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𝐯𝐞𝐢𝐧𝐭𝐢𝐮𝐧𝐨

Entre la vida y la muerte.
Omnisciente.

Ella sujetaba fuertemente las cuerdas que estaban atadas a ese caballo. Aquel caballo de un pelaje marrón, quien con un suave toque permitió su montadura ante el desconocimiento de no conocerla. Ese era un instinto animal, como ella creía que los humanos también se protegían de otros, hasta ganarse su confianza. Su boca estaba entre abierta, su cabello iba suelto, suelto de aquella trenza que lo amarraba, creándole leves ondas marcadas que flotaban con el viento. Su cuerpo daba leves saltos, estaba cabalgando a la velocidad que más necesitaría por el tiempo que le susurraba al oído sobre su detenimiento próximamente. Lo que provoca que ella, empezara a sentir la desesperación trascender por sus venas. Leandra era muy soberbia, pero también una parte de ella deseaba la paz del mundo en el que nació. Una paz que nunca conoció, ni en sus días más brillantes. Suspiraba gruesamente. Sus ojos estaban humedecidos, era como si las agrias palabras de aquel joven de verdosos y azulados ojos continuaran murmurándole al oído lo insignificante que era ella, pero para Leandra, el ser despreciada o tratada como un bote de basura, nunca fue algo nuevo, solo espero que en esta ocasión de su vida, todo fuese diferente. Lo único que quería en este momento, era poder encontrar aliento en el hombre que ha creído en ella sin vacilar. Quería saber si había oportunidad de llegar a Levi Ackerman antes de que todo lo malo se desbordara en el distrito ShingaShina, necesitaban a ese hombre, necesitaban al soldado más fuerte de la humanidad.

La sangre que salía por su nariz se pegaba a su mejilla por la dirección del viento, provocando que esta se desviara. Había dado una buena pelea a esos guardias, después de todo, su sangre era poderosa y la rabia hacía una fuerza bruta de la que nadie podía escaparse. Fue la única manera, la única manera de poder escapar antes de que el mundo empezara arder en llamas. Ella continuaba alentando al caballo, chasqueaba su lengua mientras galopeaba, estaba desesperada. No podía ser un héroe, ella lo sabía, pero si al menos rescataba a Levi de la trampa de Zeke, podría darle una oportunidad a que aquel bebé de un año, con la misma mirada que ese hombre, habría ganado. Tenía que llegar antes que los demás, Hange se lo había pedido cuando se la llevaron en aquella carreta, se lo había encargado a ella, porque Leandra era eficaz y a pesar de lo que estaba sintiendo en este momento, ella era lo suficientemente fuerte para seguir adelante. Soltó una bocanada de aire, el caballo incluso si inclinó en cuanto veía la bruma de un vapor. Leandra se sobresaltó, intentando de calmar al caballo. Veía el andar vago de alguien, con prisa se bajó del caballo, quedándose a su lado con el temor de que este cediera en proseguir. Ella sacó sus hojas, ya no portaba el uniforme de la legión, solo una camiseta de botones grisácea y un largo pantalón negro, ajustado a sus correas del equipo de maniobras tridimensionales. Aquella persona decayó, arrodillada, no parecía tener fuerzas, pero desconocía su aura, pues ese cabello rubio que destellaba no era de alguien conocido.

-¿¡Quién eres!?-le preguntó Leandra de una manera agitada, observando cómo yacía con una camiseta blanca manga larga, y también portadora de un pantalón negro ajustado que se amarraba con las correas del nuevo equipo de maniobras tridimensionales, era un soldado.-¿¡De qué lado estás!?-volvió a preguntar, acercándose por el gran silencio en la que esa persona se apegaba.-¡Habla, o te mataré! ¡No tengo tiempo para juegos!-articulo, dirigiendo su espada al cuello de aquella mujer, pero en ese transcurso, la mano de la mujer bloqueó su golpe, logrando apretar con fuerza su hoja hasta que empezó a sangrar.-¿Uh?-Leandra desconcertada observó como la persona arrodillada delante de ella inclinó su cabeza, y Leandra se tenso en cuanto observó aquella cicatriz marcada en su mejilla.

-Que tú me mates, será lo más patético que me pueda suceder en la vida.-con dificultad, levantó sus ojos color avellana, dirigiéndose a la joven de cabello oscuro y ojos azulados, quien la miraba con asombro.-Leandra.-le llamo, sintiendo como se deslizaba la hoja por su mano, la cual ya estaba cortada.

-¿Por qué carajos tu cabello está rubio?-pregunto Leandra anonadada, viendo como Adeline no podía levantarse sin caer, lo cual la sujeto con fuerza contra su cuerpo.-¿¡Qué pasó!?-se preguntó, escuchándola toser, viendo como de su boca sobresalía sangre.

-Tenemos que irnos.-musitó Adeline, mientras que Leandra la sujetaba contra el caballo.-Si no, no podremos detenerlo, el retumbar iniciará.-comentó, sintiendo como Leandra la impulsaba a subirse en ese caballo, pero está desconfiada observaba el bosque de altos árboles.

-¿De qué estás hablando?-se preguntó ella, denegando.-Dime Adeline, ¿donde está Levi?-le preguntó con sus ojos abiertos grandemente, notando como Adeline respiraba grueso.

-Yo, no lo recuerdo bien.-murmuro Adeline, por lo cual con una fuerte brusquedad, Leandra apretó el brazo de esta, sacándola del caballo hasta lanzarla al suelo, sacando sus hojas para apuntarle en el ojo izquierdo a Adeline, quien arqueaba adolorida.

-¡No me mientas! ¡No confió en ti, nunca lo he hecho!-le grito, observando cómo Adeline intentaba de incorporarse a pesar de que Leandra le apuntase, pero por alguna razón, le temblaba la mano.-¡Tú encubriste a Eren todo este tiempo! ¡Nos hiciste creer que estaba peleando solo, pero tú estuviste ahí!-grito, molesta, por lo cual Adeline en un fuerte impulso golpeó la hoja.

Leandra se sobresaltó, dirigiéndose a recoger la hoja con rapidez, y en ese momento, Adeline se deslizó para atraparla, al punto de deslizarla por la frente de Leandra, quien se distanció abrupta. En un leve quejido, quedó anonadada, sintiendo el ardor provenir en esa área. La sangre se esparcía, había creado una abertura, una leve donde el líquido rojo se deslizaría inclusive por sus ojos, cegándola. Adeline se levantó del suelo, aún con un terrible dolor en su cuerpo, acercándose al caballo, mientras que Leandra corrió hasta ella, apretándola con fuerza en su cuerpo, pero Adeline con su mismo peso se inclinó hacia adelante, dejando caer a Leandra de espalda. Estos sentimientos, ese repudio que evadía que ambas se dieran la mano, era el remordimiento de años pasados en una guerra que nunca cerró. Leandra apretó la pierna de Adeline, deslizándola para atrás, creando que la ahora mujer de cabello rubio, cayera al suelo, golpeando su boca en el césped con brusquedad. Se giró, Leandra iba para encima suyo, pero Adeline inclinó sus piernas hacia adelante, golpeando el estómago de esta para distanciarla. Levantándose, cerró sus nudillos, inclinándolos hasta la mejilla de la joven de cabello oscuro, quien lo esquivó, atrapando su brazo para acercarla a ella. Aferrándola a su cuerpo mientras que dirigió sus brazos contra su cuello, dejándola asfixiada y sin aire.

-¡Suéltame Leandra! ¡No hay tiempo!-decía Adeline, con su boca sangrienta, ambas cayendo al suelo, intentando de inmovilizarse una a la otra.-¡Yo nunca quise, quise... quise!-la respiración se le entrecortaba, seguía forcejeando.-¡Yo solo quería salvar a mi hermanito!-exclamo, con sus ojos humedecidos.-¡Por favor, no dejes que se me haga tarde para salvar el mundo en donde mi hijo crecerá!-grito fuertemente por lo cual Leandra abrió sus ojos grandemente.-Por favor, déjame salvarlos... -murmuraba, por lo cual Leandra la soltó, dejando que respirara.

-Maldita sea. Esta pesadilla nunca acabará.-exclamó Leandra, quedándose sentada en el suelo mientras que denegaba, estaba impotente.

-Fue antes de que nos fuéramos a Marley.-Leandra levantó la mirada, observando con detenimiento a Adeline, quien limpiaba la sangre espesa de su boca.-Fue antes de todo eso.-articulo.-Eren habló conmigo. Me contó la verdad de este mundo que solo él conoce. Así que, no le resto nada más que pedirme ayuda.-contaba, levantándose del suelo, mientras acariciaba su brazo; Leandra se mantenía sentada.-Lo hice, porque era mi hermano y se lo debía. Más que nadie, quería que él viviera largamente pero con tan solo en ese entonces pocos años para que tuviese que morir, Eren no quería que mi vida dependiera de su titán, así que hicimos lo que hicimos para salvarnos el uno al otro, o eso creí, porque somos hermanos y después de todo, nacimos en este mundo.-continuaba diciéndole.-Escape, porque necesitaba decirle a Levi. Sabía que Eren atacaría a Marley, pero no sabía lo que sucedería en la Isla, por eso todo me ha tomado por sorpresa. No podía contarle a nadie, fue un pacto de hermandad que él y yo entendemos.-decía, inclinándose por el dolor en su cuerpo.

-¿Por qué no le dijiste a Levi? Él merecía saberlo.-opinó Leandra, limpiando la sangre que brotaba desde su frente.

-Porque Levi, por más que estime a Eren, siempre decidirá salvarme a mi. Y no porque él sea un Ackerman, si no porque me amaba verdaderamente, pero eso es algo que tú sabes. No tengo porque decirlo.-indicaba, con su respiración entrecortada.-Aún así, cuando llegue, ya era tarde. Zeke planeaba escapar, lo dejé escapar, cuando pude dispararle. Fui débil.-añadió.-Vi destellos, inclusive en mi, vi un gran destello. Me aterré, pero en un parpadeo, vi varias imágenes deteriorarse a mi alrededor. Ella estaba ahí, y me dijo, que reconstruiría mi cuerpo a excepción de que cuando volviera, tomara la decisión que ella no pudo tomar. Me dio su energía, quizás, es por eso que mi cabello luce como el suyo. Parece ser que, por tener sangre real la transformación no me afecta en el exterior, pero en el interior todo en mi sé exploto. Supongo que morí al instante.-detallaba, mirando algún punto fijo del bosque en donde yacían los altos árboles.-Fue un segundo, pero se sintió como un largo sueño y cuando decidí despertar, solo estaba yo. Aún habían cuerpos de titanes evaporándose, supongo que Levi tomó la difícil decisión de acabarlos. Lo curioso, es que en mi chaqueta ya no estaba mi insignia, él debió arrancarla creyendo que morí. Es por eso, que aún en ese extraño lugar, podía escuchar a Levi gritarme en el oído.-decía aturdida, viendo como Leandra aún desconcertada la miraba, levantándose del suelo.

-Debo admitirlo, luces estupenda con ese color de pelo, pero, lo he decidido... -Leandra y Adeline se miraron fijamente, esta se fue acercando hasta que estrechó su mano.-Quiero salvar al mundo.-articulo, viendo como Adeline asombrada observó la mano de Leandra estrechada.-Hay que contarle a Liam como te partía la cara.-Adeline se tenso, viendo como Leandra sonrió ampliamente, era tan extraño verla sonreír, que parecía irreal.

-Leandra... -murmuró Adeline sin aceptar la mano, decidiendo abalanzarse sobre ella para abrazarla fuertemente.-Muchas gracias.-agradeció, mientras que Leandra no la abrazaba, estaba anonadada en medio de aquel abrazo porque tan solo recordó cómo aquel joven con la misma mirada que ella, la abrazaba en esos días grisáceos, antes de que se convirtiera en una pesadilla.

-Ya, suéltame antes de que me arrepienta.-pidió Leandra, distanciándola pasmada.-Andando, tenemos que volver al distrito.-comentó ayudando a Adeline, quien con dificultad se montón en el caballo junto a ella.-¿¡Crees que Levi esté bien!?-Leandra se dirigió a ella en alta voz en cuanto la brisa del viento las empezaba a dejar inaudibles, la joven de cabello oscuro apretaba aquellas sogas, esperaban llegar a tiempo.

-Yo no lo sé, Leandra. Lo único que se, es que él hubiera hecho lo que estamos haciendo ahora. Debemos detener esta guerra.-le decía Adeline, insegura con el frío y vago pensamiento de Levi sosteniendo su cuerpo, ella aún escuchaba los susurros.-Levi debe creer que morí. No sé si lo correcto es buscarlo, pero, ¡no puedo desistir de mi decisión, es lo que ella quiere!-expreso.

-¿¡Quién!? ¿¡A quién te refieres Adeline!?-se preguntó Leandra, curiosa por lo que la joven atrás suyo le decía, quien anonadada aún procesaba el hecho de haber sido traída nuevamente al mundo.

-La persona que inició todo esto, Ymir.-respondió Adeline en un mascullo.-Ella quiere que hagamos algo, algo que no pudo hacer la última vez, no lo entiendo aún, quizás lo sabré cuando esté de frente al caos del que no podemos escapar. Lo único que se, es que ese lugar donde ella está, parece ser donde todo inicia. Debe ser lo que Eren describió hace mucho, por donde se conectan todos los Eldianos, son los caminos.-le decía Adeline.-Creo que todo este tiempo, ella ha mirado a través de nosotros.-añadía.

-Una simple espectadora.-murmuró Leandra, sintiendo como Adeline se aferraba a ella.-Lo lamento, lamento todo lo que te he ocasionado.-indicó, algo avergonzado, dejando a Adeline desconcertada.

-Nunca lo entendí, ese odio por mi, jamás lo entendí. Y aún así, te atreviste a enamorarte de mi hermano.-exclamó Adeline, lo cual aquella joven de azulados ojos los abrió grandemente.-¿Lo hiciste para herir los sentimientos de Mikasa? ¿O querer molestarme por eso?-le cuestionaba, aún atrás suyo aferrada.

-¡No, no es así, lo juro!-se excusó pasmada.-Me enamore de Eren verdaderamente. No fue por molestarte o herir a Mikasa, ¡de hecho nunca quise herir a nadie! Yo me enamore de él, por eso me entregue en cuerpo y alma, ¡y ahora parece ser que todo fue mentira!-expreso, entristecida y agobiada.-¡Solo cuando era niña sentía envidia! Porque no sabía cómo era amar a alguien, crecí entre las ratas y el orín, quería escapar y ser libre. Pero, me privaron de eso. Para salir, había un costo muy alto que muchos no se atrevían a pagar, ¡y Levi decidió hacerlo por ti!-expreso, aún más frustrada por recordar su oscuro pasado.-Solo quería que no me abandonara, como todos lo hicieron y cuando supe que te había encontrado, me enfurecí porque él podía ser feliz. ¡Y si, no lo niego, alguna ves lo miré con otros ojos, pero ya nunca más! El amor que te tiene a ti, es más grande que este mundo entero.-decía, haciendo que Adeline la escuchara con detenimiento.-Ahora que se lo que es amar a alguien, entiendo cuan loco te puedes volver para salvarlo.-artículo, entristecida.

-Leandra, estoy segura que en el fondo de su corazón, Eren siente lo mismo por ti.-opinó Adeline, con dificultad, pues ella sabia cuan grande era el amor que Mikasa Ackerman sentía por ese joven a quien deseaban salvar.-Lo sé, porque el día de la ceremonia de gratitud, él no podía dejar de mirarte mientras estabas sentada en la mesa con Sasha. Y Eren, yo nunca lo vi mirar a alguien como él te mira a ti.-los ojos de Leandra se humedecían, era un punto de quiebre que no quería demostrar, mucho menos delante de aquella mujer.

-Eres muy valiente.-expresó Leandra, Adeline desconcertada le escuchaba.-Se tú historia, por eso creo que eres muy valiente.-articulaba.-Creciste siendo la hermana mayor que ellos necesitaban, incluso los protegiste y guiaste para que sobrevivieran en una base por tres años. Los acogiste, todo esto, yo lo admiro demasiado. Armin, Mikasa y Eren, no serían lo que son sin ti. Has luchado con valentía, pero te dire una cosa Adeline, tendrá que llegar el momento de que abandones ese sueño, de que abandones a Eren.-Adeline abrió sus ojos grandemente, era como si sintiera que Levi le hablaba a través de Leandra.-Se que ellos están agradecidos contigo, lo que se, es que Eren no quiso decirte esas cosas. Eres su hermana mayor, después de todo, él decidió salvarte a ti.-añadió.

Los ojos avellana de Adeline se humedecieron, fue ese sentimiento de tranquilidad que aquella joven le había dado, que hizo que sus lágrimas se escurrieran por sus mejillas. El viento se las llevaba, como de seguro se llevaría muchas cosas. Miró hacia atrás, con la esperanza de que el hombre a quien amaba la alcanzara, ella no estaba dispuesta a renunciar o desistir, quería avanzar, incluso si eso le costaría la vida al final. Se aferró a Leandra fuertemente, era la primera vez que ambas lucharían juntas sin cuestionamiento. Leandra también dejó que sus lágrimas se escurrieran por el viento, porque después de mucho tiempo, tenía esperanza. Ambas la tenían, porque deseaban salvar lo que fue de aquel impulsivo niño de verdosos azulados ojos, eso era un amor incondicional que solo personas como ella podían entender. Y ahora, sería prudente que se unieran, sería prudente que se dieran la mano después de tanto tiempo, porque ambas tenían la fuerza suficiente para combatir. Podrían ser invencibles si así lo querían. Leandra era una Ackerman, y después de todo, Adeline seguía siendo una Jaeger. Eran lo suficientemente fuertes para darle frente a esta pelea, por eso ambas se unieron como los demonios de la isla Paradis que eran. No quedaba tiempo, el distrito donde todo iniciaría estaba adelante.

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Próximo capítulo: La batalla del cielo y la tierra.
Adeline y Leandra logran llegar al distrito ShingaShina, donde todo empezó y terminará, cuando las fuerzas de Marley irrumpan la paz.

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Les presento a Adeline en su faceta de cabello claro. La marca que tiene en su mejilla es la cicatriz que Levi le hizo en la parte uno, capítulo cuarenta. Este faceclaim es mío, editado por mi. Por lo cual no permito ningún tipo de plagio. Por favor, espero que puedan respetarlo y entenderlo. Se los muestro para darle más creatividad y visualización a la historia.☁️

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