───── ❝ CHAPTER TWO ❞ ─────

En Asgard, se esperaba que las mujeres cumplieran tres papeles fundamentales: el de esposa, el de madre y el de guerrera. Ser capaz de cuidar y proteger a su hogar y su familia, no tener miedo de pelear por la delicada paz de su pueblo.

Eyra sabía muy pocas cosas sobre sus padres, solo conocía lo que las personas estaban dispuestas a decir frente de ella. Cualquiera que dijera algo sobre los difuntos Odr y Freyja, ya sea bueno o malo, se enfrentaría ante la mala mira de la familia real. Sin embargo, sus padres habían sido guerreros formidables, no debería de haber sido una sorpresa cuando su hija comenzó a sentir el mismo interés por el combate y la guerra.

A pesar de que la Reina Frigga quisiera mantenerla inconsciente de aquella vida.

La mujer todavía era capaz de recordar el momento cuando la morena tenía trece años y la encontró con una daga en la mano. Tenía la vista fija en un blanco y cuando estuvo a punto de lanzarla, la reina no pudo contenerse de intervenir e interrumpir, regañándola.

— ¡Eyra, una dama no juega con armas! – dijo Frigga cuando entró a la sala y vio la daga en manos de la menor.

Porque a pesar de que Asgard era un pueblo de guerreros, siempre habría mujeres que se decidían por la vida doméstica, principalmente aquellas nacidas en alta cuna.

La de cabellos oscuros resopló, pero aún así bajó el brazo, y por lo tanto la daga.

Eyra estaba empezando a cansarse de los regaños por parte de Frigga. Los cuales cada vez se hacían más continuos. Siempre se trataban sobre lo mismo; por hacer cosas que, según la reina, no eran propias de una niña, y menos de una princesa. Y la menor entendía que la reina solo trataba de protegerla, pero su paciencia ya se estaba agotando.

Es que, le parecía injusto que mientras Odín se dedicaba a enseñarle a Thor, y posteriormente a Loki, todo lo que era necesario para el combate, Frigga solo le ensañaba trucos de magia a Eyra, aunque la morena no era la mejor en esa área.

— ¿Por qué no? Yo quiero ser una guerrera — replicó Eyra frunciendo el ceño.

—Eres considerada una princesa, por lo que debes comportarte como tal — Frigga suspiró.

Y con tan solo decir la palabra "princesa", Eyra sintió un pinchazo de enojo.

—¡No soy una princesa! — exclamó en voz alta y molesta, lanzó la daga hacia un lado y salió corriendo de la habitación, furiosa y frustrada.

Sin embargo, la Reina Frigga se quedó inmóvil en su lugar, con la mirada fija en el punto donde Eyra había lanzado la daga. El arma, se encontraba perfectamente acertado en el blanco.

Y sintió tristeza, tal vez, después de todo, no podía evitar lo inevitable.

— ¿No vas a entrenar? — preguntó Odín un poco extrañado al ver a Eyra alejada del grupo de adolescentes que se encontraban en la sala de entrenamiento —. Pediste por meses el permiso para entrenar como los demás.

—No me he arrepentido. Solo los observo un momento — explicó la menor sin despegar la mirada de cada uno de los chicos.

— ¡Eyra, ven! — Thor la llamó, la alegría evidente en su tono después de haber derribado a Frandal.

—Supongo que es mi turno — dijo Eyra a Odín con una sonrisa antes de acercarse a los demás.

—Creo que es mejor que pelees conmigo — le dijo Sif. Eyra no pudo evitar rodar los ojos, sabía lo que estaba haciendo la chica. Lo hacía cada vez que tenía la oportunidad, tratar de llamar la atención de Thor y de humillarla. No consideraba que Sif fuera una mala persona, no sería amiga de Thor si lo fuera, pero todos siempre sentían la misma necesidad de impresionar al príncipe rubio, de ser "bendecidos" con su atención. Supuso que, mientras Loki y ella eran las estrellas, Thor era el sol que iluminaba a todos.

Thor notó el cambio de humor de la chica que consideraba su hermana, por lo que decidió intervenir y meterse en el espacio entre ambas. —Pelea conmigo.

—No sería justo, tú tienes más entrenamiento que yo — replicó Eyra viéndolo con los brazos cruzados.

— ¿Excusas de una cobarde? — Thor la miró con una sonrisa arrogante. Eyra frunció el ceño.

—No soy una cobarde, tonto — ella lo miró, desafiante. Y por un momento, Thor juraba que sus cálidos ojos marrones se habían vuelto completamente negros.

—Pruébalo — le retó sin acobardarse.

Ella rodó los ojos, pero aún así se alejó unos pasos de él, poniéndose en posición de combate.

—Muy bien, ¿empezamos? — cuestionó la morena, viendo cómo el rubio imitaba su acción.

—Aún estás a tiempo de retractarte — dijo con burla.

—Digo lo mismo, princesa — contraatacó la morena, sonriendo al ver como el apodo molestó a Thor.

— ¡Empiecen! — gritó Hogun.

El primero en atacar fue Thor, tal y como había predicho ella, y logró esquivarlo al agracharse. Se deslizó por debajo de sus piernas, logró tumbarlo boca abajo golpeando la parte de atrás de sus rodillas, desestabilizándolo. Puso uno de sus pies sobre la nuca del rubio, mientras que en la espalda del dios era presionada por su rodilla, mientras sujetaba sus manos detrás de la espalda. Thor trajo de forcejear pero no lo logró zafarse del agarre.

— ¡Eyra gana! — exclamó Fandral con una gran sonrisa. Su orgullo se sentía un poco mejor después de haber visto la derrota definitiva del príncipe.

La moren sonrió victoriosa, se levantó y le tendió la mano al rubio para ayudarlo a levantarse. Él aceptó la ayuda con una gran sonrisa, y se levantó.

— ¡Esa es mi hermana! — exclamó eufórico pasando su brazo por los hombros de ella.

Al desviar la mirada, notó que Odín aún se encontraba en la sala, la veía con una pequeña sonrisa.

Alejándose del grupo, se acercó al Padre de Todo.

—Eso estuvo impresionante — le halagó el Rey. Ella inclinó la cabeza y agradeció con una sonrisa un poco avergonzada —. ¿Cómo sabías que él iba a dar el primer ataque? — y a pesar de que fuera una pregunta, algo le decía a Eyra que él ya conocía la respuesta.

—Thor es impulsivo... y arrogante. Es más de fuerza, y confía en ella, por lo que no piensa que su contrincante pueda llegar a superarlo.

—Los analizabas, por eso estabas alejada — concluyó el mayor, ella asintió. Él le volvió a sonreír orgulloso —. Vas a ser una gran estratega, querida.