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𝐯𝐞𝐢𝐧𝐭𝐢𝐬𝐞𝐢𝐬

Un amor de toda la vida.

Veía la noche estrellada, donde el estruendo de cientos titanes colosales resonaban constante. Seguiría siendo así, hasta que cada uno de ellos saliera de esta isla, aunque el estruendo de sus pisadas siguieran tambaleando la tierra, era ese el costo de aquellos quienes nos hicieron privar de nuestra vida, dentro de estos muros, pero ahora que los muros se han ido, Eren con ellos también. Me mantuve sigilosa, caminando atrás de aquella mujer de cabello corto y castaño. Pareció igual que nosotros pasar por tensos momentos, se veía exhausta como cualquiera de los que hayan estado peleando en estos días. Hange se arrinconó frente a una abandonada casa, donde habían escombros a su alrededor. Me quede a su lado, viendo como en medio de la oscura noche algunos soldados pasaban por las calles cercanas. Ya no había importancia en mi postura y la suya, no importa si fuera comandante de la legión de exploración, o toda una reina con poder, ya eso no importaba. Nos estaban inmovilizando, aquella nueva élite anti militar, estaba dispuesta a imponer sus leyes, aquella que conducían al apoyo fundamental de las decisiones que su salvador, Eren Jaeger estaba sometiendo en contra de los enemigos. Como pensaba, yo no sabía lo que era correcto o no, solo en el fondo de mi corazón sentía que Eren estaba errando en una potencia de la que no imaginaba, pero esperaba que en el fondo de su corazón, solo él pudiera entender sus más puras razones para seguir avanzando sin nosotros.

-¿Crees que vendrán?-miré a Hange, ella era de estatura unos centímetros más alta que yo, por lo cual levante la mirada para simplemente abastecer de respuesta.

-Ahí viene Mikasa y Leandra.-le deje saber, observando en medio de aquel callejón como ambas jóvenes del mismo apellido venían caminando juntas, pero distanciadas.

-Al menos... -musitó Hange, visualizando cómo ambas chicas llegaban a nuestro lado, examinándonos en silencio.-Gracias por venir.-agradeció Hange, viéndolas a ambas.

-Era eso o, tener que matar a los voluntarios que aún quedan en la Isla.-comentó Leandra, fríamente, recostándose de la pared, se veía abrumada.-Y no quiero que nadie más muera, así que, lo pondré de esta manera, no tuve opción.-esclareció, suspirando hondo.

-Me alegraba cuando no hablabas.-comentó Hange, por lo cual Leandra le miró fulminante.

-Es Jean.-me sobresalí del callejón ante lo que Mikasa nos indicó, para así poder ver cómo aquel joven de cabello largo y rastros de vellos faciales se acercaba con un semblante decaído.

-Que alegría que pudieras unirte a nosotros, Jean.-musitó Hange, optimista, mientras que este y Mikasa se miraron detenidamente.-Adeline y Mikasa lograron ponerme al día con la situación.-Lamento no haber podido estar en el campo, hicieron un gran trabajo en esta agotadora situación.-expresó halagándonos, dándonos pasos al interior de esa casa abandonada; entramos detrás de ella.-En cuanto a Levi, no está bien, pero vive. No podrá luchar al menos por un tiempo. Además, hemos unido fuerzas con los Marleyanos rezagados, incluyendo al titán carreta.-esbocé un suspiro de sorpresa, igual que los chicos alrededor de mi, viendo a Hange sentada en una silla, colocada frente a una mesa de comedor.-Esto es para detener a Eren, no deberíamos masacrarnos entre nosotros.-indicó ella, mirándonos.

-Pero, si han sido ellos quienes han querido masacrarnos todo este tiempo.-expresé yo, mirándola sigo desconcertada.

-¿Como vas a detenerlo?-se preguntó Mikasa aún lado de mi, curiosa observando a Hange tan serena.

-Primero reuniéndolos a todos. Ellos serán los que decidan que es lo que podemos hacer. Pero estamos indefenso sin la ayuda de ustedes o de los mueve titanes, la estructura militar que conocemos fueron aniquiladas. Ya no soy su superior, como Adeline tampoco su reina.-esclareció, abatida.-Pediré esto a sabiendas pero...

-Yo lo haré.-le interrumpió Mikasa, mirando a Hange con detenimiento.-No quiero que Eren enfrente más ataques indiscriminados. Incluso si su intención es protegernos o a esta Isla, quiero detener a Eren.-expresó Mikasa, con seguridad.

-Incluso si realmente podemos detener a Eren, ¿luego qué?-se preguntó Jean.-Si Eren es capaz de mantener el poder del titán fundador, solo le quedan cuatro años. ¿Qué le pasará a la Isla después de esto? El odio que nos tiene el mundo no desaparecerá de la noche a la mañana. Debemos enfrentarlos por décadas. Para detener a Eren, hay que destruir esta Isla.-afirmó él.

-Yo pienso que Marley verá la situación y asumirá que el retumbar podría iniciar en el momento en que intenten atacar la Isla. O al menos no los imagino acercándose a este lugar por un buen tiempo.-opinaba Hange, justificando lo que Jean había dicho, me recosté de la pared, mirando al techo de madera frustrada.

-Pensarán que el mundo va acabar en cualquier momento a menos que borren esta Isla del mapa. ¡Eso encenderá aún más el discurso de Willy Tybur!-exclamó Jean, observando a Hange.

-Puede que tengas razón, pero tenemos tiempo, incluso en la situación hipotética que planteas. Deberíamos ser capaces de conseguir unos pocos años de tiempo, incluso si vienen a destruir esta isla.-continuaba diciendo ella.

-¡No! Elian y Liam viven en esta Isla, ¿tendrían solo cuatro años de poder vivir en paz antes de que Eren muera?-se preguntó Leandra, mirando a Hange.

-¡La ultima vez que buscamos una solución, nos quedamos sin tiempo y seguimos con las manos vacías! Por eso Eren decidió borrar al resto del mundo...

-¡No voy aceptar un genocidio! ¡No lograrán que apoye eso por ningún motivo!-grito Hange, alterada y ofendida por lo que le decían, me sobresalte cuando golpeó fuertemente la mesa.-Lo lamento, no debí gritar. Tienes razón Jean, fue mi idealismo cobarde lo que convirtió a Eren en esto. Y, aunque esté gritando, también fui yo quien quería huir para dejar todo atrás, para poder sobrevivir.-musitó avergonzada.-Pero, todavía soy la 14º comandante de la legión de exploración. Dedique mi corazón a la libertad de la humanidad, se siente como si pudiera ver a todos mis camaradas. La gran mayoría de ellos murieron sin saber que la humanidad existía fuera de los muros, aún así, "traer la libertad a esta Isla es suficiente para mi".-decía, levantando la cabeza para mirarnos, mientras que yo solo visualizaba una bruma donde imaginaba cómo cada uno de mis caídos camaradas me observaba; Petra, Auruo, Gunther, Erd, Conan, Nanaba, Myke, Erwin y Grace, todos estaban aquí.-¿Creen que alguno de ellos sería tan cerrado de mente para decir eso? Solo tenemos una oportunidad y es ahora.-esbozo, mirándonos a todos.

-Maldita sea.-observe cómo Leandra gruñía, suspiraba frustrada.-Entonces, me uno. Detengamos a ese genocida.-expresó, haciendo que Hange se levantara de la silla, esperanzada.

-Hange, aún sigo siendo parte de la legión de exploración. Creo que, no tengo opción para desertar.-expresó Jean, cabizbajo, por lo cual se giraron para observarme a mi respectara de la pared.-Adeline, es momento de que tomes una decisión. Dime, ¿salvaremos al mundo?-me preguntó Jean, fruncí el ceño apretando mis dientes.

-Si... -musité, cruzada de brazos, para bajar la cabeza rendida.-Lo haremos... -añadí.

-Tú cabello está, casi volviendo a la normalidad.-expresó Hange, por lo cual observe cómo todos me estaban mirando animados.-¿Me dirás por qué está de ese color?-se preguntó Hange.

-Hange, no estamos para chismes, ¡tenemos que salvar al mundo!-exclamó Leandra aún lado suyo, sosteniendo sus brazos fuertemente para sacudirla por su transe hacia mi persona.-¿Qué haremos? ¿Como escaparemos de aquí? Necesito que saques tus ideas a pasear, porque estoy exhausta y quiero dormir aunque sean dos horas.-exclamó Leandra, distanciándose de Hange.

-Harán dos equipos.-expresé yo.-Hange, ¿viniste con el titán carreta no es así?-le pregunte, viendo como ella asintió rápidamente.-Jean, Flotch quiere eliminar a los voluntarios, necesitamos a Onyankopon y Yelena, ellos estarán de rehenes para la ejecución de mañana, el titán carreta se encargará de llevárselos. Intenta de perder tiempo hasta que ella llegue, le darás una señal. La que sea, un disparo, un silbado, lo que se te ocurra.-exclame, mirándoles.-Mikasa, Leandra, se encargarán de reunirse con Armin y Connie, deben tener al niño que porta el poder del titán mandíbula, pero también necesitamos a Reiner Braun, él debe estar en alguna parte del distrito, lo vi huir con la mocosa que mato a Sasha.-les detallaba claramente, viendo como me asentían.

-Un momento.-me pidió Hange.-Annie Leonhart debió haber salido de su endurecimiento, también la necesitamos a ella.-me tense cuando escuché ese vago nombre.

-Es una broma, ¿verdad?-me pregunté seriamente, teniendo el amargo recuerdo de esa joven de azulados ojos y cabello rubio, Mikasa también pareció tensar junto a Jean.-Hange, de ninguna manera.-denegué.

-Eren dijo que todo el endurecimiento se desvanecería, significa que la capa donde se cubría, también.-esclareció ella.-Es portadora del titán hembra, la necesitamos.-me decía.

-¿Quién carajos es Annie Leonhart?-se preguntó Leandra, ajena y desconcertada.

-Ya no importa, ya no tenemos tiempo.-musitó Hange cuando escuchó un leve tambaleo, donde pudimos ver fuera de la ventana, al titán carguero.-Debemos desplazarnos, ahora.-pidió, por lo cual todos nos distanciamos.-Adeline, ¿qué harás?-me preguntó esta, por lo cual abriendo la puerta sonreí de lado.

-¿No es muy obvio?-me pregunté, viendo como los chicos salían.-Me llevarás hacia Levi Ackerman.-indique, viendo como ella sonrió cabizbaja, asintiendo.-Ustedes, cumplan con su deber como soldados.-expresé, viéndoles parado bajo la noche, observando con detenimiento al titán carreta frente a nosotros.

-Chicos, les presentó a Pieck Finger.-Hange se recostó de aquel cuerpo, donde el vapor sobresalía para mostrarnos a una joven de cabello oscuro, ella portaba el uniforme de la legión; aún estaba atada a su titán, los músculos se veían aferrados a él.

-Creí que era un hombre... -murmuró Leandra atrás de mi, mientras que esa mujer y yo nos miramos con detenimiento, sonrió de una manera burlesca que me incómodo, pero no teníamos opción.

-¿Viniste en esa cosa?-se preguntó Jean, observando anonadado al titán carreta.

-Esa no es una forma muy educada de dirigirse a una mujer.-expresó ella, fríamente.-Sin duda, el guapo capitán Levi tenía razón, todos son un par de mocosos sin disciplina.-levante una ceja, viendo esa sonrisa tan picara que me incómodo.

-Lo sé, es muy guapo. Nuestro hijo es idéntico a él, me encantaría que pudieras verlo.-ella abrió los ojos pasmada, mientras que cruzada de brazos sonreí con su mismo semblante burlesco.

-Entonces, la hermana de Eren Jaeger está viva después de todo.-expresó, por lo cual asentí, sintiendo una leve tensión entre ambas.

-Vámonos, no tenemos tiempo que perder.-indicó Leandra, alentando a Jean y Mikasa, quienes la siguieron.-Buena suerte.-nos deseó, por lo cual, les vi yéndose, confiados en nosotros.

Han sido cuatro años. Cuatro años en donde les he visto crecer, de todas las maneras posibles. Aunque habían dos personas que salían de esa excepción, ya que les conocía de toda la vida, aún así vi sus cambios. Desde algún punto Jean pareció haber madurado, lo suficiente para entender las magnitudes de la situación. Montándome encima de aquel titán, le miré. De todos, él también había sufrido sus batallas en silencio, porque pasó por mucho de lo que desconozco, solo se que le bastó el haber perdido a alguien para que cambiara. Así era como funcionaba, cuando lo pierdes todo, es que puedes entenderlo. Aquel titán empezó a moverse, pero confiada lo dejé en sus manos. Leandra, Mikasa y Jean, estoy segura que lo resolverán. Era egoísta en marcharme y no guiarlos, pero se que ellos podían hacerlo sin mi, porque después de todo, ellos no necesitan a nadie más que no sean ellos mismos. Melancólica deje de mirarlos, aferrándome de Hange para sentir la ventisca golpear mi rostro fuertemente. Aquel titán carreta iba de prisa, y aunque me costara confiar en sus fuerzas, no habían muchas opciones encima de la mesa para que pudiéramos continuar saliendo adelante. La noche era fría, pronto amanecería y solo nos restaba observar cómo los titanes colosales continuaban avanzando. No sabía en que este mundo se había convertido, solo se que realmente no quería que mi hijo creciera en su crueldad y frialdad.

-¡Señorita Finger, lo hemos dejado todo en manos de mis chicos. Ellos se encargarán de reunir a tus amigos, incluyendo a Annie Leonhart!-comentó Hange, dirigiéndose al titán carreta.-También, por orden de Magath, les indique que debían inmovilizar a Yelena. Se encargarán de traerla, pero te dejaré el resto, tú los buscarás.-indicaba esta, mientras continuábamos avanzando en el terreno.

-¡Ellos estarán en el cuartel, es la torre más alta del distrito ShingaShina!-esclarecí, siendo yo la que se dirigía al titán carreta.-Jean Kirstein te estará esperando, pero debes llegar antes de que se le acabe una estrategia para ganar tiempo.-añadí.

-¿Es el joven que parece tener cara de caballo?-abrí mis ojos grandemente por su comentario, quedando algo, desconcertada pero a la ves, tuve que analizar el rostro de Jean por primera vez, ¿un caballo?-Hermana de Eren, ¿lograste tener algún contacto con Zeke Jaeger?-escuché nuevamente la gruesa voz de aquel titán dirigirse a mi, me aferraba a Hange para no caerme; iba muy rápido, quería salir del distrito.

-¡No, él, desapareció!-le respondí, sabía que me había escuchado, al igual que Hange, quien desconcertada me miró de reojo.-Cuando Eren se transformó, él solo se desapareció. Creo que, quizás él esté con Eren.-musité confundida.

-Quizás por la conexión de sangre real haya sido de esa manera.-comentó Hange a mi comentario.-¿Fue esa la misma razón de que la transformación no te haya afectado?-se preguntó ella, intentando de mirarme.-No lo entiendo, Levi juro y perjuró que te sostuvo muerta en sus brazos. Dice que aunque no te hayas convertido, tus órganos parecieron detonar, moriste en un estado de shock. ¿Como es que estás viva?-se cuestionaba, muy desconcertada.

-Te dire lo mismo que le dije a los demás. Cuando Zeke estalló el grito, todo mi cuerpo se heló. Quizás morí al instante cuando mis órganos detonaron, pero todo es como un vago sueño, ya que estuve en ese lugar donde Eren nos llevó para informarnos de su plan. En ese lugar, había una extraña niña. Yo creo que ella es quien, une los caminos de los Eldianos, creo que es Ymir, la primera titán fundadora.-le contaba detalladamente a Hange, quien me escuchaba atenta.-Ella estaba ahí, y me dijo, que reconstruiría mi cuerpo a excepción de que cuando volviera, tomara la decisión que ella no pudo tomar. Me dio su energía, quizás, es por eso que mi cabello luce como el suyo. Aún así, solo es una niña. Se sintió eterno estar en ese lugar, creí que cuando despertaría, sería tarde, pero no fue así.-expresé, recordando como esa pequeña de ojos decaídos y casi obsoleto, sostenía un cubo de arena, como si con eso hubiese reparado todo mi ser.

-Espera, si entonces no cumples con lo que ella quiere que cumplas, ¿morirás?-se preguntó aquel titán, mientras avanzaba con rapidez, veía a la distancia el bosque de grandes árboles, ahí debía estar él, ahí debía estar Levi.

-No lo sé.-respondí cortante.-No sé, solo espero, tener la voluntad necesaria para tomar la decisión correcta.-añadí, mirando hacia atrás, viendo lo lejano que se veían los distritos en la pasadía de aquellos titanes colosales.-Si no lo hago, mi hijo no sabrá quien fui... -susurré, sabiendo que él estaba más allá de esas ciudades, estaba lejos, lejos de mi.

-Crees que esa tal fundadora quiera que tú... ¿renuncies a Eren?-se preguntó Hange, por lo cual giré la mirada hacia donde ella estaba.

-Yo... -me quede sin palabras, sintiendo la tensión de ellas ante mi falta de respuesta.-Creo que al final, lo sabré. Cuando decida.-articule con dificultad.

La imagen de Eren se esclareció en mi mente, cada una de esas imágenes reconfortantes para mi. Desde que nació, desde que lo sostuve por primera ves, eran imágenes cálidas que se deterioraban con el paso del tiempo, donde me llevaban al mismo resultado una y otra vez, el día en que Eren escapó en Marley, el día en que se fue. Él ya lo había decidido, desde ese día, lo había decidido, a pesar de que su destino se selló para siempre cuando tuvo que presenciar la estruendosa imagen de nuestra madre morir. Solo suspire, pidiéndole al cielo que aunque fuera por última vez, me reuniera con él. Sostuve mi cuerpo junto al de Hange cuando aquel titán carreta se detuvo en seco, me quede atónica. La luz del día pronto llegaría, pero yo tan solo vi cómo Hange se giró. Pidió sutilidad, pues ella se bajó del titán carreta con suavidad, mientras que yo me quede perpleja, observando la luz de una fogata, que era ahí donde ella se dirigía. Con cuidado me baje del titán, viendo el vapor salir de la nuca, donde Pieck sobresalió, mostrándose. Ella me miró, sentía una gran tensión, tanto que mis manos empezaron a temblar, viendo como Hange me instruía la vida. Lo único que podía ver era como aquel hombre quien parecía ser el líder de la línea guerrera en su nación, estaba parado, observando a Hange detenidamente. Yo tan solo empecé a caminar con lentitud, queriendo verlo, queriendo verlo. Había una carreta, una carreta donde parecía haber alguien sentado y abatido, al punto de recostarse.

Lo reconocí, reconocería cada parte de su cuerpo en donde sea. Hange se movió, donde pude verlo. Un suspiro se me escapó cuando fue así, cuando pude ver cómo Levi se recostó de la carreta, apartándose de Hange. La escuchaba, ella hablaba, pero todo parecía anularse para mi cuando se trataba de él. Empecé a caminar, con la misma lentitud, donde aquel hombre ajeno a mi levantó su mirada. Atónico me observó con detenimiento, no levantó su arma, ni cuestionó nada cuando me detuve frente a esa fogata, para ver cómo Hange se giró y me observó, ella se apartó aún más, pero él aún no me miraba, pues tenía su vendada mano ocultando su campo visual. Él estaba destrozado físicamente, podía saberlo con tan solo verlo, pero que estuviera vivo me daba mil suspiros de vida.-¿Levi?-le llame en un hilo de voz, ese que le recorrió con un escalofrío cuando se tenso, despejando su mano del rostro, para girarlo lentamente, hasta examinarme de pies a cabeza. El soldado más fuerte de la humanidad se quedó inmóvil, aturdido, observándome. Mis ojos se humedecieron, viendo como se levantó de la carreta con lentitud, todo este ambiente era tan, tan liviano para mi, que podía volar. Levi pasó por un lado de la fogata, él tenía su uniforme puesto, y mientras visualicé como en su mano derecha faltaba dos dedos restantes, su cuerpo se detuvo frente al mío, donde miré fijamente su grisáceo ojo conectar con el mío.

-Mi amor.-me llamo atónico, llevando su mano izquierda a mi cabello, hasta que fuertemente impulsó mi cabeza, dirigiéndola hasta su pecho, donde escuchaba su corazón latir fuertemente.-Adeline, mi amor.-volvió a llamarme, pero yo tan solo lo apreté con fuerza contra mi cuerpo, observando cómo Hange conmovida sonreía entre lágrimas, sentándose abatida en el suelo.

-¡Perdóname!-le pedí, sabiendo el sufrimiento que debía haberle causado, sintiendo como perdía el balance por su estado físico, pero resistió valientemente.-¡No iba detenerme hasta llegar a ti, no iba detenerme... -le dije en un sollozo, conmovida por su estado, donde solo quería sostenerme a él y no soltarlo nunca más.

-Te amo, te amo, como no tienes idea.-esbozo sin miedo, sin ser escuchado, para así distanciarme de él y mirarle fijamente.-No vuelvas a causarme este dolor, porque si no, enloqueceré y no sé que haré.-expresó, volviendo abrazarme con fuerza.

-Yo nunca te voy a dejar, Levi Ackerman.-articule, abrazándolo, sintiendo ese olor, esa calidez de su cuerpo que tanto extrañaba sentir a mi lado.-Ni en esta vida, ni en la otra. Eres, eres mi amor eterno.-expresé sonrojada, pues Hange nos miraba con una sonrisa tan conmocionada.

-¡Dios! ¿No es emotivo general Magath?-se preguntó ella, mientras que me separé de Levi, sintiendo como él posicionaba sus manos en mis caderas, aquel hombre inexpresivo se encogió de hombros.

-Se debe sentir aliviador, ¿no es así Levi Ackerman?-se preguntó el general, dirigiéndose a él, pero Levi con una expresión igual que la suya, no respondió, mirándome nuevamente.

-Adeline.-me llamo fríamente, dejándome tensa por su frialdad, pero era confusión lo que habitaba en él.-¿Por qué carajos tienes el cabello rubio?-me preguntó con ese tono tan hostil, por lo cual el con mis ojos lagrimosos solté una risa, volviendo abrazarlo con fuerza.

-Es una larga historia que podremos contarle a nuestros hijos.-le dije en su oído, sintiendo como sus brazos nuevamente me resistía junto a él.

-Espera, ¿hijos?-se preguntó Hange, por lo cual distanciándome de él, asentí, viéndola a ella.-¿Estas? Estabas... ¿embarazada?-se preguntó confundida, igual que Levi, por lo cual no sabía cómo explicarles tan detalladamente.

-No fui la única a quien ella salvo.-le expresé a Hange, mientras que Levi me miró confundido.-La salvo a ella.-señalé mi vientre, observando cómo Hange abrió sus ojos grandemente.-La mayor parte de la energía, la está protegiendo en una cristalización. No importa cuanto me dañen, no morirá. Por eso debo tomar la decisión correcta, debo vivir.-decía, sintiendo la ventisca de la mañana llegar a mi.-Ese es el poder de la verdadera fundadora Ymir.-indique, visualizando cómo Levi se acercó a mi, inclinándose hasta tocar rodillas en el suelo, sujeto mis caderas y colocó su oreja en mi vientre.

-Así que... ¿eres niña?-se preguntó conmocionado, lo supe porque apretaba fuertemente mis prendas, él temblaba, estaba aliviado y lo vi en su mirada cuando me observó.

-Ahora si creo que es emotivo, comandante Hange.-expresó aquel hombre, levantándose para quedar frente a nosotros, por lo cual Levi se levantó del suelo, observando fríamente aquel hombre, quien estrechó su mano.-Levi Ackerman, estoy dispuesto a salvar este mundo para que tus hijos puedan crecer en el, dime, ¿lucharás o te rendirás?-le preguntó, por lo cual Levi estrechó su mano junto a la de él, apretándola con fuerza, éramos la salvación del mundo, guerreros y soldados, unidos por primera vez para detener al demonio mayor, mi hermano, Eren Jaeger.

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Próximo capítulo: Guerreros y Soldados.
Después de tanto tiempo, los enemigos y demonios se reúnen con el propósito de ser una salvación para el mundo.

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