Cuatro
Mientras sostenía el collar entre mis manos, sentía cómo la nostalgia y el anhelo se apoderaban de mí. Deseaba con todas mis fuerzas que aquel objeto pudiera transportarme de vuelta a los días en los que siempre estaba en mi posesión, cuando los recuerdos eran frescos y vívidos. Sin embargo, el tiempo parecía desvanecerse a mi alrededor, sin siquiera detenerse a mirarme. Fue solo cuando uno de mis nietos entró en mi habitación que me di cuenta de cuánto tiempo había pasado inmerso en aquellos recuerdos dolorosos, reviviendo una y otra vez los momentos más claros y escarbando en los que parecían desvanecerse en las profundidades de mi memoria.
No recuerdo cómo salimos de aquel baño, si fue en silencio o cómo me sentí en ese momento. Los detalles se desvanecen lentamente en mi mente, como si estuvieran siendo borrados por el paso del tiempo.
Mientras caminábamos juntos hacia la parada de autobuses, la lluvia seguía cayendo sin cesar. Nos detuvimos bajo un techo para resguardarnos de las gotas que golpeaban el suelo con fuerza. Observé cómo su mirada se perdía en el constante ritmo de las gotas que caían en la calle.
— ¿Te encuentras mejor? —pregunté, volteando mi rostro hacia él. Su mirada seguía fija en la lluvia, como si estuviera buscando respuestas en cada gota que caía.
Después de unos segundos de silencio, asintió sin voltear a verme. Era como si estuviera sumido en sus propios pensamientos, luchando con sus propias emociones. Y yo, por alguna razón, quería luchar con él.
— ¿Puedo saber qué pasó? —pregunté, sintiendo la curiosidad arder en mi interior. Quería entenderlo mejor, quería conocer las razones detrás de sus actitudes y comportamientos.
Suspiró y bajó la mirada, como si estuviera buscando las palabras adecuadas para expresarse.
— No es importante —susurró, su voz cargada de una mezcla de tristeza y resignación. Tragó saliva y pareció perderse en sus propios pensamientos una vez más.
Aún en ese momento, me sentía profundamente conmovido y anonadado por su apariencia. Cada rasgo de su rostro parecía esculpido con delicadeza, como si fuera un ángel caminando entre los mortales. Su perfil era suave y elegante, con líneas perfectas que resaltaban su belleza única. Sus ojos brillaban con una luz especial, transmitiendo emociones y secretos que solo podían ser descifrados por aquellos que se atrevieran a mirar más allá de su apariencia física.
En aquel momento, mientras hablábamos juntos bajo la lluvia, no podía evitar sentirme afortunado de tener la oportunidad de estar cerca de él, de presenciar su gracia y su encanto. Cada gesto, cada movimiento, parecía lleno de una elegancia innata que me dejaba maravillado.
Su apariencia angelical era solo una parte de su ser, pero era una parte que no podía ignorar. Me recordaba la fragilidad y la belleza que existe en el mundo, y despertaba en mí un deseo profundo de protegerlo y cuidarlo.
— Está bien —respondí, respetando su silencio y su deseo de no compartirlo. Sabía que había heridas profundas en su corazón, y no quería presionarlo a abrirse si no se sentía preparado— La lluvia está cesando —anuncié, notando cómo las gotas se volvían más escasas. Él asintió levemente, como si estuviera agradecido por el cambio en el clima— ¿Tienes tiempo libre? —pregunté de repente, deseando pasar más tiempo con él, deseando descubrir más sobre su mundo interior.
Esta vez, volteó su rostro hacia mí. Aunque su expresión seguía siendo enigmática, sus ojos se encontraron con los míos, transmitiendo una mezcla de curiosidad y cautela. Sonrió ligeramente y bajó la mirada, como si estuviera considerando mi propuesta.
— Sí, ¿por qué? —respondió, recostándose en la banca y subiendo una pierna al asiento. Su mirada volvió a fijarse en la calle.
No entiendo por qué recuerdo esos detalles tan superficiales, como si hubiera grabado en automático cada gesto, cada palabra, cada mirada de él. Pero cada uno de esos detalles se quedó grabado en mi mente, como si fueran pequeñas piezas de un rompecabezas que estaba tratando de resolver.
— Podríamos ir a comer algo, o ver una película —propuse, con esperanza en mi voz. Quería pasar más tiempo con él, quería descubrir más sobre su vida y su ser.
— ¿Tú invitas? —volvió su rostro hacia mí, sus ojos brillando con una chispa de diversión.
Al ver mi expresión de sorpresa, soltó una risa y desvió la mirada por unos segundos antes de volver a encontrarse con mis ojos.
— Era una broma, no te preocupes —dijo, levantándose de la banca—. Vamos al autocinema, no es un problema para mí. Además, es gratis.
Sonreí y me levanté mientras asentía.
Recordaba con alegría la última vez que habíamos ido al autocinema juntos. Fue un día lleno de charlas y risas, donde él se tomó el tiempo de compartir millones de detalles conmigo, mientras yo escuchaba atentamente y grababa cada uno en mi mente, esperando este momento.
Recuerdo claramente cómo seguí sus pasos en silencio mientras llegábamos a aquel viejo autocinema. Yeonjun subió por las rejas y me ayudó a cruzar al otro lado, tal como lo había hecho aquella vez. Su sonrisa ligeramente burlona me hizo sentir cómodo y en confianza.
— Guau, ya puedes hacerlo tú solo —me felicitó de manera bromista—. ¿Viniste de nuevo, sin mí? —preguntó de repente, con curiosidad en sus ojos.
Y yo, al recordar ese momento, otro recuerdo llegó a mi mente.
Recuerdo claramente aquel día a finales de abril cuando pasé por aquel viejo y abandonado autocinema con la esperanza de encontrarlo allí. Siguiendo sus enseñanzas, entré con la ilusión de reunirme con él una vez más. Sin embargo, al buscarlo, me di cuenta de que no estaba allí. Me quedé solo, observando la vista que se extendía más allá.
El autocinema se encontraba en un lugar elevado, subiendo por una pendiente, lo que permitía tener una vista panorámica de las luces de la ciudad al anochecer. En ese momento, mientras contemplaba el paisaje, deseé con todas mis fuerzas que él llegara, pero desafortunadamente no sucedió.
— ¿Soobin? — preguntó, borrando su sonrisa al darse cuenta de que no le había respondido. No había respondido porque no sabía si era una buena idea. No sabía si él sentía lo mismo que yo.
— No, no vine. — respondí apresuradamente.
— Más te vale, este lugar es mío. — soltó volviendo a sonreír y comenzó a caminar hacia la pequeña cabaña del lugar, en donde se encontraban las películas y demás.
— Es tuyo, pero yo también estoy aquí. — dije sonriendo también.
— Y solo vendrás si yo estoy aquí, ¿bien? — volteó el rostro hacia mi mientras buscaba una película. Yo asentí riendo levemente. — Tus ojos son bonitos cuando sonríes. — confesó de pronto y mi sonrisa se borró de pronto, cambiando mi expresión a una de sorpresa.
— ¿Eh? —exclamé, creyendo haber oído mal.
— Nada. — murmuró él regresando su mirada hacia la caja de cintas de video.
La confesión repentina de sus palabras me dejó desconcertado. No sabía cómo reaccionar ni qué significaba realmente. ¿Era solo un comentario casual o había algo más detrás de esas palabras? Me quedé en silencio, tratando de procesar lo que acababa de suceder, mientras él continuaba buscando una película.
Aunque su respuesta fue breve y parecía querer dejarlo pasar, no pude evitar sentir una mezcla de emoción y confusión. ¿Acaso había algo más entre nosotros? ¿Había una conexión especial que iba más allá de la amistad? Las dudas y las preguntas inundaron mi mente, pero decidí guardarlas para mí por el momento.
No recuerdo qué película habíamos escogido, nunca las recuerdo bien de todos modos, yo no estaba en ese lugar para ver películas.
Tampoco recuerdo si fue en ese tiempo que comencé a dudar sobre lo que sentía por él. Ahora es claro para mi, tenía un inmenso interés en él, me cautivaba todo lo que él era y nuestros encuentros dejaron de ser accidentales porque siempre lo buscaba. Yo estaba enamorándome de cierto modo, a pesar de no conocerlo lo suficiente.
Nos sentamos sobre el capó de un auto viejo que estaba allí. Él abrazó sus piernas, su mirada fija al frente. Yo lo imité, no quería que se diera cuenta que lo estaba viendo como aquella noche, aunque parecía no estar molesto por ello.
Recuerdo ver su expresión algo triste en algún momento de la película, esta parecía ser un drama triste. Entonces todo se volvió oscuro, la película había terminado. Y él con la cabeza poyada sobre sus brazos que seguían rodeando sus piernas, giró hacia mi, sabiendo ahora que lo estaba viendo.
— ¿Qué me ves? — se puso a la defensiva mientras sorbía su nariz y apartaba su mirada. Yo reí suavemente.
— ¿Te puso triste la película? — le pregunté mientras me recostaba sobre el auto.
— Sí. — dijo regresando la mirada e inconscientemente hizo un pequeño puchero con los labios. — Cuando todo estaba saliendo tan bien entre ellos, Jenny deja solo a Oliver. —dijo con cierta melancolía en su voz.
— No me parece tan trágico. — agregué y él me empujó levemente.
— ¡No tienes corazón! — soltó mientras intentaba no reír y yo me tambaleé un poco.
Nos quedamos en silencio por un momento, disfrutando de la compañía del otro y del ambiente tranquilo del autocinema. La noche estaba estrellada y el aire fresco nos envolvía, creando un ambiente mágico.
— ¿Qué hacemos ahora? — pregunté, rompiendo el silencio.
Él se levantó del capó del auto y se estiró un poco, mirándome con una sonrisa traviesa en el rostro.
— Mm, ¿quieres seguir haciendo algo? — preguntó, apoyándose en el auto— Eres insaciable —añadió, riendo.
Negué con la cabeza, riendo junto a él, mientras me maravillaba de cómo podía actuar con tanta normalidad después de lo que parecía ser un momento difícil para él. Admiraba su capacidad para encontrar la alegría incluso en los momentos más oscuros.
— Sé qué hacer —dijo, y se metió en el auto, no por la puerta, sino por el capó, metiendo la mitad de su cuerpo por la ventana delantera, entre los vidrios rotos del auto.
— Oye, ¿estás loco? — pregunté de repente, levantándome y sujetando su cintura instintivamente para evitar que se lastimara.
— Puedo hacerlo solo —dijo, levantando ligeramente la parte inferior de su cuerpo para evitar hacerse daño.
— ¿Qué se supone que estás haciendo? —pregunté, tratando de ver, pero era imposible debido a la posición. Mis ojos se fijaron en mis manos, rodeando por completo su cintura. Por alguna razón, eso me hizo sentir la garganta seca y sudar ligeramente.
— Arreglando la bocina —dijo como si fuera obvio.
— Esa cosa nunca va a funcionar, está muy vieja.
— Siempre vengo aquí a escuchar música, shh —dijo, con una sonrisa traviesa.
Permanecí sujetándolo por unos minutos, observando cómo se esforzaba por arreglar la bocina. Aunque parecía una tarea imposible, su determinación y entusiasmo eran contagiosos. Finalmente, escuché un ruido extraño y luego un grito de Yeonjun, alarmándome.
— ¡Ja, ja! Funcionó —dijo, volteándose hacia mí—. Ya puedes soltarme —añadió, y sus manos cayeron sobre las mías.
— Sí, perdón —dije, retirando rápidamente mis manos de su cintura, sintiendo un cosquilleo en mis dedos.
El momento había sido breve pero intenso, y algo en mí había cambiado. Sentía una conexión especial con Yeonjun, una conexión que iba más allá de la amistad. Aunque no sabía qué significaba todo esto, estaba dispuesto a descubrirlo y seguir adelante, disfrutando de cada momento que compartíamos juntos.
Yeonjun le dio un tiempo más a la radio hasta que esta empezó a reproducir una melodía. Observé cómo su rostro se iluminaba al reconocer la canción y no pude evitar sonreír ante su emoción.
— Es mi canción favorita, no puedo creer la suerte que tengo —dijo, lleno de alegría.
La canción que sonaba era "Me and Mrs. Jones" de Billy Paul, su favorita. La melodía era suave, elegante y romántica, con una pizca de nostalgia. Era un dulce rhythm and blues que nos envolvía desde la primera nota. Era la primera vez que la escuchaba, pero su entusiasmo me hizo apreciarla de inmediato.
— ¿Bailas? — le pregunté de repente, al verlo disfrutar de la canción como si quisiera bailar.
Como si hubiera leído su pensamientos, él volteó hacia mí y asintió levemente.
— Bailo cuando estoy solo —dijo, con una sonrisa.
Sonreí también y me alejé un poco del auto, extendiendo mi mano hacia él. Sin embargo, él rió y negó con la cabeza.
— Eres un idiota —dijo, apenado, pero con una sonrisa en el rostro.
Me encogí de hombros, divertido por su comentario.
— ¿Le gustaría concederle una pieza a esta idiota? —pregunté, con una sonrisa, extendiendo mi mano hacia él.Él extendió su mano y la tomé con suavidad.
— ¿Tú bailas? —preguntó, curioso.
— No, pero intentémoslo —respondí, mientras lo arrastraba un poco hacia el césped y comenzaba a moverme al ritmo de la música, imitando los movimientos suaves que había visto en películas.
Nos movíamos con torpeza al principio, riendo y tropezando de vez en cuando, pero poco a poco nos fuimos soltando y dejándonos llevar por la música. No importaba si nuestros pasos no eran perfectos, lo importante era disfrutar el momento juntos.
Bailamos bajo la luz de la luna, rodeados por la magia del autocinema y la melodía que nos envolvía. Era un momento especial, lleno de risas, complicidad y una conexión que iba más allá de las palabras. En ese instante, no había preocupaciones ni dudas, solo estábamos nosotros dos, disfrutando de la compañía del otro y creando un recuerdo inolvidable en aquel viejo autocinema abandonado.
— Abuelo —oí la voz de mi nieto y fui llevado nuevamente a la realidad, sacándome de mis pensamientos y recordándome que ya no me encontraba bailando con él. — ¿Vas a cenar? —me preguntó con ternura, y asentí levemente, agradecido por su preocupación.
El niño parecía entender que algo me afectaba, al igual que el resto de la familia, por lo que decidió darme mi espacio y se retiró de la habitación.
— "Me and Mrs. Jones..." —susurré, dejando que las palabras fluyeran de mis labios mientras mis ojos se posaban nuevamente en el collar en mis manos.
Había olvidado por completo esa canción, pero ahora el deseo de escucharla nuevamente se apoderó de mí. Me pregunté si había alguna forma de reproducirla en ese momento. Recordé que tenía un viejo walkman que mi hijo me había regalado, pero lamentablemente no lo tenía conmigo en ese momento. Sin embargo, mis nietos, siempre atentos, parecieron captar mi deseo y se acercaron a mí.
Pacientes, me enseñaron cómo buscar la canción en mi teléfono móvil. Parecían saber intuitivamente que lo que buscaba estaba relacionado con aquel momento especial que había compartido con él. Incluso me proporcionaron unos auriculares para que pudiera sumergirme por completo en la melodía.
Con manos temblorosas, busqué la canción en el dispositivo y presioné el botón de reproducción. La música comenzó a llenar la habitación, y aquella melodía suave que había oído tantos años atrás ahora parecía tener un matiz de tristeza. Cerré los ojos, permitiendo que la música me envolviera por completo, transportándome a aquellos momentos en los que bailábamos juntos bajo la noche estrellada.
No quería abrir los ojos. Temía que al hacerlo, aquellos recuerdos tan preciosos se desvanecieran y volvieran a ser solo un sueño lejano. Quería aferrarme a aquellos momentos, a la sensación de su mano en la mía, el calor de su cuerpo junto al mío mientras nos movíamos al compás de la música. Podía escuchar nuestras risas y susurros, como si el tiempo se hubiera detenido en aquel instante mágico.
Así que me dejé llevar por la música, permitiendo que los acordes y las letras me llevaran de vuelta a aquel autocinema abandonado, donde el tiempo se detenía y solo existíamos él y yo. En ese instante, sentí su presencia a mi lado, como si estuviera bailando conmigo una vez más. Y en mi corazón, su recuerdo y nuestro baile perdurarían para siempre.
Jones y yo
Bueno, es hora de que nos vayamos
Y duele tanto, duele mucho por dentro
Y ahora ella irá por su camino y yo iré por el mío
Pero mañana nos encontraremos
En el mismo lugar, al mismo tiempo
Jones y yo
Mismo lugar
Ambos sabemos que está mal
no soporta mi corazón de pollito
chau avisen erroresss
Cap concluido el martes 2 de enero del 2024 a las 21:16pm bld hoy van a tener 4 actus wtf. Primero este, dsp soft pink, este de vuelta y el último e sorprais
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