𝐭𝐫𝐞𝐢𝐧𝐭𝐚
Siempre habrá un día.
Levi Ackerman.
Estaba recostado. No sabía con exactitud cuando me había quedado dormido en medio de este viaje hacia el continente más cercano a Marley, pero había descansado lo suficiente. Parpadeé, mirando el blanco techo. Podía escuchar constantes suspiros, unos que me alertaron y molestaron por la ausencia del silencio que deseaba tener para sentirme reflejado. Giré mi cabeza, visualizando como desde la cama en la que yacía, la alta mujer de cabello corto y rubio, temblaba de escalofríos en su propio sudor. Arquee la espalda, aún sentía mi cuerpo agotado. Estaba sin duda, maltratado. Me quede mirándola, la fiebre se la estaba comiendo viva. Baje la mirada, visualizando la cama. Debí haberme quedado dormido cuando me ingrese al barco, justamente luego de que aquella detonación se esclareciera. Me quede inmóvil, pensativo. Habíamos dejado atrás a alguien, y aunque aquel sombrío hombre me causara un ambiente pensado por nuestro choque de semblante, Theo Magath se sacrificó para que nosotros pudiéramos seguir adelante. Había un barco restante, con los suficientes suministros y recargas para que los Jaegeristas hubieran sido capaces de derivarnos, pero él valientemente lo impidió. Otra vez, alguien tuvo que sacrificarse. Era una pena, al menos para esos chicos que crecieron junto a él.
Restregué mi rostro, sintiendo el roce de aquel vendaje. Impaciente por la mejoría de mi cuerpo, lleve las yemas de mis dedos al inicio de la colocación, deslizando con suavidad los vendajes envueltos en mi boca. Sacándolos, tome una bocanada de aire que me hizo sentir aliviado. Lleve nuevamente mis manos, pudiendo sentir la textura de la cicatrización, incluso de las puntadas. Serían marcas incorregibles con las que tendría que vivir, incluyendo la ausencia de dos dedos y un ojo. Este era el costo de la vida de un soldado que se creía mortal, este fue mi alto precio cuando creí poder derivar al titán bestia con mi imprudencia. Giré mi mirada, observando a la izquierda como en la misma cama que yo, Adeline estaba recostada. Me tomo por sorpresa verla ahí, ella estaba con sus ojos cerrados, dormía, porque podía escuchar los suspiros que sobresalían de su boca. Su cabello estaba suelto, mientras que ya no portaba el equipo de maniobras tridimensionales. Baje mi mirada, observando su pierna derecha. Estaba vendada por completo e inmovilizada, había sido una desventaja el que le dispararan, pero la adrenalina había sido más fuerte que ella, lo resistió valientemente. No había sangre alrededor del vendaje, por lo cual entendía que la habían tratado con suma prudencia. Con eso, levante la mirada para observar su rostro con detenimiento.
Adeline estaba sufriendo. Pude notarlo en su mirada decaída, en aquel colapso de una fuerte crisis donde se debatía por lo correcto e incorrecto. Después de todo, nos estábamos olvidando que Eren era su hermano. Aquel quien fue su mayor propósito, se convirtió en un objetivo al que debían eliminar si fuese necesario. No estaba preparada, Adeline no iba renunciar a Eren. Y eso, me dolía. Tener que verla en esta situación, ver cómo se estaba culpando por no tener la fuerza correspondiente para desistir en esta misión, me dolía por completo. Aunque ocultara mis emociones, intentando de ceder con mi comportamiento tan frío, no podía ocultar el hecho de que era capaz de sufrir por ella. Adeline me volvía fuerte, como también debió. Ese era el poder del amor que habitaba en mi por ella. Gruesamente suspire, observando su cabello, el cual parecía de alguna manera estar volviendo a la normalidad. Ese color oscuro se denotaba en sus raíces, para mi, ella era hermosa sin importar cómo luciera. Dejando de mirarla, me senté en el borde de la cama, levantándome con dificultad en cuanto aún escuchaba a esa mujer suspirar gruesamente por sus escalofríos. Al verla, Yelena estaba despierta, mirando algún punto de la habitación hasta que se topó conmigo. Fríamente la miré, las gotas de sudor le bajaban por montones. Maldita sea, debía salir y buscar a alguien.
-Ya voy.-le indique, para procurar por ayuda, saliendo de aquella habitación, el barco no se estaba moviendo, deberíamos haber llegado.-Tsk, no pueden dejar de hacer ruido.-expresé, sujetándome de las barandas para caminar por aquel pasillo, hasta que distinguí la clara visualización de Armin por este mismo.
-Capitán Levi.-me llamo con una voz sutil, acercándose a mi, sin atrever a tocarme por mi estado.-Estás siendo imprudente, deberías seguir descansando.-me pidió, quedándose a mi lado para evitar que me moviera.
-¿... Todavía quieres que siga durmiendo? Van olvidar que existo si sigo descansando.-le expresé cortante, pero realmente me sentía apenado por estar en esta condición tan vaga.-De todas maneras, esa mujer barbuda que está en cama con fiebre producida por sus huesos rotos, parece que recobró conciencia.-le informe.
-La obligaremos a que nos diga dónde está Eren, capitán.-indicó Armin, quien levantó la mirada ante los pasos de alguien, obligándome a girarme para ver cómo Pieck se ajuntaba en este estrecho pasillo junto a Leandra.
-¿No deberías estar descansando?-me preguntó Leandra, vagamente la miré, sin responderle lo absoluto por su cuestionamiento.
-Me uniré, no tengo más que hacer.-esclareció Pieck, despeinada aún lado de ella, mirando a Armin entristecida.-Ahora, capitán Levi, le pido con prudencia que se recueste. Si usted es tan fuerte como todos lo aclaman, necesitaremos de su energía en caso de que podamos llegar al retumbar.-indicó ella, con una actitud serena.
-Bien... -murmure, dándole acceso a Armin para que se acercara a mi y me ayudara.-Busquen a Hange, hay que averiguar dónde está el idiota de Eren.-le pedí, viendo como Pieck asintió, mientras que Leandra se dirigió a la puerta media abierta de la habitación en donde estaba.-Armin, gracias.-le agradecí, sintiendo como cargaba con mi peso para adentrarme en esa habitación, donde Yelena yacía despierta y Adeline aún estaba adormecida.
-Capitán, lo necesitamos. Por eso le pedimos que sea prudente.-musitó Armin, sentándome en aquella silla, mientras miró alrededor.
-Lo sé, lo lamento... -me disculpe apenado, viendo como Leandra se acercó al borde de la cama donde estaba Adeline, sentándose a su lado.
-En este momento, aún deben estar preparando la aeronave. Pero, como bien Hange dijo, es imposible que logremos salvar a Liberio, el retumbar ya debió haber llegado hasta allá.-expresó Armin, visualizando cómo Yelena le miraba temblorosa.-Necesitamos tu cooperación Yelena. No estoy dispuesto a romperte otra articulación, pero en esta situación tan tensa, estoy segura que a Leandra no le importará en lo absoluto hacerlo por mi.-musitaba Armin, visualizando como Yelena se giraba, observando a una Leandra inexpresiva.-Dinos donde está Eren.-pidió firmemente.
-Lo haré.-expreso Yelena, cabizbaja y derrotada, en medio de es estado físico, no había nada que la hiciera denegar, nos necesitaba.
-Bien, porque yo era la que te iba terminar de romper los huesos... -levante la mirada, visualizando cómo Leandra y Armin se giraban para observar cómo Adeline se levantaba, quedando sentada en aquella cama soñolienta; su cabello suelto estaba despeinado.
-No creo que eso sea necesario, Adeline.-aún lado de mi, Hange se adentro a la habitación, ella también yacía desarmada.-Bien Yelena, te traje un mapa, no tengo todo el día. Se precisa.-pidió Hange, dejándole el mapa en sus manos, mientras que Armin se inclinaba frente a mí para darme agua, Hange se sentó en el borde de la cama de Yelena.
-Capitán Levi, me alegra mucho ver que empieza a tener mejoría su cuerpo.-miré inexpresivo a la señora Azumabito, quien se dirigió a mi de una amable manera.-Veo que aún ambos portan el anillo, eso me hace sentir honrada.-expresó, visualizándome a mi y a Adeline.-De seguro, su hijo debe estar hermoso.-artículo.
-Es idéntico a él.-opinó Armin, pasmándose.-¡Capitán, lo siento! ¡Quise decir que usted tiene unos rasgos bastante... -Armin me miró con sus ojos abiertos grandemente, sin saber cómo halagarme en lo absoluto luego de su comentario.
-Ya basta, mocoso.-le pedí, viéndole asentir.-Quizás, nuestro próximo bebé se parezca a Adeline. Eso, sería algo sincronizado.-musité, viendo los ojos color avellana de esta mirarme.-Si, de todas maneras, los protegeré... -añadí, bastante sonrojado, porque era este momento donde establecía que mi familia estaba creciendo, y que Adeline estaba embarazada, ella también se sonrojó, pues los demás me escucharon.
-Ese, posiblemente será el segundo objetivo del ataque de Eren, El Fuerte Salta.-esclareció Yelena sentada, observando aquel mapa.
-Eso es correcto.-afirmo Pieck, dándole credibilidad a lo que Yelena informaba.-Si él sabe que existe un arma, con una posibilidad pequeña de atacar con éxito al titán fundador...
-... Irá a destruirla, después de hacer lo mismo con el puerto Acifra.-infirió Yelena, interrumpiendo a Pieck.-Irá a destruir los barcos voladores.-artículo, temblorosa.
-Con que ya estás dispuesta a dar respuestas.-musité, mirándola fríamente por toda la travesía que nos hizo pasar para que pudiera hablar.
-Tengo una petición para ustedes, por favor, accedan.-nos pidió ella.-Zeke fue derrotado. Pero él estaba en lo correcto, su plan de Eutanasia era la única forma de resolver este problema de dos mil años. ¿No es obvio por la miserable situación en la que estamos?-se preguntó ella, mientras que las gotas de su fiebre continuaban bajándole por todo el rostro.
-Claro, lo admito. No le di ninguna solución a Eren, ninguna esperanza ni futuro. Fue inútil.-murmuró Hange apenada, quien entristecida se levantó de aún lado de Yelena.-Gracias.-le agradeció.
-Podría alguien ayudarme a ir al baño, por favor... -pidió Yelena cabizbaja, pero alce mi mirada cuando visualicé como la señora Azumabito junto a Pieck se acercaron a ella, ayudándole.-Muchas gracias... -murmuró con sus ojos humedecidos, sobresaliendo de la habitación, seguido de la señora Azumabito.
-Yo no admitiré que ese barbudo tuvo razón.-articule en cuanto Yelena salió de la habitación.
-Aún así, lo que Hange dice es cierto. No le dimos ninguna solución a Eren, mucho menos esperanza para el futuro. No le dimos nada.-observe cómo los ojos de Adeline se humedecían, ella se recostó de la cama, cubriéndose con su brazo.-No he podido hacer nada, no he cambiado nada desde que mi madre murió.-murmuraba, con una voz entrecortada.
-Adeline, lo lamento, no creí que mi comentario fuera a herirte.-Hange se intentó acercar, pero tomé su brazo con delicadeza, denegando cuando Adeline sollozo bajamente.
-En estos momentos, ya no se que debo hacer. Solo se que, esos titanes debieron haber derivado sin duda una nación repleta de personas inocentes. Incluso, cada niño genuino que... -Adeline sollozo, impotente, estaba sensible y en su punto de quiebre más alto.-¡Eren está matando niños ahora mismo! ¿¡Cuando todo esto acabará!?-se preguntó, dejándonos a todos anonadados por la gran aura de tristeza que nos abrumó.-¿Realmente nosotros lo llevamos a esto?-se preguntó, aun cubriendo su rostro.
-Yo, ya no lo sé... -suspiro Hange, con frustración.-Adeline, lamentó profundamente que te haya tenido que obligar a venir hasta aquí. Se cuanto querías estar en tu hijo, y aprovecho para también disculparme con Levi. Yo, los dejé sin opciones de desertar.-ella nos miró, cabizbaja y con una voz sutil.-Fui egoísta. Así lo fue en algunas ocasiones con Eren, sin saber cómo él se sentía. Lamento tener que hacerte sacrificar a tu hermano para salvar al mundo.-musitó ella, viendo como Adeline continuaba sollozando.-Como Levi, eres especial para mi. Por eso te pido disculpas, porque ambos son camaradas apreciados por los cuales estoy dispuesta a dar mi vida. Lamento, tener que haberlos traído hasta aquí, cuando realmente donde deben estar es aún lado de su hijo.-Hange llevo la mano a cu cabeza, frustrada.-No sé si he hecho lo correcto, creía que Erwin se había equivocado en elegirme como comandante, quizás, aún sigo creyéndolo.-ella se dio la vuelta, con intención de irse hasta que lleve mi mano a su brazo, deteniéndola en seco.
-Oye cuatro ojos, no te des el crédito.-le pedí, viéndola fijamente a su ojo, irónicamente era el ojo que me faltaba, mientras que yo tenía el que ella necesitaba.-Estamos aquí, porque también tenemos la esperanza de salvar a Eren. Además, fui yo quien te dije que no podíamos huir de la acción. No te culpes, no podía haberte dejado sola haciendo tus extrañas mañas.-ella sonrió, pareciendo sentirse aliviada.-Y no hables así, no quiero que te sacrifiques por mi o ella. Nosotros estamos aquí, porque somos un equipo. ¿O ya lo olvidaste?-le pregunté, viendo como denegó.-Es por eso que Erwin te escogió a ti. Nosotros confiamos en ti, como él lo hizo.
-Levi, muchas gracias.-ella me miró con detenimiento, dándome una punzada que me estrujó el alma cuando soltó mi mano, y salió de aquella habitación.
Me quede sentado en aquel sillón, fue como un sentimiento de tristeza apegarse a mi piel en cuanto Hange se dio la vuelta para irse. Me quede incluso observando con la puerta abierta, como ella se iba cabizbaja. Siempre, durante toda mi vida he sido igual de cortante con ella que como cualquier otro al que no tenga la valentía de demostrarle un tipo de afecto, pero sin duda, la confianza que habitaba en mi hacía ella, era inquebrantable. Deje de mirar por donde se había ido, para visualizar cómo Armin y Leandra observaban como Adeline se deterioraba en sus emociones. Me apenaba, sin duda alguna la posición más difícil la tenía ella. Deslealtad, eso era lo que le presentaba a su hermano estando aquí, con el único propósito de salvar el mundo. Un sacrificio amargo, pero también valiente. Me levante, Armin y Leandra intentaron socorrerme, pero lo impedí. Con delicadeza, me senté en el borde de aquella cama, donde Adeline exhausta miraba al hecho con sus ojos lagrimosos. Todos la habíamos colocado en esta posición insensible, porque creíamos que era lo correcto. Sutilmente ella misma se dejó caer en mis brazos, ese era nuestro amor, nuestro gran amor incondicional. Bese su cabeza con suavidad, para ver cómo Armin y Leandra nos miraban con aquel brillo. Era el reflejo de sus anhelos verse así con las personas que querían, lo supe cuando en medio de la conmoción por vernos así, se entristecieron.
De un rato, ellos prefirieron irse. Abandonando la habitación en donde ella y yo, quedamos solos. Adeline levantó su cabeza, buscándome en medio de su desolación. Donde sus labios y los míos se cruzaron en un suave beso repleto de pasión. Sentí incomodidad entre medio de mis labios por mis heridas, aún no cicatrizadas, pero aguante el riesgo para continuar besándola, sintiendo sus carnes labios rozar con los míos en una leve intensidad de necesidad y desesperación. La amaba, la amaba tanto que podía sentir su dolor. Incluso, luego de ese momento, ambos nos encontrábamos bajo el sol para prepararnos a partir. Podía verla exhausta, caminando con vagues en aquel puerto, donde los demás allegados se encontraban alrededor. La ventisca era fresca, removía nuestros cabellos. Sin duda, agradecíamos el hecho de tener un privilegio más en este día para alcanzar el retumbar. Me quede aislado, sentado en aquel banco donde podía visualizar como varios mecánicos de la señora Azumabito pasaban por mi lado. Habían trabajado arduamente, inclusive, Reiner quien yacía a la distancia tomando aire, también había ayudado. En su cercanía, me quede mirando fijamente como él se observaba en el reflejo del agua. Todos, sin duda todos estábamos luchando con nuestros demonios interiores, porque aún en el fondo, deseábamos salvar a Eren.
-Capitán.-levante la mirada, observando a Mikasa, quien se acercaba a mi.-¿Está mejor?-me preguntó curiosa, por lo cual asentí.
-¿Tú lo estás?-le pregunté con sutilidad, visualizando cómo ella bajaba la cabeza.-¿Qué ocurre, Mikasa?-curioso la miré ante su semblante apagado, aunque solía ser así, se denotaba mucho más la tristeza en sus ojos.
-Usted, si pudiera haber cambiado algo que ya decidió hace mucho tiempo, ¿lo cambiaría para un mejor resultado del que ya obtuvo?-me preguntó, mirándome con detenimiento.
-Si empiezas a arrepentirte, entorpecerás tus decisiones futuras y dejarás que otros tomen tus decisiones por ti. Lo único que te queda entonces es morir. Nadie puede predecir el resultado. Cada decisión que tomas sólo tiene sentido al afectar a tu siguiente decisión.-le dije cortantemente, pues eran palabras vagas que alguna ves Erwin me dijo, no creí que tuvieran sentido, no hasta ahora.
-Claro, lo entiendo... -murmuró ella, observando el cielo mientras que los demás se acercaban a nosotros, por lo cual empecé a colocarme con cuidado las correas de mi equipo de maniobras tridimensionales.-Quizás, aunque ese día tomara una decisión diferente, era esa la que debía tomar.-musitó, por lo cual ajeno a lo que decía, le mire.-Déjeme ayudarle.-ella se acercó a mi, inclinándose sin pena para amarrar las correas de mis hombros, por lo cual agradecido observe a los demás llegar, colocándose también sus equipos de maniobras tridimensionales, mientras que Mikasa me ayudaba.
-¡Hange! ¡Nos preparamos para despegar en una hora!-espabilaron varios hombres en el establecimiento donde preparaban la aeronave.
-¡Recibido!-afirmó Hange, quien estaba aún lado de Armin, este que estaba amarrándole las correas a Adeline en sus piernas, ella soltó un leve quejido en cuanto él se dirigió a la pierna derecha.-Ya lo escucharon, todos revisen sus equipos.-pidió ella, por lo cual todos asintieron, hasta que miraron como yo avergonzado, sostenía incómodamente el mango de mis hojas.
-Dos dedos es todo lo que necesito. Esta bien.-les indique, ante verles preocupados, pero simplemente me deje ser, sin remedio.
-Entonces, ¿Annie realmente no nos acompañará?-se preguntó Jean, por lo cual levante la mirada para visualizar como Annie alzaba la mano, despidiéndose de nosotros, mientras que Reiner y Pieck la miraban; ni Adeline o yo, nos despedimos a diferencia de los demás.
-Armin... ¿seguro que estás bien con eso?-Mikasa se dirigió a su amigo aún lado, quien impresionado la miró confuso por su comentario.
-Para ser honesto, contaba con ella.-esclareció Jean, mientras que levante la mirada, viendo como Adeline observaba más allá del horizonte.
-Capitán, ¿quieres?-giré la mirada, observando cómo Connie me inclinaba un trozo de pan, el cual denegué.-¿Por qué? ¡Juro que no lo manosee!-se defendía, mientras que estreché mi mano para palmear su espalda.
-Comételo tú, te hace más falta que a mi.-justifique, viéndolo conmovido por mi acción.
-¿Están todos bien con esto? Incluso si detenemos el retumbar... solo piensen en cómo serán tratados los Eldianos después de eso.-expresaba Hange, mirándonos con detenimiento.
-Odio decirlo, pero tienes razón. Sin embargo, el general Magath nos dejó una última orden. Dijo que trabajáramos juntos para hacer lo que debe hacerse.-esclareció Pieck, quien se mantenía aún lado de Reiner, observando cómo Hange le miró conmocionada por su comentario.
-Pieck, en ese caso yo viajaré feliz sobre el titán carreta sintiendo el calor de su cuerpo mientras nos...
-Basta.-quise reírme ante cómo Pieck interrumpió a Hange de manera incómoda.-¿Por qué actúas de esa forma tan escalofriante de repente?-se preguntó, distanciándose de ella.
-Cuatro ojos, ¿así que otro amor por un titán no correspondido?-le pregunté con sarcasmo y burla, ella estaba atrás de mi, dándome la espalda.
-Nos llevaremos bien, ya verás.-musitó ella.-Oye Levi. ¿Crees que todos nos estén observando? ¿Podremos mantenernos en alto entre todas las muertes de nuestros camaradas?-me tense ante tan escalofriante sentimiento que me recorrió por su comentario, me quede en silencio un rato, procesándolo.
-No empieces hablar como él.-le pedí, pero bruscamente me giré como todos cuando escuché una leve sonora de disparos, junto al bullicio.
-¡Mikasa, espera!-grito Adeline, exclamando por el movimiento brusco de Mikasa quien se dirigió al interior del puerto, donde yacía la aeronave, con brusquedad me levante del banco, observando como todos corrían con desespero.
-Levi, alto.-me pidió Leandra, sujetándome con fuerza cuando tuve la intención de correr, la sonora de disparos se detuvo.-Levi.-Leandra me llamo, estaba atónica mirando algún punto, pero aún me mantuve observando el establecimiento, no veía desde aquí lo que sucedía.
-¡Hange! ¡Le hizo hoyos al tanque de combustible!-era lo que escuchaba a lo lejos, veía a Adeline de espalda, sujetando sus hojas.
-Levi... -Leandra me volvió a llamar, de una manera entrecortada y cuando dirigí mi mirada hacia donde ella miraba, horrorizado observe cómo de la cima de aquella montadura yacían bajando los cientos de titanes colosales con la bruma de su vapor.-Está aquí. ¡El retumbar está aquí!-grito Leandra, los demás sobresalían, viendo igual de atónicos lo que se nos presentaba.-Significa que... ¿perdimos?-se preguntó ella, mirándome con detenimiento.
-Armin, ¿hay algo que podamos hacer?-desde aquí, veía y escuchaba a Mikasa, quien yacía en el puente observando junto a Armin, Reiner, Jean y Connie la tensa situación; Adeline se acercaba a ellos, mientras que me mantenía distante con Leandra.
-Hange... ¿que pasó?-Leandra se giró, observando cómo Hange sobresalía del interior de aquel establecimiento, con una mirada turbia ella pasó por nuestro lado, evadiéndonos, para así yo observar al interior lo que había sucedido.
-Ese maldito, nos siguió hasta aquí... -murmure, caminando para observar cómo Flotch yacía tirado en el suelo, había muerto.
-No. Es el fin.-afirmó Armin, provocando que Adeline girara su cabeza para mirarme abrumada.-¡Me quedare y ganare tiempo!-exclamó, dejándome desconcertado como a todos, aún en esta distancia que teníamos, le escuchaba con suma claridad, sintiendo el suelo tambalear.
-¡¡No!!-exclamó Adeline fuertemente, sosteniendo a Armin por su camiseta, a la vez que Reiner denegó, distanciándola cuando ella pareció perder el control.-¡¡Eres la única oportunidad para detener a Eren!! ¡¡Yo lo haré!!-artículo Reiner, fríamente frente a Armin.
-¡¿Crees que te dejaré hacerlo?! ¡¡No podemos seguir agotando sus poderes!!-exclamó Hange en un tono alto, irrumpiendo en el círculo.-Yo los traje hasta aquí. Seguí avanzando incluso si eso significaba matar a mis compañeros, esta vez, tomare la responsabilidad.-fríamente la miré, escuchando esas amargas palabras que nos dejaron a todos sumamente desconcertados.-Armin Arlert, por la presente te nombró 15º comandante de la legión de exploración.-abrí mi ojo grandemente, sintiéndome tenso, visualizando cómo Armin se quedaba helado frente a Hange, quien evadía lo que Adeline decía.
-Levi, esto no es cierto.-musitó Leandra a mi alrededor, pero, era yo quien estaba sintiendo como mi interior bombardeaba la agonía.
-La cualidad requerida para ser comandante de la legión de exploración, es el deseo inquebrantable de querer comprender. No hay nadie más apto para esto que tú. Lo dejo en tus manos.-expresó ella, con tanta sutilidad que me era irreal como para todos.-Eso es todo, los veo luego, chicos.-ella los miro, mientras que Adeline estaba boquiabierta como Mikasa a su lado.
-Hange, ¿qué estás haciendo?-Adeline desconcertada le miraba fijamente, dirigiéndose a ella para apretar fuertemente su verdosa capa.-No me hagas esto. Por favor, te necesito.-le pedía Adeline, quien se retorcía, mientras que Hange la abrazó con tanta fuerza, que la dejó inmóvil; los ojos color avellana de mi esposa se dirigieron a mi, mirándome adolorida, buscando un aire de esperanza en medio de esta tensión.
-Y yo necesito que sigas guiando a estos niños.-artículo Hange, quien seguía dándome la espalda. Permíteme hacer esto, para que puedas contarle a Elian y Liam lo genial que lució su tía Hange, una loca cuatro ojos que amaba a los titanes.-soltó delicadamente a Adeline, quien tenía sus ojos abiertos grandemente, aturdida, como todos.-¡Ah, Armin! Ahora Levi es tu subordinado, puedes darle las órdenes que quieras.-esclareció ella en una sonrisa, la cual dirigió hacia ellos, hasta qué camino para toparse conmigo, todo en nuestro andar se puso lento.
-Hange, ¿en serio tú... -Leandra se colocó cabizbaja, mientras que Hange tan solo llevó su mano hacia el flequillo fuera de su oreja, escondiéndosela en ese mismo lugar.
-Leandra, debo admitir que sin duda me robaste el corazón desde que te conocí. Desearía haber podido encontrarte antes para salvarte del cruel mundo, eres una chica que merece vivir en paz.-visualicé como la joven de azulados ojos la miraba, al punto de que sus lágrimas se resbalaron solas por las mejillas.-Pero, tú sabes cómo es esto. Sin importar que, tarde o temprano tienes que despedirte de tus amigos. Cuídalos bien, ¿entendido?-le preguntó, dejando a Leandra sin palabras aún lado de mi.
-Oye, cuatro ojos.-la llame, débilmente, quedando hombro a hombro con ella.
-Tú lo entiendes, al fin está aquí mi turno, ¿sabes? Es mi turno.-me decía, con una relajada voz que me helaba hasta los malditos huesos.-Quiero lucir lo más genial posible, ahora mismo. Así que déjame ir, ¿si?-baje la mirada, la tristeza me hacía agonizar, para así levantar mi mano y apretar fuertemente su capa, impidiendo que se fuera, que se fuera de mi lado como todos.
-Consagra... tú corazón.-le pedí firmemente, ella se giró, se distanció de mi como si no rompiera mi corazón en pedazos, maldita cuatro ojos, se reía por lo que había dicho tan firme.
-¡Es la primera vez que te oigo decirlo!-exclamo, burlándose mientras que le di la espalda.-¡Oye, Levi!-me llamo, haciéndome detener en seco, sin atrever a mirarla.-¡Ya que tendrás una niña, por favor, ponle Luna! ¡Siempre desee tener una niña con ese nombre!-me mantenía cabizbajo, escuchándola hablar tan chillona, su voz hoy no me irritaba, me mataba.
Valientemente continué caminando, observando como todos los demás estarían apunto de decaer en el dolor. Aquel que nos hacía valer no solo por ser soldados, si no por humanos que preservaban la vida de los demás. Fui frío, incluso inexpresivo con este sentimiento de tristeza invadirme. Egoístamente no mire a ninguno de esos chicos que yacían retorciéndose de impotencia por no poder cambiar las cosas, así que, seguí caminando. No me importo en lo absoluto alrededor, en mis paños tambaleaba, no era el suelo, eran mis piernas temblando por estar estirando mi corazón tan frío, impidiéndome retroceder. Eran cientos, cientos de titanes colosales que nos dejaban anonadados por su gran poder. Detenido entre esos chicos, a los que junto a ella guiamos aquí, miraba impresionado la valentía que determinaba una brutal fuerza, una que albergaba en el corazón consagrado de una compañera con la que he tenido que estar unos alargados años. Era un cariño, una amistad y amor que había de ambos. Un lazo genuino desde que nos conocimos, insoportable, irritante, pero aún así, lo mantuvimos hasta ahora. Ella realmente estaba peleando, realmente estaba dispuesta a abandonarnos. Lanzó un lanza relámpagos a un titán colosal, de los cientos que habían, logró derivar uno. Con detenimiento observaba, hasta que avisaron el poder continuar, el que ya teníamos que irnos.
Así que, me giré. Como si no me doliera, me giré. Tuve el espacio y acceso para montarme en esa aeronave, pero no tuve la decadencia de consagrar mi corazón junto a ella una vez más. Me senté, no quise verla, nunca más lo haría. Lo sabía, sabía que jamás la volvería a ver, pero aún así decidí no mirar mas. Todos se montaron, anonadados, en llantos y desconcertados. Estaba tan ido, tan sometido a mis pensamientos, que no tuve la fuerza suficiente para agarrar el cuerpo derrumbado de Adeline en medio de un sollozo desconsolado que Armin lanzó. Me quede sentado, si eso hice cuando el peso de mi cuerpo pudo más conmigo que con mi energía. Escuchando la impotencia reflejada en el llanto, porque no solo le habíamos enseñado el mundo exterior a esos niños, también les habíamos enseñado la parte más difícil de este trabajo. Suspire, la agonía de mi tristeza prevalecía con mi ira. La misma que sentía hacia el mundo, porque lo peor de todo era cuando todos morían y tú seguías aquí, esa era la peor parte. Entre el bullicio, tan solo pensaba en ti, Hange. Seré honesto contigo, aunque no me escuches más y probablemente ya hallas ardido en las llamas del infierno, por nada del mundo, te hubiera detenido en ese sacrifico. Prefiero perderte para engendrar miles de vidas, pero en el fondo de mi corazón, ojalá hubiera podido elegirte a ti, y no al mundo. Así que, perdóname, maldita cuatro ojos.
-Te veo luego, Hange.-musité, sintiendo la agonía llegar hasta mi exterior cuando una lagrima de impotencia se me escapó.
──
Próximo capítulo: En medio de la tormenta. La aeronave pudo partir, mientras que en medio de la desolación, la alianza llega al retumbar.
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