𝐮𝐧𝐨
¿Quién eras en realidad?
Arco del presente.
Veía los altos y frondosos árboles, aquellos en donde cada rama yacía establecido un soldado para la seguridad del hombre a quien teníamos en custodia. Lo miraba con detenimiento, sabía que al hacerlo, llegaría un punto donde se abrumaría y no le quedaría más remedio que sostenerse a quejarse. Las ramas se movían, mientras que el fuego de la fogata que nos separaba continuaba trascendiendo hasta hacerse humo. Me jugaba con las manos, a pesar de que él estuviera ten entretenido en releer el mismo libro por los últimos dos días, haciéndome sentir desesperado por su semblante tan sereno, sabiendo que en mi interior, aún seguía ese sentimiento de impotencia perturbarme cada vez que lo miraba a los ojos y no veía sensibilidad de su parte. Después de todo, me había encontrado con un tipo más inexpresivo, uno al que no podía entender, solo se que para mi, era un bufón a quien quería acabar. Zeke Jeager, no era nada más que un hombre con una capa falsa, una capa de heroísmo falso que lo trajo hasta aquí con sentimiento que necesitaba redimir. Enganchado en la salvación, pero yo, solo quería redimir mi promesa, necesitaba verlo pudrirse en la perdición, al igual que esos hombres que le hicieron frente cuatro años atrás, antes de la restauración del muro María, antes de nosotros dos estar aquí, frente a frente.
Baje la cabeza, respirando hondo. A pesar de que los años continuaron pasando ante mis ojos, nada parecía haber cambiado en lo absoluto. Seguíamos en un rincón sin salida, sin que pudiéramos saber cual puerta para escapar debíamos escoger, porque parecíamos seguir encontrándonos contra la espada y la pared. Pude haber abandonado todo, irme e huir, pero desistí y ahora estoy aquí, delante de este hombre. Era una impulsividad de mi parte que hasta inclusive a mi me aterraba, lo que era capaz de hacer, me enfriaba por dentro. Ahora mismo, ser el soldado más fuerte no importaba cuando el mundo estaba decayendo. Se estaban haciendo cargo, y no me refiero a los que estaban más allá de los muros, nuestra propia gente se está enfrentando a una batalla de la que no podíamos escapar. Estaba cansado, he luchado por dentro y por fuera. Pero, prometí encontrar la razón, prometí encontrar la verdad, y aún así, estaba pareciendo consumirme nuevamente en un engaño. Pero quería demostrarle a este hombre, que soy mortal. No éramos iguales, estábamos construidos de diferentes componentes. Una vez que yo estaba en juego, no era nada misericordioso y él lo supo aquel día que nos enfrentamos por primera ves, sin saber que ahora, tendría que soportar que estuviera aquí, respirando los aires que les quito a todos esos soldados. A él, a Erwin.
—Oye Levi, no entiendo como no puedes aburrirte. El observarme tan detenidamente empieza a verse algo enfermo de tu parte.—comentó, cerrando el libro, para mirarme.
—Lo enfermo es que aún estés aquí luego de las miles de vida que te has dedicado en cobrar todos estos años.—musité, fríamente.
—No me juzgues capitán, no he sido el único que ha tenido que acabar con la vida de cientos de hombres solo para llegar a un objetivo justo.—justificó, de eso tono tan bufo que me abrumaba.
—¿La gente de Rakago tenía alguna culpa de tus extraños fetiches?—le pregunté, viéndolo desaparecer ese rostro burlón.—Yo creo que merecían seguir siendo humanos, aunque no tuvieran un poco de humanidad como nosotros.—indique, fríamente, viendo como él respiraba hondo.—Pero, no me parece creíble como lograste convertirlos en titanes, Zeke.—musité, dudoso, viendo como él se acomodaba en el cajón.
—Luego de que llegáramos a Paradis por primera ves, decidimos crear una estrategia a nuestro favor, así podríamos retenerlos. Luego de dejarlos inconsciente con el gas, fue que todo sucedió. A esto lo conocen como armas de gas, para hacerlo se necesita mi líquido que la médula espinal.—me contaba, nuevamente.—Cuando el pueblo de Ymir respira un poco del gas, queda paralizado. No pueden controlar sus cuerpos, y pierden la conciencia. Y con solo un comando que de, estos viajan a través de los caminos, llevando el poder de los titanes hacia las coordenadas. Por eso los titanes de ese pueblo, obedecen sin dudar todas mis órdenes.—decía.
—No es ese pueblo, se llama Rakago. Ese es el nombre del pueblo que tú masacraste. Así que no olvides su nombre, barbudo.—le esclarecí, interrumpiéndolo, viendo la serenidad en su rostro, con esa barba apestosa.
—Bueno, no quería lastimar a nadie. Pero si no obedecía, hubieran descubierto que estaba del lado de Eldia. Por lo tanto, no hubiera podido traer la esperanza a esta isla. Pero ya lo sabías, les dije todo en cuanto llegamos a este sitio, no lo entiendo. ¿Por qué me sigues preguntando lo mismo?—me preguntó, cuestionándome.
—En realidad puedo percibir que no sientes ningún tipo de culpa por tus acciones. No tengo idea si realmente quieres salvar a Eldia, pero para ti esas vidas no significaron nada.—musité, fríamente ante su serenidad.
—No debes ser muy popular con la gente, porque todo el tiempo crees saber cómo se sienten los demás.—me acuso, en un tono alto, como si me conociera, dejándome desconcertado.
—Eso lo sé... pero si soy popular, mucho.—arregle, en un tono bajo, cabizbajo, realmente lo era, era muy popular.
—Es cierto. ¿Y tu anillo? Creí que te casarías, Levi.—levante la mirada, observando cómo él detuvo la suya en mi, señalando mi dedo.
—Eso no te importa.—indique, viendo cómo continuó mirando mis manos.—No te importa.—volví a repetir, afligido con su pregunta.
—¡Si lo que tú digas! Así que, ¿cuando podré ver a Eren para empezar con los experimentos?—me preguntó, desviando el tema ante mi denegación a charlarlo.
—Eso no depende mi, solo espero ordenes del cuartel.—le respondí, vagamente.
—Si ellos creen que tienen mucho tiempo para prepararse, se equivocan, diles eso.—decía, por lo cual asentí mirándole cortantemente.
—Por única ves coincido contigo.—ínfero.—Ya empieza a dolerme la cabeza.—lleve mi mano a la cíen, esta situación me abrumaba.
—Eso es un instinto Ackerman, ¿lo sabías?—me preguntó, curioso ante lo que había comentado.
—No. Tampoco me importa.—respondí, pero el suspiro gruesamente y sonrió de lado.
—No creo que tengas el conocimiento suficiente de tu clan, capitán Levi. Se un poco de historia.—me decía, pero me quede en silencio, no me interesaba escucharlo en lo absoluto.—Los Ackerman son capaces de manifestar la fuerza de un titán en su forma humana sin la necesidad de heredar a alguno de los nueve titanes, luego de eso, son capaces de despertar un poder, pero ese poder conlleva un gran entrelazo. Este poder no es capaz de despertar por si solo, para lograr usarlo se necesitaba entrelazarse con alguien. Para explicártelo mejor, un amo a quien debes proteger.—me decía, mirándome fijamente.—¿Has sentido como si algo despertara dentro de ti?—me preguntó, a lo que vagamente asentía.—Luego de que ese poder despierte, y te entrelaces a alguien como un lazo, hará que los instintos propios de la sangre Ackerman sobre proteger a su huésped fluyan. Todo esto porque ustedes fueron individuos diseñados para resguardar a los reyes de Eldia.—continuaba contándome.
—Si, suena muy conmovedor.—respondí, sin importancia, hasta que vi su mirada tan detenida en mi, y sabía que había otro mensaje en sus palabras.
—Hay varias ocasiones en las que un Ackerman con el poder ya despertado es capaz de experimentar dolores de cabeza punzantes, esto se debe a que "su verdadera persona" intenta resistirse al instinto Ackerman de proteger a un amo. Dime, Levi... ¿eso no te suena?—me preguntó, haciéndome tensar.—¿Se te viene un nombre a la cabeza?—el color avellana de los ojos de Adeline se esclarecía en mis memorias.
—¡Capitán Levi!—me sobresalte, observando al soldado que llegó hasta a mi, mirándome preocupado, pero este se inclinó para dirigirse a mi oído.—Traigo noticias del cuartel, el comandante supremo Zackly ha muerto... —susurro en mi oído, y espontáneamente abrí mis ojos grandemente, era imposible.
—¿Qué? ¿Lo qué dices es cierto?—pregunte agitado.Ya vuelvo, barbudo. Pórtate bien y lee un libro, los manos parecen ser bastante inteligente.—comente, levantándome algo aturdido del Banco en el que estaba sentado, para seguir a mis soldados a quienes alenté a impulsar a una de las ramas más altas con el equipo de maniobras tridimensionales.—Así que, ¿mataron a Zackly?—pregunte, aún anonadado.
—Si.—respondió mi subordinado, al lado de otro, que me miraban, dejándome sorprendidos.—En este momento los Jeageristas tomaron el control de las murallas. Creemos que es una estrategia que crearon Zeke, Eren y Yelena. Es probable que planearan esto antes de que él llegara aquí.—me contaba, tan detalladamente, pero es que esta mierda no era de esperarse, después de todo, ya ni Eren era de confiar como antes.
—¿Y qué más?—les pregunté curiosos, queriendo saber el estado de la situación, significaba que la legión también estaba en peligro.
—Creo que los Jeageristas pueden encontrar la ubicación de Zeke, y traer a Eren como lo habían pedido.—musitaba otro de mis subordinados, dejándome en una gran tensión.
—¿Qué pasa con Pixis? ¿Qué rayo piensa al respecto?—les pregunté, sabiendo que ese viejo no podía quedarse de brazos cruzados por nada del mundo, estábamos apunto de entrar a un conflicto mayor que se nos escaparía de las manos.
—Como debe de saber, el comandante puede ser bastante terco.—respondió mi subordinado, haciéndome sentir que perdería el control en cualquier jodido momento.
—¿Se quiere asegurar que alguien se coma a Eren verdad? Y quiere que yo me haga cargo.—musité, entendiendo las intenciones de ese muerto andante y borracho.
—Así es.—me respondieron.—Cree que la reina Adeline es el recipiente perfecto, capitán.—murmuraron, dejándome en denegación.—Se ha ordenado el aislamiento de la reina, pero ella ha insistido en permanecer en el distrito. Parece ser, que algo más está ocurriendo, pero venimos acá en cuanto antes para dejarle informado, capitán.—me decía.
Lleve mi mano a mi cabeza, sintiendo esa punzada nuevamente. No quería creer nada de lo que me habían dicho, era irreal imaginar que esta historia, terminara de esta manera. Los ojos color avellana de Adeline vinieron a mi, su ahora cabello largo flotando con la brisa del viento que expulsaba en el horizonte de ese mar que ella observaba con tanto aflijo. Adeline había cambiado en algún punto, pero seguía siendo ella en el fondo. No podía permitirlo, no podía llevarla a este final, pero después de todo, Eren ya la estaba acabando con lentitud. Cada movimiento de él, le clavaba una estaca en su corazón, una que la hacía sangrar con lentitud, que provocaba que caminara desorientada sin saber cual elección tomar. Eren, nos ha decepcionado a todos, pero más ha decepcionado a su hermana, quien ha creído en él desde el principio. Incontables veces, me cuestione si debí haber aceptado la responsabilidad de Eren en aquella corte, pero impulsivamente me levante para patearlo creyendo que era la única opción que teníamos. Maldición. He salvado a Eren una y otra vez. Por esa razón muchos compañeros han muerto, y todo por creía que él era la esperanza de la humanidad. Esto, es como una broma de muy mal gusto. ¿Qué fue lo que vimos en él? ¿Qué nos hizo darle toda la confianza de la legión. Nos esforzamos tanto por una maldita farsa cómo está.
—Esto es una mierda. Ni siquiera es divertido, y también tenemos a otro que debería ser devorado.—comente, frustrado.
—¿A qué se refiere?—me preguntó mi subordinado, mirándome curioso ante lo que dije.
—La daremos el titán bestia de Zeke a otro. Atraparemos a un Jeageristas y lo convertiremos en titán, haremos que devore a Zeke. No sé si Eren en verdad este siendo manipulado, pero una ves que pierdan a Zeke, estarán acabados.—conté, detalladamente hasta que un bullicio pareció elevarse en la parte baja del árbol.
—¿Capitana Jeager? ¿Qué hace aquí?—abrí mis ojos grandemente, gruñendo, observando cómo un caballo aparecía en mi vista y de él se bajaba nada más y nada menos, que Adeline, equipando su equipo de maniobras tridimensionales.
—Maldita sea. Lo que faltaba.—dije en un gruñido.—Bien, díganle eso a Pixis. ¡Vayan!—les pedí, acomodándome para saltar.
—¿Lo dice en serio capitán?—me preguntaron desconcertados.
—Mientras le cortó las extremidades a ese idiota y sacó a la reina de aquí, ¡el viejo vendrá!—musite altamente, impulsándome al aire para perder altitud, y llegar al suelo, observando a Adeline de espalda.—¿Qué mierdas haces aquí?—pregunte, un poco a la distancia.
—Contéstame, Zeke.—pedía ella, para así girarse por mi suave toque en su brazo.—Levi.—me llamo, pero se veía bastante agitada, no podía respirar sin entrecortarse.
—¿Ese libro es entretenido?—le pregunté a él, viendo cómo sostenía ese libro nuevamente en sus manos, me miró con una expresión vaga.
—Si, bastante. Por eso lo he leído siete veces.—comentó, sarcásticamente.
—Supongo que nuestra conversación no dejó que te centrarás.—le dije, viéndolo mirar a Adeline detenidamente, sentía el ambiente pesado.
—¿Quería que me centrará en algo que ya leí siete veces?—me preguntó, nuevamente con ese tono burlón.—Por cierto, ¿ya no te queda nada de vino?—me preguntó, pero a mi lado, Adeline soltó una bocanada de aire.
—Ya llevamos un mes entero aquí, ya no queda una sola gota.—le dije, intentando de distanciar a la mujer a mi lado de él.
—Maldita sea. Agh, que torturas tan crueles se les ocurren.—esbozó él, con una mueca irritante.
—Continúa con tu lectura.—le pedí, para apretar el brazo de Adeline y queriendo llevarla a mi lado, pero ella se mantuvo firme, haciéndome detener en seco.—Adeline, ven, hablamos.—le pedí, pero gruñó frustrada, y bajo la cabeza.
—Oh, vaya. Ya sé por qué estás aquí.—musitó Zeke, haciéndome levantar la vista, desconcertado.—¿También querías seguir bebiendo de ese vino?—le preguntó, y Adeline a mi lado se tensó.
—Se acabó. Voy a matarte, Zeke.—murmuro ella, mientras gruñía, llevando las manos a sus hojas, pero aquí sucedía algo que no entendía, la transparencia de palabras no concordaba.—De por si, ya no viviré para contarlo.—esbozo.
—Le dije a Eren que no debía confiar en ti, pero aún así, decidió ponerle todo en sus manos a su hermana.—me tensé, viendo como Zeke sentado dirigió su mirada a mi.—Pero al final, estás aquí porque sabes que Eren, hará esto sin tu, y no te queda más opción que redimirte arrepintiéndote. Siempre supo que tu amor por este hombre, pesaría más que cualquier cosa, incluso que la salvación de Eldia.—le decía él.
—Adeline, ¿qué está ocurriendo?—le pregunté, viendo como ella no me miraba, afligida a lo que Zeke le decía.—Buscaré tú caballo, y saldrás de aquí.—afirme, distanciándome de ella, soltando su brazo con delicadeza.
—Yo ayude a Eren. Todo este tiempo, fui yo quien lo ha estado guiando.—me detuve en seco, dándole la espalda a ella para quedarme inmóvil por lo que había dicho.—Eren quería protegerme. Así que, yo también. Pero ahora, sé todo lo qué ocurrirá, y no puedo permitirlo. No voy a ver a mi gente morir, no lo haré.—me giré, observando como Adeline saco de su estuche un arma, apuntándome directamente.
—¡Capitán Levi! ¡¿Qué ocurre?!—los soldados cercanos se alertaron de lo que sucedía, pero yo levante mi mano para impedir acercamiento, viendo su mano temblar.
—Lo siento, Levi. Pero bebí de ese maldito vino.—me miró, con sus labios temblorosos, y en ese momento en que mi cuerpo se tenso, ella se giró bruscamente para apuntar al hombre que pareció huir y ahí entendí, entendí lo que ocurriría.
—¡Adeline!—grite desgarradoramente, sintiendo como mi piel se erizo en el momento en que Zeke, grito fuertemente, para así tambalear cada parte de mi cuerpo. Y es que, maldita sea Adeline, jamás vi venir que me traicionarías así.
──
Próximo capítulo: El día en que todo cambio.
Cuatro años antes del presente, la legión de exploración vuelve de expedición más allá de los muros para conocer el mar.
Nota: Los próximos capítulos narrarán cuatro años atrás, luego de la restauración del muro María. Disculpen la baja calidad del gif.
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