedo.—añadió, para así acariciar su cabello mientras que su caballo se acercó, pareció sentir su tristeza, pues esbozo.
—Gianna lo sabía.—afirme en un tono bajo en cuanto esa memoria se plasmó en mi mente.
—No es cierto. Lo que dices tiene que ser un error. No es verdad, te equivocas.—oí decir a Mikasa, su voz anonada me hizo decaer.
—Si alguien con el poder de los titanes no logra pasárselo a un sucesor antes de morir, entonces un bebé que nazca en el pueblo de Ymir será quien nazca con ese poder.—explique.—Es como si el pueblo de Ymir estuviera conectado en su totalidad por algún tipo de vínculo imposible. Uno de los sucesores dijo ver unos caminos, toda la sangre y hueso de los titanes, incluso los pensamientos y recuerdos viajan a través de esos caminos. Y al final todos ellos convergen en una única coordenada, y esa solo es, el titán fundador.—continuaba diciendo, acomodándome en la camilla.—Toda la gente de Ymir esta conectado a él.—afirme, fríamente.
—Esto es mucho por digerir.—comentó Armin, dejando de escribir, su mano temblaba.
—Tengo un hermano.—añadí, viéndolo abrir sus ojos grandemente.—Ese hombre era hijo de una persona con sangre real, no estaba conforme con los ideales de mi padre y lo delató, tanto mi padre como su madre fueron enviados al paraíso donde serían convertidos en titanes puros que se continuarían congregando en las murallas para aislarnos del mundo exterior.—contaba, levantándome de la camilla.—Ahora puedo entender porque el día que volví a encontrarme ese titán sentí un escalofrío, su sangre real y la del fundador tienen una conexión como la que dijo el padre de Historia. No mentía.—añadí.
—¿Un hermano?—se preguntó Mikasa con una voz entrecortada, imaginaba sus facciones y debía estar igual de anonadada que Armin.
—¿Eres Eren Jaeger?—me preguntó aturdido, viéndome tambalear constantemente.—Vaya, no te pareces en nada a papá.—comentó, le miró sumamente aturdido sin entender eso.—Eren, confía en mí. Yo sé todo lo que has pasado, ambos somos víctimas de ese hombre.—decía.—Escucha, papá te lavo el cerebro.—detalló.
—Eren. ¿Quién es el búho?—interrumpió Armin.
—El búho es el antiguo sucesor de mi padre, él era quien tenía el poder del titán que llevo.—respondí.—Fue quien guió a mi padre hasta aquí. Quien le encomendó su misión para recuperar el titán fundador y el titán que poseo.—musité.
Fue un balde de emociones para cada uno de nosotros ese día, donde los barrotes me aislaban de la realidad mientras que continuaba sosteniéndome a esos pensamientos. Era un vínculo, como si hubiera podido viajar en él tiempo. Se sintió extraordinario, pero también escalofriante el poder ver como espectador lo que ocurrió en un lugar que jamás había visto. La estructura, lo que vi a través de los ojos de mi padre fue algo muy diferente a lo que veíamos aquí. "Demonios". Así los trataban. Me mantenía levantado de la camilla, con mi peso en la pared. Aquel hombre fue un misterio para mi padre toda su juventud, pero el búho sin duda fue una pieza clave para su llegada a este lugar. Me preguntó... ¿mi padre se habrá arrepentido de su misión? No. No pudo arrepentirse, es por eso que logró obtener el poder del titán fundador y deshacerse de él en cuanto me lo traspasó, pero eso no era lo más aterrador, era el hecho de saber que mi vida algún día acabaría y no sabía cómo sentirme. Continuaba siendo preso de la esclavitud, continuaba arrastrando las cadenas desde antes.
—Este titán, sin importar en la época que se encuentre busca la libertad. Y siempre sigue adelante, él solo pelea por la libertad. Su nombre es titán de ataque.—afirme, recordando las palabras del búho mientras recordaba amargamente las memorias y sus diálogos.
—¿Qué estás haciendo?—me sobresalte ante la voz de la comandante, a quien vi fuera de los barrotes conjunto a Armin y el capitán Levi.—"Su nombre es titán de ataque". Es lo que acabas de decir, ¿cierto?—se cuestionaba, yo veía como yacían vestidos con el uniforme estándar.
—No...
—¿¡Qué!? Ustedes también lo oyeron, ¿no es así?—se preguntó ella, sobresaltada por mi respuesta.
—Si, pero es difícil de explicar.—musitó Armin, aún lado del capitán Levi, quien abría la celda.
—¿Como crees? ¿¡Qué diablos te ocurre Eren!?—me preguntó en medio de un grito, preocupada.
—Estoy bien.—afirme, notando la mirada perdida del capitán Levi, no había hablado con él desde ese día, ese maldito día que me quitó los sueños.
—¡Lo que dijiste fue el nombre de tu titán! ¿Por qué te pones hablar cuando no hay alguien presente?—continuaba preguntándose Hange.
—Ya déjalo en paz Hange. Tiene quince años, todos pasamos por esa fase.—pidió el capitán Levi fríamente, ellos discutían, pero yo solo me abrumaba por sus gritos, me dolía la cabeza.
—¡Oigan! ¿A qué demonios vinieron?—me pregunté en un exclamó, estaba más que ansioso.
—Lárgate.—indicó el capitán, confundido lo mire, cuestione mi ida, aún no era tiempo.—No. Se acabó. El castigo equivalente a diez días te lo acaba de dar Hange.—exclamó en su respuesta.
—Ya hablamos con el comandante supremo Zackly, no te preocupes. Él dijo que la gente se molestará con nosotros por encerrar a los hereoses que vencieron al titán acorazado y al colosal. ¡Además, lo único que hicieron fue desobedecer a los estúpidos que dejaron que ese titán se escaparan de nosotros!—detallaba la comandante, sobresalí de la celda para ver a Armin abrir la celda de Mikasa con prisa.
—¿¡Qué!? Eso no es verdad.—excuse yo, denegando ante su comentario, pero ella se aisló para hacerme ver a una Mikasa afligida.—¿No estás más delgada? Pero, nos dieron suficiente comida.—le pregunté, viendo su aspecto físico.
—Eren, tú te ves bien.—comentó ella, tocando su cabeza como si le doliera, estaba abrumada.
—Andando, apresúrense a cambiarse.—nos pidió el capitán Levi, deteniéndose en seco para mirar.
—¿A donde vamos capitán Levi?—le pregunté, quedándome aún lado de Mikasa, viéndolo.
—Tenemos audiencia. La reina nos espera en el distrito Trost.—respondió.—Muévanse.—pidió.
Su manera hostil de tratarnos seguía ahí y por alguna razón, me alegraba de que fuese así, aunque notaba que su semblante se veía decaído, el capitán Levi continuaba con su postura firme y determinada que admire desde siempre. Camine hasta un dormitorio, donde pude alistarme y ducharme. Todos mis pensamientos continuaban ahí, abrumándome y haciéndome agonizar lentamente. Intentaba de no pensar en eso, en cada una de las cosas que habían estado pasando, pero fue más que inevitable cuando los ojos de Gianna continuaban perturbando mi juicio. Cerraba los nudillos, era ingenuo e imbécil al pensar en ella, en esa mirada seria que me hacía extrañarla más que cualquier otra cosa. No podía pensar en ella, me lo prohibía rotundamente, pero me enamoré y no había manera de borrar eso. Amarre mis zapatos, colocándome mi uniforme. Suspire para restregar mis ojos humedecidos, cubrí mi rostro entre las manos. La pesadez en mis hombros me impedía ser fuerte. Ya no tenía fuerzas para resistir mi ira. Estaba cansado, más que otra persona, estaba cansado.
Mis lágrimas salieron abruptamente, no pude evitarlo y eso me impaciento más que la espera que ahora mi corazón tendría que aguantar para volver a ver la luz del sol que Gianna me arrebato. Lance aquella silla hasta quebrarla, mis manos temblaban. Perdí a muchas personas. Perdí a muchos amigos, pero me arrancaba el corazón por una chica que me mintió desde siempre. Cada parte de ella que se entregó a mí fue una vaga ilusión que no podría sacar de mi. Aún estando aquí, frente a tantas personas y disimulando que mi sentir no importaba, pensaba en ella y en mi incordio sentir de tenerla cerca. Una ceremonia se llevaría a cabo para honrar a los caídos en la restauración del muro María. Había recuperado mi hogar, pero ese costo me impedía dormir y obtener más energía. Se que no fue en vano y que el estar aquí con las personas con las que crecí, me aliviaba, o al menos me quitaba un sentir menos de encima. Baje mi cabeza para sacar mi mano del bolsillo, mire la cinta azulada en mi mano, hasta acariciarla con suavidad.
—¿Qué harás con eso?—me preguntó Armin aún lado de mi, para así ocultar la cinta rápidamente.
—Quemarla.—respondió Mikasa, a quien miré de reojo.—¿No?—se preguntó, pero me negué.
—Esto era como su alma.—musité, mirándolo.—Supongo que al tenerlo me hace sentir que su alma es mi alma.—añadí, cabizbajo.
—¿Y que pasará con ella?—me preguntó Armin.—No sabemos que sucedió con ella.—dijo.
—Huyó. No hay nada que podamos hacer.—dije, sintiendo la cinta en mi bolsillo.
—Hay mucha gente que leyó el informe, y se siente igual que yo. "¿Por qué no eligieron a Erwin?".—levante mi mirada para ver a través de mis amigos a Flotch, su comentario logró crear un silencio en la sala donde todos yacían esperando al inicio de la ceremonia establecida por Historia.
—¿Qué diablos sabes tú sobre las capacidades de Armin? Vamos, dilo.—le pedí en cuanto mi ira sobrepaso la tristeza, él me miró detenidamente, serio.
—No sé nada de él. Yo no soy su amigo de la infancia, ni siquiera soy su amigo. Pero se porque eligieron a Armin en ves de al comandante. Ustedes dos y el capitán Levi se pusieron sentimentales.—indicó, delante de todos.—Decidieron por la jeringa y optaron por tomar una decisión irracional. Ustedes no pudieron sacrificar a alguien que les importaba.—artículo, mientras que me acerqué a él con recelo.
—Escúchame. Será mejor que cierres la boca.—le pedí con el ceño fruncido en cuanto note la tristeza invadir a Armin, la duda lo agobiaba y no había manera de que permitiera tal cosa contra él.
—Eren, eres de esas personas que siempre cree tener la razón en todo. Es por eso que nunca te rindes, pero solo eres un niño caprichoso.—comentaba, ofendiéndome.
—Eren, ya basta. Olvídate de él.—pidió Mikasa con suavidad, colocando su mano en el hombro, acariciándome para calmarme.
—Mikasa terminó siendo la más madura de todos, al final lo aceptó.—añadió, tensando más el ambiente pesado, todos miraban.
—Oigan, ¿qué es lo que están haciendo?—se preguntó Jean, interponiéndose entre medio de mi y Flotch.—Flotch, hoy estamos aquí para demostrar respeto a los soldados caídos.—decía Jean, en un tono sutil.
—¿Qué sentido tiene pelear por cosas que no podemos cambiar?—se preguntaba Connie, uniéndose a Jean para defender mi postura, notaban mi pesadez.
—Ustedes dos, ni siquiera se opusieron a sus superiores. Y no hicieron nada por detener a Eren y Mikasa. Solo se quedaron viendo sin hacer nada.—comentó Flotch, mirando a Connie y Jean.—¿De qué son las medallas? ¿A quien mostramos respeto? Al menos sean honestos con los nuevos reclutas que entrarán a la legión, así no se instalarán los cobardes como yo por error.—continuó diciéndonos, haciéndonos frente delante de los espectadores que nos miraban cabizbajos.—¿¡Qué vamos hacer aquí sin el comandante Erwin para guiarnos!?—se preguntaba agitado.—Supongo que un inútil como yo solo sirve de carne de cañón, pero incluso alguien como yo, merece saber en que se esta metiendo.—recito, tan sentido y dolido.
—Flotch tiene toda la razón.—afirmó Armin, desconsolado, haciéndome girar brusco para verlo.—Debieron haber escogido al comandante Erwin.—se preguntó, haciéndome sentir el leve peso de su pregunta.
—¿Como puedes estar tan seguro de eso?—le pregunté, apretándole sus hombros con fuerza.—No sé cuál era la mejor opción, nadie puede prever el futuro. Pero, aún hay algo que debemos hacer. ¿Viste lo qué hay al otro lado? Me refiero, al otro lado de las murallas.—le preguntaba, animándole.
—El mar.—musitó, calmándose un poco, pero no veía la emoción en sus ojos.
—Exactamente, ahí está el mar. Y aún no lo hemos visto. Aún hay mucho que no sabemos. Agua ardiente, tierras de hielo, campos repletos de arena. Hay una infinidad de posibilidades, pasando las murallas, está la libertad... —dije para detenerme en seco en cuanto las memorias de la hermana fenecida por mi padre se interpuso, conjunto a las personas que eran comida por los titanes, no... eso no era libertad, no lo era.
—Escuchen mocosos, es hora, ¡en fila!—levante la mirada anonadado, viendo al capitán Levi mirarnos con frialdad.—¿Creen que bromeo? Muévanse.—añadió.
Hice caso sumiso a la petición del capitán Levi, pero si ese día hubiera podido haber hecho otra cosa, no hubiera entrado a esa habitación. Aún así, lo hice porque no sabía que me esperaría tan pronto clavara mis rodillas en la madera aún lado de los soldados restantes y únicos sobrevivientes de la restauración del muro María, aquella que tardó cinco años en restablecerse y que cobró la vida del comandante Erwin Smith a quienes muchos idolatraban. Mi semblante se decayó. La luz se adentraba por la ventana, pero ya no era una luz de esperanza, solo reflejaba el cementerio que mis pisadas dejarían con el paso del tiempo. El búho se interponía en mi mente, su voz y los diálogos continuaban confundiéndome sin saber dónde estaba parado justo ahora, pero veía sus ojos e intentaba de concentrarme en lo que decía. Lo más frío de oírlo, era saber y entender que su nombre se reflejaba con el mío. Éramos iguales. Nuestros objetivos se complementaban, lo supe cuando supe que podía no sólo oírlo, si no alentarlo a que dijera lo que yo quería decirle.
—Si quieres salvar a Armin, Mikasa y Gianna, debes cumplir con tu misión.—sus labios se removieron con el hilo de mis palabras, se detuvo confundido cuando realizó que no conocía a esas personas, fue ahí donde todo cayó en cuenta.
Mis labios se habían plasmados en las manos de Historia y todo ese caos, todos esos lapsos de tiempo se entrelazaron entre sí, pero no con fuerza, se separaron en cuanto un escalofrío recorrió toda mi espina dorsal hasta tensarme. Las imágenes se volvieron más frías e intensas, la oscuridad y sangre que desbordaba de ellas me hizo sentir perdido en una nube de destrucción. Mi corazón palpito más rápido que con los recuerdos de mi padre, el bullicio, los gritos y las murallas cayéndose en mil pedazos con titanes me hizo sentir que el camino me estaba buscando. Ese era el camino que pintaron para mi y aunque mi cuerpo temblara al verlo, lo pude entender de inmediato. Mi padre inició esta historia. Lo hizo el día en que decidió salir de su zona de internamiento con su hermana, desde ese día todo comenzó. Ahí lo entendí. La única manera de salvar a todo aquel que me importaba, era destruyéndolo todo. Y cuando llegue el día, partiré. Quiero ver y entender el mundo exterior. No quiero morir dentro de estos muros sin saber lo que hay fuera, así que esto no termina aquí. Iré por Gianna, iré por todos. Los destruiré a todos.
𝐜𝐨𝐧𝐭𝐢𝐧𝐮𝐚𝐫𝐚:
𝐓 𝐖 𝐎 𝐒 𝐎 𝐔 𝐋 𝐒
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