𝐯𝐞𝐢𝐧𝐭𝐢𝐜𝐢𝐧𝐜𝐨
Ten esperanza.
Estaba sentada en aquel banco, observando el atardecer caer. Mi cuerpo aún no sentiría la devastación de mis movimientos, había energía y adrenalina, sentía mi corazón empezar a latir normalmente, al igual que mi respiración, empezaba a controlarse. Me quede recostada de aquella pared, temblaba, al igual que el suelo. Todo estaba temblando y se continuaba escuchando los estruendosos pasos por el lugar. Había escombros por todos lados, pero ya no más titanes. Los acabamos a todos, a cada uno de esos titanes que en vida, fueron soldados consagrando sus corazones. Dieron la última pelea, de la manera más honrada posible. Jamás los había visto pelear así, mucho menos a la policía militar. Hoy, habían cambiado la manera en la que el mundo les veía, desearía que Levi hubiese visto cómo pelearon hasta el final. Nos dieron esperanza, la misma que tenía para reencontrarme con él y con mi hijo, era lo único en lo que estaba pensando en este momento, el único pensamiento que no me llevaba a una agonía de tristeza, y sufrimiento. Mi cabello aún seguía rubio, ya no estaba amarrado. Tantos movimientos, tantos bruscos, que mi cabello se desamarró. Aún no entendía que debía cambiar, temía que fuera la pesadilla a la que he intentado de huir desde hace mucho tiempo. Renunciar a Eren, sonaba a algo que me destrozaría para siempre.
Levante la mirada, todo esto era lo que él provocó, pero realmente éramos nosotros quienes nos beneficiaríamos de esto. Lo único que me preguntaba, era si fuese correcto dejar cometer ese genocidio. Suspire, muchos de mis compañeros han muerto, sacrificándose porque creían que Eren era la esperanza de la humanidad. Yo misma sacrifique incontables vidas para que creyeran de la misma manera, ahora, todo parece un abismo idealista que creamos para engancharnos en algo y continuar. El cielo estaba anaranjado, perdía color poco a poco. Ya no tenía alas para volar, podía seguir peleando, pero no sabría hasta cuando. Estoy cansada, suspire gruesamente. Pensando, pensando en los grisáceos ojos de Levi. Era una agonía, aunque intentara de olvidarme de la agonía mayor, pensar en ese hombre, me hacía agonizar por su ausencia. Sabía que en el fondo de mi corazón, él estaba vivo. El deseo, la necesidad de tenerle cerca, me abrumaba. Quería sus labios rozando los míos, sus brazos aferrándome a su cuerpo. Levi, no se donde estes, pero llegaré a tu con vida, como siempre lo he hecho. Tengo que hacerlo, por ti y por nuestro hijo. Él debe estar observando el mismo cielo, sintiendo nuestra ausencia. Restregué mis ojos, el cansancio empezaba apoderarse de mi.
-Adeline.-levante la mirada, viendo como Armin sobresalía de aquel cuartel, portaba aún los equipos de maniobras tridimensionales, junto a su verdosa capa; le mire, él se veía entristecido.
-¿A dónde vas?-le pregunté curiosa, sus ojos azulados estaban detenidos en mi, él también me estaba examinando.
-Iré a buscar a Connie, no permitiré que mate a ese niño.-indicó, por lo cual asentí, desviando mi mirada apenada.-¿Qué pasa?-me preguntó curioso, y es que, cada ves que le veía, solo veía a Grace.
-No puedo mirarte a los ojos. Lo siento.-me disculpe, cabizbaja, viendo mis manos.
-¿Qué? ¿Te culpas por qué Grace haya muerto?-se preguntó, con una voz fría y cortante hacia mi, lo cual me extraño de su parte, Armin siempre ha sido tan sutil.
-Alguien debe hacerlo.-le respondí, dejando mi mirada en mis manos, aún estaban manchadas de sangre.
-¿Y por qué tú?-me preguntó, él aún seguía parado a mi lado.-Ella fue quien lo decidió.-afirmó, fríamente, estaba resentido.
-Pero no debía ser así.-justifique, levantando la mirada, topándome con sus ojos humedecidos, verlo así me heló, me dolía.
-Si, así debía ser. Porque, es la única manera de que sigamos avanzando, recordando a quienes ya no están, nos da la esperanza que ellos tenían en nosotros, por eso se sacrificaron.-decía, en un tono de voz alto, las lágrimas se resbalaran por sus mejillas. -Me duele, como no tienes idea. Siento un horrible peso encima, porque intermitente ella era mi hermana. Ahora se fue y debo recordarla, de la peor manera, mirando a su hijo. ¡Y estoy molesto, porque no tuvimos el tiempo suficiente! Quizás, es por eso que podré sobrevivir a su ausencia. Lo sé, no fue culpa suya ni mía que el destino nos separara, pero aprendimos a vivir el uno al otro sin estar juntos.-me mantenía boquiabierta, escuchando mientras veía como apretaba sus nudillos.-Nunca he querido esta guerra, porque siempre nos cuesta algo, pero ahora que ella murió, me he dado cuenta de lo mucho que has intentado escapar de esta vil sufrimiento, ahora entiendo porque estás tan aferrada en salvar a Eren, ¡y yo no quiero que sufras como yo lo estoy haciendo ahora!-exclamo, dejándome anonadada.
-Armin, no llores, basta... -le pedí, viendo como aún sus lágrimas continuaban resbalándose.
-Adeline, es gracias a ti que yo hoy puedo estar aquí. Me cuidaste, como una hermana mayor. Me abrazaste, me alimentaste, me protegiste.-dijo, parándose frente a mi.-Lo recuerdo todo. Como no dormías esperando a que nosotros lo hiciéramos, solo para ir a robar comida. Nos llevabas al lago, nos hacías bañarnos ahí, tú te quedabas vigilando porque no había mucho tiempo, nos podían reprender y eso costaba que tú estuvieras días sin asearte. Renunciaste a ti, para no abandonarnos a nosotros, así que gracias Adeline. Por darnos esperanza, gracias.-miré a otro lado, apenada y pasmada.-Tú, también eres mi hermana. Y me siento grato de haber crecido rodeado de mujeres extraordinarias. Tú, Mikasa, Carla, Grace, Sasha, Hange, Leandra. Gracias, por haber sido la persona que más me cambio. Tuve mi hermana y aprendí a sentir como era cuidarla, pero la vida ya me había premiado contigo. La extrañaré, la extrañaré tanto. Pero, ahora debo resistir hasta que la pelea acabe. Hay alguien a quien voy a cuidar, al resto de mi vida.-culmino en decir, y yo tan solo cerré mis ojos, intentando de evadir lo humedecido que estaban.
-Yo también estoy agradecida.-nos giramos, observando cómo Mikasa yacía recostada del margen, cabizbaja.-Muy agradecida de que... de que nos hayas cuidado.-esclareció, apenada.-Gracias, Adeline.-musitó, mirándome fijamente a los ojos, por lo cual me coloqué cabizbaja y denegué.
-Lo volvería hacer.-indique, levantando la mirada para mirar a Armin.-Ahora, ve y haz lo correcto.-le pedí, él limpio sus lágrimas, siendo tan valiente para así distanciarse de mi, sin mirar a Mikasa, algo debió haber pasado entre ellos, porque se notó la leve tensión.
-¿Qué pasará ahora?-me preguntó ella, mientras que observaba a Armin yéndose.
-No lo sé.-respondí.-Debemos esperar.-indique, sintiendo aún el suelo tambalear.
-Dime Adeline, ¿detendremos a Eren?-me preguntó fríamente, por lo cual suspire.
-Tarde o temprano, lo tendremos que hacer.-afirme, observando cómo el cielo empezaba a oscurecer.-Un genocidio es un precio muy alto. Aunque nos beneficie, no puedo permitirlo.-indique, levantándome del banco.
-¿Realmente es lo correcto?-giré la mirada, observando a Leandra, quien llegaba, ella tenía sus mejillas con tierra, estaba igual de sucia que nosotras.-¿Realmente detener a Eren es lo correcto?-volvió a preguntar.
-Nunca se lo que es correcto, o lo que no. Hasta que llegues a algún tipo de resultado la elección que hayamos escogido. Lo único que se nos permite hacer es creer que no nos arrepentiremos de la elección que hagamos.-le decía, viendo como ella me miró desconcertada.
-¿Por qué te escuchas como Levi?-me preguntó, por lo cual suspiré encogiéndome de hombros, para simplemente sonreír cabizbaja.
-Porque, por él hoy tengo esperanza.-afirme, observando algún punto fijo.-Si estoy aquí, es porque creo que aún él está en algún lado. Esperando por mi, por nuestro hijo. Es él, el soldado más fuerte de la humanidad. Yo no creo que esté muerto.-decía, con el anhelo de volver a verle, de sentirlo junto a mi.
-Eso es repugnante.-opinó ella, haciendo una mueca, de la cual yo solo sonreí, pero ella se mantuvo con una seria expresión.
-No parecía serlo cuando te enamoraste de Eren.-la fría voz de Mikasa se dirigió a ella, el ambiente nuevamente se puso tenso, una pesadez en el rostro decaído de Leandra se esclareció.
-¿Quieres en serio hablar sobre eso ahora?-se preguntó Mikasa con una actitud fuerte, creando que Mikasa cediera con pasos cercanos a ella, por lo cual les miré a ambas de reojo.
-Estoy dispuesta.-afirmó Mikasa, aún lado de mi, por lo cual estreché mi mano, llevándola a su pecho para detenerla, la miré y denegué.
-Oye, lo entiendo. Pero, no quiero pelear contigo Mikasa. Realmente no quiero.-le dijo Leandra.-Se que Eren es especial para tu, lo entiendo. Y eso, yo lo respeto.-expresó, levantando su mano para crear un símbolo de paz, pero Mikasa tan solo con una fría expresión le miró.
-Yo, nunca supe lo que Eren sentía en su corazón. Pero cuando tú llegaste supe que yo aún tenía uno, porque cuando los vi juntos palpito tan lento, que creí que moriría.-esas frías palabras de Mikasa hacia Leandra me dejaron atónicas, ella era escasa en expresar sus sentimientos y aunque lo sabía, hoy confirmaba su amor por Eren.
-¿Y por qué entonces cuando Eren te preguntó qué significabas para él, dijiste "familia"?-Mikasa se tenso, esbozando un suspiro pasmada.
-Basta.-les pedí, estreche mi otra mano hacia Leandra, viendo ambas impotencias en su rostro.-No son unas niñas. Tampoco lo suficiente inmaduras para pelear sobre esto, y en esta situación, no es momento de debatir quién si y quien no, porque honestamente aunque les duela, creo que Eren no las escogió a ninguna. Él escogió la libertad, ese era su mayor anhelo.-dije fríamente, distanciándome de ellas.-Pero, si quieren pelear sobre eso y sanar lo que ambas sienten, entonces, adelante. Yo no me opondré.-musité, pasando por el lado de ambas, viendo como se quedaron con los ojos abiertos por mi amenaza, me adentré, quedándome en el margen para observar cómo ambas se miraban fijamente.
-Creo que... creó que ella tiene razón.-expresó Leandra cabizbaja, sentándose en el banco donde yo yacía sentada, para ver cómo Mikasa suspiro, sentándose aún lado suyo.
Me recosté de la pared, suspirando aliviada. No quería sentir un peso más en mis hombros, porque ya no podía tolerar nada más que no fuera esta situación tan abrumadora. Recostada de esa pared, sentía como tambaleaba. El estruendo ruido me molestaba, me perturba por el hecho de saber hacia donde se dirigían esos titanes colosales. Veía a los soldados, muchos decaídos y malheridos. Había sangre por todos lados, pero la mayoría se ayudaba entre sí. Me distancié, llevando la mano a mi cabeza mientras fruncía el ceño. Intentando de subir las escaleras, me detuve, arqueando todo mi cuerpo. Las imágenes de Eren en mi cabeza, me arropaban como un balde de agria fría. No podía ser cierto lo último que Eren me había dicho, no podía soportarlo, el saber que en el fondo de su alma deseo que fuera yo quien se quedara entre los escombros. Mi hermano, estaba lejos y no podía hacer nada. Subí las escaleras, sometiéndome al recuerdo de él, una y otra vez. Me asome por la azotea, la brisa se sentía fresca como esos días en el árbol de aquella colina donde Eren siempre dormía. ¿Qué debía hacer? Mi cuerpo se adormecía, sintiendo aún la energía de ese ser sobrepasar por mis venas. Dime Ymir, ¿realmente tengo que abandonar a Eren? No podía, me daba miedo saber que debía ser así. No puedo hacerlo, no creo ser lo suficientemente valiente para hacer eso.
Cerré mis ojos, estaba abatida en el sentimiento. Aún habían personas que estaban luchando, no podía ser egoísta. Siempre he escogido lo que creo correcto, y en eso, nunca dude ni una ves darlo todo por Eren. Hacer que cometa un genocidio, es algo con lo que no podría vivir en mi conciencia, pero renunciar al mundo por Eren, sería imperdonable para las personas que aún viven en el.-Ma-mamá.-la brisa acaricio mi cabello mientras que me acogí al recuerdo de mi hijo, salvar a Eren, era tener que sacrificar al mundo, y no podía hacerlo, porque mi hijo crecerá en este mundo. Que dolor, esto era una impotencia que me adormecía cada músculo de mi cuerpo. No podría soportarlo, vivir con ese vacío. Aunque a él solo le quedasen cuatro años de vida, no estaría preparada para verlo morir aquí, o en cuatro años. No sabía que debía hacer, que decisión era la correcta o no, solo se que la brisa seguía sintiéndose bien, estoy segura que si estuviéramos en el árbol de aquella colina, Eren lo estaría disfrutando. Daría lo que fuera por devolver esos días. Mire al cielo, escuché pasos vagos atrás de mi, por lo cual curiosa me giré, observando como el instructor Keith Shadis me miró fijamente. Su semblante era frío, él siempre había sido así, sumamente inexpresivo y sombrío.
-¿Instructor?-le llame confundida por su presencia, se veía igual de exhausto que nosotros.
-Hoy pude ver que no entrene a ningunos cobardes, mucho menos llorones.-expresó, llevando las manos a su bolsillo, observando el cielo.-Estoy seguro que tú madre Carla debe estar orgullosa de todo lo que has hecho, porque fuiste tú quienes los alentaste a seguir peleando. Me alegra saberlo, mi brutal exceso de entrenamiento hacia ti hace años valió la pena.-esclareció, colocándose a mi lado.
-¿Usted lo sabía? ¿Sabía que Grisha no era mi padre?-le pregunté, viendo como seriamente asintió.
-Él no necesitaba ser tu padre biológico, te amo y protegió como si lo fueras.-afirmó, por lo cual apenada baje la cabeza.-Se que lo que hizo, lo hizo con la misma intención que tú madre dijo aquel día que sus piernas se rompieron para que pudieran sacarte a ti y no a ella de esos escombros; él se sacrificó para darle un camino de esperanza al mundo de su hijo, lo hizo porque quería salvarlo.-expresaba, girándose para mirarme.-Eres igual a ella.-afirmó, haciéndome tensar por su sinceridad.
-Gracias por haberme guiado hasta aquí.-le dije, llevando mi mano hacia su hombro.-Eres especial para mi, eres un héroe.-sentí como se tenso, mirándome con asombro por mis palabras tan honestas.-También fuiste un padre para mi, gracias instructor.-ampliamente me acerqué a él, para darle un abrazo que no supo responder, así que me distancié, viéndole pasmado.
-Quiero saber, ¿por qué tu cabello está rubio?-sonreí ante su pregunta, él veía fijamente mi cabello, era una larga historia que nadie creería.
-Yo también quiero saberlo.-me tense, todo mi cuerpo se tenso cuando escuché aquella voz.-Necesito saber, ¿como es que aún estás viva?-una emoción, fue una luz de esperanza que llegó a mi cuando me giré para observar a esa mujer de anteojos escondida en su capa.
-¿Hange?-la llame anonadada, pero ella parecía más conmocionada que yo, porque estaba con la boca abierta, y su mano temblaba.
-No sé si me devuelves a mi la esperanza o a Levi cuando sepa que estás viva, pero sin duda, quiero... -sus labios temblaron, y ella en dos pasos se acercó a mi para apretarme fuertemente.-Quiero decir, estoy muy feliz de que solo haya sido una pesadilla.-me abrazaba tan fuerte entre medio de aquel triste bostezo, tan fuerte que no podía respirar.-¡No quería creerlo, y esta es la razón, tenía esperanza!-exclamó en conmoción, alejándose de mí para examinarme.
-Enhorabuena Hange, yo también tenía la esperanza de que ustedes estuvieran bien.-sonreí ampliamente, sabiendo que mi corazón podía palpitar a su ritmo, el amor de mi vida estaba respirando.
-Estamos bien, pero Levi... él fue expuesto a una detonación que sometió para inmovilizar a Zeke, pero, perdió su apuesta.-expresó ella, dejándome preocupada, me acerqué apretando sus brazos fuertemente.-Quedó muy mal, pero aún puede pelear. Y se que cuando te vea, se levantará con más fuerza.-un suspiro de mi parte sobresalió, aliviada.-Dime, ¿como están todos? Me temo que no puedo quedarme por mucho tiempo, necesito que nos reunamos ahora. Ya busque a Mikasa y a Leandra, solo falta Jean.-indicó, por lo cual yo baje la cabeza.
-Hange.-la llame, en un hilo de voz.-Perdimos a Grace.-dije viendo como abrió su ojo grandemente, su pecho subió y bajo.-Lo lamento, no pudimos salvarla. Zeke, llevó a cabo su plan. Murió.-indique, viendo como ella bajaba la cabeza, pareció gruñir, nuevamente sus músculos temblaban.-Ella si peleó, lo hizo hasta el final. También el comandante Pixis y Niles, todos peleamos, Hange.-le dije, pero ella se inclinó en el suelo, tomando aire mientras sostenía mi mano.
-He perdido a mis camaradas, infinitas veces. Es por eso que debo hacerte una pregunta Adeline. ¿Detendrás a Eren? ¿O nos detendrás a nosotros?-me preguntó, por lo cual abrí mis ojos grandemente viendo como intentaba de aguantar el nudo en su garganta.
──
Próximo capítulo: Un amor de toda la vida.
Los Jaegeristas siguen adueñándose del lugar. Lo que queda de la legión de la exploración decide unir fuerzas con unos viejos amigos y enemigos.
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