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𝐯𝐞𝐢𝐧𝐭𝐢𝐬𝐢𝐞𝐭𝐞

Guerreros y soldados.
Levi Ackerman.

La ventisca se sentía fresca. Aquella que me abrazaba, como yo a la mujer que estaba tendida a mi lado en esa carreta. No cabíamos, pero era inevitable el querer estar cerca el uno del otro. Sentía su calidez, como veía y admiraba su belleza. Aquella donde sus ojos color avellana se reflejaban brillosos por la fogata encendida. Los mismos decaídos y tristes opacos ojos, que aún así, me enamoraban en mi diario vivir. La agonía, esa agonía que mi corazón sentían se habían esfumado con una bruma de alivio que se apegó a mi corazón tan apagado, nuevamente sentía que podía tener la fuerza de cualquier titán, aunque no fuera así. Ella miraba algún punto de estos altos árboles, en donde todos esos mocosos estaban rodeados, todos aquellos que algún día vimos crecer. Incluso los más odiados, estaban ahí. Quizás, por eso su mirada estaba tan opaca, tenía que ver y presenciar como dos personas quienes hicieron incontables daños, estaban sentados alrededor de esa fogata. La entendía, porque cuando mi mirada se cruzó con la de Annie Leonhart, todo mi semblante deseo de querer salvar al mundo, se fue, recordando cómo se sintió el haber encontrado a cada uno de mis camaradas sin vida, por su causa. Era absurdo, estar en esta situación era absurdo, pero a la ves irónico, porque las personas que nos hicieron vivir un infierno, dependían de nosotros para no tener que vivir el suyo propio.

Dificultosa mente arquee mi espalda, observando la noche estrellada. Quería descansar, mi cuerpo lo exigía, pero el hecho de que mi corazón desatara incontrolables emociones, me lo cohibía. Suspire gruesamente, un suspiro que clamó la atención de Adeline, quien me miró. Se sentía doloroso, el hecho de que deba aceptar que alguien más murió. De que muchos murieron, pero Grace, ella era especial para mi. La impotencia, ese sentimiento de ira que me mantenía atado a un solo objetivo. Yo voy a ser el único quien se enfrente a ese maldito, ha sido mi presagio maldito desde que piso esta Isla por primera vez. Zeke Jaeger, tendré la fuerza suficiente para cortar tu cabeza con mi hoja. Serás el trofeo de mi victoria perdida hace años, serás tú muerte mi consuelo por haberte llevado la vida de alguien a quien estime como un hermano, y a quien cuide como una hermana. De pensarlo, apretaba mis puños fuertemente. Esa tristeza, saber que Grace no estaría aquí, me dolía tanto como si me arrancaran una parte de mi ser. Su sonrisa amplia y su cabello rubio alargado, se mantenían en mi memoria. No quería perderla, pero también lo hice, la perdí para siempre y no me perdonaré él no haber estado ahí para salvar a mi mejor amiga. Porque lo fue, debí haber sido un poco más expresivo con ella. Se que, lo necesito.

-Levi.-Adeline me llamo en un tono suave, intentaba sacarme de mis pensamientos, pero tan solo volví a suspirar, para mirarla detenidamente.

-Voy a matarlo.-afirme, viéndola desconcertada.-Mataré a ese maldito mono.-articule, ella estaba tapada con las sábanas, igual que yo, ambos llenándonos de calidez.

-Levi... -me llamo en un suspiro, pues en mi voz se escuchaba la frialdad y hostilidad que nadie podía soportar, mi corazón aclamaba por la pérdida de Grace Arlert.

-Fue mi culpa, lo deje escapar.-levante mi mano derecha, observando la ausencia de mis dos dedos, visualizando a través de un solo campo; no podía ver desde mi ojo izquierdo, había un vacío hueco que me hacía perder ventajas.-El maldito estaba listo, y aún así, no lo vi venir.-añadí, viendo como Adeline llevo su mano a mi mano levantada, aquella que observaba afligido, me sentía débil, lucir así, me hacía sentir inútil.

-Sigues siendo el soldado más fuerte de la humanidad, por ser un Ackerman, es la razón de que estés aquí.-me decía ella.-Tengo resentimientos, pero aún estás vivo y eso es lo único que me importa.-expresó, por lo cual lleve mi mano al bolsillo en cuanto vi la ausencia de aquella argolla en su mano.

-Ten.-dije, esclareciendo la argolla, la cual al verla, ella tan solo se quedó anonadada.-Creí que habías muerto.-indique, viéndola sostener la argolla apenada.-Me mentiste, Adeline.-esclarecí, ella bajo la cabeza.

-Lo sé... -susurro, colocándose el anillo, mientras que veía su cabello, aquel con ese color rubio, para mí de cualquier manera ella se veía hermosa.-Lo lamento... -se disculpó.

-Ahora que estamos aquí, creo que ambos hemos entendido algo.-musité, con mi tono seco, viendo como ella me miró detenidamente.

-¿Qué cosa?-me preguntó curiosa, mientras que la fogata alumbraba su rostro en medio de la noche, de una nueva noche que nos arropaba.

-Que verdaderamente nos pertenecemos el uno al otro.-articule, ella se quedó seria, sin poder creer mis palabras tan honestas.-¿Lo entiendes?-le pregunté, sus mejillas se sonrojaban, como cuando era una niña; todo podía cambiar, pero jamás eso.-Dime que si.-pedí, sintiendo su cercanía, ella rozó sus labios encima del vendaje, a pesar de que no pudiera besarme, sentí su cálido roce.

-Eres tan romántico cuando te lo propones, Levi Ackerman.-expresó ella distanciándose, tapándose con su cabello, para que dejara de mirarla, pero sería inevitable no hacerlo.

-Que envidia.-levante mi cabeza, visualizando como Leandra se acercaba a nosotros con pesadez, sentándose aún lado de Adeline quien se levantó, dándome espacio en la carreta.

-Vela que descanse.-pidió Adeline, por lo cual observe cómo Leandra asintió firmemente, cruzando sus piernas, ella miraba algún punto de este bosque.

-Ya la oíste.-musitó, mirándome de reojo, por lo cual estire mi brazo tocando su cabeza y despeinando su cabello, era mi afecto de cariño, saber que aún ella estaba aquí con nosotros, me aliviaba por completo.

-Me alegra que estés aquí, mocosa.-admití, aún despeinando su cabello, sintiendo como ella me quitó la mano con brusquedad, y ese recuerdo, simplemente reflejé a Grace en ella.

-En vez de quedarse mirando al suelo... ¿alguien se dispondrá ayudarme?-me acomode en la carreta, cubriendo con las sábanas mientras observaba a Hange remover aquella olla en medio de la fogata.

-Hm. Pensar que estaríamos todos aquí compartiendo una comida después de todo el tiempo que pasamos intentando matarnos, lo hace interesante. ¿Qué les hizo cambiar de parecer?-aquel frío hombre se dirigió a las personas paradas delante suyo, Armin, Mikasa, Jean y Connie, junto a Adeline, le miraron seriamente.-Saben que conseguirían el mundo que quieren si dejan tranquilo a Eren Jaeger, sería el cielo para ustedes, demonios de Paradis. Y es que, estuvimos tan cerca de mantener a Eren y Zeke fuera de contacto, si ustedes no hubieran interferido.-insinuó, bufe, intentando de cerrar mi vista para descansar, necesitaba hacerlo.

-Como ya explique general, nadie quiere un genocidio. No salimos corriendo hacia el bosque para ocultarnos y hacer un estofado.-escuché a Hange, con una voz sutil y neutral.

-¿Estás diciendo que por fin ves cuál lado es la justicia?-se preguntó nuevamente Theo Magath, creando que alguien más bufara en mi lugar.

-¿Justicia? ¿¡Estás hablando de Justicia!?-la exhalada voz de Jean llegó a mis oídos, haciéndome arquear, eran ruidosos, muy molestos.-¿¡Así que nosotros somos los malos!? ¡Escucha bien, la razón por la cual luchamos tanto es porque no quisimos ser comida para titanes, los mismos que ustedes nos enviaban! !¿Y estás ahí diciendo que eso es algo que los demonios harían?!-continuaba cuestionándose en medio de su alteración.

-Si... ustedes parecen demonios para mi. Todas nuestras preocupaciones sobre Paradis se hicieron reales. Y ahora Eren Jaeger está intentando destruir el mundo. Este es el resultado de todas sus ¿duras batallas?-se preguntó Theo, justificando lo que Jean expresó anteriormente, abrí mi ojo, viendo a Leandra mirarles con detenimiento.

-Escucha, ¡si su mamá no hubiera sido comida viva después de que cayeran los muros... Eren jamás habría hecho esto en primer lugar! ¡Ustedes lo orillaron a usar el retumbar!-justificó Jean, mirándole seriamente.

-¿Ahora quieres hablar de historia?-se preguntó Theo, sentado en el suelo, mirándole inexpresivo, este maldito, no quería perder.

-Cierra la boca, ustedes fueron criados con una idea ignorante de los adultos, lo cual los conducieron a cargar con esa ideología por generaciones.-la voz de Adeline se esclareció, ella le miró fríamente.

-Al menos entienden que fue Eldia la primera en devastar a Marley, y hacer sufrir a su gente. ¿Verdad?-se preguntó él, mirándola, pero Adeline tan solo frunció el ceño.

-¿¡Cuanto tiempo vas hacerte la víctima por algo qué pasó hace dos milenios!?-se preguntó Jean.

-Oigan, deténganse. Nadie quiere oír su disputa, sobre cosas que nadie vio hace dos mil años.-pidió Hange, interrumpiéndoles, intente darles la espalda para dejar de escucharles, pero era inevitable.-Jean, el general Magath está desconcertado por nuestra existencia. La existencia de extraños demonios que están desesperados por salvar a toda la gente que intento borrar esta Isla, que están tan dispuestos a rechazar el cielo. Vivimos en el mundo exterior unos cuantos meses, no podemos volver a ser unos ignorantes demonios de la Isla.-musitó ella, creando un silencio, un silencio que me relajó, hasta que la arena del reloj, llegó pronto a su fin.

-Entonces, ¿pueden matarlo ahora?-abrí mi mirada nuevamente, girando mi rostro ante esa voz hablar.-Pueden matar a Eren?-Annie Leonhart miraba detenidamente a Adeline y Mikasa, quienes la miraban fríamente.

-¿Matar a Eren? No es la única forma de detenerlo... -expresó Mikasa, mientras que Adeline prefirió el silencio, vi como Leandra se levantó de mi lado.

-Si, pensé que dirías eso. ¿Entonces qué?-se preguntó Annie, murándolas.-¿Van a convencerlo? ¿Crees que alguien que intenta un homicidio en masa en verdad tendrá un pensamiento que pueda cambiar tan fácilmente?-continuaba preguntándose.

-No lo sabemos. No hasta que hablemos con Eren.-infirió Armin, ellos mantuvieron un contacto visual más intenso, había tensión.

-Digamos que logras hablar con él. ¿Qué vas hacer si no decide detener el genocidio? ¿No crees que deberíamos reconsiderar tener un último recurso?-se preguntó, pero estas, se quedaron en silencio.-Ya lo sabía. Si intentamos proteger nuestro hogar en Marley, matando a Eren, terminarán peleando con nosotros para protegerlos. ¿No es así? Así son las cosas, ¿verdad, Mikasa, Adeline?-les preguntó.-Porque creo que para ustedes lo más importante siempre ha sido Eren.-artículo, creando que una abrumada Mikasa desprendiera de sus equipos aquellas hojas.

-¿Entonces estás diciendo que nosotras deberíamos morir?-le preguntó, amenazándola fríamente, por lo cual Annie mostró su dedo, en donde portaba una argolla cortante, escuchando cómo Theo Magath intentó de interferir.

-¿Quién eres tú? ¿Otra Ackerman?-observe detenidamente cómo Leandra se colocó a centímetros de Annie, ambas se miraron fríamente.-¿Tú también quieres protegerlo?-le preguntó, Leandra sostenía sus hojas también, de una manera protectora.

-Mikasa cedió en bajar sus armas, pero yo no lo haré.-afirmó Leandra, mirando los azulados y decaídos ojos que Annie Leonhart portaba.

-No lo entienden.-artículo esta, y fue ahí como un esbozo de mi mujer, la sobresaltó, haciéndola girarse para observar a Adeline.

-¿No lo entiendo?-se preguntó Adeline, sacando también de sus equipos aquellas hojas, las cuales apuntaron directamente el ojo de Annie, quien se inmovilizó.-He tenido que escuchar tu patético argumento en lo que resta de noche. Lo cual, se me hace insensato, al punto de que mi estomago se revuelva por completo.-decía, mirándola fríamente.-No tienes autoridad, mucho menos poder para exigir tus peticiones egoístas. Tú también destruiste a nuestra gente, los pisaste como sucias cucarachas. ¿Lo olvidaste, Annie Leonhart?-la miré, mire con detenimiento como ambas revivían ese día, ese trágico día.-Tú peor error, fue no asegurar que aún seguía con vida. Debiste haberlo hecho, porque así no tendrías que lidiar con que te persiguiese a muerte en caso de que arremetas contra mi hermano. Te lo dire otra vez, titán hembra, tú no eres quien para decir que debemos hacer o no.-artículo Adeline, bajando su hoja, para darle a Annie un respiro, esta quien levantó la mano en forma de paz.

-Entiendo como se sienten. Yo... solo tengo una razón para detener a Eren, no quiero que mi padre que está en Marley muera. Es por eso que necesito su ayuda, si pueden convencerlo de que se detenga, por mi está bien. Por lo menos, no deberíamos luchar hasta que sea necesario.-expresó, mirándolas a ambas, pero solo Mikasa cedió, distanciándose.

-¡De acuerdo, el estofado está listo! ¡A comer!-anunció Hange.

Nuevamente me acomode en esa carreta, suspirando gruesamente con el propósito de descansar. No tenía hambre, realmente mi cuerpo estaba agotado, como también mi mente. La carreta se removió, sentí el peso de un cuerpo en esta, pero cuando tan solo escuché el suspiro frustrante de Adeline, reconocí que era ella. Era estresante, como para ella, y para todos, lo era. Me acomode entre las sábanas, me acobijaba por el frío, intentando de mantenerme inmóvil para retomar el abismo de un sueño oscuro. Pero, de seguro mis peores pesadillas me acosarían. El pensar que estábamos tan cerca del final, me tenía tenso, más tenso que nunca. Inclusive, yo mismo me cuestionaba si podría ser capaz de no desistir en mis decisiones. El enemigo estaba aquí, comiendo un estofado, pero me preguntaba si continuarían siendo el enemigo, o unos aliados del mundo. Suspire, sintiendo como las manos de Adeline me acariciaron, intentando de apegarse a mi cuerpo. Su calor se apegó a mi, su amor también. Era como si los dos, estuviéramos cuestionándonos nuestras próximas acciones. Se que su pensamiento más puro y genuino era el temor de que Eren muriera, pero para mi, si debía ser así, no haría lo contrario a eso. Llevaría a estos soldados a matar a Eren, aunque me doliera, aunque me repudiaran, si Eren debe morir, así será. El niño de aquella corte, ya había dejado de serlo y ese era mi conmoción.

-¿No puedes dormir?-me preguntó Adeline, suspirando en mi oído.-Yo tampoco.-añadió.

-No dejó de pensar en lo que sucederá.-musité, sintiéndola apegarse a mi, besando mi hombro.-Adeline, dímelo, aún no lo tienes claro, ¿verdad?-le pregunté, ella se fue despejando de mi.-¿Será Eren o el mundo?-fríamente me dirigí a ella.

-¿Que es exactamente diferente entre ustedes y yo?-luego de intentar olvidar el núcleo exterior, la voz de Yelena se esclareció en mis oídos; Adeline se removió de mi lado, sabía que mi pregunta la dejo anonadada.-Salvar al mundo... ¿Hay alguna dulce palabra que cautive a la gente más que esa? Entregarse a esa noble noción de salvar cientos de millones de vidas; lavar todos los males hasta ahora por su garganta. Así es como se ven para mí en este momento. Hagamos un pequeño viaje por el carril de la memoria. ¿De acuerdo?-preguntó fríamente, me mantuve acostado, escuchándola.-Reiner Braun. Al abrir un agujero en el muro, ¿cuántos eldianos crees que fueron devorados por titanes puros? Deslizándote en los muros, compartiendo alegrías y penas con tus "compañeros" aquí. Traicionando, matándose unos a otros, y ahora finges ser un compañero leal de nuevo.-artículo, fríamente.-Annie Leonhart; parece que también mataste una horrible cantidad de soldados, eventualmente pisoteaste a los residentes de Stohess en grandes números.-detallaba, haciéndome recordar ese día, la impotencia podía más que mi sueño.

-Yelena, sin duda alguna las pulgas del titán bestia te han comido las neuronas.-escuché a Adeline, ella me daba la espalda, pero yacía sentada aún en la carreta.

-Adeline Jaeger, ¿o debería decir Adeline Ackerman?-le preguntó Yelena, mientras que me dediqué a escuchar.-Adquiriste el poder de la reina con el fin de darle a Eren las herramientas suficientes para sus movidas. Lo alentaste al asalto a Marley. También, manipulaste al ejército de cadetes con el fin de que siguiesen a Eren. Fuiste tú la causante de que los Jaegeristas estén invadiendo los distritos con sus ideologías. ¿Eres tú la causante de que el retumbar haya iniciado?-Adeline se paro, por lo cual me giré apretando su camiseta con fuerza, deteniéndola, no debía gastar su ira en esa mujer, no valía la pena, no en lo absoluto.

-Yelena, creo que es suficiente.-opinó Armin, en algún lado del bosque, mientras que Adeline se sentó bruscamente en la carreta.

-Armin. Tú, normalmente una persona sensata, destruíste tan ruidosamente el puerto militar. Usando el poder que robaste de Bertholdt Hoover. Incluyendo los civiles, ¿Que tan alta es la montaña de cadáveres que levantaste junto con tus ganancias militares?.-se preguntaba ella.-Que conste con no sé nada de su valor en Liberio, magníficamente aniquilaron a los soldados de Marley que los superaban en número y tiñeron a Liberio del color de la sangre. Especialmente Jean. Para derrotar al titán carreta, apúntaste a Falco y disparaste con valentía tu lanza trueno. Porque la lanza apenas falló, es que Falco está aquí. Luego, Sasha recibió un disparo por esta niña. Yo también estaba triste, Sasha era tan buena chica, pero de seguro no se compara con la tristeza y odio que deben sentir aquellos que convivieron con ella como familia desde que eran reclutas, incluso los que le vieron la cara.-espabiló, como una víbora.-Está delicioso, Hange. ¿Podría repetir?-Yelena se dirigió a mi compañera con una sarcástica voz, mi demonio interior pedía que le levantara y la ejecutara.

-Claro, todavía hay mucho.-asintió Hange.

-Vaya. Gracias, Yelena. Nos estás ayudando a sacar la mala voluntad del otro y a controlar nuestras mentes, ¿Verdad?-la voz de Jean se esclareció en un suspiro aliviánate.-Incluso aunque tu sueño caprichoso, el que tanto querías hacer realidad que hasta volaste los sesos de tus preciosos compañeros terminó sin sentido y estabas lista para morir, que interesante. Lo siento por la molestia. ¡Ah! -quería sentirme orgulloso de que Jean pudiera recrear un silencio por su ofensa a Yelena, pero no fue él suficientes

-Lo olvidé... ¿Cuál era el nombre de tu amigo cercano que me dijiste antes? Eso es... Era Marco. Si no me equivoco... Me dijiste que Annie estuvo involucrada en su muerte... ¿Verdad? ¿Ya escuchaste al menos la verdad de parte de Annie? La verdad sobre la muerte de Marco.-preguntó Yelena, creando un silencio incómodo, del cual pude ser partícipe.

-Tome el equipo de maniobras tridimensionales de Marco, por eso fue devorado.-admitió Annie, fríamente.

-Annie sólo obedeció mi orden. Marco escuchó una conversación entre Berthold y yo, una la cual debía mantenerse en secreto. Temía que se descubrieran nuestras verdaderas formas, pensé que si Marco era asesinado por un titán, se silenciaría bien. Yo arroje a Marco a un techo desde el aire, y mientras lo sostenía para que no pudiera moverse. No pudo moverse desde la esquina, y fue devorado por un titán que estaba detrás de él.-esclareció Reiner, con mucha frialdad y vergüenza en sus palabras, eso era lo más perturbador que escuché en toda la noche.

-¿Cuáles fueron sus últimas palabras?-se preguntó Jean, con un tono de voz bastante bajo, a cómo había iniciado altamente minutos atrás.

-Él dijo, "aún no podemos hablar.-respondió Reiner, vagamente.

-¡Si! ¡Es cierto! Aún no hemos podido hablar apropiadamente. ¿No es por eso que nos hemos estado matando los unos a los otros y así hasta que alguien muera? Si tan solo hubiésemos hablado bien desde el principio, esta matanza... -anunció Jean.

-Es muy tarde para empezar ahora. Incluso personas como nosotros que se han tratado de matar los unos a los otros sin piedad, pero al menos, ahora estamos intercambiando palabras sin matarnos. ¿Quién imaginaria que eso fuera posible? ¿Qué comeríamos juntos frente a la misma hoguera?-se preguntaba Hange.

-Cuando miraba a Marco ser devorado, yo me dije a mi mismo "¿porque ese titán se está comiendo a Marco"? Luego, me deje llevar por la rabia y mate a ese titán, mientras decía "tú le hiciste esto a Marco".-nuevamente escuché la perturbadora voz de Reiner, que frío, que terminal.

-Te volviste loco porque te sentías culpable. ¿Cierto?-le preguntó Jean, neutralmente.

-No me perdones. Realmente no lo merezco, pero es algo que debo decir... -musitó Reiner.

-Ya basta.-pidió Jean, intentando de olvidar el tema.

-Jean. Lo siento... -me sobresalte en cuanto escuché un estruendo, este provocó que Adeline se levantara de mi lado bruscamente.

-¡Jean! ¡Basta!-escuché a Adeline, por lo cual me obligué a girarme para ver cómo ella distanciaba a Jean de Reiner, quien
Lo golpeaba fuertemente.-¡Estoy segura que en el fondo, ni Marcó ni Sasha quisieran esto!-las palabras de Adeline le devastaron, él golpeó más a Reiner hasta que aquella mocosa que mató a Sasha se interpuso, recibiendo una fuerte patada en su estómago que creó la distancia de ambos idiotas.

-Nosotros... deseábamos que todos los de la Isla de Paradis estuvieran muertos. Y ahora, mi papá, mi mamá, y toda la gente de Liberio terminarán muriendo. Lo siento, porque sé que esto es muy imprudente de mi parte, pero, necesitamos su ayuda. ¡Por favor préstenos sus fuerzas!-indicó aquella niña, llevando su mano al estómago.-¡Por favor, ayúdenos a detener el retumbar! ¡Por favor!-pedia, pero simplemente Jean se distanció.

-¡¿A donde vas Jean?!-Connie se dirigió a él, preocupado, viéndole irse.

-¡Jean! ¿No quieres un segundo plato?-pregunto Hange, mientras que Leandra quien comía de su estofado tranquilamente, se lo pasó a Hange.

-¿Se van a callar?.-pregunte, molesto e incómodo, levantándome de la carreta alborotando, viendo como todos me miraban.-Ahora, dame un poco de ese maldito estofado.-masculle, viendo a Hange sonreírme, pero un escalofrío me recorrió, un presentimiento que se me apego al cuerpo, tanto que no pude dejar de mirarla.

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Próximo capítulo: Pelear a muerte.
La alianza avanza hasta el puerto con la intención de detener el retumbar, pero alguien más ha llegado en su lugar.

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