𝐭𝐫𝐞𝐢𝐧𝐭𝐚 𝐲 𝐭𝐫𝐞𝐬
Un largo sueño.
-¡No puede ser, Adeline... -Mikasa sollozaba en medio de una tortura, aturdida por lo que sucedía, todo era intenso, agonizante y doloroso.
-¡Mikasa, Leandra! ¡Prepárense, somos los únicos que podemos matar a Eren!-les dije, pero ellas estaban anonadada, mucho más Mikasa.-¡Por favor Mikasa, somos la única esperanza!-le gritaba, viendo como sostenía su cabeza.
-¡Maldita sea, otra vez tengo que ver morir a mis compañeros!-grito Leandra en un fuerte sollozo que ahogo cada uno de mis suspiros, las lágrimas se desprendían impotente de sus ojos azulados, llegó a su punto de quiebre más alto.-¡Que irónico que seamos nosotros los que tengamos que detener a ese imbécil!-exclamo, sollozando.-¡No podré decirle que lo ame! ¡No podré despedirme! ¿¡Realmente tiene que acabar así!?-se preguntaba, agonizando en su dolor.
-¡¡Si!!-le grite, dirigiéndome a ella para sostener su camiseta con fuerza.-¡¡Nosotros somos fuertes, es por eso que estamos aquí!! ¡¡Somos los únicos capaces de acabar esto!! ¡¡Deja de llorar y salva al maldito mundo!!-le pedí entre medio de aquel grito, viendo como se quedaba helada por la exclamación de mi dolor.-¡¡Mikasa!!-la llame, viendo como abría su camiseta para sacar de allí aquella bufanda roja.
-Eren está en la boca, lo matare. ¡¡Ayúdenme!!-me pidió ella, visualizándonos, por lo cual con mi ojo humedecido, por tener a Adeline en mi mente; asentí.-¡¡Ven conmigo, Leandra!!-Mikasa se levantó en aquel pájaro, observando cómo Leandra limpiando sus lágrimas denegó.
-No lo haré.-afirmó, dejando a Mikasa desconcertada.-Está historia empezó con Eren y contigo, así que, tú la vas a terminar.-expresó, levantándose a la ves que yo para sostener sus lanza relámpagos y ver cómo Mikasa agradecida asentía, viéndola con detenimiento.-¡¡Ahora!!-exclamó Leandra, visualizando cómo Armin detenía al titán colosal de Eren, era nuestra única oportunidad, la última que teníamos.
-¡¡Hagámoslo juntos!!-exclame, levantándome en el aire junto a ellas.-¡¡Hazlo ahora, Mikasa!!-le pedí, en medio de la esperanza cuando utilice mi última fuerza junto a Leandra para destrozar la abertura de la boca de Eren, ella se adentro.
-¡¡Levi!!-me llamo Leandra cuando mi cuerpo desvaneció en el vacío, porque, todo se deterioró en un leve segundo, absolutamente todo.
Deje de desvanecerme en el aire, todo mi cuerpo estaba pegado a un suelo, uno cubierto de césped. Lo sabía porque rasgaba mi ropa, al punto de entrometerse a través de ella, haciéndome sentir sus leves picadas. Me removí, mis manos lo tocaron, tocaron el césped. Con pesadez abrí mi ojo, encontrándome con la leve iluminación de un día soleado, provocando que tapara la vista con la palma de mi mano. Desconcertado, aún sintiendo un vacío en mi interior, quede sentado en aquel lugar conocido. Me sentía alejado de la realidad, estaba en un sueño donde veía claramente aquel lago proceder con su agua. Escuchaba las aves, habían muchas a mi alrededor como los árboles que otorgaban sombra. Este, era el distrito de Trost. Podía reconocerlo, cada detalle de cualquier mural en este sitio, era reconocido para mi. Me levante, mi cuerpo no sentía dolor. Nada en lo absoluto. Me examine, aún sostenía mi equipo de maniobras tridimensionales, inclusive se veía mi pantalón rasgado junto a las correas en mi pierna debido a la mordedura de aquel titán, solo que no sentía molestia alguna. Debía ser por la adrenalina, pero, si estaba vestido de esta forma sabiendo que estaba peleando para detener el retumbar. ¿Qué hacía aquí? ¿Había muerto? No lo sé, solo se que recuerdo un ahogado grito de Leandra cuando mi cuerpo desvaneció luego de lanzar ese lanza relámpago para darle acceso a Mikasa. Quizás, ella lo hizo. Era la única que podía hacerlo.
No podía saber si lo logramos o no, solo se que estaba en este sitio tan acogedor, cuando donde debía estar era allá. La ventisca era fresca, removía mi cabello, como también las ramas de los árboles. No recordaba haber estado mucho en este lugar, pero entre algunos paseos con la legión, si le reconocía. Camine vagamente, observando aquel lugar y es que, en el fondo de aquel lago, donde yacía un leve puente, pude notar la presencia de alguien a quien cuando reconocí al instante, me helé. Detuve mi andar, justo cuando llegue hasta ella. El lago nos separaba, pero la veía, la recordaba como la niña que fue y me enamoró, pero en este momento, se veía un poco más grande de cómo la recordaba. Adeline tenía su cabello suelto, estaba despeinado con un rostro ensuciado por la tierra. Igual que toda su ropa, ella estaba echa un desastre. Se miraba en el reflejo de ese lago, anonadado la miraba, viendo como ella llevaba sus manos hacía su costado, parecía inclinarse, algo le estaba doliendo. Suspiro, suspiro gruesamente hasta que escuché unos sollozos ahogado. Todo esto, me estaba abrumando. No entendía si era una pesadilla de la cual no podría despertar, solo se que verla ahí, me hacía sentir el punzante dolor por recordar que ella, se convirtió en un titán. De alguna forma u otra, ella murió, como Jean y Connie. Pero por alguna razón, no lo sentía tan real.
-No estás muerto.-me quede parado, escuchando aquella voz, lentamente me giré para observarle a él acercarse a mi con sutilidad.-Son solo unas memorias que quería mostrarte, capitán Levi.-visualicé a Eren, quien llegó hasta mi con una seria expresión, serenamente lo dejé llegar hasta mi, para girarnos y observarla a ella.
-¿Qué significa esto?-le pregunté fríamente.-¿Ganamos?-le mire, viendo como él asintió.
-Adeline tenía hambre ese día, por eso lloraba.-me indicó, él yacía con su cabello suelto, y con su casual ropa, la que siempre portaba por su comodidad.-Ella robaba lo que podía, pero no era suficiente para todos. Luego de que el muro María cayera, los alimentos eran escasos.-expresó él, mirando con sus verdosos azulados ojos a su hermana recostarse en el césped, llorando.-Ven, hay muchas cosas que quiero mostrarte.-me indicó, por lo cual le seguí, dejando de ver a Adeline, quien lloraba.
-Me gustaría que espabilaras. Realmente, me estaba empezando a enfadar por no escuchar una respuesta de tu parte, Eren.-le decía, visualizando como todo nuestro alrededor se deterioró en una fría noche, donde él y yo caminamos al interior de un cuartel.-Habla.-le pedí de una manera cortante, para así ver como habían varios niños recostados en un colchón y entre ellos, él.
-Todo empezó hace dos mil años con la fundador Ymir, pero realmente capitán, para mí todo empezó este día, cuando luego de que mi padre me traspasara su poder, Adeline me tocara activando una coordenada de memorias que la azoto a ella. En resumen, Adeline lo supo todo primero que yo. Hasta que, bese la mano de Historia y todas esas memorias se desbloquearon.-musitó Eren, haciéndome mirar como Adeline se acercaba a él en aquel colchón, donde ella dio un leve brinco hasta caer al suelo luego de arroparle con una sábana.-Por eso, estaba tan afligida en salvarme.-decía, dándome la espalda, para seguirle y observar cómo todo nuevamente se deterioraba.
-Así que, al final, Adeline siempre te fue leal. Nunca nos dijo nada.-expresé, retomando la postura en aquel lago, donde él se paró a mi lado, para así ver como Adeline estaba nuevamente ahí en medio de la noche, sollozando fuertemente.
-No fue su culpa.-justificó Eren, mirando a su hermana retorcerse de un sentimiento que la adormecía, a tal nivel, que no podía con su poco peso y por eso estaba arrodillada en aquel lago.-El titán de ataque porta un poder bastante peculiar, concede a sus usuarios el poder de ver los recuerdos de aquellos que más adelante heredarán a este titán, lo que en cierta forma les permite "ver el futuro". Pero aún así, sus portadores no parecen ser capaces de evitar que los hechos que han visto puedan suceder.-me esclarecía, en medio de esta estrellada noche, visualizando como la presencia de aquel hombre en lago, llegaba hasta nosotros, era Keith Shadis, estrechando la mano para levantar a Adeline del suelo.-Eso, me ha dado el vil privilegio de manipular a varios allegados a través de las memorias, estando incluso en el tiempo real, cambiando los acontecimientos del pasado, pude lograr manipular a Adeline un fin de veces. Como cuando la obligué a ser la reina, con el fin de obtener un poder dentro del gobierno.-me esclarecía, detalladamente.
-Eso le da sentido a muchas cosas entonces.-masculle, dándome cuenta que yacíamos en la base de recluta y que veíamos a una Adeline más grande entrenar en medio de la noche.-Usaste a tu hermana como un peón, cuando ella solo quería salvarte. Te aprovechaste de su apego.-musité, viendo como ella se paraba delante de nosotros y por un momento me erice, era como si nos viera, pero no fue así, se dio la vuelta y se fue.-Eres un ser despreciable.-añadí fríamente, viendo cómo Eren bajaba la cabeza vagamente.
-Lo sé, lo lamento mucho, pero no había otra opción para salvar a la Isla Paradis.-indicó, dándose la vuelta, por lo cual vagamente le seguí.-En este momento, a diferencia de los demás, estamos en tiempo real. No me queda mucho tiempo para irme.-musitó, por lo cual me sobresalte, notando que el agua del mar llegó hasta mis pies.-Es usted la última persona con quien decidí hablar, pues aunque pude eliminarle las memorias a los demás, a ti no. Debido a que eres un Ackerman, no pueden ser manipulados por el poder del titán fundador. Así que, estas memorias que te estoy mostrando, son las mías, cuando vine a visitar a Adeline para despedirme de ella.-expresó él, mientras que veía como Adeline yacía sentada en un banco aún lado de Eren, recordaba ese día, sin duda fue el día del tren donde ellos trabajaron arduamente.-Además, una parte de mi, no tenía el valor para poder hablar con usted. Pero, quería hacerlo. Porque tú, tú eres especial como todos los demás.-indicó, haciéndome mirarle de reojo.
-¿Por qué lo hiciste Eren?-le pregunté, aún observando cómo ellos dos parecían charlar.-Dime, ¿lo hiciste por venganza?-le pregunté, viendo de reojo como él me miraba.-¿O por qué querías salvarnos?-le pregunté.-Necesito saberlo, necesito saber si sacrificar la vida de mis compañeros fue en vano o no.-él no me respondió, por lo cual fríamente me giré.
Eren me miró con detenimiento, en medio de esa noche que caía con sus tonos naranjales. Se quedó en silencio, no había valentía para poder responderme una fría verdad, no importaba cual fuera, yo solo necesitaba saber en este preciso momento una razón por la cual en este arduo camino tuvimos que sufrir tanto, sacrificando no sólo nuestro potencial, si no la vida de nuestros compañeros que creyeron firmemente en las ideologías de que este niño, era la esperanza de la humanidad. Impotente por todo lo que había tenido que ver, tuve la fuerza entre mi debilidad, que me hizo elevar la pierna para patear fuertemente la mandíbula de Eren. Él cayó al suelo arenoso, donde el agua llegaba y remojaba sus manos. Apenado se quedó cabizbajo, parecía ser que sus verdosos azulados ojos se humedecían. Me era inevitable no sentirme así hacia él, sabiendo todo lo que habíamos que tenido que sacrificar por él. Se quedó en el suelo, mientras que visualizaba como Adeline aún yacía sentada a su lado en aquella vaga memoria que recordaba, porque había sido yo quien fui a buscarle cuando noté que Eren se había ido, dejándole sola. Me incliné, viéndole a él, directamente a unos ojos que me transmitían dolor y temor. Bajo la cabeza, avergonzado por mi mirada tan fría.
-No fue venganza.-me respondió, mientras me quede inclinado delante de él.-Desde ese día que me llevaste al mar, he estado avanzando solo. Hice que todos ustedes se involucraran en una batalla de la cual no supe si sobrevivirían, solo se que quería seguir siendo la esperanza para ustedes.-indicó, levantando la mirada para observarme con las lágrimas desbordando en sus mejillas.-No quería decepcionarte, porque fuiste tú quien se levantó en aquella corte para preservar mi vida, enseñándome a base del dolor que es la única manera en la que puedes aprender. Y así fue, pude aprender lo que era el mundo cruel, por eso quería que ustedes vivieran. Aunque significará sacrificar al otro lado del mundo.-decía, mientras que giré mi mirada cuando escuché un lamento más allá.
-Adeline, el poder del fundador me ha deteriorado la cabeza. No existe el pasado o el futuro, todo existe de una vez. Así que, tuve que hacerlo.-escuchaba al otro Eren, quien sostenía fuertemente los brazos de Adeline quien lloraba.-Ese día, no era Berthold quien debía morir. Era nuestra madre. Por eso, en ambas decisiones, decidí que fueras tú quien siguiera con vida. Porque lo vi a él en los recuerdos que me brindaste, vi al capitán Levi.-me tensé, escuchando a ese Eren quien se sostenía de su hermana para no prevalecer en el llanto.-Y como tú, quiero que los demás sean felices. Debo seguir avanzando, esto no parara, hasta que los elimine a todos.-decía, apenado y entristecido.
-¡¡Eren!! ¡¡No puedes hacer eso, por favor!!-le pedía Adeline, empujándole con brusquedad.-¡¡Es un genocidio en masa, la mitad de la humanidad se extinguirá, Eren!!-gritaba ella, pero él se dio la vuelta, fríamente.-¡¡No te vayas por favor, no seas tan cruel conmigo!! ¡¡No quiero que mueras por favor, quédate con nosotros, te lo ruego!!-pidió ella, impotente.
-¡¡No quiero morir!! ¡¡Tengo mucho miedo, lo siento mucho hermana!! ¡¡Vi tu dolor, será tan grande que no podrás vivir con el!!-vi como él se arrodilló, apretando con fuerza las piernas de su hermana.-¡¡Adeline te amo, lo lamento!! ¡¡Pero aún recuerdo cuando te morías de hambre con tal de que yo comiera, lamento haber sido tan egoísta contigo, pero no lo hagas tan difícil por favor!!-le gritaba, lleno de dolor y miedo.-Es porque los aprecio que debo seguir avanzando, mi querida hermana.-expresó, levantando la mirada para opacar la vista con un destello de sus ojos, debió haber sido ese momento, ese momento en que eliminó los recuerdos, porque de un momento a otro, Adeline se encontraba sola.
-Lo hiciste, pero no te despediste.-musité yo, viendo como Eren sentado a mi lado encima de la arena denegaba, con sus lágrimas brotando.-¿No te despediste de tu hermana?-le pregunté.
-No.-murmuró, haciéndome abrir mi ojo grandemente.-Ella despertará. Todos lo harán, el poder de los titanes se irá. Aunque, no el odio contra Paradis, pero cuando la guerra decida estallar, ustedes ya no vivirán. Cumplí mi objetivo, así que cuando despierte, Adeline recordará todo, pero nunca una despedida. Como con Leandra. Yo, no me despedí de ninguna de las dos. Serán ustedes quienes se encargarán de decirles, es egoísta, pero así debe ser.-impotente apreté su camiseta, atrayéndolo hasta a mi, apretando mis dientes.
-¡¡Eren, tu hermana ha sufrido desde el día en que te fuiste de su lado en Marley!! ¡¡Es a ella a quien debes decirle adiós, no a mi!!-le grite.-¡¡Tú hermana luchó valientemente para llegar aquí, con el único propósito de salvarte!! ¡¡Aún en el último momento, dudo si era lo correcto y aunque lo haya hecho, decidió renunciar a ti!!-le decía, viéndole fijamente a los ojos.
-Lo siento capitán, pero no puedo hacerlo.-esbozó él, por lo cual agotado, me senté.-No podría tenerla de frente y decirle, que me iré para jamás volver.-musitaba, cabizbajo, mientras que tocaba la arena con sus manos.-Además, fue su decisión y la de Mikasa que sin duda liberó este camino, gracias a que ellas renunciaron a mi, ahora Ymir después de dos mil años puede descansar en paz.-decía, levantando la cabeza para mirarme con detenimiento.-No debí haber sido tan cruel con los demás, pero no podía lamentarme de mis decisiones. Tú me lo enseñaste.-miraba como el oleaje del mar llegaba a nosotros, mojando nuestros pantalones.
-Ella tenía razón.-murmuré, viendo como Eren quien parecía empezar a desarrollar las marcas de transformación en su rostro, me miró.-Nosotros fuimos quien te dejamos sin opciones, nunca te dimos la esperanza de salvar este mundo sin tener que sacrificar algo. Eren, lo lamento.-lo miré con detenimiento.-Te convertiste en un demonio por nosotros, gracias.-le agradecí, viendo como se levantaba del suelo.-Oye.-le llame, levantándome del suelo.-¿Aquí se acaba todo, después de esto, que sucederá?-le pregunté, viendo como él se acercó a mi, para abrazarme fuertemente, lo cual me dejó aturdido.
-Capitán Levi, has sido una de las mejores personas que pude conocer en esta corta vida. Lamento, que cuando despiertes, te tenga que dejar con el terrible dolor que mi hermana cargara, pero estoy seguro que podrás ayudarla a sobrellevar este dolor.-mi piel se helaba, escuchando a Eren, mientras que lo abrace con fuerza, con mucha fuerza, sintiendo la conmoción.-La muerte de tus queridos camaradas, nunca fue en vano. Gracias, por ser tú quien me enseñará lo difícil que es la vida. No quiero irme, tengo mucho miedo, por favor quédate conmigo hasta que me vaya, por favor.-me decía con su voz temblorosa, por lo cual lo abracé fuertemente, hasta que ambos nos arrodillamos al suelo, ya no era arena, era el mar, estábamos encima del mar.
-Me quedare contigo, hasta el final, maldito suicida.-indique, aún abrazándole, conmovido.-Oye Eren, antes de que te vayas dime una cosa. ¿Te enamoraste de Leandra? ¿Es por eso que tampoco te despedirás?-le pregunté, aferrado a él.
-Si, así es.-artículo, mientras que sentía su cuerpo temblar, sostenido al mío.-Por favor, no me sueltes, te lo ruego... -susurraba, por lo cual sentía mi ojo humedecerse por su petición.-¡Desearía poder quedarme con todos ustedes! ¡Desearía no tener que irme, así que por favor, capitán Levi, déjeme por última ves ser así de impulsivo y débil!-lo apreté, mientras sentía un fuerte destello entre ambos, un destello que nos acorralaba a entre la vida y la muerte.-¡Capitán, prométeme que cuidarás y amaras a mi hermana el resto de tu vida! ¡Prométeme que sus hijos sabrán quien fui!-me pedía entre sollozos.
-Tienes mi palabra Eren, de que así será. Y que, cuando vuelva a despertar serás mi primer pensamiento, hasta el día en que nos volvamos a encontrar.-le dije, sintiendo mi cuello humedecido, mientras que era como si se desvaneciera, no quería soltarlo, no quería dejarlo, era yo quien no quería renunciar a Eren.-No me sueltes.-le pedí, pero fue inevitable.-¡¡Es una orden!!-mis lágrimas se desprendieron por su cuello, sabiendo que se iría, que se me estaba yendo de las manos con ese destello.-¡¡Eren, no nos dejes, por favor!!-me distancié entre lágrimas, viendo sus verdosos azulados ojos mirarme una última ves.
-Por favor, prométeme que me olvidarás y avanzarás con los demás.-me pedía, dándome una punzada en el corazón.-Levi, muchas gracias.-articulo con dificultad.-Hasta entonces, nos volveremos a encontrar algún día.-me erice cuando el destello de luz pudo más que mi agarre, cuando lo único que dependía de mi, era mirar.
Observe cómo se me fue, como ya no pude sujetar fuertemente al valiente chico que busco la libertad de nosotros, aunque sacrificará la suya. La ventisca me azoto fuertemente, donde una bruma de vapor me abrazó en medio de mi agonizante dolor, donde con pesadez me sentí inmóvil. Había un gran vapor alrededor de mi, alrededor de este lugar que se convirtió en un campo de batalla. Pero, por más enfocado que estuviera, solo él fue mi único principal pensamiento. Mi cuerpo estaba entumecido, no tenía control de él, mucho menos de las emociones que me ahorcaban el cuello. Levante mis manos, estuve tan cerca de dejarlo a mi lado. Las lágrimas caían en solas, se derramaban en medio de esa agonía que me brotaba en cada parpadeo. Se me fue, justo como aquel día en la playa, donde me dio la espalda y se fue. La bruma del vapor pasaba delante de mis ojos, hasta que empecé a visualizar a varias personas. No eran sólo las personas que volvieron de ser titanes, no, no eran sólo ellos. Eran todos esos camaradas que habían consagrado su corazón para salvar a la humanidad, cada uno de ellos estaba parándose frente a mi, como un regalo de Eren. Quise moverme, pero mis piernas no me respondían, así que impacientemente, volví a intentarlo, hasta que me di cuenta, que no podía hacerlo. No podía moverme en medio de esta desolación tan profunda, como cada uno de los deseos que Eren me pidió al oído.
Estaban ahí, ellos estaban ahí. Petra, Auruo, Erd, Gunther y Conan. Todos ellos me miraban con una grata sonrisa que deseaba devolverle sin sentir que mis labios me temblaban. Myke, Nanaba. También estaban ahí, cruzados de brazos. Debían creer que esto era un desastre, pero para mi, era la forma de redimir mi roto corazón. Estaban como la última ves que les vi, vivos en lo más profundo de mi corazón. Me fue inevitable no sentir un suspiro escaparse de mi cuando vi como Grace estaba abrazada junto a Hange, ambas mujeres me miraron, sonriéndome ampliamente.-¿Lo ven? Este es el resultado de que entregaron sus corazones.-dije entre lágrimas, cuando mi mirada se detuvo en la azulada de Erwin, quien me miró con aquella expresión que siempre yacía en el, neutral. Me erice, porque realmente me estaba mirando, como cada uno de ellos. Lleve la mano a mi pecho, con sangrando una última ves mi corazón, como ellos también lo hicieron, en medio de la bruma que los alejaría de mi para toda una eternidad. Conmovido, sumamente conmovido, escuché un leve bostezo, donde observe en la bruma como Leandra miraba algún punto fijo llorosa, ella tenía toda su cien repleta de sangre, incluso su costado, pero estaba de pie valientemente, entre lágrimas. Parpadeé, no podía dejar de llorar. Pero a la ves, estaba aliviado.
-¿Esa era Sasha?-se preguntó ella, viendo la bruma desplazarse, donde me tense ante ver de espalda aquella niña de cabello castaño.-¿Por qué te vas?-Leandra cayó de rodillas, sollozando fuertemente en su propia agonía.
-Esto, ha sido un largo sueño.-murmuré, viendo como ella giró su mirada a mi, denegando en una suma tristeza, a pesar que Reiner apareció entre la bruma para socorrerla, todos se cuestionaban dolorosamente la ausencia de Eren.
Fue ahí cuando todo se heló, no solo para mi, para todos, pues en medio del vapor que se desprendía, ya no solo veía a Jean o a Connie, tuve que amargamente tragar saliva para ver a Adeline caminar entre la bruma. Ella se detuvo en seco, mirándome con detenimiento. Ya no tenía fuerzas, no las tenía desde hace tanto, pero tuve que tenerlas para ver cómo ella miraba el vapor. Como si buscara algo, pero no había nada. Todos la miraban, miraban y esperaban una reacción, pero ella tan solo caminó con lentitud hasta mi, quería moverme y maldecía no poder hacerlo, maldecía el querer levantarme y no poder. Solo me quede ahí, sentado como un soldado caído, un soldado que perdió sus alas. Ella se giró con brusquedad, todos giramos nuestra mirada para ver cómo aquel joven de cabello rubio y azulados ojos caminaba hacia nosotros, pero en su rostro se veía la palidez de su tristeza decaer. Armin se detuvo, todos veíamos cómo su negación, tenso el cuerpo de Adeline, de una manera tan fría que ella cayó de rodillas al suelo. Lo vi, toda su fuerza se desvaneció con un solo gesto, era la afirmación de que Eren no volvería ni con la ventisca del aire. Me quede sin expresión cuando Adeline levantó su cabeza mirando al cielo, gritando de dolor.
-¡¡No!! ¡¡Eren, por favor no!!-ella gritaba, como nunca antes la había escuchado gritar, se retorcía de dolor frente a mi, pero no tuve valentía para levantar mis manos y acercarla, solo la dejé así.
Mis lágrimas bajaron, viéndola gritar tan fuerte, que su garganta se desgarraría por el dolor que temió conocer, eres una pesadilla de la que intentó escapar desde que era niña, por eso se sacrificó tanto para poder evitarla, pero aún así, llegó a ella. Y Eren, él al final tenía razón. Yo seria quien debería encargarse de ayudarla a sobrellevar esa amarga tortura que la encadenaría a un dolor, un dolor tan fuerte con el que no podría vivir. Todo había acabado, después de tantos años luchando, todo había acabado de una ves por todas, con un final tan trágico que no pudimos evitar. Pero aún así, mirando al cielo, estaba agradecido por haberte sostenido una ves más. Solloce, ellos debieron quedar atónicos cuando me vieron sollozar de tristeza e impotencia por no poder hacer nada. Adeline fue sostenida por Leandra, quien lloraba desgarradoramente. La intentó abrazar, pero no pudo, Adeline la empujó a pesar de que todos recostaron su peso en ella para darle aliento. Reiner, Jean, Connie, Annie, Pieck, Falco, Gaby y Armin, todos la rodearon para abrazarla, sustentarla y entender como ella fue capaz de decidir al mundo, a pesar de que en el fondo de su corazón, ella quería salvar a su hermano. Inclinó su cabeza hasta a mi, denegando entre su roto aliento que por favor alguien la despertara de este largo sueño.
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